SIEMPRE ES AHORA
Poemario de ALBERTO LUNA PASTORE
ARANDURÃ EDITORIAL
Asunción, 1999, 86 páginas.
EN AGUA LA BOCA
"Me sedujiste Señor
y me dejé seducir"
Jeremías 20, 7.
El ansia
Como adolescente en tierno ardor
temblando entre tus brazos ya sin peso
me abandoné al arrullo tibio, preso
de tu pecho, rendido a ti amador.
Y eras tú en un instante azul candor
plena quietud, jamás probado beso.
Prendido a ti dejé el labio poseso
del fuego deslumbrado al resplandor.
El deseo constante desde entonces
me recorre la piel y desvelado
me encuentra la noche en travesías
buscando tu sabor a ver si entonces
te quedas de una vez sólo a mi lado
y sosiegas por fin las ansias mías.
La nostalgia
Hambriento de tus manos te esperaba,
el horizonte ardía en los abrojos.
Con su grito de luz de ángeles rojos
a mi pecho de llamas irisaba.
Constelación de pájaros trazaba
un vuelo entrecruzado en nuestros ojos.
Encendido raudal en mis antojos
dormidos tu presencia desataba.
Después sólo en las ascuas me quedaba
un contorno impreciso de tus ojos.
El horizonte gris hecho ceniza
en las palmas desnudas me restaba.
Tu ausencia palpitando en los despojos,
dolor que ningún beso cauteriza.
El abrazo
En la quietud camino soledades
a donde las palabras no han nacido
voy, tras su timbre apenas presentido
voy, tras su aire apretado de verdades.
Te busco en ese espacio sin edades
en el tibio calor de un sol caído
dilatando mis poros, ya vencido,
esperando que llenes oquedades.
El silencio se preña de ti, río
de agua clara que besas mis orillas
creciéndome en el pecho incontenible
Tu me seduces quedamente y río,
destrancadas del alma las presillas,
ciñéndome a tu abrazo irresistible.
Caazapá
Un hechizo imposible de exorcismos
incrustado en mis quedos huesos arde
y en el incendio verde de la tarde
atrae hacia mis ojos espejismos.
En piraguas de antiguos paroxismos
en tajamar y arroyo sin alarde
naufrago en Bolaños a la tarde,
aguas de cauce raro en mimetismos.
Cuenco para las venas derramadas
en el quejido azul de inquieta madre
pariéndome varón, alunecida.
Atravesando todas mis camadas
a pie en calle de pasto, mi compadre
pombero gris, Caazapa, me anida.
Morir en mayo
En la ciudad quieta
el portento de una multitud ausente
atraviesa las calles vacías.
Un silencio incontenible
inunda mayo
a voz en cuello.
El viento ensaya caminos
en los ojos,
en las manos inermes.
Se derrama de los labios
a borbotones.
Ráfaga absurda.
En memoria de Sebastian Larrosa,
asesinado en mayo de 1994.
“que toda la vida es sueño
y los sueños, sueños son”
Calderón de la barca.
Río de sueño.
Negar los ojos.
Bucear
a la deriva de mi desnudez.
Nadar
hacia la orilla imposible
de unos labios.
Bogar
hasta el hastío
en el espejo roto del crepúsculo.
Naufragar
en laberintos azabaches,
gargantas de la noche.
Encallar
en la arena
de mis párpados abiertos.
Cada día.
Playa del desamparo
y del asombro.
SIEMPRE ES AHORA
Nostalgia del futuro,
del útero de Dios.
Asunción
En cada esquina sudorosa de enero
el río guiña sus hoyuelos de agua,
insinuando su cuerpo rumoroso.
Me deslizo fascinado hacia su regazo muelle,
atravieso la selva jadeante de la plaza.
Quiero hacer agua en la ribera de sus ojos,
bañar mis apetencias
en la playa susurrante de sus labios.
Ya sin absolución posible
desbarranco en la bahía
la incontinencia de mis deseos.
Yazgo en un lecho de camalotes
a la deriva de la tarde.
Un enjambre de niños,
limpia los cristales
de mis ojos desorbitados.
No tendré con que pagarles.
Crepúsculo
La desnudez primera
en el abrazo del silencio.
plenitud serena
en la tarde de alelíes.
Recuesto mis ansias
dormidas a su cuidado.
Entierro
Solo una cruz de madera
vestida de blanco paño,
para resignar en paz
la premura de mis poros
cuando todos se hayan ido.
Y la tierra sobre mi.
El pasto.
La quietud remansada de la brisa.
De mi carne
rendida a las cenizas
se alumbrarán los ojos
en el regazo de la luz.
Contraluz
Bandadas de mariposas
arropadas de sueño
revolotean mi delirio
de cavernas amarillas.
Su albedrío de navío pirata
surca sin anclas el caleidoscopio
curubicado en las sábanas.
Con la brisa primera,
cuando el albor de las palomas
hace nido en la vigilia de las pestañas,
abandonan el alero temeroso
de mi cuerpo en desbandada.
Senderos de lluvia
Ojalá el plañido azul
de los cristales
apague el rescoldo de la desazón,
unja las manos crispadas
y redescubra el cauce del color
en los ojos anegados.
Ojalá habiten los poros
un tiempo de húmeda hiedra
y se transfunda en los huesos
el vaho pacífico del pan caliente.
Ojalá sufra la noche
un nuevo parto
y el rocío descubra
la ternura de los pétalos
en las mejillas del alba.
Trinos cotidianos
Vienen los gorriones,
agoreros de la siesta,
duendes de entre casa.
Vienen irisadas plumas
en cabalgata de nubes,
hendiendo el viento
con puñales en alas,
manando a borbotones
los pechos heridos de sol.
Vienen alborotando las ramas,
saltimbanquis ebrios de luz.
Vienen...
y nadie en todo el contorno
se da por aludido.
“Lluvia,
lluvia mansa,
alivio para el que descansa,
para el que siembra bonanza,
para el cañero
cruz de vidrio
sobre el pértigo
de su desesperanza”
Ramiro Domínguez.
Tarde tierna
En un recodo de la lluvia
la piel bebe su manso sosiego,
ventana abierta de la tarde.
La música adormecida
recuesta sus acordes entrelazados
en la media luz de las manos.
El murmullo de la sangre
arrulla una tórtola
en el nido de mi pecho.
Despedida
Un árbol seco
germina inevitable
a contraluz de la tarde,
en cuanto pierdo tu figura
en el trajín afiebrado de la calle.
El día está herido de muerte.
Una garra de recuerdos
oprime la garganta
de las nubes ensangrentadas.
La nostalgia embriagada
yace en la vereda solitaria
abandonada a su suerte.
Madre
Tu nombre pasea
su aroma de mandioca
en un patio de alelíes,
se expande en los manteles
mullidos del pan,
crece en los corredores
florecidos de planteras,
mece sueños de abril
en los sillones del ocaso,
en la añoranza del regazo.
Ahora que me lates
desde el caudal antiguo
de la sangre,
cuéntame
qué constelaciones
heridas de fuego
anclaron en tu orilla sedienta...
Dime qué lucero esquivo
transitó las olas
de tus venas agitadas
para traerme a este puerto
de arena...
Ríndeme al misterio
en el nicho de tus manos,
en la orfandad de tus ojos,
brocal de tupidos culantrillos.
Tarde de lluvia
No se qué tienes hoy
tarde recién llovida.
Un silencio húmedo
quieto en tus hojas.
Un aire manso y fresco
requiebra tu rostro
con un dejo de melancolía.
No se qué cosas reviven en mí
cuando te siento cerca.
Vagarosas nubes arrullan
el secreto de los retoños,
entre tus manos calladas.
No se qué tienes hoy
tarde recién llovida
que me gustas tanto.
Partir en noviembre
A José Luís Appleyard.
Las ciruelas aún están verdes
y me tengo que ir.
La nostalgia de su pulpa agridulce
madurará entre mis dientes,
el rubor ausente de sus mejillas
entre la caricia de mis manos...
¿Por qué no me basta
la grávida promesa
de los gajos repletos
curvados hacia el suelo?
Ay niño, si tan solo pudiera
anticipar tu aroma de leche
en mi pecho henchido
de la flor de coco,
antes de partir...
Ay diciembre sin mí.
Todo está verde esperándote,
el choclo y las uvas,
los mangos y el pacurí...
Pero, es noviembre
y me tengo que ir,
inmerecido de tus frutos,
despojado de la madurez
de una cosecha que no me pertenece.
Misiones
Los campos misioneros
duermen inmensos,
interminables horizontes
de latifundio y pena.
Callados y solemnes
en sus llanuras abiertas
de casuales mugidos,
de cruces solitarias
en el ancho camino.
Las alambradas impunes
se reparten la quietud,
limitan la soledad
y recortan los senderos.
De loma a loma
engaña el tero
a los viandantes escasos.
Los arrieros habitantes
de estos valles taciturnos
de duras manos curtidas
a puro estirón de lazo,
tienen los ojos profundos
resistiendo a la indigencia.
El corazón de tierra roja
esperando que la sangre
rompa su cauce a torrentes,
que venga un nuevo aluvión
galopando sin potreros,
alborotando a su paso
el vuelo de garzas blancas
dormidas hace mil años.
¡ Quién como él !
A orillas del sol en llamas
bebe el arcángel Miguel
el agua del río y su sal
en la palma de la mano.
La siesta de blancos aleros
en plegaria callada de lana,
reclama en balido de cordero,
su aleteo febril de talco y luna.
Rebelde a las leyes del mal
Miguel ¿Quién como El?
afila en su lengua un puñal
en la piedra angular de la palabra.
A lomo de un corcel de plata,
al galope en la calleja colonial
con su látigo azul de estrellas,
aleja maleficios del valle de cal.
Y en la loma cálida de la plaza,
en vigilancia fiel de su pueblo,
deletrea la luz de salmos y letanías
en coro de angelitos con luminarias.
La carne
DEL VERBO
Baño María
En gárgaras de agua clara: - “Hágase”, la boca
se baña.
El vientre cuna preñado de brisa,
se baña.
El pecho de blanda leche,
se baña.
El muslo regazo de musgo,
se baña.
La mano vapor de nube
se baña.
Abrasada en éxtasis de luz
María se baña.
Ave María posmoderno
En el silencio de la noche
la Virgen del Perpetuo Socorro
y el rock pesado
en la pieza de mi hermano.
Mujeres en la pared desnuda
y un póster de Snoopy.
Enormes ojos bizantinos
auscultándome en la noche.
Ronronea la heladera,
Dios te salve María.
Artesanía popular en la repisa
cantaritos y gallinitas,
Dostoievsky y El Principito
y el rock pesado
en la pieza de mi hermano.
Materna sonrisa en la noche,
niño apretado a su pecho,
me contempla serena.
Mis dedos en sus manos,
las yemas en las cuentas,
Santa María madre de Dios.
Entretanto duerme mi gente
su sueño de mujeres desnudas,
Snoopy,
cantaritos y gallinitas,
Dostoievsky y el Principito.
Ave María de entrecasa
Dios te salve mamita
che korasö sä
Ñandejára está contigo.
Chúlina vos
entre todas las mujeres,
mitä ne poräva
es el fruto de tu vientre,
Jesús.
Santa María che symi
rogákena por nosotros
los fayutos,
ahora
y cuando llegue
nuestro ára paha.
Amén.
Playa de río.
En la tierra sin mar
la nostalgia del mar,
de la tierra sin mal.
Oleaje incesante acarreando
a mi orilla insondable
naufragios incontables,
despojos de mí mismo.
Laberinto de aguas desatinadas,
inmensidad abierta del misterio
mojándome el alma desnuda.
Paraíso sin inocencia
En la soledad devastada del Edén
la carne desnuda gime,
el barro palpitante
escurre su orfandad entre los dedos.
Extinguida la memoria de los nombres,
en la vorágine del caos primitivo,
aguarda el toque primero de las manos,
el soplo del aliento original.
A la hora de la brisa de la tarde
el deseo arde en los tuétanos,
como fruto maduro en los labios,
incita a probar el bien y el mal,
el verbo destilado de Su boca.
Siempre ahora
No hay otra vía,
ni otro día.
Ahora es siempre
y siempre es ahora.
Siempre yo aquí,
sin arriba ni abajo,
sin delante ni atrás.
Yo, planeta orbitado de vos,
él, nosotros, ustedes, ellos
en círculos concéntricos.
Yo sin ser otro,
después vos y él,
nosotros, ustedes, ellos
a un tiempo,
sin apearnos.
Yo en tu órbita
con ustedes y ellos
a un tiempo
sin bajar la mirada.
Yo antes-ahora-después
a un tiempo,
universo en constante expansión
en circunvoluciones sin cuento,
siempre aquí,
desde antes,
hasta ahora.
Matemática nacional.
Dos más dos es anaranjado.
El presupuesto de defensa
contra el presupuesto de educación.
Niños de la calle,
objetores de la escuela-fábrica
de seres útiles
a la sociedad in-util
para ellos.
Como si nada.
Puntual y entero,
bañado en lluvia de sol,
esquinero de parralera
de un patio a la siesta.
Cuando el día jadea
y amenaza derretirse,
sin ceder su espacio
ni su soporte callado
a la parra preñada de verano,
entrega su presencia
a mi recostado deleite,
despreocupado,
como sin pretenderlo
plantado en su maciza quietud,
sostiene mi abandono
al abrazo de la brisa.
Para romper el muro
Mírame
y ven junto a mí.
Toma mis manos duras
entre las tuyas,
aleja de ellas la soledad.
Desata lentamente los nudos
de mi corazón arisco,
acaricia las cicatrices
de mis miedos a flor de piel.
Háblame mientras vamos de camino,
dime que hay Dios
que los hombres son hermanos...
Recupérame el amor
y la alegría que me han robado.
Mate
Antes de que las nubes
se abrasen de sol,
sobre el brocal de la guampa
la neblina sube
del tajamar de camalotes,
el zumo de la selva sube
en la roldana de la bombilla,
borbollones cantarines
de arroyo entre las piedras,
se derrama aguas abajo
y remansa su milagro
en un recodo de las entrañas.
Las niñas traviesas
se encienden en los ojos,
se dilatan de ganas las pupilas.
Arde entre las palmas
el cuerno colosal
del toro milenario,
embiste una y otra vez
la fronda del pecho
florecido del lapacho
Lucero
Un lucero imposible
vela mis sueños
despierta conmigo al alba,
enciende mis ojos,
estremece mis pupilas
y me deja con las ganas
abrasándome en su luz.
Lucero inasible
que persigo hasta el delirio
con el ansia perenne
de no dejarlo escapar.
Un lucero claro
me recorre la sangre
y alimenta la frágil desnudez
de la esperanza
que habita mi cuerpo.
“Yvy oiko’eÿre,
pytü yma mbytére,
mba’e jekuaa’eÿre,
ayvu rapytarä i oguerojera,
ogueroyvára Ñamandu Ru Ete tenondegua”
Ayvu Rapyta
Textos míticos de los Mbyá-Guaraní del Guairá.
Capítulo II.
Tove toky
Tove toky
tove tou ama
tojovahéi kuarahy
taipiro’y che py’a.
Tove toky
tove togue mbyry’ái
arai topurahéi
yvaga topukavy.
Tove toky
tachemyaky pe ama
tombogue mba’e mbyasy
tosyry vy’a pave.
Tove toky
tojahu kóga ra’y
esperansa taheñói
tamboy’u che korasö.
Rosa poty jera.
Che poty kurúpe
cheretü rire
ajera nde rovake,
aipyso ha amyasäi
che roky pytängy
ne renondépe.
Ysapy che mbojegua,
che ryakuävu rei
reipo'óvo che korasö,
rosa poty jeráicha
nde pópe cheñongatu,
Upépente apytase.
Che rekove sä
Nde rejesareko asyva
cherekove säre,
tuicha che rayhúgui
reikóva chereheve,
opáicha reha'ä
chemboguata
ha che sambyhy.
Che katu che rari
apyvoi ha amburea,
ajetyvyro,
ñúre ajeheka.
Ndehegui cheresaite.
Amo, kane'ögui,
py'a tarovágui,
korasö rasy, vy'a'ÿgui,
che pópe ichalái
che rekove sä.
Péinako ajere
kurusu rovái añepomoï,
ajesareko.
Ha che aimo'ä'ÿgui
yvága rokë ikatúneha
chéve ijuruvyntejepe,
Ndete voi ahecha
emopa'üka nde pyti'a
ipype aike haguä.
Upépe che jura,
ha che añeme'ë,
añemosä nde ku'áre mitäicha
ha ne kuäre añesambyhy,
asyry nde rire
mamo reiko hárupi,
ha hi'änte chéve nde pópe
che rekove sä ijapyra ahecha.
kay'u
Kuarahy ombojepe'e mboyve arai,
ykua ka'aguy rembe'yre
y uhéi ambopyko'ë.
Otimbo che rováre cerrasón.
Ka'aguy ru'itï rykue ochororo,
oipyguara kerasy raity.
Toro ratï ombeti che pyti'a
che po jováipe ajapyhyvo,
che rupi, chembovevúi.
Tajy pytä poty ru'äme
añeñandu aguapy ajesareko.
Kusugue
Nde resa rendy
vokointe cheresapéva,
tataindy nichomíme guáicha
remyendy vaekue ipaha,
ipojaise vaekue yvytúre
pe nde ratami opakuévo.
Pavílo rembyre ojepotáva,
ne äga hykupa mboyve,
ndogueséigui opiriri,
ojetyvyro ha oryryi.
Amo nde resa ruguápe
añapymi ipaha
ne ñe'ä oguévo,
ne äho, norohuguaitïvéi.
Tatatï sakä iñapopëva opu'ä
omyasäi kotypyre hyakuä
oiko'ö ñembyasy ryru.
Che resa kambuchi hyku,
ojerávo che pópe nde po.
Pavílo pague oñenóva hykuerépe,
nde retemi ikävo, che angapyhy.
Che py'a susü
añandúvo yvytu vevúi
-anhelíto pepo perere-
nde pe'áva che hegui,
oipeju.
Mbokaja poty.
Mbokaja poty kuarahy rajy
ne ryakuä asyva pyharepyte
pe jasy ra'y ndaje neretüvo
oipe’a hatïme nde ahojami.
Neretü luséro ko'ëti jave
ipy'a renyhë ndaijái ipype,
mba'épa oiméne he'i umi mbyjápe
yvytu pepóre hyakuävu rei.
Kuarahy opu'ävo omyendy hata
omyesakämba ñu ha ka'aguy
ojupi itinguáre hyakuä asyva
ipoty jeráva mbokaja poty.
Ajéiko ijuky ko che rajymi
he'i ohechávo oromi apesä
avápa oimo'äne ñuatï pa'üme
yvoty iporäva peichagua ojera.
Péina oguahëma la níño ára
he'i angel kuéra pastórpe moköi
mba'épa peje he'i lo pastóre
jarahána kóva óro rekovia.
Ha upevovénte umi angelito
mbokaja potyrema ipojái
oguahë hikuái Tupasy rendápe
Señor San Hósema katu ovy'a.
Omoï la isy hupami ykére
oañua haguaicha hyakuäme ichupe
ja opurahéima lo serafine
torore rore tokénte mitä.
Nde niko pe tataindy
rejajáiva ne renondépe
remyesakä hagua che róva
remyendy che pype kyre’ÿ
Upéicha nga'u che ave,
akái, ajepota nde rovake
nde rehehápe, apápeve.
Vierne de dolore.
Estacionéro purahéi.
1ª estación:
Tamombe’umi peëme
ohasavaekue ko’ápe
en el víerne de dolóre
anianga oiko tesarái
en el vierne de dolóre.
Okañyvo kuarahy
oupa umi asesino
upe víerne ka'arúpe
huventu ha campesino
ja oïma condenado.
2ª estación:
Oinupä ha omyatatï
vombapúpe omuña
añanguéra rembiguái
lo mitä ndo kyhyjéi
ohupi la ikurusu.
3ª estación:
Mbokapúpe ojejapi
pe yvyre opoñy
Satana rembiapokue
osyryma pe tuguy
opu'ä mbeguekatu.
4ª estación:
Ma'emína che membype
ohayhúgui hapichápe
peichate peve osufri
sin consuelo ojahe'o
isymi dekonsolada.
5ª estación:
Ha'eño ndaipu'akáigui
ja ouma ohuguaitïvo
ichupe umi campesino
ohupívo hendive
ñane retä kurusu
6ª estación:
Osyryva pe hováre
pe huguy ha hy'aikue
heindymi oñemboja
omokä ha omopotï
ombogue hemimbyasy
7ª estación:
Ho'avéma ojejapíva
ipohyi la kurusu
ndaikatúi ñañentrega
ñapu'äke ha jaha
ñaguahene katuete.
8ª estación:
Ivaivévo ñorairö
ja oïma ogueviséva
ha upépe lo mitä
hatäve osapukái
anianga jakyhyje.
9ª estación:
Oïvema la ho'áva
vombapu ndo pytu'úi
ipa'üme ipu mboka
huventu juka hare
okañyva pytumbype.
10ª estación:
Ja oúma tánke kuéra
ohasa hagua hi'ári
ohundi ha ojukávo
sin defensa ojeheja
okañy la policía.
11ª estación:
Oupáma umi moñái
ojukávo hapichápe
ojahu hagua huguype
aichejáranga ndaipóri
omyendyvo pe hata.
12ª estación:
Omano mitä roky
reiete ojejuka
iñañáva tapicha
ombokua pe ikorasö
por la Patria tan querida.
13ª estación:
Ome'ë hekovemi
ohayhúgui Paraguái
hetaite mitä rusu
ombyasyma isykuéra
ohechávo he'öngue
14ª estación:
Ikora oñesü joa
lo mitä hasë soro
sementériope ko'ëvo
kampanapu ojahe'o
iñirünguére omanóva.
15ª estación:
Kuarahy iñapysëvo
hesakäma ore rape
ojajái ore ndive
como lucero del alba
ore irünguéra oikove.
31 de marzo de 1999.
SUEÑO DE MARZO
Mamá
no me despiertes en marzo.
No quiero ir a la plaza,
tengo miedo de oír los discursos
de los que escribieron mentiras
en las paredes blancas
con la sangre de mis hermanos.
No escuché tus razones
cuando no querías dejarme ir a la plaza,
cuando habían noticias de heridos
y amenazas de masacre.
Yo no me detuve ante tus miedos
y corrí delante de los caballos de la policía,
me mojé ante los carros hidrantes,
junté piedras en las barricadas,
llevé agua al frente de batalla,
ayudé a cargar a los muchachos heridos,
tragué el humo sofocante de las bombas
y de los gases lacrimógenos,
sentí zumbar las balas,
grité como loco la huida de los asesinos,
canté Patria querida con el corazón en la garganta
y lloré como un niño la muerte de mis compañeros.
Pero ahora mamá
quiero dormir y soñar,
ver a Cristobal, Armando y Tomás,
a Miki, Henry, Manfred y David
corriendo sin camisa
mojados y sudorosos,
quiero ver a mis héroes
como llamas de coraje incandescente
desafiando a la tormenta,
como cometas abriéndose paso entre las tinieblas
desplegando su estela luminosa.
No quiero que me despiertes
para cruzar la plaza
y solo persignarme ante cruces vacías,
me duele la herida de marzo,
todavía me desangro por ella
y no tendré cara
para ver esa esquina nuevamente
sin morir de vergüenza
de lo que hicieron con su sangre.
Dejame soñar mamá,
no insistas por compasión.
Quiero morir todo este marzo,
adentrarme en la pesadilla
del viernes de dolores
en nuestra vida desgarrada,
tal vez así pueda resucitar
el Domingo de Pascua
con una palma en la mano
y sueños nuevos en el pecho.
Quiero soñarte nueva mamá,
madre patria,
Matria.
Alberto Luna, SJ.
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