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BENJAMÍN VELILLA (+)

  ORÍGENES DE LUQUE - Por BENJAMÍN VELILLA


ORÍGENES DE LUQUE - Por BENJAMÍN VELILLA

ORÍGENES DE LUQUE

Por BENJAMÍN VELILLA

 

            Señores:

            Una honrosa invitación me ha concedido la oportunidad de ocupar esta tribuna del "Centro Valderrama", que aprovecho con sumo agrado para ponerme en contacto con los muy importantes elementos intelectuales de la ciudad que el Centro representa, ciudad que es uno de los focos avanzados de la cultura nacional, en afanosa tarea de descontar el retraso en que andamos con relación a otros países de nuestra misma edad, debido a causas múltiples de la geografía y de nuestra particular evolución histórica, determinantes de más frustraciones que éxitos, pero, quizás por eso mismo, factores para acendrar el patriotismo y templar el tesón necesario con que superar las dificultades acumuladas.

            El tema que me ha confiado el "Centro Valderrama" es ya, de por sí, un índice del elevado nivel estudioso de sus componentes; sin duda reflejo de la próspera población donde actúa. Tratar de esclarecer los orígenes de Luque y su desarrollo consecutivo es un planteamiento de cultura superior.

            En todo pueblo, estudiar la propia historia suele ser un coronamiento intelectual, que asoma recién después de haber satisfecho otros cometidos más perentorios para adquirir la adultez orgánica, la capacitación fructífera de una mayoría de edad en la vida, lo mismo en lo individual que en lo social o colectivo.

            En nuestro país, preocupaciones de esta naturaleza no se plantean todavía sino por parte de una minoría selecta de núcleos avanzados, que constituyen la vanguardia de la civilización de la República. Así está calificada y numerosa reunión, adquiere el simbolismo de una sociedad en las etapas de integración del mayor desarrollo espiritual que nuestra patria puede ofrecer, floración magnífica de los hogares, de los colegios y emporios de trabajo que en Luque elaboran eficazmente el desarrollo nacional.

            Mi colaboración esta noche será más aplaudir y fomentar este promisor impulso local, que para resolver los esclarecimientos propuestos por el Centro que nos reúne, cuya empresa llevarán a su término los futuros investigadores de la misma ciudad, pues las cuestiones de cómo se originaron las poblaciones del suelo patrio paraguayo, están envueltas en oscuros problemas comunes no desentrañados aún, no habiendo en nuestros registros oficiales sino débiles y deshilvanados indicios que escaparan de las diversas devastaciones y peripecias sufridas por el país.

            Si de la Capital, Asunción, sabemos algo más, es en su mayor parte por documentos extraídos de archivos extranjeros, especialmente de España, gracias a numerosísimos historiógrafos americanos que realizan investigaciones en sus depósitos de rica escribanía colonial.

            No obstante, aunque no nos sea dable producir informaciones completas, o definitivas en tales respectos, constituye, sin duda, un deber ciudadano aportar lo que cada cual logra conocer en el sentido de la estructuración histórica del territorio nacional. Y en este concepto yo les diré lo que sé de Luque, siendo ello poco, pero tal vez útil para orientar otras investigaciones más fecundas.

            El territorio de este Distrito se halla incorporado a nuestra historia conjuntamente con las primeras tierras descubiertas alrededor de la primitiva "Casa Fuerte" de Asunción, fundada en 1537.

            Los primeros españoles de la conquista llegarían ya por acá en procura de maderas, productos alimenticios o exploraciones que sus necesidades les aconsejaran.

            Menciones de 1538 indican la existencia de una gran toldería de aborígenes en las proximidades de ciertas lagunas que los habitantes llamaban MAIRENU, según la ortografía castellana, el cual nombre tal vez fuera MBAE-Y NU, expresado en guaraní que habría significado "lugar de manantiales", dando razón a don Fulgencio R. Moreno, quien supone que aquella zona del MAIRENU es la que después llamaron "Campo Grande" los mismos españoles.

            Los montes hacia el Este de aquella comarca denominaban los indios CAAGUY GUAZU considerándolos extendidos por unas diez leguas en tal viento, según consigna en las Memorias el Adelantado Alvar Núñez Cabeza de Vaca.

            De esos montes, que indiscutiblemente comprendían el actual partido de Luque, sacó el Gobernador Irala el maderamen para las primeras edificaciones de Asunción, indicadamente palmas, que sirvieron para empalizadas, paredes y también techos de las casas.

            Tenemos el documento concreto indicativo de que Irala hizo cortar y acumular tres mil palmas poco antes de llegar el Adelantado Cabeza de Vaca, en Marzo de 1542, siendo dichas palmas uno de los primeros motivos de discordia entre aquellos célebres conquistadores del Paraguay.

            Pensó Irala emplearlas en un cercado de "palo a pique" encerrando el naciente caserío de la futura ciudad, como en una especie de fortaleza, o reducto fortificado, que le protegiera contra los asaltos sorpresivos; pero Alvar Núñez resolvió hacer con las palmas edificios de gobierno y residencias, comenzando por levantar una casa de dos pisos para su propia habitación, cuatro piezas a ras del suelo y otras cuatro encima de las primeras.

            Aquella casa les pareció a Irala y sus compañeros de fundación, un lujo rumboso, de pura ostentación, fomentando críticas y comentarios desfavorables.

            Con motivo de la misma edificación, que los opositores llamaban "el palacio del Adelantado", se inventó un perfeccionamiento arquitectónico que hizo época, la teja de palma, o canaleta de esa madera ahuecada, con la cual se sustituyó el techo pajizo que tenían las casas asuncenas, al estilo de las chozas indígenas de la región. Las crónicas mencionan a un carpintero, Juan Rodríguez, como inventor y primer fabricante de las canaletas puestas sobre la casa del Adelantado.

            Pero a pesar de las murmuraciones y reparos de entonces, la nueva techumbre se hizo después general en el Paraguay. Hasta cerca de un siglo después de su fundación, Asunción fue una ciudad de techos de palma en la mayoría de sus edificios públicos y privados.

            Las discrepancias de "iralistas" y "alvaristas", comenzadas con las famosas palmas de esta región de Luque, acrecentadas con otros asuntos, terminaron, como es sabido, en un violento motín contra el Adelantado Alvar Núñez, quien fue depuesto de su alta investidura y remitido preso a España en 1544.

            Así Luque se vio ya complicada en la primera revolución política habida en nuestro país, sí bien sin la complicidad de sus moradores.

            El Adelantado Alvar Núñez trajo al Paraguay los primeros veintiséis caballos que iniciaron la ganadería equina en nuestro suelo, que al principio fueron puestos en una isla frente a la Capital, llamada por esa razón "Isla de las Yeguas" entonces; y en 1556 llegaron, también, las primeras vacas importadas desde el Brasil por Juan de Salazar.

            Aquellos planteles ganaderos se desarrollaron multiplicándose rápidamente; y hacia 1570 las haciendas se extendían ya por Campo Grande, hasta el arroyo Yuquyry, en varias estanzuelas organizadas.

            Pero la región se encontraba sujeta a las continuas depredaciones de los indios del chaco, guaiqurúes y agaces, tradicionales azotes de las sementeras guaraníes, depredaciones que se intensificaron con el cebo del ganado español introducido. Esta situación determinó la fundación de tres fortines, denominados "presidios" en las crónicas contemporáneas para vigilancia y el resguardo de las estanzuelas. Uno en Itapúa, actual distrito de Limpio, otro llamado de las Salinas, seguramente caracterizando los terrenos bañados por el arroyo Yuquyry, y otro fortín en San Lorenzo del Campo Grande.

            Contaba cada uno con atalayas de observación y una dotación de soldados que vivían con sus familiares en cada puesto.

            El "presidio" de las Salinas fue, probablemente, el más remoto origen de Luque. No es posible ahora fijar con precisión el sitio donde se instaló el fortín, pero se puede deducir de algunas referencias congruentes que no debió estar muy distante del asiento de esta ciudad.

            En 1603 el Cabildo de Asunción autorizó un gasto para reparar "los corrales del presidio de las Salinas", según acta capitular del 8 de Noviembre de dicho año; y treinta y dos años después, en 1635, el Gobernador Martín de Ledesma Valderrama, concede, por Merced Real, a un Capitán Miguel Anton de Luque, dos leguas de campo "en el valle de las Salinas, donde se halla y es encomendero feudatario desde hace más de veinte años", dice la providencia. Este acto gubernativo parece ser la primera mención del nombre de Luque en estos parajes, y debe de ser el fundamento de Azara para consignar en su "Historia y Descripción de la Provincia del Paraguay", escrita en los primeros años del siglo XIX (1800), que el Gobernador Valderrama fundó el pueblo.

            Es probable que aquel Capitán Antón de Luque haya sido uno de los Jefes del Primitivo fortín; o bien uno de los primeros ganaderos de la zona adyacente.

            Pocos años después de aquella concesión, en 1649, fue electo Gobernador el famoso Obispo Fray Bernardino de Cárdenas, de turbulenta actuación contra los jesuitas, y el Capitán de Luque se hizo uno de sus garantes legales para la posesión del cargo, conforme a las Leyes de Indias, lo cual revela que el Capitán era vecino de respetable posición social.           Casi un siglo más tarde, en 1743, otro Miguel de Luque, que por la distancia de tiempo considero habrá sido un nieto del anterior mencionado de igual nombre, hizo una donación, por testamento, al seráfico Convento de San Francisco, de "veinticinco fanegas de tierras de labor en el paraje donde se encuentran las casas y corrales de las Salinas habidas de mis mayores" dice la manda respectiva, que obra en la sección de Títulos de Propiedad del Archivo Nacional.

            El Convento de San Francisco erigió en esa pertenencia una Capilla bajo la advocación de la Virgen del Rosario y habilitó en la misma una fábrica de ladrillos, en el lustro de 1750 al 55.

            Si la Capilla erigida entonces fue el origen de la actual iglesia parroquial de esta ciudad, y esta sucedió a aquella en el mismo sitio, tendríamos que los corrales del primitivo fortín estuvieron también en los terrenos de la presente Iglesia, por la lógica ilación de los dispersos documentos señalados.

            Positivamente, desde la erección de la Capilla de los franciscanos se fue cambiando, poco a poco, el antiguo nombre de "valle de las Salinas", por el de "valle de Luque", en los documentos de la época, hasta que en 1781, cuando el Gobernador Pedro Melo de Portugal hizo la primera distribución administrativa de la Provincia en seis Villas, con catorce Partidos jurisdiccionales de la capital en lo militar y civil judicial, también denominadas Compañías, se consagró definitivamente el nombre oficial de "partido de Luque", que conserva en la actualidad este distrito y su ciudad cabecera.

            La obra de Azara que hemos citado, editada veinte años después de la división administrativa del Gobernador Melo de Portugal, presenta esta población como vice parroquia de la Catedral de Asunción, con tres mil ochocientos habitantes en ese tiempo.

            Estos son los únicos datos claros que me son dables ofrecer en esta reunión del Centro, sobre el período colonial.

            El proceso consecutivo de la Independencia Patria brinda, en cambio, a la historia de Luque, luminosos episodios y figuras personales que son glorias inequívocas de la ciudadanía lugareña.

            Presentaremos aquí algunos perfiles correspondientes.

            Tiene Luque el privilegio de poder ostentar en el Sesquicentenario de la emancipación nacional una lista, aunque trunca, de su Compañía de Urbanos, hecha en 1806 para el servicio militar de la época, comprendiendo los vecinos de 16 a 45 años de edad. Esta lista, que contiene ahora treinta y dos nombres conservados en los papeles respectivos que guarda nuestro Archivo Nacional, descubre también, así, algunos vecinos que, indudablemente, fueron movilizados en 1810 para constituir las fuerzas de la Provincia contra la invasión de Belgrano, dentro del Partido luqueño.

            Solamente de Ibyray (Trinidad) se conoce hoy una lista análoga de aquellos gloriosos contingentes que combatieron en Paraguarí y Tacuarí.

            La compañía de Luque estaba mandada por el capitán Vicente Antonio Montiel en 1811.

            En la guerra contra la Triple Alianza, de 1865 al 70, Luque tiene la brillante representación de veintiséis jefes y oficiales altamente reputados, que salieron de su vecindario. Sus nombres podemos individualizarlos gracias a la lista, que se conserva también en nuestro Archivo, de todos los oficiales en servicio activo o retirados, vivientes en 1864, confeccionada por el Ministerio de la Guerra, señalando seiscientos treinta y seis jerarquías titulares, desde el General Solano López hasta el último subteniente, los cuales constituyeron los primeros comandos del Ejército Nacional en la guerra. Dicho censo indicaba, además de las jerarquías, los pueblos de procedencia de los militares y su tiempo de servicio activo y de retiro.

 

            Los héroes de Luque han sido:

 

            EL GENERAL ELIZARDO AQUINO: Oficial del Batallón 7° de Infantería antes de la guerra, trabajando en tal condición en las obras ferroviarias iniciadas en Asunción, con grado de Capitán. En abril de 1865 ascendió a Mayor y pasó a comandar el Batallón 36° destacado en Humaitá, en cuyas obras de fortificación participó con esa unidad. Después de numerosos e importantes servicios, casi siempre en carácter de ingeniero de obras, culminó su carrera con la preparación de los reductos y trincheras de Boquerón, con los galones de Coronel.

            En la heroica defensa de esas mismas posiciones fue mortalmente herido el 18 de julio de 1866, muriendo tres días después en el cuartel General de Paso Pucú. El Mariscal le ascendió a General ese mismo día y sus restos fueron enterrados en el cementerio de Humaitá.

            Un día antes de morir, el 19 de julio, hizo su testamento, donde consignó que vivía la madre, doña María Isabel Jara, en Luque; reconoció un hijo natural, José Patricio, y nombró una hermana, Felicia Aquino, a quienes dejó todos sus bienes de diversas clases en la misma población nativa. Destacable en ese documento es una excelente biblioteca, la cual revela las elevadas condiciones de estudio de aquel ilustre ciudadano.

 

            EL CORONEL PAULINO ALEN: Hizo sus primeros servicios en el Batallón 6° de Infantería, que con el 7° trabajó el ferrocarril de Asunción a Luque. En la lista del año 64 figura como Mayor, Ayudante Técnico del ingeniero constructor de la vía férrea John Witehead; era el oficial más ilustrado de nuestro ejército, hablando y escribiendo corrientemente en francés e inglés.

            Cuando nuestras fuerzas ocuparon Corrientes, en abril de 1865, el mayor Alén fue designado Secretario del ministro Berges, el Alto Comisionado del Gobierno Nacional; en 1865 se le confió la Secretaría General del Comando en Jefe instalado por el mariscal López en Paso Pucú.

            En marzo de 1868 el Mariscal resolvió abandonar las célebres fortificaciones de su sistema defensivo llamado "el cuadrilátero", y encargó al entonces ya coronel Alén la defensa de la fortaleza de Humaitá, la última porción del famoso sistema de trincheras.

            Después de dos meses de heroica resistencia contra las fuerzas navales y terrestres de la Alianza, el coronel Alén pidió autorización a López, que organizaba nuevas posiciones sobre el río Tebycuary, para abrirse paso con el resto de sus tropas hacia Pilar, si el Mariscal pudiera de su lado proteger dicha operación. Pero, desestimado el proyecto, se le notificó ceñirse a las instrucciones primitivas de mantener Humaitá hasta el mes de octubre, plan irrealizable por el agotamiento de los víveres y las municiones en la plaza sitiada, según todas las informaciones al respecto, en cuya situación extrema el desesperado Comandante intentó suicidarse.

            Frustrado el intento y con graves heridas, el coronel Alén fue remitido al Cuartel General, a través del Chaco, por donde inició también la evacuación general su sustituto, el coronel Francisco Martínez solo para capitular después de heroicos inútiles combates.

            Aquel benemérito luqueño y eminente jefe fue injustamente procesado, martirizado y luego fusilado el 20 de diciembre de 1868, por su pundonorosa conducta.

 

            EL MAYOR PEDRO ULIAMBRE: Antiguo oficial de ejército organizado en 1845 para hacer campaña contra el dictador Rosas, en alianza con Corrientes; se retiró del servicio el 57, con el grado de Capitán. Movilizado de nuevo en 1864, formó parte de las fuerzas que invadieron Corrientes al mando del general Robles en 1865, en carácter de comandante de un grupo de artillería. Combatió en la batalla del Riachuelo y parece que murió en el campamento de Paso de Patria, a comienzos del año 1866, de enfermedad, sin heridas.

 

            EL CAPITÁN IGNACIO LEGUIZAMON: Hizo sus primeros servicios en 1852, retirándose con el grado de Capitán en 1857. En la movilización contra la Triple Alianza fue destinado para segundo jefe de una de las baterías de posición sobre el río Paraguay en Humaitá. Desconocemos su actuación posterior y su fin.

 

            EL CAPITÁN AGUSTÍN ÁVILA: Veterano también del primer ejército del 45, el año 64 era Capitán del Campamento Cerro León. Ignoramos su actuación en la guerra.

 

            EL CAPITÁN JUSTO PASTOR BERDOY: Iniciado en el campo de Paso de Patria en 1847 y retirado en 1859, el 64 fue nombrado segundo jefe del Batallón 17 de Infantería, con el cual marchó hacia el Uruguay, en la columna del teniente coronel Antonio de la Cruz Estigarribia, corriendo la suerte de dicho ejército en la rendición de Uruguayana el 18 de setiembre de 1865.

 

            EL TENIENTE PEDRO PASCUAL PANDO: Veterano también del campamento de Paso de Patria; en la movilización del 64 figura como Oficial del Regimiento 1° de Caballería, que después marchó a Corrientes, en el ejército de Robles. No se conoce su acción en la campaña.

 

            EL TENIENTE SATURNINO MERELES: Veterano también de Paso de Patria, donde sirvió entre 1845 y el 48. En Cerro León, en 1864, se le dio el comando del Batallón 15° de Infantería, con el cual formó parte de la columna de Estigarribia hasta la capitulación de Uruguayana. Una tradición oral, recogida por el musicólogo Manuel Mosqueira, señala que la popular canción guerrera de nuestro folklore, "el campamento Cerro León" se compuso entre los soldados de aquel batallón del teniente Mereles, que tenía -parece- gran número de luqueños en sus filas, conforme a la modalidad que permitía a los jefes llevar compueblanos en sus unidades, en la primera organización del 64.

            El Batallón 15°, juntamente con el 14º y el 16°, es citado en la misma canción patriótica, como ratificando la versión de Mosqueira. El mariscal López prohibió el cántico después, como uno de sus castigos por la rendición de Uruguayana.

 

            EL TENIENTE CIRILO PATIÑO: Comandante del Batallón 28° de Infantería, componente igualmente de la columna de Estigarribia. De esta gloriosa unidad ha consignado en sus memorias de campaña el coronel oriental León Palleja, con motivo del combate de Yataí, del 17 de agosto de 1865, los siguientes episodios altamente consagratorios:

            "Producida la derrota paraguaya, el Batallón 28° pelea denodada pero inútilmente, apretado contra las elevadas barrancas del río Uruguay; como ya oscurecía suspendimos el combate para proponerle al día siguiente una rendición decorosa, pero a media noche me avisaron que los paraguayos pasaban a nado el río, y cuando mandé una exploración solo encontramos once heridos y enfermos que recogimos".

 

            EL TENIENTE GREGORIO GIMÉNEZ: Figuró en la lista del 64, pero no tenemos otros datos de su desempeño.

 

            EL TENIENTE JOSÉ CABRERA: Oficial del Regimiento 27° de Caballería integrante de la columna de Estigarribia, el cuerpo que obtuvo para nuestra bandera la única victoria militar de aquella infortunada expedición, el combate del MBUTUY, ganado en esforzada lucha de un día contra dos regimientos brasileros y un batallón correntino que pretendieron rodearle e interceptar su reincorporación al grueso de nuestras fuerzas, cuya vanguardia constituía aquella unidad del teniente Cabrera.

 

            EL ALFÉREZ MIGUEL BUSTOS: Veterano también de Paso de Patria durante el gobierno de don Carlos Antonio López. No hay otras referencias sobre él sino la de figurar en la movilización del 64.

           

            En igual situación encontramos los nombres de los alféreces EXEQUIEL CAÑETE y VICENTE CABRERA, anotados como luqueños en la lista guía señalada.

 

            EL ALFÉREZ FILOTEO APONTE: Veterano del Ejército, donde se hallaba sirviendo desde soldado raso en 1850. En la guerra contra la Alianza fue incorporado al batallón 42° de Infantería, que casi constantemente hizo la guardia de los Arsenales de la Marina en Asunción, hasta noviembre de 1868 que fue llamado a Lomas Valentinas, donde sucumbió.

 

            EL SUBTENIENTE CÁNDIDO ORTIZ: Oficial desde el año 1855; en Cerro León se incorporó al batallón 16°, comandado por su compueblano el teniente José Zorrilla, marchando, por tanto, hacia Uruguayana.

 

            EL ALFÉREZ PABLO CORONEL: Oficial desde el 59. El 64 es incorporado al Batallón 7, en cuyas filas hizo la expedición a Mato Grosso en noviembre del mismo año, distinguiéndose en el asalto al fuerte de Coímbra, según el parte del coronel Barrios, que le recomienda para una promoción.

 

            EL SUBTENIENTE NARCISO MALLORQUÍN: Oficial desde el año 60, incorporado al Batallón 7 también, en Cerro León; murió en la retoma de Corumbá hecha por los brasileros el 13 de junio de 1865.

 

            También eran luqueños los subtenientes BLAS MEDINA, ALBERTO MARECOS, FELIPE RAMÍREZ, DOMINGO LARA y ANASTACIO RODAS, que figuran en la lista del 64 sin destino fijado.

            Tales son, señores, los veintiséis exponentes del patriotismo luqueño en la lista que hemos examinado. Su número no es superado por ninguna otra población de la República.

            Constituyen una porción selecta de aquella generación paraguaya cuyo total sacrificio es el mayor argumento de nuestra voluntad de ser libres, así como el más alto blasón de la dignidad de nuestro pueblo cuando cree a la Patria en peligro.

            Alguna vez el bronce y el mármol traducirán en cada plaza lugareña los músculos tensos de aquellos héroes auténticos del pueblo humilde, que en el lustro impar de su histórica inmolación completa, no contemplaron otra perspectiva que honrar, en cada mástil de la santa enseña de la Patria, con el máximo sacrificio de su existencia personal.

            La culta ciudad de Luque podría comenzar la glorificación legítima de su propio sacrificio ejemplar, evocando a los abnegados hijos que acabamos de citar.

 

            (CONFERENCIA leída en el "Centro Valderrama", de Luque, el 29 de setiembre de 1960,

con motivo de celebrar el Cincuentenario de su fundación.

Publicada en folleto por la Honorable Junta Municipal de la ciudad de Luque,

adhiriéndose a los actos conmemorativos del Sesquicentenario de la Independencia Nacional. 1961).

 

 

 

ENLACE INTERNO A DOCUMENTO FUENTE DEL DOCUMENTO

 

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APORTES DE BENJAMÍN VELILLA A LA HISTORIA DEL PARAGUAY

Compilación de MARÍA MARGARITA VELILLA TALAVERA

Digitalización: ROSA CAMPUZANO GONZÁLEZ

Diagramación y armado: GILBERTO RIVEROS ARCE

Scaneados: ANÍBAL VELILLA ISNARDI

Impreso en Ediciones y Arte S.R.L.

Mayo 2005 (292 páginas)






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