EL JAGUAR Y EL ZORRO
ETNOLITERATURA TUPI-GUARANÍ
LEÓN CADOGAN
EL JAGUAR Y EL ZORRO
Dicen que el jaguar se encontró con el zorro. Quiso comerse al zorro; por consiguiente, habló así [este]:
- Aunque me comieras, no te hartarías; déjame ir a buscar donde abundan los tapires, mi abuela -dijo.
- Bien -dijo el tigre.
Se fue el zorro a buscar; encontró un lugar en donde abundaban los tapires. Se fue el jaguar y derribó uno de los más gordos. El zorro quería comer de lo que comía el jaguar; no queriéndole dar:
- Tírame aunque no sea más que la vejiga -dijo.
Esta la infló el zorro y la sacó al sol; hallándose seca, cazó moscas y las cargó en ella, innumerables moscas cargó. Presas las moscas en la vejiga, producían un ruido semejante al de numerosos perros ladrando al unísono. Ató a la cola del jaguar la vejiga con las moscas dentro, y hecho esto habló así:
- Presta atención a aquel ruido; se trata, sin duda, de perros que se nos vienen encima.
A raíz de esto, el jaguar prestó atención, pero, no obstante haber oído, siguió comiendo.
Entonces el zorro habló así:
- Presta atención, pues ahí vienen, sin lugar a dudas.
A raíz de esto, echó a correr el tigre. Habiendo corrido lejos, hizo alto para escuchar: oíase aún, indiscutiblemente, el ruido de perros que venían. Por consiguiente, volvió a correr nuevamente; se fue más lejos y, volviendo a escuchar, oyó el ruido indiscutible de perros que venían.
Por consiguiente, volvió acorrer; se fue lejos; de nuevo paró; hallándose cansado, se dispuso a luchar: se presentaban mal las cosas.
Haciendo alto, se volvió hacia atrás, escuchando de nuevo detrás suyo el ladrido de los perros. Por consiguiente, de nuevo se dio vuelta; nuevamente detrás suyo se escuchaba el ladrido de los perros. Fue entonces que, sin mudar de lugar y mirando disimuladamente hacia atrás, descubrió que el ruido que semejaba el ruido de perros era producido por las moscas encerradas dentro de la vejiga. Habiéndose ya alejado mucho de su presa, se retiró del lugar sin rumbo fijo.
Después de mucho tiempo volviéronse a ver [el jaguar] y el zorro. En dicha ocasión, le dijo:
- Ahora sí te comeré -dijo.
- Aunque me comieras, no te hartarías, abuela -dijo el zorro-; déjame más bien ir a buscarte un camino donde puedas acechar [la presa] un camino de hombres - dijo.
- Bien -dijo el tigre.
Se fue el zorro en busca de un camino; encontró un lugar muy transitado y, en consecuencia, volvió a contárselo a su abuela. Luego fueron a acechar; en cuanto al zorro, se apostó cerca de su abuela.
Después de una larga espera:
- Parece que ya vienen -dijo el tigre.
- Déjame mirar a mí -dijo el zorro.
Mirando, vio a tres muchachos que venían: tres venían.
- Ya vienen -dijo.
- ¿Estoy esperando en posición ventajosa? -preguntó el jaguar.
- Espera aún -dijo el zorro-; los que vienen todavía no son hombres; son solamente futuros hombres -dijo.
Nos los detuvo, por consiguiente; fueron pasando y se alejaron los muchachos sin detenerse.
Después de larga espera, nuevamente:
- Parece que ya vienen -dijo el tigre.
- Déjame mirar a mí -dijo el zorro.
- Ya vienen -dijo.
- ¿Estoy acechando bien? -dijo el tigre.
- Todavía no -volvió a decir-; el que viene ha dejado de ser hombre.
Por tratarse ahora de un anciano que venía, habló así.
Nuevamente no lo atajó, dejándole pasar.
Después de otra larga espera:
- Parece que vienen -dijo el tigre.
- Déjame mirar a mí -dijo el zorro.
En esta ocasión vio que venía uno con arco; venían, además, tres perros.
- Ahora sí que viene un hombre -dijo.
Porque ahora venía aquel que fatalmente iba a matarlo.
- Ponte y espera -dijo.
Los perros ya venían acercándose al lugar donde estaba el tigre; ya ladraban al unísono. En cuanto al jaguar, rugía de una manera espantosa. Al oírlo, se acercó corriendo el dueño [de los perros].
Al llegar, y al erguirse contra él el jaguar, le hirió con flecha de hierro; le volvió a herir; le volvió a herir nuevamente, derribándolo muerto.
Por haber deseado el zorro que así ocurriera, solamente cuando venía uno que llevaba arco dijo:
- Ponte bien al acecho.
Fuente: MITOS INDÍGENAS DEL PARAGUAY. Edición, compilación, traducción de FRANCISCO PÉREZ-MARICEVICH. Editorial EL LECTOR. Director editorial: PABLO LEÓN BURIÁN. Diseño gráfico: RAFAEL VILLALBA, Asunción – Paraguay 2011 (151 páginas).
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