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Compilación de Mitos y Leyendas del Paraguay - Bibliografía Recomendada

CHAMANISMO DE LAS TRIBUS DEL CHACO - ETNOGRAFÍA DEL CHACO. Por ALFRED METRAUX

CHAMANISMO DE LAS TRIBUS DEL CHACO - ETNOGRAFÍA DEL CHACO. Por ALFRED METRAUX

CHAMANISMO DE LAS TRIBUS DEL CHACO

ETNOGRAFÍA DEL CHACO. Por ALFRED METRAUX

Edición, exordio, revisión y notas a cargo de MIGUEL CHASE-SARDI


 

         Toda banda del Chaco cuenta con numerosos individuos que son capaces de tratar a una persona enferma o canturrear para impedir algún desastre inminente. Es por consiguiente, difícil algunas veces distinguir entre una persona con algunos conocimientos de artes mágicas y un chamán profesional.

 

         Iniciación y adiestramiento. Entre los Lengua, la profesión de chamán frecuentemente sigue en la familia, pero, como en otras partes, no es estrictamente hereditaria.

         Teóricamente, todo el poder y los conocimientos de los chamanes Mataco viene de los espíritus. Un espíritu secuestra el alma del futuro chamán, le enseña el lenguaje de los espíritus y lo trata como aquél tratará más adelante a sus futuros pacientes. Entre los Toba, un novicio, a fin de convertirse en chamán completo, debe recibir una revelación, en la cual ve un espíritu quien le enseña un nuevo canto. Sin embargo, en ambos casos, los candidatos también observan los manipuleos de los profesionales, y aprenden de ellos los métodos y secretos de la profesión.

         Antes de practicar su arte, el chamán debe vivir en soledad, vagando sin rumbo en el monte o permaneciendo sentado sobre un árbol durante este período de retiro, observa un ayuno riguroso, comiendo solamente cosas como carne cruda de perro (Toba, Mataco), o sapos y serpientes (Lengua). La dieta del Lengua novicio incluye pequeños pájaros desplumados en vida, que le transmiten sus facultades canoras. Durante el aprendizaje, el candidato repite su canturreo mágico en forma continua, como impulsado por una fuerza sobrehumana. Después, un anciano chamán le arroja un pequeño palo que le penetra el cuerpo, pero sin causarle lesión alguna (Toba). Este palo es probablemente el mismo que supuestamente el chamán lanza a sus enemigos. Cuando un aprendiz Libayá de chamán, masculino o femenino, había adquirido habilidad suficiente en el canto, todos los chamanes de la comunidad se reunían en su choza por espacio de 2 días, cantando cantos especiales y agitando manojos de plumas de ñandú. Los maestros bebían a expensas del discípulo, que pasaba toda una noche cantando y agitando su matraca para demostrar su habilidad.

         Los novicios de chamán entre los Kaskihá deben ayunar por unos 3 meses antes de poder practicar. Durante este tiempo deben soportar periodos [361] de varios días de abstinencia completa de alimentos y agua, seguidos por breves intervalos durante los cuales pueden beber agua y comer batatas (58).

         El adiestramiento del chamán Tereno comienza en la infancia. Durante los últimos años del adiestramiento, debe abstenerse del consumo de carne fresca, grasa, sal, mandioca y frutas. Un día determinado, el instructor extrae de su boca una rana, una tarántula o una pequeña serpiente, y se la da de comer a su discípulo. Finalmente, el novicio debe cantar por las noches hasta que se le revela un espíritu.

         En la mayoria de las tribus chaqueñas, las ancianas frecuentemente poseen conocimientos médicos, y son llamadas para tratar a una persona enferma. También conocen encantamientos y danzas que demuestran ser de ayuda en muchas ocasiones. Sin embargo, los verdaderos chamanes son habitualmente hombres, excepto entre los Abipón y los Tereno, donde parece que algunas "cuenteras" tuvieron considerable influencia, y se hallaban en constante actividad. Entre los Mbayá, algunas chicas jóvenes practicaban la medicina (Sánchez Labrador, 1910-17, II, 32).

 

         Técnicas del chamán. Un chamán tiene a su servicio a un espíritu familiar, que ejecuta todas las tareas difíciles por su cuenta y le informa de secretos o eventos futuros. Los chamanes Lule y Mataco aspiran un polvo hecho de las semillas del cebil (Piptadenia macrocarpa) para ponerse en trance leve o excitación, al enviar sus almas al otro mundo en forma de pájaros yulo. Su metamorfosis es facilitada soplando un pito hecho del hueso de la pierna de un yulo. El alma del chamán viaja a la tierra de los espíritus o visita el sol, que es un brujo de gran sabiduría. Si tropieza con un rival, se produce una batalla en la cual está en juego la vida de uno de los contendientes.

         Los chamanes Lengua se autohipnotizan "sentándose en una posición forzada por horas, fijando la mirada sobre algún objeto distante" (Grubb, 1913, 146). En este estado, se supone que envían sus almas. Los espíritus se aparecían al chamán Tereno en forma de halcón (herpetotheres sp.), siendo conjurados mediante el canto y el agitar de matracas durante toda la noche, a menudo con la ayuda de sus parientes. Los espíritus familiares a veces tomaban "el aspecto de jaguares" (Mbayá).

 

         La función curativa del chamán. A los ojos nativos, la función primordial del chamán es la de curar a los enfermos. Existen dos teorías [362] acerca de la naturaleza de las enfermedades: pueden ser causadas por la intrusión de algún objeto o animal dentro de una persona, o por la pérdida del alma. Los espíritus que actúan por su propia voluntad o a través de la voluntad de algún brujo son los culpables de la presencia de sustancias patógenas en el cuerpo del paciente. Algunos indios creen que los objetos o animales patógenos son espíritus transformados. Por ejemplo, cuando una persona es mordida por una serpiente, el espíritu de la serpiente penetra en su cuerpo, pero se convierte luego en una serpiente de verdad (Pilagá). Los Lengua, Tereno y Mataco atribuyen sus afecciones a la presencia en el cuerpo de espíritus en forma de serpientes, ratas, cabras, gatos o escarabajos. Los Lengua temen a un escarabajo que pasa volando, porque se considera como la materialización del mal que el chamán extrae del cuerpo de sus pacientes.

         La creencia de que las enfermedades son causadas por el secuestro del alma por algún demonio o espíritu existe simultáneamente con la teoría de la intrusión entre los Toba, Lengua, Mbayá, Tereno y probablemente otras tribus del Chaco.

         Algunas enfermedades y accidentes son atribuidos a la violación de algún tabú por parte de la víctima o sus parientes. Los Mocoví achacaban la dolencia de un niño a una imprudencia del padre, que podría haber comido, por ejemplo, algún alimento tabú.

Si la enfermedad es causada por una intrusión, el chamán, a fin de eliminar la sustancia patógena, procede de la siguiente manera: Sopla (fustr. 73) y escupe sobre el paciente, y canturrea monótonamente en tonos ascendentes y descendentes. El canto no tiene palabras, a pesar de que el chamán puede ordenar al mal que se aleje (59). Al soplado sigue una violenta succión que frecuentemente ocasiona derramamiento de sangre. Algunos chamanes Toba raspan la zona afectada con un cuchillo o una pequeña tabla grabada con dibujos que representan una persona (Ducci, 1904, 173). El chamán, contrayendo los músculos faciales, simula vomitar y expele mucus, el cual alega ser fragmentos del objeto o animal que ha extraído del paciente. A veces exhibe un escarabajo, un trozo de madera o un guijarro, que aduce haber extraído del enfermo. Entre los Lengua, el chamán anuncia en un canto especial que el espíritu intruso ha sido expulsado y que el alma ausente puede, por consiguiente, retornar incólume (Grubb, 1913, 134).

         Si la enfermedad es consecuencia de la pérdida del alma, el chamán envía su espíritu familiar o su propia alma para descubrir el paradero de aquella y para rescatarla.

         El chamán Mbayá curaba a los enfermos en un cobertizo hecho de esteras, donde nadie podía penetrar so pena de perder la vista o la vida. El chamán cantaba, agitaba su matraca y luego se llamaba a silencio cuando su [363] alma iba al cementerio para traer de vuelta el alma del paciente. Algunas veces declaraba que su propia alma vagaba por el monte en busca del alma perdida. Después de la investigación, siempre succionaba el cuerpo del paciente y escupía objetos que luego enterraba en un agujero. Al extraer cuerpos extraños, los chamanes presionaban fuertemente sobre el estómago del paciente con sus puños. Durante todo el tratamiento no se permitía abrir los ojos al paciente.

         Si durante la búsqueda del alma vagabunda el chamán Mbayá la veía montada en un caballo, sabía que el caso era desesperado y abandonaba al enfermo a su suerte. No obstante, por lo general, requería el pago a los parientes, quienes, airados por su fracaso, quizá lo golpeaban con antorchas en lugar de pagarle por sus servicios. Cuando el resentimiento contra un chamán falto de éxito era muy grande, a menudo éste se unía a otra banda, por temor de ser asesinado por los parientes del paciente.

         Los Tumerehá achacan las enfermedades al Sol. Sus chamanes tratan a un enfermo escupiéndose en las manos y frotando las partes afectadas del cuerpo del paciente. La cura es acompañada de cantos y danzas, en imitación de la voz y comportamiento de los animales que se consideran como demonios (Baldus, 1931, a, 39).


          Otras funciones de los chamanes. Una importante obligación de los chamanes es la de proteger a su banda, cantando y agitando sus matracas por las noches, cuando amenaza algún peligro del mundo sobrenatural.

         Cuando los Abipón sentían algún peligro inminente, consultaban a sus chamanes femeninas, quienes se reunían en una choza y pasaban la noche batiendo grandes tambores y musitando encantamientos, acompañadas por un movimiento continuo de brazos y piernas. Al día siguiente, las cantantes recibían obsequios y se les interrogaba con ansiedad sobre lo que había dicho el espíritu (Dobrizhoffer, 1734, 2:83). Cuando amenazaba una tormenta, los chamanes Mbayá cantaban, agitaban sus matracas y soplaban sobre las nubes para dispersarlas. Los chamanes lengua provocaban lluvia arrojando hacia arriba la sangre de un tipo determinando de pato. Los chamanes Mbayá, Lule y Mataco despachaban sus almas hacia el cielo para traer la lluvia. Los chamanes también pueden enterarse del futuro viajando de noche al mundo de los espíritus. Los chamanes Mataco envían sus almas al Sol para el mismo fin, pero el viaje es peligroso, ya que el Sol, como un gran caníbal, no desea ser molestado por visitantes. Coloca varias trampas en el camino del chamán, que deben ser evitadas para poder acercarse a aquél. Sin embargo, logrando éxito en visitar el Sol, éste se presta de buen grado a contestar todas sus preguntas.

         Antiguamente, cuando un chamán Mbayá, Abipón, Toba o Mataco deseaba consultar un espíritu -entre los Abipón, el alma de un pariente-, se ocultaba debajo de una manta, agitaba su matraca y murmuraba encantamientos. Después de un tiempo se ponía a temblar y sufría un shock, evidencia certera de que había arribado un espíritu. El chamán a continuación conversaba con el espíritu, quien contestaba con una aguda y característica voz.

 

[364]

         Los chamanes Mbayá no sólo podían prever eventos futuros, sino que sus artes mágicas podían evitar que acaecieran. De este modo, podían detener enfermedades, guerras y hambrunas que podrían haber destruido a la tribu. Los chamanes de las tribus de habla Guaicuru acompañaban las expediciones militares y mediante sus encantamientos conseguían la victoria para sus tropas. Se creía que poseían poder para matar a sus enemigos con apenas soplar sobre ellos. Cuando una banda Mbayá viajaba, los chamanes cantaban cada noche para garantizar el éxito del viaje.

        

         Influencia y prestigio de los chamanes. La influencia de los chamanes sobre su comunidad es a menudo considerable, y de cuando en cuando se convierten en los líderes efectivos de la banda. Por otra parte, los caciques a menudo son también chamanes. Algunos chamanes realizan milagros para incrementar su prestigio. Los chamanes Lengua supuestamente podían comer una raíz muy venenosa sin sentir ningún efecto maligno. Mediante trucos sencillos, hacían creer a los indios que podían escupir semillas que sin tardanza se desarrollaban en zapallos maduros de buen tamaño.

         Los chamanes Tereno conocían muchos trucos y juegos de mano: así extraían plumas de la nariz, tragaban flechas y simulaban cortarse un brazo o una pierna, que volvían a reemplazar más tarde. Eran también encantadores de serpientes. Los chamanes Mataco caminaban sobre brasas calientes sin sufrir daño alguno.

         Los Abipón, temiendo venganza, consideraban un crimen contradecir la palabra del chamán u oponerse a sus deseos u órdenes. En todo el Chaco, los chamanes derivan beneficios considerables de su profesión. Después de una expedición, los Abipón entregaban al chamán que los había acompañado la parte mejor del botín. Dobrizhoffer (1374, 2:37) señala que los chamanes tenían "abundancia de excelentes caballos y enseres domésticos superiores al resto". Los chamanes Toba insisten en que sus clientes les paguen con rapidez, debido a que si son remisos en cancelar sus cuentas, el espíritu ofendido castigará tanto al médico como al paciente.

 

         Brujería. En el Chaco se teme grandemente la brujería, la cual se hace responsable por la mayoría de todos los males. Los Abipón manifestaron a Dobrizhoffer que si no fuera por los brujos, la gente viviría probablemente por siempre. Aun accidentes tales como mordeduras de serpiente y muerte violenta a manos de un enemigo, se consideran frecuentemente como obra de algún chamán malévolo.

         La brujería sigue el patrón común de magia imitativa y contagiosa: el brujo consigue algunos desechos de la persona a la cual desea perjudicar, y efectúa con aquellos los manipuleos que son simbólicos de la suerte que desea atraer sobre su víctima. Aun los Mataco cristianizados son remisos a entregar restos de su pelo, por temor de ser hechizados. Pocos indios, aun aquellos que conocen la civilización, permitirán a un extraño tomar su fotograña, ya que creen que la misma podría convertirse en instrumento de su desgracia.

 

[365]

         Los brujos pueden causar enfermedades o la muerte, lanzando a sus enemigos los palos o dardos invisibles que conservan dentro de su propio cuerpo (Ashluslay, Toba). Un amuleto o un hechizo bastan para dirigir el proyectil contra la víctima.

         Se dice que los chamanes tienen el poder de transformarse en jaguares, a fin de atacar y devorar a la gente. Hace solo unos pocos años, un indio Pilagá en Sombrero Negro realizó varios intentos de convertirse en jaguar, confiando poder vengar las ofensas recibidas de uno de los caciques locales. Se pintó el cuerpo con rayas negras y rondaba en su choza rugiendo y gritando "Yo soy un jaguar" Saltó luego sobre su enemigo como un jaguar, y algunas personas llegaron a decir que sus uñas se habían convertido en garras.

         Escenas similares fueron presenciadas por Dobrizhoffer (1784, 1:87):

         "Cuando estos espantajos piensan que alguien les guarda enemistad o sentimientos injuriosos, amenazan con convertirse en tigre y destrozar a todos sus congéneres de la tribu. Apenas comienzan a imitar el rugido de un tigre, todos los vecinos huyen apresuradamente. Desde la distancia, empero, escuchan los rugidos simulados. ‘¡Oh! todo su cuerpo comienza a cubrirse de manchas de tigre’, gritan: "Miren, le están creciendo las uñas", exclaman las mujeres espantadas, a pesar de que no pueden ver al bribón que está escondido en su vivienda; sin embargo, el pánico que experimentan les hace ver cosas que no existen en realidad."


 

Arriba: Indumentaria Caduveo del Shaman

Abajo: Chaman Pilagá soplando a un enfermo 



Costrumbres para los casos de muerte.

Arriba: Choza de retiro Pilaga para las viudas.

Centro: Tumba Pilaga cubierta con troncos.

Abajo: Choza de retiro de viuda Mataco.



Árbol de entierro Mataco



ENLACE AL LIBRO FUENTE DEL DOCUMENTO

 

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ETNOGRAFÍA DEL CHACO. Por ALFRED METRAUX

Edición, exordio, revisión y notas a cargo de MIGUEL CHASE-SARDI

Editorial EL LECTOR. Colección Antropología, Nº 1

Tapa: LUIS ALBERTO BOH

Impreso en Paraguay, con permiso de la SMITHSONIAN INSTITUTION, EE.UU.

Traductor: FRANK SAMSON

Centro de Estudios Antropológicos (CEADUC)

Asunción – Paraguay. 1996 (269 páginas)

 

 

 

 

GALERÍA DE MITOS Y LEYENDAS DEL PARAGUAY

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