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  JÓVENES RURALES: INTERVENCIONES SOCIALES, OBSTÁCULOS Y ALTERNATIVAS EN LA PROMOCIÓN DE SUS ORGANIZACIONES (LUIS CAPUTO)

JÓVENES RURALES: INTERVENCIONES SOCIALES, OBSTÁCULOS Y ALTERNATIVAS EN LA PROMOCIÓN DE SUS ORGANIZACIONES (LUIS CAPUTO)

JÓVENES RURALES: INTERVENCIONES

SOCIALES, OBSTÁCULOS Y ALTERNATIVAS

EN LA PROMOCIÓN DE SUS ORGANIZACIONES.

LUIS CAPUTO

 

 

BASE Investigaciones Sociales

Asunción

Agosto, 1994


Documento de Trabajo No. 62


Ponencia presentada en el Seminario/Taller "JUVENTUDE E

DESENVOLVIMENTO RURAL", organizado por el PROGRAMA

COOPERATIVO DE DESARROLLO RURAL PARA LOS PAISES

DEL AREA SUR. Encantado-RS, Brasil, 13 al 16 de junio, 1994.



CONTENIDO

1. UNA APROXIMACIÓN AL ESCENARIO DE LA JUVENTUD CAMPESINA

2. PRESENTACIÓN SINTÉTICA DE PROCESOS Y RESULTADOS DE TRABAJOS CON JÓVENES CAMPESINOS

2.1 EDUCACIÓN

2.2 PROMOCIÓN

2.3 EXTENSIÓN

2.4 ORGANIZACIÓN

3. OBSTÁCULOS Y ALTERNATIVAS EN LA PROMOCIÓN DE OJCS

3.1 LA NEUTRALIZACIÓN DE LAS POTENCIALIDADES JUVENILES

3.2 ALGUNAS DISOCIACIONES Y FRONTERAS EN LA PROMOCIÓN DE LA JUVENTUD RURAL

3.3 HACIA EL DISEÑO DE PROGRAMAS INNOVADORES

3.4 SUSTENTABILIDAD CAMPESINA Y JUVENTUD

4. CONCLUSIONES

ANEXO. CONCLUSIONES DEL SEMINARIO-TALLER “JUVENTUDE DESENVOLVIMIENTO RURAL


 

 

UNA APROXIMACIÓN AL ESCENARIO DE LA JUVENTUD CAMPESINA

En el Paraguay, de modo similar a Latinoamérica, tanto los campesinos como la juventud en general, constituyen grupos poblacionales discriminados y/o marginados, tanto de las políticas públicas como de la misma sociedad. El grado de marginamiento o exclusión es aún mayor hacia la "juventud campesina", haciéndose todavía más profunda cuando entra a jugar en la fusión de la condición etaria y social, la de género.

De hecho, para el caso de las mujeres jóvenes del medio rural la acentuación de las desigualdades y la exclusión se hacen más evidentes, esto es, la total falta de oportunidades de participación y de retribución por el trabajo de la mujer joven, el desconocimiento de su aporte económico al hogar y a la sociedad y sus escasas perspectivas de crecimiento autónomo.

En otras palabras, la falta de participación, tierra, trabajo, educación e infraestructura social tiene un impacto más determinante sobre las generaciones jóvenes del medio rural, en particular en las mujeres, que sobre los adultos, quienes al menos alguna vez tuvieron tierras que trabajar bajo sistemas agroecológicos no tan deteriorados ni agrológicamente marginales como aquellos de los que hoy se asienta la mayoría de la sociedad y producción campesina.

Evidentemente, el problema social de la categoría subalterna campesina se magnifica cuando ésta se encuentra o converge con la categoría juventud, momento en que la divergencias con la propia materialidad de vida personal puede expresarse de diversas formas: pérdida de identidad y motivación, frustración, migración o, al contrario, como una inmejorable oportunidad para adquirir habilidades y conocimientos necesarios para construir un proyecto propio (identidad) y social.

Efectivamente, la centralidad que está jugando la y el campesino joven en el mantenimiento del soporte de la economía familiar campesina, a partir de la emergencia de la crisis agraria, es de primer orden, sea porque es quien genera mayor plusvalía, ya por verse obligado a perder, quizás para siempre, la posibilidad de promocionarse como agricultor autónomo por la vía de la educación o el trabajo.

Ahora bien, está claro que dicha plusvalía no aparece en forma muy clara desde un análisis clásico, dado que como se sabe la agricultura en el Paraguay como en muchas regiones de Latinoamérica se desarrolla significativamente a través de estructuras familiares minifundiarias, en donde la clásica relación contradictoria Capital-Trabajo no se trasluce de modo consistente. Tampoco hay hipótesis plausibles que expliquen, a partir de la disolución de los macroproyectos de cambio social y de la poca politización-movilización de la sociedad agraria, un definido devenir, una utopía asociada a una eventual o posible transformación de las estructuras materiales y sociopolíticas del país.

Más bien, en el caso de la familia pequeña productora, la plusvalía se manifiesta en la relación "producción campesina"-"circuito de comercialización", o por medio de otras vinculaciones asimétricas, "trabajador rural"-"latifundista", etc.

El primer ejemplo es el caso de la mayoría de las familias campesinas paraguayas no asalariadas directamente de empresarios agrícolas o terratenientes, puesto que éstas en un 70% poseen tierras menores a 5 Has, mientras el 20% directamente no posee tierra propia. De todos modos, las familias de pequeños agricultores con escaso capital en forma creativa y autónoma, producen y subsisten cada vez de modo menos sustentable. Asimismo, las familias campesinas se ven acorraladas cuando obligadamente se enfrentan al dilema de adaptarse a lógicas propias del creciente capital, distantes a la del mundo campesino (por ejemplo, competitividad, iniciativas económicas o de comercialización). Proceso que conduce necesariamente a intensificar la fuerza del grupo familiar, empezando por los mismos padres, le siguen los niños, y se acelera en el tramo de la adolescencia, sea en la chacra o fuera de ella. Probablemente, se pueda afirmar que en la sociedad campesina existe una alta correspondencia entre la desarticulación de las estructuras productivas y la caída de los indicadores sociales con el crecimiento cuantitativo de la familia. Es decir, la pobreza rural se combate fuertemente con el involucramiento directo de las y los jóvenes en las estrategias de vida de las familias, ya sea dentro, fuera de esta, o de ambas formas de modo simultaneo. Esto es una realidad, aunque el aporte productivo y económico no aparezcan de modo claro, ya por la precariedad laboral, sea por el trabajo familiar, sea por la migración y, fundamentalmente, debido al desempleo de la PEA rural-joven.

Puede decirse, entonces, que la intensificación laboral convertida en plusvalía y en un constante proceso de pérdida del capital y dignidad del campesino, se canaliza, a través del modelo agrario de monocultivo de exportación del cual depende estructuralmente el sector campesino, y/o mediante la presión competitiva de los rubros de carácter diversificado que ingresan al país por contrabando y/o "libremente" a partir de 1995 con la entrada en vigencia del MERCOSUR.

Ante tal situación, es que los miembros más jóvenes de la familia campesina optan por migrar o, sin más, sus esfuerzos se dirigen a lidiar diariamente por la sobrevivencia de sus familias.

Si bien Paraguay presenta una economía fuertemente agraria, campesina y joven, son cada vez más altos los índices de pobreza rural, sumado al sesgo concentrador de la tierra y, al mismo tiempo, a la falta de políticas de promoción rural hacia el campesinado.

Consiguientemente, todo esto tiende a convertir al campesinado, que hasta tiempo atrás constituía un sector económicamente viable volcado al mercado nacional, en una diseminada población de indigentes, migrados, sin tierras, desclasados, desintegrados sociales, o quien sabe que otra categoría en el futuro o, en mejor de los casos, en productores para el autoconsumo.

Máxime teniendo en cuenta la imposición de mercados regionales y mundiales fuertemente competitivos y, a la vez, proteccionistas.

Retomando la cuestión joven, es importante señalar que en el Paraguay, a diferencia de otros países, no se están diseñando estructuras productivas de especialización y de procesamiento de materias primas selectivamente protegidas por el estado, como modo de reconvertir el modelo agrícola vigente. Esto es, pequeños, medianos y grandes complejos agroindustriales que, al menos temporalmente, necesiten trabajadores rurales asalariados o asociados, sobre todo jóvenes y mujeres. En otras palabras, es difícil pensar en el Paraguay, al menos en el mediano plazo, en un modelo agoindustrial de alta especialización captador de la mano de obra rural desocupada.

En realidad, más bien lo que sucede en el campo paraguayo no es la expansión de la categoría temporero o asalariado, sino el de joven sin tierra, migrante pendular y el de tipo transfronterizo (1).

Si bien hasta la actualidad no se formulan políticas microagoindustiales, resultaría más factible y viable, impulsar la ramificación de agoindustrias campesinas en forma de asociaciones de jóvenes, de familias y/o de asociaciones de agricultores.

A lo que se quiere llegar es que el y la joven rural constituyen uno de los segmentos de la población que más trabaja, pero dicho esfuerzo no se dirige a la estructuración o preparación de su proyecto de vida propio -aunque probablemente lo tenga-, sino por el contrario, sino que por el contrario y paradójicamente alimenta a otros proyectos pertenecientes a la generación de los mayores y, sobre todo, a proyectos de adultos no campesinos, concretamente, al circuito de empresas agroexportadoras y a las elites políticas ligada a estas.

Sobre este transfondo y en contrapartida a este entorno macro opresivo, se perfilan experiencias modestas, pero sumamente valiosas que permiten la sobreposición de los jóvenes ante la crisis y que podrían servir para diseñar una futura agenda de políticas de y con la juventud en el Paraguay.

1.- Véase Nuevos Patrones Migratorios Transfronterizos. Palau; Caputo, UNaF/CIC. 1994, Formosa.

 

 

 

Nº 62. Jóvenes Rurales Intervenciones soc., obst. y alternativas en la promoc. de sus organizac - Luis Cap...

 

 

Fuente digital : http://www.baseis.org.py

Registro: Agosto 2011

 







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