STAVUUN, EL CUERVO REAL
ETNOLITERATURA NIVACLÉ
TEXTO: MIGUEL CHASE-SARDI
STAVUUN, EL CUERVO REAL
Ahora les contaré la vida del antiguo Stavuun, el Cuervo Real. Aquel que, en una ocasión mató Ajti't'a en venganza por haber cortado la lengua a los hombres de su clan.
Con los ojos abiertos, parpadeando... parpadeando... quedaban aún con vida después que Stavuun los atacaba, y los llevaba junto a su mujer, C'afoc, el Cuervo. Preparaba emboscadas a los que salían de caza y, allí mismo los mataba, guardando los huesos para que con ellos sus hijos jugaran tsachapín. Los hijos de Stavuun practicaban hasta el cansancio el deporte con los huesos de los hombres.
Ajti't'a, el antiguo, estaba harto de lo que hacía Stavuun, sintiendo una profunda lástima por aquellos.
- ¡Qué cosa! Si esto sigue así, Stavuun terminará con todos, -decía Ajti't'a-. Si bien dicen que es un hombre muy veloz, porque se scarifica siempre, yo lo mataré.
Entonces Ajti't'a se escarificó. Luego, para probar su velocidad, prendió fuego al vilano de palo borracho, y salió corriendo. Cuando volvió, ya no había más fuego. Se había terminado el vilano del palo borracho.
- ¡Qué lástima! No soy veloz. Era más antes. ¡Pero... otra vez! Me escarificaré de nuevo.
Una vez más, se escarificó. Prendió fuego al vilano del palo borracho, y corrió. Al volver, se estaba apagando.
- ¡Oh! ¡Qué bien! hace falta poco para que sea veloz. Ya falta poco.
Entonces se escarificó con su propio escarificador, que él mismo había hecho, y cuando toda su sangre salió fuera, hizo lo mismo, más velozmente aún, pues al llegar todavía estaba el fuego prendido.
- No falta mucho para que sea veloz. Dentro de poco mataré a todos los hijos de Stavuun. ¡Son demasiados los que él asesinó! ¡Puso muchas emboscadas a los que fueron de caza! -dicen que decía aquel Ajti't'a antiguo, aquel que se dio a sí mismo el nombre de Ajti't’á.
Finalmente, volvió a escarificarse, sacándose toda la sangre. Corrió, y regresó otra vez a su fuego, viendo que estaba en el mismo estado en que lo había dejado.
- ¡Pero, qué bien! ¡Ya soy veloz! -decía- mirando el fuego que se iba consumiendo.
Entonces escuchó a aquellos que jugaban con los huesos de los antiguos hombres. De aquellos que en el juego de tsachapin, usaban los huesos de los hombres de antes. Tal es así que hasta ahora existe su campo de deporte. Stavuun Ihtsachapinjayish, la Vía Láctea. Está allá arriba. La vemos cuando oscurece. Aquel de allá, Vôôs, el cielo, se cuenta que antes era, Cotsja'at, la tierra. Pero tenía demasiado asco, aquel que está arriba. Tenía mucho asco, aquél de allá que en ese tiempo estaba acá. Pero se cambiaron los dos. Esto perjudicó a los hombres de antes que poblaban encima de Vôôs. Porque, Cotsja’at cayó sobre ellos. Se vino bajando, éste sobre el cual caminamos hoy nosotros. Este sí que no nos tenía asco, de los hombres que caminamos sobre él, que excretamos sobre él. Se dice que eran dos mujeres las que querían defecar sobre aquel, el que está allá, el que está arriba ahora. Por eso, existen las dos manchas que se ven al oscurecer. Son los lugares dónde se limpiaron el ano las dos mujeres menstruantes. Esa vez tuvo asco el de arriba. Y fue la razón por la que se cambiaron en aquel tiempo pasado.
Sin embargo este, este no tuvo asco.
- Yo me haré cargo de mis amigos. Porque no me repugnan, estoy dispuesto a quedar bajo ellos.
Y así sucedió. Cambiáronse de lugar. Se dice que anteriormente estaba acá aquel, el que está allá arriba. A los que vivían encima de él, les parecía algo muy extraño lo que ocurría. Se caían las nubes. Se caían. Se caían sobre aquellos hombres. Y al subir Vôôs, resbalaron hacia abajo. Acá mismo, hacia abajo. Esos hombres se encuentran ahora bajo nosotros. Resbalaron. Fueron bajo esta tierra.
¡Quién sabe hace cuánto tiempo ocurrió esto! ¡Quién sabe hace cuánto tiempo era tierra aquel que está arriba, y este que está abajo, era cielo!
Antes de todo esto, muy antes, Ájti't'a, buscó un palo con una horqueta, y sujetó contra el suelo a la abuela C'afoc. Esta le buscó piojos a Ajti't'a y tocó su pluma de adorno.
- ¡Había sido muy dura, mi nieto, demasiado dura, tu pluma de adorno! dijo C'afoc.
- Sí. Es dura porque maté a los hijos de Stavuun. Acabé con todos.
Mira que es muy malo Stavuun -amenazó C'afoc.
- Es malo, pero yo también soy malo -replicó Ajti't'a-. Lo mataré. Yo mismo lo mataré.
Ni un poco se achicó. Ájti't'a, frente a C'afoc. Y así mismo sucedió cuando lo mató. Lo mató nomás.
Cuando Stavuun se acercaba, comenzó a llover. ¡Tuuuuujjj...! Se lo escuchaba venir.
- El que viene llegando ahora, ese es. Tienes que decirle que me fui hacia todos los vientos -ordenó Ajti't'a a C'afoc-. Mándale a los cuatro vientos. Hacia el sur. Hacia el norte. Hacia el este. Y también hacia el oeste. Mándale a los cuatro vientos. Cuando acabes de nombrarlos. Cuando te canses de engañarle, envíalo hacia arriba, mostrándole con el dedo sobre tu cabeza. Entonces, cuando se vaya arriba, avísame. Yo me meteré bajo la tierra.
Por fin llegó Stavuun.
- No están más mis criaturas. Parece que las liquidaron. Cuénteme quien hizo esto. Si no, te mataré enseguida.
- Búscalo hacia este lado, dijo C'afoc.
Se fue Stavuun, volviendo después de un rato.
- Nada. No he visto nada, -respondió, preguntando- ¿Dónde está el que exterminó a mis hijos?
- Vete a buscarlo hacia el viento norte. Salió Stavuun, volviendo muy pronto.
- Dime. Rápido. ¿Qué ocurrió con mis hijos? ¿Quién los mató? Si no, te mataré enseguida.
- Búscalo al este.
Voló al este Stavuun, regresando casi en el acto.
- Dime. Rápido. ¿Quién mató a mis hijos? Si no, te mataré enseguida.
- ¡Hacia el oeste! ¡Hacia el oeste!
Apenas salió hacia la nueva dirección, Stavuun estaba ya de vuelta, inquiriendo enérgicamente a su mujer C'afoc, que, entonces, se cansó.
- Vete hacia allá, hacia arriba.
Remontó vuelo Stavuun; pero, desde lo alto, vio donde había entrado Ajti't'a antiguo. Se largó verticalmente sobre el lugar, y se puso a cavar. Del hoyo salieron bandadas de pequeñas mariposas con las que, Ajti't'a, se había cubierto. Stavuun, comenzó a matarlas, y cuando terminó con ellas, siguió cavando. De repente, salió una víbora amarilla. La mató. Se la mostró a su mujer, C'afoc.
- ¿No será este?
- No. Es otro. No es ése, -dijo ella.
Otra vez volvió a cavar. Mientras, Ajti't'a, se había escapado por el otro lado. Tardó mucho para que Stavuun lo viera muy lejos. Lo persiguió. Cuando lo alcanzó Ajti't'a, que se sentía cansado, desapareció, transformándose en un tronco. Nadie podía reconocerlo.
- Pero, ¿dónde se habrá metido? -decía Stavuun-, porque aquí lo vi.
Mientras lo buscaba, Ajti't'a aprovechó para escaparse a sus espaldas. Cuando Stavuun, se dio vuelta, lo vio y corrió tras él. Estaba por darle alcance, pues se sentía fatigado, cuando se convirtió en una mata de pasto, desapareciendo de la vista de su perseguidor. Stavuun, lo buscó desesperadamente, sin poder encontrarlo. Cuando se puso de espaldas, Ajti't'a, escapó rápidamente. Stavuun volvió a correr tras él. Cuando lo estaba por tomar, tuvo que descansar otra vez y se transformó en una flor de pasto. Volvió a escaparse de nuevo mientras lo buscaba, Stavuun, que le siguió. Y llegó a un Yitsuuk, Palo Borracho, muy grande, introduciéndose dentro de su tronco para defenderse.
- Nieto, no me siento capaz de ayudarte. Me duele la cadera, -decía Yictsuuk-. Vete a verle a tu abuela. Vanôdô, Palo Mataco. Cuando Ajti't'a llegó, Vanôdô, se abrió, permitiéndole refugiarse. Atrás quiso también entrar Stavuun, pero, Vanôdô, se cerró apretándole violentamente. Es por ello que aún hoy, cuando sopla un viento fuerte, hace este ruido:
Kuuuuunnn. Ajti't'a cayó desvanecido. Estaba muy cansado.
- Nieto! Pero, ¿tanto tiempo precisas para despertar? Despiértate y mata a Stavuun, que ya me está cansando.
Había sido que los árboles sabían hablar en aquel tiempo. Siempre se dijo que muy antes hablaban, todos los árboles.
- Sí, ¡cómo no! ¡Pobre abuelita! Ya volví en mí. Lo mataré enseguida.
Y allí mismo, lo mató nomás.
- ¡Qué bien! Me siento feliz de haberlo matado. Estaba por terminar con todos los hombres.
Y es que, Ajti't'a, se había cansado de los crímenes de Stvuun. Pues, su vieja y mala costumbre era comer la carne de los hombres de antes. Era igual que ese que anda por ahí ahora.
Por ello dio origen a la carne de todos los animales. Animales de todas las especies se acercaron y tomando un pedazo de la carne de Stavuun, la apretaban a su cuerpo. A Ojtinaaj, Ciervo, y a Tashinsha, Venado, le prendió muy bien la carne de Stavuun. También los pájaros tomaron para su cuerpo de la carne de Stavuun, y se bañaron en su sangre porque querían ser rojos. Pero la sangre era tan picante que no la soportaban. El único que la aguantó un poco más, sin sacudirse, era Tsinlhetsej, la Espátula, que por eso, quedó rosada. También Comi, el Flamenco, fue uno de los pájaros que toleró bastante la sangre picante de Stavuun. Después se desbandaron todos los pájaros. Quedó el lugar en silencio.
Tso'octsiva, el Cardenal, aprovechó para untarse bien el copete, con la sangre derramada. El último que llegó fue Tsôtsô', que puso en sus ojos antiguos la última gotita de sangre que sobró. Por eso esta avecilla, tiene hoy sus ojitos tan rojos.
Se terminó.
Fuente: MITOS INDÍGENAS DEL PARAGUAY. Edición, compilación, traducción de FRANCISCO PÉREZ-MARICEVICH. Editorial EL LECTOR. Director editorial: PABLO LEÓN BURIÁN. Diseño gráfico: RAFAEL VILLALBA, Asunción – Paraguay 2011 (151 páginas).
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