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RAÚL DEL POZO CANO (+)
  MEDIACIONES E INTERVENCIONES EN LA GUERRA DEL PACÍFICO Y LA ACTUAL ACTITUD DE CHILE - Por RAÚL DEL POZO CANO - Año 1935


MEDIACIONES E INTERVENCIONES EN LA GUERRA DEL PACÍFICO Y LA ACTUAL ACTITUD DE CHILE - Por  RAÚL DEL POZO CANO - Año 1935

MEDIACIONES E INTERVENCIONES EN LA GUERRA DEL PACÍFICO

Y LA ACTUAL ACTITUD DE CHILE

Por  RAÚL DEL POZO CANO

Asunción – Paraguay

1935 (29 páginas)

 

 

MEDIACIONES E INTERVENCIONES, EN LA GUERRA DEL PACIFICO

LOS DERECHOS DEL VENCEDOR

          Los últimos telegramas dan cuenta de las declaraciones hechas por el Excmo. señor Alessandri, Presidente de Chile, en el sentido de que se hace necesario que los gobiernos de Chile y de la Argentina "IMPONGAN" la paz en el Chaco.

         Difícil se hace creer que el Dr. Alessandri pueda haber emitido conceptos como los que el telégrafo le atribuye, sabiendo que Chile, en iguales condiciones que el Paraguay, es decir, provocado por Bolivia a una guerra que nunca quiso y vencedor en ella gracias al empuje y patriotismo de sus hijos, rechazó en todo momento cuanto conato de intervención se delineó, no aceptando jamás que países extraños se inmiscuyeran en la liquidación de la guerra del Pacífico.

         Y ese rechazo de toda intervención fue tan rotundo, que en la circular que el Ministro de Relaciones de Chile, Sr. José Manuel Balmaceda, dirigió a todos los países amigos puede leerse lo que sigue:

         "...Chile fue agredido de improviso por dos naciones conjuradas para perderlo, con doble población y grandes recursos".

         "Nuestros enemigos han golpeado todas las puertas, y han solicitado el auxilio de los pequeños y de los poderosos".

         "Nosotros no hemos buscado aliados, no hemos solicitado mediaciones, ni hemos pedido a los extraños el dinero invertido en la contienda. Nos ha    bastado pedir sus economías al trabajo, su brazo a los obreros, su fe al pueblo y el patriotismo a todos para cumplir la obra de sacrificio y de honor debida a nuestra justicia y a nuestro derecho".      

         "Solos hemos emprendido la guerra, y en ejercicio de nuestra legitima libertad internacional, SOLOS LA HABREMOS DE CONCLUIR".

         Los párrafos anteriores de la circular del 24 de Diciembre de 1881 de la Cancillería Chilena, poniendo "una", donde dice "dos naciones" pueden ser insertados en cualquiera circular de la Cancillería Nacional sin apartarse un ápice de la verdad histórica y de la expresión de la voluntad nacional. Tal es la analogía de la situación creada a Chile y al Paraguay en las guerras desencadenadas por Bolivia y a través de un documento oficial chileno.

         Nos hemos propuesto hacer un estudio más o menos completo de las tentativas de intervención y mediación llevadas por los países neutrales para hacer cesar "la matanza del Pacífico, indigna de América", matanza que continuó hasta imponer la paz el vencedor, tal vez porque esos neutrales "no tuvieron la energía de llamar a la cordura a los beligerantes con la severidad que su locura merecía".

         "Los pueblos grandes dice el Sr. Blanlot Holley en su "Historia de la Paz entre Chile y el Perú" se someten más fácilmente a los azares de sus destinos que los débiles. Ven aquellos en los acontecimientos adversos la lógica de sus propios actos, y se resignan, pugnando por surgir, merced al trabajo y a la práctica de las virtudes; estos lo atribuyen todo a la fatalidad; y se debaten, lamentan y gritan, como si hados misteriosos pudieran realizar el milagro de su resurrección. Los pueblos grandes, todo lo esperan de sí mismos los débiles, de la ayuda ajena"...... Tal aconteció en la guerra del Pacifico y tal ocurre en la guerra del Chaco.

         En una y otra, al contemplar la ruina de sus quiméricos sueños de conquista, el vencido recurrió a todos los recursos de su imaginación para burlar los derechos del Vencedor. Todo fue en vano en el Pacífico. La verborrea pacifista de mediadores, teóricos e interesados, se estrelló contra la férrea voluntad de un pueblo y de un gobierno decididos a desaparecer antes que a dejar arrebatarse el legítimo fruto de la victoria obtenida en una guerra que no provocaron y que era absolutamente necesario conservar como una garantía contra futuras agresiones.

         Chile exigía una indemnización adecuada a los gastos que había hecho y cesiones territoriales que le pusieran a cubierto de cualquier eventualidad. En esto es que se diferencian las exigencias del Paraguay que solo reclama lo suyo.

         He aquí cómo se expresaba en Septiembre de 1880, ante el Parlamento Chileno, el Sr. Balmaceda: "Chile deberá conservar la posesión de Tarapacá en su totalidad, como medio de prosperidad y de vida. El límite de Chile deberá estar al Norte de Arica para que cuente con una plaza fuerte que defienda toda esa extensión de territorio".

         Chile, vencedor en una guerra que no provocó, quiso asegurar "su prosperidad y vida" anexando un Departamento enemigo, y para defender ese Departamento que le daría y dio prosperidad y vida, exigió y obtuvo otro Departamento más al norte. Vae Victis.

         El Paraguay, en cambio no exige ni una pulgada mas allá de lo que por legítimo y justo título le corresponde.

         Desbaratada la alianza del Pacífico en el histórico campo de Tacna, los doctores de Chuquisaca comenzaron a tejer su red en la sombra para arrebatar al vencedor el fruto de sus sacrificios y para preparar la futura revancha.

         A este efecto comenzaron a mover todas sus influencias para poder restablecer la Confederación Perú-Boliviana, que estuvieron a punto de resucitar cuando a principios de 1879 dudaban aún del cumplimiento del tratado de 1873 por parte del Perú.

         Dos días antes de declararse la guerra, en efecto, el 3 de Abril de 1879, el Ministro del Perú en Bolivia, Quiñones, decía en una nota     confidencial a la Cancillería del Rimac: "En toda la República (de Bolivia) es general el deseo de que el Perú y Bolivia formen una sola nación y entre algunos, también con la República Argentina, sin duda porque tome parte en la guerra con Chile. Una prueba manifiesta de este deseo es el acta que en Cochabamba han suscrito los hombres más prominentes del país, como verá V. S. en el periódico "El Heraldo" de aquella ciudad... etc."

         Declarada la guerra y mientras había perspectivas de victoria, esos ideales se fueron desvaneciendo, pero, producida la debacle, el Dictador Piérola hizo alusión a ellos en su mensaje de Junio de 1880.

         "El Perú y Bolivia, decía, no deberán formar en adelante sino una sola unidad nacional, o, lo que es lo mismo, las fracciones del pueblo que el acto puramente político de 1824 dividió, volverán a reunirse...... etc. ".

         "Recogiendo el pensamiento nacional, haciéndome intérprete de las aspiraciones comunes, no siempre bien definidas pero idénticas...... no trepidé en someter al pueblo de Bolivia representado por su ilustre jefe, el pensamiento de reconstruir la antigua unidad ...... quien se sirvió acreditar en Lima una irrisión extraordinaria por medio de la cual han sido discutidos y aceptados los dos Protocolos, cuyo texto someterá a vuestra consideración y a la del país el señor Secretario de Relaciones Exteriores".

         Puestas de acuerdo ambas partes, se acordó llamar a los dos países a un plebiscito para decidir la unión ....... Pero, Piérola y Campero proponían y Baquedano disponía ...... poco después las tropas de Chile hacían flamear por tercera vez la bandera de la estrella solitaria en el palacio de los Virreyes desbaratando así la confederación que fue ideada por Bolivia para arrebatar a Chile el fruto de su victoria.

 

TENTATIVAS DE PAZ

 

         Producida la derrota definitiva, los Ministros Americanos en Santiago, Lima y La Paz, intentaron una mediación con el objeto de "poner término a la matanza del que con propiedad podría llamarse infierno de la Sierra".

         Bolivia aceptó entusiasmada la mediación que se perfilaba, creyendo que podría sacar por intermedio de la potencia mediadora los beneficios que pensó obtener con su guerra de agresión.

         Así vemos que en el memorándum de la conferencia habida entre el Ministro Americano y el Canciller boliviano Juan C. Carrillo, figura la siguiente pregunta, dirigida por éste:

         "¿Cuál sería el resultado de la reunión (se refiere a las conferencias de Arica) si como es de esperar, los plenipotenciarios no llegan a un acuerdo definitivo; si en este caso debía comprender que ya no había lugar a solución alguna o si, por el contrario, se proponía DEJAR LA SOLUCION DE TODAS LAS CUESTIONES Y LAS CONDICIONES DE PAZ AL ARBITRAJE Y FALLO DE LOS ESTADOS UNIDOS".     El Ministro Americano declaró que los representantes americanos en esas conferencias no podían ser meros espectadores y que en caso de que los plenipotenciarios de los beligerantes no se pusiesen de acuerdo se deberían librar todas las cuestiones al arbitraje de los Estados Unidos.

         "Estos manejos, dice el autor chileno ya citado, que se traducen en verdadera conjuración contra Chile, DESDE QUE POR ELLOS SE EQUIPARABA LA CONDICION DE TODOS LOS BELIGENRANTES, SOMETIENDO SUS PRETENSIONES Y DERECHOS A UN JUEZ COMUN, CUANDO SU ESTADO ERA TAN DIVERSO, CUAL DE VENCIDOS A VENCEDOR, exaltaron, como era natural, los bríos del gobierno del Perú y lo movieran a presentarse con las ínfulas y exigencias que solo la ley de la victoria autoriza y justifica".

         Hacemos notar a los lectores que el párrafo anterior esta copiado fielmente y que en el libro del Sr. Blanlot Holley se lee este subtítulo: EDICION OFICIAL.

         Es decir, es la palabra de la Cancillería Chilena.

         ¿Cómo, entonces, es que ahora en el caso del Paraguay y Bolivia, el gobierno y cancillería del Mapocho no tienen en cuenta que quieren equiparar la condición de los beligerantes y se olvidan de que hay un agredido y un agresor, un vencedor y un vencido?

         No tienen en cuenta los señores Alessandri; Cruchaga y Edwards que con esa actitud, lejos de traer a razón al vencido "exaltan, como es natural, los bríos del gobierno de Bolivia y lo mueven a presentarse con ínfulas y exigencias que sólo la ley de la victoria autorizan y justifican?".

         Y lo que tenía que suceder, sucedió: los vencidos se presentaron en Arica poniendo condiciones:

         Bolivia exigió

         1° Statu-quo ante bellum, en cuanto a límites.

         2º Desocupación inmediata de los territorios ocupados por las armas chilenas.

         3º Arbitraje en caso de desacuerdos.

         El Perú fue más lejos

         1º Desocupación inmediata de los territorios ocupados al Perú y Bolivia.

         2° Entrega de las naves Huáscar y Pilcomayo.

         3º Indemnización de los gastos causados por Chile y de los gastos ocasionados por la guerra a los países aliados. Tal fue el lenguaje de los vencidos, alentados por la interesada mediación que se ofrecía.

         ¿Quieren los señores Alessandri, Cruchaga y Edwards que el señor Tejada Sorzano exhume del archivo de los documentos inútiles esas instrucciones que el gobierno boliviano de entonces dio a sus plenipotenciarios, para ser presentadas en las conferencias que ellos provoquen para poner término a "la matanza del Chaco?"

         Ante las absurdas pretensiones de los aliados, el delegado chileno expuso las condiciones de hierro del vencedor, harto conocidas para transcribirlas, y replicó a las observaciones de los plenipotenciarios peruanos, con las siguientes palabras que, en cualquier momento podría hacer suyas un plenipotenciario paraguayo:

         "Aceptando la guerra como una necesidad dolorosa, Chile se lanzó a ella sin pensar en los sacrificios que le imponía; y por defender su derecho y el honor de su bandera ha sacrificado a sus mejores hijos y gastado sin tasa sus tesoros".

         "En esta situación, su gobierno ha aceptado con sinceridad la idea de poner término a la guerra, siempre que sea posible llegar a una paz sólida, reparadora de los sacrificios hechos y que permita a Chile volver tranquilo al trabajo, que es su vida".

         "Su gobierno cree que para dar a la paz estas condiciones es indispensable avanzar la línea de fronteras". "Esta exigencia es para el gobierno de Chile, para el país y para tos plenipotenciarios que hablan en este momento en su nombre, indeclinable porque es justa"........ y después añadió........ "pero si el adelanto de fronteras es un obstáculo insuperable para la paz, Chile no puede, no debe levantar ese obstáculo".

         En vista de esta irreductibilidad de los plenipotenciarios chilenos, el delegado peruano señor García propuso someter todos los desacuerdos al fallo inapelable de los Estados Unidos.

         A esto replicó el plenipotenciario chileno señor Vergara que "Chile ha sido partidario del arbitraje y de ello ha dado pruebas en todos los desacuerdos con otras naciones y muy especialmente en la cuestión que ha traído la presente guerra. Antes de empuñar las armas y de apelar a la fuerza, propuso reiteradas veces que se entregara a un árbitro la decisión de la desavenencia. Su voz no fue oída y muy a su pesar se vio arrastrado a la guerra".

         "Chile busca una paz estable, que consulte sus intereses presentes y futuros, que esté a la medida de los elementos y poder con que cuenta para obtenerla, de los trabajos ejecutados y de las fundadas esperanzas nacionales".

         "Esta paz la negociará directamente con sus adversarios, cuando ellos acepten las condiciones que estima necesarias a su seguridad, y no hay motivo alguno que lo obligue a entregar a otras manos, por muy honorables y seguras que sean, la decisión de sus destinos. Por estas razones declara que rechaza el arbitraje propuesto". El otro delegado chileno, don Eusebio Lillo, añadió las palabras siguientes que, como las anteriores, muy bien puede hacer suyas cualquier plenipotenciario paraguayo:

         "Acepto y comprendo el arbitraje cuando se trata de evitar una guerra, y ese es el camina más digno, más elevado, más en armonía con los principios de la civilización y de fraternidad que deben tomar los pueblos cultos, principalmente cuando por sus antecedentes y sus estrechas relaciones forman una sola familia. Pero el arbitraje tuvo una hora oportuna, y esa, por desgracia, ha pasado para las negociaciones de paz que nos ocupan".

         Después preguntó el Sr. Lillo, cómo podría un árbitro medir los derroches de sangre y dinero, el grado de justicia y suficiente reparación, agregando, textualmente: "Soluciones semejantes, después de victorias costosas y sangrientas, solo puede darlas la nación que ha consumado con fortuna semejantes sacrificios".

         Total: ante la inquebrantable actitud de Chile fracasó por completo la mediación que, como tabla de salvación, veían venir los aliados del Pacífico.

         El 10 de Noviembre de 1881, el canciller Balmaceda dirigió una circular a los países neutrales y refiriéndose al arbitraje propuesto por el Perú y Bolivia:

         "Es fuera de toda duda que el medio que más se armoniza con los intereses de la humanidad para conservar, las buenas relaciones internacionales, el arbitraje de una tercera potencia, que en los casos de conflicto, puede con la imparcialidad, descubrir de qué lado está la justicia y fallar sin prevención. Pero esta medida tiene su oportunidad de aplicación, y por desgracia, el momento en que fue propuesta por los plenipotenciarios de los aliados, lo desvirtuaba por completo. Chile propuso el arbitraje a Bolivia cuando la discusión diplomática se agotaba y la guerra parecía inevitable. Era la oportunidad precisa, y esa oportunidad fue desatendida y negada con un perentorio rechazo. La guerra sobrevino y V. S sabe cuáles han sido sus consecuencias y los sacrificios que ha impuesto; ella ha creado, además, derechos tan claros como importantes en favor de Chile, que ha logrado, merced a sus esfuerzos, victorias decisivas sobre sus enemigos".

         "¿Sobre qué, entonces, vendría a fallar el árbitro?". "No se trata ya de discusión de derechos, sino de hechos consumados que es menester rechazar por las armas mismas que los han producido".

         "Si se pretendiera que una nación está obligada a suspender las operaciones bélicas cuando lo pide su adversario que fue el provocador y que no ha tenido ventaja alguna en la suerte de las armas, la guerra dejaría de ser un derecho, y, en medio de su cortejo de calamidades, perdería las únicas buenas consecuencias que puede tener: la de obligar al vencido a reparar los daños causados y a respetar en lo sucesivo los derechos ajenos garantidos por la existencia de pactos internacionales".

         Léase otra vez el párrafo transcrito de la circular chilena de 1881, y dígase si no lo podría insertar el canciller Dr. Riart en una circular paraguaya, solo con sustituir la palabra Chile por Paraguay.

         No parece sino que el destino se hubiese empeñado en dar al gobierno paraguayo modelos a los cuales ceñirse, y que esos modelos emanen de la cancillería chilena que quiere que el Paraguay proceda hoy día en forma diametralmente opuesta a la asumida por Chile cuando hubo de liquidarse la guerra del Pacífico!

         Fracasadas las tentativas de paz de Arica, surge la "mediación" argentino- brasilera de las notas que con fecha 9 y 10 de Noviembre de 1880 dirigió el Canciller Bernardo Irigoyen al Ministro de la Argentina ante la Corte del Brasil, Dr. Luís Domínguez, en las que le ordena haga gestiones para que el Brasil se allane a intentar una acción conjunta para la terminación de la guerra, evitando así la desmembración de Tarapacá por los peligros que ello significaría para la paz de América, y de paso, recuerda el Sr. Irigoyen la "magnanimidad del Brasil y la Argentina después de la guerra contra el Paraguay".

         Y aún estaba fresca la tinta con que fueron firmados los tratados de paz y límites que descuartizaron al Paraguay y le impusieron la deuda de guerra más fabulosa conocida antes del Tratado de Versalles! Pero los "mediadores" no se presentaban como simples espectadores o amigables componedores que tratasen de armonizar las tesis de las partes. No, su papel fue otro. He aquí como lo describe la citada publicación oficial chilena: "Los beligerantes no eran solicitados a deliberar libremente sobre sus intenciones: se les señalaba una pauta; se les fijaba un límite del cual no debían salir (aún que ello importase una injuria al derecho público americano) se les pretendía someter al arbitraje obligatorio para zanjar en "último término sus desacuerdos...".

         "......Solo Chile iba a salir coartado en sus derechos bélicos, pues todas las ventajas alcanzadas durante la lucha armada estaban de su parte. La denegación de desmembración territorial solo a Chile perjudicaba, la imposición de arbitraje, solo su programa contradecía".

         El Imperio no compartía del todo con las pretensiones Argentinas e hizo saber a su antigua aliada que era mejor esperar el resultado de una mediación europea que se anunciaba de la cual hablaremos a su debido tiempo...

         En vista de que la Argentina no obraba con la energía que los aliados del Pacífico esperaban, el plenipotenciario peruano, decía a su gobierno en nota del 12 de Noviembre de1880:

         "A medida que avanzo en el estudio de la política internacional argentina, veo con más claridad que no sólo es egoísta, sino, lo que es peor, si cabe, que carece de plan, de previsión, de sagacidad y firmeza".

         "Su egoísmo está de manifiesto en la conducta que observó el Gobierno Avellaneda con el Perú y Bolivia....... ni siquiera encontró en más de un año un medio de conciliación que proponer a los beligerantes y lejos de ello, concibió y acarició la idea de sacar partido de su exagerada neutralidad y de su silencio injustificable, para conseguir la solución favorable de las cuestiones de límites que tiene pendientes con nuestros enemigos".

         Mientras tanto, el Imperio, que en aquella época andaba muy bien con Chile, daba tiempo al tiempo y con fecha 29 de Enero de 1881, se dirigía su Canciller al Ministro de la Argentina diciéndole que según las noticias venidas del Pacífico, "ya no hay beligerantes en condiciones de recibir consejos de paz, sino vencedores que consiguieron completamente el resultado de sus esfuerzos y vencidos llevados a la extremidad de no poder prolongar la resistencia".

         Se nos antoja que si hoy día el Canciller Saavedra Lamas invitase al Brasil a entablar una acción conjunta para la pacificación del Chaco, Itamaraty se limitaría a hacer copiar la nota de 29 de Enero de 1881.

         La situación es la misma: Ya no hay beligerantes a quienes tratar de armonizar, sino vencedores en condiciones de dictar la paz y vencidos en situación de someterse al fallo inapelable de las armas al cual recurrieron en mala hora.

         En vano insistió la Argentina, y sólo en Agosto de ese año obtuvo que el Brasil se aviniese a ofrecer simplemente los buenos oficios...

         Pero la Argentina no desmayaba. A toda costa quería privar a Chile del fruto de su victoria, tal como Chile quiere hacerlo ahora con el Paraguay.

         Entonces ideó con Colombia una Conferencia Panamericana la cual se reuniría a iniciativa de este último país, que invitó al efecto a México, y a los países de Centro y Sud América menos al Brasil.

         El objeto era firmar un pacto general de arbitraje. Chile no estuvo por los autos e hizo maniobrar hábilmente a su diplomacia obteniendo que México declinara la invitación, al igual que Centro América.

         Consiguió, además que el Paraguay y Ecuador se excusaran desde el primer momento y que el Uruguay declarase que tal conferencia era inoportuna.

         La Argentina, como es natural, se adhirió entusiasmada a la "iniciativa" colombiana, pudiendo leerse en la nota del Canciller Irigoyen del 30 de Noviembre de 1880 el párrafo siguiente:

         "Erigidas las antiguas colonias españolas en naciones libres y soberanas proclamaron coma base de su derecho público la independencia de cada una das ellas y de la integridad del territorio que ocupaban y este principio debe ser inscrito en la primera página de la conferencia que se proyecta, porque tiene el asentimiento de los pueblos y es necesario desautorizar explícitamente las tentativas de anexiones violentas o de conquista".

         ¡Lástima que ese principio no haya sido inscrito en el artículo 16 del Tratado de la Triple Alianza ni en los Tratados de paz firmados con el Paraguay, porque de haberlo hecho este país conservaría la integridad del territorio que tenía al emanciparse de España!

         Lástima también, que tan hermoso principio sea olvidado en estos momentos por quienes pretenden pacificar el Chaco ¡por la razón o la fuerza!

         Por cuarta vez desbaratada la diplomacia chilena las tentativas que los neutrales hacían para privar a Chile del legítimo fruto de sus victorias, y en tanto continuaban desangrándose las juventudes de tres pueblos "que podían haber empleado sus energías en el cultivo de los campos".

 

         NUEVAS TENTATIVAS DE PAZ Y SU RECHAZO POR CHILE.

 

         Producida la toma de Lima, el gobierno del Dictador Piérola quiso iniciar tratativas de paz con Chile. Pero los delegados chilenos, señores José Francisco Vergara y Eulogio Altamirano, alegando que las tropas peruanas habían roto la tregua, iniciando la batalla de Miraflores, y exigiendo que se retirasen de una circular dirigida por el gobierno del Perú al cuerpo diplomático, algunas expresiones que creían depresivas para Chile, a lo que el gobierno del Perú se negó, declararon que, no tratarían con Piérola.

         En vista de esto el Dictador peruano se dirigió por el conducto respectivo, al cuerpo diplomático, haciéndole ver "el hecho nuevo en los anales de las relaciones políticas de los pueblos, de no reconocerse por un extraño como gobierno nacional, al que todo el país reconoce como tal".

         En balde la Asamblea Nacional peruana reunida en Ayacucho invistió legalmente al Sr. Piérola del cargo constitucional de Presidente de la República; porque los delegados chilenos fueron irreductibles y se negaron en absoluto a tratar con él.

         ¿Por qué esa negativa? La respuesta es sencilla. Las autoridades chilenas de ocupación tenían preparado ya todo lo necesario para instalar un "gobierno provisorio" hechura del Cuartel General, que fuera dócil a sus sugestiones y con el cual se podría llegar a un acuerdo inmediato sobre las férreas bases dictadas por el vencedor en Arica.

         Este gobierno provisorio, a diferencia del de Piérola que había sido nombrado por una Asamblea Nacional, fue elegido por ciento cuatro ciudadanos de Lima, de entre ciento catorce que se reunieron para el efecto.

         Luego de sabida su instalación se plegaron a él los pueblos ocupados por el vencedor.

         So pretexto de hacerlo aparecer como ajeno a las sugestiones del Cuartel General, se le entregó el villorrio de la Magdalena y su hospital, para que en él instalase el "congreso" además se le proporcionaron armas para formar una guardia de seguridad.

         En estas condiciones todo hacía creer que el gobierno del Sr. García Calderón respondería incondicionalmente al vencedor, y aún lo creyeron así los peruanos del interior, que reunidos en comicios públicos lo declararon "Traidor a la Patria y vendido a sus enemigos".

         Pero el Sr. García Calderón comenzó a mostrar cierta independencia que alarmó al Cuartel General y al Parlamento de Chile.

         El propio señor Blanlot Holley en el libro oficial ya citado nos dice que lo que Chile buscaba era que el gobierno de la Magdalena fuese su hechura y se dejase manejar por el vencedor; he aquí sus palabras:

         "Creer que el Sr. García Calderón, sacado de la nada con el consentimiento de la autoridad chilena, ignoraba el objetivo a que esta propendía, y que al aceptar su exaltación no aceptaba ese objetivo, es absurdo, es inexplicable, salvo que el señor García Calderón y sus amigos hubiesen permanecido en las entrañas de la tierra y no hubieran sentido ni el hollar de los vencedores, ni el estrépito de la guerra, ni el curso precipitado y violento de los acontecimientos. No, la buena fe, la razón, obligan a afirmar que el señor García Calderón sabía los compromisos que contraía al asumir el rol de jefe del Gobierno Provisional y que los gestores de Chile en el país y en el Perú, no pensaron criar cuervos para que le sacaran los ojos".

         Esta explícita declaración de parte nos ahorra seguir ocupándonos más detalladamente sobre el asunto. Aparentemente, todo iba arreglándose, sin embargo de que ciertas entrevistas de algunos delegados del Sr. García Calderón con el Ministro americano Mr. Christiancy, infundían sospechas.

         Por fin el 26 de junio de 1881, ante el asombro general de los ocupantes, el representante norteamericano reconoció oficialmente al Sr. García Calderón como presidente provisorio del Perú.

         Esta medida alarmó a Chile, por motivos que muy pronto veremos, y reuniendo unos cuantos hechos dispersos para formar una acusación contra el gobierno de García Calderón, por medio de las autoridades de ocupación notificó al mandatario que había creado, que se le retiraba la guardia y que se le retenían los fondos de que su gobierno disponía en los Bancos.

         El Sr. García Calderón respondió con altivez, diciendo "Que su autoridad emanaba de los pueblos y que continuaba siendo Presidente del Perú a despecho de cualquiera emergencia".

         Extrañará la sorpresa que causó al Cuartel General y al pueblo de Chile el reconocimiento del gobierno de la Magdalena siendo que ese gobierno era creación de dicho Cuartel General.

         El porqué Chile reconocía de hecho ese gobierno y no lo reconocía de derecho, se encuentra en la nota en que el Almirante Lynch, jefe de la ocupación, contestaba al gobierno de la Magdalena, cuando este aseguraba que, a pesar de todo, seguía siendo el gobierno del Perú.

         "Chile no reconocería en el Perú otro gobierno que aquel que firmara un Tratado preliminar de paz, y de aquí la negativa de su parte para reconocer a Ud., el derecho de nombrar Plenipotenciarios para las negociaciones de paz" (Memoria del Almirante Lynch. Págs. XIV y XVI de los Doc.).

         Por eso, cuando el señor Godoy, plenipotenciario Chileno, se presentó a García Calderón con tal carácter, el presidente provisorio le dijo: "está bien, lo reconozco como legítimo Representante del gobierno de Chile, más, para que nuestros actos sean válidos es preciso que antes de principiar las conferencias oficiales y de extender el Protocolo, el gobierno de Chile, o Ud., que es su representante, reconozca también mi personería como Presidente Provisorio del Perú, con quien Ud., quiere tratar".

         "Sorprendido el plenipotenciario Chileno con tan arrogante cuanto fundada exigencia, su turbación fue grande: de pronto calló; sin duda no sabía cómo salir de tan apurado lance; pero repuesto un tanto, dijo: creo que mis instrucciones no me permiten reconocer al gobierno Provisorio, pero, como estas instrucciones están en clave, no podré contestar nada antes de volver a leerlas, y confrontarlas: volveré mañana; y se retiró. Esta conferencia tuvo lugar el domingo 14 de Agosto. Se esperaba al día siguiente al plenipotenciario, y no volvió...... el negociador chileno se había embarcado en la mañana del 16 con dirección a Valparaíso...". (Narración Histórica de la guerra de Chile contra el Perú y Bolivia" por Unanue y Paz Soldán pág. 741).

         Y como el mandatario peruano no se avenía a firmar un tratado de paz con desmembraciones territoriales, el día 6 de Noviembre fue apresado, junto con su ministro Sr. Manuel María Galvez y deportado a Valparaíso, a bordo del "Almirante Cochrane".        

         Por qué exasperó a Chile el reconocimiento de García Calderón por parte de los Estados Unidos?

         He aquí la clave:

         En Mayo del mismo año el Ministro Christiancy había comunicado confidencialmente al Secretario de Estado Mr. Blaine, el estado en que se encontraba el Perú. Pero mejor es transcribir textualmente las palabras del Ministro norteamericano, que fueron publicadas por el Senado de la Unión.

         ".....mi conclusión es que el único medio eficaz para que las Estados Unidos dominen el comercio del Perú y eviten un predominio o aún una influencia material (seguramente de Chile) a lo largo de esta costa es intervenir activamente OBLIGANDO a los beligerantes a un arreglo de paz en términos razonables o GOBERNAR AL PERU POR MEDIO DE UN PROTECTORADO O DE UNA ANEXION".

         "Para cualquiera de ambos casos, estoy persuadido de que votarían con gusto a lo menos las tres cuartas partes, sino las cuatro quintas de su población".

         A menos que los Estados Unidos tome uno de estos caminos en la actual emergencia, la doctrina Monroe, sería considerada como un mito en todos los estados sudamericanos".

         "......se pudiera hacer en términos que el Perú estuviera sujeto, por diez años a lo menos, a un gobierno territorial, sobre el plan general de nuestros gobiernos territoriales, y que entonces fuera admitido como Estado a discreción del Congreso. En esos diez años el Perú llegaría a ser, bajo tal sistema, completamente norteamericana en sus ideas".

         "......con mi propia observación personal de más de dos años y las mejores fuentes de información que he podido obtener, no puedo descubrir suficientemente elementos para establecer en el Perú un gobierno independiente, o aún cualquiera especie de gobierno regular y permanente, ciertamente ni fórmula de gobierno popular entre los mismos peruanos".

         "La disposición de las masas del pueblo es favorable a los Estados Unidos. Un protectorado de los Estados Unidos o una anexión sería recibida con júbilo".

         "Cincuenta mil ciudadanos de los Estados Unidos dominarían toda la población y harían al Perú totalmente norteamericano".

         "Con el Perú bajo el gobierno de nuestro país dominaríamos a todas las otras repúblicas sudamericanas y la doctrina Monroe llegaría a ser una realidad".

         (Y después se dirá que esa doctrina no se traduce en esta frase "AMÉRICA PARA LOS NORTEAMERICANOS...).

         "Si el Perú estuviera contiguo a los Estados Unidos, nuestras ciudadanos pronto revelarían a nuestro gobierno de toda responsabilidad, tomando posesión del país y pidiendo a su debido tiempo su admisión cómo parte de los Estados Unidos".

         Esto lo decía el Ministro norteamericano en su nota reservada de 4 de Mayo de 1881.

         En los primeros días de Noviembre de ese año, se sabía en Santiago, por notas del ministro de Chile en Washington don Marcial Martínez, que se enviaban continuamente desde el Perú actas firmadas por considerable número de ciudadanos caracterizados solicitando la anexión del Perú a los Estados Unidos: (Memoria del Señor Martínez al M. de RR. de Chile - 1882).

         Esa fue la causa de que Chile mirase con recelo el reconocimiento del gobierno el Sr. García Calderón por parte de los Estados Unidos y que deponiendo a ese mandatario lo trasladase violentamente a Valparaíso, sin perjuicio de querer después tratar con el Presidente depuesto y prisionero, cuando veía que con otros gobernantes peruanos no podía hablarse de cesiones territoriales.

         Y Chile no se engañaba. Los Estados Unidos no estaban dispuestos en ese momento a permitir que Chile se anexase la parte más rica de un país que de un momento a otro podría anexarse íntegro a la Unión.

         En efecto, en los días de la violenta deposición del señor García Calderón, escribía desde Washington el Sr. Simón Camacho, Encargado de Negocios de Venezuela, al Señor Manuel Arizola, de Lima, una carta en la cual se pueden leer los siguientes párrafos:

         "Es todo lo que se necesita para redimir al Perú inmediata y permanentemente, cobijándose bajo las anchas alas de los Estados Unidos". "Si el Perú no lo admite será un desaire". Estoy habilitado para decir a Ud. que el Departamento de Estado ha notificado a Chile que no le será permitido despojar al Perú o a Bolivia de un palmo de territorio, salvo que no se encuentre otro medio de asegurarle una debida indemnización de guerra".       

         "Ruego a Ud. que dé a conocer a Su Excelencia el Presidente todos los datos y antecedentes para que pueda obrar con prontitud e inteligencia".

         Y la publicación oficial chilena, que hemos citado, refiriéndose a esa misiva dice con toda ironía: "Cuando esta carta llegó al Perú, el Sr. García Calderón había sido confinado a la ciudad de Quillota". Por quinta vez desbarataba la diplomacia de Chile los manejos que tendían a escamotearle el fruto de sus victorias......

         Como es, entonces, que un país que tan bizarramente defendió sus derechos de vencedor quiere ahora privar de ellos al Paraguay, con la agravante de que este país no pide una pulgada de territorio más allá de sus legítimos límites?

         Nunca ha hablado el Paraguay de anexarse un departamento boliviano "para asegurar su vida y prosperidad" ni de otro para asegurar la posesión del primero, como lo hizo en pleno parlamento chileno el canciller Balmaceda......!

         Es en esto en lo único que se diferencia la situación de Chile y del Paraguay ante las guerras del Pacifico y del Chaco......

         Es inconcebible que en estos momentos Chile, que siempre rechazó toda intervención o presión para someter al arbitraje o a cualquiera otra solución que no fuese la impuesta por la victoria, quiera imponer la paz a los beligerantes del Chaco por el arbitraje o la fuerza! (moral, a última hora). "Pues si así fuera, como dijo muy bien el Señor Blantot Holley en una conferencia, el provocador gratuito, el enemigo irracional, tendrían a sus espaldas en el instante de la caída y del castigo, el amparo que solo merecen los que se inspiran en la justicia y en el bien, y el arbitraje obligatorio, en la hora tardía de la vindicación, sería en realidad, la negación del arbitraje!

         Y en punto a arbitraje, Chile ha sido irreductible. Así vemos que al ser interrogado el Sr. Luis Aldurate, Canciller de Chile, por el representante americano Mr. Logan, de parte del presidente prisionero Sr. García Calderón, a fin de obtener que la exigencia sobre Tacna y Arica se solucionara por el arbitraje, respondió rehusando "porque referir semejante proposición a un soberano extranjero, sería poner, prácticamente, en manos de un estado extraño los resultados de la guerra, lo que constituiría una violación de la soberanía nacional y porque admitir la posibilidad de una decisión contra Chile, sería abandonar toda exigencia sobre el territorio en cuestión, exigencia que ha mantenido constantemente desde las conferencias de Arica".

         No se crea que en el Perú todos los hombres eminentes han desconocido los derechos de los vencedores. Nada de eso. Así tenemos, por ejemplo, al señor Federico More, político y publicista, natural de Puno, autor de numerosas obras entre las cuales se destacan "Deberes de Chile, Perú y Bolivia, ante el Problema del Pacífico", "La próxima conflagración sudamericana", "Lima contra Chile, Perú y Bolivia" y "La Actualidad del Problema del Pacífico", del cual extractamos las siguientes líneas que se refieren a las ilusiones que muchos se forjaban con respecto a los resultados de la guerra europea:

         "Es pueril la afirmación de que el Derecho Internacional va a transformarse: Ya está transformado!".

         "Por lo pronto (se refiere al Tratado de Versalles) ya tenemos la prueba definitiva de que la victoria da derechos" (cosa que el Paraguay aprendió en 1870). "El que vence puede ofrecer pan a los vencidos o puede matarlos de hambre; tiene el derecho de imponer la forma de gobierno y de estudiar quienes están capacitados para formar nación y qué naciones no pueden seguir siéndolo. El que vence legisla sobre el comercio del porvenir. No solo dicta la paz: reglamenta la vida futura de los vencidos".

         "Aquella paz sin victoria que soñó Wilson resulta un ideal antihumano. Y si la jurisprudencia y la moral deben tener o no fundamentos biológicos, la guerra ha venido a probarlo. Todo es fagocitosis".

         Federico More, fue amigo íntimo de Daniel Sánchez Bustamante, con quien fundó en La Paz la "Revista de Bolivia" de la que este último fue director hasta ser nombrado, Ministro en la Argentina.

 

 

ENÉRGICA ACTITUD DE CHILE FRENTE A NORTEAMERICA

 

         Cuando Mr. Hurbult presentó credenciales a García Calderón, poco antes de su apresamiento, pronunció frases que constituían una franca condenación de la anexión que se proyectaba.

         Poco después supo el gobierno de Chile que entre el diplomático americano y García Calderón se tramitaba un acuerdo por el cual el Perú cedía Chimboté para establecer en ese lugar una base naval y estación carbonífera norteamericana.

         Inmediatamente, para evitar una ocupación americana, el Cuartel General dispuso que Chimbote fuese guarnecido por tropas chilenas y que en sus aguas se estacionase el blindado "Blanco Encalada".

         "De este modo, dice una publicación oficial chilena, si el Sr. Blaine aprobaba el protocolo celebrado por el ministro y el Gobierno Provisorio, encontraba ya en poder del ocupante bélico el litoral cedido y fuera de la jurisdicción de su anterior soberano".

         Este y otros actos del Ministro Hurbult, motivaron que el canciller de Chile, señor Balmaceda, dirigiese una enérgica nota de protesta, fechada el 8 de Octubre de 1881, al ministro americano en Santiago, general Kilpatrick, de la cual extractamos los siguientes párrafos:

         "El discurso que el Sr. Hurbult pronunció al presentar sus credenciales al Gobierno de García Calderón, ya fenecido; el Memorándum dirigido al Sr. Lynch...... su conocida carta contra Piérola...... pueden producir perturbaciones deplorables y alentar en los enemigos esperanzas inútiles o estimular resistencias estériles para los resultados de la lucha, y en todo caso sangrientas".        

         En esta ocasión, nuestro canciller podría copiar ese mismo párrafo, cambiando las primeras frases por las siguientes "Las declaraciones del Presidente Alessandri; confirmadas por el Canciller Cruchaga; el artículo publicado por el Sr. Agustín Edwards en sus diarios de Santiago y Valparaíso...... pueden producir perturbaciones deplorables etc..."

         ¡La Historia se repite!

         Sigamos con la nota del Canciller Sr. Balmaceda "Provocado Chile a la guerra;...... perturbadas sus industrias por los millares de brazos que las han abandonado, prefiriendo vindicar sus derechos y su honra; invertidas sumas cuantiosas en el sostenimiento de la contienda; derramada la sangre inapreciable de sus hijos; derrotado el enemigo reducido...... a una impotencia radical y absoluta, LLEVAREMOS LA GUERRA HASTA DONDE SEA MENESTER PARA OBLIGAR AL VENCIDO A SUSCRIBIR LA PAZ; y en el ajuste de la paz iremos practicando nuestra soberanía hasta donde sea necesario para obtener la reparación debida a los males producidos por la guerra, LA FUTURA SEGURIDAD EN LA PAZ Y LA PERMANENTE ESTABILIDAD DE LA REPUBLICA".

         Todo ese párrafo puede ser insertado en alguna nota de la cancillería paraguaya, porque resume la realidad de lo que ocurre en la guerra del Chaco y lo que exige la opinión pública nacional para obtener la debida reparación de los daños enormes causados por Bolivia en la guerra que ha desencadenado......

         ¿Cómo es, entonces, que la cancillería del Mapocho ha olvidado de una manera tan absoluta las teorías que sustentaba en 1881 y que mantuvo inalterables hasta el día en que llegó a un acuerdo con el Perú, firmado por el eminente ciudadano que se llamó Emiliano Figueroa Larraín, ayer nomás, puede decirse?

         Continúa la nota del canciller Balmaceda "Ejercitaremos en toda su plenitud el derecho primitivo que nos autoriza ampliamente PARA GARANTIR NUESTRA EXISTENCIA, derecho confirmado incesantemente por la práctica de las potencias europeas y de los mismos Estados Unidos de América". "Tengo confianza en que nuestros derechos de beligerantes serán en lo sucesivo tan respetados por los Estados Unidos como lo han sido hasta este momento.........

         Chile que tan celosamente defendió sus derecho de beligerante victorioso en la guerra del Pacífico quiere ahora que el Paraguay renuncie a esos mismos derechos, obtenidos tan en buena ley como los obtuvo el país de allende los Andes....

         ¡Cómo se olvida la historia y se desconocen los documentos que guardan los propios archivos y corren impresos por el mundo en publicaciones oficiales chilenas!

         En el hipotético caso de que el Canciller Dr. Riart quisiese pasar a la Legación Chilena en Asunción una nota sobre las declaraciones del Presidente Alessandri, podría terminarla con las mismas palabras con que terminó la suya el Canciller Balmaceda, y que son las siguientes:

         "Puesto que motivos ajenos a la voluntad de mi gobierno han creado para el juicio público un estado de cosas incierto que puede ser mal comprendido y, por lo tanto, ocasionado a emergencias desagradables en las difíciles circunstancias que a los beligerantes crea el estado de guerra, espero de V. S. las seguridades que, de acuerdo con sus instrucciones, pueda dar a mi gobierno sobre la recíproca buena inteligencia que existe y se mantendrá de un modo invariable entre las Repúblicas que tenemos el honor de representar".

         Esos mismos términos, mesurados pero enérgicos, usados por el Sr. Balmaceda, podrían ser empleados en estos momentos por la Cancillería Paraguaya, sin cambiarles ni una sola coma....

         En esos días se comentó mucho en la prensa de Santiago la actitud que se atribuía a Norteamérica, en el sentido de que quería favorecer al Perú en desmedro de los derechos de la Victoria alcanzados por Chile.

         El notable escritor Chileno, don Julio Arteaga Alemparte decía al respecto en su diario "Los Tiempos".

         "El Gobierno de Washington no puede pretender siquiera, como parece pretenderlo su diplomático, QUE CHILE CREA LO QUE ÉL CREE, QUE AJUSTE LA PAZ QUE ÉL, LE DICTE O LE ACONSEJE, QUE DÉ POR TERMINADA LA GUERRA Y QUE CUIDE DE COMPLACERLE, SACRIPICANDO, SI ES PRECISO, SUS INTERESES Y SU BUEN DERECHO....". Cámbiese la palabra, "Washington" por "Santiago" y tendremos un párrafo para un editorial de cualquier diario de Asunción que se refiera a la actual actitud de Chile......

         Algunos diarios norteamericanos estuvieron en contra de toda imposición de parte de los Estados Unidos, y en más de una publicación oficial chilena se encuentran los siguientes párrafos del editorial de "Sunday Herald" de Boston, del 6 de Noviembre de 1881, titulado: "Arbitraje, Mediación, Intervención"

         "Intervenir en las ocurrencias domésticas de otro Estado, o en las guerras públicas entre dos o más Estados...... sería colocar la independencia de débiles potencias a la merced de un vecino formidable y aventurar el inalienable derecho de las naciones".

         "Semejantes pretensiones están en contradicción con el uso de las naciones y con esa cortesía reconocida por ellas como ley internacional: la única escusa legítima está en los casos en que la necesidad pública sea urgente e inmediata, comprometiendo la seguridad y los intereses vitales del Estado interventor".

         "Aplicando estas bien conocidas reglas de la ley internacional al conflicto del Pacífico ¿Qué derecho tienen los Estados Unidos para intervenir entre el Perú y Chile?"

         La Cancillería chilena, al incluir esos párrafos en sus publicaciones oficiales, los ha hecho suyos, pues los ha reproducido en apoyo de su tesis.

         Ahora bien, en estos momentos, podría preguntar el Paraguay a Chile:

         "Aplicando estas bien conocidas reglas de la ley internacional al conflicto del Chaco ¿qué derecho tiene Chile para intervenir entre el Paraguay y Bolivia?".

         Y el editorial de "Sunday Herald" contiene otros párrafos que también parecen escritos para el caso actual. Leámoslos:

         "Qué derecho tiene nuestro Gobierno para intervenir, SEA POR LA FUERZA O POR LA AMENAZA DE LA FUERZA entre Chile y el Perú, cuando Chile exige una indemnización de guerra? ¿Qué derecho tiene nuestra gran nación para decir a Chile que esta indemnización se pague en territorio o en dinero, o para fijar esta cantidad?".

         "Qué palabra escuchamos: la de Isaías o la de Jacob? Es el eco del amistoso y honorable pueblo de los Estados Unidos o es la voz de algunos partidos interesados que solo persiguen provecho propio?".

         ¿No podrían, el Paraguay y algunos órganos de publicidad chilenos, preguntar en estos momentos a los Señores Alessandri, Cruchaga y Edwards: "Qué palabra escuchamos?...... Es el eco del amistoso y honorable pueblo de Chile, o es la voz de algunos partidos interesados que solo persiguen provecho propio?".

         Y que la doctrina chilena nunca evolucionó, durante todo el desarrollo de la cuestión del Pacífico, se prueba con los tres documentos siguientes:

         En la Memoria que el 1° de Mayo de 1902 presentó al Congreso de Chile el Canciller don Eliodoro Yañez, está oficialmente consignado el sentir de Chile en lo que respecta a intervenciones.

         He aquí lo que dice ese documento:

         "Las dificultades con que se ha tropezado para arreglar las cuestiones pendientes con el Perú y Bolivia, nacen, en gran parte, de la influencia Argentina y de la esperanza que esos países han llegado a concebir de que serían apoyados por nuestros vecinos del Oriente. A esa causa se debe que hayan fracasado en más de una ocasión los a veces exagerados, y siempre generosos esfuerzos que Chile ha hecho para solucionar esas cuestiones".

         "ESTO ES PARA NOSOTROS ENTERAMENTE INACEPTABLE y no vacilé en declarar al honorable señor Lowther (Ministro de Gran Bretaña) que todo intento ostensible de la República Argentina a INTERVENIR EN LA LIQUIDACION DE LOS NEGOCIOS DEL PACIFICO SERIA ESTIMADO POR EL GOBIERNO DE CHILE COMO UN CASUS BELLI INMEDIATO, PUES EN NINGUN CASO NOS DEJARIAMOS ARREBATAR LOS FRUTOS DE LA VICTORIA ALCANZADA CON TANTOS SACRIFICIOS EN LA GUERRA DE 1879".

         "Tampoco someteríamos a ajeno arbitrio el arreglo de esas cuestiones ni admitiríamos una extraña y no solicitada fiscalización para proceder al cumplimiento de los pactos vigentes".

         "El día que la Argentina desista de aquellos propósitos y se penetre de que ninguna relación tiene con ella la cuestión del Pacífico, se habrá dado el primer paso seguro en la armonía de estos dos pueblos......".

         Veintiocho días después se firmaban los llamados "Pactos de Mayo"......

 

         En el Alegato que Chile presentó al Árbitro norteamericano, páginas 17 y 18, pueden leerse los siguientes párrafos, que muestran que el país trasandino ha mantenido siempre inalterable su doctrina de negar derecho para intervenir en sus cuestiones internacionales a todos los países:

         "Chile, después de cuatro años de guerra, llevada a cabo a costa de muchas vidas de chilenos y de su riqueza nacional...... había derrotado completamente a las repúblicas aliadas del Perú y Bolivia...... La escuadra peruana ya no existía y los ejércitos derrotados y desorganizados eran incapaces de seguir resistiendo; el Tesoro estaba vacío y los recursos nacionales eran insuficientes para arrostrar las grandes deudas en que el Gobierno del Perú había incurrido antes de la guerra y durante ella.

         "Exhausto, postrado e incapaz militar y financieramente de continuar la lucha, el Perú no estaba en condiciones de resistir ninguna condición de paz que Chile hubiera creído propio imponerle. La dictación de los términos de la paz quedaba pues, enteramente en manos de Chile, como quedó al arbitrio de los Estados Unidos la de los términos impuestos a México en 1848 y a España en 1898 y como quedaron a voluntad de los países aliados y asociados los términos de paz impuestos a los Imperios Centrales en Versalles, en 1919".

         "CHILE EJERCIO LOS DERECHOS QUE CORRESPONDEN A UNA NACION VICTORIOSA, COMO RESULTADO DE UNA GUERRA PROLONGADA Y DURA, QUE CONSUMIO MUCHAS VIDAS Y RIQUEZAS; los mismos derechos que ejercitaron los países victoriosos en cada uno de los casos que se acaban de mencionar. LOS DERECHOS DE CHILE PARA ANEXARSE EL TERRITORIO PERUANO, FUERON, POR LO MENOS, IGUALES A LOS DE LOS ESTADOS UNIDOS CUANDO SE ANEXARON EL VASTO TERRITORIO ADQUIRIDO DE MÉXICO, O LAS FILIPINAS Y PUERTO RICO DE ESPAÑA........ ".

         Durante los preparativos del Plebiscito de Tacna y Arica, los representantes del Gobierno de la Moneda volvieron a hablar de los derechos del vencedor.

         Con motivo de haber encabezado con la bandera del Perú una manifestación de votantes de esa nacionalidad, se produjeron choques sangrientos con el elemento chileno el 5 de marzo de 1926. El Delegado del Árbitro, General Lassister, llamó la atención sobre estos incidentes al Intendente de Tacna, Almirante Gómez Carreño, quién, entre otras cosas, en una enérgica nota, como seguramente no se registrará otra en los anales de la diplomacia, dice:            

         "....Podría decirme el Señor General, que igual efecto habrá de producir en los peruanos el estandarte de Chile; pero me permito argüir que en nosotros radican TODOS LOS DERECHOS ADQUIRIDOS DESDE NUESTRA VICTORIA en la guerra del Pacífico, que nos ha reconocido el Laudo de su gran Presidente el Sr. Coolidge; Y UD. COMO SOLDADO, SABE CUANTOS SON Y HASTA DONDE LLEGAN LOS DERECHOS DE LA VICTORIA......

"(Del "PROCESO PLESBICITARIO DE TACNA Y ARICA" págs. 57 y sig.)

         Con esto, damos por finalizado este estudio, no porque el tema se haya acabado, que aún quedan otras intervenciones y mediaciones europeas y americanas, rechazadas con igual energía por Chile, sino porque, con lo que ya hemos dicho, queda probado hasta la saciedad que Chile obra en la cuestión del Chaco de manera completamente inversa a las teorías que sustentó su gobierno cuando se encontraba en guerra con el Perú y Bolivia.

         Y, como durante más de medio siglo siguió sustentando iguales teorías en las publicaciones oficiales que cada año hacía la Cancillería Chilena en defensa de las mismas, bien podría, en una semana de trabajo, formarse un volumen de 500 páginas, con solo la opinión oficial de Chile y de sus hombres más eminentes que siempre sostuvieron que nadie tenía derecho para mediar en la cuestión del Pacífico.

         Obran en mi poder 113 libros y folletos publicados desde 1880 hasta 1927 en los que hay tema inagotable.

         Pero basta con lo expuesto......

 

         Las declaraciones de los señores Alessandri, Cruchaga y Edwards, en el sentido de arrastrar a la Argentina a una "intervención" en la cuestión del Chaco, tenían que causar estupor en Buenos Aires, y ante el sentimiento de repulsa que se dejaba oír, el señor Cruchaga tuvo que recurrir, a los varios días, a la palabra "moral" para atenuar el desagradable sonido de la palabra "fuerza".

         No es extraño que en la Argentina huya habido tal repulsa, porque en ese país, hace ya más de 30 años, se ha hecho carne la aversión contra las intervenciones. Nadie olvida allí las palabras del Dr. Joaquín V. González en la sesión del 29 de julio de 1902, en la Cámara de Diputados:

         "Es un axioma de derecho, que la intervención es un atentado a la independencia de las naciones y solo es tolerable cuando el Estado que interviene tiene en ello un derecho reconocido, o cuando un principio de humanidad, fundamento del Derecho Internacional, autoriza la injerencia extraña en su demanda y sostenimiento, como el caso de las torturas de los cristianos en Armenia, o como en China el degüello y masacre de la población civilizada y asesinato de ministros diplomáticos" y porque, como dice Pradier Foderé: "hablar de un derecho de intervención es abusar de la palabra "derecho" EL DEBER DE NO INTERVENIR se impone a todos los Estados".

         Como broche de oro, terminaremos con unas cuantas frases del Canciller boliviano Sr. Alberto Gutiérrez, que nos dicen cual es la actitud que observan los vencedores:

         "Es muy sabido que todos los tratados internacionales que han puesto término a situaciones bélicas, han registrado o cesiones territoriales o compensaciones pecuniarias.

         "En ocasiones, el vencedor ha impuesto cesión territorial e indemnización en dinero: es el caso de Francia; otras veces se ha estipulado cesión y compra de territorio, al mismo tiempo: es el caso de los Estados Unidos que adquirieron de España Puerto Rico a título de cesión y a título de compra el archipiélago de las Filipinas".

         El Canciller Gutiérrez defendía con esas palabras el tratado que firmó con Chile en 1904, tratado que, como se sabe, fue esbozado en forma definitiva, en Septiembre de 1903, por el Señor Agustín Edwards, el mismo que ahora dice que no es posible dejar que sea vencida Bolivia y que quiere salvarla de un castigo tan merecido como el que por él le fue impuesto......

 

 

RAÚL DEL POZO CANO

         Asunción, Marzo de 1935.



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