EL TRATADO DE 1777 Y EL DEMARCADOR DON FÉLIX DE AZARA
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EL TRATADO DE 1777
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Y EL DEMARCADOR DON FÉLIX DE AZARA
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El conde de Florida Blanca por España y Francisco Inocencio de Souza Coutinho por Portugal firmaron en octubre de 1777 el Tratado de San Ildefonso. La única novedad que aportaba era la creación de zonas neutrales, todas ubicadas en territorio español. Más que una tregua era una treta de los inteligentes portugueses para tomarse el tiempo de continuar su polÃtica expansiva, conscientes de la ineptitud de los Borbones.
El Tratado de Tordesillas de 1494 dispuso que una comisión mixta deberÃa determinar el punto geográfico que correspondiera al meridiano divisor de las autonomÃas, de tal modo que al Este del mismo las tierras fueran portuguesas y al Oeste, españolas. Este trabajo de demarcación jamás se llevó a cabo por ausencia de los delegados portugueses, ya que era mucho más útil al reino de Portugal mantener las fronteras indefinidas que les permitiese un avance constante hacia Occidente.
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El desprotegido y extenso territorio español que habÃa sido insidiosamente ocupado en una progresiva introducción, permitÃa mantener el estado de incertidumbre sobre la situación jurÃdica de los lÃmites. Para complicar más la situación, las reducciones jesuÃticas se habÃan instalado en las zonas en litigio.
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España, la eterna perjudicada en estas querellas, cedió por el Tratado de 1750 sus tierras invadidas en ciento cincuenta años de tropelÃas bandeirantes. Los portugueses, mucho más avezados en la conquista, habÃan logrado, gracias a la negligencia de las autoridades de Asunción y del virreinato, reducir considerablemente la extensión de las posesiones españolas de América, estableciendo rápidamente ciudades y asentamientos en territorios que pertenecÃan a España, hasta convertir a la provincia del Paraguay en una región mediterránea por la pérdida virtual de las costas marÃtimas.
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La polÃtica de Lisboa no habÃa cejado jamás en sus pretensiones sobre el RÃo de la Plata y la costa oriental del rÃo Paraná. La historia vendrÃa a confirmar las apetencias hegemónicas de los lusitanos sobre estas regiones, que seguirÃan creando discordias y querellas a lo largo de muchos años: Portugal se aferrada a su doctrina de posesión de hecho y España permanecÃa empeñada en la defensa de sus derechos jurÃdicos.
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La montaña de tratados y convenios no hicieron más que aligerar las tensiones sin dar soluciones definitivas al problema de los lÃmites fronterizos. En un nuevo esfuerzo para poner fin al conflicto, España y Portugal fijaron las bases para un arreglo de la demarcación de lÃmites en un tratado firmado en 1777, conocido como de San Ildefonso. La ratificación del mismo se dio por el Tratado de Paz de El Pardo de 1885.
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Nombrados los comisionados de ambas naciones, con el objeto de fijar sobre el terreno las lÃneas fronterizas, el rey Carlos III de España escogió como demarcadores a dos hombres de gran prestigio y autoridad: don Félix de Azara y el coronel Juan Francisco Aguirre (53). También llegaron al Paraguay con el mismo objetivo, otros cientÃficos enviados por la Corona como Manuel Antonio Flores y Diego de Alvear.
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El importante compromiso asumido por estos comisionados reales no contó con el apoyo logÃstico y material de la metrópoli, pese a que del éxito de sus investigaciones resultarÃa la legitimidad de las posesiones españolas. Don Félix de Azara tenÃa orden de tomar las providencias necesarias para evitar que en lo sucesivo Portugal siguiera ocupando nuevas tierras, certificarse de la situación de los indios cristianos sublevados, elaborar catastros fiables de poblaciones de origen europeo y determinar la autoridad española sobre ciudades que se fundaban sobre la franja fronteriza.
NOTA:
53- Aguirre, Juan Francisco, "Diario del Capitán de Fragata de la Real Armada", publicado en la Revista de la Biblioteca nacional, Buenos Aires.