EL MESIANISMO
Versión de GIRALA YAMPEY
Entre los grupos guaraníes, no llegó a establecerse el Mito Mesiánico. Ellos no sufrieron las derivaciones, en algunas ocasiones dañinas, de su permanencia en el pensamiento colectivo, como ha ocurrido en otras sociedades. Los guaraníes, no aguardaban la aparición de ningún arandu (Sabio), con poderes sobrenaturales ni la de algún enviado celestial, que vendría a redimirlos de los infortunios y agobios que, sin dudas, habrían sufrido. Tal vez, lo hayan impedido sus propias condiciones de vida, su misma organización social, pero no han tenido necesidad ni motivos para reflexiones de ese tipo que los llevaría a una enervante resignación de pasiva espera, aunque quizás pudiera ser esperanzada. Eran pobres, desde nuestro punto de vista, pero no pasaban hambruna ni sufrían extremas necesidades.
La conservación del Poder, el Dominio sobre los demás, contaba con limitadas posibilidades y expectativas para satisfacer las demandas que exigirían las ambiciones y las codicias de los Jefes. Las condiciones sociales, las costumbres y las tradiciones, dificultaban la aparición de la visión mesiánica. Con esas particularidades, poca sería la necesidad de tal mito. Los grupos o parcialidades, estaban convencidos de sus creencias y obsesionados por otras motivaciones sin dejarse llevar por esa especulación. Si bien, aparecieron excelentes y exitosos líderes, cuyas hazañas ganaron la admiración de todos, y cuyos hechos y virtudes han perdurado en la memoria colectiva, siendo considerados auténticos Guías y Liberadores de sus Comunidades, tales héroes no han transcendidos como Mesías en el pensamiento aborigen. Ellos, no tenían puesto el pensamiento en la aparición de un Mesías. No aguardaban su llegada.
Aunque creían en la indefectible destrucción de la tierra que habitamos, debido a sus imperfecciones, no por ello sufrían temores de total incertidumbre, esperando que algún Mba'e-megûa guasu lo destruya todo. Sabían, o daban por cierto, que sobrevendría una Tercera reconstrucción de la actual morada terrenal. La aguardaban, ya que sería la Tierra sin defectos. Es bien cierto que las visiones apocalípticas, sobre cataclismos, dominaban sus creencias religiosas, realizaban periódicas migraciones hacia el Este, en busca de tal Tierra sin Males, sin esperar la llegada de ningún Mesías Salvador, aún estando convencidos que uno de los Ñanderu de Corazón Grande, sería el que reconstruiría la futura tierra sin defectos. Tampoco el Jaguar Azul era el Mesías.
Los guaraníes designaban al Jefe del grupo, en el consenso de una Asamblea (amandaje), integrada por ancianos y notables (los más destacados) El elegido, llamado Tuvicha o Mburuvicha, compartía de hecho su Poder con el Jefe espiritual: el Paje. Para la elección del Jefe de la comunidad se evaluaba su capacidad para dirigir, su generosidad, su valentía y sobre todo sus condiciones para la oratoria. La palabra tuvo siempre gran trascendencia. Era considerado un hálito proveído por el mismo Creador. La autoridad no era transferible automáticamente, ni era hereditaria, aunque podría ser electo el hijo del Jefe desaparecido, si lo merecía. Una vez asumida la jefatura, el elegido debía conformar las aspiraciones de su grupo. Si llegaba a defraudarlo o no colmaba los anhelos de su gente, le esperaba un castigo ejemplar y sin rodeos: Simplemente era abandonado, y no había forma ni poder o fuerza coercitiva capaz de evitar la soledad del Mburuvicha. Generalmente, los Mburuvicha eran carismáticos y generosos, prudentes y conocedores de las maneras y costumbres de la comunidad. En cambio, los Paje, no eran elegidos. Se hacían arandu a sí mismo. Inventaban sus propios purahéi-paje (cantos mágicos), sus propios jeroky-paje (danzas mágicas) y se convertían en verdaderos guías espirituales, conductores religiosos, amados y reverenciados.
En el manejo político, social, económico y espiritual de los guaraníes, no se concebía la aparición del Mesías. Ellos no cayeron en la trampa de esperar al hombre providencial, cuya visión tenemos como herencia, en prolongación de algunos efectos que produce el Mito mesiánico, como lo es el Caudillismo. En el caso guaraní, sería el Caciquismo. Ellos no lo soportarían, debido a las condiciones explicadas. Los mestizos y sus descendientes sí. Probablemente por influencia de esas ideas extranjeras, ellos siguen sufriendo las conocidas secuelas de enervantes obsecuencias, genuflexiones y catervas de aduladores.
Sin dudas, en el caso guaraní de aquella época, tampoco existían importantes intereses creados ni acumulaciones de riquezas en manos de pocos ni bienes raíces ni empresas ni dinero. No había nada que pudiera sujetarlos o constreñirlos a obedecer a una autoridad no deseada. Por lo tanto, si se intentara una supuesta "mano dura" o autoritarismo descontrolado, simplemente, sin mayor trámite, podían abandonar al Jefe, liberarse de él, sin sufrir mayores consecuencias.
La organización, o el manejo social de los guaraníes no era propicia para que surja un Mesías, ni se lo imponga. Tampoco la aparición del político demagogo y corrupto. Ñanderuguasu, había dispuesto una adecuada forma de vida para sus hijos y los preservó de caer en esa trampa.
Fuente: MITOS Y LEYENDAS GUARANÍES por GIRALA YAMPEY. Editorial Manuel Ortiz Guerrero, Patronato de Leprosos del Paraguay. Tapa: Búho, fotografía de una cerámica indígena. Asunción - Paraguay, 2003. 177 páginas.
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