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HUGO MENDOZA

  EL ÚLTIMO CAMPAMENTO, CERRO CORÁ - Por HUGO MENDOZA


EL ÚLTIMO CAMPAMENTO, CERRO CORÁ - Por HUGO MENDOZA

EL ÚLTIMO CAMPAMENTO, CERRO CORÁ

Por HUGO MENDOZA
 


 
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LA CAMPAÑA DE LAS CORDILLERAS

Autor: HUGO MENDOZA
 

 

EL ÚLTIMO CAMPAMENTO
 
El 5 de febrero de 1870 el MARISCAL LÓPEZ ya incorporadas las tropas rezagadas inicio el cruce del Amambay en su última marcha a CERRO CORÁ. El día 6 los restos del ejército nacional, encabezados por el mariscal, repusieron las fatigas del penoso cruce de la cordillera del Amambay, el segundo que efectuaban, acampados en el campichuelo situado al final de la PICADA CHIRIGUELO.
 
El 7 de febrero de 1870 el MARISCAL LÓPEZ cubrió la última distancia que le separaba de Cerro Corá, lugar elegido para la batalla final. El 8 el mariscal, con los últimos restos de sus fuerzas, llego al lugar que sería el escenario del último esfuerzo por resistir, a orillas del río Aquidabán.
 
Ubicado en el extremo nordeste del país y próximo a la frontera brasileña, el sitio de CERRO CORÁ se presenta como un vasto anfiteatro constituido por las ramificaciones de la cordillera de Amambay. No teniendo otra solución que esperar los acontecimientos, López decidirá instalarse en ese sitio, donde creía estar al abrigo de toda sorpresa y establecerá allí el último campamento paraguayo de la guerra de la Triple Alianza que estaba llegando a su fin.
 
Allí por lo menos podía estar a cubierto de sorpresas y morir peleando, ya que no le quedaban medios para sostener una seria resistencia.
 
LÓPEZ llegará sin embargo a mantener elevada la moral de este puñado de hombres que, conscientes de que la situación era irreversible, continuarán sin embargo fieles pues no existirán más que unas pocas deserciones voluntarias en sus filas a pesar de los esfuerzos desplegados por el "triunvirato" de Asunción para lograr este fin. López creará entonces una condecoración especial, la MEDALLA DE AMAMBAY, cuya inscripción en el anverso "VENCIÓ PENURIAS Y FATIGAS" premiaba los sufrimientos padecidos en la larga MARCHA DESDE CURUGUATY A CERRO CORA.
 
Luego de una larga reunión en la que estuvieron presentes todos los oficiales y que se llevará, a cabo el 25 de febrero, desmentirá de manera formal las "murmuraciones" lanzadas por Eu y el "triunvirato" que le atribuían la intención de refugiarse en breve, solo o con sus hombres, en Bolivia, agregando que él jamás había pensado en ello un solo instante y que sería fiel al juramento que había hecho ante Dios, de defender la Patria al precio del sacrificio supremo. Esta charla reavivará el entusiasmo de todos los presentes que le jurarán continuar combatiendo a su lado hasta la muerte y no abandonar en ningún caso el campo de batalla.
El paraje de CERRO CORÁ ceñido por el CERRO ALAMBIQUE al oeste y por bosques de densa vegetación en las otras tres direcciones, este anfiteatro no cuenta más que con dos vías de acceso, lo que ofrecía la ventaja de estar completamente cerrado, una el nordeste por el SENDERO DE YATEBO, de una longitud de 28 kilómetros donde estaban los pasos del ARROYO TACUARAS y del RÍO AQUIDABÁN, ambos de barrancas profundas y la otra al sudeste por el camino hacia Chirigüelo que López había seguido para llegar allí.
 
Hacia esos puntos distribuyo el mariscal sus escasísimas fuerzas. Ninguna posibilidad existía de detener la aplastante ofensiva brasileña, en inminente culminación, pero López, los jefes, oficiales y soldados y soldados del último ejército estaban decididos a cumplir con su juramento de pelear hasta morir.
 
Las disposiciones finales adoptadas por el MARISCAL LÓPEZ para la defensa de su ultimo campamento en CERRO CORÁ, eran las únicas que permitían los recursos que le restaban: ni medio millar de hombres, buena parte imposibilitados de luchar, solo pocos cañones y todos los fusiles ya completamente descalabrados y casi sin municiones. Con los escasos soldados no pudo mandar ejecutar atrincheramientos circulares como en Itá Ybaté o Azcurra, y solo pudo valerse de ellos para guardar los accesos, en lugares donde la naturaleza se prestaba a la defensa.
 
Para asegurar la defensa de su campamento, situado al sur del río Aquidabán en un hueco flanqueado por un pequeño y espeso bosque hacia la izquierda y el sur, y sobre el paso del arroyo Tacuara - pequeño afluente del Aquidabán Nigui que cruza la picada Yatebó a la derecha. El arroyo estaba crecido como resultado de algunas lluvias. Lo bordeaba un monte espeso, y el paso era el único sitio sin altas barrancas.
 
Instaló a 5 kilómetros al nordeste al Teniente coronel Solís, héroe de Pikysyry, con 90 hombres y tres cañones livianos para cuidar el camino de Yatebo y el pasaje del arroyo Tacuaras por los cuales pensaba que llegaría el enemigo.
 
En el frente del sudeste, a lo largo del camino a Chirigüelo, que era en toda su extensión accidentado y estrecho se prestaba mal al ataque por sorpresa, defensa de la entrada fue encomendada al general FRANCISCO ROA y al coronel PATRICIO ESCOBAR quienes con 8 cañones livianos y algunos infantes, la picada estaba además guarnecida por barreras de carretas, mientras que los flancos este y oeste de la posición eran protegidos por bosques y rocas que proporcionaban al dispositivo una capacidad de defensa considerable.
 
Entre las dos posiciones y hacia el río Aquidabán, el grueso de las fuerzas que comprendían 300 hombres repartidos en tres grupos de igual valor, 100 lanceros con el TENIENTE CORONEL GÓMEZ a la derecha, en el centro 100 infantes de la Escolta Presidencial y 4 cañones al mando del CORONEL JUAN DE LA CRUZ AVALOS, 100 infantes con el TENIENTE CORONEL SANTOS a la izquierda, siendo el total comandado por el CORONEL DE ARTILLERÍA ÁNGEL MORENO.
 
El MARISCAL LÓPEZ había instalado su Cuartel General bajo la tienda su campaña junto a los efectivos de la Mayoría compuesta de algunos rifleros, los edecanes y ayudantes, los empleados civiles y hasta los capellanes, una reserva de 200 hombres comandada por el CORONEL JUAN CRISÓSTOMO CENTURIÓN y bajo las órdenes directas del mariscal. MADAME LYNCH y sus hijos se hallaban en un coche, a 100 metros de la tienda del mariscal.
 
Solo BERNARDINO CABALLERO no participaba, pues el Mariscal pensando tal vez en el porvenir y deseando conservarlo para el Paraguay del futuro, lo había enviado con 40 hombres a caballo, la mayoría oficiales, a recoger el ganado que se encontraba todavía en Chirigüelo cerca de la laguna Kapüvary, del rio Dorado y de Punta Pora, lo que hará que él se encuentre ausente en el ataque final de los imperiales.
 
La misión de abastecimiento por parte de CABALLERO en la región de Miranda se imponía, pues ya no había ganado sobre la meseta de Cerro Cora y el hambre se acentuaba entre los 2000 soldados y civiles que allí se encontraban. Con el fin de poder alimentar a esta población, López hará sacrificar a todos los animales, con excepción de los caballos de los, oficiales superiores y del regimiento de la escolta presidencial Acá Vera, así como los bueyes que servían para tirar los últimos carros y la artillería.
 
Esta medida será insuficiente para resolver el problema de abastecimiento, como también lo serán los resultados de la pesca o las expediciones hacia Villa Miranda y el Mato Grosso. Pero las privaciones no influirán en nada sobre el orden y la disciplina en la tropa, que continuara reinando durante toda la estadía en Cerro Cora.
 
Una lista de efectivos que redactó con miras a una reunión con RESQUÍN, JUAN FRANCISCO "PANCHITO" LÓPEZ, el mayor de los hijos que le diera Madame Lynch y a quien nombró coronel a los 15 años como el mismo lo había sido, proporcionará al mariscal una idea precisa de aquellos con los que aun podía contar. Las 5 divisiones que había constituido organizando su ejército en San Estanislao, solo contaban con 8 batallones de infantería (18°, 19°, 24°, 15°, 39°, 4°, 42° y 46°) y 6 regimientos de caballería (1°, 6°, 25°, 30°, 32° y 46°), las otras unidades habían sido destruidas y no reconstituidas, y 16 cañones con sus dotaciones en proyectiles.
 
Pero los batallones de infantería no hacían más que un total de 48 oficiales, 63 suboficiales o cabos y 75 soldados, es decir 186 hombres con efectivos que variaban entre 39 hombres para el 40° batallón, destruido y reconstituido varias veces en el curso de la campaña y 11 hombres para el 25° batallón, 6 oficiales, 2 suboficiales o cabos y solo 3 soldados. Lo mismo ocurría con los regimientos de caballería, existiendo un total de 43 oficiales, 43 suboficiales o cabos y 59 soldados, es decir 145 hombres, y efectivos que variaban entre 37 hombres para el 46° regimiento y 15 para el 30°. Si a esto se le agrega los 186 infantes y 145 hombres a caballo, 42 artilleros, 17 oficiales de estado mayor y 80 soldados sin afectación precisa, se llega a un total de 470 hombres de todas las edades y debilitados por el hambre y la enfermedad a los cuales les competerá la defensa en febrero de 1870 de los 700 kilómetros cuadrados de territorio nacional que aún quedaban libres, mientras que el Paraguay había enrolado más de 100.000 hombres desde el inicio de las hostilidades.
 
El CONDE D’EU terminó por saber a través de los raros desertores de Cerro Cora, la localización de López en la cordillera de Amambay pero, como el secreto estaba bien guardado, no llegara a conocer nada acerca de sus planes ni de la dirección que él podría tomar. También ordenaría a CÁMARA marchar con decisión hacia Chirigüelo para cercar la vertiente occidental de la cordillera y destruir los restos del ejército paraguayo, mientras que PANARAS se dirigirá hacia Dorados desde el oeste y luego al norte para completar el cerco.
 
CÁMARA fiel a sus ideas y ya que el CONDE D’EU lo deja libre, traza el siguiente: dividir su destacamento en dos grupos. El grueso bajo su comando y de que hará parte el fuerza de BENITO MARTINS, sita en Bella Vista, marchó para la región de Dorados por el camino Concepción - Bella Vista - Dorados, a fin de esperar al enemigo y atacarlo de frente; la fuerza restante, bajo el comando del coronel PARANHOS, avanzará por el paso Barreto, en el Aquidabán, cortó después el Negla y el Guazú, y continuará por la picada de Chirigüelo, para salir en retaguardia del adversario. Así acabará éste metido entre dos fuegos: en el frente Cámara, en la retaguardia Paranhos.
 
Dejando Concepción el 9 de febrero, CÁMARA se unirá el 15 en Bella Vista con los cinco batallones de infantería y los cinco grupos de caballería que formaban el cuerpo especial puesto a su disposición por EU. Al enterarse de que López había acampado en Cerro Cora, modificará sus planes iníciales y reunirá al cuerpo especial con el resto de las fuerzas que comandaba para poder disponer de más de 10.000 hombres para su empresa, de capturar al mariscal.
 
Los "LEGIONARIOS" paraguayos que les servían de guías le advirtieron que el campamento de este último estaba instalado en una pequeña meseta en forma de arena de combate a la que no se podía acceder más que por dos vías, el camino de Yatebo y el de Chirigüelo del que hablamos anteriormente, por lo que le sería entonces necesario apoderarse lo más rápidamente posible de estos dos accesos si deseaba provocar un choque del que el mariscal no pudiera escapar. El 25 de febrero, los enemigos estaban aún alejados de Cerro Cora cerca de un centenar de kilómetros, cuando un médico teniente coronel paraguayo desertor suministró a Cámara las más amplias informaciones sobre el campo que acababa de abandonar, el número de de-fensores, la insuficiente artillería ofreciéndose él mismo a guiar a las tropas precisando que el punto débil del dispositivo de defensa se encontraba al norte, en el rio Aquidabán.
 
En la noche del 28 CÁMARA envió a la vanguardia, por el camino de Yatebo, al general BENTO MARTINS DE MANEZES que, con los hombres del 1°, 18°, 19° y 21° regimientos de lanceros y e19° batallón de infantería del Mayor FLORIAN PEIXOTO, futuro presidente de la república, llegara a contactar con los puestos avanzados paraguayos. Toda posibilidad de movimiento por el norte sería desde ese momento excluida para López debido a los movimientos imperiales. El había sido advertido de estos movimientos por los indios de la TRIBU CAINGUÁ de los cuales era amigo y su cacique le ofreció ayuda para refugiarse en los bosques impenetrables, lo que rechazó.
 
 
 

CERRO CORÁ
 
El MARISCAL LÓPEZ había fijado la fecha del 1º de marzo de 1870 para la celebración de la boda de su hija ROSITA con el joven y brillante coronel JUAN CRISÓSTOMO CENTURIÓN, comandante de la reserva. Los acontecimientos decidieron lo contrario.
 
En efecto, los lanceros de los regimientos 19° y 21°- de los coroneles JOAO NÚÑEZ DA SILVA TAVARES y SILVA PARANHOS y los infantes del 92 batallón, guiados por "legionarios" paraguayos atacaron las trincheras del paso Tacuara en tres direcciones, el mismo día entre las seis y las siete de la mañana, mientras que en el sur, otra columna imperial se dirigía al Chirigüelo para apoderarse de esta vía de acceso.
 
Los 90 defensores del pasaje septentrional, fueron atacados por sorpresa, son llevados por delante luego de un corto pero violento combate en el que el TENIENTE CORONEL SOLÍS encontró la muerte, y rechazados hacia los bosques teniendo que abandonar sus tres cañones livianos en manos del enemigo. Mientras la alarma fue dada en el campo aún adormecido, por parte del CORONEL MORENO, que lanzó las fuerzas del centro sobre los 4 kilómetros del camino de Yatebó que los separaban del río Aquidabán, pero ellas fueron contenidas y luego obligadas a replegarse ante los ataques frontales con bayoneta y las descargas sobre sus flancos realizadas por infantes y jinetes enemigos infinitamente superiores en número.
 
El mariscal ordenó entonces a ROA y a sus artilleros abandonar Chirigüelo y replegarse hacia el Cuartel General, pero esta orden llegó muy tarde pues Roa había sido muerto degollado defendiendo sus cañones y sus artilleros diezmados en el ataque proveniente del sur a cargo de numerosos hombres a caballo.
 
Los primeros exploradores enemigos que asaltaron el paso se toparon con la pequeña fuerza que conducía el MARISCAL LÓPEZ, pero consiguieron vencer al centro de nuestras líneas atravesando el paso del Aquidabán, los asaltantes desde esa posición desplegaron sus fuerzas a derecha e izquierda.
 
Dándose cuenta de que todo estaba perdido y rechazando caer vivo en manos del implacable adversario, SOLANO LÓPEZ pide primero a MADAME LYNCH y a sus hijos, a excepción de "PANCHITO", así como a su madre, doña JUANA PABLA, quedar en los coches en los alrededores del cuartel general y confiar en la galantería de los imperiales con respecto a las personas de sexo femenino.
 
Luego, alrededor de las once de la mañana, partió a caballo con su estado mayor, se dirigió hacia el paso de abajo del Aquidabán con "PANCHITO" y una media docena de personas, seguidos de un pelotón de lanceros.
 
El MARISCAL LÓPEZ, en este camino antes de llegar al paso debían atravesar un pequeño arroyuelo, pero antes de alcanzar este, fue alcanzado y atropellado por un regimiento de caballería enemiga. El grupo no había recorrido aún 800 metros cuando fue reconocido por el jefe de los lanceros, el MAYOR SIMEAO DE OLIVEIRA, que se había jactado públicamente ante CÁMARA de ofrecer una prima de 100 Libras a aquél que matara a SOLANO LÓPEZ en combate y que diera la orden de abrir fuego.
 
El ministro LUIS CAMINOS fue muerto de una bala en la cabeza lanzada a quemarropa y un oficial brasileño intentó con su sable desarmar a SOLANO LÓPEZ, pero fue muerto bajo una orden del mismo, lo que aumentaría la intensidad del combate.
 
La reserva de los coroneles CENTURIÓN y AVEIRO y el general DELGADO con un puñado de hombres a caballo entraron a su vez en dirección al río Aquidabán y lucharon con coraje y los 70 hombres del coronel JOSÉ MARÍA AGUIAR y del teniente coronel AGUILAR que formaban la escolta presidencial llegaron incluso hasta las orillas del río bajo la protección de los cañones de MORENO.
 
Poco más de doscientos hombres, armados en su mayor parte a sable y lanza, era todo lo que se había podido reunir, formando en las filas, como soldados desde el anciano Vicepresidente SÁNCHEZ, hasta el último capellán. Pero la reserva se desbandó luego de que CENTURIÓN fuera herido gravemente en el rostro.
 
Desde ese momento,  fueron dueños del campamento, los gauchos de MARTINS DE MENEZES lo rodearon por todos los lados y masacraron a todos  los que allí encontraban en su camino sin tener en cuenta que fueran mujeres y niños, de los cuales una parte pudo escapar refugiándose en los bosques vecinos, pero numerosos paraguayos aislados continuaron luchando hasta el final.
 
Los hechos que siguen y que pondrán punto final a la vida de FRANCISCO SOLANO LÓPEZ, ampliamente descriptos, no harán ningún honor al ejército imperial y a CÁMARA, si se los juzga teniendo en cuenta los reportes oficiales o privados de este último, que varían uno del otro, a fin de poder maquillar la verdad sobre los hechos y por las polémicas que ellos suscitaron en el Brasil, tanto en los medios militares como entre los historiadores.
 
LÓPEZ, que era el único que interesaba verdaderamente a los imperiales, fue alcanzado en el bajo vientre por un lanzazo, perdió su revólver tratando de desprendérselo, y llegó con "PANCHITO" y los compañeros que AVEIRO había reunido, a alcanzar la orilla del bosque internándose entre los árboles antes de abatirse y caer en el arroyo mientras los enemigos eran detenidos por los esteros interrumpiendo su persecución.
 
El MARISCAL enfureció gritando: Maten a esos diablos macacos, el coronel AVEIRO lo auxilió guiando a su caballo por las huellas o picadas que los soldados habían abierto en busca de frutas, pero como a diez varas del arroyo Aquidabán Nigüi cayó LÓPEZ del caballo, AVEIRO trató de levantarlo llevó al Mariscal con ayuda del alférez IGNACIO IBARRA al arroyo que era muy resbaladizo y que corre sobre piedras a la orilla opuesta pero estaba bastante hondo, se separó de sus ayudantes que fueron a buscar un paso y quedó recostado contra una palmera caída que atravesaba un ángulo del arroyo.
 
En este estado apenas pudo llegar a la costa del arroyo Aquidaban Nigüi, donde alcanzado otra vez fue requerido por sus perseguidores, el general CÁMARA, acompañado de varios oficiales carabineros y lanceros se internó a pie en la picada que llevaba al arroyo y llegó al lugar donde yacía postrado el MARISCAL LÓPEZ, se dio a conocer, intimándole se rindiera a discreción. Al oír el MARISCAL LÓPEZ proferir semejantes palabras, les contestó con toda energía de un valiente que no se rendía y que estaba dispuesto a sacrificarlo todo por su querida Patria.
CÁMARA reiteró su invitación a rendirse garantizándole la vida, pero LÓPEZ, que apenas respiraba, respondió en voz alta y en tono arrogante que él no se rendirá y CÁMARA ordenó entonces a los soldados que lo desarmen.
 
Un cabo por un lado y un soldado por el otro, con ademán de tomarle de los brazos y éste, que llevaba el espadín desenvainado, el Mariscal les enfrentó blandiendo apenas su espada, la única arma que le quedaba luego de la pérdida de su revólver, quiso tirar de punta al cabo, quien ladeo el golpe al mismo tiempo de pegarle un lanzada en el bajo vientre y el otro a su vez le dio un hachazo en la sien derecha perdiendo su sombrero de paja.
 
Agitando su espada apenas y sangrando a torrentes por la boca y la nariz, gritará que no se rendía y le dirigió una estocada al mismo tiempo que exclamaba antes de lanzar su último suspiro alrededor del mediodía: MUERO CON (O POR) MI PATRIA Y CON LA ESPADA EN LA MANO.
 
El general enemigo ordenó otra vez que se le sacó la espada, hubo un forcejeo, y la espada sólo escapó de las manos del mariscal López cuando un certero tiro en la espina dorsal, ordenado por Cámara que puso fin a su existencia.
 
Durante la cacería del mariscal, la masacre a puñal o a lanza había continuado en el campamento de Cerro Corá. Ella causará la muerte del octogenario VICEPRESIDENTE SÁNCHEZ, la de los coroneles AGUIAR, AVALOS y DENIS, la del teniente coronel ORZUZA y la de sus dos pares, nueve mayores, nueve capitanes, ocho tenientes y subtenientes, un aspirante, cinco capellanes  , militares y, ante los ojos de su propia madre, la del coronel "PANCHITO" LÓPEZ, mortalmente alcanzado en el tórax en un duelo con espadas con el coronel FRANCISCO MARTINS, ante quien rechazó rendirse porque sus soldados habían insultado a MADAME LYNCH.
 
Los SOBREVIVIENTES DE CERRO CORÁ, en número de 254 entre los que se encontraban los generales RESQUÍN y DELGADO, los coroneles AVEIRO, CENTURIÓN, ESCOBAR y MORENO, los tenientes coroneles FRANCISCO LINO CABRIZA, GÓMEZ, MACIEL y RIVERO, SANTOS, SILVERO y VERA, otros oficiales y varios ministros serán todos hechos prisioneros y transferidos a Concepción desde el 2 de marzo.
 
La soldadesca no respetó el cuerpo de López que yacía en el bosque, despojándolo según O'Leary de una parte de su vestimenta, su portadocumentos y de su reloj de oro, que CÁMARA envió al Museo Militar de Rio de Janeiro, bajo la mirada indiferente de TAVARES y de sus oficiales y un soldado llegó a cortar una parte de la oreja. El coronel SILVA PARANHOS pondrá fin a estas manifestaciones indignas de una nación civilizada e hizo transportar el cuerpo del mariscal al cuartel general donde luego de haber sido reconocido por MADAME LYNCH, lo enterró al lado de "PANCHITO" en una gran fosa común hecha para el efecto.
 
En los días que siguieron, Madame Lynch y sus otros cuatro hijos, escoltados por jinetes imperiales para protegerlos de eventuales manifestaciones de hostilidad de civiles paraguayos, fueron conducidos a Concepción donde CÁMARA, hecho Vizconde de Pelotas por el Emperador, insistió en acompañarlos hasta el vehículo de transporte de tropas “PRINCESA” que debía conducirlos hasta Asunción.
 
Ante la hostilidad del "TRIUNVIRATO" y sus adherentes, el futuro Barón de Rio Branco quien representaba al Brasil, les ofreció durante todo el viaje hasta la capital su hospitalidad en el "Princesa" y encargó al coronel Cunha Mattos que había sido prisionero de los paraguayos, ocuparse de su seguridad. Madame Lynch y sus hijos dejaron luego el Paraguay en el "Jaurú" hacia Montevideo de donde partieron a Europa a comienzos de abril y se instalaron en París.
 
Algunas unidades paraguayas quedaron a salvo luego de Cerro Corá, por no haber estado en el sitio en el momento de la batalla.
 
Los coroneles DEL VALLE y SOSA, que se habían negado a dejar Panadero porque consideraban la guerra definitivamente terminada para el Paraguay y habían provocado de ese modo un motín de última hora, se unieron con los restos de sus divisiones, el 4 de marzo, a la columna imperial del Mayor Vasco Acevedo Freitas guiada por un teniente coronel hecho prisionero en Cerro Corá. Del Valle, sus oficiales, tres capellanes y cerca de 200 hombres fueron degollados mientras que el coronel SOSA, el teniente coronel JOSÉ MARÍA ROMERO y cierto número de oficiales y soldados escaparon del suplicio refugiándose en los bosques hasta rendirse a sus adversarios menos bárbaros.
 
No existía ningún otro más en libertad que CABALLERO, el Mayor LARA y un puñado de jinetes, de los que sabemos habían partido en misión de abastecimiento antes de Cerro Corá y no habían participado debido a esto, en el último combate.
 
Los imperiales trataron de cazarlos en diversas direcciones hasta que los localizaron en el Mato Grosso, en las orillas del río Apa, a fines de marzo. Una columna brasileña a las órdenes del coronel FRANCISCO XAVIER MARQUES tomó contacto el 8 de abril y, luego de cercarlos, les informó acerca de los acontecimientos y de la muerte de Solano López, que ellos ignoraban por completo. CABALLERO se rinde entonces ante Marques con tres mayores, dos capitanes, cuatro tenientes y cuarenta y cinco soldados que formaban su columna. La guerra estaba definitivamente terminada y el CONDE D'EU se embarcó el 13 de abril en Asunción para llegar el 29 de abril de 1870 a Río de Janeiro.
 
Todos los prisioneros de Cerro Corá y aquellos que se rindieron luego, serán embarcados el 15 de marzo en Concepción en navíos brasileños con destino a Asunción. Volverán a partir en mayo para ser llevados a Río de Janeiro, con excepción del general DELGADO, enfermo, que quedó en la capital bajo la protección de sus vencedores y RESQUÍN que permaneciera cierto tiempo en Humaitá por los mismos motivos.
 
Los imperiales rechazaron dejar al "TRIUNVIRATO" ninguno de sus prisioneros y que, contrariamente a sus aliados porteños y orientales, les darán un trato más humano, reconociendo sus grados y sueldos correspondientes de los que se hicieron cargo durante todo el tiempo de cautiverio y que los repatriaron a Asunción en sus propios navíos.
 
Buscando sacar ventaja política de su enorme popularidad entre los soldados del mariscal López, el gobierno imperial trató a CABALLERO con gestos muy particulares, poniendo a su disposición desde su llegada a Río de Janeiro un oficial superior encargado de facilitarle sus trámites, pagando sus cuentas de alojamiento durante su estadía y haciéndolo acompañar por el hijo de Río Branco a su retorno del cautiverio en mayo de 1871.
 
 
 


Autor: HUGO MENDOZA

COLECCIÓN LA GRAN HISTORIA DEL PARAGUAY, 7

© Editorial El Lector

Asunción – Paraguay 2010
 

 
 
 

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