PATRIA
Poesías de JUAN CASSANELLO
¡Yo evoco vuestras gestas, nimbadas de heroísmos,
y enlazo a vuestros Manes, el son de mi laúd:
será una humilde ofrenda, que por la Patria os rindo,
a vuestros sacrificios, perenne gratitud!
A MI BANDERA
Yo la he visto en mis sueños, siempre altiva
henchida de grandeza soberana,
de mi vida en la espléndida mañana,
y en todas mis jornadas... ¡Siembre arriba!
¡Jamás la manchen, no, mientras yo viva!
¡Jamás denigren su beldad arcana!
¡De mil Héroes cubrió tumba temprana,
y nunca fue con deshonor, cautiva!
¡Bella Bandera! Cuando llegue el día
de prorrumpir mis últimos clamores,
anhela con pasión, el alma mía...
estrechando la Cruz de mis amores,
en mis labios tenerte, Enseña mía,
y arroparme en tus pliegues tricolores.
PASO A LOS VENCEDORES
En la entrada victoriosa del Ejército del Chaco
22 de Agosto de 1935.
Sobre el acento y ritmo de "La marcha triunfal" de Rubén Darío.
Bajo el arco de triunfos
van pasando marcialmente las legiones ...
Los de férreos corazones;
los pletóricos de gloria;
los invictos escuadrones
que en presente conjugaron las homéricas historias...
Van pasando sin orgullo;
van pasando sin pregón de vencedores:
con el bravo verde-olivo de batalla,
con los hierros de metralla,
con los hierros destructores
a sus hombros recostados,
como hienas que dormidas han quedado
en el regazo agazapadas de sus fieros domadores...
¡Soldaditos de oro y bronce! ¡Qué de hazañas
voy leyendo en vuestras frentes
por los soles sombreadas!
Fuisteis oros relucientes
de mil épicas jornadas;
fuisteis bronces refulgentes,
cual bruñeron vuestros Padres del Setenta,
con sus gestas legendarias y proezas no igualadas...
Allí vienen los invictos campeones;
van llevando hacia la gloria a sus guerreros,
como ayer, por los senderos
y los fieros cañadones...
¡Son los jefes! ¡Es el JEFE! Corazones
que ajustaron sus latidos a las notas
de los himnos de la Patria mancillada:
¡No supieron las derrotas!
Como ayer, son los leones,
que crecieron defendiendo mi bandera idolatrada...
¡Mi bandera! ¡Ya la veo! Va en sus pliegues
sobre el fondo de esmeralda, verde-olivo sus colores
desplegando, mientras besa
con sus labios de Princesa
las cabezas polvorientas
de sus hijos vencedores...
Es la misma que en la huesa
del humilde soldadito, sus amores
le dijera, por aquella que allá lejos,
va con ansias, por su espera
hilvanando su tristeza ...
¡Madre buena! ¡Madrecita de aquel Héroe,
que una cruz cubre amorosa!
Tú, ¿qué esperas...? ¿Qué angustiosa
tu mirada se ha clavado
en la estela que ha dejado
la pujante caravana victoriosa...!
¡El no vuelve! ¡Se ha quedado!
¡Es el hito que pregona lo que es nuestro!
Lo que es tuyo, Madre ansiosa:
ese Chaco que tu hijo te ha legado!
A LOS GLORIOSOS CAPELLANES DEL SETENTA
¡Gloriosos Capellanes, que ungisteis vuestra Estola
con púrpura de mártires, en recio batallar!
¡Del Paraná hasta el Apa, vuestro cantar de gloria,
-¡POR DIOS Y POR LA PATRIA!- quisisteis modular!
Sufristeis mil penurias en épicas jornadas,
al lado de la Patria, en luchas sin igual:
¡Desde la de Corrales, su aurora ensangrentada,
hasta su "Noche Triste" allá en Cerro Corá!
Vuestro sayal flotaba en medió de la lidia,
y el humo del combate, incienso era a la vez ...
cuando al herido dabais, consuelo en su agonía,
perdón al moribundo... ¡Luz del fanal postrer!
Los Héroes Legendarios, a nuestra voz supieron
morir en holocausto del sacro Pabellón;
vuestras sagradas manos, sus tumbas bendijeron...
¡Acaso la trinchera, con ellos os cubrió!
Los páramos os vieron en pos de nuestro Pueblo,
por vía-crucis cruento al sacro Aquidabán:
¡Allí rendisteis, mártires, vuestro sayal de gloria,
en el ocaso igneo del férreo Mariscal!
Yo sé que hay una tumba, sin cruz y sin leyenda,
que guarda los despojos, que ornara el Pectoral...
¡Quizás querrá algún día, la Historia justiciera,
lavar "supuesta" infamia (1) con linfas de verdad!
Cuando la Enseña Santa, acaso avergonzada,
sobre el sangriento suelo, izara la traición...
¡En la proterva ofensa, no se manchó la Estola,
y el barro de esa afrenta, no mancilló el Altar!
Tras el turbión nefando, diezmados os volvisteis
sin pan, sin techo acaso, al Templo en ruinas ya:
¡Y desde allí forjasteis, la faz vindicadora
de nuestra patria historia...! ¡Rehacer al Paraguay!
Y fuisteis por las sendas desiertas del terruño,
llevando en vuestros hombros, de glorias un caudal...
¡Sólo el glacial olvido, os musitó sus nenias!
¡Que nadie a vuestros Nombres, ay, moduló un cantar!
¡Yo evoco vuestras gestas, nimbadas de heroísmos,
y enlazo a vuestros Manes, el son de mi laúd:
será una humilde ofrenda, que por la Patria os rindo,
a vuestros sacrificios, perenne gratitud!
(1) Carta del Padrez Maíz al Dr. O'Leary, en la que dice "...la supuesta conspiración..." por la que fue fusilado el Obispo Palacios. (8 de Junio de 1911).
SOLDADOS DEL SETENTA
¡Soldados del Setenta! ¡Perínclitos Patriotas,
que en lides soberanas luchasteis con honor:
aún flota en vuestras frentes por la metralla rotas,
vibrando cual cantares, vuestro sin par valor!
¡Soldados del Setenta! Del Paraná hasta el Apa
trazasteis amplia ruta de heroico batallar:
de sangre rojo el llano, y el cerro y la comarca,
por no rendir esclava la Patria y su Heredad...
¡Soldados del Setenta! Hoy vais por los caminos,
curvados bajo el peso de gloria sin igual:
y aunque un mendrugo acaso os echen los mezquinos,
la Patria os guarda, en tanto, espléndido sitial...
¡Soldados del Setenta! Yo evoco vuestras gestas
preñadas de martirios, con halos de esplendor:
y a vuestros pies arrojo, cual de homenaje en prenda,
de aquel glorioso lustro, febril evocación.
¡Soldados del Setenta! Os veo jadeantes,
sangrientos, sudorosos, luchando sin cesar:
¡Rubrica vuestro triunfo: CURUPAYTY radiante,
y guardan vuestros nombres, los muros de HUMAITA!
Os sigo por los campos de LOMAS VALENTINAS;
valerosos Leónidas, allá en YTORORO;
No importa si sois niños, si "usáis barbas postizas"
de AGOSTA-ÑU en los páramos, con garras de león!
Os miro en largas filas, en éxodo espantoso,
subiendo a las nacientes del sacro AQUIDABAN:
¡Y allí, formando cuadro, el último, glorioso,
en torno a la agonía del grande Mariscal!
¡Soldados del Setenta! Si oigo enajenado
los himnos de mi tierra. . . Y adoro con afán
Su Enseña idolatrada... ¡Venero entusiasmado
la historia que en arrugas me cuenta vuestra faz!
¡Soldados del Setenta, de indómita bravura!
En prístinos destellos, aún brilla su fulgor...
¡Las ondas rumorosas del Paraguay modulan
de vuestras glorias épicas, el himno redentor!
¡Soldados del Setenta! Las brisas de la tarde
besando las trincheras que os vieran batallar,
repiten vuestros nombres, cual vívidos cantares,
brotados en las tumbas, que hoy cubre el pirizal.. .
¡Soldados del Setenta! Se van, se van los últimos:
con ellos las reliquias vivientes del ayer...
¡Oh, broten de esos Héroes, nuevos retoños puros,
cual vuelve del quebracho el tronco a florecer!
Canto inspirado en los épicos versos que escribió en guaraní el trovador Emiliano R. Fernández con el mismo título.
NOCHE DE TRINCHERA
Recuerda un episodio acaecido
en las trincheras de Nanawa en la Contienda Chaqueña (1931-1935).
Silencio en la Noche ... Cesó la Metralla:
su pausa un instante la Muerte imperó:
dos cuerpos tendidos las sombras amantan:
dos fieros titanes, que Marte reunió...
El uno sus ojos fijó en la trinchera,
que ha poco escupiera sus balas, feroz...
¡El otro en sus sueños, de Madre muy tierna,
el beso añorado, con ansias sorbió!
………………………… .
Silencio en la Noche... Estalla una ráfaga...
y cruzan las balas el gran cañadón...
¡Dos cuerpos tendidos las sombras amantan:
despierta el dormido... el otro expiró!
Silencio en la Noche ... Cesó la metralla ...
su pausa un instante la Muerte imperó:
¡El uno, sus ojos posó en lontananza,
y al muerto a su pecho, febril estrechó ...!
Silencio en la noche... ¡Y gloria a la Patria!
LA BANDERA DEL FORTÍN
(Episodio de Guerra Chaqueña:
Fortín Gondra, Julio de 1933.)
La enalzaron los Héroes de mi Tierra,
como un reto de muerte y osadía
al invasor que se atreviera un día
el dintel de la Patria a traspasar...
Yo la contemplo allí, enhiesta, altiva,
como la frente de Amazona airada,
lanzando su estridente carcajada
de la brega al horrísono fragor.
A sus flancos cruzaron cien metrallas;
a sus plantas se abrieron hondos surcos;
formáronle aureola polvo y humo...
¡y a su sombra más bella pareció!
¡Cuántas brisas cantaron en sus pliegues!
¡Cuántos soles besaron sus colores!
¡Cuántas noches velaron sus fulgores!
El recuerdo en sus franjas se arropó...
Y en aquel del valor Mástil glorioso,
en el vaivén de la inmortal jornada,
lanzóle el invasor torva mirada,
y fue del bravo guaraní el amor...
El le juró en el bronce, no arriarla; (1)
él, como a madre, la veló a sus plantas;
él, porque allí perenne se quedara,
su vida en holocausto le ofrendó...
Su silueta gallarda se posaba
en los ojos del Héroe moribundo:
¡Para ella y su madre, amor profundo
le consagró en el último estertor!
………………………… .
Han huido las huestes enemigas;
y se alejó el fragor de la batalla:
y cesaron los fuegos ... ¡La metralla
sólo en ecos al Mástil rebotó!
¡Y allí siempre quedó la Santa Enseña,
como la frente de Amazona airada,
lanzando su estridente carcajada
como un reto de muerte al invasor!
(1) Los soldados paraguayos habían grabado en el bronce su juramento de que "jamás sería arriada la Bandera", y cada vez que la metralla la echaba del Mástil, volvían a enalzarla a costa de muchas vidas... ¡Y allí quedó, después que fue alejado el enemigo! (contienda Chaqueña).
MADRECITA
Desde el Chaco hostil, madrecita mía,
su cantar te envía mi cariño al fin...
¡Que a tu nombre guarda sus notas mejores:
pues son sus amores gigantes por ti!
No importa si el tiempo tendió sus distancias,
ni abrigó esperanzas de volverte a ver:
¡Tu recuerdo siempre lo mece mi pecho,
como el verde helecho el agua al correr!
Recibe en las brisas, que besan tu frente
un abrazo ardiente y un beso también,
y dile a la Virgen que vela tus sueños,
me vuelva a tu seno, que te vuelva a ver...
Yo siempre añorando los años que han ido,
recuerdo mi nido, no olvido mi hogar:
mi ranchito pobre, su verde enramada:
¡En el mundo, nada, los podrá igualar!
Y allá en el boscaje de flores cubierta,
roída y desierta, dormida una Cruz...
¡A su sombra santa, mis muertos queridos,
tu ruego, en gemidos, escuchen tal vez!
Adiós, Madrecita. . . Si un día pidiera
mi hermosa Bandera mi sangre y mi ser:
en alas del viento la noche silente,
a besar tu frente volveré otra vez...
Bajaré en los rayos del níveo lucero;
al cantar del céfiro mis voces oirás;
te hablaré en los lirios; cantaré en la brisa
seré tu sonrisa en blanco azahar...
Y en la noche triste, el vago chirrido
que lanza en el nido cuitada torcaz,
será que de lejos retorno a tu abrazo,
buscando en tu brazo, mi dicha y solaz. ..
¡No llores, mi madre! Seré tu consuelo,
de allá, desde el cielo, a donde vendrás,
trayendo de nuevo tus dulces caricias,
tu voz, tu sonrisa, tu amor maternal...
Fuente:
ALMA Y SENTIMIENTO DE UN POETA PARAGUAYO
Selección de poesías del R.P.Dr. JUAN M. CASSANELLO, salesiano
Colección “ÑANDUTI LITERARIO”, Vol. I
Editorial Don Bosco, Asunción – Paraguay
1966 (117 páginas)