QUÉ IMPORTA SI ANOCHECE (1980)
Poesías de ESTER DE IZAGUIRRE
A Clara, Patricio y Manuel
PRÓLOGO
Hay libros destinados a reflejar con diáfano fluir una intimidad; se podrá decir que todos los libros aspiran a reflejarla -y que de algún modo lo hacen- pues la palabra siempre deja filtrar el repliegue, el sesgo del espíritu que la crea. No nos engañemos; hay casos que podrán admitir el odioso yo -Pascal mediante- o emboscarse en la tercera persona para ocultar, más o menos eficazmente, a la primera, pero sólo dan una imagen desconocida del ser que los ha creado. Nada más alejado de esta apreciación que el libro de Ester de Izaguirre.
Qué importa si anochece tiene el aire tranquilo y sereno de una confidencia, articulada con la precisión melodiosa de una pieza de cámara. Las emociones del oficio de vivir -Pavese algo sabía de ello- pasan, por su registro estremecido, melancólico hasta doliente pero que tiene la fortaleza de que se ve vivir en plena conciencia, que no se engaña sobre la ríspida naturaleza de ciertas cosas y que aspira, sobre todo, a cristalizar en el prisma del canto, la multiplicidad del color de la existencia; porque en ella, el poema es unidad de vida, es la consustanciación, la medalla grabada con los años, con el atesoramiento de muchas horas y con la ardida, vibrante experiencia que integra, naturalmente, el desaliento de muchos instantes en los que triunfó el dolor.
El poema es un ademán de comunicación constante; puede no tener respuesta, lo dice «Teléfono ocupado», puede transitar por toda la gama del adiós insinuado, de la separación en una cruz del camino, «Mentira», «A la hija que se va» saben de ello, pero el deseo está tendido al otro porque sabe bien que no hay yo si no existe tú. Los adjetivos y los pronombres a los que alude en «Ausencia del poeta», los pronombres que Pedro Salinas elevaba a categorías estelares en el diálogo de la existencia, están allí para decirnos en qué severa medida ella sabe dibujar el sentido de los días que pasan y cavan desencuentros; hay tristeza y llanto, pero no se oculta el vislumbrar de la esperanza; una ilusión puede perderse pero a la ilusión se le entrega una moneda, no la totalidad de un ser. En la percepción de este balance vital, vale siempre la feliz sociedad de mirada y sentimiento; las imágenes pueden proponer claras asociaciones, «mirada lacia», «columpio de la lluvia», y también restaurar vocablos aprisionados en el ayer, «pretal», «socavón», o sumar neologismos, «duendesco», «encresalidé», sin embargo constantemente habrá en su léxico la bruñida voluntad de dar a la palabra su faceta y su estremecimiento. El libro cumple llanamente, con sosegada entereza su misión de testimonio; la presencia que se contempla en el espejo y que adquiere por ello, las dimensiones de su desventura -y como en un poema notable quiere comprar una risa-, es la misma que sabe aún en el perceptible paso del tiempo, en la alusión de Heráclito, la victoria del instante, el presente activo que es una afirmación de vida. Hay un poema, «La flor sobre la alfombra», que lo resume.
En todo llanto hay una resurrección y en toda despedida una posibilidad de regreso. Comprenderlo es un acto vital; transmitirlo, un acto de belleza. Líricamente ambos se aúnan en la conclusión de plenitud que nos dice: Qué importa si anochece.
Ángel Mazzei
QUÉ IMPORTA |
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A LA HIJA QUE SE VA |
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Me faltaron silencios y juguetes |
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y todo lo que lograra custodiarte; |
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estás naciendo todavía. |
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Aún estás aprendiendo las palabras |
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con las que ayer, segura, me nombrabas. |
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El plazo se acabó. Se cumplió el tiempo |
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de hundirnos solas en las tardes plenas, |
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de olvidarse a la vida |
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en las páginas de un libro de poemas. |
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Un tiempo se acabó, pero comienza |
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el de saber que fuera de la casa |
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-de tu casa y la mía- |
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toda la calle, la que fue desierta, |
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se convierte en un puente, florecida, |
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y la puerta de calle, en ala abierta. |
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NEGACIÓN |
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Yo no busco la boca de los besos |
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sino la otra, que tienes más adentro, |
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de donde viene la palabra quiero. |
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Yo no busco la piel |
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que puedo acariciar con estos dedos, |
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yo busco la que envuelve tus recuerdos. |
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Yo no busco más hijos, los que ya no vinieron, |
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yo me nazco en el río de tu sangre |
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desde donde hacia el todo me navego. |
A UNA JOVEN PAREJA QUE SE ABRAZA EN LA CALLE |
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Ámense ahora |
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que el amor es como un cuadro |
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premiado en la bienal. |
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Ámense ahora, que toda la tarde es una plaza |
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donde dejan pasear a la esperanza. |
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Ahora, que aún hay un milagro |
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perdido en la ciudad. |
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Y dan un premio al que lo atrape. |
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Vivo. |
FECHAS EN ROJO Y NEGRO |
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Cuando una vez por año aparecen los ritos |
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de volvernos distintos, |
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regreso al pueblo antiguo |
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y juego a ser comienzo. |
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Ahora se apagaron las luces de colores, |
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todos los días del año son iguales. |
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Ya no hay tregua para dejar el rostro, |
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y esta humana identidad desencontrada; |
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para usar otro yo quiero, otra mirada. |
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Ya no hay más carnaval. |
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Nazco de mi palabra y de mi canto, |
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el lugar de mi infancia |
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es este verso sin nombre. |
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Yo podría ser otra. |
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Yo podría volver a la crisálida. |
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Y aquí estoy sin embargo, |
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mientras la cruz del almanaque |
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me señala |
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con sus siete palabras. |
VIDA |
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PRESENCIA
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Se eclipsan las palabras, |
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se humedecen, germinan |
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desde un fondo de raíz iluminada. |
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Te veo en el columpio de la lluvia |
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porque fuiste a buscarle a la ausencia |
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sus razones de fiebre, |
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y quedaron los cuerpos dibujados |
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con el nítido lápiz del silencio. |
EL CANARIO |
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No me vigiles más, Dueño de Casa, |
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ya me domesticaste pero he muerto. |
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ábreme, al fin, la jaula. |
TIEMPO |
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Hoy me veo tatuada en los recuerdos |
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como en la piel de un marinero triste. |
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Las memorias se van buscando a Dios |
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pero Él también se convirtió en recuerdo. |
EL MENSAJE |
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Hoy lo encontré, escondido, |
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en esta nueva casa que alquilamos. |
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El amor está en todo: |
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entre dos que se abrazan |
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y entre los que quizás se han olvidado. |
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En la palabra gol de los domingos, |
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en el ojo que no ve las realidades |
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porque sólo percibe lo que sueña; |
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en la mano que aprieta una moneda, |
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en el árbol que espera su disfraz de verano. |
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Y hasta en un mausoleo de papel, |
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de tinta, de silencios |
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y de letras. |
AUSENCIA DEL POETA |
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A Julio Nicolás de Vedia y Eduardo Carrol
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Cantabas a las cosas |
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y todas palpitaban de certeza. |
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Te fuiste ayer ungido de inocencia, |
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o quizás te llevaron |
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porque trocabas en espejos |
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la opacidad de las preguntas. |
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Tu voz, en la lluvia de la tarde, |
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tus gestos de adjetivos esenciales |
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y pronombres sacrílegos |
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han creado la frase impronunciable |
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como el signo de Dios. |
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Poeta; hoy tu nombre es el nombre de la ausencia. |
RETORNO |
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Estás allí otra vez. |
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Ya no tienes tus ojos |
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pero estás detrás de ellos |
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observándome el sueño. |
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Tu imagen no es la misma |
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pero te reconozco como un libro leído |
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y olvidado. |
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Ya me he salvado de la nada |
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como el perfil de un árbol |
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cuando la tarde cae. |
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LAS ORILLAS |
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Es la espalda del hombre que no fue. |
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Mi mano la recorre. |
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Como una llaga al aire está la ausencia, |
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está la mano sin la piel al viento. |
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Una bandera despiadada y sola |
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me flamea por dentro. |
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Mi mano faro. |
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Mi mano barco, |
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sin mares, |
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sin islas, |
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sin orillas. |
CELEBRANTE |
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A Victoria Pueyrredon |
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Celebro esto que veo todavía. |
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Celebro sobre todo las formas de las cosas, |
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el límite que impide las cenizas y el caos, |
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la sangrienta mirada del semáforo, |
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algún jumper celeste que se pierde |
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sobre un cuerpo que ignora su existencia. |
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Celebro los colores de este invierno que nace, |
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celebro los rituales de esta calle porteña |
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desde un bar con miradas de vidriera. |
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Y los rostros que pasan con abismos |
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a los que no puedo arrojar la piedra |
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de mi asombro. |
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Estoy sola. |
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Entre infinitos cuerpos y lugares, |
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entre tantas ciudades semejantes |
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yo ya no tengo forma. |
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Sólo pienso en el vaso, |
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en el claro cristal que me dibuje |
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y en el que pueda entera, |
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derramarme. |
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REFERENCIA |
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No soy protagonista de mi tiempo, |
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apenas soy la prueba de que los años pasan. |
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Fue el día en que lo vi con aquel traje, |
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la tarde del encuentro en algún bar, |
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fue la mañana de la despedida. |
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Después todo fue igual. |
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No hubo ayer ni mañana. No hubo tiempo. |
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Desde que no te veo, |
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está pasando un día |
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que no termina nunca de pasar. |
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CUANDO ERA CHICA
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Cuando yo era chica |
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arrojaba piedras a la hondura del pozo |
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para escuchar el golpe que se ahogaba en el agua. |
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Hoy arrojo la risa de mis nietos |
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a la cisterna oscura de mi pena; |
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me detengo a escuchar pero es muy honda. |
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Sólo se oye la noche con su ronda |
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de perros que hablan a la luna llena. |
MADRE YO QUIERO |
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Madre, yo quiero que en la mesa fantasma me presentes |
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tu cena con sabor a desafío, |
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sobre el mantel abierto del pasado; |
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quiero ver tu desvelo que acercaba los días de la infancia |
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a los cielos prohibidos. |
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Madre, yo quisiera que en un parque final de diversiones |
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me compraras una risa |
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como un trompo mareado de miradas. |
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Madre, yo quisiera que me desgranaras como un collar |
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sobre el mar y la tierra. |
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Y me hicieras de nuevo. |
ESTÁS |
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Es inútil. Ya estás. |
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En el color del vino, |
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en el gusto que tiene |
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este pan cotidiano, |
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en el camino largo que cruza una mirada. |
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Estás y si te niego |
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me niego hasta la hondura. |
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Ven. La vida no es más que esto que se escapa |
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sobre un río sin dueño y una corriente clara. |
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Y nunca más retornarán sus aguas. |
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COMO SI NADA HUBIERA SUCEDIDO |
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Hasta el aire era extraño. Ya no quedaba nada. |
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Me busqué en las barrancas que tenían |
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olor a lluvia verde y miel de otoño. |
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Reconocí en los ojos de una chica perdida |
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esa mirada absorta que aguardaba sucesos y milagros. |
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¿Y qué pasó después? |
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Todavía le pregunto a los cielos |
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en los que ya no asoma la violencia del rayo |
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ni la piedad celeste de un eclipse |
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por qué no ocurren cosas. |
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No tengo más que un tiempo que se acaba |
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ni más piel que la que está languideciendo. |
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En la casa de mi infancia había otras gentes |
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como si nada hubiera sucedido; |
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recobraban las aves su linaje de viento |
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sobre el árbol querido que me llenó de signos. |
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Quiero librar de cárceles al rostro, |
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de máscaras, de sombras, de imposturas, |
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para acertar al fin con la respuesta, |
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para encontrar entera a la criatura |
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que dejé en esta casa arrebatada. |
SI... |
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A Nélida Petrocelli
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Si hay un llanto por mí |
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cuando me beba las estrellas, |
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es que me llevo todo con el traje |
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y es que no dejo nada aquí en la tierra. |
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Lejos de los patios de la infancia, |
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cerca del hombre entero de la pena, |
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si alguien me llora |
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cuando me beba todas las estrellas |
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es que nadie sabía |
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que dejo toda el alma en el poema. |
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AYER TE VI OTRA VEZ
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Pasabas por la esquina del asombro, |
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como el sueño que suele repetirse |
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y al despertar nos preguntamos cuándo |
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y para qué y adónde. |
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Te vi otra vez pasar |
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y oí como el silencio de un rezo impronunciado |
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que iniciará la procesión del júbilo, |
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|
la fiesta de la vida, fiesta pura |
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y de pura mentira disfrazada. |
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Ayer te vi otra vez |
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y por una o dos mañanas, |
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ciega |
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para ver esta copa, aquella mesa, |
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mis manos que te escriben sin saberlo. |
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Ellas ciegas también. |
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También desiertas. |
CICLO
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Puedo escuchar el frío |
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por las calles derrotadas del invierno. |
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Nadie. Mi sombra y yo |
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ebrias de soledad andamos. |
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Y entre las dos, el nombre del ausente |
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aterido, en la niebla. |
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Es el último invierno el que transito. |
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Es el final de un ciclo, |
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la última nota de un grito consumado. |
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Me he convertido, al fin, en una estatua |
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y la luna desprecia al parque mudo |
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en el que yazgo para siempre, quieta. |
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Mi sombra y yo, ebrias de luz |
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descansan. |
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Detenidas. |
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DEPARTAMENTO CÉNTRICO |
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Hay cuadros en los muros de la jaula |
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que traen la frescura de la tierra |
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y el asombro lejano de la lluvia. |
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De pronto como un llamado antiguo |
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por una ventana abierta me hace guiños la tarde. |
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Si está allí, si aún existe, |
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un pedazo de cielo basta y sobra |
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para poder seguir encarcelado. |
CONQUISTA |
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Te acercaste a mi playa. Era la tarde |
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y el otoño agrisaba las arenas. |
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Le pusiste tu nombre a mis orígenes |
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y al fin mis ojos se volvieron tierra |
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para aceptar la cruz de tu conquista. |
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Después volvió la historia a ser historia |
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y la playa de nuevo está desierta. |
ALIVIO |
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A María Luz |
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Para qué si ya todo se ha comprado |
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en esta pobre feria de despojos. |
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Para qué, sobrevivientes del naufragio, |
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fundar la patria donde nazca otro hombre, |
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para qué nuestros brazos, flores muertas |
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en un jardín ajeno. |
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Para qué el infinito de una noche |
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creada para el olvido. |
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Ay, dios desencontrado, |
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cada día, ebria de lágrimas, |
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recompongo la cifra de los primeros sueños. |
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Ya basta de esperar. Cierro la puerta |
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y la sombra me ciñe |
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como un traje de fiesta. |
LA SERPIENTE |
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El camino fue largo. |
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Puedo verlo detrás de mí |
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como una serpiente inmóvil. |
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Si pudiera aplastarle los anillos de años, |
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los ojos de esperanzas apagadas. |
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Aún es largo el camino. |
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Mirarla es despertar a la tristeza. |
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Detenerse, erguida de quietud, |
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es robarle a las estrellas, para siempre, |
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la luz. |
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NIRVANA |
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Hoy ando por los caminos |
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adonde no llegarán los cantos |
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de aquel héroe de mi infancia. |
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Por los eriales nuevos |
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donde rumia el silencio los destinos. |
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Hoy voy por los caminos que estrena la existencia. |
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Nazco de cada huella que marco sobre el barro. |
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Por el sendero nuevo ya no hay cosas, |
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ni muebles ni relojes, ni alhajas ni vestigios. |
||||
Mi ceguera se quedó como un niño |
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perdido a su costado. |
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En mi cara no hay ojos sino enormes ventanas, |
||||
todo mi cuerpo es casa que camina; |
||||
mi corazón es una antorcha viva |
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que convierte las sombras en hogueras |
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|||
y soy una caricia que germina |
||||
al conjuro de antiguas primaveras. |
ESCLAVO |
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Te creí como las altas catedrales |
||||
que nos obligan a mirar el cielo, |
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y estás allí, |
||||
en un lugar de minuteros rotos |
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y de resignación encuadernada. |
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|||
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Si pudiera arrancarte de tu holgura, |
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de tu esqueleto esclavo |
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y de tu sangre obediente, |
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para gritar el nombre de los días |
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que inventamos unidos. |
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Si pudiera nombrarte. |
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Y si al poder nombrarte, |
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despertaras. |
A UNA ILUSIÓN ARROJADA A LA CALLE |
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Yo la vi en plena calle. Era la noche. |
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Y allí murió sin que supieran nada |
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los que pasaban sin hacer preguntas. |
||||
Le arrojé mi limosna de tristeza |
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por si la precisaba todavía. |
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|||
Una moneda apenas. |
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No la vida. |
OLVIDOS |
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Zozobro inclinada sobre el río sin aguas |
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de la calle Corrientes. |
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Vago buscando un alma |
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para contarle tiempos, |
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|
para pedirle voces |
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||
|
con que llenar silencios. |
|||
|
Ahora sólo evoco este error de ser hombre, |
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|
caminarme tan sola |
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y tener que morir sin haber encontrado. |
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|
Y no saber qué buscaba. |
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CIUDAD-MUJER |
||||
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Te amortajaron de llegadas tarde ciudad-mujer amada, |
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malvestida de luces para la noche larga. |
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|
Hay algo en tus veredas como una despedida. |
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Porque arrojaste al río una luna de estreno |
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y porque había unos baches peligrosos, |
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clausuraron tu calle que va al cielo. |
MILAGRO |
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A Juana Arancibia |
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Yo soy toda un milagro y no me creo. |
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Puedo tocar las llagas restañadas, |
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pueden mirar mis ojos antes ciegos. |
||||
Puedo andar los caminos |
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que ni los más audaces descubrieron. |
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|||
Vivo una resurrección sin haber muerto. |
||||
Yo soy toda un milagro y no me creo. |
A LA CASA EN VENTA |
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A UN DÍA DE VERANO NUBLADO Y FRÍO |
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UN PUEBLO SIN NOMBRE |
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(Andalucía, 1974) |
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LA FLOR SOBRE LA ALFOMBRA |
||||
Apareció una flor sobre la alfombra, |
||||
campo sequío donde nunca llueve; |
||||
tenía cinco pétalos de nieve, |
||||
uno por cada límite de sombra. |
||||
Resbaló una semilla estremecida |
|
|||
creyendo que en el páramo volcada, |
||||
su destino de luz terminaría |
||||
con el ala dolida y quebrantada. |
||||
Pero tuvo su aurora y su rocío, |
||||
tuvo un canto de pájaros de veras, |
|
|||
un trasegar de sueños, algún río, |
||||
prometidas y ciertas primaveras. |
||||
Y el grano tibio se volvió corola, |
||||
la alfombra fue una estepa perfumada, |
||||
y se rindió la tarde única y sola |
|
|||
también ella feliz y enamorada. |
EL DESHOLLINADOR |
||||||||||||||||
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|
PALABRAS |
||||
A Enrique Anderson Imbert
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||||
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Para que no mueran las palabras yo no quiero la muerte. |
|||
|
Sólo esta móvil boca las pronuncia. |
|||
|
||||
|
Estos orbiculares se pliegan redondeados con gestos de bandera. |
|||
|
Sólo esta lengua obliga a la nostalgia que le deja la tierra. |
|||
|
Sólo estos dientes marcan sedientos de perfiles |
|
||
|
las celdas que me encierran. |
|||
|
Habla todavía, manantial de la voz, |
|||
|
socavón de plegarias. |
|||
|
Habla todavía, sedienta e insaciable, |
|||
|
impotente y cobarde, |
|
||
|
humana boca mía. |
PERSONAJE DE CUENTO |
||||
A Jorge Luis Borges |
||||
La cifra señalaba la huida de Teseo, |
||||
el laberinto, |
||||
las palabras en fuga, |
||||
la fe en un Prometeo |
||||
al que le devoraban el cansancio. |
|
|||
Alguno creó entonces un héroe alucinado, |
||||
quien a su vez creó a su rabino en Praga. |
||||
Cuando anda por las calles de la ciudad porteña |
||||
no es verdad su figura, |
||||
porque en cualquier momento se hará niebla, |
|
|||
del color de esos ojos que sin luz pueden ver |
||||
a los que miran con los ojos ciegos. |
||||
Observar desde Cambridge el rostro de Ginebra, |
||||
medir la vida circular del verbo, |
||||
conmensurar las causas esas manos, |
|
|||
y el eterno retorno, su búsqueda insegura. |
||||
Alguien le arroja flores y academias, |
||||
espadas augurales, |
||||
escudos incendiarios, |
||||
le acercan un micrófono a los labios, |
|
|||
y lo tocan, lo tocan para saber si es cierto. |
||||
Los países son cuentas de un singular rosario |
||||
que él recorre con sus orantes pies de vagabundo. |
||||
Busca al autor del cuento en el que vive |
||||
para hacerle preguntas: |
|
|||
Por qué fue en Buenos Aires y en América. |
||||
Y por qué fue en la tierra. |
ENLACE A DOCUMENTO FUENTE
(Hacer click sobre la imagen)
POEMAS (1960-1992). OBRAS COMPLETAS
Obras ESTER DE IZAGUIRRE
Edición digital:
Alicante : Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2002
N. sobre edición original:
Edición digital basada en la de [Asunción (Paraguay)],
Editorial Don Bosco, [s.a.].
ENLACE INTERNO A ESPACIO DE VISITA RECOMENDADA
(Hacer click sobre la imagen)