VELORIO DE ANGELITO
EL CULTO A LOS MUERTOS
Versión de DIONISIO M. GONZÁLEZ TORRES
El velorio de niños, con música, no tiene origen guaraní; tampoco lo citan los cronistas de los primeros siglos de la Colonia. Tal como se celebra hoy, debe ser el de un niño de corta edad, de no más de 8 años.
La muerte de un niño de corta edad da lugar a un velorio de tipo festivo. Es que cuando muere un inocente, un angel, su alma vuelve o sube directamente al cielo para transformarse en angel o en una estrella.
El niño muerto es vestido con una túnica blanca, con mangas largas (puede ser de color celeste o rosado), con una corona blanca en la cabeza, un pequeño crucifijo u hojas de palma "pindó karaí" - entre las manos enlazadas sobre el pecho. Se lo coloca en un cajón blanco cuyos bordes están adornados con flores blancas; el "angelito" permanece descubierto durante el velorio. El cajoncito o ataúd es colocado sobre una mesa cubierta con una sábana blanca; se prenden velas en la cabecera.
Los parientes y amigos que vienen al velorio traen flores y velas y ponen las flores, y a veces también, dinero, sobre el cuerpo del angelito o sobre la mesa.
Durante el velorio algún conjunto toca música y acompaña cantos. Otras veces, un conjunto de arpa, guitarra y flauta, o al menos un dúo de guitarristas animan la reunión, en la que corre abundante la caña o el "clericó" (hoy la cerveza), y no es raro que se baile hasta el amanecer.A veces se sueltan cohetes de estruendo o de luces.
Los padres del "angelito" quedan en un cuarto de la casa, generalmente, de luto, y allí reciben los saludos de los amigos.
El entierro es encabezado por un conjunto musical, mientras repican festivamente las campanas de la iglesia. Si la distancia al cementerio es corta el cajoncito, destapado, es llevado por cuatro niños, parientes, amigos o compañeros de escuela, o lo lleva la madre sobre la cabeza. La tapa del ataúd es llevado por otros niños, que van marchando atrás de él.
Cuando alguien cruza en el camino con un entierro de angelito debe apearse, si va montado, descubrirse y dejar algún dinero en el cajón.
Llegados al cementerio todos miran al angelito, retiran el crucifico o el pindó karaí de sus manos, y luego cierran el ataúd. El pindó karaí (y las velas) servirá para tratamiento de algunas enfermedades, para acalmar tormentas o terminar con días aziagos; para estos fines se quema una hoja del pindó karaí o se prende una vela que estuvo en la cabecera del cajón del "angelito".
Cuando anduve por obrajes y puertos del Alto Paraná contaronme de una costumbre en esa región: cuando muere un "inocente", un niño de corta edad, el dueño de un almacén se hace cargo del velorio y compensa a los padres del niño con alguna suma. A esta práctica llaman allá "comprar velorio de angelito". El interés del dueño del almacén está en que durante el velorio puede realizar gran venta, especialmente de comestibles y bebidas.
Mauricio Cardozo Ocampo se ocupó de: EL ANGELITO Y EL ANGELORO. Dice: "Se considera angelito al niño de corta edad y angeloro a aquel que ya tuviera uso de razón y que ya pudiera haber pecado. El velorio del angelito está sujeto a normas tradicionales consistentes también en ritos más bien paganos que religiosos. En la región sur oriental del Paraguay es tradición que los familiares no deben llorar la muerte del bebé, pues es creencia que los angelitos, sin pecado, su destino directo es el cielo. Las lágrimas derramadas de sus deudos mojarían las alas del pequeño angel y en esta forma entorpecería su vuelo y retardaría su llegada a la morada azul. Las monedas juegan un rol importante: es ritual colocar sendas monedas sobre los ojitos del pequeño muerto y esto es con el objeto de mantener cerrados los párpados. También se suele depositar dinero sobre el pecho del finadito, que irá sumando cuando más vecinos y parientes van llegando. Esa plata se usará para compra de bebida o comestibles para el consumo durante el velatorio y es algún familiar o vecino quien espontáneamente tomará a su cargo la atención a los asistentes, ya sea cebando mate dulce, sirviendo algún licor, cigarros, agua o caramelos a los chicos. En la región norteña del país, las madres lloran amargamente y en su lamento contarán la breve historia del desaparecido. A la una de la madrugada los músicos del lugar acuden con sus instrumentos para ofrecer una serenata de despedida al pequeño difunto, interpretando temas alegóricos".
(ABC Color - 16-III-1975).
Fuente: FOLKLORE DEL PARAGUAY. Por DIONISIO M. GONZÁLEZ TORRES. Editorial Servilibro, Telefax: 595 21 444.770. Asunción-Paraguay 2007 (602 páginas)
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