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Enrique Espínola
  “PRETERITO IMPERFECTO, FUTURO PERFECTO” TEXTILES, DIBUJOS Y PINTURA - ENRIQUE ESPINOLA


“PRETERITO IMPERFECTO, FUTURO PERFECTO” TEXTILES, DIBUJOS Y PINTURA - ENRIQUE ESPINOLA

“PRETERITO IMPERFECTO, FUTURO PERFECTO”

TEXTILES, DIBUJOS Y PINTURA

ENRIQUE ESPINOLA



“Pretérito Imperfecto, Futuro Perfecto” nos sitúa en un espacio de tránsito entre lo que fue y lo que será, explorando la memoria como una trama inacabada y el porvenir como una promesa en construcción. A través de sus obras textiles, pinturas y dibujos, Enrique Espínola nos sumerge en un territorio donde el tiempo no es una línea, sino un tejido vivo, compuesto por gestos, huellas y repeticiones que revelan la fragilidad y la persistencia de lo humano.


Desde una mirada antropológica, cada obra es un vestigio de identidades en movimiento, una cartografía de la migración y el desplazamiento, donde los cuerpos y sus memorias no se fijan en el pasado, sino que resisten el olvido al inscribirse en el presente.


Lo imperfecto del pretérito es la materia misma de la historia: fragmentaria, incompleta, hecha de recuerdos que se reescriben y de narraciones que se contradicen. Espínola nos invita a observar ese proceso no como una falla, sino como la condición esencial de nuestra experiencia temporal.


Desde una perspectiva filosófica, el futuro perfecto se convierte en un horizonte en disputa. No es un destino cerrado ni una utopía rígida, sino un espacio donde la materia plástica del arte se abre a nuevas posibilidades de ser. Aquí, los trazos y texturas actúan como signos de lo que aún no existe, de lo que se anuncia sin garantizarse, de lo que se proyecta como una forma en devenir. En este diálogo entre lo ausente y lo presente, entre lo transitado y lo imaginado, Espínola nos enfrenta al misterio del tiempo, recordándonos que toda certeza es frágil, y que todo instante es ya parte de la transformación.


El espectador es invitado a recorrer estos vestigios y anticipaciones, a dialogar con lo mutable y a ser parte del flujo de imágenes que, como en un palimpsesto, superponen tiempos y significados. En cada obra, Espinola nos desafía a pensar en la permanencia y la transformación, en el límite entre lo efímero y lo definitivo.


Así, Pretérito Imperfecto, Futuro Perfecto no solo nos convoca a mirar, sino a ser cómplices de la creación de significado. Nos vuelve partícipes de un tiempo que no se cierra sobre sí mismo, sino que se expande en múltiples dimensiones, allí donde la historia y el gesto artístico se entrelazan para revelar que, en cada superficie y en cada trazo, el pasado aún pulsa y el futuro ya empieza a existir.


Franco Ferranti

Curador

Buenos Aires. 2025


Video visita



CORPUS

Dibujo, punto hilván sobre tela de lienzo crudo

200 x 180 cm.
2024

Bordado sobre el vacío, cuerpos que se repiten en la urdimbre del tiempo. El patrón repetitivo y entrelazado transforma la multiplicidad en unidad, un corpus donde cada figura es reflejo de la otra. La interconexión se vuelve inevitable, como si la materia que nos forma estuviera hilvanada con los mismos hilos invisibles.


Cada línea cosida es un hilo de memoria: figuras suspendidas en la transparencia, testigos de su propia transformación. Son fragmentos de identidad dispersos en la tela, ecos de una presencia múltiple, una danza de formas que insinúan el tránsito entre lo corpóreo y lo ausente.


El hilo en ocasiones negro o blanco delinea fronteras, pero estas fronteras no aprisionan; se despliegan en un ciclo infinito donde el cuerpo es huella, es latido, es posibilidad de renacer. Se desvanece en su propia repetición, adquiriendo nuevo significado en cada giro, en cada sombra insinuada sobre el lienzo.


El bordado es rito y es huella. La aguja atraviesa, une, desgarra y recompone. Lo humano se fragmenta y se duplica: somos hilos entretejidos en una vasta trama, cuerpos que insisten en existir, aún en la fragilidad de la tela, aún en la incertidumbre del espacio.


Hay un ritmo en la composición, una cadencia en las formas que recuerdan el latido, la respiración compartida. No hay un solo cuerpo, sino todos los cuerpos contenidos en una misma expresión. Así, la obra de Enrique
Espínola es testimonio de la permanencia y la transformación, del ser que se fragmenta solo para volverse infinito.

Franco Ferranti
Buenos Aires .2025


CORPUS II

Dibujo, punto hilván sobre tela de lienzo crudo

200 x 180 cm.

2024

Seleccionada XIX Salón de Artes Visuales 2024. Museo de Arte Contemporáneo Victor Grippo. Junín. Argentina.


CORPUS III

Dibujo, punto hilván sobre tela de lienzo crudo

100 x 160 cm.

2024

Seleccionada III Bienal Nacional de Dibujo 2024. San Juan. Argentina


CORPUS IV

Dibujo, punto hilván sobre tela de lienzo crudo

100 x 160 cm.

2024

Seleccionada III Bienal Nacional de Dibujo 2024. San Juan. Argentina



CORPUS V

Dibujo, punto hilván sobre tela negra

200 x 180 cm.

2024

Colección Museo de Arte Contemporáneo de Corrientes. Argentina.


KUIMBAE/ KUIMBAE

Dibujo, punto hilván sobre tela de Ao Poi

45 x 30 cm.
2017

Enrique Espínola nos presenta en KUIMBAE/KUIMBAE una exploración textil donde el bordado se convierte en un lenguaje de memoria y transformación. Cada hilo es un trazo que construye la figura, no solo como representación, sino como una presencia que se despliega en el tiempo.

Las texturas del bordado evocan la piel, la historia inscrita en cada puntada, como si el cuerpo fuera un territorio tejido por experiencias. La elección del textil de Ao Poi como soporte refuerza la idea de fragilidad y resistencia, de lo humano como un entramado de fuerzas opuestas: lo efímero y lo persistente, lo íntimo y lo colectivo.

Esta obra nos invita a pensar en la identidad no como algo fijo, sino como un proceso en constante construcción, donde cada hilo es un vestigio de lo que fuimos y de lo que aún podemos ser.

Franco Ferranti
Buenos Aires.2025





“SOY MIGRANTE”


Serigrafia popular sobre remeras
Medidas variables
2015

Las palabras estampadas son ecos de voces migrantes, memorias en tránsito que resisten el olvido. Declaraciones de cuerpos que cruzan fronteras afirmando su lugar en el mundo.


El camino no empieza ni termina, es continuidad, un horizonte sin dueño. Llevo en mis manos la historia de quienes me precedieron, en mi espalda el peso de lo que aún no ha sido. Soy tránsito y permanencia, un latido que atraviesa tiempos y distancias.


Mi voz es tu voz. Mi sombra camina junto a la tuya. Mi hambre es tu hambre. Mira mi rostro en el reflejo del agua; en mis ojos está el mismo sol que te alumbra. No soy otro: soy tú, en otra piel, en otro idioma, en otro abrazo.

Mis manos sostienen el día, construyen los techos bajo los cuales sueñas, cultivan la tierra que alimenta tu hogar. Trabajo, porque en cada grano de sudor está mi historia. No soy carga ni cifra. Soy fuerza, movimiento, semilla que fecunda.


Las camisetas son lienzos urbanos, portavoces de un éxodo cotidiano. Las palabras no gritan; susurran verdades que el viento dispersa, verdades que piden ser leídas, entendidas, abrazadas. Porque migrar es existir, y existir es ser historia en tránsito.


Franco Ferranti
Buenos Aires.2025


¨MIGRACIÓN Y TRANSCULTURALIDAD”

Acrílico sobre tela
160 x 250 cm.
2017

Los rostros se entrelazan en una danza de colores vibrantes, desplazándose entre capas de matices que transforman la identidad en un flujo continuo. En "Migración y Transculturalidad", la materia pictórica respira en tonalidades dinámicas, como si el color mismo fuera testimonio del viaje, del tránsito incesante entre lo que fuimos y lo que seremos.

Las siluetas se repiten, pero nunca son iguales. Cada una porta una huella única, una esencia irrepetible que, sin embargo, encuentra eco en el colectivo. Así, la obra de Enrique Espínola captura el ritmo de la migración: un viaje de transformación, de adaptación, de pertenencia construida en movimiento.

El entretejido de formas y contrastes sugiere no una partida, sino una expansión. Migrar no es desaparecer, sino multiplicarse en la memoria de los lugares atravesados, en la historia que se transporta sin perderse. Aquí, la pintura se convierte en territorio, en espacio donde la identidad es fluida, en tránsito eterno.


Franco Ferranti
Buenos Aires. 2025




“ESPECTROS I”
“ESPECTROS II”

Fotografía, toma directa a partir de décollage de intervención urbana.

Medidas Variables
2020

Espectros I, evoca la fragilidad de la memoria y la identidad. En ella, un cartel desgastado y parcialmente arrancado deja entrever la figura de un hombre. Su rostro, fragmentado por el paso del tiempo, parece resistirse a la desaparición, como un eco de lo que alguna vez fue.


La textura rugosa del fondo intensifica la sensación de desgaste, de un tiempo que no perdona, que erosiona y borra lentamente. La camisa aún visible, aunque incompleta, se convierte en un vestigio, en la prueba de una presencia que lucha contra el olvido. El desgarro del papel es también el desgarro de la historia: la imagen sugiere que somos construcciones efímeras, sujetos a la implacable acción de los días. ¿Quién era este hombre? ¿Quiénes somos cuando las marcas de nuestra existencia se desvanecen?.


La fotografía nos deja en una frontera entre la permanencia y la desaparición, recordándonos que toda identidad es, en el fondo, un diálogo entre lo que permanece y lo que inevitablemente se pierde.


Espectros II, emerge de su propia erosión, como si el tiempo hubiese impreso su huella en cada fragmento desprendido. Su silueta es un vestigio, un eco de dentidades pasadas que aún resisten en la textura del papel gastado. Aquí, la mujer no es un ser fijo, sino una aparición en tránsito. Su esencia se filtra por las grietas de su propia imagen, como una historia que se deshace y se reconstruye en cada mirada. No es solo deterioro, es transformación; no es solo ausencia, es la persistencia de lo que alguna vez estuvo.


En este juego de capas y desgaste, la imagen se convierte en un palimpsesto de la identidad, un testimonio de lo efímero y lo eterno en la misma superficie. La mujer no desaparece del todo; se desdobla en la memoria, dejando su rastro en la piel del papel y en la percepción de quien la observa.

Franco Ferranti. Buenos Aires. 2025


“PYTA”

Dibujo Oleo Pastel sobre papel

50 x 70 cm
2018

El rojo es más que un color: es un latido, un impulso, una vibración que atraviesa el papel y se instala en la mirada. En la obra Pyta de Enrique Espínola, las líneas se despliegan como raíces que buscan tierra o como llamas que devoran el aire. Es un rojo que no se contiene, que se expande y se repliega en un juego de tensiones y equilibrios.


La tierra, roja y ancestral, respira bajo el peso del tiempo. En sus entrañas, raíces profundas se aferran a la memoria de lo que fue y lo que será. No hay superficie sin historia, no hay color sin resonancia.


Sobre este suelo, las flores emergen como fragmentos de luz. No son meras formas, sino gestos de resistencia, cicatrices que florecen en medio de lo áspero, en el pulso de la tierra viva. La línea se deshace y reconstruye, como un pensamiento que atraviesa la piel del paisaje. Las formas orgánicas parecen danzar en un espacio sin gravedad, flotando entre lo tangible y lo etéreo. ¿Son fragmentos de un recuerdo? ¿Vestigios de un sueño? La obra invita a perderse en su maraña de trazos, a descubrir en cada curva un nuevo significado.

Aquí, el rojo no solo es pigmento, es herencia, es latido, es el susurro de la tierra que guarda la huella de quienes la han caminado. En cada trazo, una historia se despliega, dibujando con sombras el eco de lo vital. Pyta es la imagen del recuerdo persistente, el roce entre lo efímero y lo eterno. Un diálogo entre tierra y flor, entre grieta y brote, entre ausencia y raíz. Es un rojo que habla, que grita, que susurra. Aquí, el color no es solo pigmento, sino emoción pura. Es el rojo de la pasión, del fuego, de la vida en su estado más visceral. Y en su aparente caos, hay un orden secreto, una armonía que solo se revela a quien se detiene a mirar con el alma.

Franco Ferranti. Buenos Aires. 2025


“NATURALEZA URBANA”


Pintura, Mixta sobre tela.
120 x 140 cm.
2019

Las raíces emergen, resquebrajan el concreto, trepan por las grietas invisibles de una urbe que creyó haberlas sepultado. La pintura Naturaleza Urbana de Enrique Espínola es un grito silencioso, una rebelión vegetal que se abre paso entre los restos de asfalto y hierro.

El verde irrumpe, se despliega en filamentos que desgarran la monotonía urbana. Las líneas blancas, destellos de movimiento, parecen los últimos vestigios de resistencia de la ciudad, pero la naturaleza avanza con una certeza implacable. El amarillo vibra, como el sol que incendia los muros desgastados, reclamando lo que alguna vez fue suyo.


La ciudad sigue. Crece en sus grietas, se extiende en sus raíces, se diluye en sus luces. Aquí, los colores no son solo pigmentos, sino fuerzas en conflicto y en reconciliación. La ciudad cede, se entrega, permitiendo que lo orgánico recupere su espacio, que la vida vuelva a respirar sobre lo que alguna vez estuvo sofocado. Es un retorno inevitable, una memoria que se rehace en hojas, en raíces, en grietas que son puertas abiertas a lo que nunca dejó de existir y asi lo efímero se vuelve eterno. Lo urbano se transforma en naturaleza.


Franco Ferranti
Buenos Aires. 2025



“TANIMBU I”
“TANIMBU II”


Pintura, Mixta sobre tela
90x90 cm.
50 x 70cm.
2019

En este paisaje efímero, la naturaleza se diluye en gestos convulsos, como si respirara su última exhalación de polvo y humo. Lo orgánico se infiltra en el concreto, las formas blancas emergen como residuos de vida en un entorno que oscila entre el desgaste y la persistencia.


Todo se desmorona en trazos inciertos, un laberinto de sombras y grietas donde el tiempo ha dejado su huella de ceniza. Fragmentos de memoria flotan entre líneas quebradas, desdibujando los márgenes de lo que alguna vez fue sólido.


El caos se convierte en ritmo, la destrucción es un lenguaje que la ciudad pronuncia en sus arterias de asfalto. Hay algo de renacimiento en las cicatrices en la textura que se desgarra para revelar nuevas posibilidades.


Aquí, en esta naturaleza urbana reducida a cenizas, la historia insiste en escribirse sobre el vacío. ¿Será la ruina un punto de partida? ¿Podrá el olvido convertirse en germen?

Este es un espacio donde el tiempo no es lineal, donde el pasado y el presente se funden en una danza de formas inciertas. Las cenizas de lo urbano aún laten, esperando una nueva manera de habitarse.

Franco Ferranti
Buenos Aires. 2025


“INTERSTICIOS”


Pintura, acrílico sobre tela.
150 x 160 cm.
2023

Intersticios, fragmentos de realidad suspendidos en un instante, donde el tiempo respira y la materia se vuelve incierta. Capas superpuestas de existencia danzan en un equilibrio frágil, como ecos de recuerdos que se deslizan entre pinceladas audaces. En cada trazo, un universo suspendido: un punto de fuga hacia lo desconocido, un susurro que invita a perderse en el vacío fértil de la imaginación.

La pintura de Enrique Espínola vibra con la memoria de las fisuras, con la danza de lo fragmentario que nunca es ruptura, sino tránsito. Hay movimiento en la textura del color, un pulso que late bajo la superficie, como un río subterráneo que arrastra las voces de quienes han habitado este espacio antes que nosotros.


Lo que se oculta en los intersticios no es vacío, sino posibilidad. Son umbrales abiertos a la metamorfosis, a la recomposición de una imagen que nunca se fija del todo. En la contemplación, el espectador encuentra su propio reflejo: un ensamblaje de recuerdos, de ausencias, de deseos que buscan su forma en la maraña de lo abstracto.

Intersticios... espacios ocultos que resisten la definición, donde la mirada se detiene y encuentra un latido nuevo. La pintura vibra, no como un muro, sino como una ventana entre mundos posibles.
 

Los intersticios no son grietas de pérdida. Son fisuras de creación, de tránsito, de respiración. ¿Quién se atreverá a habitarlos?.


Franco Ferranti
Buenos Aires. 2025


“PROFUNDO MAR”

Pintura, acrílico sobre tela

40x40cm.

2020

Seleccionado para Artes sin Fronteras.  Manzana de las luces. Buenos Aires.2020

Seleccionada Noche de los Museos, Museo Naval Tomas Espora. Buenos Aires 2022


La vastedad del océano es también la vastedad de la conciencia. En la profundidad, la luz se disuelve en sombras líquidas, y las formas se descomponen en trazos inciertos.
Todo fluye, se despliega en corrientes invisibles, en movimientos que no tienen principio ni fin. Este mar es el territorio de lo desconocido, donde el límite entre lo tangible y lo inasible se vuelve difuso. ¿Qué yace bajo la superficie? ¿Cuántas capas de realidad se superponen en este espacio donde lo visible apenas roza lo esencial?


Las líneas y texturas en esta pintura no narran una historia concreta, sino un estado, un ritmo. Como el pensamiento, como el recuerdo, como el instante que se estira antes de desvanecerse. Aquí, el tiempo no es una sucesión de momentos, sino un flujo continuo, una danza de formas que se escapan antes de poder ser nombradas.

Mirar esta obra es mirarse en el abismo. Es aceptar que en la profundidad no hay respuestas absolutas, solo preguntas que se desplazan como olas sobre la superficie de la mente. ¿Es el océano un espejo de nuestra existencia? ¿Es este mar la metáfora de todo lo que nunca logramos comprender del todo?


Aquí, en el fondo de lo inexplorado, la conciencia pulsa con la misma cadencia que el agua, recordándonos que somos también fragmentos de aquello que nunca podremos abarcar completamente.

Franco Ferranti
Buenos Aires. 2025


“LINEA DE HORIZONTE”


Pintura, acrílico sobre tela

40 x40cm
2020

Línea de horizonte se presenta como un umbral donde la inmensidad del cielo y la solidez de la tierra se encuentran en tensión silenciosa. La frontera no es fija ni absoluta: la línea se ondula, respira, susurra la inestabilidad de los límites. El negro profundo, denso, parece contener el peso de lo desconocido, mientras que el blanco emerge con una pureza expectante, como si algo estuviera a punto de revelarse.

En este gesto pictórico, la idea de horizonte se despoja de su función meramente geográfica para convertirse en símbolo de tránsito y posibilidad. ¿Es un amanecer en el que la luz reclama su espacio, o un ocaso en el que la sombra se funde con el vacío? La respuesta queda suspendida, abierta al eco de quien observa.


La obra de Enrique Espínola, con su refinada simplicidad, nos invita a detenernos en la intersección de opuestos, en ese filo donde la permanencia y la transformación dialogan. El horizonte, lejos de ser una línea divisoria, se torna un espacio de encuentro-aquí, en la profundidad de la mirada, en el instante en que la ausencia y la presencia convergen.

Franco Ferranti
Buenos Aires. 2025



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