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Compilación de Mitos y Leyendas del Paraguay - Bibliografía Recomendada

  LEYENDA DEL MBURUKUJA - Versión: GIRALA YAMPEY

LEYENDA DEL MBURUKUJA - Versión: GIRALA YAMPEY

LEYENDA DEL MBURUKUJA

Versión: GIRALA YAMPEY

 

Esta leyenda, como otras tantas, tiene varias versiones. Hemos preferido la que ha dado Ernesto Morales en su libro (ver Bibliografía). La tomamos fragmentada, en procura de no ser tan extenso pero tratando de mostrar toda la belleza de lo escrito por el citado autor.

"La flor de Mburukuja, presenta todos los atributos de la pasión jesucristiana: la corona de espinas, los tres clavos, las cinco llagas y las cuerdas con que ataron al mártir del Calvario. Y como da la liana un fruto colorado, la imaginación de los creyentes conquistadores vieron en los glóbulos rojos que conforman el fruto, gotas de la sangre coagulada. Aún había más, porque esa flor tan singular y que tanto diría a la imaginación fanática de aquellos guerreros pasmados de asombro frente a la naturaleza exuberante, presentaba otras características: La flor del mburukuja, se cierra, como si se marchitara, al ponerse el sol, y se abre y cobra su brillo natural cuando el sol nace". La leyenda nos dice:

"Mburukuja, era una doncella española, blanca y linda, llegada a tierras guaraníes con su padre, un capitán. No era Mburukuja su nombre cristiano sino el que dábale quien bien la amaba furtivamente, un mburuvicha guaraní'.

"No es raro hallar falta de lógica en esta clase de amores; y son muchos los romances, poemas y tradiciones, ya anónimos, ya de celebrados poetas, cuya esencia la forma uno de estos amores, desventurados siempre".

"Mburukuja y su amante, se veían a escondidas del capitán español que, buen creyente y buen soldado, no hubiese permitido jamás que su hija se esposase con un hereje y enemigo".

"Pero llegó un instante fatal para los desventurados amantes. El padre de ella había escogido quien de entre los suyos deseaba que fuese su marido: un bizarro capitán que la amaba y la requería con tesón, aunque de ella sólo hubiese obtenido desdenes. Mburukuja, se negó a aceptarlo, y no le valieron razones. Frente a todas, ella oponía la razón de no amarlo; mas, aquello exasperaba al viejo capitán, de suyo despótico y autoritario por principio„.

"Y Mburukuja fue aún más desdichada que antes, pues si sólo una presunción de negativa le había obligado a ocultar sus amores, ahora estaba segura de que el saberlo irritaría a su padre".

"Y, los desdichados amadores se veían, cada vez más, de tarde en tarde, a escondidas y cuando la noche arrojaba sombras en torno a la fortaleza española".

"Ella no podía salir noche tras noche, ya que no lograba burlar la vigilancia paterna: pero él sí, siempre afuera, atisbando las sombras claras para sus ojos de aborigen. Solo al apuntar el rojo disco del sol, íbase sin verla, pero confiado antes a la brisa algunos melancólicos sonidos de su rústica flauta de caña".

"Una noche dejaron de oírse los melancólicos sonidos... Ella lo buscó a la noche siguiente, pero en vano. Pensó que estuviera herido, que hubiese luchado con alguna fiera del bosque; jamás que la pudiese olvidar. Pero, el mburuvicha amante no apareció, y Mburukuja no volvió a oír los sonidos melancólicos de su flauta rústica".

"Desesperada por la angustia de lo desconocido, tornóse pálida y ojerosa, triste su mirar, muda en la expresión dolorosa. A nadie podía hacer partícipe de su pena de amor, más bárbara por esto quizás, pues ya se sabe, lo dado a la confidencia que son quienes por el amor gozan o padecen".

"Al fin, una tarde, ya al morir el sol, en que ella, como si aún aguardase, estaba mirando a lo infinito, sola y muda, de entre los matorrales cercanos se irguió la figura de una india vieja".

"Aquella india era la madre del que bien la amaba, y venía a narrarle su triste destino. Había sido asesinado por el padre de ella. Seguramente el capitán, sorprendiendo sus amores, creyera que la muerte fuese lo único capaz de separarlos".

"Pero mal pensó su corazón duro, porque Mburukuja, se fue tras la india al sitio donde los restos mortales del asesinado reposaban: una tumba aérea, según costumbre de su grupo guaraní, perdida en una abra del bosque y tan solitaria que sólo el fúnebre urutaú rondaba en torno y le daba el áspero concierto de sus chirridos".

"Loca de dolor, cavó una ancha fosa, depositó allí el cuerpo del que por su amor muriera, y sobre él, hundióse en el corazón la flecha que, en días mejores, su amante le regalara. La pequeña flecha emplumada, quedó sobre el sangrante corazón de la muerta, como una exótica flor que de ella brotara. La vieja india, según le indicara Mburukuja, se encargó de dar tierra a los cuerpos, y ella fue la primera en ver, asombrada, tiempo después, cómo de aquella sepultura brotaba una planta hasta entonces no vista. Era una planta de hojas verdes, flores encarnadas y azules, frutos anaranjados y rojo de corazón. Esa planta subíase por los árboles y los engalanaba. Era la planta del mburukuja. Si en ella se ven los atributos de aquel que murió de amor por ellos, es porque Jesús aprobó el sacrificio de la doncella. El amor todo lo ennoblece y todo lo purifica".

Fuente: MITOS Y LEYENDAS DEL PARAGUAY. Compilación y selección de FRANCISCO PÉREZ-MARICEVICH. Editorial EL LECTOR - www.ellector.com.py . Tapa: ROBERTO GOIRIZ. Asunción-Paraguay. 1998 (187 páginas)

 

 

 

 

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