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MARY MONTE DE LÓPEZ MOREIRA

  OCASO DEL COLONIALISMO ESPAÑOL, EL GOBIERNO DE BERNARDO DE VELASCO Y HUIDOBRO, 2006 (MARY MONTE DE LÓPEZ MOREIRA)


OCASO DEL COLONIALISMO ESPAÑOL, EL GOBIERNO DE BERNARDO DE VELASCO Y HUIDOBRO, 2006 (MARY MONTE DE LÓPEZ MOREIRA)

OCASO DEL COLONIALISMO ESPAÑOL

EL GOBIERNO DE BERNARDO DE VELASCO Y HUIDOBRO,

SU INFLUENCIA EN LA FORMACIÓN

DEL ESTADO PARAGUAYO (1803-1811)

por MARY MONTE DE LÓPEZ MOREIRA

Editado con el apoyo del FONDEC,

Asunción-Paraguay, 2006




El período colonial es uno de los más tratados y analizados en la historia del Paraguay; sin embargo, sobre sus postrimerías son muy exiguas las fuentes bibliográficas; en especial los últimos años, del gobierno de Bernardo de Velasco y Huidobro.

El núcleo principal de la presente investigación se basa en el sistema de planteamientos de cuestiones acerca de las características que incluye al proceso acaecido en el período de nuestro estudio, cuyas respuestas estarán canalizadas a través de deducciones lógicas y objetivas, teniendo en cuenta a los actores de los hechos, y lo que impulso o incitó a esos protagonistas a realizar tales hechos.

Los procesos históricos están formados por múltiples elementos -económicos, sociales, demográficos, políticos, militares, religiosos, educativos, etc.- que se relacionan íntimamente y que no se dan en forma aislada. Por consiguiente, nuestro principal planteamiento enunció lo siguiente: ¿Cuáles fueron esos elementos y de qué manera el proceso histórico comprendido en el lapso 1806-1811, influenció en la formación del Estado paraguayo?.

Otra no menos importante cuestión que suscitó el interés de nuestro estudio fue la de conocer cuándo, cómo y en qué circunstancias, el territorio de las ex Misiones jesuíticas fue anexado al Paraguay; debido precisamente a ciertas tendencias, comunes en la región del Río de la Plata, en sustentar que las zonas al sur del río Paraná, nunca pertenecieron a nuestro país. Por último, nos preguntamos si ¿cuáles fueron los factores condicionantes para promover el ocaso del colonialismo en la provincia del Paraguay? El tema a ser estudiado abarca un momento clave para la libertad de los pueblos americanos de la dependencia hispana y, por lo tanto, creemos que el mismo es de gran trascendencia para articular todos los elementos que contribuyeron a forjar la nación paraguaya e instituir el nacimiento de un nuevo Estado: el Paraguay.




ÍNDICE GENERAL:

ABREVIATURAS, PRÓLOGO, INTRODUCCIÓN;

PARTE I. EL GOBIERNO DE LAS MISIONES

1.            SITUACIÓN DE LAS MISIONES DESPUÉS DE LA EXPULSIÓN DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS

1.1.         LA EXPULSIÓN DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS

1.2.         EL PLAN DE BUCARELLI

1.3.         LA ADICIÓN AL PLAN

1.4.         LAS ORDENANZAS DE COMERCIO

1.5.         LOS EFECTOS DEL PLAN DE BUCARELLI

1.6.         LOS PLANES DE DOBLAS E DE IBÁÑEZ

1.7.         EL PLAN DEL VIRREY DE AVILÉS

2.            ANEXIÓN DE LAS MISIONES JESUÍTICAS AL PARAGUAY

2.1.         EL GOBIERNO DE LAS MISIONES

2.2.         LAS MILICIAS MISIONERAS

2.3.         ADMINISTRACIÓN POLÍTICA

2.4.         ADMINISTRACIÓN ECONÓMICA

2.5.         SOCIEDAD Y EDUCACIÓN

2.6.         ANEXIÓN DE LAS MISIONES AL PARAGUAY

PARTE II. GOBIERNO DE LA PROVINCIA DEL PARAGUAY

1.            EL GOBIERNO POLÍTICO-MILITAR

1.1.         LA GESTIÓN ADMINISTRATIVA

1.2.         ORGANIZACIÓN MILITAR

1.3.         LA DEFENSA DE LA PROVINCIA

1.4.         LAS INVASIONES INGLESAS

2.            ACTIVIDADES ECONÓMICAS

2.1.         LA AGRICULTURA: A. LA YERBA MATE, B. EL TABACO, C. OTROS RUBROS

2.2.         LA GANADERÍA

2.3.         LA INDUSTRIA

2.4.         COMERCIO Y GRAVÁMENES: A. EL COMERCIO LOCAL, B. LA MONEDA;  C. EL CORREO

3.            SOCIEDAD Y CULTURA

3.1.         LA POBLACIÓN PARAGUAYA

3.2.         LA SOCIEDAD: A. LA ÉLITE ESPAÑOLA, B. LA CLASE MERCANTIL, C. LAS CLASES RURALES, D. LOS EXTRANJEROS E. LOS INDÍGENAS, F. NEGROS Y PARDOS

3.3.         MORALIDAD Y TRADICIONES

3.4.         RELIGIÓN Y EDUCACIÓN

PARTE III. EL SEPARATISMO

1.            LA INDEPENDENCIA NACIONAL

1.1.         CRISIS ESPAÑOLA

1.2.         LAS OFERTAS REALES

1.3.         LA INDEPENDENCIA DE BUENOS AIRES

1.4.         LA POSICIÓN PARAGUAYA ANTE LOS SUCESOS PORTEÑOS

1.5.         LA RESISTENCIA PARAGUAYA

1.6.         CONATOS SUBVERSIVOS Y LA INDEPENDENCIA NACIONAL: A. CONATO REVOLUCIONARIO EN ASUNCIÓN Y EN LA VILLA REAL DE CONCEPCIÓN, B. CONATO REVOLUCIONARIO EN YAGUARÓN, C. CONATO REVOLUCIONARIO EN ITÁ, D. CONATO REVOLUCIONARIO EN LA CAPITAL, E. LA INDEPENDENCIA NACIONAL

CONCLUSIONES, GLOSARIO Y BIBLIOGRAFÍA ANEXO



EL OCASO DEL COLONIALISMO ESPAÑOL



PRÓLOGO

        

         Las causas que promueven y estimulan a investigar sobre un tema determinado, a veces son generalmente fortuitas, como evidentemente sucedió con el presente trabajo.

El interés nació a raíz de un coloquio con el doctor Rafael Eladio Velázquez, sobre un tema casi ignorado en el contexto de la historiografía nacional: el ocaso del colonialismo español en el Paraguay.

         El período colonial es uno de los más tratados y analizados en la historia del Paraguay; sin embargo, sobre sus postrimerías son muy exiguos los escritos y, por consiguiente, las fuentes bibliográficas; en especial acerca de los últimos años, en que la corona española administró la provincia del Paraguay a través del gobierno de Bernardo de Velasco y Huidobro.

         El primer cuestionamiento que nos hicimos consistió en ¿qué sabíamos de Velasco? Una remembranza de los textos escolares nos evocaba la figura de un gobernador poco valiente, quien en enero de 1811 había huido de la presencia del ejército porteño en la batalla de Paraguarí, ante las amenazas de invasión. Según Marc Bloch "la primera característica del conocimiento de los hechos humanos del pasado y de la mayor parte de los del presente, consiste en ser un conocimiento por huellas..." "...es decir la marca que ha dejado... ".1

         Con esa marca, o mejor dicho con esa actitud, también la generalidad de la opinión pública, recordaba o conocía a este gobernante. Sin embargo, al hurgar las razones de su comportamiento, nos enfrentamos ante una interesante profusión de aristas que nos indujeron a proseguir con la investigación y plantear varias interrogantes que contribuyeron a develar situaciones casi ignoradas y de trascendental importancia en la construcción de la primigenia sociedad republicana. Es de advertir que, nuestra intención al investigar este gobierno, no radicó precisamente en modificar o alterar la imagen de Velasco, sino más bien, remitirnos a los acontecimientos acaecidos en los últimos años coloniales y estudiar exactamente su proceso.

         Para juzgar cada momento histórico, y comprender cada etapa de nuestra historia, debemos trazar decididamente una línea demarcatoria que nos permita valorar íntegramente lo que se ha realizado, creado o adquirido. A tal efecto el núcleo principal de la presente investigación se basa en el sistema de planteamientos de cuestiones acerca de las características que incluye al proceso acaecido en el período de nuestro estudio, cuyas respuestas estarán canalizadas a través de deducciones lógicas y objetivas, teniendo en cuenta que lo importante no son los actores mismos o los hechos, sino el impulso que incitó a esos protagonistas a realizar tales hechos.

         Por consiguiente, la presente investigación no puede centrarse en las realizaciones de un personaje ni en el estudio de un solo tipo de hechos. Todos los grupos sociales formados por hombres y mujeres de diversas etnias y condiciones socioeconómicas y culturales han sido y son actores de los procesos históricos de las sociedades. Y estos procesos están formados por múltiples elementos -económicos, sociales, demográficos, políticos, militares, religiosos, educativos, etc.- que se relacionan íntimamente y que no se dan en forma aislada. Por consiguiente, nuestro principal planteamiento enunció lo siguiente: ¿Cuáles fueron esos elementos y de qué manera el proceso histórico comprendido en el lapso 1806-1811, influenció en la formación del Estado paraguayo?

         Otra no menos importante cuestión que suscitó el interés de nuestro estudio fue la de conocer cuándo, cómo y en qué circunstancias, el territorio de las ex Misiones jesuíticas fue anexado al Paraguay; debido precisamente a ciertas tendencias, comunes en la región del Río de la Plata, en sustentar que las zonas al sur del río Paraná, nunca pertenecieron a nuestro país.

         Por último, nos preguntamos si ¿cuáles fueron los factores condicionantes para promover el ocaso del colonialismo en la provincia del Paraguay? El tema a ser estudiado abarca un momento clave para la libertad de los pueblos americanos de la dependencia hispana y, por lo tanto, creemos que el mismo es de gran trascendencia para articular todos los elementos que contribuyeron a forjar la nación paraguaya e instituir el nacimiento de un nuevo Estado: el Paraguay.



INTRODUCCIÓN


         El siglo XVIII fue definido en Europa como la "ERA DE LA ILUSTRACIÓN O EL SIGLO DE LAS LUCES", etapa opuesta a los principios tradicionales en materia de política, economía y sociedad proponiéndose un conjunto de nuevas ideas, según las cuales sólo la razón podía perfeccionar a la humanidad. La Ilustración comprendía, más que nada, una nueva actitud, una renovada mentalidad y un método de pensamiento diferente. Además se enfrentó al sistema absolutista reclamando la igualdad social, la tolerancia religiosa y la libertad del comercio. Las nuevas ideas denominadas liberales, tuvieron sus raíces en Inglaterra con John Locke y fueron difundidas por Montesquieu, Voltaire, Rousseau, Quesnay, Ricardo, Diderot, D'Alembert, Smith, entre otros, cuyos trabajos lograron extenderse por todo el continente, asestando un duro golpe al sistema imperante en los siglos XVI y XVII y definido por los ilustrados con la expresión "ANTIGUO RÉGIMEN".

         La posterior centuria se inició en España con el advenimiento al trono de la dinastía Borbón, de origen francés, la que de inmediato se preocupó por enmendar la notoria decadencia heredada de la Casa de Austria. La administración se ocupó de corregir los defectos que padecía el gobierno y aplicó algunos de los principios políticos creados por la monarquía francesa, más efectiva y centralizada. Con la ayuda de consejeros económicos franceses impulsó el progreso material y científico de España.2

         El espíritu de la Ilustración produjo un nuevo sentido de eficacia y una reorganización de las instituciones. El nuevo objetivo de la Corona estaba caracterizado por las aplicaciones prácticas más que por las justificaciones teóricas. Las innovaciones de principios del siglo XVIII se extendieron durante todo el reinado de Carlos III (1759-1788), quien se convirtió en el ejemplo del "Despotismo Ilustrado"3 e inició con sus ministros un programa de reajuste imperial, con profundas repercusiones en las colonias ultramarinas.

         Las jurisdicciones territoriales hispanoamericanas sufrieron algunas transformaciones con la creación de nuevos virreinatos y el establecimiento de las intendencias, régimen proyectado para centralizar mejor la administración colonial y eliminar los abusos de funcionarios reales, aumentando simultáneamente las rentas del Estado4. Se habilitaron nuevos puertos al comercio y a la navegación y se facilitó la inmigración de españoles peninsulares con diversos oficios. A igual que las reformas socioeconómicas y políticas, también el ámbito cultural americano acusó el impacto de las novedades del Viejo Mundo.

         Se puede constatar un renovado impulso de las ciencias: se propiciaron varias expediciones científicas, se reformaron los métodos de enseñanza en las universidades y, entre otros hechos, se instalaron nuevas imprentas para favorecer la difusión de textos5.

         La provincia del Paraguay no permaneció ajena a estas reformas. En 1776 se creó el Virreinato del Río de la Plata, con las Provincias de Buenos Aires, Paraguay, Tucumán, Santa Cruz de la Sierra y Charcas. Un año más tarde se establecieron dentro del Virreinato los gobiernos militares de Mojos y Chiquitos y, posteriormente, las gobernaciones de Montevideo y Misiones. Por Cédula Real del 28 de enero de 1782, se instituyó el régimen de las intendencias, complementado con la Real Provisión de 1783 que dividió al Virreinato en ocho jurisdicciones territoriales o intendencias. Estas se hallaban gobernadas por funcionarios más capaces y ordenados que sus pares anteriores del período Habsburgo.

         En suma, los intendentes tenían el control de cuatro departamentos gubernamentales: administración, finanzas, justicia y guerra y, como otros delegados políticos, estaban subordinados al virrey y a la Real Audiencia6.

         De acuerdo a esta nueva demarcación, los cuatro últimos gobernantes del Paraguay se convirtieron en intendentes. A Pedro Melo de Portugal, quien ocupó el mando desde 1778 hasta 1786, le sucedieron Joaquín de Alos y Brú (1786-1796), Lázaro de Ribera y Espinoza de los Monteros (1796-1806) y Bernardo de Velasco y Huidobro (1806-1811).

         Como todo acontecimiento histórico es resultado de una larga serie de sucesos anteriores, en la primera parte de esta investigación demostramos cómo las ex Misiones jesuíticas se anexaron al Paraguay. El capítulo se inicia con la descripción del estado deplorable en que quedaron las reducciones guaraní, luego de la expulsión de los jesuitas en 17687, bajo la administración civil.

         Los planes implementados por las sucesivas autoridades no consiguieron solucionar los problemas de la población: subsistencia, vestimenta, alimentación, educación, etc., debido a la "codicia y ambición de sus administradores, atropellando siempre las leyes y ordenanzas" que regían a esos pueblos8. La corona española, deseosa de corregir errores, impedir la acelerada decadencia y contener la deserción de los naturales, creó en 1803 un gobierno autónomo, independientemente de las intendencias de Buenos Aires y del Paraguay, y encomendó la difícil tarea de administrarlo a don Bernardo de Velasco y Huidobro, nombrándolo gobernador de los pueblos de las Misiones.

         Desde los inicios de su administración, Velasco trató de resolver los problemas de los indígenas, poniendo en práctica el plan contenido en la Real Cédula, promulgada con su nombramiento, ley que otorgaba libertad a las comunidades nativas. Este proyecto no logró plenamente sus objetivos, debido a una serie de factores adversos que coadyuvaron a obstaculizar su realización, aunque en gran parte se palió la situación de los habitantes de los pueblos y sobre todo se consiguió la incorporación gradual de los naturales a la sociedad civil.

         En 1806, la Corte hispana encargó también a Velasco el gobierno de la provincia del Paraguay, incluyendo el territorio de las Misiones, con lo cual se infiere que el territorio ocupado por los treinta pueblos se incorporó a la jurisdicción paraguaya. Durante su permanencia en la Provincia del Paraguay, Velasco se había ganado la simpatía de sus habitantes. Su gobierno, que había sucedido "a una de las peores" administraciones del final de la colonia, se hizo notar por su justicia y liberalidad9.

         La segunda parte de la obra radica precisamente en la gestión de Velasco al frente del gobierno de la provincia del Paraguay. Se ocupó primero del orden político y militar. Cuando los ingleses invadieron el Río de la Plata en 1806 y 1807, Velasco se trasladó al escenario de los territorios invadidos con un ejército de soldados, en su mayoría constituido por paraguayos, a defender las plazas de Buenos Aires y Montevideo. En esa oportunidad, los criollos del Paraguay pudieron reconocer y evaluar sus acciones, conductas que ulteriormente coadyuvaron en el rompimiento definitivo con España para dar nacimiento al Estado paraguayo.

         Durante este tiempo, Velasco fue reemplazado en el cargo por Manuel Gutiérrez y luego por el ingeniero Eustaquio Gianninni, y "hubiera concluido en paz y con gloria su gobierno, si la situación política de América no hubiera arrastrado al Paraguay a la Revolución que dio fin al dominio español"10.

         Por otro lado, se acrecentó el establecimiento de fuertes en todo el litoral, impidiéndose tanto las correrías de naturales provenientes del Chaco, como las de los portugueses en el norte. Se restauró el servicio militar y se estableció el correo interprovincial11.

         Generalmente, las instrucciones intendenciales versaban más sobre cuestiones económicas con el objetivo de recaudar con mayor eficiencia las rentas reales, y como la provincia carecía de minas, Velasco se esforzó por hacer un gobierno de orden y recurrió a otros recursos. Incentivó la explotación de la yerba mate, cuyo consumo se extendía cada vez más en todo el continente americano. Fomentó el cultivo del tabaco, caña de azúcar y algodón, además de impulsar la producción de madera y la industria del cuero, de las cuerdas de guembé, promover el comercio, favorecido por la apertura del puerto de Buenos Aires, y modificar los métodos para una mejor recaudación fiscal.

         A fines del siglo XVIII, el sistema de encomiendas llegó a su fin en toda la América hispana. En el Paraguay, aunque muy disminuido, subsistió hasta 1803. Los naturales que habían estado sometidos a este régimen, con la ruptura del aislamiento de los pueblos indígenas, se sumaron a otros que habían migrado de las antiguas misiones jesuíticas, luego de la expulsión de la Compañía de Jesús, y formaron nuevos grupos sociales en villas y ciudades habitadas por comerciantes y hacendados.

         La creación del Virreinato del Río de la Plata y la apertura del puerto de Buenos Aires al comercio, impulsó a un gran número de peninsulares y extranjeros a venir a estas tierras. Muchos de ellos se establecieron en la provincia del Paraguay, aumentando considerablemente la población. De 40.000 habitantes existentes al iniciarse el siglo XVIII se elevó a más de 100.000 al finalizar dicha centuria12.

         En el ámbito cultural también se dieron múltiples modificaciones, difundiéndose la educación a todos los partidos de la provincia y aumentando el número de maestros laicos.

         La mayoría de los jóvenes de familias españolas o criollas, al terminar sus estudios en el Colegio Seminario San Carlos, creado en Asunción en 1783, ingresaban a las universidades del Río de la Plata y al retornar a la provincia se integraban al quehacer económico, educativo o administrativo.

         Pese a que estas reformas instituidas por los Borbones transformaron gran parte de la vida colonial, sostenemos que no se dispuso del tiempo suficiente para generar todos sus potenciales resultados. A pocos años de haberse iniciado este proceso, estallaron las revoluciones libertarias que pusieron fin a la dominación de España en América, cuya temática es presentada de manera peculiar, en la tercera parte del trabajo.

         En este último período de la colonia, se produjeron situaciones socio-política muy particulares en la provincia paraguaya, época en la que sus habitantes, gradualmente, fueron percibiendo las ventajas de liberarse del sistema colonial impuesto por más de dos siglos y medio. Después de efímeros conatos subversivos, nuestro país obtuvo definitivamente su independencia. No obstante, España logró transferir casi todo su acervo político, económico y socio-cultural a la novel República, gran parte de ellos, aún atesorado en el Paraguay de hoy.

 

LA INDEPENDENCIA NACIONAL

CRISIS ESPAÑOLA


"Atroz perfidia ¿qué has logrado robándonos a nuestro amado Monarca y aspirando el trono de la España y de las Indias? Ocupen dolosamente las tropas de Napoleón la Península: Válgase este de intrigas y fraudes para ganarse gavillas de esclavos cobardes, o desnaturalizados traidores en Madrid... " 623, se inicia un testimonio de fidelidad a Fernando VII, tras el conflicto por la Corona real, el motín de Aranjuez, la invasión de las tropas francesas a España y la abdicación de Bayona.

         Estos acontecimientos escuetamente expuestos a continuación nos ilustran mejor de cómo se inició la crisis española. El emperador francés, Napoleón Bonaparte624, en su intento de bloquear económicamente a Gran Bretaña decidió invadir Portugal, país fiel aliado de aquella. Con la aquiescencia del rey Carlos IV, las tropas francesas ingresaron a la península y se apoderaron de Portugal. Al principio, la familia real española no demostró preocupación ante las verdaderas intenciones de Napoleón. Por un lado se hallaba manejada por el favorito de la reina, el ministro Manuel Godoy, y por el otro, el rey sorteaba las conspiraciones en su contra por parte de su primogénito. En octubre de 1807 fue descubierto un complot dirigido por el príncipe Fernando para derrocar a su padre. Después de un penoso proceso, el juicio a los inculpados culminó en enero de 1808 con el perdón regio para el príncipe. Entre tanto, la corte portuguesa decidió abandonar el escenario del conflicto y se trasladó a su colonia americana de Brasil625, mientras el mariscal Murat con el grueso del ejército francés, sé establecía en Madrid. La realeza hispana, atemorizada por los acontecimientos que se veían venir, pensó en trasladarse a su colonia de México, pero ello dio pábulo al amotinamiento en Aranjuez. El 17 de marzo de 1808, soldados, campesinos y servidores del palacio real protagonizaron un memorable hecho para destituir al favorito real. El ministro Godoy fue hecho prisionero y posteriormente, el pusilánime de Carlos IV abdicó a favor de su hijo Fernando VII, llamado "el Deseado" por las esperanzas del pueblo español, puestas en é1626. Los acontecimientos que se sucederían con posterioridad, fueron de máxima importancia para América, porque proporcionaron la ocasión y el motivo inmediato para poner en marcha la revolución de independencia.

         Por indicaciones del mariscal Murat, la familia real se trasladó a Francia para entrevistarse con Napoleón. Carlos IV, arrepentido por su abdicación, iba ilusionado en conseguir el apoyo imperial para recuperar la Corona. La reunión tuvo lugar en Bayona, donde los Borbones llegaron al colmo de la ignominia: Fernando, por órdenes de Bonaparte, devolvió la Corona a su padre y éste abdicó a favor del emperador. Acto seguido, nombró a su hermano José como "Rey de España y de las Indias"627.

         ¿Qué hubiera pasado, si la maniobra bonapartina hubiera tenido éxito? Por una parte, se habría asestado un gran golpe a Gran Bretaña y ésta hubiera quedado reducida al papel de una nación industrial sin mercados. Por otra parte, debemos considerar que ni Portugal ni España tenían monarquías poderosas. Aunque mucho se haya ponderado su despotismo, ambos países carecían de la fuerza suficiente para enfrentarse a los ejércitos que habían triunfado en casi todo el continente europeo. Pensemos por un momento la situación mundial, si Napoleón triunfaba en sus propósitos, habría sido el fin de Gran Bretaña, de Portugal y España y de la mayor parte de los Estados ya conquistados y, por lo tanto, el emperador francés dominaría no sólo Europa, sino también sus colonias en América. Sin embargo, la historia, los acontecimientos, sucedieron de otra manera.

         Sobre la guerra de independencia española, larga y compleja, no vamos a ocuparnos, pues no es nuestro objetivo en este trabajo, sino sólo el de servir de marco de referencia para la mejor explicación del movimiento independentista hispanoamericano y por ende del paraguayo.

         El 2 de mayo de 1808, mientras los reyes Borbones iban destino a Bayona, la población española se levantó en masa y sin armas contra las tropas francesas acantonadas en la capital. Para organizar la resistencia, el pueblo fue creando por propio impulso, juntas en diversas provincias. En el sur de la península, aún no ocupado por los franceses, se constituyó la junta Suprema de Sevilla para gobernar el país y sus colonias en representación del monarca prisionero. El 6 de junio de ese mismo año, esta junta declaró oficialmente la guerra a Francia628.

         Entretanto, para dominar la resistencia española, Napoleón en persona se trasladó hasta la península, llevando consigo unos 250.000 soldados. De esta manera, las tropas francesas ocuparon casi todo el país y en Madrid, el emperador instaló a su hermano como rey. No obstante, la lucha popular y la guerrilla mantuvieron en jaque a las milicias imperiales. Ante el avance del enemigo y las varias derrotas españolas, la junta Central de Sevilla tuvo que trasladarse a Cádiz y en la isla de León. En enero de 1810 fue disuelta Y suplantada por un Consejo de Regencia para gobernar en su lugar, el cual ejerció la autoridad en nombre de Fernando VII, institución que también pretendía ser reconocida por los reinos de las Indias 629.

         La crisis metropolitana pasó de inmediato a las Indias con gravitantes repercusiones. La acefalía de la Corona creó serios inconvenientes para los reinos ultramarinos y tuvieron en tensión al continente por casi un lustro. Los acontecimientos más importantes de la guerra, las victorias o derrotas eran publicadas en bandos, semanarios y se comentaban en las calles de las ciudades y villas de Hispanoamérica. Las últimas noticias dieron paso a los levantamientos independentistas que veremos más adelante.



LAS OFERTAS REALES


         Durante el bienio 1808-1809, los sucesos en España sembraron confusión y turbación entre los miembros de la clase dirigente en cada provincia indiana, situación que puede considerarse como preludio al estallido revolucionario. Pero sin lugar a dudas, el mayor desconcierto fue el producido por la amplia gama de ofertas presentadas a los colonos hispanoamericanos para elegir rey. Decimos "elegir", pues en toda su historia, tan insólita facultad se les concedió por primera vez a través de los emisarios enviados por Fernando VII, Carlos IV José I y Carlota Joaquina.

         La oferta del rey deseado era la más fuerte y se hallaba patrocinada por el movimiento peninsular antinapoleónico. La Junta de Sevilla fue la pionera en autoadjudicarse la defensa de los intereses de Fernando VII y de otras prerrogativas. En primer término envió emisarios a las Indias para que reconocieran su autoridad, se levantasen pendones, se ejecutasen todas las ceremonias acostumbradas en honor del rey prisionero en Francia y sobre todo se remitiesen donativos económicos con el fin de costear las operaciones bélicas defensivas630.

         ¿Cuál fue la posición del Paraguay ante tal ofrecimiento? Conviene recordar que la provincia se había destacado siempre por su fidelidad a la monarquía, probada a través de tres siglos. Todos los vecinos formaban parte de las milicias y habían rubricado su participación en innumerables gestas, como en la defensa de la frontera hispánica ante el avance lusitano; en la lucha contra los infieles "a su costa y minsión" sin recibir auxilio, armas, ni víveres o en socorro de otras provincias, sin dejar de mentar las constantes contribuciones pecuniarias ofrecidas a la metrópoli por una provincia pobre para las distintas guerras. Lo expresado es prueba de su gran lealtad a la realeza hispana. Sin embargo, no debemos olvidar que, pese a su fidelidad hacia la monarquía, el Paraguay poseía un fuerte y profundo patriotismo regional.

         Con todo, el 2 de octubre de 1808, Fernando VII fue proclamado y jurado en Villarrica con grandes celebraciones y el día 16 de ese mismo mes, también con gran solemnidad, tedéum, desfiles y serenatas, hizo lo mismo el ayuntamiento asunceno631. Posteriormente, en toda la provincia se cantaron misas rogativas por el rey Fernando y, además, se instó a donar en metálico "...para auxiliar a los hermanos españoles en una guerra justa... ". Para ese efecto se abrió un cuaderno de suscripción voluntaria en el cabildo de Asunción, y se notificó a toda la población del país632. Los primeros en registrarse, y no precisamente de manera voluntaria, fueron los comerciantes con la suma de 1.699 y 3 3/4 pesos fuertes633 y entre los meses de noviembre y diciembre de 1808, se remitió a España unos 19.143 pesos, cantidad recaudada de todos los sectores de la población, incluyendo a los miembros del clero634. Es de apuntar que el entusiasmo por Fernando VII se mantuvo por mucho tiempo, pese a no ignorar, tanto el cabildo como el gobernador635, que en Bayona, Fernando había devuelto la corona a su padre.

         La gestión de la junta fue bastante buena, pues casi todas las colonias reconocieron a Fernando como legítimo monarca y enviaron los donativos requeridos.

La segunda oferta fue la de José I Bonaparte, quien también envió emisarios a las colonias para que se reconociese su "legítima" autoridad como rey de España. Sus delegados fueron mal recibidos en Hispanoamérica y se reembarcaron sin haber logrado su objetivo. Es de advertir que las autoridades americanas habían sido alertadas por la junta Central sobre estos comisionados del rey intruso, cuyos resultados motivaron el rechazo y no pocos incidentes. El más señalado ocurrió en Cuba, donde el capitán general, marqués de Someruelos, mandó ahorcar al representante bonapartista636.

         En el Río de la Plata se tomaron algunas disposiciones al respecto. El nuevo virrey, Baltasar Hidalgo de Cisneros, nombrado por la Junta Central de Sevilla en 1809 en reemplazo de Santiago de Liniers637, previno a los intendentes sobre la propagación de papeles anónimos y sediciosos en detrimento de las causas del legítimo rey y al mismo tiempo solicitó que se tomasen las medidas necesarias contra "los individuos del Partido Francés"638. Recordemos que Velasco, en cumplimiento a las órdenes del virrey, había enviado a Buenos Aires a tres franceses, Pedro Arrieta, Francisco Cebró y José Ley, quienes ocasionalmente residían en el país639. Por otra parte, la inquietud de Cisneros no se ceñía meramente a la política bonapartista, sino que presentía el advenimiento de una revolución separatista. Era conocedor de los comentarios en las tertulias familiares, de las discusiones confidenciales en los cafés y en los cuarteles. Temiendo lo peor, el virrey publicó un manifiesto dirigido a "los leales y generosos pueblos del Virreinato", en donde anunció su decisión de no adoptar determinación alguna que no sea previamente acordada por las corporaciones de la capital, entretanto los virreinatos estableciesen la representación de la soberanía de Fernando VII640.

         En varias misivas, Cisneros encargó a Velasco la misión de vigilar muy estrechamente a los vecinos de la capital, especialmente de aquellos quienes mantenían relaciones comerciales con sus pares de Buenos Aires, con el propósito de conservar el espíritu de quietud y fidelidad hacia la monarquía hispana641.

         Pese al desvelo del virrey y de las múltiples advertencias enviadas a todas las autoridades de cada comarca rioplatense, no se pudo contener la vorágine de acontecimientos que originaron las revoluciones independentistas acaecidas entre 1810 y 1811, en las provincias de Buenos Aires y del Paraguay. Siguiendo con las ofertas reales, Carlos IV fue el tercer rey en discordia. Obligado a renunciar, primero a favor de su hijo y posteriormente ante Napoleón, intentó también conseguir apoyo entre los colonos. La Junta Central sospechó, y con razón, del envío de unos comisionados a las Indias para lograr el reconocimiento de su autoridad. Por lo tanto, la junta alertó también a las autoridades españolas sobre el mencionado proyecto642. Al parecer esta intención no prosperó en las colonias, pues casi no se alude a Carlos IV como el legítimo rey, sino al contrario, ya se lo había marginado por su pusilanimidad, luego de los acontecimientos de Aranjuez y de Bayona.

         Sin embargo, la cuarta propuesta real se convirtió en una pesadilla para las colonias españolas. Carlota Joaquina643, casada con el regente Juan de Portugal -futuro Juan VI-, desde su cómoda residencia en Rio de Janeiro, pretendió el reconocimiento del reino, ya que era hija de Carlos IV y hermana de Fernando VII. Tras los sucesos metropolitanos, dirigió cartas y manifiestos a las autoridades políticas y religiosas de Hispanoamérica, comunicando que ella era la única representante de la familia real en libertad, sin haber abdicado de sus derechos. Anotaba además, que la ley Sálica644 había sido derogada en 1789 y por lo tanto, se constituía en la legítima soberana de todas las colonias. No obstante, su actuación en América no parecía perseguir un objetivo exclusivamente personalista. La genuina intención de la princesa consistía en ser coronada reina del Río de la Plata y de Charcas. Hacia 1808, logró en Buenos Aires el respaldo de un grupo de patriotas liderados por Belgrano, Vieytes, Castelli y Paso; sin embargo, cuando Carlota se dio cuenta de que los criollos pensaban utilizarla para sus fines independentistas, denunció el plan al virrey Liniers, asegurando que su propósito radicaba en la conservación de los dominios españoles para su hermano Fernando VII y no actuar en favor de quienes intentaban subvertir el orden monárquico para establecer una república645.

         La presencia de la familia real portuguesa en Rio de Janeiro alertó al gobernador interino de la provincia del Paraguay, Manuel Gutiérrez, quien el 16 de marzo de 1808 comunicó en forma reservada al comandante de la Villa Real, José de Espínola y Peña, para que se tomasen las medidas de precaución en esa frontera con el fin de evitar cualquier sorpresa. Una semana más tarde, el Cabildo de Asunción noticiaba al gobernador el número de milicianos de los dos regimientos, dispuestos para la defensa 646. Es de notar que el Paraguay tomó una actitud defensiva y opuesta a los intereses de la infanta española, pues pocos meses más tarde toda la provincia proclamaba a Fernando VII como el soberano legítimo. No obstante, Carlota siguió insistiendo en su proyecto de reinar en el Río de la Plata, como veremos más adelante.



LA INDEPENDENCIA DE BUENOS AIRES


         Los temores del virrey Cisneros acerca de una revolución separatista, no fueron infundados. El 13 de mayo de 1810, una fragata inglesa procedente de Gibraltar había llegado al puerto de Montevideo y sus tripulantes eran portadores de los sucesos españoles, especialmente sobre la disolución de la junta de Sevilla. La noticia se propagó rápidamente y agitó a la opinión pública bonaerense647. El 20 de mayo, los acontecimientos se precipitaron, cuando el alcalde de 1er. voto del ayuntamiento porteño, don Juan José Léxica, informó al virrey que el pueblo había resuelto reunirse y tratar los destinos de las colonias. Cisneros refutó que ellas estaban seguras bajo el dominio de los virreyes y bajo la autoridad de Fernando VII. Al tiempo que pretendía calmar los ánimos de la población, intentó conseguir el respaldo de las fuerzas militares, pero sin lograr su completa adhesión. Al día siguiente, los criollos Juan José Castelli y Martín Rodríguez se presentaron ante el virrey para solicitarle la convocatoria de un cabildo abierto y éste no tuvo más remedio que acceder a ello648. Al iniciarse la sesión en la mañana del día 22 de mayo, con sólo 251 asistentes649, en el discurso de apertura, se defiende la personería de las provincias y se señala que el propósito fundamental de la convocatoria era el evitar la segregación, mantener la confianza entre las autoridades y los súbditos, afianzar la unión recíproca de todas las provincias y continuar en cordial relación de los demás virreinatos del continente650.

         No es nuestro propósito entrar a dilucidar los sucesos de los días posteriores a esta sesión del ayuntamiento de Buenos Aires, pero como tienen relación con cada provincia integrante del virreinato y por consiguiente atañe al Paraguay; consideramos resaltar algunos episodios de esta agitada semana de mayo porteña.

         Luego de un arduo debate en que los españolistas y patriotas expusieron sus opiniones se procedió a votar por diversas mociones. La intención de los cabildantes españolistas era la de convocar a los representantes de las provincias interiores para favorecer la continuidad de la autoridad virreinal, pues estaban seguros de que los intendentes no aceptarían la destitución de Cisneros, postura alentada por los diputados patriotas651. La reunión del 23 de mayo fue bastante turbulenta, pues se había realizado el escrutinio de la votación del día anterior. Una vez terminado el recuento, se decidió la cesación del virrey; sin embargo, los cabildantes, fieles a Cisneros, decidieron encarar una acción contrarrevolucionaria. Se ampararon en una cláusula que autorizaba a éste formar una junta de Gobierno. A tal efecto, se estipuló la creación de una Junta presidida por Cisneros y cuatro cabildantes652, en tanto se convocasen a los diputados provinciales para establecer la futura forma de gobierno que aglutinase a todas las gobernaciones del virreinato. El día 24, con el respaldo de los jefes militares, el ayuntamiento recibió el juramento de los integrantes de la Junta, pero la maniobra del Cabildo fracasó. La mayoría de los patriotas rechazaron la solución y esa misma noche, los miembros de la junta renunciaron y aun fuera de su voluntad, Cisneros también presentó su dimisión 653. El Cabildo debió aceptar la realidad. Se iniciaba el declive del poder hispano y el triunfo de la causa patriótica.

Esta noticia se propagó inmediatamente como reguero de pólvora en casi todos los barrios porteños. Al día siguiente, en la mañana del 25 de mayo, una multitud de vecinos se agolpó en los corredores del Cabildo a fin de enterarse de las resoluciones de esta corporación. Los integrantes de los grupos revolucionarios irrumpieron en las dependencias del Cabildo e hicieron conocer sus pretensiones: La proclamación y juramento de una junta Provisional.

         Ese mismo día 25, los miembros de este nuevo gobierno asumieron sus cargos jurando fidelidad a Fernando VII654. Es interesante anotar que los revolucionarios porteños carecían de una política convincente: si bien Castelli alegó que el poder soberano en España había fenecido y por lo tanto éste recaía en el pueblo que podía usarlo para establecer su propio gobierno655. La junta recién instituida protestó de labios para afuera, su fidelidad hacia Fernando VII, tal como lo hicieron más tarde los revolucionarios en el Paraguay y en otras provincias, pues la fuerza de los movimientos insurgentes no residía en lo teórico, sino en la acción. Sus jefes trataron de conservar una imagen de legalidad, pero en realidad no hicieron otra cosa que declarar el separatismo de la metrópoli.

         Reunida la junta de Gobierno, entre sus primeras deliberaciones resolvió:

         1°. Comunicar a las provincias interiores de todos los hechos acaecidos en la capital y al mismo tiempo, se invitaba a enviar diputados con la intención de incorporarlos al nuevo gobierno.

         2° Organizar y remitir dos expediciones militares, una al Alto Perú y otra al Paraguay con el propósito de apoyar la revolución656.

         Entretanto, con excepción del virrey, persistía el cuadro administrativo de la colonia. Aunque sus miembros habían sido privados de la cabeza rectora, todavía reaccionaban contra la revolución. En primer lugar, los intendentes locales eran acérrimos realistas y por consiguiente estaban dispuestos a defender su tradicional autoridad. Por otro lado, los cabildos se mostraban vacilantes hacia uno y otro lado, aunque es bien sabido que en los últimos años, la mayoría de ellos se habían enfrentado a los intendentes por asuntos económicos657. Caso excepcional fue el del ayuntamiento asunceno que no tuvo problemas con Velasco. Recordemos que en los últimos lustros, esta corporación estuvo integrada por comerciantes, quienes manejaban la economía provinciana y al mismo tiempo eran fieles defensores de la administración española. Sin embargo, no puede decirse lo mismo del Cabildo de Buenos Aires o de la Audiencia, que después del 25 de mayo obstaculizaban permanentemente las acciones gubernamentales y conspiraban juntamente con el destituido virrey para restablecer el antiguo régimen. Esta situación culminó a principios del mes de junio con la llegada a Buenos Aires de las noticias provenientes de España sobre la instalación en Cádiz de un Consejo de Regencia. De inmediato, la Audiencia exigió a la junta jurarle obediencia, pero la institución optó por una drástica medida. El día 22, Cisneros y los miembros españoles del Cabildo y los oidores de la Audiencia fueron obligados a abandonar el país en un buque inglés, con destino a las Islas Canarias658. Terminaba así, después de casi tres centurias, el dominio hispano en Buenos Aires. Empero, la Junta tendría que emplear la fuerza para extender la revolución hacia las demás provincias del interior y afirmar su autoridad, en todo el ex virreinato.



LA POSICIÓN PARAGUAYA ANTE LOS SUCESOS PORTEÑOS


         La Junta porteña, en un primer momento no le dio gran importancia a la posición y decisión de la provincia del Paraguay con respecto a los acontecimientos del 25 de mayo. Prueba de ello es que, en vez de consignar a Asunción a uno de sus ilustres vocales para obtener la adhesión paraguaya, se conformó simplemente en enviar los pliegos oficiales con un conductor a las ciudades de la carrera del Paraguay, Santa Fe, Corrientes y Asunción. A tal efecto eligió a un paraguayo, coronel de las milicias de costa abajo, don José Espínola y Peña. Este llegó a la primera localidad y entregó la documentación al teniente gobernador, Prudencio María de Pestañaduy. El 5 de junio hizo otro tanto en Corrientes al teniente gobernador, Pedro Fondevila. Al día siguiente, se puso en marcha destino al Paraguay659.

         Ante esta coyuntura, realizamos los siguientes cuestionamientos: ¿Cuáles fueron los móviles que indujeron a la Junta porteña para enviar al Paraguay a un sujeto que gozaba de muy poca estima entre sus comprovincianos?, o ¿acaso este nuevo gobierno, apremiado por las recientes tareas, improvisó algunas gestiones como ésta?, o ¿probablemente, por la premura del tiempo en dar a conocer a las demás jurisdicciones virreinales las últimas decisiones, no pensó en la elección del enviado? De hecho, la novel institución bonaerense cometió una grave imprudencia en delegar al Paraguay a tal personaje, quien había tenido serias divergencias no sólo con el gobernador Velasco, sino también con los vecinos. Aunque su foja de servicios contenía un sinnúmero de méritos, gozaba de pocas simpatías debido a su carácter violento y pendenciero. Antes de esta comisión, Espínola se desempeñó con escaso acierto en la comandancia de la Villa Real. Su actuación había provocado reiteradas censuras y enconos de parte de los pobladores acerca de su mal ejercicio660. Cuando sucedieron las primeras invasiones inglesas y Espínola marchó al sur con destino a Montevideo661, Velasco aprovechó la ocasión para reemplazarlo por Carlos Genovés en carácter de "Comandante Militar y Político y Sub delegado de la Real Hacienda de la Villa Rea "662. Cargo cuestionado ante el virrey por el propio Espínola y, en consecuencia, Sobremonte declaró temporal la subrogación. La protesta de Velasco no se hizo esperar, quien en ese tiempo se hallaba en Buenos Aires; sin embargo, primó la decisión virreinal y Espínola fue repuesto en el empleo una vez terminada la contienda contra los británicos. No obstante, al regresar a la gobernación de la Villa Real, volvió a reincidir en los conflictos vecinales663. Una de las primeras resoluciones de Velasco, cuando se reintegró en el cargo, fue la de relevar nuevamente al cuestionado comandante 664. Hacia 1810, se hallaba éste en Buenos Aires, gestionando su reposición en el empleo cuando le sorprendieron los acontecimientos de mayo. Una excelente coyuntura para recuperar su perdida posición y vengar los agravios contra el gobernador y el cabildo de Asunción. Por consiguiente, no era precisamente José de Espínola el hombre llamado a presentarse en el Paraguay como el mensajero del nuevo orden. Por eso no pudo ser más infortunada su elección, que puso de relieve el escaso conocimiento de los líderes revolucionarios porteños sobre la psicología de las poblaciones y villas del interior. Si en vez de enviar a Espínola, la Junta hubiese nombrado a un Belgrano o a un Rodríguez Peña, probablemente otro hubiese sido el resultado del proceso revolucionario paraguayo665. En su marcha, Espínola llegó primero a Pilar, en donde convocó a un cabildo y obligó a sus miembros a reconocer la junta Provisional porteña, a más de disponer de una movilización para enviar tropas al Río de la Plata.

         Posteriormente, el 21 de junio llegó a Asunción, y entregó a Velasco los documentos confiados a su custodia. Bien sabía el gobernador a qué atenerse sobre los acontecimientos sucedidos en la capital platina. A más de los informes confidenciales recibidos de Buenos Aires y Montevideo, Velasco ya no podía dudar sobre el carácter emancipador de la revolución del 25 de mayo.

         ¿Cómo recibió la provincia del Paraguay al ex comandante de la Villa Real? La misión, aparentemente pacífica, del coronel Espínola y Peña, que iba en realidad con el propósito de suplantar al gobernador del Paraguay, fracasó666. No obstante, su presencia en Asunción creó un ambiente de preocupación y zozobra en toda la población. Primero, porque éste había difundido la noticia acerca de un perentorio reclutamiento a ser enviado al Río de la Plata. Velasco, para tranquilizar los ánimos, emitió una proclama refutando tales informes y aseguró a sus gobernados que si llegare el caso de usar las armas, tanto el propio gobernador y los milicianos serían "los primeros en acudir al llamado de la patria"667. No tardaría mucho tiempo en cumplirse estas palabras pronunciadas por Velasco. Pocos meses después las tropas paraguayas debieron enfrentarse contra el ejército enviado por la junta de Buenos Aires.

         En segundo lugar, Espínola con harta petulancia comentó que tenía instrucciones de la Junta porteña de deponer al gobernador. Enterado Velasco de este nuevo rumor, trató de impedir todo contacto entre el comisionado y los vecinos asunceños. A ese efecto ordenó su confinamiento en la Villa Real. Espínola, en vez de acatar la orden, se fugó con destino a la capital porteña. En el transcurso de su marcha fue diseminando amenazas entre los pobladores y contendiendo con varios vecinos668 e inclusive disputó con un mercader por la compra de unos esclavos669.

         Espínola llegó a Buenos Aires y dio cuenta de su actuación. Poco después dejaba de existir670, no sin antes tramar en el ánimo del nuevo gobierno porteño la idea de preparar una expedición armada contra el Paraguay671.

         Ante lo acontecido, el gobernador resolvió llamar a un congreso general en el ánimo de resolver las cuestiones con respecto a las intenciones porteñas y la posición española. A ese fin, envió un bando a todas las localidades, en donde explicaba que por la "gravedad del asunto...", "...permitan a los ancianos respetables de la campaña para tener parte en una determinación que importa a la felicidad de toda la provincia y conservación de los derechos de Nuestro Rey y Señor Don Fernando séptimo... "672. Es de advertir que la presente resolución se trataba más que nada de una invitación a participar en un cabildo extraordinario o asamblea de vecinos, como las practicadas en los remotos días de Irala o de Hernandarias, y ya había transcurrido casi un siglo de la última reunión de este tipo, convocada por el célebre José de Antequera, con motivo de la revolución comunera.

         El 24 de julio de 1810 se reunió el cabildo extraordinario673 solicitado por Velasco en el local del Real Colegio Seminario con asistencia del obispo García Panés, miembros del clero, los cabildantes, los vecinos principales, los diputados de las villas y poblaciones, los jefes y la plana mayor de los regimientos militares, el administrador de correos, hacendados y comerciantes. Unas doscientas personas conformaban la magna asamblea, congregando a todos los representantes de la sociedad provincial.

         En primera instancia, se resolvió prontamente reconocer al Consejo de Regencia constituido en la metrópoli, pues en vista de todos los documentos existentes y leídos en esa ocasión, no podía dudarse de su legítima instalación. En cuanto a las relaciones con la Junta de Buenos Aires, la asamblea acordó guardar "armoniosa correspondencia y fraternal amistad, suspendiendo todo reconocimiento de superioridad en ella, hasta tanto S.M. resuelva lo que sea de su soberano agrado... "674. El congreso presidido por Velasco dejó entrever claramente la autenticidad de la única representación y de no plegarse a las invitaciones de Buenos Aires, cuyo gobierno se consideraba ilegal. Tres días más tarde, Velasco y los miembros del Cabildo notificaron a la Junta porteña las decisiones del congreso. De igual manera, también la provincia fue informada de tales resoluciones y a la vez se solicitaba a la población evitar "discusión o controversia sobre los puntos ya decididos". De esta forma el gobernador trataba de impedir toda "perturbación que atentase contra la paz y la tranquilidad pública... "675. Por resolución del Congreso se conformó una Junta de Guerra, constituida por el coronel Pedro Gracia, por los tenientes coroneles José Antonio Zavala y Delgadillo y Gregorio Tadeo de la Cerda, por el sargento Juan de la Cuesta y por los capitulares del Cabildo y el ministro de hacienda, bajo la presidencia del gobernador676. De inmediato, se iniciaron los preparativos militares, so pretexto de una virtual agresión portuguesa, aunque en realidad se trataba de la defensa contra una posible invasión porteña. La nota de Buenos Aires expresaba claramente que se enviaría una expedición auxiliar y además Espínola y Peña, antes de fugarse, prorrumpió en amenazas que regresaría con un poderoso ejército para someter al Paraguay bajo la autoridad porteña677.



LA RESISTENCIA PARAGUAYA


         ¿Cómo reaccionó la junta Provisional de Buenos Aires al recibir la comunicación enviada desde el Paraguay? La junta porteña, al tiempo que juraba su fidelidad a Fernando VII y se armaba para conservar los territorios libres de cualquier dominación extranjera, empezaba a obrar independientemente de toda autoridad metropolitana. Después de la defenestración del virrey Cisneros, Buenos Aires proclamó tácitamente su independencia y así lo hizo saber a las autoridades hispanas. Es interesante analizar cada una de las resoluciones de la junta, en donde revela claramente sus intenciones separatistas y su unión con las provincias del interior. La invitación de enviar diputados con la finalidad de incorporarlos al nuevo gobierno era una forma sutil de aglutinar a todas las colonias de la región bajo el establecimiento de un poder central. No obstante, en las provincias internas, los localismos desconfiados resistieron esta proposición. Se debe considerar que si bien en algunos círculos socio-políticos se reflexionaba sobre la independencia, aún no estaba muy latente el proyecto separatista. Muchas de ellas querían seguir sujetas a España.

         La Junta porteña conocía sobradamente los acontecimientos hispanos y explicó su negativa de reconocer al Consejo de Regencia. De seguro, en su seno se debatían sobre los siguientes cuestionamientos: ¿Podría acaso representar este Consejo a los españoles? Y ¿cómo una minoría tan ínfima podía aspirar a dominar todo un continente? Pero el Paraguay gobernado por Velasco no se doblegó ante estas razones. Reconoció a la Regencia hispana y se dispuso a conservar la provincia bajo cualquier circunstancia.

         En consecuencia, la Junta de Buenos Aires actuó con rapidez. El 2 de agosto de 1810, despachó al capitán Juan Francisco Arias al Paraguay con la misión de convencer al elemento criollo a "consagrarse a una justa causa", dicho en otras palabras: a preparar el ánimo de los patriotas paraguayos para un levantamiento contra el poder español. Simultáneamente a esta diligencia, la junta cortó toda correspondencia entre Asunción y Montevideo con el fin de evitar influencias sobre Velasco y las demás autoridades realistas. Era indudable la existencia de un estado de guerra entre Montevideo y Buenos Aires, en tanto el Paraguay estaba por ser arrastrado hacia uno u otro bando.678

         Como primera medida, la Junta de Buenos Aires se propuso enclaustrar al Paraguay, prohibiendo la entrada o salida de embarcaciones, efectos, correspondencias, personas, etc. En este trance, Corrientes, adherida a la causa porteña, era la clave, y la junta ordenó a las autoridades porteñas el cierre de los ríos a la libre navegación y el impedimento del libre tránsito. Ante estas órdenes restrictivas y violentas por los recién liberados del yugo español, ¿qué expectativas sobre la independencia podrían tener los demás criollos de las provincias internas? Con todo, la junta de Buenos Aires volvió a insistir ante el gobernador, el Cabildo y el obispo del Paraguay, el envío de un diputado para la celebración de un congreso que debía tranquilizar a las provincias y luego, en tono amenazante, advertía a Velasco que se uniese a la causa porteña y dejase "obrar al pueblo libremente,... ", y concluía con la siguiente sentencia: "si V. M. persiste en su pertinacia será responsable ante Dios y el Rey de los males que se preparan... "679.

         La provincia recibió esta comunicación con un espíritu de resistencia. A mediados del mes de agosto, la junta de Guerra inició una movilización total de todos los varones y el cateo de armas. El Colegio Seminario San Carlos se convirtió en cuartel y Velasco dejó en el mando interino de la provincia al comandante Pedro Gracia y se dirigió con seiscientos hombres a las Misiones, en procura de armas, en vista que Rocamora, teniente de gobernador de aquellos territorios, se había negado en remitirlas alegando la inutilidad de las piezas 680.

         Por su parte, Corrientes dio cumplimiento a la tarea encomendada por la Junta porteña. Se detuvieron a los barcos con paraguayos que deseaban regresar a la provincia y otros tantos que descendían de Asunción; se prohibió la entrada o salida de las mercaderías, efectos y dinero. Estas hostilidades produjeron una gran indignación en la población asunceña, que sin mediar pretexto, las autoridades adherentes a Buenos Aires agredían al Paraguay.

         En respuesta, la reacción paraguaya fue pronta y decisiva. Gracia, acérrimo españolista, envió a esa localidad una expedición naval al mando del coronel Zavala para librar las embarcaciones detenidas y asegurar la libre navegación. Al llegar a Corrientes, el coronel Zavala intimó al comandante de la plaza, Elías Galván, la entrega de todos los barcos de la carrera del Paraguay, sus cargamentos, patrones, tripulantes y pasajeros y el libre tránsito de los ríos y, al mismo tiempo, notificó el juramento realizado por las autoridades paraguayas al Consejo de Regencia.

         Galván, en respuesta, notificó al coronel paraguayo que salvando las responsabilidades ante la Junta, permitiría la salida de las mencionadas embarcaciones, personas y efectos, como prueba de adhesión a los hermanos paraguayos. Así se realizó y en consecuencia, las fuerzas paraguayas regresaron a la provincia sin combatir contra las correntinas681.

         Entretanto, Velasco había retornado a Asunción trayendo consigo las armas y municiones recogidas en Misiones, poco después también lo hacía Zavala, cuyo resultado exitoso entusiasmó a los españolistas residentes en Asunción, que renovaron sus esperanzas de continuidad y se prepararon con mayor seguridad para enfrentar cualquier agresión con finalidades independentistas.

         Simultáneamente al trajín de los acontecimientos, el Consejo de Regencia, en reemplazo de Cisneros, había nombrado un nuevo virrey, don Francisco Xavier de Elío, con asiento en Montevideo 682. Ante esta noticia, Velasco garantizó, una vez más a la población, la continuación del régimen español "legítimamente establecido" y la importancia de permanecer -la provincia del Paraguay- fiel y sujeta a esa administración y no ser arrastrada por la causa porteña, pues "sus derivaciones serían graves y sufrirían el castigo por su infidelidad”683. La decisión de no someterse al gobierno bonaerense era bastante impertérrita en Velasco, quien constantemente alentaba a los criollos a mantenerse en la actitud adoptada y a perseverar en la resistencia684.

         Si bien se había autorizado al gobernador a preparar un ejército para defender a la provincia de las tentativas lusitanas, por el contrario, todas sus medidas se dirigían a impedir la agresión porteña arriba mencionada. De ahí el origen de las agitaciones, hostilidades y críticas de quienes creían que sólo la avenencia con Buenos Aires podría traer tranquilidad y prosperidad a la provincia. Creemos, como lo aseveran Garay y Benítez, que la historia debería agradecer al último gobernador español, quien movido por su egoísmo o por sus buenos deseos, allanara raudamente de este modo el camino de nuestra segregación del resto del antiguo virreinato del Río de la Plata. Según estos autores, Velasco dirigió todos sus pasos en disponer a toda la población paraguaya para resistir a las ambiciones absorbentes de Buenos Aires. Su oposición en el terreno de la diplomacia, en un principio y posteriormente en los campos de batalla, echó los primeros cimientos en que había de asentarse la construcción de la independencia nacional685. Al mismo tiempo, el gobierno de Buenos Aires se empeñaba en conseguir la adhesión paraguaya. Esta vez, despachó al abogado paraguayo Juan Francisco Agüero. El jurista debía explicar a sus compatriotas que la junta se había constituido conforme a los principios de fidelidad a Fernando VII y advertía una vez más que si la provincia seguía dividida, su comercio se paralizaría y pronto estaría a expensas de los portugueses686.

         Cuando el coronel Espínola retornó de su misión, convenció a los miembros de la Junta que en Asunción se contaba con una considerable cantidad de partidarios, que oprimidos y atemorizados por el gobernador y los funcionarios reales, no osaban manifestar sus ideas, como lo harían si contasen con el apoyo de una expedición armada. Por lo demás, la junta persuadida por las comunicaciones de Velasco y del Cabildo asunceno, en no reconocer al gobierno de Buenos Aires, resolvió exigir por la fuerza quebrantar el juramento hecho al Consejo de Regencia. Es así como se proyectó la expedición de Manuel Belgrano al Paraguay687. Su historia es demasiado conocida para que la repitamos in extenso, por lo tanto nos limitaremos a exponer brevemente sólo algunos hechos que, en nuestra opinión, son relevantes.

         El 4 de diciembre, Belgrano había llegado a la margen izquierda del Paraná, frente a la isla de Apipé, con un fuerte regimiento de más de mil hombres. Cuatro días después cruzó el río y el 15 de enero llegó a Paraguarí y se instaló frente al ejército preparado por Velasco. Los criollos paraguayos exaltados por las proclamas de Velasco y de Vigodet, gobernador de Montevideo, quien había alentado a los paraguayos a que luchasen como hijos dignos de España688, y estos indignados por las declaraciones amenazantes de Espínola y la inminente agresión porteña, decidieron combatir por la causa española y sus representantes. Durante los días 17 y 18 de enero se produjeron algunos ligeros choques entre las dos fuerzas, pero fue la madrugada del 19, la jornada elegida para iniciar la batalla. En plena oscuridad colisionaron ambas milicias y durante media hora la lucha fue indefinida. La lobreguez y la confusión coadyuvaron en el desbande de las tropas paraguayas, las que fueron perseguidas por las porteñas hasta llegar a Paraguarí. Al iniciarse la contienda, Velasco se hallaba en su cuartel general; producida la dispersión de su estado mayor, él también huyó, de manera precipitada a refugiarse en la Cordillera de los Naranjos, no sin antes desvestirse y arrojar el uniforme al suelo para no ser reconocido689. La historia relata este acontecimiento como un acto de cobardía del último gobernador español y, como hemos señalado en el prefacio del trabajo, la generalidad de los paraguayos lo recuerda más por este episodio que por toda su obra gubernamental. El hecho citado constituye una asaz incongruencia en el perfil de un hombre que luchó bizarramente en Europa y en América en tremendas campañas contra los enemigos de su patria y quien por su coraje y valentía consiguió todos sus galones690, hasta merecer el de brigadier general de infantería "por su gran valor y méritos prestados" en la guerra contra los ingleses691. Asimismo, hemos recogido algunas expresiones de coetáneos suyos, los fiscales de la Real Hacienda de Buenos Aires, cuyas referencias aportan testimonios sobre su valerosa personalidad y fue considerado como "...un oficial ejemplar, que reúne a las cualidades de sus servicios y concepto militar, los prácticos conocimientos é inteligencia..." y "...por concurrir en él las cualidades de la pericia militar y servicios distinguidos... "692.

         Del mismo modo, el propio Velasco, un mes antes del enfrentamiento contra Belgrano, había lanzado una proclama para alentar a las milicias y al pueblo paraguayo, en la cual expresaba "...soy un viejo en la Guerra, y conozco cuánto vale esta clase de armas manejadas oportunamente por manos como las vuestras. Moriré con gusto en medio de vosotros, y tendré la gloria de acabar mis cansados días al frente de una Provincia heroica, y de unos súbditos amables, en cuya defensa me parece un corto sacrificio de mi vida"693. Sin embargo, es interesante observar el comportamiento humano en determinados momentos o ante situaciones adversas. ¿Qué aconteció con este experimentado militar, acostumbrado a la guerra? ¿Qué especulaciones contradictorias pasaron por su mente ante un nuevo peligro de perder la vida? ¿Fue el temor a la muerte que lo obligó a huir o realmente la senectud lo volvió más circunspecto?, ¿o probablemente, cedió al deseo de evitar el derramamiento de sangre, convencido que los independientes permanecerían durante mucho tiempo en el campo de batalla? Preguntas que posiblemente nunca tendrán respuestas.

         Unos días después de Paraguarí, el mismo Velasco justificaba su proceder en una nota a Vigodet: "...Yo me hallaba en la división del coronel Gracia cuando se rompió el fuego y habiendo observado que flaqueaba, quise pasar a la de Cabañas, pero una partida de facinerosos como en número de 50, al mando de don Ramón Espínola, se dirigieron con mayor rapidez a sorprenderme en la capilla de Paraguarí, donde me consideraban; me vi cortado por dicha partida y sin duda hubiera sido víctima de su bárbaro furor, a no haber echado pie a tierra los granaderos de mi escolta que les hicieron retroceder y la fidelidad sin igual de estos provincianos, que ocultaron el punto en donde me hallaba "694. Lo concreto y evidente es lo verificado en aquella fatídica madrugada que ante el primer embate contra el enemigo, el gobernador y jefe de las fuerzas militares paraguayas, no previendo los resultados, huyó de la contienda y abandonó a sus soldados, hecho que desacreditó su extraordinaria carrera militar y administrativa ante los ojos de toda la provincia del Paraguay.

         Las milicias paraguayas al mando de los coroneles Gamarra y Cavañas derrotaron con éxito al ejército invasor en las batallas de Paraguarí y dos meses más tarde en Tacuarí. En cumplimiento de sus funciones, el gobernador informó al virrey Elío de las victorias contra los insurgentes porteños y envió a Montevideo, unos 13 oficiales y 195 soldados capturados en las mencionadas campañas695. Sin embargo, el gobierno en manos de Velasco prosiguió por un breve tiempo. Paraguarí había significado la caída definitiva del poder español en el Paraguay. No obstante, el ejército invasor había tenido la habilidad de sembrar entre los criollos algunas ideas independentistas, las que no tardaron en germinar.


1.6. CONATOS SUBVERSIVOS Y LA INDEPENDENCIA NACIONAL

        

         Entre setiembre de 1810 y mayo de 1811, puede denominarse etapa de determinaciones, pues eran varias las disyuntivas que se presentaban en la región. Los criollos de las provincias del interior debían tomar decisiones concretas con relación a plegarse a la Junta de Buenos Aires o ser partidarios del Consejo de Regencia o sencillamente, ni lo uno ni lo otro, ser independientes de ambos gobiernos. En el Alto Perú, las provincias dependientes de la Audiencia de Charcas se negaron a reconocer a la novel Junta porteña 696 e idéntica resolución se tomó también en Montevideo697. Estas localidades veían a la provincia del Paraguay como una posible y fuerte ayuda para combatir al nuevo gobierno bonaerense, aunque en Asunción no faltaban los defensores del sistema de las juntas y, en particular, la existencia de muchos solidarios con la causa porteña, quienes trabajaban activamente.

         En el transcurso de los preparativos militares del ejército liderado por Belgrano en Buenos Aires, eran persistentes las comunicaciones entre esta ciudad y Asunción. Chasques y emisarios especiales no dejaban de viajar de una a otra capital, a tal punto que Velasco ordenó el cese inmediato de toda comunicación procedente de Buenos Aires, "pues podrían infiltrarse ideas subversivas provenientes de la junta.”698. ¿Quiénes eran los partidarios de las Juntas independentistas en la provincia del Paraguay? Los más activos agentes de la junta porteña eran el franciscano Fray Fernando Cavallero, animoso propagandista de la emancipación699, y don José de María, un español como muchos otros, que había abrazado la causa de la independencia y convertido en un fervoroso patriota.

         En agosto de 1810, de María arribó a Asunción en su pequeña embarcación Montserrat, probablemente trayendo instrucciones de los doctores Juan José Castelli y Mariano Moreno a sus partidarios paraguayos. A poco de llegar, inició sin demora una intensa acción subversiva que iría a cubrir gran parte de la provincia. Para ello distribuyó secretamente panfletos anónimos y solicitó al gobierno permiso para trasladarse a la Villa Real de Concepción700, sitio donde se perpetró uno de los conatos subversivos antes de la revolución de la independencia.


a. Conato revolucionario en Asunción y en la Villa Real de Concepción. X y XI-1810


         Mientras José de María iniciaba los trabajos subversivos en la Villa Real, en la capital el doctor Somellera, secretario del gobierno, por expresas instrucciones de Castelli, ideaba defenestrar al gobernador y a su entorno, entre los cuales se hallaban su sobrino Benito Velasco, el ministro de hacienda, don José de Elizalde, varios capitulares del Cabildo y los demás integrantes del gobierno, todos partidarios españolistas y "se le encargaba no se apartase un punto de lo que la junta de Buenos Aires le ordenaba tratando de ejecutar todo aquello que le pareciese conveniente... "701. El plan consistía en decapitar al gobernador y debía ejecutarse en enero de 1811; sin embargo, la trama fue descubierta por Velasco y los implicados, Pedro Nolasco Domecq, Narciso de Echagüe, Fortunato Roa, José Luis Mora y Santiago Aráoz y el religioso franciscano José Baca, fueron detenidos y enviados al fuerte Borbón702.

         En tanto en la Villa Real, José de María trabajaba arduamente en reunir adherentes a la sublevación. Esta peña revolucionaria estuvo integrada por los sacerdotes Fermín Sarmiento y Nicolás Ibarbals, por el doctor Manuel José Báez y José María Aguirre. Según las denuncias hechas por varios vecinos 703, los implicados se reunían todas las noches supuestamente en casa del religioso Sarmiento. Allí conspiraban contra el gobierno, "hablaban a favor de la Junta de Buenos Aires" y habían pronunciado "palabras muy ofensivas a la conducta del Gobernador del Paraguay y demás ministros” 704. Si bien el Comandante Militar y Político de la Villa Real, don José Ramón Gómez de la Pedrueza, tomó declaración verbal a todos los acusados, entre el 3 y 5 de noviembre de 1810, el único puesto en prisión y luego enviado a Asunción fue Aguirre705. Por consiguiente, Pedrueza absolvió de toda culpa a los demás supuestos implicados y no existen pruebas de que Sarmiento, Báez o Benítez, ni otro cualquiera haya conspirado o formado una Junta patriótica para derrocar al gobierno de Velasco. Sólo cometieron el delito de haber escuchado las declaraciones de Aguirre y no lo delataron. Conviene acotar que José de María, el instigador de toda esta presumible insurrección, no se encontraba en el sitio de los hechos cuando los complotados fueron aprehendidos. Este había vuelto a Asunción y allí se enteró de la prohibición de navegar hacia el sur. Él mismo relató con posterioridad, que se salvó de su detención gracias a la ayuda brindada por el doctor Pedro Somellera. Beneficiado con su libertad, solicitó permiso al gobierno para llevar un cargamento de yerba a Santa Fe, con destino al Perú. El pase le fue denegado, ocasión que le permitió continuar afanosamente en las acciones subversivas706.

        

b. Conato revolucionario en Yaguarón. XII-1810


         Dos días antes de la Navidad de 1810, el administrador de Yaguarón, Juan Manuel Grance en compañía de Eustaquio Centurión, se trasladó a la chacra de Pedro Cuyuró, corregidor de dicho pueblo, sitio en donde se hallaba toda la compañía de urbanos de Pirayú, al mando del teniente Pedro Pablo Caballero y del capitán Antonio Ayala. En un aparte, Grance les comunicó a los milicianos lo siguiente: "los porteños que vienen son cristianos católicos como nosotros; que vienen a sacarnos del cautiverio y opresión en que nos tienen los europeos707. La comunicación emitida por Grance tenía por objeto crear el derrotismo en las filas de Velasco, así se infiere de las declaraciones del capitán Ayala, días después de este suceso. El citado militar había manifestado que Grance se mostraba muy partidario de la campaña militar dirigida por Belgrano y que la provincia del Paraguay debía adherirse a la causa de la Junta bonaerense, pues estaba desarmada y "...aquella gente porteña está civilizada y trae artillería invencible", por lo que a su parecer no convenía el presentar batalla, sino rendirse. Además con este hecho se ganaba la voluntad de los rioplatenses y según Grance, estos no traían mala intención, sólo la de libertarles del yugo español. En su arenga el citado administrador insinuaba la formación de una junta integrada por él mismo, el capitán Ayala y Eustaquio Centurión. Así, de esta manera, se mejoraría el estado de la provincia 708.

         La conspiración fue denunciada por los militares y Velasco ordenó la detención de Grance "por inducir a varios individuos inclinándoles a seguir el partido de los insurgentes". En esta complicada trama se hallaban comprometidos, a más de los indicados Grance y Centurión, el yerno del primero, Benigno Somellera, y el hijo del corregidor de Yaguarón, José Luis Cuyuró709. Por las declaraciones de Grance, se infiere que la Junta porteña contaba con un valioso mecanismo de guerra sicológica en el propio cuartel general de Velasco en Yaguarón. Sin embargo, pese a la difusión de esta propaganda adversa, la moral de los criollos se mantuvo en alto, prueba de ello fueron las exitosas batallas de Paraguarí y Tacuarí.


c. Conato revolucionario en Itá. I-1811


         Este complot revelado el 13 de enero preocupó en demasía a Velasco porque su dirigente, Pedro León, era nada menos que un alférez del ejército patriota. Ya no se trataba de directores civiles. La idea separatista se había introducido también en el ejército. Este intento como los demás, fue descubierto antes de concretarse 710. No obstante, ocasionó en Velasco un indicio de alarma, pues era conocedor que después de la campaña de Paraguarí contra Belgrano y de su desesperada fuga, el coronel Cavañas se había convertido en el jefe virtual de las milicias, usurpando su autoridad.


d. Conato revolucionario en la capital. IV-1811


         En el transcurso del mes de abril de 1811 continuaron los trabajos subversivos. El día 6 debía registrarse una sublevación patriótica con la intención de apoderarse del cuartel y por ende del gobierno. No obstante, pese al sigilo de sus movimientos, los conductores civiles fueron descubiertos y apresados el día antes de la ejecución del plan. Estos eran Manuel Hidalgo, el ex secretario de la gobernación en 1808, el porteño Marcelino Rodríguez y el asunceno Pedro Manuel Domecq, quien respondía activamente a la corriente de la Junta bonaerense. Según Carlos R. Centurión, este Domecq es el mismo conspirador que aparece con el nombre de Pedro Nolasco en la tentativa de octubre del año anterior, pero apresado y remitido al fuerte Borbón, reaparece otra vez en la capital, con la esperanza de lograr su cometido711, el cual fue nuevamente frustrado.


d. La independencia nacional


         Es posible que hayan existido otros trabajos subversivos, porque el escenario y el ambiente de la provincia en ese entonces, eran propicios para la proliferación de actividades de esta índole, fundamentalmente después de los acontecimientos porteños de mayo de 1810. Sin embargo, la conspiración más importante fue la dirigida por Fulgencio Yegros, Manuel Atanacio Cavañas y Blas José Roxas de Aranda, la cual debía iniciarse a principios de mayo de 1811, de acuerdo a un extenso plan que se concretaría con un desenlace victorioso a fines de dicho mes. Sin embargo, los acontecimientos se precipitaron por la presencia de un efectivo portugués, quien vino a ofrecer a las autoridades hispanas el "apoyo material necesario para combatir a los rebeldes americanos"712.

         Es importante determinar que el móvil del presente trabajo no es precisamente centrarse en el desarrollo de todos los sucesos precedentes y consecuentes al 15 de mayo, pues estos han sido registrados de manera fehaciente y extensa con todos sus detalles por varios historiadores nacionales y extranjeros; por lo tanto nos limitaremos sólo a exponer algunos hechos más vinculados con el proceder del último gobernador español, antes que a las actividades cumplidas por los ilustres patriotas de la independencia.

         Los jefes y oficiales que realzaron su prestigio con su valerosa actuación en Paraguarí y Tacuary, disponían sin reservas de los regimientos provinciales. Velasco quedó desacreditado, no sólo ante las tropas sino también ante el pueblo, primero por su negativo proceder y luego por licenciar a las milicias sin abonarles sus haberes. Este desprestigio fue acrecentado al conocerse de sus vinculaciones con los portugueses. Obstaculizado, sin poder recuperar su reputación y autoridad, el gobernador se debatía en indecisiones y buscaba apoyo para sostener su gobierno de las amenazas internas y externas. El Cabildo asunceno, que otrora defendiera a ultranza la causa españolista, ahora se mostraba incapaz de detener la vigorosa corriente libertaria que se avecinaba. En febrero de 1811, este ayuntamiento convenció a Velasco de la necesidad de llamar a los portugueses como auxiliares militares para salvaguardar los límites fronterizos de las Misiones ante las intenciones porteñas. Tal vez contra sus deseos, el gobernador aceptó la misión y encomendó al coronel Cavañas el inicio de las negociaciones con los lusitanos 713. En consecuencia, Diego de Souza, capitán de los ejércitos de Rio Grande do Sul, quien tenía expresas instrucciones de la princesa Carlota Joaquina de "auxiliar a las autoridades legítimas españolas contra las fuerzas rebeldes...", puso a disposición de Velasco unos 1.500 efectivos, incluyendo varias piezas de artillería 714. Con el objetivo de coordinar los planes y obtener una solicitud formal y definitiva por parte del gobierno del Paraguay, Souza decidió enviar un comisionado a Asunción. Eligió para esa gestión al teniente de dragones Diego de Abreu quien, después de algunas demoras en Itapúa, arribó a la capital el 9 de mayo. Dos días más tarde, el comisionado portugués y el gobernador asistían a una extensa sesión del Cabildo, en donde Abreu mencionó por primera vez el precio del auxilio solicitado. El teniente portugués expresó claramente a la asamblea que para recibir la ayuda militar, se debían reconocer los derechos de Carlota Joaquina a la Corona española y sus dominios; entre ellos, el Paraguay. Esta exposición incomodó tanto al gobernador como a varios cabildantes. Es de advertir que Velasco se estaba arriesgando al aceptar la presencia de un oficial portugués en la provincia, sin autorización del virrey Elío. Con la falta de dicha anuencia, su gestión sería considerada como un acto ilegal o en el peor de los casos, una traición al legítimo rey de España. Acaso por ese motivo escribió a Souza el 13 de mayo "que por ahora no necesita esta Provincia el auxilio de tropas que tan generosamente me ofrece...", sin embargo solicitaba la suma de "veinte y cinco mil pesos... para mantener la constante fidelidad de estos honrados provincianos"715. Este pedido de dinero, probablemente era para pagar a los militares descontentos. Velasco pensaba que un ejército nacional bien retribuido era menos peligroso que la presencia de milicias extranjeras en suelo paraguayo. Prueba de ello tenemos en el inmediato pago que el propio gobernador ordenó después de la independencia716.

         Por otra parte, es factible que Velasco rehusara el auxilio militar portugués, porque conocía de antemano los preparativos de su deposición, pues unos días antes del 14 de mayo, algunos allegados al gobierno le informaron sobre la inminente subversión 717. Como hemos mencionado, los planes conspirativos previstos para fines de mayo se adelantaron para la madrugada del día 15. El capitán Pedro Juan Cavallero fue el encargado de intimar al gobernador Velasco. Este entregó el mando y así, de manera nomológica, llegaban a su fin los tres siglos de coloniaje en el Paraguay. Velasco prosiguió en el gobierno acompañado por dos diputados del Cabildo, el criollo José Gaspar Rodríguez de Francia y el español Juan Valeriano Zevallos, hasta el 9 de junio, fecha en que fue suspendido de sus oficios juntamente con los miembros del Cabildo por la imputación de "intentar entregar la provincia a los portugueses,"718. Dicha separación fue ratificada en el acta del Congreso General celebrado el 17 de junio de 1811, en cuya oportunidad el diputado Mariano Antonio Molas mocionó que "Don Bernardo de Velasco así por los motivos expuestos en el Bando como por haber abandonado nuestro ejército en Paraguarí quede privado de todo mando subrogándose en su lugar una junta de Gobierno... "719

         Disposiciones ulteriores del gobierno independiente dejaron nuevamente en libertad a Velasco, quien optó por quedarse en el país, pese al propósito de los Cónsules Francia y Yegros, quienes en 1814 decidieron proscribir del Paraguay, a cierto número de españoles "considerados peligrosos”720 .

         De todos los intendentes españoles que administraron las gobernaciones integrantes del virreinato del Río de la Plata, en los últimos años coloniales, don Bernardo de Velasco fue el único que decidió permanecer en la ex provincia a su cargo en el transcurso del período independiente y terminó sus días en el Paraguay después de 1822 721.



NOTAS


1BLOCH, M.1957. Introducción a la Historia. 2da. Edición, México Breviarios del Fondo de Cultura Económica, p.47.

2LINCH, J. 1962. Administración colonial española 1782-1810. Buenos Aires. Eudeba. pp. 11-26

3Algunos monarcas europeos aceptaron muchas ideas liberales y coincidieron en que su aplicación beneficiaría a sus respectivos reinos, pero ninguno accedió a restringir su poder, por ese motivo fueron conocidos como los Déspotas Ilustrados.

4GIBSON, Ch. 1977. España en América, Barcelona, Ediciones Grijalbo, pp. 264-277.

5MORALES PADRÓN, F. 1975, Historia de América. Tomo VI. Madrid, Espasa Calpe, pp. 861/880.

6GIBSON, Charles. España... opus cit. p. 273.

7La orden de extrañamiento se dictó en 1767 y en el Paraguay, se ejecutó un año más tarde.

8A.N.A. - C.V.R.B. Cat. N° 71. Año 1803.

9ZINNY, A. 1967. Gobernantes del Paraguay. Buenos Aires-Barcelona. Ediciones Grijalbo, p. 227.

10GARAY, B.1897. Compendio Elemental de Historia del Paraguay, Madrid, Vda. e Hijos de M. Tello, p. 112.

11VELÁZQUEZ, Rafael Eladio, 1970. Breve Historia de la Cultura en el Paraguay. Ediciones Novelti, Asunción, pp. 118-121.

12VELÁZQUEZ, Rafael Eladio, 1975. Transformaciones de la época de la Intendencia del Paraguay. Anuario de la Academia Paraguaya de la Historia. Vol. XX. Asunción, 1983, pp. 77-80. Maeder, Ernesto, J.A. La población del Paraguay en 1799. El censo del gobernador Lázaro de Ribera. Estudios Paraguayos. Vol. III. N° 1. Asunción, p. 66/67.

 

NOTAS - LA INDEPENDENCIA NACIONAL

 

623A.G.I. Audiencia de Buenos Aires. Legajo N° 40. 19-IX-1808. Testimonio de fidelidad al monarca Fernando VII del señor Julián Baltazar Álvarez de la Real Academia Carolina de la ciudad de La Plata.

624Napoleón Bonaparte, brillante general, en 1799 asumió el gobierno de Francia en carácter de cónsul y desde 1804 como emperador. Impuso su soberanía sobre la mayoría de los estados europeos, mediante conquistas o alianzas. Uno de sus opositores más firmes fue Inglaterra, país a quien no logró someter. En consecuencia, Napoleón decretó el bloqueo económico prohibiendo a los estados europeos comerciar con Gran Bretaña, en su intento de ocasionar la derrota económica de su adversario.

625La corte portuguesa representada por la familia Braganza permaneció por espacio de 14 años en el Brasil. El futuro rey Juan VI y una nutrida representación de la nobleza marcharon al exilio el 27-XI 1807.

626RODRÍGUEZ LAPUENTE, M. 1983. Historia de Iberoamérica. Barcelona, Ed. Sopena. S.A., p. 416.

627Ibídem, p. 417.

621A.G.I. Audiencia de Buenos Aires. Leg. 94. Declaración de guerra al emperador de la Francia. 6-VI-1808.

629LUCENA SALMORAL, M. 1998. Historia de Iberoamérica. Tomo III. Madrid, Ed. Cátedra, p. 55.

630Ibídem, pág. 58.

631 QUEVEDO, R. Setiembre-Octubre de 1961. Paraguay Año 1808. Conferencia presentada en las jornadas de Historia del Sesquicentenario Asunción, pp. 8/9.

632  A.N.A. Copia de Actas del Cabildo de Asunción. Carpeta Nº 34. Fos. 32/33. 13-X-1802.

633A.N.A. S.H. Vol. 209. Nº 10. Fos. 2/3. 25-X-1809.

634 A.N.A. Copia de Actas del Cabildo de Asunción. Carpeta Nº 34. Fo. 46. 19-II-1809.

635En octubre de 1808, interinaba la provincia el gobernador don Manuel Gutiérrez. 636 LUCENA SALMORAL, M. Historia de Iberoamérica... Opus cit., p. 59.

637Santiago de Liniers era francés, razón por la cual fue destituido y reemplazado por Cisneros.

638A.G.N.A. Intendencia del Paraguay. Sala IX. 4-6-11. Cisneros a Velasco. 27-XI-1809.

639A.G.N.A. Intendencia del Paraguay. Sala IX. 4-6-11. Cisneros a Velasco. 20-XII-1809.

640CHAVES, J. C.1959. Historia de las relaciones entre Buenos Aires y el Paraguay. 1810-1813. Asunción, Ediciones Nizza, p. 15.

641A.G.N.A. Intendencia del Paraguay. Sala IX. 4-6-11. Cisneros a Velasco. 16-II-1810.

642LUCENA SALMORAL, M. Historia de Iberoamérica... opus cit., p. 59.

643Carlota Joaquina tendría en ese tiempo treinta y tres años y una gran experiencia en intrigas. Había conspirado con la nobleza portuguesa para declarar incapacitado a su marido. Le acusaba de estar demente como su madre, doña María, y así tener la regencia del gobierno portugués.

644La ley Sálica, promulgada en 1713 por el monarca Felipe V, excluía del trono a las mujeres y a sus descendientes.

645LUCENA SALMORAL, M. Historia de Iberoamérica... opus cit., p. 59.

646QUEVEDO, R. Paraguay Año 1808, opus cit., p. 8.

647BUSTINZA, J.A. -GRIECO Y BAVIO, Alicia. 1993. Los tiempos modernos y contemporáneos hasta 1830. Buenos Aires, AZ Editora, 4ta. Edición. p. 236.

648LUCENA SALMORAL, M. Historia de Iberoamérica... opus cit., p. 71.

649Los 199 ausentes eran principalmente vecinos (cabezas de familia) coaccionados por los jóvenes patriotas para que no entraran a formar parte de la reunión.

650A.G.N.A. Acuerdos del extinguido Cabildo de Buenos Aires. Tomo IV. Libros LXV, LXVI y LXVII. Años 1810-1811. Buenos Aires, 1927. Acuerdo del 22-V-1810.

651Ibídem.

652Ibídem, Acuerdo del 23-V-1810.

653Ibídem, Acuerdo del 24-V-1810.

654BUSTINZA, J. A. -GRIECO Y BAVIO, Alicia. Los tiempos modernos... opus cit., p. 238.

655LYNCH, J. Administración... opus cit., pp. 253.

656BUSTINZA, J. A. -GRIECO Y BAVIO, A. Los tiempos modernos... Opus cit., p. 238.

657LYNCH, J. Administración... opus cit., p. 254.

658Ibídem, p. 239.

659CHAVES, J. C. Historia de las relaciones... opus cit., p. 28.

660A.N.A. S.H. Vol. 174.184-1800.

661A.N.A. S.H. Vol. 205.17-VII-1806.

662A.N.A. S.H. Vol. 200.19-XI-1806.

663A.N.A. C. V R. B. Cat. 122. 27-I-1808.

664A.G.N.A. Intendencia del Paraguay. Sala IX. 1809

665CHAVES, J. C. Historia de las relaciones... opus cit., p. 27.

666PRIETO, J.1988. Paraguay, la provincia Gigante de las Indias. Asunción, Archivo del Liberalismo, p. 107.

667 A.N.A. S.H. Vol. 211. Nº 24. 2-VII-1810.

668A.N.A. S.H. Vol. 212. N° 5. 18-VII-1810.

669A.N.A. S.H. Vol. 211. Nº 25. 10-VII-1810.

670José de Espínola y Peña falleció en Buenos Aires el 8 de setiembre de 1810.

671CHAVES, J. C. Historia de las relaciones... opus cit., p. 30.

672A.N.A. S.H. Vol. 214. N° 7.2-VII-1810.

673El Congreso del 24 de julio de 1810 fue el último cabildo abierto registrado en el Paraguay colonial.

674Acta del Congreso del 24-VII-1810 en Molas, Mariano. Descripción histórica... opus cit., p. 98.

675A.N.A. S.H. Vol. 211. 27-VII-1810.

676Acta del Congreso del 24-VII-1810, opus cit.

677A.N.A. S.H. Vol. 212. N° 5.18-VII-1810.

678CHAVES, J. C. Historia de las relaciones... opus cit., p. 44.

679Circular de la junta de Buenos Aires del 19-VIII-1810 en GARAY, Blas; BENÍTEZ, Gregorio. 1996. La revolución de la independencia del Paraguay. Asunción, El Lector, p. 30.

680CHAVES, J. C. Historia de las relaciones... opus cit., p. 47,

681WILLIAMS, J. H. La Guerra no declarada... opus cit., pp. 35/36.

682Francisco Xavier de Elío fue nombrado el 12° virrey del Río de la Plata el 3-VIII-1810 y tomó posesión de su cargo el 12-I-1811.

683A.N.A. S.H. Vol. 212. Bando del gobernador Velasco. 11-IX-1810.

684GARAY, B.; BENÍTEZ, G. La Revolución... opus cit., p. 36.

685Ibídem, p. 37/38.

686CHAVES, J. C. Historia de las relaciones... opus cit., pp. 65/68.


687GARAY, B.; BENÍTEZ, G. La Revolución... opus cit., p. 39.

688Proclama de Vigodet en CHAVES, J. C. Historia de las relaciones... opus cit., p.72.

689CHAVES, J. C. Historia de las relaciones. ..opus cit., pp. 76/77.

690YABEN, J. Biografías Argentinas y... opus cit., p. 1082.

691A.G.N.A. Sala IX. Leg. 8-5-9. 24-I-1808. Real Provisión del 31-I-1808.

692A.G.N.A. Sala IX. Leg. 24-5-2.174-1808.

693A.N.A. S.H. Vol. 211. Nº 20. Proclama de Velasco. Asunción, 10-XII-1810.

694Nota de Velasco a Vigodet en CHAVES, J. C. Historia de las relaciones.,. opus cit., p. 77.

695A.N.A. N.E. Vol. 834. 6-IV-1811.

696A.N.A. S.H. Vol. 212. 8-IX-1810. Comunicación de Vicente Nieto Navarro de Mendoza, presidente de la Real Audiencia de Charcas.

697A.N.A. C.VR.B. Cat. 144. 5-XII-1810.

698 A.N.A. S.H. Vol. 210. Nº 3. F° 5.15-IX-1810.       

699CHAVES, J. C. Historia de las relaciones... opus cit., p. 106.

700A.N.A. S.H. Vol. 212. N° 4. Fos. 3/5. 24-IX-1810. Correspondencia de Agustín Gracia a su padre, el gobernador interino, Pedro Gracia, denunciando los intentos subversivos de José de María.

701A.N.A. S.H. Vol. 61. Proceso a Santiago Aráoz. 22-XII-1810.

702Ibídem.

703A.N.A. S.H. Vol. 212.4-X-1810. Fo. 71. Denuncias de José Ignacio Viedma en contra de los hermanos Julián y Manuel Villa, Juan Bautista Egusquiza, Juan Miltos y Gabriel Benítez, a quienes los acusó de conspiradores.

704A.N.A. S.H. Vol. 212. 10-X-1810. Fo. 73 y sgtes.

705A.N.A. S.H. Vol. 212. 3 y 5-X-1810. Fo. 93.

706CHAVES, J. C. 14-V-1961. La personalidad de Don José de María. Asunción, Revista Ñandé. Año III- Nº 51, p. 17.

707AYALA QUEIROLO, V. 1998. La Revolución de la Independencia Nacional. Asunción, Cuaderno Conmemorativo de la Independencia Nacional. Vicepresidencia de la República, p. 46.

708Ibídem, pp. 47/48.

709A.N.A. S.H. Vol. 215. Fo. 16.7-I-1811.

710 A.N.A. S.H. Vol. 184. Fo. 2.13-I-1811.

711CENTURIÓN, C. R. 1962. Precursores y Autores de la Independencia del Paraguay. Asunción, p. 25.

712Ibídem, p. 20.

713A.N.A. S.H. Vol. 432. Fo. 1. Comunicación de Manuel Atanacio Cavañas a Francisco de las Chagas Santos. 3-II-1811. Documento citado por John Hoyt Williams en El Gobernador Velasco y los Portugueses. Asunción, Historia Paraguaya. A. P. H. Vol. 13.1969-70, p. 123.

714A .G.I. Audiencia de Buenos Aires. Sala IX. Legajo 618. Comunicación de Carlota Joaquina a la Nación Española. Junta en Cortes. 30-V-1811.


715A.N.A. S.H. Vol. 184. Fo. 2.13-V-1811. Documento citado por John Hoyt Williams en El Gobernador Velasco... opus cit., p. 126.

716A.N.A. N.E. Vol. 3406. 24-V-1811.

717Declaración de Manuel Doldán en Un Documento Inédito sobre la Revolución del 14 y 15 de mayo de 1811. GILL AGUÍNAGA, J. B. 1962. Asunción, Historia Paraguaya. A. P. H. Vol. 6-7, p. 23.

718A.N.A. S.H. Vol. 213. Bando del 9 de junio de 1811.

719A.N.A. S.H. Vol. 213. Acta del Congreso Nacional del 17-VI-1811.

720 VIOLA, A. José Gaspar Rodríguez de Francia... opus cit., p. 64.

721GIL NAVARRO, R. s/f. Veinte años en un Calabozo. Talleres Gráficos Zamphirópolos, Asunción, p. 10. El autor narra un incidente acaecido durante la dictadura del Dr. Francia hacia 1822. En dicho episodio comparecieron por orden del Dictador todos los españoles residentes en Asunción, entre los cuales se hallaban el Obispo García de Panés, José de María y don Bernardo de Velasco, ex gobernador del Paraguay.



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