ARRIERO DE PECES
Letra y Música: RAMÓN AYALA
ARRIERO DE PECES
Soy el Paraná cuerpo de tormenta y sol
siglos del andar dibujando el clima azul.
Por el misterio que me lleva al mar
volveré, cerrazón, litoral.
Grito en el fragor, los caballos del amor
en mi
Estribillo
Oh! Oh! Oh! Oh!
arreando peces voy
ojos manguruyú
dorado en el temblor.
Oh! Oh! Oh! Oh!
un dios de barro y miel
de obraje y padecer
me muerde el corazón.
Remolinos, correderas, pedregales sumergidos
las gargantas de la muerte en mi
Soy el Paraná, en mi lomo el pescador.
Escamado de pez, le cuelgo en el espinel;
de mis entrañas, vuelan pájaros
cielo añil, náufragos, libertad.
Murallas no habrán que pudieran detener
mi andar.
Estribillo
Oh! Oh! Oh! Oh!
Del trópico hacia el sur
en la profundidad
con mis manadas voy.
Oh! Oh! Oh! Oh!
El hombre en su valor
no puede comprender
lo que hay en mi de Dios.
Remolinos, correderas, pedregales sumergidos
las gargantas de la muerte en mi
Final
Soy el Paraná, horizonte que va
hacia el mar...
hacia el mar...
hacia el mar...
Descripción:
(I)
El Río Paraná que cae desde el trópico hacia el sur
por ciudades, playas, selvas, siglos en la eternidad
va con sus peces ocultos, en su viaje litoral.
Del Misiones maderero, barrancas, islas, amor
lleva aromas de la tierra y la vida en su cantar.
Antes que nosotros fuéramos, ya andaba él por las aguas
atravesando distancias con su continente azul.
Lo encontré bajo las lluvias de un horizonte otoñal
Una raya gigantesca iba en su lomo caudal.
La canción se volvió épica en el galope frutal.
En los puntos cardinales de la vida y su fragor
no hay un río que lo iguale en su marrón devenir.
Lomo de aceite y distancia, selva, luna y soledad .
Pequeña se hizo la prosa, la poesía echó a temblar
ante la imagen ciclópea del Paraná en su caudal.
Sólo nacieron palabras pobres en su inmensidad
que fueron con él andando, rumbo hacia el inmenso mar
con los duendes naturales cruzando el intenso añil.
El hombre cree que pesca, el Paraná le da el pez.
Pone al anzuelo la vida, escamada en plata y luz.
Vida en la mesa del hombre que ignora su propio ser.
No hay canción que lo contenga en mil caballos de sol
pechando al tiempo en sus aguas, dueño de la vida azul.
Flores de lapacho, lila de jacarandá en la voz
me invade el agua en espejos del cielo en su infinitud
cielos que se lleva el río a morir en verde luz.
Quiero una pluma ciclópea para decir Paraná
poder captar en la lumbre sus rumores de cristal.
El misterio en sus adentros moviéndose rumbo al mar,
quiero una voz de horizontes para decir Paraná.
Soy de la tierra bermeja y no puedo huir de mí
ando con ella en la sangre y soy un río que va
por horizontes de vida, ciudades, puertos, dolor
siempre regreso a aquel suelo que me dio fuegos y amor.
Igual que el río soy viento, distancia en la inmensidad.
Volveré a morir al puerto donde mi barca partió.
Mi mar es la tierra roja, mi brújula, el corazón.
(II)
El pescador no pesca
El río pone sus peces en la red.
Él va por su cauce de siglos arreando sus manadas.
Viene del trópico hacia el mar
con un círculo de rayas, dorados, pacúes, surubíes
rumbo al horizonte.
El pescador va en su lomo de milenios
que jamás se repite en su viaje del agua eterna.
Viene de extrañas tierras teñido de sangre, tierra roja,
nieves, selvas, silbidos, cataratas y el misterio de los duendes
desde el aborigen al hombre pionero de viejos idiomas.
Va con sus barcos y su historia de luchas, armas,
muertes, vidas, amoríos.
En cada puerto un adiós, en cada monte una lágrima
en cada obraje un recuerdo de asombros, trabajo, sueños.
Va en el aroma de las estaciones
al confín de la distancia, hacia el mar.
RAMÓN AYALA
Posadas, setiembre de 2008