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VLADIMIR ANTONIO JARA VERA

  CLAVE RRR - MAFIAS Y CORRUPCIÓN EN ORGANISMOS DE SEGURIDAD - Por VLADIMIR JARA VERA


CLAVE RRR - MAFIAS Y CORRUPCIÓN EN ORGANISMOS DE SEGURIDAD - Por VLADIMIR JARA VERA

CLAVE RRR

MAFIAS Y CORRUPCIÓN EN ORGANISMOS DE SEGURIDAD

Por VLADIMIR JARA VERA

Diseño de tapa: Carlos Sosa, "Caló".

Asunción - Paraguay



Dedicatoria:

A mi esposa Olga Beatriz.

A mis padres y hermanos.

A mis compañeros de Policiales y Judiciales de ABC.

 

Como leer este libro

"Clave RRR - Mafias y corrupción en organismos de seguridad" está dividido en ocho capítulos que desarrollan aspectos e hipótesis que, de una u otra forma, forman parte de la investigación policial, judicial y periodística realizada sobre el asesinato del general Ramón Rosa Rodríguez. Al finalizar cada capítulo, el lector hallará secciones de notas complementarias, citas enumeradas, que aclaran y amplían conceptos y datos relacionados en general al entorno del submundo antidrogas y del propio narcotráfico, consignados y apuntados en el transcurso de la obra.

Las notas complementarias de la introducción se encuentran englobadas al finalizar el capítulo 1.

Tras la conclusión, se desarrollan tres anexos referentes a entregas vigiladas, corrupción antidrogas y bandidaje en la Policía. Los datos analizados en estos anexos están, directa o indirectamente, conectados a antecedentes y consecuencias del asesinato del Gral. Ramón Rosa Rodríguez. Al finalizar cada anexo, el lector también encontrará las respectivas citas complementarias convenientemente ordenadas.



INDICE

Introducción: RRR.

Capítulo 1:

UN MAGNICIDIO EN ASUNCION Aquel trágico lunes.

Capítulo 2:

MONTANDO EL ESCENARIO DEL CRIMEN.

La lucha por la SENAD.

Un conflicto de "poderes".

- Oviedo se consolida con Rosa Rodríguez.

- Anti-yanqui y pro-Oviedo.

- Notas complementarias.

Capítulo 3:

EL ESTORBO DE LOS NORTEAMERICANOS

- El factor Publio Fretes.

- Espionajes y roces con los yanquis.

- La "prueba" no superada.

-Un libanés entre Oviedo y Barreto Sarubbi?.

-Notas complementarias.

Capítulo 4

UN GRAN OPERATIVO EN MEDIO DEL ASESINATO

- El operativo Tagua.

- Operativo truncado.

- Celera extradición y diferencia de "merca".

- Notas complementarías.

Capítulo 5:

SABADO NEGRO

- La entrevista con la CBI.

- De observador a protagonista.

- Confesión del primer atentado.

- El capitán, hundido por su chofer.

- El asesinato y el intento de suicidio.

- "El general me seguía retando...".

- Notas complementarias.

Capítulo 6:

LOS MEMOS DEL CAPITAN

- Hablando con los de la CIA.

- La lista 10 X 2.

- Notas complementarias.

Capítulo 7:

BUSQUEDA DESESPERADA

- Una simple intriga o la realidad?.

- Conspiración.

- Notas complementarias.

Capítulo 8

14 DIAS ANTES HUBO OTRO ATENTADO..

- El caso Rossana Berino.

- Los autores: ex presos comunes.

- Aprecio entre colegas.

- Rosa Rodríguez y una hipotética denuncia.

- Trasfondo ampuloso o casero?.

- Azuzando al asesino.

- Amigos son los amigos

- Paralizando el juicio.

- Aparece Chilavert.

- Notas complementarias.

- CONCLUSIÓN

 

Anexo 1:

ENTREGA VIGILADA O TRAFICO AUTORIZADO

- El "Diplo-teatro".

- El hombre que concibió y parió Parque Cué.

- Quién habilitó la pista de Parque Cué?.

- Montando el "diploshow": planeando más entregas.

- "Bombardeando" Nueva Asunción...con cocaína.

- Caballo Fuerte y Comanche.

- Quién ordenó el aterrizaje en Parque Cué?.

- Paraguay nada gana...

- Paraguay, escala principal de la cocaína.

- Notas complementarias.

 

Anexo 2:

CORRUPTELA, ÁNTES Y DESPUÉS

- La lista 120.

- Para los pedrojuaninos. hubo un francotirador.

- Un curioso memorándum (un año después).

- La orden fue complicar lo sencillo.

- "Nido de serpientes".

- Buscando implicar a Berni.

- Oferta y contraoferta para un narco.

- Hasta el robo de la camioneta salió mal.

- Bipers.

- Amedrentando a la viuda.

- Notas complementarias.

 

Anexo 3:

GUERRA DE CUADRILLAS

- El investigador del caso Rosa Rodríguez.

- El otro investigador del caso Rosa Rodríguez.

- Amenazando...desde una sede policial?.

- La disputa por el "mercado" de automotores.

- Los "recaudadores".

- Policías para "anular" a otros policías.

- Los exterminadores.

- El cadáver...era del "objetivo".

- Sobreviviendo a los exterminadores.

- Amigos de los narcos.

- "Narcos" frente a Mburuvichá Roga.

- Notas complementarias.

- BIBLIOGRAFIA

- AGRADECIMIENTOS




INTRODUCCIÓN

RRR-

El asesinato del Gral. Ramón Rosa Rodríguez, secretario ejecutivo de la Secretaría Nacional Antidrogas (SENAD), debe ser enmarcado y analizado como una derivación lógica de un sinnúmero de oscuros hechos registrados durante años de corrupción en el seno de la entidad antinarcótica de Paraguay. El 21 de setiembre de 1972, el entonces presidente Alfredo Stroessner y su ministro del Interior. Sabino Augusto Montanaro, crearon el Departamento Nacional de Narcóticos y Drogas Peligrosas, ente que se convirtió cuatro años después, el 21 de setiembre de 1976, en Dirección Nacional de Narcóticos (DINAR), dependiente del Ministerio del Interior.

Es fácil concluir que el amo y señor de este organismo -corrupto desde su mismo nacimiento, atendiendo los antecedentes de los personajes que lo engendraron- era Montanaro. Detrás, por supuesto se encontraban patriarca de lo ilegal, el Gral. Alfredo Stroessner y toda su camarilla.

Los diferentes directores que se sucedieron estaban subordinados al Ministerio del Interior. Excepto uno de ellos, el Dr. Arnaldo Giménez Cabral-efímero titular de la DINAR en 1992 (1), los jefes antidrogas fueron policías de alta jerarquía.

El comisario general Inocencio Montiel se hizo cargo de la dirección del organismo antidrogas desde su creación. Solo un año después del golpe de Estado de 1989 fue relevado. Montiel era respetado por los antidrogas. No era la honestidad, la eficiencia y la legalidad lo que añoraban. Los agentes exteriorizaban sus quejas. En época de Montiel tenían más libertad de acción, decían. Podían detener y "proceder" con los presos. Tras la caída de Stroessner, comenzaron a precisar de órdenes judiciales para operar. También se veían obligados a respetar los derechos humanos. Situaciones nuevas que molestaban a los antiguos agentes antidrogas de nuestro país, deseosos de la vuelta de DINAR de la época stronista.

El 27 de diciembre de 1991, la fachada del ente antidrogas acusó una trascendente mutación. El Gral. Andrés Rodríguez, presidente de la República, creó por decreto la Secretaría Nacional Antidrogas (SENAD), dependiente de la Presidencia. (2)

La DINAR, único y absoluto ente de narcóticos hasta entonces, pasó a constituirse en una simple oficina de operaciones, encargada de la represión de la SENAD. Los militares coparon la jefatura la lucha antidrogas (3). El interés en el dinero presupuestado -en 1996 osciló los 13.000 millones de guaraníes (6,5 millones de dólares)- y en la ayuda norteamericana en efectivo y equipos certificaba que el manejo de la lucha contra el narcotráfico significaba una tentación casi irresistible, esto sin contar con las llamadas "entregas vigiladas". Pese a tratarse de procedimientos legales en nuestro país -no así en otros, como en Bolivia estas tareas propiciadas por los norteamericanos se encontraban a tan solo a un paso de constituirse en directo tráfico de drogas. El secreto implícito que rodeaba a estos trabajos -sobre todo los no avalados por el Poder Judicial- los convertían en una actividad cuya legalidad dependía exclusivamente de la actitud ética de los agentes, la mayoría de los cuales no se caracterizaba precisamente por salvaguardar la salud moral.

El ex presidente Rodríguez nombró al Gral. Marcial David Samaniego Ocariz primer titular de la SENAD. Para ese entonces, se habían sucedido varios hombres en la DINAR. Resaltaron los comisarios Fulvio Aldama y Juan Ángel Agüero (4). Sin embargo, la creación de una instancia superior a la DINAR a nivel institucional generó ronchas. A las diferencias ya existentes entre policías y los civiles agentes especiales se sumaron las de otro tipo de personas más conflictivo y difícil: el tipo militar. Como caídos del cielo, estos coparon el poder antidrogas.

Roces y choques se desarrollaron. La acostumbrada actitud de hacerse servir de los militares fue minando de a poco la paciencia de policías y civiles. Aunque no declarada, la antipatía mutua era tal que su existencia trascendió las paredes de las oficinas de SENAD y pasó a convertirse en noticias en los periódicos.

Agentes especiales y policías antiguos se jactaban de ser los máximos conocedores de los entretelones de la lucha. Por ello, no soportaban la presencia de militares de quienes decían poco o nada conocían del tema (5) Los militares hicieron valer su siempre vigente influencia en la vida uniformada y en todo el ámbito nacional.

También trascendió la existencia de una especie de "fantasma" cuyo influjo y asistencia, muy grandes por cierto, eran mantenidos en la más celosa reserva: los agentes de la embajada norteamericana en nuestro país. Eran misteriosos personajes, siempre bien trajeados, con inocultable apariencia de extranjeros, comúnmente llamados "gringos". Los jefes de SENAD parecían tenerles respeto y miedo a la vez. Las respuestas dadas a la prensa acerca de estas personas nunca eran satisfactorias. Ningún agente se animaba a entablar diálogo a fondo sobre los norteamericanos. Sus nombres saltaron recién tras la muerte del Gral. Ramón Rosa Rodríguez.

Entre la SENAD y la DEA de la Embajada de EE.UU. en Paraguay se acomodaron algunos agentes paraguayos quienes, con habilidad propia de personas altamente preparadas, obtuvieron la confianza en todos los estamentos internos. Dos sobresalieron con sus respectivos grupos: Miguel Ángel Berni y el subcomisario Pedro Rodas. (6)

Los roces provocaron situaciones problemáticas, complejas, que derivaron en otras. Se entremezclaron cuestiones laborales, amistades y se conformaron claques, una de las cuales ganó solidez. Alianza con miembros del Poder Judicial y otros estamentos dieron aureola de impunidad a las actividades de ciertos agentes. Cualquier obstáculo que se les pusiera en frente debía desaparecer. Así surgieron la esposa de un juez a quien por poco no mataron y, luego, el jefe de la SENAD, Gral. Ramón Rosa Rodríguez Maldonado.

La trama montada para concretar la muerte de R. Rodríguez presenta diferentes factores; válidos para un análisis. El objetivo de los autores morales era eliminar la figura del Gral. R. Rodríguez de la SENAD. Su presencia molestaba a los diferentes niveles de los antidrogas. El general se salía de las reglas a las cuales se estaba acostumbrado: no se dejaba dominar por la DEA y por los agentes paraguayos pro-norteamericanos. Los antinarcóticos influyentes se veían frenados al ser obligados a subordinarse a un terco y molestoso R. Rodríguez. Muchos de los policías, en cierto modo los menos afectados, tampoco se mostraban muy contentos con el general. Lo acusaban de intratable.

La adquisición de información que le estaba vedada en el breve lapso en que Rosa Rodríguez estuvo al frente de la SENAD formó parte del embrollo. La insatisfacción de los norteamericanos hacia la figura de R. Rodríguez fue fundamental dentro de todo el engranaje que derivó en el asesinato. El jefe de drogas paraguayo solo respondía a las directivas de dos personajes llamativamente encontrados entre sí en el ámbito de poder: el presidente Juan Carlos Wasmosy y el Gral. Lino Oviedo.

Omisiones y "desobediencias" del jefe de antidrogas hacia las instrucciones de la DEA se sumaron a otros hechos. Los norteamericanos insistían en que R. Rodríguez no impulsaba la lucha contra el narcotráfico con seriedad. Al verse acosado por los diferentes elementos que le rodeaban, R. Rodríguez investigó a sus detractores.

En síntesis, el asesinato de R. Rodríguez tiene relación con una variedad de factores que en algún momento de nuestra historia contemporánea deberá ser desmenuzada. Aún existen intereses creados que la impida! Intereses que insisten con vehemencia en que la muerte del general fue consecuencia de un simple lío que incumbió únicamente a R. Rodríguez y a su supuesto ejecutor, el capitán Juan Emiliano Ruiz Díaz. Oxilia, negando desesperadamente la existencia de otros elementos importantes, como lo serían el narcotráfico y la milicia, con el complemento circunstancial de cuestiones pasionales y homosexuales. 

Antagonismos existentes entre los antidrogas y otros grupos de elite de la Policía Nacional -encargados de las pesquisas del asesinato del general- saltaron tras el crimen. Ansias de venganzas entre oficiales de la Policía comprometidos en la investigación del caso Rosa Rodríguez, intrigas provocadas, historias inventadas y oficializadas, competencias desleales revelaron la existencia de verdaderas cuadrillas dentro de las fuerzas de seguridad nacional, sedientas de dinero y poder, sin escrúpulos para codearse con mafiosos y bandidos con tal de lograr sus detestables objetivos. Hechos ilustrativos y anécdotas ejemplificadoras serán desarrollados en anexos que se incluyen en esta obra.

Este trabajo no pretende ser verdad absoluta y mucho menos evidencia esclarecedora de caso criminal alguno. Se trata de un aporte más a través del cual el lector podrá enterarse de datos interesantes, acontecimientos reveladores, elementos de juicio insospechados, indicadores de la existencia de un submundo corrupto, poco conocido, en los llamados organismos de seguridad de Paraguay.

El autor.



CAPITULO 1

UN MAGNICIDIO EN ASUNCIÓN

Aquel trágico lunes..

Ramón Rosa Rodríguez Maldonado, Gral. de Brig. de las Fuerzas Armadas de la Nación en situación de retiro, secretario ejecutivo de la Secretaría Nacional Antidrogas. Persona dura, de carácter difícil; considerada por sus allegados, sin embargo, correcta, honesta, recta y exigente.

Su chofer, Pedro Abundio Fleitas, más conocido como Micky. Sargento. Hombre de confianza de R. Rodríguez. El apodo se lo puso Clotilde Guggiari de Rodríguez, esposa del general. El paralelismo hacía relación con el ratón Mickey, de Disney. El motivo?. Su baja estatura y jocoso aspecto.

Era lunes 10 de octubre de 1994. Habían pasado las 07:00. Micky trataba de cumplir con la rutina diaria. La mínima falla le valdría un "café" del general. Se trataba de la especialidad del jefe de la SENAD.

Fleitas se encontraba inquieto. Debía conseguir la cajetilla dé "Marlboro" para su protector. El general acostumbraba a liquidar una por día.

Se hacía tarde. María Judith, hija púber del general, debía llegar al colegio. Estudiaba en el Internacional. Luego, Ramón R. Rodríguez pensaba dirigirse a su oficina en la SENAD, en el Ministerio de Defensa, a escasos cinco minutos del Colegio Internacional.

La jomada sería ardua para el general. Pretendía entrevistarse con un ministro de la Corte Suprema de Justicia y con el presidente Wasmosy. Doña Clota -así la llamaban a Clotilde Guggiari- despidió a su hija y esposo. El general, María Judith y Micky abordaron la Mitsubishi Montero. Conducía el general. Tomaron la calle Nuestra Sra. de la Asunción, doblaron en 5a. Avda., giraron de nuevo en Chile y enfilaron camino hacia el Colegio Internacional.

- Micky, mba'eteko pa la ñande maletín hina. (Micky, que tal está nuestro maletín).

- Oí porá, mi general (Está bien mi general).

El general había puesto un portafolios en el asiento trasero de la Montero. María Judith escuchaba atenta la plática. El viaje se desarrollaba casi sin contratiempos. El único obstáculo constituía el enervante tránsito vehicular que a diario convertía a la zona céntrica de la ciudad en una verdadera trampa para cardiacos.

- Micky. ha la maletín. Oí porá pa hina, (...está bien nuestro maletín?).

- Si. mi general. Ko’ape ahecha. Oí porá (si. aquí lo estoy viendo).

El general encendió un cigarrillo. Se lo notaba inquieto. No era aquel señor serio e impávido. Parecía resentido. Tal vez decepcionado. Rosa Rodríguez tenía una sola idea en la cabeza. No era cuestión de rutina. De tanto en tanto, descuidaba fugazmente el volante y realizaba medio giro para observar su portafolios.

Poco antes de arribar a José Berges casi Mary Lions, detrás del colegio Internacional, el general insistió. La respuesta de Fleitas fue idéntica:

-Nde maletín oí porá. mi general (su maletín está bien).

María Judith percatóse de la preocupación que despertaba en su padre el portafolios.

Eran las 07:20. Diez minutos para la hora de entrada. La estudiante llegó a tiempo. Como buen militar, el general exigía a sus familiares y allegados la puntualidad.

María Judith acababa de descender de la Montero. Micky se disponía a ayudarla con sus cuadernos y libros.

Decenas de niños y adolescentes desarrollaban la misma rutina decendiendo de lujosos automotores, disponiéndose a dirigirse a las aulas. No faltaba el clásico y hasta rutinario beso de despedida a papá o mamá.

Para María Judith, no era un día como todos. La niña parecía inquieta. No se trataba de cuestión del colegio. La actitud de su padre le despertó curiosidad y preocupación.

- Papá . que te pasa?...

- Nada, mi hija, apúrate que vas a llegar tarde.

La estrecha calle José Berges se encontraba bastante atascada. Los lujosos rodados al mando de los padres y choferes de los alumnos del Inter la copaban...como todos los días. En ese Ínterin, una camioneta Toyota Land Cruiser color blanco, se aproximaba a reducida velocidad. Esto llamó la atención del general. El vehículo le resultó familiar. Se acercaba lentamente a la Montero, que llevaba los vidrios totalmente polarizados. El tubo cañón de una potente escopeta calibre 12 asomó en una pequeña abertura de la ventanilla levemente descendida de la Land Cruiser blanca. Tres balazos impactaron en el vidrio y puerta del lado del conductor del vehículo de R. Rodríguez. Las detonaciones provocados por los disparos-provocaron histeria colectiva en el lugar. Hubo corridas, alumnos llorando y padres de familia alterados. Todos percibieron que no se trataba de simples petardos. Lo confirmaba el reventado vidrio polarizado de la Montero del general que acababa de acusar dos tiros de perdigones de escopeta. El borde de la puerta de la camioneta fue el blanco del tercer tiro.

Como soplado por la fortuna divina, el general se salvó de ser alcanzado por las balas.

Micky, quien estaba en el asiento del acompañante, cayó con el cráneo destrozado. Con su sangre al general. El horror se apoderó de todos quienes se encontraban en la zona del colegio Internacional. Los transeúntes y automovilistas no podían disimular el pánico dibujado en el rostro.

El francotirador abrió fuego desde la ventanilla del acompañante de la Land Cruiser. Apuntó directo a la cabeza del conductor. No contaba con la fortuna del jefe militar. Micky pagó las consecuencias. María Judith se percató de todo.

El general Rodríguez solicitó ayuda por radio. "Central - Siena 1 (clave del R. Rodríguez para comunicarse con la base de DINAR). Comunique que recibí un atentado detrás del Colegio Internacional, mi chofer está muerto...". En realidad, Fleitas agonizaba.

La orden dada por el general Rosa Rodríguez movilizó a todo el pelotón antidrogas y de la Policía de la ciudad. Los agentes especiales y uniformados que trabajaban en la oficina situada cerca del barrio Cuatro Mojones acudieron al lugar abriéndose paso con disparos al aire de potentes armas de fuego. Muchos de los efectivos suspiraron aliviados al ver ileso al general Rodríguez. Otros, no tanto. "Llévenlo a Primeros Auxilios", dispuso, refiriéndose al herido Micky.

Tras la llegada del pleno de los agentes de drogas, arribó al lugar Juan Emiliano Ruiz Díaz Oxilia, capitán de Artillería, ayudante de R. Rodríguez en la SENAD. Su condición de ayudante general en la matriz antinarcótica se lo debía a una recomendación del Gral. Mario Escobar Anzoategui, antecesor del R. Rodríguez, de quien también Ruiz Díaz fue secretario privado.

“-Buenos días, mi general.

- No tan buenos, Ruiz Díaz. O fallá la nde capanga kuéra (fallaron tus capangas).

El rostro del capitán palideció. Cerró los ojos. Parecía querer despertar de una pesadilla. Apretó con vigor uno de sus puños. Jugaba nervioso con los dedos de la otra mano. Los entrecortados suspiros emitidos evidenciaban que sus latidos aceleraron a "mil por hora". Se mantenía, sin embargo, al lado de su jefe.

-Salga. Ruiz Díaz. No tiene nada que hacer ahí.

El general lo recriminó con dureza, ante todos los demás antinarcóticos y curiosos. Ruiz Díaz se había acercado a la Montero. El general no ocultaba sus sospechas y antipatía hacia su ayudante. (7)

Tras los antidrogas, arribó la Policía. El general, soberbio rutilaba tranquilo. La expresión de su rostro denotaba satisfacción. No era para menos. La suerte que le tocó lo justificaba. Deseaba que todos supieran que acababa de convertirse en un héroe. El cargo que ocupaba en la SENAD permitía que cualquier inexperto de la calle pudiera dar con la presunción lógica del móvil del fallido atentado. Esa misma soberbia acabaría con su fortuna.

Rodríguez sospechaba con fuerza que Ruiz Díaz fue quien disparó. Pese a ello, no quiso entender aquello de que "quien la pega una vez sin apuntar no debe insistir con su suerte". Ramón R. Rodríguez gustaba controlar todo. Acostumbraba a oficiar de juez en incidentes menores registrados en su entorno, sobre todo en el trabajo. Esta imprudente conducta le costaría muy caro. Si el general hubiese apostado a lo más sensato, entregando al sospechoso a la policía o a los militares, es probable que su suerte hubiera sido diferente.

- No papá, no te vayas. Ellos son los malos! ..ellos son los malos!.

María Judith gritó asustada. Su padre se disponía a abordar un Jeep con Ruiz Díaz y escoltas.

- No mi hija, ya pasó todo. Todo está bien. Papá está bien.

El general ordenó que llevaran a su hija a casa. El coronel Nivaldo Fleitas, hombre de confianza de R. Rodríguez, se llevó el maletín. Aunque intuía algo peor, la niña no tuvo otra opción que ser escoltada hasta casa. La acompañaron el Tte. Gerónimo de la Cruz Benítez y el oficial primero Omar Azcona.

- Lugo, Méndez, Sanabria...al Jeep. Ruiz Díaz, usted también.

La orden iba dirigida al entonces teniente Luis Carlos Lugo y a los suboficiales Genaro Méndez y Miguel Sanabria (8). Este último se hizo cargo del volante. El general tomó el asiento del acompañante. Ruiz Díaz se colocó detrás, en medio de Lugo y Méndez. Iba en carácter de detenido. No lo sabía aún.

Ya en el trayecto, el general Rosa Rodríguez dio la orden reveladora

- Ruiz Díaz, entregue su walkie. Lugo, desármelo...

El capitán confirmó que el jefe dirigía sus sospechas hacia él. También de sus intenciones. La ya manifiesta preocupación del capitán se convirtió en desesperación. En ese lapso ocurrieron los hechos más dramáticos.

Durante el breve viaje hacia la Guardia Presidencial. Rodríguez cuestionó a su ayudante lo del atentado. Ruiz Díaz negó implicancia. La discusión subió de tono. R. Rodríguez, muy irritado, gritó al sospechoso (9). Lo humilló ante oficiales de menor jerarquía. Le recordó incidentes que ocurrieron dos días antes, como el robo de una gruesa suma de dinero en la oficina de la SENAD (10). Le advirtió que le darían de baja, que lo degradarían y que lo mandarían a la cárcel, lo peor que podría ocurrirle a un uniformado de brillante carrera como lo era Ruiz Díaz. Al llegar a la cuna San Miguel, en Rio de Janeiro y Gral. Santos, a 200 metros de la Guardia Presidencial, el Jeep se detuvo para ceder el paso preferencial de otros vehículos. Ruiz Díaz aprovechó la desatención de los custodios y salió del vehículo corriendo. El general, muy nervioso, abrió fuego con su arma de reglamento. Nodio en el blanco. Los custodios Lugo y Méndez lo alcanzaron de inmediato. El capitán fue reducido con rudeza y golpeado con vehemencia. Los custodios cumplían la orden del general Rodríguez. (11)

Apenas tomó posición en el Jeep, el capitán volvió a sorprender. Extrajo una pequeña pistola calibre 6.35 que llevaba consigo y disparó al general en la nuca. Luego, se encañonó en la cabeza. Lugo desvió el trayecto del balazo. El proyectil lo hirió en la cabeza, pero no logró el presunto objetivo de suicidarse. Méndez completó la obra al propinarle un feroz golpe con culata de FAL en la cabeza.

La corta distancia existente entre los lugares del primer y segundo atentado y las llamadas por radio facilitaron la rápida llegada de los demás agentes y autoridades antidrogas al escenario del segundo atentado.

Los militares no podían creer lo que había ocurrido. Lloraban y lanzaban alaridos desesperados. Los agentes especiales y policías de narcóticos disparaban al aire. Transcurridos interminables segundos subsiguientes, los efectivos reaccionaron y llevaron a los heridos hasta centros asistenciales. Se abrieron paso en el abarrotado tráfico vehicular realizando disparos y gritando improperios a todo automovilista que se negara a acatar las órdenes emanadas de los tubocañones enfilados hacia el cielo.

Ruiz Díaz se salvó en el Hospital Militar y quedó internado. Ramón R. Rodríguez murió cinco horas después en el sanatorio Americano. Micky Fleitas falleció tras varios días de agonía. Uno de los episodios criminales más singulares de la historia contemporánea del país se había registrado.(12)


NOTAS COMPLEMENTARIAS INTRODUCCIÓN

RRR-

1 - El Dr. Arnaldo Giménez Cabral se desempeñó como asesor jurídico de la SENAD desde 1990 y llegó a ser titular interino de la oficina de represión de la Secretaría en noviembre de 1994, poco antes del ascenso del Gral. Ramón Rosa Rodríguez como titular de la SENAD. Dejó el ente antidrogas cuando fue nombrado viceministro de Justicia del Ministerio de Justicia y Trabajo.

2- De hecho, la Secretaría ya estaba funcionando desde un año antes, a modo de experimento. El Gral. Marcial David Samaniego Ocariz fue nombrado, aunque aún sin decreto, coordinador de la Coordinadora Nacional Antidrogas (CONAD). Con el decreto de Andrés Rodríguez de diciembre de 1991, la CONAD se convirtió oficialmente en SENAD. La DINAR dejó de depender del Ministerio del Interior y pasó a ser una oficina, una sección de la SENAD la cual, a su vez, estaba supeditada a la Presidencia de la República.

3- Desde la habilitación de la CONAD hasta 1996, más tarde convertida en SENAD, solo generales de las FF.AA. llegaron a ser sus titulares. Ellos fueron: Marcial David Samaniego Ocariz, Mario Escobar Anzoategui, Ramón Rosa Rodríguez, Evaristo González, José Tomás Centurión y Carlos Alberto Ayala.

4- Otros jefes de la DINAR fueron el comisario general Inocencio Montiel, comisario Justino Bracho (ya fallecido), el ya mencionado Dr Arnaldo Giménez Cabral, el comisario general Publio Fretes. Luego de la muerte de Ramón Rosa Rodríguez, estuvieron en el cargo el comisario César Aquino y el comisario princ. Epifanio Jara.

5- Con la creación de la CONAD-SENAD en 1990, un nuevo tipo de agentes fue conformado en la institución: las Fuerzas Especiales, totalmente conformadas por militares de diferentes armas, especialistas en guerra de guerrillas y en trabajos de montes. Con el tiempo, se los asoció en la tarea de destrucción de plantíos de marihuana. Los conflictos ya existentes entre policías y los civiles agentes especiales se ahondaron con la presencia de los militares en la SENAD. Al verse favorecidos en principio por el secretario ejecutivo de SENAD de turno, por la condición de militares que compartían, los verdeolivos de menor jerarquía provocaron profundos resquebrajamientos en el trato con los agentes especiales y policías. Esto aún persiste en cierta manera.

6-      Desde la época de la DINAR del comisario general Inocencio Montiel, Miguel Ángel Berni y el subcomisario Pedro Rodas Benítez tuvieron amplia y profunda influencia en la toma de decisiones de la institución. Berni se desempeñaba como encargado de operaciones e inteligencia de DINAR (y luego de la SENAD) y era elemento de la DEA de la Embajada de Estados Unidos. Rodas Benítez también fue titular de inteligencia y subdirector de DINAR. Prestaba servicios dentro del esquema de la CIA de la embajada americana en Paraguay.


UN MAGNICIDIO EN ASUNCIÓN

- Aquel trágico lunes...

7- Un testimonio revelador lo dio el periodista Vicente R. Benítez. Su llegada al lugar del primer atentado se produjo minutos después de haberse concretado el criminal caso. La severa llamada de atención del general Rosa Rodríguez al capitán Ruiz Díaz se produjo en presencia del hombre de prensa. Su testimonio consta en el juzgado correspondiente al juez Emiliano Rolón, en el expediente caratulado como "Juan Emiliano Ruiz Díaz por doble homicidio en capital".

8- Nótese que fue el general Ramón Rosa Rodríguez quien eligió a sus escoltas. El ahora capitán Carlos Lugo, y los suboficiales Genaro Méndez y Miguel Sanabria formaban parte de las Fuerzas Especiales de la SENAD. Ninguno de ellos tenía previsto ser los escoltas del general. Esto podría poner en dudas una de las versiones posteriores dadas por el capitán Ruiz Díaz, en la cual acusaba al actualmente capitán Lugo de haber sido quien ejecutó el asesinato del general. Según Clotilde Guggiari, esposa de R. Rodríguez, Lugo era uno de los oficiales que más confianza despertaba al ex jefe de la SENAD. Ruiz Díaz era todo lo contrario.

9- Muchos policías que siguieron la investigación aseguran que el Gral. Ramón Rosa Rodríguez llegó inclusive a abofetear a su ayudante. La viuda del general, Clotilde Guggiari, manifestó sus dudas acerca de este detalle.

10- El sábado 8 de octubre de 1994, el general Ramón Rosa Rodríguez detectó un faltante de más de 50 millones de guaraníes en la caja fuerte de la SENAD. Directamente responsabilizó al capitán Ruiz Díaz sobre este hecho. Se trata de un hecho que tuvo derivación insospechada. En el transcurso de la presente obra se relata y analiza el caso.

11. Estos dramáticos hechos explican el origen de los testimonios de varios vecinos del lugar quienes dijeron haber visto a uniformados golpeando y disparando a una persona vestida de civil que, en este caso, sería el capitán Juan Ruiz Díaz.

12- Historia basada en la versión oficial de la Policía Nacional, en datos proporcionados por fuentes policiales y castrenses y en relatos de testigos.



CAPÍTULO 2

MONTANDO EL ESCENARIO DEL CRIMEN

LA LUCHA POR LA SENAD

El Gral. Mario Escobar Anzoategui, jefe militar con brillante foja de servicio, profundo conocedor de la profesión de las armas, contaba con la ventaja de poseer un currículum que incluía estudios en West Point y en postgrados importantes en otros centros de Estados Unidos. Es sencillo entonces entender por qué el Gral. Escobar Anzoategui contaba con un elemento sumamente difícil de conseguir en nuestro medio: la bendición absoluta de la Embajada de Estados Unidos en Paraguay. Corría noviembre de 1993. (1) El entonces embajador norteamericano en Paraguay. Jon Glassman, evidenciaba total satisfacción con la labor desplegada por el citado general. Escobar Anzoategui como jefe de la Secretaría Nacional Antidrogas (SENAD).

El saliente secretario ejecutivo de la SENAD. Gral. Marcial David Samaniego Ocariz ( 2   ), acababa de ser beneficiado con un cargo superior: lo nombraron viceministro de Defensa Nacional. Samaniego jefe militar a quien en alguna ocasión se citó como un potencial presidenciable, ya no era potable para la secretaría ejecutiva de la SENAD. El exceso en la utilización de bienes facilitados por los americanos y la anarquía en que se desempeñaba su entorno le costó en gran medida el puesto. ( 3 ) El Tte. Cnel. Luis Alberto Ocampos Vass, el agente Miguel Ángel Berni y el subcomisario Pedro Rodas tenían fuerte influencia en la SENAD ( 4 ). Vehículos, viáticos status cargos de confianza. La tutela de la DEA y el apoyo de jueces del fuero criminal, por supuesto, estaban vigentes.

El escándalo desatado en el caso Parque Cué (5) debilitó la administración de Samaniego. La opinión pública no encontró mucha coherencia en aquella historia del hallazgo de un avión con cocaína en un lejano paraje chaqueño conocido como Parque Cué. Menos aún que el piloto haya podido escapar nada menos que en el Alto Chaco, dejando abandonado dinero y semejante cantidad de la ilegal mercadería: 343 Kg. de cocaína.

El Gral. Escobar Anzoategui encajó para los norteamericanos. El embajador Glassman tuvo participación en la elección del nuevo jefe antinarcótico. La intención era potenciar la lucha que estaba parada. El tema de Parque Cué y el aburguesamiento de los miembros de la SENAD influyó para que los norteamericanos creyeran necesario el cambio en la titularidad de la Secretaría.

En tres meses de trabajo, el Gral. Escobar Anzoategui impulsó el combate a las drogas, facilitó el libre accionar a los norteamericanos y les dio campo para que controlasen la lucha antinarcótica desde la propia SENAD. Los de la DEA llamaban a todo esto "asesoramiento". Pese a tener entre sus hombres operativos a los agentes de siempre (hombres como Berni, Rodas, José Luis Reyes, el mayor (SR.) Alejandrino Acuña, el capitán Sergio Benítez y, por supuesto, los infaltables agentes norteamericanos Robert William Ridler y Carlos Walters), Escobar Anzoategui logró eliminar algo de aquella inacción patentizada durante la administración anterior.

Los agentes antidrogas acostumbraban a esforzarse mucho en las primeras semanas de trabajo para impresionar al novel jefe que les tocaba encarar. Sea como haya sido. Escobar Anzoategui obtuvo resultados que satisficieron a los americanos: una tonelada de marihuana y 26 kilos de cocaína en doce semanas de trabajo.

Escobar impulsaba además una tarea inédita en relación al lavado de dólares en nuestro medio. Paraguay constituía y sigue siendo un gran paraíso para los limpiadores del narco-dinero en el mundo. La falta de legislación en aquel entonces facilitaba que cualquier delincuente pudiera enriquecerse en forma colosal como por arte de magia, de la noche a la mañana. Ninguna autoridad de seguridad podía siquiera cuestionar el origen de las sospechosas fortunas. Entonces no regía aún la ley 1015, sancionada en enero de 1997, que penaliza del lavado de dinero.

El Gral. Escobar Anzoategui propulsaba en ese entonces lo único que podía hacerse en ese momento; algo que, paradójicamente, nadie había intentado: abrir una investigación confidencial, paralela, sobre lavado de dinero en Paraguay. Se buscaba información concreta del origen, movimiento, inversiones, depósitos, etc. La intención era tener a mano datos concretos, frescos, hasta tanto el Parlamento aprobaba el proyecto de ley que tipifica como delito el lavado de dólares y que reglamenta la turma de castigarlo.

Todo iba sobre rieles hasta que llegó el baldazo de agua helada para los americanos. Los de la Embajada, que todo lo sabían en nuestro país, fueron sorprendidos en frío: Escobar Anzoategui fue pasado a retiro como general de división en servicio activo. Esto provocó la inmediata renuncia de Escobar como director de la SENAD el 25 de noviembre de 1993. Más que una decisión tomada como producto de una reflexión personal, el jefe militar soportó presiones externas, relacionadas a duelos de poder mantenidos por otros altos exponentes de las FF.AA. interesados en colocar a oficiales de más confianza para lograr réditos personales. En ese entonces, el Gral. Lino Oviedo, menos antiguo que Escobar Anzoategui. buscaba la manera de escalar posiciones en las FF.AA. Con el pase a retiro de sus superiores, se le abría el camino. Escobar fue incluido en la trampa. (6)

Se desató un juego de intereses entre elementos del Ejecutivo y militares, por un lado, y los norteamericanos, por el otro. Los de la Embajada insinuaban un derecho adquirido para seguir manejando la SENAD. Después de todo, hasta ese momento nadie les había cuestionado nada y menos aún sobre tema antinarcótico en Paraguay.

"Sería una tragedia si gente deshonesta quita a gente honesta que está luchando contra las drogas". El embajador Glassman aludía el pase a retiro del Gral. Escobar Anzoategui y al traslado de personas que llenaban cargos de confianza en esa administración de la SENAD.

Los entonces coroneles Víctor Aníbal López Giménez y Eugenio Secundino Morel Garay (7) habían sido promovidos a cargos de mayor relevancia dentro de la Fuerzas Armadas. Lo mismo que el Gral. Samaniego, ocuparon puestos más atractivos en el ámbito militar. El Cnel. López Giménez fue promovido al Estado Mayor para recuperar su condición de efectivo dentro de las FF.AA. ya que en la SENAD estaba como "comisionado". El Cnel. Morel Garay, por su parte, fue designado agregado militar de las FF.AA. a la Embajada de Paraguay en Sudáfrica un cargo reseñado a oficiales con rango de General de Brigada o General de División. Un verdadero obsequio para el Cnel. Morel A los militares les era más conveniente estar en una unidad castrense que servir como comisionado en alguna institución dependiente del Ejecutivo. Por ello, ninguno exteriorizó malestar ni mucho menos emitió protestas. Una jugada de ajedrez para evitar un eventual efecto boomerang de parte de los oficiales afectados.

Para los americanos, las rotaciones -que premiaban a oficiales que no hicieron mérito evidente o, en todo caso, no realizaron actividades sobresalientes- tuvieron un solo objetivo: alejar a gente capaz de la lucha de drogas en nuestro país.

Jon Glassman insistía en que se había cambiado a gente honesta en la SENAD. Esta decisión no consultada a los norteamericanos creó tensión entre la Embajada norteamericana y el gobierno de Wasmosy. A tal punto llegó la crisis que, el 28 de noviembre del 93, Glassman abandonaba el Hotel del Paraguay en forma intempestiva, justo en momento en que el presidente Wasmosy arribaba a la lujosa sede para inaugurar un seminario. Los demás invitados no dejaron de percibir la grave diferencia existente entre ambas personalidades.

Al día siguiente, Glassman, con mente más fría, retomó la actitud diplomática. Abandonó el hotel simplemente porque tenía que cumplir con otro compromiso social. Esta endeble excusa no logró que la ciudadanía olvidara la agria diferencia que Glassman mantenía con

Wasmosy y secretarios de Estado por el pase a retiro de Escobar Anzoategui.


UN CONFLICTO DE "PODERES"

La Embajada de Estados Unidos mandaba tanto o más que el propio Poder Ejecutivo en Paraguay. En ese contexto, se podía afirmar sin temor a caer en exageraciones que un duelo de "poderes de estado" se generó en el país. El caso irritó tanto que el presidente de la República no pudo evitar comentarios considerados imprudentes para las relaciones diplomáticas entre ambos países: "el negocio de estos bandidos está en la diferencia de la cantidad de drogas. Se quedan con 300 kilos y envían a Estados Unidos 25" Evidentemente, el presidente aludía a las tan criticadas entregas vigiladas defendidas por los norteamericanos. (8)


OVIEDO SE CONSOLIDA CON ROSA RODRÍGUEZ

Antes de culminar su misión en nuestro país -en noviembre de 1993, once meses antes del crimen de Ramón Rosa Rodríguez- Jon Glassman advertía que las autoridades de SENAD a ser nombradas en reemplazo del Gral. Escobar Anzoategui y equipo debían demostrar en forma inmediata la misma voluntad para investigar que los hombres que acababan de ser relevados.

El sucesor de Escobar Anzoategui no convencía al embajador norteamericano. El elegido fue el Gral. (SR.) Ramón Rosa Rodríguez Maldonado.

Ramón R. Rodríguez era amigo personal del ahora retirado Gral. Lino César Oviedo, hombre fuerte del Paraguay por ese entonces. Fue uno de los coordinadores regionales de la campaña presidencial del Ing. Juan Carlos Wasmosy y era persona no grata al Gral. (SR.) Andrés Rodríguez, ex presidente de la República. Fue nombrado nuevo jefe de la SENAD.

El cambio de Escobar Anzoategui por el general R. Rodríguez fue una jugada de ajedrez de Lino Oviedo para restar poder a los norteamericanos en el tema de la droga. Algo inédito por ese entonces. R. Rodríguez no iba a responder a los norteamericanos; sí obedecería a Wasmosy y, sobre todo, a Oviedo. Los norteamericanos no miraban con buenos ojos a Oviedo.  

Datos obtenidos por el capitán Juan Emiliano Ruiz Díaz Oxilia, el hombre acusado de haber asesinado al general R. Rodríguez, ponían en evidencia la forma de pensar de los norteamericanos. Se trataba de informes recogidos en tareas de espionaje a los agentes de la DEA y la CIA de la Embajada de Estados Unidos y plasmados en memos que obraban en poder del Gral. R. Rodríguez poco antes de su muerte:

"Ven al Gral. RRR (Ramón Rosa Rodríguez) como hombre puesto por el Gral. LCO (Lino César Oviedo) para poder favorecerle en el tráfico de drogas…” (9)

"También por los cambios realizados en PJC (Pedro Juan Caballero), agencia de DINAR y Aeropuerto y a la amistad del Gral. LCO con Fahd Yamil".

"Ven difícil que el presidente Wasmosy pueda apoyar al combate debido a que el Gral. LCO lo maneja y dispone de documentos que involucran al presidente JCW (Juan Carlos Wasmosy) con la corrupción (Itaipú)".

"No confían en el Gral. RRR debido a que toda información que dispone la pasa al presidente JCW y este a la vez le cuenta al Gral. LCO".

Informes que radiografiaban de cuerpo entero a los norteamericanos y a los conceptos que manejaban al referirse a Wasmosy, Oviedo y R. Rodríguez.


ANTI-YANQUI Y PRO-OVIEDO

El Gral. Escobar Anzoategui brindaba garantías de que los norteamericanos podrían seguir "supervisando" las operaciones, sobre todo, las llamadas "entregas vigiladas". R. Rodríguez, militar terco, tildado de antipático, no era precisamente el hombre que iba a dar la luz verde libre a los funcionarios norteamericanos.

Existían dos pilares sobre los cuales Rosa Rodríguez se sostenía: el Gral. Oviedo y el presidente Wasmosy. Figuras antagónicas entre sí que, paradójicamente, tuvieron en la figura de Rosa Rodríguez uno de los pocos factores comunes que los dejaron en posición similar y coincidente. El objetivo era simple: no dejar el tema de drogas bajo el dominio de la Embajada norteamericana. Lógicamente, esto debilitarla en forma notable la eficacia de la lucha contra el narcotráfico.

Los duros roces entre el gobierno y el embajador Glassman dejaron secuelas. En ese entonces, la influencia del Gral. Lino Oviedo en el Poder Ejecutivo era enorme.

Por otro lado, el Gral. (SR.) R. Rodríguez mantenía una relación de no muy buenos amigos con el Gral. Andrés Rodríguez, ex presidente de la República. Los antecedentes enojosos se remontaban a la época en que el asesinado jefe antidrogas se desempeñaba como embajador paraguayo en Sudáfrica, en la década del 70. Su esposa, Clotilde Guggiari, sostenía que Rosa Rodríguez pescó, captó e indagó a ciertos contactos de allegados de Andrés Rodríguez en tráfico de armas. Gustavo Saba. yerno de Andrés Rodríguez, justamente había sido salpicado en investigaciones sobre tráfico de armamentos pesados. (10)

La diferencia con el ex presidente le valió a R. Rodríguez ser pasado a retiro en 1991. La excusa fue otra. Sospechas sobre casos de acosos sexuales -siempre le buscaban ese lado al Gral. R. Rodríguez- y otras faltas sin importancia.

Quien eligió a Ramón Rosa Rodríguez para jefe de SENAD posiblemente fue el Gral. Lino Oviedo. Esa constituía la sospecha de los norteamericanos. Oviedo acababa de consolidarse en la práctica como nuevo hombre fuerte del país y necesitaba dominar todas las estructuras de poder, incluyendo el de la lucha contra las drogas. Nada mejor que elegir a alguien de su confianza que, a la vez fuese enemigo de su antecesor en su nuevo papel dentro del ámbito de Poder.

Al nombrar a R. Rodríguez como jefe de SENAD. Oviedo obtenía valiosos puntos para ganarle de mano a Andrés Rodríguez y consolidarse como nuevo hombre fuerte del país, Oviedo habría sido muy astuto al elegir a un militar de su confianza a quien también Wasmosy le debía favores por trabajos realizados en la campaña presidencial.

Ese antagonismo entre Oviedo y Andrés Rodríguez -por muchos años considerado inexistente por la anterior relación de ayudante/jefe que se liaba entre ambos- saltó a la luz en toda su dimensión en oportunidad de que el ex presidente de la República afirmó al juez Alcides Corbeta que Oviedo efectivamente se sublevó en el intento de golpe de Estado de abril de 1996. (11)

Con los norteamericanos, la cuestión entró en conflicto de inmediato. Glassman anunció su posición: "El tema guarda relación con el nombramiento del nuevo director de la SENAD a fin de que se libre una lucha acertada, arrestando a los narcotraficantes y a sus protectores. Esperamos resultados concretos que demuestren claramente que el Gobierno quiere llevar adelante esta cuestión". Glassman dudaba de Ramón Rosa Rodríguez.

Rosa Rodríguez no era de aquellos generales que gustaba ser dominado o manipulado, y menos por influencia foránea. "Ko'ape che la amandaba. Ndaha'ei hina la gringokuera" (aquí mando yo,..no los gringos), se le oyó decir en varias oportunidades. El malestar en los americanos era notorio. El odio hacia la persona del Gral. Rosa Rodríguez había comenzado a tomar forma. Frecuentes roces entre diplomáticos de la Embajada de EE.UU. y el "viejo" -así llamaban al general- lo confirmaban.

Acontecía que el general asesinado no veía con buenos ojos los trabajos propiciadas por los norteamericanos. Las órdenes debían emanar de él para que sean válidas. El general R. Rodríguez no facilitaba los trabajos propuestos por la DEA. RRR chocaba y molestaba a los americanos.

El antecesor de R. Rodríguez, Gral. Escobar Anzoategui era un hombre pro-DEA. Lino Oviedo se volvió más fuerte con la destitución de Escobar Anzoategui (pro-DEA) y con el posterior nombramiento de R. Rodríguez (pro-Oviedo y anti-yanqui).

Después de que se desarrollaran estos cambios en SENAD, Glassman aconsejó que Paraguay pasara a formar parte de los países que no colaboran con la lucha antidrogas. (12) Esto se cumplió un año después, luego de la muerte del Gral. Ramón Rosa Rodríguez.


NOTAS COMPLEMENTARIAS

MONTANDO EL ESCENARIO DEL CRIMEN

- La lucha por la SENAD

1- El Gral. Mario Escobar Anzoategui se hizo cargo de la secretaría ejecutiva de la SENAD exactamente once meses antes del asesinato del Gral. Ramón Rosa Rodríguez.

2- El Gral. Marcial David Samaniego fue el primer militar al frente de la lucha antidrogas del país. Tuvo a su cargo la SENAD durante tres años (1990-1993) durante la presidencia de Andrés Rodríguez.

3- Al no contar ya con el visto bueno de los norteamericanos, el Gral. Marcial David Samaniego Ocariz fue excluido de la SENAD en agosto de 1993. Samaniego aseguraba que renunció. En declaración hecha ante la Comisión Bicameral de Investigación (CBI) del Parlamento que llevaba una pesquisa en 1993 sobre entregas vigiladas. Samaniego detalló en qué circunstancias lo relevaron: "Salí (de la SENAD) porque yo pedí, por supuesto. Oportuna fue la salida porque hubo cambio de gobierno (de Andrés Rodríguez a Juan Carlos Wasmosy). Desde enero del año pasado, yo quería reorganizar la DINAR. Apareció la Policía Nacional. Era la oportunidad de desligarme de todos los uniformados y dejar netamente civiles, los agentes especiales, como en la DEA. Inclusive hacer un entrenamiento especial, mandarles a los Estados Unidos a gente nueva. Hay muchos voluntarios que quieren ser agentes. Inclusive quería ir eliminando a los viejos, hacer una nueva organización. Escucharon mi idea. Entonces, (los agentes antiguos y los policías de confianza de la Embajada) directamente fueron a junto a Jon Glassman (embajador de EE.UU. en Paraguay en ese entonces). Le dijeron: "ahí el Gral. Samaniego parece que nos quiere trasladar". Entonces Glassman fue directamente al presidente Wasmosy. Le dijo que yo iba a quitar a la gente y eso podía destruir las relaciones diplomáticas. Se armó un...(problema grave). Wasmosy, sin saber nada, me llamó y me cuestionó, me dijo que era una osa delicada".

"Entonces yo le dije que no podía trabajar así, que si tengo un frente con el narcotráfico y que si tengo un frente con el embajador y otro frente con el presidente...no iba a poder con tres frentes. Entonces me dije que aprovecharía ahora (para renunciar) porque si hizo eso Glassman, lo volvería a hacer... ".

4- El entonces Tte. Cnel. Luis Alberto Ocampos Vass se desempeñaba como ayudante del Gral. Marcial David Samaniego Ocariz en la SENAD. Su influencia era notable. El agente Miguel Berni y el subcomisario Pedro Rodas representaban los intereses de la Embajada de Estados Unidos en la SENAD y también tenían carta libre y apoyo de Samaniego para operar.

5- El caso Parque Cué fue una entrega vigilada mal realizada, impulsada por la SENAD y la DEA. La Convención de las Naciones Unidas define a la "entrega vigilada" como "la técnica consistente en dejar que remesas ilícitas o sospechosas de estupefacientes sicotrópicas salgan de uno o más países, lo atraviesen o entren en él con el conocimiento y bajo la supervisión de autoridades competentes, con el fin de identificar a las personas involucradas en la comisión de delitos tipificados de conformidad con el párrafo 1 del artículo 3 de la presente Convención".

El caso Parque Cué se descubrió el 13 de setiembre de 1990 en un lejano punto del Chaco llamado Parque Cué y generó un gran escándalo. Este caso merece un anexo aparte en esta misma obra.                 

6- El general Mario Escobar Anzoategui fue parte del grupo de generales obligados a dar el paso al costado para permitir el ascenso meteórico del entonces influyente general Lino César Oviedo. "Oviedo rápidamente ganó preponderancia en la organización castrense. Siendo menos antiguo, llegó a tener bajo su mando a jefes militares en la comandancia de las tres armas (caso Oscar Rodrigo Díaz Delmás, actual comandante del Ejército: Evelio Fabio Benítez Santacruz, Irán Centurión, por citar algunos), descontando que para llegar a comandante del Ejército tuvieron que ir a retiro varios generales (por ejemplo, los generales Emilio Osvaldo Balbuena. Mario Rodolfo Escobar Anzoategui, Marino González. Regis Romero. Pedro Concepción Ocampos)". ("El Ocaso del Jinete". ABC Color. Pag. 46).  

7- Víctor López Giménez y Aníbal Morel Garay se desempeñaban como secretario general adjunto y jefe de intercepción (operaciones) de la SENAD. Ambos eran subordinados que merecían la total confianza del Gral. Escobar Anzoategui. Por ende, también eran uniformados elegidos por la Embajada de Estados Unidos en Paraguay.

8- Atendiendo que las entregas vigiladas generalmente no eran comunicadas a autoridades judiciales competentes. Wasmosy exteriorizó sus sospechas de que los norteamericanos y paraguayos destituidos a combatir el narcotráfico a nivel internacional aprovechaban las tareas para alzarse con "pingues" ganancias. Como no existía control judicial nadie podía cuestionar la cantidad de droga incautada. Solo el 25 de noviembre de 1996, el presidente Wasmosy y el recién nombrado secretario ejecutivo de la SENAD, Gral. Carlos Alberto Ayala, manifestaron en forma oficial su abierto apoyo a las "entregas vigiladas" y dieron cuenta de su eficacia. Ayala, sin embargo, abogó por la creación de una legislación adecuada.

9- Lino Oviedo era investigado por los norteamericanos como una de las autoridades que brindaba protección a ilícitas actividades de supuestos narcotraficantes y contrabandistas. La obra "El Ocaso del Jinete" dio parte de esta versión en algunos de los tópicos desarrollados: "...algunos oficiales de la Caballería, incluso Oviedo, fueron sindicados como protectores de los mayores capomafiosos de las zonas fronterizas, que se convirtieron en los principales puentes por donde pasan los mayores contrabandos y tráfico de drogas. Sin embargo, no existe una versión real de la justicia paraguaya sobre tales presunciones".

"...corrió la versión de que el relevo de Oviedo fue producto de la presión ejercida por el Gobierno norteamericano y los países del MERCOSUR debido a los fuertes indicios existentes de que el comandante del Ejército era protector del narcotráfico en el Paraguay. Pese a que se admitió la falta de pruebas en ese sentido, resultaba sumamente sugestivo para los norteamericanos que los narcotraficantes siguieran utilizando Paraguay como puente para el tráfico de cocaína hacia Estados Unidos y Europa, a pesar del aumento del control de los organismos especializados en el combate contra las drogas". ("El Ocaso del Jinete"  Pag. 50 y 173).

10- Leer ABC Color, serie "Tráfico de armas", iniciada el 7 de marzo de 1993 en páginas 16 y 17. En la pesquisa periodística se concluyó que influyentes personas allegadas al régimen de Stroessner y Rodríguez facilitaron y hasta hicieron de contactos para el tráfico de armas hacia Irán y Sudáfrica. Se citó a Alfredo Stroessner, Gral. Alejandro Fretes Dávalos, Gustavo Saba, entre otros.

11- "El Ocaso del Jinete" explica los motivos políticos de la ruptura entre el ex presidente Rodríguez y su ex ayudante Lino Oviedo. "Uno de los principales motivos de la ruptura entre el general Andrés Rodríguez y su subordinado, el influyente general Oviedo, fue precisamente el acercamiento que este último tuvo con el sector liderado por el Dr. Luis María Argaña en los últimos meses de 1990 y los primeros de 1991, cuando el político colorado fue defenestrado por Rodríguez de su cargo de canciller nacional, en junio de 1990".

"Oviedo y Argaña intentaron elaborar un proyecto político con vistas a las internas del 92 y con proyección al periodo 93-98". Este intento de alianza entre Oviedo y Argaña no prosperó porque el ex presidente Rodríguez lo impidió. ("El Ocaso del Jinete" - Pag. 66).

12- Uno de los motivos fundamentales por los cuales Paraguay pasó a (orinar parte -con Colombia y Bolivia- de la "lista negra" de los Estados Unidos, catalogado como país que no colabora en la lucha con el narcotráfico, fue la negativa del Gral. Ramón Rosa Rodríguez y del gobierno paraguayo de impulsar las "entregas vigiladas". Esa misma política la siguieron sus sucesores, Gral. Evaristo González y Gral. José Tomás Centurión. Tras el asesinato de Rodríguez, la prohibición de las tareas encubiertas se concretó oficialmente debido a que surgieron sospechas de que el móvil del homicidio pudo haber tenido relación con hechos de corrupción perpetrados por antidrogas comprometidos con las "entregas". Recién en noviembre de 1996, el Gral. Ayala y el presidente Wasmosy reivindicaron las "entregas vigiladas". El 28 de febrero de 1997. Paraguay fue nuevamente certificado como país que sí colabora en el combate contra las drogas. El nombramiento del Gral. Ayala como titular de la SENAD y el lógico refortalecimiento de la influencia norteamericana en la Secretaría fueron los principales motivos para que Paraguay saliera de la "lista negra". También se citó la creación de la ley 1015 que tipifica el lavado de dinero como delito y la elaboración del Plan de Prevención contra las drogas.



CAPÍTULO 3

EL ESTORBO DE LOS NORTEAMERICANOS

EL FACTOR "PUBLIO FRETES"

La incertidumbre que despertaba en los agentes antidrogas antiguos-es decir, a los elementos de los norteamericanos- la figura del general Ramón Rosa Rodríguez como nuevo secretario ejecutivo de la SENAD se transformó en decepcionante confirmación a partir de que el titular antidrogas nombró director de la DINAR al comisario general (SR ) Publio Gabino Fretes Fernández.

Publio Fretes, exjefe policial que últimamente se había desempeñado como titular de la comisaría 3a. y de Investigaciones de la Policía, mantenía profunda antipatía con el agente especial Miguel Ángel Berni y con el subcomisario Pedro Rodas, en ese entonces, hombres fuertes de la división operativa de la SENAD: la DINAR.

Fretes era cuñado del general R. Rodríguez. El militar lo consideraba uniformado de su confianza. En ese orden de cosas, Rodríguez lo nombró encargado del brazo armado de la SENAD y, por lo tanto, jefe directo de Berni, Rodas y de todos los demás hombres represivos de la lucha antidrogas.

Durante la administración de Publio Fretes en la DINAR, Pedro Rodas y Miguel Berni fueron retirados de la institución, donde se desempeñaban como subdirector y jefe de inteligencia respectivamente. Una acusación hecha por un narco detenido, Marcos "Tito" Rodríguez, les costó los cargos. "Tito" Rodríguez denunció en junio de 1994 que Berni y Rodas lo obligaron a vender 10 Kg. de cocaína a un italiano a quien posteriormente debían liquidar en un hotel asunceno.

Pese a que el sumario abierto durante la administración del Gral. Rosa Rodríguez en la SENAD los favoreció -el sobreseimiento fue expedido en agosto de 1994-, Berni y Rodas no volvieron a tomar cargos relevantes en la SENAD.

La única forma de deshacerse de Fretes de la DINAR era relevando al general Rosa Rodríguez de la titularidad de la SENAD. Solo así lograrían ganar de nuevo preponderancia en el ente antidrogas.

Publio Fretes tuvo un problema grave con Berni. En oportunidad de la detención de un supuesto narco, Eladio Peña Gaona, el 14 de setiembre de 1991, Berni sorprendió al comisario Fretes -en ese entonces jefe de Investigaciones de la Policía- y a su comitiva transitando detrás de un vehículo. Al volante de este rodado iba Eladio Peña Gaona, quien llevaba consigo una carga de 19 Kg. de cocaína. En ese entonces, el Gral. Marcial David Samaniego Ocaris era titular de la SENAD.

El grupo de Miguel Berni, conformado por civiles antidrogas fuertemente armados, aguardó a Peña Gaona para interceptarlo y proceder a su detención. La tarea de inteligencia había llegado a su fin y restaba efectuar el operativo para concretar la captura.

El propio Berni quedó asombrado al advertir que Peña Gaona no se acercaba solo. Los hombres antidrogas pensaron que fueron descubiertos en sus intenciones de sorprender al narco. Se prepararon, entonces, para un enfrentamiento.

Berni y sus hombres interceptaron al vehículo y redujeron a Peña Gaona.

El supuesto narco descendió de su vehículo sonriendo. Denotaba estar al tanto de que lo iban a emboscar. La actitud de Peña Gaona tenía que ver con otra situación, insólita y hasta sorprendente.

El agente especial Edgar González, hombre de Berni, redujo a Peña Gaona y lo esposó. Los demás rodearon al vehículo y encañonaron a otro que aparentaba escoltar la carga. Los demás civiles apuntaban con sus armas a personas que se desplazaban en una camioneta Toyota Land Cruiser, color rojo, modelo antiguo.

Berni atacó directamente a un hombre alto, bien trajeado, robusto, y le colocó un revólver en el cuello.

- Quieto, o le reviento la cabeza...

- Ud. no me conoce, yo soy el comisario general Publio Fretes, jefe de Investigaciones de la Policía...está equivocado...

- A mí no me importa si es el mismísimo presidente de la República. Usted está escoltando a un traficante de drogas y ahora mismo va detenido.

- Está cometiendo un grave error...No escoltábamos a nadie...

- Silencio, comisario. Ya va a tener tiempo de hablar con el juez...

Berni concluyó que Fretes ayudaba al narcotraficante. Lo trasladó hasta la DINAR. Otros policías de la confianza de Fretes también fueron detenidos. En forma asombrosa, los civiles prendieron para averiguaciones nada menos que a uno de los hombres fuertes de la Policía y a su comitiva de seguridad.      

La escandalosa situación no trascendió a la opinión pública. Sin embargo, adquirió tal proporción interna que tuvieron que intervenir desde el entonces titular de SENAD, Gral. Marcial David Samaniego, hasta el embajador de EE.UU. Timothy Towell, pasando por el jefe de Policía de la época, Gral. Francisco Sánchez. El caso fue tomado con extremo sigilo. La prensa no debía enterarse de nada.

Publio Fretes se defendió. Dijo que solo se adelantó a la DINAR al detener a Peña Gaona. Algunos le creyeron, otros no tanto. De todos modos, con el fin de no entorpecer las relaciones entre entes de seguridad afines, los generales Samaniego, Sánchez y el embajador Towell decidieron dejar sin efecto la detención de los policías.

Publio Fretes nunca perdonó a Berni la osadía de haberlo humillado y obtuvo la oportunidad perfecta de vengarse cuando el destino lo llevó a convertirse en jefe de DINAR, tres años más tarde. Berni y Rodas fueron destituidos de sus cargos en la DINAR y tuvieron que abocarse a tareas de menor trascendencia.

Para los pro-norteamericanos Berni y Rodas, la única manera de regresar a la DINAR, de ganar de nuevo poder de decisión e influencia en la SENAD era haciendo a un lado a Fretes de la institución. Para ello, el Gral. Ramón Rosa Rodríguez -protector y defensor de su cuñado Fretes- debía ser relevado de la titularidad de la SENAD. Era indispensable eliminar la figura del jefe castrense de todo organismo antidrogas del Paraguay.

 

Espionajes y roces con los yanquis...

El capitán Juan Emiliano Ruiz Díaz, ayudante general del Gral. Ramón Rosa Rodríguez, había adquirido el peligroso hábito de jugar a dos puntas dentro de la SENAD durante su estadía en la institución, lapso que aprovechó para solidificar relacionamiento amistoso y de intercambio de información con los miembros de la CIA y de la DEA en Paraguay. El papel de ayudante de oficina y de cuestiones administrativas del general Ramón R. Rodríguez era mera cortina. Su principal función consistía en recolectar datos confidenciales para el jefe antidrogas. Atendiendo que Ruiz Díaz tenía acceso a los hombres claves de la Embajada de Estados Unidos de entonces, nadie mejor que él para tener al tanto a R. Rodríguez de los trabajos de inteligencia confeccionados por los agentes de la DEA y de la CIA.

Un mes después del asesinato del Gral. Ramón Rosa Rodríguez, el capitán Ruiz Díaz -ya lúcido, aunque aún internado- daba un testimonio valioso, que fue grabado, durante una consulta siquiátrica, el cual aportó elementos sumamente referente a entretelones que desembocaron en el homicidio del general. (1)

"A mí prácticamente (el general) me usaba como un agente", reconoció Ruiz Díaz. Pero eso no era todo. Para acceder a los americanos, Ruiz Díaz también se convirtió en espía de los yanquis dentro de la SENAD". "La relación con los americanos no era oficial. Yo era netamente informal, era una especie de espía".

Dos frases que revelan la función que tenía Ruiz Díaz dentro de la SENAD. Comprometido con los norteamericanos y, a la vez, con su jefe directo, el Gral. Rosa Rodríguez, creó una situación que lo involucró definitivamente en un complejo embrollo.

 

LOS PRIMEROS ROCES

Los pleitos entre Ramón R. Rodríguez y los funcionarios norteamericanos constituían un secreto a voces en la Secretaría Antidrogas. Ruiz Díaz reveló algunos hechos que dejaron de ser simples guerras de nervios y que surgieron como consecuencias de situaciones tirantes de diferencia de criterios entre los yanquis y el general. Los primeros querían seguir haciendo y deshaciendo sin oposición de ninguna autoridad nacional en la lucha contra las drogas en Paraguay. El segundo, estaba decidido a hacer valer su condición de jefe de SENAD y de obedecer solamente instrucciones de Wasmosy y Oviedo.

“El general chocó con "David Clarke" (o "David Couldembur") ( 2 ) , encargado de la CIA. Esto provocó que se retiraran ocho oficiales de policías. Eran todos personales que trabajaban ahí. La CIA comandaba ese equipo". Ruiz Díaz se refería al equipo del subcomisario Pedro Rodas Benítez, entre cuyos agentes principales estaban Edgar González y Raquel Sosa.

"El general R. Rodríguez no quería saber nada de los norteamericanos".

Los americanos pretendían implantar directivas al general. Querían disponer del personal. "Se metían en cosas internas de la SENAD", dijo Ruiz Díaz al referirse a los hombres de la embajada de EE.UU.

"Rosa Rodríguez le tenía bronca a los de la CIA. Este era un organismo que estaba metido ahí, dentro de nuestra organización, trabajaba con nuestro personal".

La Embajada de Estados Unidos prestaba vehículos tácticos y camionetas de la SENAD. Era parte de la ayuda que proporcionaba al país. Estaba dentro del programa de colaboración de gobierno a gobierno.

Tres meses antes del asesinato, el general R. Rodríguez y el encargado de negocios de la Embajada de Estados Unidos, Gerald Me Cullough, tuvieron una fuerte diferencia. Los norteamericanos estaban irritados con R. Rodríguez. Habían dejado fuera al Gral. Escobar Anzoategui, no caía cocaína y no había forma de manejar la SENAD como antes. No veían voluntad. Para colmo, el general había separado a agentes paraguayos de la confianza de la embajada de Estados Unidos de puestos claves. Y lo peor de todo: era incondicional de Lino Oviedo. (3)

"Había choques con el encargado de negocios (Mc Cullough). El pidió los vehículos, la camioneta que el general tenía y la del secretario general adjunto. Le pidió a Rodríguez que devolviera (los vehículos) a la CIA"

Mc Cullough y el resto de la embajada retiraron la confianza a R Rodríguez.

"Decían que era un incondicional de Lino Oviedo".

Los americanos sentían fobia hacia Oviedo. Rodríguez, sin embargo, estaba bien conceptuado y merecía la confianza del entonces cuestionado ex hombre fuerte del país, Lino Oviedo.


LA "PRUEBA" NO SUPERADA

La fobia que provocaba a los norteamericanos la figura del general Ramón R. Rodríguez tiene como antecedente influyente cercano la destitución del general Mario Escobar Anzoategui como jefe antidrogas. El general R. Rodríguez fue marcado por los norteamericanos desde el mismo momento en que fue nombrado jefe antidrogas del país. Los funcionarios de la Embajada tenían motivos para resistirse a R. Rodríguez. El gobierno paraguayo escogió a un hombre amigo del Gral. Lino Oviedo como titular de la SENAD. Oviedo era visto con el ojo de la sospecha por la DEA. Allí surgieron los problemas. R. Rodríguez era un militar obsecuente al entonces comandante del Ejército y totalmente contrario a ser dirigido por fuerzas foráneas, aunque esto significase enfrentarse con los norteamericanos.

Los agentes paraguayos pro-DEA que rodeaban al entonces director de antidrogas del país más bien denotaban fidelidad total a         los americanos.

Esta situación creó serios obstáculos para el eficaz desenvolvimiento del general R. Rodríguez como titular antidrogas.

Ante los permanentes ataques de los norteamericanos, el general R. Rodríguez no se cansaba de repetir que no era su intención encubrir a alguien. En caso de hallar con pruebas o evidencias al mismísimo general Oviedo, no dudaría en detenerlo, insistía. Era una respuesta a los americanos que catalogaban a su jefe, Lino Oviedo, de ser protector de narcotraficantes. Se trataba de una afirmación que aludía claramente a la sospecha de los americanos de que Rosa Rodríguez no sería capaz capturar a jefe militar alguno involucrado en narcotráfico, ni aun encontrándolo con evidencia.

Una prueba de fuego para el general R. Rodríguez se produjo a comienzo de junio de 1994. tres meses antes de su asesinato. Una gigantesca carga de cigarrillo de contrabando que ocultaba un enorme alijo de cocaína de alta pureza fue detectada en Ciudad del Este por los americanos de la Embajada de EE.UU. en Paraguay. La droga estaba camuflada por el gran paquete de tabaco. El depósito se encontraba en pleno centro de la ciudad, a escasos 150 metros del edificio Panorama 2, en Carlos Antonio López y Monseñor Cedzchich.

El aviso fue dado al jefe de la SENAD. El trabajo debía realizarse sin pérdida de tiempo. Existía la presunción de que conocidos personajes se encontraban en dicho lugar o, al menos, en los alrededores. Se citó al propio gobernador de Alto Paraná, Carlos Barreto Sarubbi, y al ex presidente Andrés Rodríguez. Se trataba de una información a ser corroborada.

Los americanos prestaron inusual atención al caso. No solo pretendían echar la enorme carga de drogas, sino también sorprender infraganti a sospechosos de ser popes del narcotráfico. La DEA pretendía llevar a algunos capos hasta EE.UU. para juzgarlos por tráfico de drogas hacia Estados Unidos, tal como lo hicieron con Manuel Antonio Noriega en Panamá. La oportunidad había llegado.

Se tomaron los recaudos, se habló con los agentes de confianza. (4) Se montó una vigilancia discreta. El último en ser informado fue el Gral. Ramón Rosa Rodríguez. El jefe de la SENAD dudó. Tomó el teléfono de su oficina y comunicó del tema a varias personas. Los americanos sospecharon que habló con algunos generales. (5). Los "peces" a ser investigados eran demasiado grandes. No se asumió responsabilidades o tal vez no se supo reaccionar a tiempo.

Pocas horas después, los agentes antidrogas que vigilaban el lugar desde un edificio adyacente veían cómo la droga partía hacia Brasil en de tres enormes camiones Scania doble eje. Se trataba de grandes rodados que cruzaron el Puente de la Amistad sin siquiera ser cuestionados por la seguridad paraguaya ni brasileña.

El arribo de los agentes de la SENAD al depósito fue tardío. Ni la oficina regional de Ciudad del Este ni la central de Asunción hicieron un efectivo trabajo. La carga se esfumó.

El 7 de junio de 1994, en la localidad de Palmas, estado de Tocantis, Brasil, la Policía Federal de Brasil se incautó de siete toneladas de cocaína que debían ser enviadas a Estados Unidos, ocultas en un gran cargamento de tabaco. Este trabajo constituyó el mayor alijo de narcóticos aprehendido en la historia del vecino país. Cinco mil kilos de esa misma droga eran las que se encontraban en el depósito de la capital de Alto Paraná. Se trataba de la misma carga que los agentes americanos detectaron y comunicaron al general instándolo a que entrara en inmediata acción. Semejante cargamento caído en Brasil equivalía en esa época a 70 millones de dólares, unos 140.000 millones de guaraníes.

La inacción o la tardía puesta en escena de los hombres irrito hasta el extremo a los efectivos de narcóticos americanos. La eventual caída en Paraguay del enorme alijo implicaba para Robert William Ridler y lodo el resto del equipo de la DEA en Paraguay premios, prestigio, status, probables ascensos, visto bueno del Pentágono y la probable captura de enormes peces del narcotráfico. La tardía reacción de R Rodríguez despertó un odio sin igual en los hombres de la embajada americana hacia la persona del general.

Un memo enviado por el capitán Ruiz Díaz a su jefe, R. Rodríguez, denotaba el rencor que tomaron los americanos hacia el general. Esa animadversión aludía la tardía reacción del titular de la SENAD. El cargamento cayó al final en Brasil por obra y gracia del oportuno y efectivo trabajo de los americanos que siguieron la droga hasta llegar a la citada ciudad brasileña donde se realizó el operativo con todo éxito.

"Para la CIA sería difícil trabajar con el Gral. RRR (Ramón Rosa Rodríguez) porque no le tienen confianza debido a que el Gral. RRR todas la informaciones que recibe las pasa al Gral. LCO (Lino César Oviedo). Dicen que ya fue comprobado con la operación que se realizó en Ciudad del Este".

Este memo, elaborado por el capitán Juan Ruiz Díaz tras un diálogo con personal de la CIA de la Embajada de Estados Unidos, data del 10 de agosto de 1994, dos meses antes de la muerte del general R. Rodríguez.

Al sostener que sería difícil trabajar con el general por el problema de Ciudad del Este, los norteamericanos evidentemente sospechaban que el director de la SENAD no concretó ese procedimiento por una hipotética, sospechosa, instrucción de uno o varios altos jefes uniformados.

El procedimiento frustrado en Ciudad del Este le valió al general R. Rodríguez un rencor y odio enorme de parte de los hombres americanos. Un factor fundamental, clave y revelador a tener en cuenta dentro de los hechos que se sucedieron antes del asesinato del entonces titular antidrogas.


UN LIBANÉS ENTRE OVIEDO Y BARRETO SARUBBI?

La carga caída en la ciudad brasileña de Palmas, estado de Tocantis, pertenecía a un cártel colombiano. Uno de los miembros en Paraguay de ese grupo, un libanés de nombre Mohamed Jamil Rassoul, vivió mucho tiempo en Ciudad del Este como activo y próspero comerciante.

Rassoul fue detenido en junio de 1994 en una propiedad que arrendaba en Palmas con el enorme alijo de cocaína. Con él cayó el colombiano Vicente Wilson Rivera Ramos, uno de los principales pilares del entonces todopoderoso cártel de Cali.

La inteligencia americana y paraguaya sospecharon que el libanés, muy influyente en Ciudad del Este, compartía presunta amistad con Carlos Barreto Sarubbi. A través del gobernador de Alto Paraná, los investigadores relacionaron al árabe con Lino Oviedo.

Un documento de inteligencia elaborado por los norteamericanos a fines de 1994 revelaba una supuesta responsabilidad del ex comandante del Ejército en el desmantelamiento de las instituciones encargadas de combatir el narcotráfico en nuestro país. Según ese documento, Oviedo concentró sus esfuerzos en esa tarea, suplantando a funcionarios de alto rango, adiestrados en Estados Unidos, por personas que a menudo fueron calificadas como incompetentes para combatir las actividades relacionadas con las drogas. (6)

Este informe nuevamente lleva a un punto ya mencionado: el desmantelamiento de la lucha impulsada por los norteamericanos habría ido propiciado, según los propios yanquis, por Oviedo a través del general Ramón Rosa Rodríguez. (7)

Una mujer que oficiaba de informante de la DEA permitió a los antinarcóticos descubrir el gigantesco cargamento de cocaína depositado en un salón con galpón, ubicado en pleno centro de Ciudad del Este. Se trataba de una empleada del libanés Mohamed Jamil Rassoul, empresario detenido en Brasil tras escapar de Paraguay con la mercancía.

Los americanos infiltraron a la mujer en el grupo narcotraficante. Siguiendo instrucciones de la DEA, la secretaria se ganó la absoluta confianza del libanés. Obtuvo informaciones altamente confidenciales que revelaban el modus operandi de los miembros del cártel de Cali instalados en Ciudad del Este.

La informante radiografió la situación, detectó la presencia de la droga, confirmó la implicancia de influyentes personajes en el tráfico y aconsejó el ingreso inmediato de los antidrogas. Logró crear el escenario perfecto para realizar un operativo de tremenda envergadura.

Luego de que la droga se esfumara, la mujer también desapareció del mapa. Pese a los intentos de los americanos y agentes de la SENAD por volver a localizarla, nunca lo lograron. Sencillamente se esfumó o, mejor dicho, la "esfumaron". Los mafiosos de la frontera se encargaron de que la tierra se la "tragara" definitivamente...


NOTAS COMPLEMENTARIAS

EL ESTORBO DE LOS YANQUIS

ESPIONAJE Y ROCES CON LOS YANQUIS

1- La inspección siquiátrica al capitán Juan Ruiz Díaz se desarrolló en el Hospital Militar el 2 noviembre de 1994. Inspeccionaron al capitán el Dr. Rubén Alberto Rolón, siquiatra nombrado por la defensa del capitán; el siquiatra Roque Vallejos, de la Corte Suprema de Justicia; el psicoanalista José Vera Gómez, representante de la familia del Gral. Ramón Rosa Rodríguez; además del siquiatra Isaac Cegla, del médico forense José Nicolás Lezcano y del neuropsiquiatra Mario Feltes.

El Dr. Rubén Alberto Rolón grabó la conversación con el capitán Juan Ruiz Díaz. Rolón es un conocido siquiatra, experto en analizar a personas protagonistas de sonados casos judiciales y policiales. Entre las personas a quienes inspeccionó durante su dilatada carrera profesional se encuentran el croata Jozo Danjanovic -homicida de un embajador en un caso registrado en nuestra capital en la década del 70-; de Vidal Benítez Alarcón -autor de la muerte de su esposa y de dos de sus hijos- y de un sujeto de apellido Arredondo, en el caso de Joel Filártiga.

El grupo de siquiatras concluyó que el paciente se encontraba consiente en momento de ser inspeccionado. Sin embargo, acusaba una falta de realismo total. Ruiz Díaz reía y se mostraba totalmente despreocupado. Relató lo ocurrido como si se hubiese tratado de un juego o de una película. No captaba la realidad.

El capitán Ruiz Díaz presentó un total aplanamiento afectivo. No demostraba ningún tipo de emociones. Durante el examen, presentaba una personalidad de tipo esquizoide.

2- "David Clarke" era un nombre ficticio del encargado de la CIA en Paraguay en ese entonces. Esta persona nunca tuvo participación directa, personal, en el caso del asesinato del Gral. Ramón Rosa Rodríguez. Sin embargo, su nombre frecuentemente saldrá en el transcurso del relato y la relación de datos. Otro nombre con el que era conocido era "David Couldembur".

3- Los norteamericanos sostenían que el Gral. Lino César Oviedo, influyendo a su amigo el Gral. Ramón Rosa Rodríguez, desmanteló la lucha antidrogas en Paraguay entre noviembre de 1993 y octubre de 1994. Primeramente, se logró la salida de Escobar Anzoategui de la SENAD y el nombramiento de Rosa Rodríguez. Luego, los agentes pro-DEA Miguel Berni y Pedro Rodas fueron excluidos de puestos claves de la DINAR tras ser denunciados por el narco Marco "Tito" Rodríguez (Ver capitulo "El estorbo de los yanquis" - El factor Publio Fretes).


UNA "PRUEBA" NO SUPERADA

4-Agentes antidrogas paraguayos norteamericanos, además de policías altamente entrenados, operaron en aquella oportunidad cumpliendo diferentes funciones. Entre ellos estuvieron el propio jefe de Inteligencia de entonces, comisario princ. Enrique Martinetti, los oficiales Juan Ramón Borja, Rafael Velázquez, Basilio Montanía; los agentes de la DEA Miguel Berni, Carlos Walters y Robert William Ridler.

5- Los americanos sospecharon que Rosa Rodríguez comunicó el caso a los Generales Oscar Díaz Delmás, Santiago Zaracho y Lino Oviedo. Electivos de Inteligencia de la Policía también contaba con esta información. Oficialmente, sin embargo, nunca hubo versión alguna que pudiera confirmar la veracidad de tal informe. La Justicia tampoco se expidió ni dio información acerca del caso.

6- Programa "El Ojo", mes de mayo de 1996, Canal 13, Red Privada de Comunicación.

7-      Una posición sostenida por los agentes antidrogas de la Embajada de Estados Unidos y por los paraguayos fieles a los norteamericanos.



CAPÍTULO 4

UN GRAN OPERATIVO EN MEDIO DEL ASESINATO

EL OPERATIVO "TAGUÁ"

El 19 de enero de 1994, a poco de que el Gral. Ramón Rosa Rodríguez se haya hecho cargo de la titularidad de la SENAD, el agente especial Miguel Ángel Berni y su grupo detuvieron a dos sujetos: Carlos Rojas y Efrén Guerrero. El procedimiento se realizó en Mcal. López y Malutín de Asunción. Cayeron con cinco kilos de cocaína.

Los "mulas" confesaron que un narco brasileño estaba a punto de abrir una ruta por Paraguay para enviar grandes cargamentos de cocaína desde Colombia hacia Estados Unidos, pasando por el Chaco y contando con apoyo del cartel brasileño instalado en la ciudad de Pedro Juan Caballero. Los antinarcóticos planificaron una serie de "entregas vigiladas" que derivó en el decomiso de un importante cargamento de cocaína ocho meses después. El trabajo se realizó en el Km. 625 de la ruta que une Filadelfia con Madrejón. Fue un sábado 10 de setiembre de 1994, un mes antes del asesinato del Gral. Ramón Rosa Rodríguez.

Un avión bimotor, color blanco con franja azul, sin matrícula, aterrizó en una pista clandestina ubicada en dicho lugar, en medio del Chaco paraguayo. El motor quedó en marcha. Dejó 756 paquetes de un kilo cada uno y despegó en forma inmediata. Eran colombianos que entregaron la carga de cocaína a un contacto del grupo instalado temporalmente en Paraguay: el brasileño Clovis Catafesta Armiliano. Los sujetos no fueron detenidos por los antidrogas infiltrados. Estos eran Miguel Ángel Berni, el capitán Sergio Benítez y el efectivo de la DEA Robert Ridler. Retuvieron la cocaína. No a los narcos. Dijeron que faltaba echar más droga. (1)

Clovis Antonio Catafesta Armiliato. Se trataba del narcotraficante brasileño que se llegó a Paraguay para explorar una ruta por Paraguay para enviar cargamentos a Estados Unidos. Era miembro de un tercer cártel colombiano de la cocaína, casi desconocido, pero no menos productivo y poderoso que el fenecido cártel de Medellín y el de Cali, en pleno apogeo en ese entonces.

El cártel de Bogotá, liderado por el brasileño Antonio Motta Graca, alias "Curiza", y por el colombiano Antenor Gómez. La organización necesitaba una ruta para trasladar unos 5.000 kilos de cocaína hacia Estados Unidos. Había que surtir a Norteamérica de droga. El objetivo podía a llegar a 20.000 kilos. Se acercaba el Mundial de Fútbol y la demanda sería infernal. Eligieron él Chaco paraguayo como opción.

Corria junio de 1994. Juan Viveros Caries, conocido ex convicto por temas de tráfico e informante confeso de la DEA, fue la persona que logro la conexión al infiltrarse en el cártel de Bogotá. Fue luego de relacionarse con dos colombianos en Pedro Juan Caballero. Al hacerse pasar por un narcotraficante, Viveros Cartes evitó que los narcos cafeteros entraran en contacto con el cártel brasileño de Amambay. A partir de ahí, la DEA y la SENAD controlaban la situación. El general Ramón Rosa Rodríguez estaba al tanto de todo y, a su vez, comunicaba paso a paso los acontecimiento que se iban sucediendo al presidente de la república, Juan Carlos Wasmosy (2)

La habilidad de Viveros Cartes para introducirse en los grupos famosos era motivo de envidia para los demás antidrogas. Junto a José Luis Reyes y al mayor retirado Alejandrino Acuña, era uno de los doble agentes de drogas más efectivos con que contaba la lucha contra los estupefacientes en Paraguay. Con Viveros Cartes, Berni, Ridler y otros agentes lograron convencer a los miembros del cártel de Bogotá que existía posibilidad cierta de abrir la ruta que necesitaban por Paraguay. El contacto directo con los agentes nacionales estuvo a cargo de Clovis Catafesta. El brasileño estaba seguro de que los agentes infiltrados eran realmente "colegas" suyos. Por ello no entendió lo que aconteció cuando otros agentes lo detuvieron en Asunción el 6 de octubre de 1994, cuatro días antes del asesinato del secretario ejecutivo de la SENAD. El Gral. Ramón Rosa Rodríguez recibió un pedido de extradición desde Nueva York en el cual se solicitaba la captura de Catafesta por delito cometido en Estados Unidos. R. Rodríguez dispuso su aprehensión.

Clovis Catafesta habló con R. Rodríguez. El narco dio datos importantes al general. Le indicó que Robert Ridler (o Mr. Robert, como lo llamaba Catafesta), Berni, Sergio Benítez y otros preparaban la "importación" 5.000 kilos de cocaína desde Bogotá. Que Catafesta pensase eso era lógico. Los americanos y sus subordinados pretendían traer los 5.000 kilos al Chaco y echarlo allí. Le hicieron creer al brasileño que eran tan narcotraficantes como él. Paralelamente, otro grupo de la DEA en Colombia procedería a detener a Motta Graca y a Antenor Gómez. En Estados Unidos, los agentes de la DEA harían lo mismo con el potencial comprador. Ese era el plan. (3)

El diputado liberal Blas Llano se surtió de información y realizó declaraciones explosivas. Fue un día después del asesinato del general R Rodríguez, el 11 de octubre de 1994. (4) El parlamentario acudió a la SENAD para interiorizarse de la situación de Catafesta, quien se encontraba detenido en la DINAR. El comisario general Publio Fretes le sopló en forma apresurada que en la celda de la institución se encontraba el móvil del asesinato del general. Se refería a Clovis Catafesta.

Varios parlamentarios no ocultaron la bronca hacia los norteamericanos de la DEA. De inmediato sospecharon de ciertos funcionarios de la Embajada de Estados Unidos y de los paraguayos pro-DEA.

Ya consumado el asesinato del general, los norteamericanos no concedieron importancia al grave caso criminal. Eso trascendió y molestó. El maletín del jefe de antidrogas había despertado un interés hasta desesperado en los antinarcóticos norteamericanos, mucho mayor inclusive que el generado por la mismísima salud del jefe militar. (5) Corrían las 17:00 de aquel 10 de octubre de 1994. Se desarrollaba una reunión entre los potenciales jefes de la investigación del atentado que acababa de producirse. Enrique Martinetti, comisario principal, entonces jefe de Inteligencia; Juan Alberto Andino, ex subjefe de Narcóticos, comisario. Ambos considerados amplios conocedores del tema de drogas en el país. Aguardaban a Víctor Cogliolo y a Víctor Hugo Kunzle, jefes de Control de Automotores y de Investigación de Delitos, respectivamente. Respetados investigadores.

Imprevistamente llegaron al punto de encuentro, la jefatura de Inteligencia, los agentes de la DEA Robert Ridler y Carlos Walters. Se los notaba más tranquilos que en horas de la mañana. Incluso sonreían. La presencia de Ridler y Walters sorprendió. "Ahora que ya sabemos dónde está el maletín estamos más tranquilos. Ahora sí podemos colaborar con ustedes en esto del asesinato"... A partir de ese momento, les martirizaba otra situación: debían deshacerse de Clovis Catafesta. Había que extraditar de inmediato al brasileño a Estados Unidos. (6)

 

"Operativo" truncado

El diputado Blas Llano se quejaba. Acababa de charlar con el titular de la DINAR, Publio Fretes. El jefe policial les acababa de comunicar que en la celda de la entidad antidrogas se encontraba el brasileño Clovis Catafesta, cuya captura supuestamente provocó la muerte del general Ramón Rosa Rodríguez. Esa fue la primera hipótesis. La presunción obtuvo fuerza y tomó forma al principio.

"Este brasileño -Clovis Catafesta- dio coordenadas de pistas al general.

El sujeto es un técnico en pistas de aviación y es conocedor de pistas clandestinas en nuestro país, utilizadas para el narcotráfico, el brasileño habló con el general, le dio datos. Los de la DEA querían evitar que nosotros hablásemos con él".

Llano y otros diputados creían que en los datos proporcionados por el brasileño Catafesta estaba el móvil del asesinato. La versión cobró fuerza. La actitud hasta si se quiere belicosa de los americanos para evitar que los diputados accedieran a Catafesta se prestaba a la suspicacia. (7)

Aquel 10 de agosto de 1994, ya en horas de la noche, Francisco José De Vargas interpretó que Robert Ridler faltó el respeto a su indumentaria de diputado al tratar de evitar se entrevistara como Catafesta en la DINAR. I o apoyaron varios de sus colegas.

"Mr. Robert osó en prohibir una entrevista entre un brasileño preso - Clovis Catafesta- y nada menos que parlamentarios paraguayos y en nuestro propio país. Este hombre no debió haber estado aquí", las dudas sobre los norteamericanos fueron apoyadas por los otros diputados. Hermes Rafael Saguier sostuvo que la ciudadanía y la clase política perdieron confianza en la agencia antidrogas norteamericana, Blas Llano reveló que de no haberse percatado los parlamentarios de la presencia de Catafesta en una celda de la DINAR, el brasileño habría desaparecido en manos de la DEA.

Ridler, por su parte, sostenía que el operativo debía proseguir en secreto. Aún faltaba echar la mayor parte de la carga. Ridler trató de convencer a los diputados a fin de que no intervinieran. En caso de que todo trascendiera antes de tiempo, mucha gente correría riesgo de muerte en Paraguay. Brasil y Colombia. Dio a entender que se trataba de sus contactos e informantes.

De Vargas nada quiso saber. Ridler no pudo con la investidura del diputado opositor y no tuvo otra opción que dejar a Catafesta dialogar con los parlamentarios. Los norteamericanos enfurecieron. Los diputados truncaron un gran golpe a ser asestado al narcotráfico y al crimen organizado internacional. ( 8 )


CELERA EXTRADICIÓN Y DIFERENCIA DE "MERCA"

Suspicaz resultó la actitud del entonces juez Ángel Barchini. El ex magistrado dio una orden que permitía a los norteamericanos trasladar a Catafesta a Nueva York pocas horas después del asesinato del general Rodríguez.

Llamativamente, los norteamericanos querían llevarse a Catafesta de inmediato. No deseaban aguardar un solo día más. Para el efecto, Barchini emitió sentencia en el expediente caratulado "Clovis Catafesta sobre extradición". Catafesta fue detenido el 6 de octubre de 1994. Impresionante la celeridad con que se llegó a sentencia. Barchini dio visto bueno a un recurso legal para "colaborar" con los americanos y de la DINAR. No era novedad que los antidrogas pro-yanquis tuvieran respaldo total de elementos claves del ámbito tribunalicio.

"El agente Robert (Ridler) pretendía llevarlo a Estados Unidos. Wasmosy ordenó que el brasileño quedara aquí". Blas Llano acababa de dialogar con el detenido Catafesta y Publio Fretes aquel 11 de octubre en la DINAR.

El entonces juez Barchini incurrió en otro punto dudoso al admitir que solo fue informado de la incautación de 156 kilos de cocaína en el "operativo Taguá". En realidad, cayeron 756 kilos de la droga. La diferencia?; nada menos que 600 kilos de la "merca".

Todos estos elementos de juicio constituían indicios de que los norteamericanos estaban acostumbrados a hacer y deshacer en nuestro país. Evidenciaba hasta qué punto contaban con elementos incondicionales útiles y amistades en el Poder Judicial.

A esta situación se refirió el diputado Luis Alberto Mauro en esa oportunidad. "La DEA juega su partido, domina y es dueño no solo de la SENAD, sino del Paraguay"....


NOTAS COMPLEMENTARIAS

ENTRE EL ASESINATO Y UN GRAN OPERATIVO

- El operativo "Taguá"

1- Miguel Berni representaba a la DINAR, el capitán Sergio Benítez a las Fuerzas Especiales de la SENAD y Robert William Ridler a la DEA. En el lugar, los antinarcóticos labraron un acta. El 27 de setiembre, Berni informaba al entonces juez Ángel Ramón Barchini sobre lo actuado. Esta nota remitida al juzgado no llevaba, sin embargo, la firma del jefe de la SENAD, Gral. Ramón Rosa Rodríguez, ni del entonces titular de la DINAR, Crio. Gral. Publio Fretes. Ambos eran jefes de Berni, de Sergio Benítez e incluso tenían mayor potestad que el propio Ridler. Un indicio de que la cuestión no iba demasiado bien entre Rosa Rodríguez y sus subordinados.

2- El 17 de noviembre de 1996 un matutino asunceno -Noticias El Darío- lo publicó el contenido de cuatro supuestas actas que, según la nota, fueron elaboradas por el general Ramón Rosa Rodríguez poco antes de su muerte. En dichos papeles, que resultaron ser fotocopias, se hacía constar que el fallecido ex presidente Andrés Rodríguez accionaba y protegía las transferencias y tráfico de cocaína por nuestro país, cargas que eran enviadas desde Colombia y Bolivia. Según la nota, los agentes Miguel Berni y Sergio Benítez, confabulados con los agentes norteamericanos, operaban en el tráfico protegidos por Andrés Rodríguez y lo hacían en el marco de presuntas "entregas vigiladas".

Las actas señalaban que el Gral. Ramón Rosa Rodríguez no aprobaba las "entregas vigiladas" a las cuales consideraba simples tráficos de drogas. El operativo "Taguá" supuestamente no fue fiscalizado por Rosa Rodríguez, según dichos papeles.

Paradójicamente, tal versión fue puesta en el ojo de la duda atendiendo testimonios proporcionados espontáneamente desde mucho antes de la aparición de las actas. El propio agente Juan Viveros Cartes había señalado un año y cuatro meses antes de la misteriosa aparición de las dudosas actas que el Gral. Rosa Rodríguez sí había autorizado el operativo "Taguá" -conocido por la opinión pública como "Madrejón", un nombre puesto por el diario ABC Color días después del asesinato del general-. Fue durante una declaración informativa ante el entonces juez del crimen Atilio Rodríguez, el 30 de agosto de 1995. El gobierno de Estados Unidos desmintió el contenido de las actas y afirmó oficialmente que los papeles eran falsos. El gobierno paraguayo -a cargo de Juan Carlos Wasmosy- reafirmó que el operativo "Taguá" o "Madrejón" sí fue un procedimiento autorizado oficialmente. Wasmosy confirmó que dicha "entrega vigilada" había sido ordenada por su gobierno.

Las fotocopias parecerían ser solo burdas falsificaciones. Declaraciones hechas por el mayor Alejandrino Acuña, experto en "entregas vigiladas", en el marco de un profundo análisis, constituyeron algunas de las presunciones más notables que parecían demostrar la falsedad de dichas actas. (Ver ABC Color, ediciones del 15, 16 y 17 de diciembre de 1996).

La propia escribana que observó las fotocopias, Miriam Gianni Silvero, afirmó que no autenticó ni la firma ni el contenido de las supuestas actas. Dijo que dichos papeles no servían "ni para llevar al baño" Inclusive insinuó en principio que nunca vio los originales, aunque luego se apresuró en aclarar que sí había tenido a la vista unos papeles que no eran fotocopias.

El escribano y amigo personal del Gral. Ramón Rosa Rodríguez, Julio Denis, también afirmó su extrañeza acerca de las actas debido a que el general acostumbraba a autenticar hasta sus transacciones más insignificantes, según manifestó. Por ello, le llamaba poderosamente la atención que Rosa Rodríguez no le haya manifestado nada sobre las actas.

Los denunciantes del caso -los trabajadores de prensa Augusto Barreto y Mercedes Barriocanal, del programa televisivo "El Ojo", el ex juez stronista Adalberto Fox, así como los directores de la Red Privada de Comunicación- coincidieron en el juzgado que no tenían ningún original. Al final, la creencia general, que tiende a confirmarse, es que tales originales nunca existieron y que las fotocopias de actas serían burdas falsificaciones elaboradas por personas interesadas en perjudicar al ex presidente Andrés Rodríguez y otras personas por motivos puramente políticos.

- La Embajada de Estados Unidos desmintió categóricamente en noviembre de 1996 que el Gral. Ramón Rosa Rodríguez no haya estado al tanto del operativo "Taguá". Este nombre tenía que ver con el animal en peligro de extinción que habita el Chaco. Hacía alusión a una eventual desaparición de los narcos.

3- Esa fue la versión dada por los agentes afectados en el trabajo. En caso de que esta haya sido cierta, se trataba de una real "entrega vigilada". Los efectivos antidrogas cometieron, sin embargo, grave negligencia al no poner el plan al tanto de juez competente. Al guardarse el secreto para ellos, despertaron innecesarias dudas y suspicacias.

4- Ver ABC Color, edición del 12 de octubre de 1994.

5- Existen diferentes versiones acerca del misterioso maletín del general. Ver capítulos posteriores "Los memos del capitán" y "Búsqueda desesperada", en esta misma obra.

6- Urgía la extradición de Clovis Catafesta por un motivo simple. La orden dada por la central de la DEA en Norteamérica se resumía en trasladar a Estados Unidos a todos los implicados en el cártel de Bogotá, ya sea desde Colombia, Paraguay o desde el país que fuere. Era para ponerlos a disposición de la justicia norteamericana. Si Ridler y camarilla no obtenían una rápida extradición, la justicia paraguaya intervendría y el caso se retrasaría en forma irremediable. Los norteamericanos acostumbraban a llevarse a los detenidos utilizando simples pero efectivos métodos. Los extranjeros capturados eran presentados como personajes que violaban las leyes migratorias de Paraguay. Entonces, una vez ordenada la expulsión que correspondía vía Judicial, la Policía paraguaya procedía a entregarlos a las autoridades norteamericanas. Ese método fue puesto en práctica con el terrorista libanés Marwán Al Safadi, detenido en Paraguay por agentes de Inteligencia y de la CIA en noviembre de 1996 como implicado en el atentado contra la World Trade Center de Nueva York. El árabe fue expulsado del país pero, al llegar al aeropuerto internacional de Asunción, lo entregaron a agentes de la CIA que se llegaron en un avión especialmente para trasladarlo.

7- No sorprendería que agentes de la DEA estén vinculados a narcos facilitando y promoviendo el tráfico de cocaína. La existencia del "brazo corrupto" de la DEA es un hecho innegable. El secreto, implícito que acompaña a las "entregas vigiladas" puede convertirse en la mejor de las aliadas para los agentes corruptos. Un caso concreto se produjo a comienzos del mes de noviembre de 1996 en Río de Janeiro. El agente de la Drug Enforcement Administración (DEA), Paul Lir Alexander, resultó ser jefe de una banda de narcos que surtiá de droga a los estados de Río, Minas Gerais, Mato Grosso, Paraná y otros. También enviaba cocaína colombiana hasta Estados Unidos.

8- El presidente de la República Juan Carlos Wasmosy tenía planeado poner a consideración de la comunidad internacional el resultado del operativo "Taguá", que pretendía echar al menos 5.000 kilos de cocaína y desbaratar a toda una organización internacional instalada en Colombia. Pensaba hacerlo en la reunión de la Organización de Estados Americanos (OEA) que se realizó finalmente en Miami, Estados Unidos. Iba a tratarse del aporte de Paraguay a la humanidad y de la prueba de la voluntad del gobierno paraguayo para combatir al narcotráfico.



Capítulo 5

"SABADO NEGRO"

Consumado el asesinato, los guardaespaldas de Ramón Rosa Rodríguez - el entonces Tte. Luis Carlos Lugo y suboficiales Genero Méndez y Miguel Sanabria- coincidieron en forma prácticamente calcada, por separado, en el relato que dieron sobre las circunstancias en que se desarrollaron los hechos. Aunque obviaron varios pasajes del segundo ataque, como el intento de huida de Ruiz Díaz y la violenta reprimenda al ayudante de parte del general, sus testimonios eran, suficientes como para colocar al capitán Juan Ruiz Díaz al borde del abismo.

Las declaraciones del capitán Ruiz Díaz ante la Comisión Bicameral de Investigación (CBI) del Parlamento complementaban perfectamente los datos proporcionados por los custodios del extinto jefe de la SENAD.

El sábado anterior al asesinato, el 8 de octubre de 1994, se produjo un incidente que sería clave dentro del engranaje que derivó en el desenlace. Se trataba de un antecedente que, se presume, tuvo efecto catalizador que aceleró un inevitable asesinato.

El general R. Rodríguez arribó temprano a la oficina. Tenía previsto realizar un arqueo, un control del dinero y bienes existentes en ese momento en la institución antidrogas. El capitán acompañaba al general. El malhumor de Rodríguez era notorio. La noche anterior, charló con un informante. Este le proporcionó datos del accionar poco claro de sus subordinados. Ruiz Díaz sabía que el jefe no estaba para bromas.

El general ordenó la revisión de la caja fuerte. No encontraron las llaves. Las perdieron o las robaron. Rosa Rodríguez enfureció. El carácter irascible y violento del jefe de la SENAD inquietaron a Ruiz Díaz. Tras dos horas de búsqueda, la dichosa llave apareció como por milagro.

Ruiz Díaz abrió la caja fuerte. Verificaron el contenido. Los hiperestésicos nervios de R. Rodríguez quedaron más irritados que nunca. Acababa de comprobar el faltante de más de 50 millones de guaraníes depositados en la caja fuerte, tal como le había manifestado su informante el día anterior.

- Nde hina la re mondá koa (vos fuiste quien robó el dinero).

La acusación fue dirigida directamente hacia el capitán. El ayudante intentaba explicar su posición. El disgustado general se lo impidió.

El jefe antidrogas llamó al escribano con quien siempre trabajaba, su amigo Julio Denis. No estaba acostumbrado a cometer errores. Ruiz Díaz se vio obligado a admitir la autoría del robo. No podía darle oportunidad a que cambiara de versión. Era la ocasión para fundirlo de una buena vez. Aunque aturdido, el capitán tuvo que admitir la autoría del hecho. Hasta ahora, sin embargo, nadie sabe a ciencia cierta quien fue el autor del robo del dinero. Ruiz Díaz lo negó desde un principio. Para el general, la cosa estaba clara.

El capitán fue humillado por su jefe. Ruiz Díaz recibió una orden ignominiosa. Se disponía a escribir a máquina una confesión que estaba destinada a ser autenticada por el escribano Denis. No era suficiente para el general. Lo obligó a hacerlo con puño y letra. Ruiz Díaz fue constreñido a aceptar la culpabilidad del robo de los G. 50 millones.

A partir de esta situación, a Ruiz Díaz le aguardaba lo más parecido al averno. El capitán estaba próximo a ser procesado por robo, a ser dado de baja y a ir a la cárcel. Mucho castigo para un capitán de brillante carrera, uniformado instruido, como al resto de los verdeolivos, en que la peor de las situaciones posibles para un militar era ser degradado como tal.

El odio hacia su jefe fue alimentado con vehemencia tras aquel incidente.

La suerte del capitán como oficial activo de las Fuerzas Armadas estaba echada. A no ser que...


LA ENTREVISTA ANTE LA CBI

Aunque se encontraba todavía internado con un proyectil en la cabeza, la coherencia brindada en varios pasajes claves de su relato ante la CBI y su negativa al final de la charla de delatar a la persona o personas que le habrían instigado a cometer el crimen permiten estimar que el ayudante de R. Rodríguez estaba lúcido. La ausencia del abogado defensor que posteriormente le haría cambiar de versión daba más credibilidad a sus testimonios.

El 21 de octubre de 1994, once días después del crimen, los senadores Elba Recalde, Basilio Nikiphoroff y Carlos Romero Pereira lo visitaron en el hospital militar. A continuación, las partes más resaltantes de la entrevista:

- Pregunta (CBI): Me interesaría saber por ejemplo tu tipo de relacionamiento con el general, en los últimos días de la semana previa al hecho. Hubo alguna diferencia entre ustedes. Que pasó el sábado...

-Respuesta - Ruiz Díaz: Comenzó a haber diferencias.

- CBI: Cuándo empieza...?.

- Comenzó a haber ese sábado, comenzó a haber diferencias. Hasta el sábado fue totalmente normal.

-CBI: Qué pasó el sábado?.

..y el sábado recuerdo que manejábamos una caja en común, la caja fuerte, el general era muy autoritario. Ordenaba muchas veces que se destinen ciertas sumas a ciertos casos. Entonces, él todo eso iba, cómo le llamaríamos nosotros...eh... a lo que las leyes establecen. (1)

-CBI: Era dinero del presupuesto?.

-Era del presupuesto, se mandó hacer un acta.

-CBI: Vos cuándo notaste el faltante?.

-Nosotros notamos el faltante ese mismo día ese sábado.

-CBI: Juntos, el general y vos?.

-Juntos, el general y yo.

-CBI: Por qué se cree que le disparó, por qué le culpó el general de la desaparición de ese, creo que eran 50 millones; por qué sale eso. Por qué el general le culpa a usted de eso?.

- Que yo tenga conocimiento, no sé, pero es llamativo porque faltaba 50 millones y 82 mil guaraníes.

- CBI: Cuánto tiempo antes perdiste la llave...

- Perdí la llave. La llave se extravió estando en la...estando ahí mismo, en la oficina...de la SENAD. Yo creo que existe dudas al respecto debido a la personalidad de Rodas y de Berni.

- CBI: Vos crees que ellos pudieron haber llevado...que se apropiaron de la llave?.

- Yo creo que ellos pudieron haber llevado, que ellos pudieron haberse apropiado de la llave, porque esto es una cosa netamente...es un golpe bajo. Esto es un golpe bajo. Es un golpe directamente al estómago da...

- CBI: A quién?.

- A mi estómago da. (2)

- CBI: Vos crees que está preparado por Rodas y Berni?.

-Yo creo que estaba preparado.

- CBI: O sea era una coartada que se estaba preparando.

- Yo creo que se estaba preparando eso como en una forma de coartada. Formaba parte de otro plan...La plata desapareció por completo. Creo que ellos (Berni, Rodas) pudieron haber orquestado.

- CBI: Cual era el objetivo final?.

- El objetivo final. . .por eso le digo, es una plata, es una plata.

- CBI: No es plata para lo que se maneja, para lo que se llegó. Usted cree que estos 50 millones es la causa de todo un asesinato?.

- Yo creo que este...en parte lo que usted está diciendo, senador, no corresponde. Más bien lo que yo creo es que sería factible la...no sé cómo podría ser factible, sería la...no sé en qué aspecto...verdad. (3)

- CBI: Vos molestabas a ellos ahí?. (4)

- Si, yo le molestaba a ellos.

- CBI: A Rodas y a Berni.

- Yo le molestaba a Berni y a Rodas.

- CBI: Al general?.

- Al general también.

- CBI: Por qué les molestabas?.

- Yo creo que les molestaba en el aspecto, más bien...no sé...en la presencia, estando presente ahí, mi presencia molestaba (...).

- CBI: Cómo fue ese sábado?.

- El sábado fue totalmente, fue negro...Totalmente negro fue ese sábado, debido a que surgieron cosas imprevistas que no se desarrollaron con la, con la como sería, con la claridad correspondiente, verdad?. (5).

-CBI: Cómo por ejemplo?.

-Y, no hubo, vinieron muchas gentes del extranjero, de la DEA. Estaba este Ridler (Robert), Walters (Carlos), estaba Berni, Rodas y existía una luición dentro de ellos dentro de Berni, dentro de Rodas, debido a que ellos no fueron, verdad, a la conversación con la DEA.

-CBI: Allí ellos no entraron?.

-Ellos no entraron. Entraron este, el capitán Sergio Benítez, el Tte. Jerónimo Benítez, después entró Berni, también entró Ridler y por último el que estuvo presente fue Carlos Walters.

-CBI: Y el general?.

-Con el general. (6)

-CBI: Estabas vos también?.

-Yo también estaba.

-CBI: Sobre qué giró la conversación?.

-La conversación desconozco sobre que giró. Lo único que pude detectar es que se habló que se estaba gestando...un asesinato...hacia la persona del general Rodríguez. ( 7 )

- CBI: Cuál era el plan?.

- El plan que ellos tenían hasta ese momento era totalmente...estaba programado de otra forma, no estaba previsto que sea yo el culpable, verdad?. (8)

- CBI: Pero se mencionó nombre de gente que pudiera ser responsable de ese asesinato?.

- Se mencionó.

- CBI: Qué nombres se mencionó?.

- Y, se mencionaron nombres, por ejemplo, de David, por ejemplo. David es un corresponsal de la CIA de Estados Unidos de la embajada acá en Paraguay. Creo que se llamaba Clark, Klask, algo de madera en inglés es. ( 9 ).

- CBI: Otro nombre?.   

- El único que puedo dar es ese...

- CBI: Porque no conoces o porque no podes dar.

- Desconozco totalmente...

- CBI: Cuando el capitán dice que participó de esa reunión que hubo el sábado, el sábado negro, donde estuvo usted, estuvo Berni, estuvo Walters, estuvo Ridler y estuvo el general también. Y como ahí se va a hablar del asesinato del general Rosa Rodríguez?. Usted dijo que se habló, se planeó el asesinato...Qué fue lo que se dijo, esa parte no queda muy clara...

- Y eso...esa reunión se tuvo por objeto la presentación de esos oficiales que venían...de Santa Cruz, que venían para una próxima reunión a efectuarse justamente el...cuando fue...el 14 (de octubre), el 14 se tenía que reunir nuevamente y netamente a través de coordinación, ellos traían la coordinación de la DEA. (10)

- CBI: Y cuándo se habló del asesinato de R. Rodríguez.

- Del asesinato de R. Rodríguez no se habló en esa reunión. No se habló ahí.

- CBI: De "David" cuándo se habla?.

- De "David" se habló recién ehh. Pudimos recién nosotros hablar de él...cuándo fue que hablamos... ( 11).

- CBI: Vamos a ayudarte un poco. Vos escuchaste la conversación entre Berni y los de la DEA y el de la CIA sobre el plan de asesinar al general?.

- No. (12)

- CBI: No?. Vos dijiste que alcanzaste escuchar, o no escuchaste?.

- No, no alcance, yo sospechaba.

- CBI: Por qué vos sospechabas?.

- Y porque era obvio que existía ese plan, verdad?. Ese plan existió, existió hace mucho tiempo, para poder llevar adelante el tratamiento que se le dio al caso.

- CBI: Y después, qué pasa el sábado, a qué hora fue la reunión que tuviste con el general?.

- El sábado, fue más o menos a las 09:00, a las 10:00 de la mañana que entramos a la oficina, porque no teníamos las llaves. Entonces, este, el general le llama a un teniente primero y le dice para que quede en el lugar porque nosotros íbamos a verificar la caja.

- CBI: Y que encontraron?.

- Nada. Todo se robó. Había 50 millones 82 mil guaraníes.

- CBI: Vos no le contaste al general que se le quería matar.

-No.

- CBI: ...que habías escuchado eso...

- No, no.

- CBI: Por qué?.

- Porque, no sé, no se me antojó en ese momento.

- CBI: Creías en el atentado o no creías?.

-Sí, creía en el atentado. Tenía fecha. Era ese lunes. (...)

-CBI: A qué hora ustedes corroboran eso (lo de la caja fuerte) y a qué hora llaman al escribano?.

-Se llamó al escribano a la una de la tarde. (Julio) Denis...tengo anotado Se labra acta.

-CBI: Discutiste con el general?.

-No nada.

- CBI: Cuántos documentos existe?.

- Un documento. El documento lo único que decía fue que se llegó a la verificación de que ambas partes, verdad, no tenían nada que ver. Que se hacia la constancia y que en la caja existía un faltante de 50 millones 82 mil guaraníes.

-CBI: Hiciste a máquina eso o a mano?.

-A mano.

-A mano; y el escribano?.

-Autenticó...

De observador a protagonista

El capitán Juan Ruiz Díaz acababa de revelar que terceros estaban planificando asesinar al general Ramón Rosa Rodríguez. Sin embargo, no elucidó en qué circunstancias se decidió que sería él quien debía cometer el asesinato.

Es probable que el capitán haya ocultado algún dato. La situación creada en su relato implicaría una omisión clave en su declaración. La laguna probablemente se debió a que el propio Ruiz Díaz formaba parte del grupo que preparaba un complot, conspiración cuyo objetivo posiblemente estribaba en frustrar actitudes reflejadas por el general con potenciales denuncias que planeaba presentar.

No se conoce a ciencia cierta el objetivo de la conjura. Podría citarse el intento de evitar una delación o presentación de documentos ante alguna autoridad; robar papeles que el general llevaba en el maletín; evitar que trascendiera lo del robo de los G. 50 millones; el interés de los norteamericanos de provocar la retirada de R. Rodríguez de la SENAD. Tal vez sean todos los factores en forma conjunta y aún más. Factores que habrían convencido a un subordinado directo del general de que la única manera de acabar con los problemas era matando a su jefe. Total, de haber salido bien el primer atentado, todos habrían pensado que se trató de un ataque del cártel de Cali, o de Medellín, o de Pedro Juan, o de lo que sea...


CONFESIÓN DEL PRIMER ATENTADO

El capitán Ruiz Díaz reconoció la autoría del primer atentado ante la CBI al detallar lo que ocurrió aquel trágico lunes:

- CBI: Cómo fue el lunes?.

- Ruiz Díaz: El lunes fui bien temprano a preparar los armamentos, llevar la camioneta hasta la casa de un experto en tiro. (13 )

- CBI: Para qué?.

- Justamente para eliminarle al general.

- CBI: Eso a qué hora fue?.

- Eso habrá sido a las seis de la mañana.

- CBI: En qué camioneta era?.

- En mi camioneta.

- CBI: Qué marca...

- Toyota Land Cruiser.

- CBI: De qué color?.

- Blanco. (14 )

- CBI: Quiénes llevaban la camioneta?.

- La camioneta llevé yo. Como no le encontré a esa persona, llevé hasta el otro local donde encontramos a dos personas más.

- CBI: Qué local era?.

- Era el local cerca del...pasando el cementerio del Este, sobre Lilio, yendo sobre esa calle (...).(15 )

- CBI: A quiénes recogiste ahí?.

- Ahí recogí a dos personas. Uno de ellos que había sido engañado luego por el otro y solamente le pagó un millón de guaraníes.

- CBI: Quién le pagó?.

-El otro muchacho que estaba conmigo. El otro muchacho se llamaba, este, era de apellido, no recuerdo, Flecha, Catalino Flecha creo que era.(16)

- CBI: Agente de la DINAR?.

- No, no, ex agente de la DINAR...Catalino Flecha.

- CBI: Y él sube con ustedes, este Flecha.

- No, Catalino Flecha no sube porque no lo encuentro, entonces me voy hacia él. (17)

- CBI: Pero no dijiste quien era el otro que se fue contigo...

- Y solo nomás, solo nomás, solamente yo...y cuando llegó al, llegan las dos personas más y suben también al vehículo.

- CBI: Quiénes son esas personas?.

Uno se llamaba, Reinaldo Domínguez, el otro desconozco totalmente.(18)

-CBI; Para qué lo buscó a esa gente?.

- Les busqué yo a esa gente para poder llevar o realizar el cometido, el asesinato

-CBI: Perdón?. ( 19 )

- De poder llevar a cabo el asesinato. Y después, bueno el asunto es que ese lunes vamos, llegamos hasta, nuevamente al hotel, pero ese era un hotel de tránsito prácticamente cerca de la terminal, no lo encontramos nuevamente, y nos vamos a la casa de un hermano. Buscándole a ese muchacho (el tal Flecha o Migdonio Chilavert). (...) No apareció. Entonces, nos dirigimos directamente hacia la casa del general. ( 20 ) (…) El general estaba saliendo cuando llegamos ahí, él estaba saliendo, se va y siempre compraba cigarrillos, a su chofer le mandaba. Y se bajaba su chofer y le compraba (...) Siempre hubo mucha ligazón entre su chofer y el general.

CBI: Qué tipo de ligazón?.

-Era una relación de mucha amistad y el de otro tipo, no sabría decir, no me llega a la cabeza. ( 21) (...) Después le seguimos al general, le di ya a un muchacho que maneje, entonces, cuando llegamos frente al colegio Internacional, desciende la hija, al descender la hija, también desciende el chofer. En ese momento se producen los disparos. Hice tres disparos...Entonces, una vez que se realizaron los disparos, le metimos una huida rápida y escuchamos que el general llamaba y pedía auxilio (..).

El capitán Juan Ruiz Díaz acababa de confesar con total crudeza, con actitud de persona derrotada y descubierta, cómo ejecutó el primer atentado.


EL CAPITÁN, HUNDIDO POR SU CHOFER

Al relatar la forma en que escapó, Ruiz Díaz manifestó haber ingresado al estacionamiento del edificio Terranova. Allí alquilaba un departamento. Está ubicado en Tte. Fariña y Vice Pte. Sánchez de Asunción.

Los choferes de Ruiz Díaz prácticamente confirmaron que fue el propio capitán quien arribó raudamente al edificio en la Land Cruiser supuestamente usada en el primer atentado.

El suboficial De Los Santos González se dirigió en compañía del otro chofer del capitán, Aurelio González Gavilán, hasta la casa de Ruiz Díaz. Fue a tempranas horas. Ambos recibieron instrucciones de acudir hasta la casa del capitán. Los suboficiales hablaron con la esposa del ayudante general de la SENAD. La orden era dirigirse hasta el edificio Terranova.

Aurelio tomó el automóvil Mercedes Benz y partió directamente hasta el departamento. El suboficial sospechaba que el capitán salió temprano de casa no para trabajar, sino con el objetivo de realizar alguna "travesura". No sospechaba siquiera que se estaba involucrando, aunque fuese indirectamente, en un atentado criminal.

Aurelio González arribó al edificio de Tte. Fariña y Vicepresidente Sánchez a las 07:05 y esperó durante 15 minutos. Para pasar el tiempo, se sirvió un mate. El cuarto de hora pasó volando. El conductor aguardaba en la calle, recostado sobre el Mercedes Benz de Ruiz Díaz. Repentinamente, el capitán arribó al edificio. Lo hizo en su camioneta Toyota Land Cruiser polarizada. Lo acompañaban una o dos personas a quienes no pudo identificar. El capitán se acercó al chofer Aurelio González.

- Vamos, directo a la SENAD...rápido...

El capitán no estaba tranquilo. Estaba agitado, como si acabara de terminar una carrera de resistencia de 10.000 metros. No hablaba. Respiraba fuerte. El chofer prefirió no emitir declaración en esas circunstancias. Ambos iban en el Mercedes Benz. La Toyota Land Cruiser quedó estacionada en la cochera del edificio. El arribo de Ruiz Díaz en su Land Cruiser se produjo de cinco a siete minutos después de haberse registrado el atentado.

De ida a la SENAD, el capitán y Aurelio González oyeron los llamados de auxilio que el general emitía por radio. El desasosiego dominó al capitán. González creyó que la excitación de Ruiz Díaz se debía exclusivamente a una impaciente curiosidad. Pensaba que el capitán deseaba saber desesperadamente lo que había pasado. Y tenía razón. Ruiz Díaz ordenó acudir hasta el lugar del fallido atentado.

El sereno del edificio, Félix Vega Coronel, entre tanto, quedó muy inquieto. Pese a que no divisó al conductor, logró percatarse de que la Toyota Land Cruiser de Ruiz Díaz irrumpió con frenesí en la cochera . El vehículo era conducido con vehemencia. Eran las 07:25 aproximadamente.

Vega Coronel observó que la maniobra del capitán fue anormal. Muy extrañado, el sereno se acercó al vehículo. Verificó que el ruido que lo despertó fue producto de un roce de la Land Cruiser contra un pilar de la cochera. Esto hizo que una parte del revoque se desmoronara.

Atendiendo a todos estos elementos de juicio, la propia Policía sospechó con fuerza que el ocupante de la Land Cruiser usada por el homicida era su propio propietario, es decir, el capitán Juan Ruiz Díaz Oxilia. Los testimonios de sus hombres de confianza lo hundieron más aún y complementaron la confesión hecha por el propio capitán ante los parlamentados de la CBI.


EL ASESINATO Y EL INTENTO DE SUICIDIO

“….Cuando el general se apersona nuevamente en el local, en frente al colegio Internacional, me voy llegando y me expresa él, en una forma sin precedentes, que fueron mis capangas los que hicieron, diciéndome que me aleje yo del lugar...".

Ruiz Díaz quedó sorprendido y asustado. Se percató de que el general Sospechaba que fue él quien baleó contra su vehículo e hirió de gravedad a Micky Fleitas.

“…Ahí estaba el Tte. Primero Lugo, estaba un tal Sanabria, había uno de apellido, no recuerdo bien...(Méndez)...Nos subimos al jeep, entonces yo tenía una radio, el general me ordena para que le entregue la radio al Tte. Lugo, una radio que era de mi pertenencia por ser ayudante en la Secretaría. Y veníamos hacia el Comando en Jefe, verdad (...). Cuando estábamos más o menos a la altura de la rotonda, veo que un, creo que era un Gol negro ( 22 ) venía acercándose a gran velocidad hacia nosotros y, cuando llegamos acá, en el hospital, yo ya lo había ultimado en la intimidad al general Rodríguez...y llega el Gol, verdad, y yo cuando eso ya le había ultimado al general Rodríguez, con dos tiros en la cabeza...". (23 )

- CBI: (...) Vos le disparaste dos tiros?.

- Yo le disparé dos tiros a él...

- CBI: Qué hiciste después?.

- Me metí dos tiros después, es lo que tengo aquí en la cabeza... (24)

- CBI: (...) Quién te ordenó tomar la decisión tan drástica, porque te voy a contar una anécdota para fundamentar esto. Según el Cnel. Medina Monjagata ( 25 ) solo fuerzas sobrenaturales tuvieron que haber actuado para que el capitán tomara una decisión tan drástica. Quién te dio la orden para hacer esa cosa?.

-Me quedo totalmente desconectado ya.

- CBI: No hubo nadie que te dijera la orden?.

- No, no, nadie...totalmente desconectado ya... ( 26 )


"EL GENERAL ME SEGUÍA RETANDO..."

El relato brindado por el capitán Ruiz Díaz durante la consulta siquiátrica realizada el 2 de noviembre de 1994 fue altamente revelador y coincidió en gran parte con el testimonio brindado ante la CBI. Ruiz Díaz dio un escalofriante relato, detallando crudamente lo que aconteció durante la ejecución del segundo atentado. Como ya se comentó en un capítulo anterior, esta inspección fue realizada por los doctores Rubén Alberto Rolón, Roque Vallejos, José Vera Gómez, Isaac Cegla, José Nicolás Lezcano y Mario Feltes.

El capitán Juan Ruiz Díaz confesó ante los siquiatras no solamente haber sido autor de ambos atentados, sino que también dio a conocer los apellidos de las verdaderas personas a quienes contrató para perpetrar el atentado. Un tal López, ex agente de la DINAR, y Chilavert (Migdonio Olmedo?), delincuente-informante contactado a la DINAR, fueron sus cómplices y encubridores. ( 27)

Al decir de uno de los siquiatras al cual accedió este autor, el capitán Ruiz Díaz mató y organizó ambos atentados. Ruiz Díaz confesó haber contratado al agente de DINAR López y al tal Chilavert por cinco millones de guaraníes. Chilavert se esfumó con el dinero y Ruiz Díaz se vio obligado a cometer el primer atentado en compañía del tal López.

"Ya cuando llegó el momento de disparar detrás del colegio Internacional. Ruiz Díaz dijo al sicario contratado: ahí lo tenés, dispáralo. Como el tal López no se animó a hacerlo, el propio Ruiz Díaz disparó".

Luego, Ruiz Díaz fue con su camioneta Land Cruiser hacia su departamento. "Tapé la chapa con un trapo", dijo Ruiz Díaz al médico cuando este le preguntó por qué cometió el error infantil de utilizar su vehículo.

Según el siquiatra, el capitán se encontraba dominado por una situación sicológica paranoide y presentaba un evidente aplanamiento afectivo.

"Después, el capitán escuchó que mató al chofer y no al general.

Entonces, decidió volver. Al bajar, el general Ramón Rosa Rodríguez le culpó directamente. Le dijo que se dé por detenido y Ruiz Díaz no contestó. El general cometió el error de no desarmarlo. Durante el camino, le recriminó en forma violenta.

“Cuando me retaba, me di cuenta de que ya no tenía salida. La única solución era: matarlo y después matarme", dijo el capitán al siquiatra. Según el siquiatra, esa es la verdad absoluta, la confesión plena del delito.

-Pregunta: Vos te acordes el momento en que le disparaste, en que fluyó la sangre?.

-Yo recuerdo inclusive cuando descerrajé el arma y le encajé dos tiros en la cabeza, para que se callara.

- P: Porque te estaba gritando...

-Me estaba gritando, estaba colérico. Me decía que yo era el culpable (del primer atentado).

-P: Vos sacaste tu arma y le disparaste en el acto?.

-No, quité y guardé en mi mano, así, debajo del asiento.

-P: Y el general te seguía retando?.

-Y me seguía retando. Entonces, cuando detrás de nosotros apareció un Gol negro, con chapa brasileña, cerrajé el arma porque el Gol se acercó mucho al Jeep, verdad?.

-P: Él te retaba mucho porque te acusó del primer atentado?.

-Me acusó directamente del primer atentado. Entonces tenía que acallarle. Él me dijo que me iba a llevar a la Guardia Presidencial detenido. (...) Yo me acuerdo haber sacado el revólver. Yo tengo en la mente que cuando le disparé a Rodríguez brotaba sangre de su cabeza. Brotaba, en el lado izquierdo, donde le acerté...

Los siquiatras que examinaron al capitán Juan Ruiz Díaz aquel 2 de noviembre de 1994 accedieron a informaciones de primera fuente sobre los entretelones que rodearon al caso. Uno de ellos reveló tres móviles que serían los principales, atendiendo la confesión del capitán Juan Ruiz Díaz.

1- Factor pasional: la existencia aparentemente intranscendente de una mujer en la SENAD, una decoradora, colocó en situación de conflicto al general Ramón Rosa Rodríguez y su ayudante, el capitán Juan Ruiz Díaz. Según Ruiz Díaz, el general se comportaba en forma supuestamente irrespetuosa hacia esa mujer.

El capitán, quien aparentemente mantenía una situación de amistad especial con esa decoradora, no asimiló bien la actitud de don Juan del general y alimentó más aún la antipatía que sentía hacia su jefe. Según los siquiatras, este factor podría haber resultado fundamental dentro del esquema del odio y resentimiento que sentía el capitán hacia su jefe (28)

2- El robo de los G. 50 millones: tras detectar el robo del dinero de la caja de la SENAD, hecho relatado poco antes, el general decidió implicar a Ruiz Díaz. Esto significaba su ida a la cárcel y pase de baja. Este hecho significó el motivo principal que aceleró totalmente el homicidio.

3- Informe que poseía R. Rodríguez: el tercer factor detectado por los siquiatras es una serie de documentos comprometedores que poseía el general, papeles que pensaba entregarlos a alguna autoridad castrense, evidencias que terminarían por tumbar definitivamente a Ruiz Díaz como oficial de las Fuerzas Armadas. Los detalles de estos papeles serán examinados en el próximo capítulo de esta obra.


NOTAS COMPLEMENTARIAS

"SABADO NEGRO"

1- El capitán Ruiz Díaz daba a entender que el dinero de la SENAD era estrictamente controlado por Rosa Rodríguez. Los despilfarros y manejos poco claros a los que estaban acostumbrados los agentes pro-americanos habían acabado.

2- Con esta afirmación del "golpe bajo", Ruiz Díaz negaba la autoría del robo.

3- Ruiz Díaz quiere "cantar" algo, pero no se anima aparentemente.

4- Pregunta que de nuevo desvía la atención del entrevistado.

5- Lo "imprevisto" que refiere Ruiz Díaz no alude a una situación rutinaria, sino a la existencia de un plan. Es probable que la adquisición de informaciones comprometedoras para cierta gente y una inminente denuncia de parte del general -en tribunales o/y ante el presidente- haya sido motivo para acelerar la comisión del crimen.

6- En esa reunión, en la que estuvo presente el general R. Rodríguez, no se trató lógicamente lo del asesinato. El tema probablemente se relacionó al "operativo Taguá", entre otros puntos. Clovis Catafesta acababa de ser detenido.

7- Ruiz Díaz se refiere aquí a otra reunión que también se realizó ese día sábado. Lógicamente, en esta oportunidad ya no estaba R. Rodríguez. Después Ruiz Díaz lo aclararía.

8- Esto se debió a que pensaban contratar a unos ex convictos, entre ellos a un sujeto de nombre Migdonio Olmedo Chilavert, quien asegura que el capitán le pagó cinco millones de guaraníes. Olmedo Chilavert fue detenido por la Policía y aseguró que escapó hacia San Pedro tras recibir el dinero. Manifestó que se no animó a cumplir con el cometido. (Esto se ampliará en un capítulo anterior - 14 días antes hubo otro.... "Aparece Chilavert").

9- Se refería a "David Couldembur" o "David Clarke", nombres ficticios del encargado de la CIA de la Embajada de EE.UU en Paraguay en ese entonces. Este misterioso personaje, cuya verdadera identidad constituía uno de los secretos mejor guardados por los americanos de la Embajada, operó en Paraguay en época en que el director de la Agencia de Inteligencia en EE.UU era James Woolsey. El tal "Couldembur" o "Clarke" era un hombre de la confianza de Woolsey.

10- También hablaron o discutieron o tal vez pelearon en tomo al caso Clovis Catafesta.

11- O no recuerda o no quiere hablar?.

12- Ruiz Díaz se desdice.

13- Ruiz Díaz no aclara como y cuando decidieron que sería él quien debía ejecutar el plan. Se fracasó en el intento de contratar sicarios. El propio capitán aparentemente debía asegurar el trabajo,

14- Importante. Al admitir que utilizó su camioneta Land Cruiser para perpetrar el crimen, confirmó lo que había sospechado el general. Tras el primer atentado fallido, R. Rodríguez aseguró que los disparos se efectuaron desde la Land Cruiser de Ruiz Díaz.

15-    La Policía sospechó en forma equivocada que fueron en busca de Antonio Corvalán, un sujeto a quien Migdonio Olmedo Chilavert sospechoso de haber acompañado a Ruiz Díaz en el primer atentado- citó en su declaración. Corvalán fue detenido y luego liberado. Hasta ahora no se sabe si lo de Corvalán fue fraguado o si se trató de algo real. Chilavert tenía problemas personales con el tal Corvalán. Este aseguró que fue víctima de una venganza propiciada por Chilavert. Ver siguiente tópico.

16-    Dudoso. Ruiz Díaz no comentó datos precisos a la CBI e inventó nombres al mencionar a sus supuestos contratados. Ante un siquiatras que lo inspeccionó sí reveló los apellidos de las personas a quienes contrató para el "trabajo". Esto será desarrollado más adelante.

17-    Ídem.

18- Otro nombre que habría sido inventado.

19- Los senadores parecen no creer la confesión de Ruiz Díaz.

20- Chilavert dijo después a la justicia que fue a la casa de su primo hermano Teodoro Jara Olmedo. Le comentó el hecho y le anunció que se fugaba hacia San Pedro con el dinero. Esto también coincide con el relato de Ruiz Díaz. (Leer capítulo "14 días antes hubo otro.,.- Aparece Chilavert...").

21- Quienes se la juegan por supuesto un trasfondo pasional entre homosexuales anotan la frase "...y el de otro tipo" y la interpretan a su modo. Ruiz Díaz parecería insinuar que entre el general Rosa Rodríguez y su chofer Pedro Abundio Fleitas, también asesinado, existía una "ligazón" más sólida que una simple amistad. Se presume que el tema de pasional-homosexual está incluido entre los factores influyentes en el trágico desenlace. Es improbable, sin embargo, que haya sido el único.

22- El coche VW Gol negro estaba ocupado por agentes de la DINAR que supuestamente escoltaban al general. Se encontraban los policías Silvino Jara, Miguel Del Valle, entre otros.

23- Ruiz Díaz manifestaba que disparó contra su jefe justamente cuando el VW Gol negro se acercaba. Según su relato, lo recordaba con claridad. Al indicar la frase "yo ya le había ultimado en la intimidad al general", daba pie a dudas en cuanto al eventual trasfondo del caso, es decir, referente a temas pasionales. Esta afirmación es otro indicio sostenido por quienes creen que el caso Rosa Rodríguez fue un crimen por cuestiones pasionales. Al decir de uno de los siquiatras que lo inspeccionó durante una consulta, el capitán Juan Ruiz Díaz no era un bisexual u homosexual siquiatricamente confirmado pero sí dueño de una personalidad esquizoide, con un visible, aplanamiento afectivo, es decir, tendiente a adoptar actitudes ligeras, de persona sin escrúpulo alguno, de un sujeto que no llegaba a captar la gravedad e importancia de una situación real dada.

24- Ruiz Díaz admitía que intentó suicidarse tras disparar contra su jefe.

25- El Cnel. Medina Monjagata era en ese entonces vocero de las FF.AA.

26- Evidentemente, Ruiz Díaz se negó a responder esta pregunta clave.

27- El tal Chilavert posiblemente sea el mismo Migdonio Olmedo Chilavert. La versión dada por el capitán Ruiz Díaz a los siquiatras acerca del tal Chilavert coincide totalmente con lo dicho por el propio Chilavert cuando fue detenido por la Policía. El tópico "Aparece Chilavert" del próximo capítulo "14 días antes hubo otro atentado" de esta misma obra desarrolla esta situación.

28- La periodista Mabel Renhfeldt, de ABC Color, investigó los mensajes por bipers y las llamadas por teléfono celular que recibió y realizó el capitán Juan Ruiz Díaz días antes del homicidio. Efectuó nada menos que 22 llamadas entre el 8 y 9 de octubre de 1994 al celular de la decoradora Marta Cabrera de Flecha, quien justamente en ese lapso estuvo contratada en la SENAD. Una tal Marta también dejó varios mensajes amorosos al biper del capitán desde el 1 al 9 de octubre de 1994. Esta situación no dejó de llamar la atención de los investigadores, aunque ninguno llevó la pesquisa por ese lado clave.



CAPITULO 6

LOS MEMOS DEL CAPITAN

El maletín que el Gral. Ramón Rosa Rodríguez cuidaba con tanto celo fue entregado por el Cnel. Nivaldo Fleitas, uno de los hombres de confianza del ex jefe de la SENAD, al juez militar Bartolomé Méndez tras el doble atentado. Una vez rescatado el contenido que interesaba a los militares y a los norteamericanos, el presidente Wasmosy se lo dio al juez del crimen Atilio Rodríguez. Esto se produjo una semana después del homicidio. El maletín fue desvalijado. Esa fue la sospecha de los Investigadores policiales.

Días antes de su muerte, el general Ramón Rosa Rodríguez recibió la visita de personas de su confianza en su oficina de la SENAD. Se trataba de asesores de la Presidencia de la República que canalizaban inquietudes entre la Secretaría y el mandatario Wasmosy.

La charla fue amena. El general acostumbraba a aprovechar al máximo las breves visitas de sus amigos de confianza. No consideraba prudente hablar con cualquiera. Menos con sus subordinados. Se sentía como rodeado de espías.

Entre sorbos de tereré, Rosa Rodríguez lanzó una importante revelación: "Aquí, en este maletín, tengo todos los documentos. Toda mi oficina está aquí, dentro de este portafolios". Sus amigos no entendieron a cabalidad el mensaje.

Tras la muerte de su esposo, doña Clotilde Guggiari halló varios papeles. Tensó que solo se trataba de datos que el general recopiló mediante el espionaje de Ruiz Díaz. Constituían la evidencia de que el capitán tenía acceso a los norteamericanos.

Durante la consulta siquiátrica ya mencionada, hecha un mes después del asesinato del general, el capitán realizó una primera y única descripción de los papeles que debía rescatar. Se trataba de memos entregados a su jefe. Allí constaba el contenido de las pesquisas desarrolladas por los hombres de la Embajada de Estados Unidos sobre las personas del Gral. Lino Oviedo y del presidente Juan Carlos Wasmosy. ( 1 )

El general Rodríguez era un tipo muy inteligente. Me mandaba hacer informes sobre las actividades de los de la CIA. Y esos entonces el guardaba todo y tenía pensado darle al general Lino Oviedo. Esos informes eran los que yo quería rescatar". Ruiz Díaz parecía revelar al menos parte de los documentos del maletín que tanto él como los norteamericanos buscaron despojar a R. Rodríguez.

A Ruiz Díaz le interesaba deshacerse de esos papeles. Se trataba de documentos que le comprometían ante Lino Oviedo. También ponían en aprietos a los norteamericanos.

"No se podía suspender el rescate de los documentos porque ese día iba a entregarlos. El (el general) quería que yo vaya ese día (el lunes 10 de octubre) a declarar ante el presidente de la República que los americanos estaban macaneando".

"Yo ponía todo eso en mi informe, que los americanos no querían saber nada de Lino Oviedo, que lo tildaban de narcotraficante".

Ruiz Díaz tenía miedo del destino que R. Rodríguez pensaba dar a los memos. Que esos papeles hubiesen ido a parar en manos de Oviedo le habrían desenmascarado como persona allegada a los norteamericanos. Oviedo no le recompensaría precisamente por los datos. Al contrario, Rosa Rodríguez se encargaría de hundirlo más. A esa conclusión llegó el capitán Ruiz Díaz. El ayudante de Rosa Rodríguez aparecería como cómplice de los norteamericanos ante los ojos del entonces todopoderoso comandante del Ejército. Lógicamente, Ruiz Díaz no quería "quemar" con Oviedo. Ello significaba su final como activo oficial de Artillería. No deseaba que Lino Oviedo supiera de su condición de doble espía.

Además, estaba la confesión de Ruiz Díaz sobre la autoría del robo de los G. 50 millones. Ese documento también se encontraba en el maletín del general.

Los norteamericanos también estaban en problemas. A los de la DEA y la CIA no les convenía que trascendiera las informaciones elaboradas por el capitán, que obraban en manos del general R. Rodríguez. Los norteamericanos hubieran quedado desenmascarados ante Wasmosy y Lino Oviedo como vulgares espías, responsables de la elaboración de informes sobre narcotráfico que salpicaban a altos exponentes del gobierno y de la milicia como protectores de la delincuencia organizada. De haber llegado esos memos al presidente y de Oviedo en circunstancias normales, se habría generado situaciones altamente tensas entre el gobierno y la Embajada de Estados Unidos. Esa situación no era recomendable para los funcionarios de la Embajada. La cuestión habría desembocado en traslados y en otras situaciones desagradables para los americanos. Es que no era momento para que Oviedo confirmara en forma definitiva que los diplomáticos de la Embajada lo consideraban un protector de hampones. No era prudente revelar informes de que Wasmosy, a su vez, apañaba a Oviedo.

"Yo tenía miedo de R. Rodríguez porque era un tipo que buscaba su provecho personal. Yo le entregaba los informes al general y él era el portavoz. El administraba esos informes (...) El propósito, entonces, no era prácticamente eliminarlo (al general). Era solamente rescatar el maletín. Quise rescatar el maletín, pero no había posibilidades Ahí fue que pensé...quise eliminarlo, más bien creo que por rabia". El capitán confesaba pormenores de la causa del asesinato durante la ya mencionada consulta siquiátrica. ( 2 )

Con estas afirmaciones, Ruiz Díaz contradecía su declaración ante la CBI. Al principio, manifestó que el asesinato fue objeto de una planificación previa. Aquí, señalaba que su objetivo solo era el maletín. Al percatarse que no había forma de rescatarlo, decidió matar al general. Recién un año después, trascendió que los papeles que la señora Clotilde Guggiari encontró eran los mismos memorándum que el capitán Ruiz Díaz había aludido al indicar que debía rescatar.

En su segunda indagatoria ante el juez Atilio Rodríguez, el 31 de julio de 1995, Ruiz Díaz cambió de versión y manifestó que, en el maletín, Rosa Rodríguez llevaba papeles supuestamente facilitados por un informante a quien identificó como Júnior. Inteligencia de la Policía sospechó que este tal Júnior podría haber sido nada menos que el conocido narco-piloto- mercenario brasileño Ivo Rocha García, el hombre que asesinó al jefe del narcotráfico fronterizo Adilson Rossati ( 3 ). Este dato fue desvirtuado por la viuda Clotilde Guggiari.

"Junior le facilitó algunas pruebas que consistían en fotografías, horarios de aviones en las distintas pistas que debían operar, fotografías de laboratorios, que la gran mayoría se encontraba en el Chaco y en la cercanía de Pedro Juan Caballero y Ciudad del Este...". Para esta declaración, Ruiz Díaz ya contaba con el asesoramiento de abogado.

Otros investigadores sospechan que el tal Júnior habló con el general acerca de la conexión de sus agentes subordinados con narcotraficantes, la relación existente con los amigos jueces y con los norteamericanos de la DEA, la impunidad de los antidrogas y de operativos no transparentes, turbios. Júnior no habría sido otro que el narco Oscar López Alvarenga, informante de R. Rodríguez, asesinado por agentes de DINAR en Pedio Juan, pocas semanas después del crimen del general. ( 4 )

Ruiz Díaz habló del tal Júnior al juez Atilio Rodríguez, ocho meses después de la consulta siquiátrica. Tiempo suficiente como para percatarse de que las confesiones hecha a la CBI y ante el médico ¡instituyeron un craso error. En ambas admitió la autoría del atentado.

Sus defensores lo habrían convencido luego de que no todo estaba perdido. Es que, en un proceso judicial, lo realmente valedero para la justicia constituían las indagatorias en tribunales.


HABLANDO CON LOS DE LA CIA

El contenido de los memos hallados por la señora Clotilde Guggiari coincide con las descripciones que dio Ruiz Díaz al referirse a los papeles que llevaba el general en el maletín. El capitán obtuvo la mayoría de las informaciones en charlas mantenidas con el encargado de la CIA en Paraguay, el tal "David Couldembur" o "David Clarke". ( 5 ) El contenido de algunos de los papeles fueron reveladores. Ruiz Díaz era útil al general. Rosa Rodríguez se había percatado de que el capitán jugaba a dos puntas. Sin embargo, también se trataba del único elemento que le proporcionaba información para defenderse de los americanos y, además, argumentos para desenmascararlos.

El general no seguía los consejos de su esposa Clotilde. Frecuentemente, la mujer le manifestaba sus dudas acerca de la sinceridad y fidelidad de su ayudante. Rosa Rodríguez sabía que su esposa tenía razón en su intuición. Sin embargo, debía aguardar el momento oportuno para colocar a su ayudante en la misma "bolsa de gatos".

Un documento escrito por Ruiz Díaz de puño y letra aporta los primeros datos sorprendentes. A partir del análisis del contenido de esos memos, se puede comprender la eventual preocupación de los americanos y del propio Ruiz Díaz sobre el destino que Rosa Rodríguez pensaba darles.

- "Ven (los americanos) al Gral. RRR (Ramón Rosa Rodríguez) como hombre puesto por el Gral. LCO (Lino César Oviedo) para favorecerle en el negocio del tráfico de drogas. Confirma esta hipótesis con la separación de sus respectivos puestos al subcomisario Rodas y al agente especial Berni, hombres que trabajan para la Embajada".

- "También por los cambios realizados en PJC (Pedro Juan Caballero) y Aeropuerto y la amistad del Gral. LCO con Fahd Yamil".

- "Ven difícil que el presidente de la República pueda apoyar al combate (contra las drogas) debido a que el Gral. LCO lo maneja y dispone de documentos que involucran al presidente JCW (Juan Carlos Wasmosy) con la corrupción (Itaipú)".

- "No confían en el Gral. RRR debido a que toda información que dispone la pasa al presidente de la República y este a su vez lo cuenta al Gral. LCO".

- "El operativo último no creen que se trate de algo grande debido a que los caídos son apenas robacoches". ( 6 ).

-"Desean saber cuál es la operación que tiene previsto el Gral. RRR y que puede ser tan grande y si el Gral. LCO está enterado".

- "Quieren saber si el Gral. RRR comunicó al Gral. LCO sobre la falsa alarma de bomba en el Ministerio de Defensa Nacional".    (7)

- "Creen que la bomba fue un truco para evitar que lo cambien al Gral. RRR de la Secretaría".

- "Necesitan documentaciones de los trabajos que realiza el agente especial Ramón Amarilla y su equipo".

-"Para fines de setiembre retirarían toda la ayuda del Programa para combatir el narcotráfico".

En otro memo escrito para el general Ramón R. Rodríguez, el capitán Ruiz Díaz advertía que la Embajada de EE.UU. ya tenía candidato para reemplazarlo de la jefatura de la SENAD.

- "Candidato serio para la Secretaría sería el Cnel. V.L. (Víctor Lugo, en ese entonces jefe de Intercepción de la SENAD) quien podría cambiar al Crio. P.F. (Publio Fretes) de la DINAR, debido a que el Gral. RRR le quitó el mando y se lo dio a su cuñado (el comisario Fretes)". (8)

- "Dicen que el presidente de la República había prometido a la embajada que para este fin de mes el Gral. RRR sería cambiado". ( 9 )

-"Los EE.UU. no apoyarán ningún golpe a las instituciones democráticas, inclusive intervendría la ONU, pero sí sería factible, sí se pudiera cambiar algunas cabezas corruptas". ( 10 )

En julio de 1994, los norteamericanos insistían en el peligro que representaba la presencia de Lino Oviedo para el proceso democrático de nuestro país. En ese entonces, los americanos sospechaban que Oviedo utilizaría la excusa de apoyo al presidente Wasmosy para realizar un golpe al Parlamento. Así al menos se deduce de un escrito del capitán Ruiz Díaz, obtenido de una charla con "David Clarke" o "David Couldembur". alias del encargado de la CIA en Paraguay. El documento fue elaborado el 13 de julio de 1994.       ,

"Temor de la Embajada de EE.UU. de que el Gral. Div. Lino César Oviedo realice un golpe al Parlamento Nacional en supuesto apoyo al actual presidente de la República. Ing. Juan Carlos Wasmosy"

"No confían en que el presidente de la República se dedique verdaderamente a combatir el tráfico de drogas, puesto que fue candidato por el Gral. (SR.) Andrés Rodríguez y apoyado por el Gral. Lino César Oviedo quienes tienen muchos negocios en común".

- "Catalogan al Gral. Lino César Oviedo de estar ligado al narcotráfico por la amistad que tiene con el Sr. Fahd Yamil, en la ciudad de Pedro Juan Caballero".

- "Dicen que la DINAR fue prácticamente desmantelada por el comisario (Publio) Fretes, en cumplimiento de una orden del Gral. Div. Lino César Oviedo; relacionando el traslado del personal de la DINAR de Pedro Juan Caballero, que se llevó a cabo el fin de semana pasada, y la visita que supuestamente el Gral. Lino César Oviedo realizó a la ciudad de Ponta Porá (Brasil); colocando los hombres ideales para que no interfieran en el supuesto negocios de drogas". (11)

En otra entrevista mantenida con los norteamericanos, específicamente con el tal "David", el capitán Ruiz Díaz insistía en la visita hecha por el Gral. Lino César Oviedo a Ponta Porá, supuestamente registrada a comienzos de julio de 1994. El objetivo, según los norteamericanos, era desmantelar a la DINAR de Pedro Juan y visitar a quien, según los norteamericanos, era su amigo: Fahd Yamil Georges.

- "Ven poca posibilidad de combate al narcotráfico debido a que el Gral. Lino César Oviedo maneja el negocio de drogas, la SENAD y al propio presidente de la República, quien no puede hacer nada contra Oviedo debido a que este dispone de documentaciones que lo comprometen en la corrupción".

- "En la DINAR, actualmente desmantelada, dedicada a la Expo, no se dispone de gente capaz para la operación y se demuestra la inutilidad al enviar un vehículo decomisado con oficiales del Ejército y la Policía a una zona donde el vehículo realizaba el transporte de drogas". ( 12 )

- "El presidente de la República había asegurado a la Embajada que a fin de mes el Gral. Ramón R. Rodríguez sería cambiado; si esa promesa no se cumple, ellos accionarán por medio de nuestro Congreso para forzar el cambio. Decertificarían al Paraguay y cortarían todo apoyo económico; en este momento, ellos ya no apoyan en nada a la SENAD". (13 )

- "Recibieron informaciones de militares que el Gral. Ramón Rosa Rodríguez, ya en los cuarteles, siempre acosó a mujeres". (14 )

- "Los americanos aseguran que, desde que el Gral. Lino César Oviedo ordenó la destitución del subcomisario Pedro Rodas y del agente especial Miguel Berni, la DINAR no interceptó ni un gramo de cocaína y tampoco lo hará en el futuro".

- "La incógnita de ellos (los norteamericanos) es el trabajo que realiza el agente especial Ramón Amarilla, pidiendo si se puede fotocopiar la carpeta que tiene en su poder. Una vez fotocopiada, coordinar la entrega en una Iglesia Evangélica que queda una cuadra antes de la parrillada Maracaná. El aviso sería por teléfono: "Ya tengo los libros de Historia del Paraguay que usted me había pedido"". ( 15 )

El espionaje del capitán Juan Ruiz Díaz no se limitaba a radiografiar la forma de pensar de los miembros de la CIA y de la DEA. También alcanzaban a la Agregaduría Militar de la Embajada de Estados Unidos, en ese entonces a cargo de un coronel texano de nombre Alfonso Gómez. Este memo lleva fecha del 26 de julio de 1994.

- "El Congreso de su país ve con preocupación la falta de colaboración con el combate al narcotráfico por parte de las autoridades paraguayas"

- "Según informaciones que disponen, el Gral. Ramón R. Rodríguez sería cambiado el próximo miércoles 26 de los corrientes y el candidato de ellos sería el Cnel. Víctor Lugo".

"En un supuesto caso que miembros de las Fuerzas Armadas intenten hacer un golpe, su país no apoyaría si es en contra de las instituciones democráticas (Presidente de la República o Parlamento). Inclusive solicitarían la intervención de la ONU, pero si el golpe es para limpiar la cabeza de las Fuerzas Armadas, ellos aceptarían". ( 16 )

- "En una entrevista sostenida con el encargado de la CIA en Paraguay, el 27 de julio de 1994, el capitán Juan Ruiz Díaz seguía aportando datos que el general necesitaba para pintar a los yanquis de cuerpo entero ante Lino Oviedo.

"Fines de setiembre, si la Secretaría no justifica su trabajo, la Embajada retiraría todo el programa de ayuda al narcotráfico".

"La Agencia (CIA) está haciendo en estos momentos un informe para el Congreso de su país, referente al inventario de vehículos, equipos, etc, que se encuentran a cargo de la SENAD". ( 17 )

"El candidato de ellos para secretario ejecutivo sería el Cnel. Víctor Lugo, a quien lo ven como una persona capaz de colaborar en el combate de las drogas y de relevar al comisario Fretes de su cargo quien, por su inexperiencia en este campo, no hace nada para que la DINAR actúe correctamente, o se hace el que no conoce para facilitar el negocio de algunos capos. También mencionó que el Cnel. Lugo ya fue llamado al Palacio de Gobierno la semana pasada, desconociéndose el motivo" (18) –

"No confían mucho en el Cnel. Cirilo Velázquez ya que cumple estrictamente las órdenes del general R. Rodríguez. No adelanta en nada el sumario que consideran que es todo un teatro montado para sacarlos de la DINAR al subcomisario Rodas y al agente especial Berni (19) "Quieren saber (los americanos) cuál es el trabajo al que están empeñados el subcomisario Rodas y el agente especial Berni. Creen que los están ocupando en tareas sin importancia, para no interferir en los operativos donde supuestamente se está apoyando al narcotráfico".

"Supuestamente al Gral. R. Rodríguez no le interesa la lucha contra el narcotráfico, cumpliendo instrucciones precisas del Gral. Lino César Oviedo; dicen que desde el mes de mayo le habían entregado al Gral. Rodríguez informes sobre tráfico en la zona de Bahía Negra y, como estaban implicados militares, él no hizo nada hasta el momento". (20 ) Una nueva entrevista con el encargado de la CIA la realizó el 1 de agosto de 1994. El funcionario norteamericano notó algunos cambios en cuanto a la dura e intransigente actitud hacia el jefe de drogas de Paraguay.

El operativo realizado en el seguimiento del trabajo que desbarató al grupo de robacoches de Justo Pastor Cañiza -alias "Tito Pesado"- y Antonio Da Silva fue motivo de cambios en la actitud de los yanquis. Es que un hombre del entorno de Wasmosy fue tocado al ser allanada su vivienda. Se trataba del político Eduardo Rodríguez, ex funcionario de la Presidencia de la República.

- "Después del operativo, cuál era la situación del Gral. RRR con el presidente de la República. Creen que fue tramado por el Gral. LCO para desprestigiar al gobierno". ( 21)

- "Creen que el operativo fue mal dirigido por el comisario Publio Fretes, sin tener en cuenta que desprestigiarían al gobierno". ( 22 )

- "La duda que les queda es si efectivamente el Gral. RRR realmente quiere combatir el narcotráfico. Creen que está cambiando de parecer, pero siempre con la desconfianza de que está dirigido por el Gral. LCO". (23)

- "Ellos no tienen nada en contra del Gral. LCO, lo único que les preocupa es su influencia en la política, utilizando los medios de las FF.AA". (24)

- "Les agradaría nuevamente un acercamiento con el Gral. RRR, pero les gustaría que el sumario del subcomisario Rodas y del agente especial Berni sea acelerado, porque ven en ellos los únicos hombres capaces de poder colaborar efectivamente con el Gral. RRR, en el combate al narcotráfico, si este realmente está interesado en el mismo". ( 25 )

- "A este señor ("David Clarke") le interesaba mucho saber el trabajo encomendádole al agente especial Miguel Berni. Cree que el general le da un trabajo de muy poca importancia para mantenerlo ocupado" ( 26) 2 de Agosto de 1994. Ruiz Díaz nuevamente dialogaba con "Clarke". El tema de Eduardo Rodríguez seguía inquietando a los norteamericanos.

-“Cual sería el objetivo y por qué eligieron a Eduardo Rodríguez para realizar el operativo último:

a- Para eliminarlo como posible candidato, ya que figuraba entre los que podrían reemplazar al Gral. RRR en la SENAD, según los medios de prensa.

b- Para desprestigiar al entorno del presidente de la República por orientación del Gral. LCO.

c- O por una orden expresa del propio presidente de la República para ajustar cuentas pendientes". ( 27 )

- "La Embajada va a seguir presionando por el cambio del Gral. RRR como titular de la SENAD, tal como lo había prometido el presidente de la República".

-"Tienen deseos de trabajar con la SENAD, pero no con el Gral. RRR mientras dure el sumario al subcomisario Rodas y al agente especial Berni pues creen que ese sumario lo dirige el Gral. RRR y el comisario Fretes, por la afinidad que los mismos tienen con la Embajada" "Recomienda que si él Gral. RRR tiene voluntad verdadera de combatir el narcotráfico, debe utilizar la experiencia de los dos sumariados, quienes entienden verdaderamente el trabajo". ( 28 )

- "Ocho días después, el 10 de agosto de 1994, la CIA de la Embajada de Estados Unidos nuevamente volvió a una actitud escéptica con respecto a la actuación del Gral. Ramón Rosa Rodríguez Maldonado en la SENAD.

- "Están convencidos de que el presidente de la República no cambiará al Gral. RRR de la SENAD, lo cual demuestra una vez más que el gobierno no tiene interés en el combate contra las drogas".

- "Creían que el presidente de la República dejaría a cargo del Cnel. Víctor Lugo la SENAD. Ellos, al Cnel. Lugo, no lo ven como hombre muy capaz, pero sí como para que ellos (los norteamericanos) puedan volver a trabajar como antes". ( 29 )

“Para la CIA sería difícil trabajar con el Gral. RRR porque no le tienen confianza debido a que el Gral. RRR todas la informaciones que recibe las pasa al Gral. LCO. Dicen que ya fue comprobado con la optación que se realizó en Ciudad del Este". ( 30 )

- "No tienen (los americanos) prueba alguna de que el Gral. LCO este metido en el tráfico de drogas, pero suponen que ahora maneja el negocio debido a que fue ayudante del Gral. Andrés Rodríguez y por la fortuna que posee". (31)

- "Creen que el sumario contra el subcomisario Rodas y el agente especial Berni es más bien para quitarlos de la DINAR porque el Gral. LCO cree que la Embajada los está apoyando para implicarle en el tráfico de drogas. Ven como único pecado de Rodas y Berni que ambos trabajan para la Embajada". ( 32 )

- "No se explican como el Gral. RRR abrió un sumario sobre esta gente (Berni y Rodas) basándose en una denuncia de un traficante de drogas (Marcos "Tito" Rodríguez)". ( 33 )

- "Para su agencia, todo el trabajo que actualmente la Secretaría está realizando es un gran circo debido a que no se llega a los capos de la droga, sino que son los pequeños agricultores o mulas los que caen"( 34 )

- "Su agencia piensa retirar la ayuda que presta a la SENAD por tan bajo rendimiento".

- "Lamentan que el Gral. RRR no confía en Rodas y Berni debido a que son personas capaces en la lucha contra la droga pues han demostrado experiencia y honestidad en todos los trabajos". ( 35 )

"La agencia (CIA) espera instrucciones de su país para retirar el programa de ayuda contra el narcotráfico a fines de setiembre próximo", insistía el encargado de la CIA en nuestro país. El memo había sido elaborado por Ruiz Díaz el 16 de agosto de 1994.

Comentaba que su agencia tenía la misión específica de recabar informaciones no solamente en el narcotráfico, sino que también en los otros campos, y que están en coordinación directa con las agencias de los países limítrofes.

- "Todos los informes que posee la agencia (CIA) implican a gente del gobierno, por lo general a militares. Dice que si en Paraguay las FF.AA. no permite que entre un gramo de cocaína, efectivamente no va a entrar . Todo lo que circula por Paraguay tiene la bendición de algún jefe castrense. Menciona que al Gral. LCO por su amistad con los capos de la droga, en Ciudad del Este y Pedro Juan Caballero (Barreto Sarubbi. Yebade (sic.). Santacruz, Fahd Yamil) quienes ayudan al Gral. LCO con dinero de origen dudoso, por lo tanto, al propio general Oviedo le sería difícil justificar de donde provienen todos sus bienes. Ellos no tienen prueba alguna, pero deducen que la plata que el Gral. LCO recibe es posiblemente del narcotráfico". ( 36 )

- "Al presidente de la República le sería difícil cambiar al Gral. RRR debido a que está apoyado por el Gral. LCO. Dicen que el Gral. RRR no se implicaría en tráfico de drogas, pero no accionaría nunca contra el Gral. LCO. Lo mismo ocurre con el comisario Fretes". ( 37 )

Una semana después, el ayudante del general Ramón Rosa Rodríguez entró de nuevo en contacto con el jefe de la Agencia de Inteligencia Americana en Paraguay.

- “Las presiones continuarán para lograr el cambio del Gral. RRR y poder hacer que el presidente de la República designe a otra persona con quien pueda trabajar como antes".

- “La inactividad del subcomisario Pedro Rodas es una pérdida. Al Tte. Gerónimo Benítez no se lo utiliza debidamente, lo cual vuelve a demostrar que el Gral. RRR no tiene deseos de combatir al narcotráfico, posiblemente cumpliendo órdenes estrictas del Gral. LCO".

- “El agente especial Miguel Berni se mueve más, debido a que posiblemente el general hizo algunos arreglos con Robert Ridler o porque atajarle a Berni es imposible. El trabajo de la DEA no es muy importante como el que realizan ellos (los de la CIA). La CIA investiga a las cabezas del narcotráfico y no a simples vendedores o cultivadores". ( 38 )

-“ La CIA no tiene nada que esconder al presidente de la República y al secretario ejecutivo de la SENAD. Recordó que el jefe anterior de su agencia había comunicado al general RRR de la existencia de una oficina con personal de la DINAR. Pero debido a que el general RRR fue puliendo confianza, ellos no insistieron para que visite la oficina, pues es ella la agencia invirtió mucho dinero y tiempo para entrenar al personal. El general RRR también supo de la existencia y conoció al personal. Cuando se realizó el curso de la Guardia Presidencial, mencionó que en Bolivia la CIA tiene su oficina pegada a la oficina del jefe antinarcóticos boliviano. ( 39 )

- "En el mundo, al Paraguay se lo conoce poco debido a que sus gobernantes siempre se dedicaron a vivir del pueblo, con temibles dictaduras. Qué puede esperar el pueblo paraguayo del presidente Wasmosy, amigo de Andrés Rodríguez, que solo quiere plata, de un Gral. Lino Oviedo o de Barreto Sarubbi que protegen y se benefician del dinero fácil probablemente proveniente del narcotráfico?"

- "Mencionó que la última vez que habló con el general RRR en la SENAD y le pidió que suspendiera al sumario al comisario Rodas, el general le dijo que le era imposible porque estaba a cargo de un juez sumariante; pero después de dos meses, el propio general RRR le llamo a Rodas y le pide colaboración en el trabajo y lealtad, diciéndole que el sumario estaba a su cargo y que suspendería si Rodas deja de trabajar para los americanos".

La lista 10 x 2

Martes 6 de diciembre de 1994. Un mes después de haber revelado el contenido del maletín de Ramón R. Rodríguez y otros elementos de juicio durante la ya citada consulta siquiátrica, el capitán Juan Ruiz Díaz cambiaba bruscamente de versión otra vez.

Apareció entonces la famosa Lista 10 X 2; veinte nombres de personas influyentes de nuestro medio ligados al narcotráfico. Se trataba de un documento que el general debía entregar al presidente Wasmosy. Ello le costó la vida, según esta nueva versión del capitán. El asesoramiento de sus abogados de entonces, Cristóbal Cáceres Frutos y Enrique García, estaba a la vista.

Ruiz Díaz citó en la declaración a varios cárteles que supuestamente operaban en Paraguay. Existía un cártel Turco afincado en Ciudad del Este. Sus miembros eran el contrabandista Agustín Urunaga, Reinerio Santacruz (intendente de Presidente Franco), Gustavo Pérez Samaniego (banquero apresado temporalmente por supuesta corrupción), el gobernador Carlos Barreto Sarubbi, el capitán Florenciañez, y los generales Oscar Díaz Delmás, Roosevelt Benítez y Santiago Zaracho, estos tres últimos, conocidos militares oviedistas.

Había otro cártel que operaba desde el lado brasileño que estaba manejado por una modelo paraguaya y dirigido por el gobernador Barreto Sarubbi y el mayor retirado Cabañas.

Otro grupo mafioso era el conocido cártel de Pedro Juan Caballero. Citó a Fahd Yamil y a Clemencio "Gringo" González. Una de las primeras falencias del esquema de Ruiz Díaz aflora en este detalle. Comparar a Yamil con "Gringo" era ridículo, casi tanto como realizar un paralelismo entre un tanque con una bicicleta. ( 40 )

También citó a un cártel de la Armada y mencionó al capitán de Navío Lezcano, a un "almirante" Roig y al vicealmirante Eduardo González Petit, en ese entonces, comandante de las Fuerzas Militares.

Es probable que ciertas influencias militares del más alto nivel, que pretendían desprestigiar a sus superiores buscando saciar exacerbadas ansias de poder, hayan tenido que ver con la aparición de esta supuesta lista. Lo concreto fue que Ruiz Díaz y sus abogados lograron desviar la atención y no fueron pocos luego quienes se digirieron el posterior chiste de la existencia de un sexto hombre que abordó sorpresivamente el Jeep estando en la curva "San Miguel" para matar al general y herir a Ruiz Díaz. (41)

El capitán generó dudas desde el mismo momento en que negó al juez haber sido vehementemente reprochado por el general R. Rodríguez tras el primer atentado. El capitán indicó en ocasión de declarar ante el juez que el general le instó a que lo acompañara para realizar algunas curaciones. Ni mencionó que ya iba en carácter de detenido La Lista 10 X 2 probablemente no existió. De todos modos, algunos de los nombres citados en ella son conocidos y sospechosos personajes de caso de que tal papel haya sido real, es dudoso que se haya tratado de un documento comprometedor, fulminante, definitivo, irrefutable, una lista que, de por sí, constituya evidencia. En síntesis, es improbable que haya sido una prueba capaz de haber llevado a personajes poderosos de la mafia local a ordenar el asesinato del jefe antidrogas del país.


NOTAS COMPLEMENTARIAS

- LOS MEMOS DEL CAPITÁN

1- Consulta ante el equipo de siquiatras ya mencionado, desarrollada el 2 de noviembre de 1994, en el Hospital Militar.

2- Ídem.

3- Adilson Rossati, uno de los máximos jefes del cártel de Pedro Juan Caballero, fue asesinado durante un tiroteo por el narcotraficante Ivo Rocha García, ex informante de la DEA. En el incidente, registrado en la casa de Rossati en Pedro Juan, fue gravemente herido el cufiado de Rossati. Sebastiao Spencer. Rossati descubrió que Rocha García era un espía de los americanos y decidió cortar la cuestión de raíz. Rocha se les adelantó y los roció a balazos. Todo ocurrió en la sala de la casa de Rossati en setiembre de 1993. Ivo Rocha escapó y nunca se pudo atraparlo. El motivo era simple. Rocha era un protegido de la DEA de la Embajada de Estados Unidos en Paraguay.

4- Este tema será desarrollado en el próximo capítulo "14 días antes hubo otro atentado".

5- Nombres ficticios que usaba el encargado de la CIA en Paraguay.

6- Se refería a la caída de los traficantes de autos comandados por Justo Pastor Cañiza, alias "Tito Pesado". El trabajo, realizado por Publio Fretes -entonces jefe de DINAR- y el juez Nelson Mora, dejó como saldo la caída de varios vehículos robados y solo un kilo de cocaína.

7- En ese entonces, existía una sicosis sobre probables ataques con bombas y no faltaban chistosos que se dedicaban a efectuar llamar y amenazar a diferentes oficinas públicas, embajadas y colegios advirtiendo que el lugar estallaría en cualquier momento La Policía sospechaba que los responsables de esas bromas de mal gusto eran el ex agente especial Miguel Berni y su grupo.

8- El Cnel. Lugo debería haber sido uno de los más cercanos colaboradores de R. Rodríguez. Esto no se cumplía. La confianza que daban los americanos a Lugo revela que este coronel no se llevaba de lo mejor con R. Rodríguez. También se puede notar lo adelantado con respecto a Fretes. El comisario Fretes no inspiraba la confianza de los americanos por el incidente que protagonizó con el grupo de Berni en el caso Peña Gaona. También lo responsabilizaba del relevo que sufrieron Berni y Rodas en la DINAR.

9- Se comprueba que los americanos aguardaban ansiosos la salida de R. Rodríguez de la SENAD.

10- Advertencia premonitoria de los norteamericanos, directamente dirigida a Lino Oviedo a quien aludían -entre otros- al señalar lo de "cabezas corruptas".

11- La Embajada de Estados Unidos y colaboradores sostenía que el Gral. Lino Oviedo desmanteló la lucha antidrogas. Para el efecto, los americanos manifestaban que Oviedo utilizó al Gral. Ramón R. Rodríguez y al comisario Publio Fretes Fernández, cuñado de este último. El primer paso fue la caída de Mario Escobar Anzoategui. Luego, la salida de Berni y Rodas. Al referirse a "personas ideales para que no interfieran en el supuesto negocio de las drogas", los norteamericanos aludían al grupo elegido por Publio Fretes para operar en la lucha. Todos eran considerados inadecuados y poco entrenados para lograr operaciones exitosas.

Entre estas personas no aceptadas por los americanos estaban los agentes especiales Jorge Paredes, Luis Peralta, Carlos Cañete, Pedro Zárate, Benjamín Arévalos, Nancy Larrea y Celsa Lizzie Conigliaro. Los hombres aceptados por los americanos habían pasado a formar parte de las oficinas paralelas de la CIA y de la DEA, fuera del control de RRR. Detrás de Berni y Rodas estaban Edgar González, Celso Rojas, Isabelino Núñez -Meneleo-, César Ortiz, José Luis Reyes -Armando Camorra-, María Eugenia Acosta -Jéssica- y Raquel Sosa. Este grupo, manejado por Miguel Berni, era usado también para las actividades de espionaje de la DEA y la CIA. Está marcada rivalidad entre los hombres de la DINAR tenía principal parámetro en el grado de confianza concedido por la Embajada americana y por Publio Fretes, respectivamente. Así las cosas, el primer grupo, con el cual Fretes simpatizaba, fueron dominados por Luis Peralta y Lizzie Conigliaro.

El otro grupo, el de Berni y Rodas, tenía marcada enemistad con Fretes. Esta facción rápidamente tomó diferencias con sus antagónicos colegas, hecho que generó un sinnúmero de situaciones marcadas por guerras de nervios y por intentos de arruinar trabajos del adversario. Las tareas ya no se realizaban de manera unificada. La caída de Berni y Rodas de sus puestos de jefe de inteligencia y subjefe de DINAR, provocada por la denuncia del oscuro narco Marcos "Tito" Rodríguez, fue tomada con regocijo por el grupo pro-Fretes. Los americanos montaron en cólera ya que sus hombres de confianza fueron expulsados de la parte netamente operativa y de inteligencia. Luego de la muerte de R. Rodríguez, todos los agentes pro-Berni y pro-Fretes fueron echados por disposición del presidente. Esta circunstancia los obligó a unirse para reclamar indemnización o reposición en sus cargos. Pocos lo lograron.

12- La SENAD acostumbraba a incautarse de vehículos de los narcos y posteriormente los utilizaba de nuevo en los trabajos en los mismos lugares donde se habían decomisado los rodados. Los norteamericanos criticaban esta falta de tacto y la ponían como ejemplo para asegurar que la DINAR de Publio Fretes y de Rosa Rodríguez era totalmente inútil. Lo del ejemplo de la Expo constituía otra ironía expuesta por los de la CIA y la DEA. En lugar de realizar tareas concretas contra las drogas, perdían el tiempo en exhibicionismos sin sentido, sostenían.

13- La presión norteamericana se iba incrementando. Ya hablaban de presiones y de boicot.

14- Era uno de los temas en boga en ese entonces. Los norteamericanos no desperdiciaban excusas para despotricar contra R. Rodríguez Aprovechando sus antecedentes de Don Juan, los americanos pretendieron sacarle el jugo a la cuestión para forzar la salida del general de la SENAD. Un acta de manifestación de voluntad de dos funcionarías de la SENAD. Blanca Juliana Agüero de Ramírez y Mirtha Concepción Rios Ghezzi, constituye un indicio fuerte de que la Embajada hizo valer sus influencias buscando sacar provecho de los supuestos acosos buscando el relevo de Rosa Rodríguez.

Agüero y Ríos expusieron que Cristina Sánchez (jefa de Informática de la SENAD y prima del capitán Juan Ruiz Díaz) les propuso el 17 de mayo de 1994, en la DINAR, que se adhirieran y firmaran una nota de denuncia contra el Gral. Ramón Rosa Rodríguez por el supuesto hecho de acoso sexual al personal femenino de la Secretaría.

La prima del capitán Ruiz Díaz les comentó que el general ya contaba con antecedentes de una supuesta violación en el Chaco, motivo por el cual le habrían pasado a retiro de las Fuerzas Armadas.

Ante la negativa, la Lic. Sánchez insistió indicando que no había nada de qué preocuparse debido a que tenían el respaldo de la Embajada americana. La denuncia ante escribanía se realizó el 27 de mayo de 1994.

15- La calidad y precisión del contenido del espionaje que realizaba Ruiz Díaz quedaban evidenciadas en este memorándum.

16- Otro mensaje alusivo directa y premonitoriamente al Gral. Lino César Oviedo. Con tal de hacer a un lado al entonces comandante del Ejército, los americanos estaban dispuestos a aceptar un golpe de Estado. Así se desprende del párrafo anterior: "...pero si el golpe es para limpiar la cabeza de las Fuerzas Armadas, ellos aceptarían".

17- Los norteamericanos insistían en presionar a R. Rodríguez al amenazar que retirarían el apoyo logístico y el programa de ayuda. El objetivo era el mismo: forzar la retirada de R. Rodríguez.

18- El Cnel. Víctor Lugo no fue elegido como potencial reemplazante de Rosa Rodríguez precisamente por ser un oficial capaz de colaborar con la lucha. Lo que acontecía era que Lugo era mucho más manipulable y dominable que R. Rodríguez. Además, su posición de hombre pro-yanqui lo convertía en un candidato más potable, habida cuenta que se trataba de un militar que ya estaba en la Secretaría.

19- El ahora Gral. Cirilo Velázquez Steger, el mismo hombre que generó un sumario en contra del Cnel. Catalino González Rojas luego de que este oficial denunciara al Gral. Humberto Garcete y otros por tráfico de vehículos hacia Bolivia por el Chaco, era el segundo hombre de la SENAD dentro de la administración del Gral. Rosa Rodríguez. Velázquez Steger no era bien visto por los yanquis por tratarse de otro elemento del Gral. Oviedo. Velázquez Steger se desempeñaba como secretario general adjunto de la SENAD y era el juez instructor que llevaba el sumario en contra de Berni y Rodas. La falta de celeridad en el resultado y la poca voluntad para sobreseerlos irritaba a los americanos de la Embajada.

20- El general R. Rodríguez divulgó a la prensa la ruta de la cocaína que incluía a Bahía Negra. Esto fue interpretado por los yanquis como un pre-aviso dado a los militares que operaban en este negociado. Cuando la SENAD fue hacia esa zona chaqueña, ya nada había. Esto irritó de sobremanera a los agentes americanos. Un factor decisivo que llevó a los de la DEA a alimentar el odio que sentían hacia Rosa Rodríguez.

21 - La rivalidad entre Oviedo y Wasmosy ya era notoria para los norteamericanos.

22- Los americanos analizaban las consecuencias de haber implicado en tráfico de autos y drogas a Eduardo Rodríguez. Pensaban que Publio Fretes, una vez más, actuó con falta de tacto. Solo que, paradójicamente, esta vez, los norteamericanos simpatizaron con la actitud de Fretes

23- El operativo que derivó en el allanamiento de la casa de Eduardo Rodríguez evidentemente cazó la simpatía de los norteamericanos

24- Evidentemente, el discurso del hombre de la CIA se había “ablandado".

25- En realidad, Berni y Rodas no eran los únicos capaces de colaborar con R. Rodríguez en la lucha contra las drogas, sino los hombres claves que permitirían canalizar de nuevo los intereses de los americanos dentro de la SENAD. Haciéndose cargo de sus puestos anteriores, los Funcionarios paraguayos pro-yanquis podrían potencializar otra vez el manejo "empresarial" del ente antidrogas, propiciado por los norteamericanos.

26- Berni era y sigue siendo un "mimado" de los americanos, tal como lo había dicho el presidente Wasmosy. Les resultaba un elemento útil. Al Indicar que Berni realizaba un trabajo de muy poca importancia "para mantenerlo ocupado", los yanquis cuestionaban la poca o nula tarea operativa que le daban a su agente en ese entonces. Los hombres de la embajada consideraban condición "sine quanom" la restitución de Berni y Rodas a la DINAR para apoyar a R. Rodríguez.

27- Eduardo Rodríguez se jactaba de ser alto funcionario del gabinete presidencial y hombre de confianza de Wasmosy. Luego del operativo, el presidente negó ser conocido de Eduardo Rodríguez y menos que haya sido un funcionario del Palacio de López.

28- Los términos en que se manifestaban los americanos eran idénticos a las expresiones frecuentemente usadas por Miguel Ángel Berni desde semanas antes del asesinato del general. En sus frecuentes llamadas a periodistas, Berni insistía en que era víctima de Publio Fretes y de Rosa Rodríguez. Aseguraba que, sin su presencia en la lucha, la DINAR no podría lograr nada positivo.

29-    Se confirmaba la acotación señalada en párrafos anteriores acerca de la opinión que tenían los americanos sobre el Cnel. Víctor Lugo. Los hombres de la Embajada pretendían colocar a Lugo en la titularidad de la SENAD solo para volver por sus fueros. Para reemplazar a Fretes en la DINAR, los yanquis tenían digitado al comisario Enrique Martinelti. entonces jefe de Inteligencia de la Policía y hombre de confianza de la CIA.

30-    Este operativo tuvo consecuencias de insospechada trascendencia y motivaron rencor y odio de los americanos hacia la figura del general. Se refiere al procedimiento no realizado en Ciudad del Este, oportunidad en que 5.000 kilos de cocaína se esfumaron hacia Brasil sin que la institución antidrogas haya operado con la debida celeridad. La DEA asegura que la carga echada en Las Palmas, Tocantis, Brasil, en julio de 1994, era la misma que R. Rodríguez no capturó en la capital de Alto Paraná. (Ver capítulo "La prueba no superada.. " en esta misma obra).

31- Aparece la otra "espina" de los yanquis: Andrés Rodríguez. Además de su amistad con Fahd Yamil, los americanos advertían que la fortuna de Oviedo y su anterior cargo como ayudante del ex presidente constituyen indicios de que el ex comandante del Ejército apañaba el negociado de la droga.

32- Los americanos sostenían que Lino Oviedo ya intuía lo que la Embajada de EE.UU opinaba sobre su persona. Durante la administración del Gral. Mario Escobar Anzoategui en la SENAD en 1993, un militar de rango medio que acababa de salir de la Secretaría con el anterior secretario ejecutivo, el Gral. Marcial David Samaniego, se encargó de intrigar a la propio Escobar Anzoategui y a su asesor, el entonces Cnel. Morel Garay. La versión señalaba que los norteamericanos y la SENAD planificaban implicar a Lino Oviedo en narcotráfico y extraditarlo a Estados Unidos. La administración de Escobar Anzoategui, apoyada por los norteamericanos, duró pocas semanas y, finalmente, fue cambiada por otra dirigida por el Gral. Ramón Rosa Rodríguez, un oficial retirado que coincidentemente le rendía fidelidad a Lino Oviedo. (Ver capítulo "La lucha por la SENAD").

33- Un año después, "Tito" Rodríguez salía de la cárcel tras salvarse de ser extraditado a Argentina por tráfico de marihuana y moría en un oscuro incidente registrado en la Chacarita. La versión oficial dio cuenta de un homicidio con cuchillo en un asalto callejero. Definitivamente, los americanos no creían que Berni y Rodas hayan intentado comercializar 10 kilos de cocaína utilizando a "Tito" Rodríguez. Pensaban que se trataba de una venganza de Publio Fretes, siguiendo instrucciones de R. Rodríguez y, sobre todo, de Lino Oviedo. El grupo de Publio Fretes, rival del de Berni, daba absoluta fe a la denuncia del finado "Tito" Rodríguez. Berni y Rodas fueron sobreseidos en a fines de agosto de 1994, semanas antes del asesinato de Ramón Rosa Rodríguez.

34- La Embajada de Estados Unidos seguía manteniéndose en esa posición con respecto a la SENAD dos años después.

35-Seguía el monótono plagueo, idéntico al que acostumbraban a dar en ese entonces por Berni e incondicionales a los periodistas a quienes accedía. El mensaje de este memo constituye un indicio de que las relaciones entre el Gral. Ramón Rosa Rodríguez, Berni, Rodas y los americanos no eran muy armónicas precisamente.

36- Este tipo de memos, contundentes, daban nuevamente una idea clara del concepto que tenían sobre las autoridades y hombres fuertes del país. Para los norteamericanos, el tráfico de drogas por nuestro país estaba protegido por jefes castrenses.

37- El Gral. R. Rodríguez tomó conocimiento de esta opinión de los americanos. El entonces jefe de SENAD no se cansaba de repetir que, pese a que Lino Oviedo era su amigo, no dudaría en detenerlo si existieran pruebas en su contra. Los norteamericanos nunca le creyeron.

38- Nótese un elemento que, aunque parezca nimio, reflejaba la competencia e infidelidad existente entre la CIA y la DEA de la Embajada de EE.UU. El agente de la CIA que dio la entrevista a Ruiz Díaz se jactaba de que su agencia indagaba a los "cerebros de la droga" y aludía que la DEA solo iba a "simples vendedores o cultivadores". Al relacionar este elemento con la declaración hecha por Ruiz Díaz ante la CBI, en el punto en que relata que los de la DEA deseaban implicar a la gente de la CIA en el crimen de RRR, podemos percatamos que esa competencia entre la DEA y la CIA superaba lo netamente profesional y pasaba a convertirse en rivalidades y disputas por intereses insospechados.

39- Las misteriosas y nunca bien vistas oficinas paralelas eran reveladas por el agente norteamericano quien incluso se daba el lujo de elegir entre la posibilidad de participar del tema al jefe de la SENAD o de no permitirlo. Estas oficinas, en las que el oficial americano aseguraba se entrenó a mucha gente, eran usadas más bien para espionajes a políticos, personajes influyentes en la vida nacional, periodistas, entre otros. Pese a tratar de hacer creer lo contrario, el tema de la droga era secundario para la CIA. El principal objetivo era vigilar a personas influyentes y dominar la información y el campo de acción a nivel nacional en todos los ámbitos. Para el efecto fueron elegidos el subcomisario Rodas y equipo. El sumario que afectaba a este jefe policial le impedía realizar la tarea con la efectividad que los norteamericanos precisaban.

40-    El pedrojuanino Clemencio "Gringo" González fue, durante la década del 80 y comienzo del 90, un activo distribuidor de cocaína. Miguel Ángel Berni y su grupo lo investigaron y lo detuvieron en más de una oportunidad. Era un elemento activo del mando medio del clan Yamil. Sin embargo, nunca alcanzó un ascenso llamativo dentro de la estructura del cartel fronterizo de Pedro Juan Caballero.

41-    Esta era la famosa historia del "sexto hombre" que la abogada Gilda Burgstaller y el capitán Juan Ruiz Díaz detallaron luego de que el abogado Cristóbal Cáceres Frutos dejara de asesorar al sospechoso. Ruiz Díaz dio a conocer varias historias en sus diferentes declaraciones ante el juzgado. Primero, manifestó no recordar nada. Luego, dio a conocer la historia del "sexto hombre" que subió al Jeep antes de llegar a la curva San Miguel, oportunidad en que el desconocido mató al general con la anuencia de los custodios Lugo. Méndez y Sanabria. Finalmente, durante la reconstrucción hecha en noviembre de 1996, Ruiz Díaz acusó ya directamente a Lugo. Incluso manifestó haber tenido una asombrosa recuperación de memoria al decir que recordaba perfectamente la forma en que Lugo disparó contra el general. Pocos creyeron a Ruiz Díaz. Debido a sus permanentes cambios de estrategias y a la variedad de historias que dio a conocer en forma sucesiva, su credibilidad perdió muchos puntos ante la opinión pública en general.



CAPÍTULO 7

BUSQUEDA DESESPERADA...

Los papeles que el general Ramón R. Rodríguez llevaba en el maletín interesaban de sobremanera a los norteamericanos de la Embajada. En el portafolios se encontraban tres tipos de documentos importantes: los referentes al operativo que derivó en la captura de Clovis Catafesta; la declaración del capitán Juan Ruiz Díaz, autenticada por escribano, en la cual se hacía responsable del robo de los G. 50 millones de la SENAD; y los memos de espionaje a los norteamericanos escritos por el propio Ruiz Díaz, papeles que el general posiblemente pensaba entregarlos a Lino Oviedo.

La detención de Clovis Catafesta y los detalles del operativo "Taguá" o "Madrejón" no habían salido aún a la luz. El asesinato del Gral. Ramón Rosa Rodríguez acababa de ser ejecutado, llamativamente en un momento en que la operación estaba en pleno apogeo. Uno de los temas prioritarios en ese entonces constituía el "operativo Taguá". Se trataba de un secreto. Los norteamericanos no deseaban que trascendiera nada. Si de hecho los hombres de la DEA de Embajada acostumbraban a huir de los periodistas, en ese momento la situación se había tornado mucho más crítica. El maletín se había esfumado de la camioneta del general. Los papeles del operativo antidrogas que se llevaba adelante habían sido guindados celosamente por el militar antes de ser asesinado. Los norteamericanos quedaron apavorados ante la posibilidad de que el portafolios fuese a caer en manos de los "tediosos" y "entrometidos" hombres de prensa.

La situación habría sido igualmente terrible si los memos escritos por el capitán Juan Ruiz Díaz hubiesen ido a parar a la redacción de algún diario. El juez Atilio Rodríguez tampoco tenía que saber nada. Nadie debía enterarse.

Fue por ello que Robert Ridler, Carlos Walters y el agente de la DINAR José Luis Reyes se dirigieron hasta el edificio Terranova, situado en Tte. Fariña y Vice Pte. Sánchez, -al departamento del capitán- en busca del maletín. Los americanos sospechaban que el portafolios estaba en la Land Cruiser del capitán estacionada en la cochera. Muy llamativo resultó que los hombres de la DEA tomaran conocimiento con tanta precisión del lugar donde se encontraba la camioneta usada para el atentado. Transcurrían solo tres horas desde que se produjo el homicidio. El relato del agente especial de la SENAD Jorge Paredes Verón fue convincente y contundente. Paredes llegó al edificio antes que los hombres de la DEA en compañía de los agentes Roberto Sosa y Reinaldo Urizar. ( 1 )

El chofer del capitán Ruiz Díaz. De Los Santos González, reveló a otros efectivos antidrogas que el vehículo del primer atentado estaba oculto en el garaje del departamento del citado edificio. Los agentes Paredes, Roberto Sosa y Reinaldo Urizar confirmaron el dato. Verificaron que en el interior de la camioneta reposaba una escopeta en el asiento trasero. Creyeron haber confirmado que se trataba de la Land Cruiser del primer ataque. Paredes relató detalles de lo ocurrido en su declaración ante la CBI ( 2 )

" En ese Ínterin veo que se acerca una Toyota Land Cruiser, de propiedad del señor Robert Ridler. Bueno, estaciona su vehículo, ellos no nos ven. De la camioneta se baja Ridler. Carlos Walters y el agente especial Reyes. Nosotros ya le vimos, ellos se acercan. Caminan normalmente, como si fuera que ellos conocían el camino porque nosotros cuando llegamos, comenzamos a preguntar y...así, con dudas llegamos al lugar. Sin embargo, ellos bajaron y directo vinieron, la misma cosa que usted se baja de su vehículo y viene directo a esta oficina, directo".

Paredes Verón hacía notar que los de la DEA estaban habituados a visitar el departamento de Ruiz Díaz. Lo conocían perfectamente. Ni dudaron al dirigirse hacia el lugar donde estaba la camioneta.

"Cuando estaban por llegar a la escalera, nos ven a nosotros, verdad y se sorprenden, una sorpresa fue para ellos. Nosotros le miramos. Fue una sorpresa para ellos que nos hayan encontrado ahí. Entonces, el señor Robert se acerca, un señor muy educado, muy diplomático es, se acerca y a todos nos pasa la mano, verdad. Entonces, el señor Robert nos dice: "señores, dentro de este estacionamiento está en el sótano, hay un vehículo Toyota Land Cruiser, blanco, polarizado. Dentro de ese vehículo hay un maletín lleno de documentos muy importantes y nosotros queremos retirar ese maletín", nos dijo. Entonces, yo o Sosa, no recuerdo, fue quien le dijo no. Van a retirar el maletín cuando llegue el juez; ustedes no van a poder ingresar. Van a tocar, van a hacer todo lo que ustedes quieran, pero antes no van a poder hacer nada. Entonces, el señor Robert vuelve a insistir: "por favor señores, nosotros queremos ese vehículo, queremos retirar ese maletín antes de que llegue la prensa y antes que llegue el juez".

Los americanos temían que la prensa se percatara de la existencia del portafolios. Estaban desesperados.

"Nosotros queremos retirar antes que llegue el juez ese maletín, es un maletín con documentos, lleno de documentos muy importantes y para poder aclarar lo que pasó".

Los americanos trataban de seducir a los agentes a quienes consideraban ingenuos.

"Nosotros le dijimos no!. En ese momento, el señor Carlos Walters, un señor, un morocho era, americano, él dice...fue un poco más prepotente: que por favor, que ellos quieren entrar y que van a entrar y que quieren retirar ese maletín. Como yo me di cuenta de que fue una cosa un poco prepotente, que iban a pasar a cualquier precio, agarro yo, como estábamos entre tres y yo tenía un equipo de radio, agarro, me bajo, entro al sótano y le llamo (a los superiores) que se apresuraran en llegar porque teníamos la visita de dos agentes de la DEA, más un agente especial que estaban queriendo ingresar al sótano para poder retirar algo del vehículo y que nosotros estábamos haciendo lo imposible y que necesitábamos apoyo porque era una cosa muy dura, o sea que, cualquier cosa iba a pasar ahí".

"En ese Ínterin, escucho que el oficial Sosa le recrimina a Reyes, que por qué pasó la barrera. Le dice que cómo iba a pasar, que tenía que respetar.

Y en eso yo miro, de reojo y veo que venía Reyes. Entonces agarro y coloco el brazo para que Reyes no pase. Permiso, me dice. No, no vas a pasar, le digo a Reyes. Hay una orden y hay que respetar, vos no vas a pasar, así que tranquilízate nomás".

"En ese intento, agarró un codo así, y yo pensé que Reyes iba a reaccionar, porque Reyes es taekondeka, es un tipo muy prepotente. Agarro mi pistola. Entonces Reyes se sube otra vez y atrás de ellos miraban los dos americanos. Pasa Robert Ridler, pasa Carlos Walters y atrás Reyes. Entonces cuando yo me subo...y formamos una barrera más fuerte. Roberto Sosa quita ya su 38, quitó y la tenía a mano, pero la tenía atrás. Yo tenía la pistola también acá, en mano".

Según el agente Paredes, Robert Ridler hizo un último intento. La nueva negativa provocó reacciones impensadas en los americanos quienes denotaron un nerviosismo insospechado. Evidencia de que realmente estaban preocupados por el contenido del maletín del general R. Rodríguez.

"Por favor señores, déjennos pasar, nosotros necesitamos ese documento", nos dijo. Carlos Walters comienza a temblar, él tenía un saco, así y comenzaba a temblar, estaba nervioso, y comenzaba a decir cosas que no entendía, decía cosas muy bajas, se miraban los tres y temblaban. Reyes y Carlos Walters temblaban, se notaba que estaban nerviosos".

" Y volvió a decirnos que ellos querían pasar: "Por favor, déjennos pasar, necesitamos ese maletín". Dijimos que no, que no van a pasar, y que no, cuando llegara el juez...y nuevamente (Ridler) repitió que no quería". Paredes insistió por radio a la comitiva a fin de que apresuraran la llegada. Temía que el descontrol de los americanos y de Reyes generara situaciones desagradables y hasta trágicas.

"Les dije (a los superiores) que apresuraran la llegada, porque allí iba a pasar cualquier cosa, le dije, porque en verdad, podía pasar cualquier cosa, porque la cosa estaba muy caliente".

“Yo le conozco a Reyes y es una persona muy prepotente y es capaz de hacer cualquier cosa. Le conozco, por eso yo tenía miedo que él quitara su arma y, una vez que él quitara su arma, yo tenía que dispararle, que Vamos a hacer".

"Bueno, veo que llega el capitán (Sergio) Benítez y atrás la comitiva, la prensa, el juez, verdad. Entonces le digo al señor Ridler "ahí llega el Capitán Benítez con el juez". . .entonces el señor Carlos Walters dice estas palabras.: "aquí morimos todos, aquí nos vamos todos a la p...", dijo. Esas fueron sus palabras".

"Y comenzaron a correr, corrieron todos, corrieron del juez. Entonces, al capitán Benítez yo le hago una seña, le aviso con la mano. El capitán Benítez cruza, le pasa la mano: "que tal Robert, como andas..." y no se que dijeron".

La insistencia de los americanos llamó la atención. Más aún la reacción resignada e impotente de Walters al decir que se iban "todos a la p..." y que allí "morían todos". Esta frase podría aludir la situación del operativo "Taguá", más tarde conocida como "Madrejón". Según suposición de los norteamericanos, existía peligro que el procedimiento trascendiera antes de tiempo. Aún restaba echar el cargamento más importante (los 5.000 kilos de cocaína) y detener a los verdaderos capos del cártel de Bogotá.

En su portafolios, el Gral. Ramón Rosa Rodríguez llevaba un informe completo de lo actuado en el operativo "Taguá" y los pasos que restaban dar, no solo para incautar el gran cargamento y destruir por completo al cártel de Bogotá, sino también para depurar los cuadros de la SENAD, habida cuenta que el jefe militar probablemente descubrió hechos delictuosos cometidos en el marco de dicho trabajo antidrogas. Ello aceleró su muerte. Ese informe estaba destinado al presidente Juan Carlos Wasmosy. El mandatario pensaba arrimar las documentaciones de "Taguá" a la reunión del Organismo de los Estados Americanos (OEA) que debía realizarse en esos días en Miami. El aporte de Paraguay a la comunidad internacional debía ser la incautación de 5.000 kilos de cocaína. Ello se frustró tras la muerte del general. ( 3 )

No se puede descartar que haya existido temor de que los memos escritos por el capitán Ruiz Díaz llegaran a un destino no deseado por ellos. Lo más probable es que todos estos factores en forma conjunta hayan generado desesperación en los norteamericanos Walters y Ridler. Atendiendo el contenido de los memos de espionajes a los norteamericanos, escritos por capitán Juan Ruiz Díaz para el general Ramón Rosa Rodríguez, se puede estimar que los norteamericanos efectivamente estaban preocupados por los papeles. Los funcionarios de la Embajada de EE.UU, la pasaban bien en Paraguay. Una eventual acusación de injerencia en asuntos internos de Paraguay que habría generado el contenido de los escritos de Ruiz Díaz en ese entonces habría derivado en una presión tal que los americanos habrían corrido riesgos de traslados, sumarios y hasta sanciones, tal como ocurrió con el ex embajador de EE.UU. en Paraguay Jon Glassman, a poco de que partiera de nuestro país.

Ese llamado de atención en EE.UU. al diplomático Glassman tuvo relación, entre otras cosas, con el roce que mantuvo el ex embajador con el presidente Wasmosy tras la destitución del general Escobar Anzoategui como jefe de la SENAD. A los de la DEA les habría ido mal en caso de que hubiese trascendido en circunstancias normales la existencia de una red de espionajes propiciada por los norteamericanos, montada sobre las personas del Gral. Lino Oviedo, del presidente Juan Carlos Wasmosy y otros influyentes personajes. ( 4 )

 

Una simple intriga o la realidad?

Los americanos y los agentes paraguayos pro-yanquis siempre sostuvieron que las declaraciones comprometedoras de los agentes Paredes, Sosa y Urizar fueron tramadas por el comisario general Publio Fretes, ex jefe de la DINAR. Creían que Fretes aprovechó el atentado del general R. Rodríguez para enlodar a los norteamericanos y otros de sus enemigos, entre ellos, Miguel Ángel Berni, por supuesto.

José Luis Reyes declaró ante el juez Atilio Rodríguez que, junto con los americanos Ridler y Walters, buscó el maletín por instrucciones directas de la viuda del general, Clotilde Guggiari. Reyes acudió a tribunales el 26 de diciembre de 1994. Su versión fue categóricamente negada por la señora Clotilde.

La supuesta influencia ejercida por Fretes hacia los agentes Paredes, Sosa y Urizar es dudosa. En diálogos informarles posteriores -en tiempo en que Fretes ya no estaban vinculados a la lucha contra las drogas- estos agentes que comprometieron con seriedad a los norteamericanos fueron los primeros en acusar al comisario general Publio Fretes. Lo apuntaron como principal responsable de toda la crisis, rencillas y diferencias entre los efectivos de la DINAR y de la propia SENAD. Los agentes apuestamente favorecidos y adiestrados por Fretes fueron justamente quienes manifestaron públicamente su desacuerdo con el ex jefe de la DINAR.

Datos de contexto que aportan credibilidad al relato del encontronazo entro los agentes especiales y los americanos y Reyes en el edificio Terranova donde se encontraba el departamento de Ruiz Díaz, horas después del mortal atentado contra el general.

 

Conspiración

Nadie será capaz de convencer a los allegados y familiares del general Ramón Rosa Rodríguez de que el asesinato del ex titular de la SENAD no fue consecuencia de una conspiración, una conjura, un complot planificado e impulsado por su propio entorno laboral, dentro de la institución que comandaba. Nadie podrá disuadir a Clotilde Guggiari Vda. de Rodríguez llevándola a pensar que los americanos de la Embajada y sus incondicionales agentes paraguayos no estuvieron detrás de todo.

Sin dudas que las cosas no andaban bien entre el general y los hombres de la Embajada. La Comisión Bicameral Investigadora del Parlamento no tuvo ningún reparo en concluir que el crimen fue preparado y ejecutado como consecuencia de un complot en el que participaron hombres de la SENAD y los antidrogas americanos de la Embajada. Cualquiera sea la hipótesis que más se acerque a la verdad, igualmente aparece relacionada a una conjura preparada por el entorno del general R. Rodríguez.

Entre las presunciones ya comentadas se encuentran los memos escritos por el capitán Ruiz Díaz que poseía RRR. papeles que debían ser rescatados; la posible caída en desgracia del capitán Ruiz Díaz a partir del robo de los G. 50 millones; la molestosa presencia del general que impedía el libre desenvolvimiento de los americanos dentro de la SENAD; el odio de los americanos hacia RRR por los trabajos truncados, especialmente el de Ciudad del Este; la salida de elementos de los norteamericanos, como agente especial Miguel Berni y su grupo, como hombres influyentes y de toma de decisiones en la SENAD, etc. Todos estos factores tuvieron directa o indirectamente relación con este caso. Se trata de casos que, antes que contradecirse, parecerían complementarse entre sí.

Un amigo personal del general Ramón R. Rodríguez, el juez del crimen bonaerense del tercer turno Carlos Daniel Liporace, hizo referencia a esta situación poco después del doble atentado. El magistrado mantuvo una entrevista con la entonces presidente de la CBI, Elba Recalde.

Llamó la atención que el juez Liporace haya utilizado el mismo sustantivo al calificar el crimen de R. Rodríguez: conjura.

"Creo que fue una conjura, por todo el ambiente que se sentía en la SENAD".

El juez argentino Liporace amplió conceptos sobre el tema en una entrevista: "tenía la sensación de que el general Rosa Rodríguez era un poco extraño en un lugar donde había un grupo de agentes que tenía mucho peso, entre los que sobresalía Miguel Ángel Berni, quien me sorprendió por las conexiones que tenía en las esferas de poder y el sub-comisario (Pedro) Rodas Benítez. Rodeado de todos ellos, parecía que Rosa Rodríguez estaba desencajado, parecía que molestaba".

Por lo que pude observar, esos agentes tenían mucha influencia, tal es así que tenían sus hombres en la propia SENAD, como fue el caso de Miguel Ángel Berni, confirmado por Carlos Walters, agente americano, de una conversación que mantuvimos".

Cuando conoció al general Ramón R. Rodríguez, Liporace tuvo la impresión de que el entonces titular de SENAD estaba investigando algo muy grande.

En época en que R. Rodríguez tomó contacto con el juez argentino, en julio y agosto de 1994, la SENAD detuvo a un narcotraficante de nacionalidad argentina, Raúl Moreno Ayala, residente en nuestro país. Se trataba de un capo que logró enviar al menos 800 kilos de cocaína desde Paraguay hacia Argentina, específicamente en Buenos Aires. El procedimiento que desbarató al grupo en Buenos Aires se denominó "Los Abuelos" debido a que las "mulas" que transportaban la droga eran personas de más de 60 años de edad.

En ese procedimiento, los argentinos echaron 80 kilos de la droga tras allanar una embarcación en el puerto de Buenos Aires. Quedó confirmado que el sujeto caído en nuestro país era el cabecilla de aquella operación de tráfico. Liporace dio a entender que ese era el caso investigado por Ramón R. Rodríguez.

“Rodríguez buscaba detectar la conexión local al investigar a Moreno. El cría que Moreno era importante y estaba principalmente en Asunción ya que en Buenos Aires el nivel de organización era intermedio. Rodríguez buscaba los nexos operativos y al organizador principal. Con la muerte de Moreno, se estancó el tema, pero tanta era la importancia que le dio que incluso tenía filmado todo el velatorio y el sepelio del mismo". Moreno murió de un ataque cardiaco en el sanatorio Migone de Asunción a poco de haber sido aprehendido.

“Hubo un vídeo y en el mismo se pudo observar la presencia de hombres importantes de gobierno, según comentó el general".

Para Clotilde Guggiari, las palabras de una persona tan seria y respetable como el juez argentino Liporace debían ser tenidas en cuenta en la Investigación. Está prácticamente confirmado que existió una conspiración bien montada contra el general Rosa Rodríguez.


NOTAS COMPLEMENTARIAS

BÚSQUEDA DESESPERADA...

1- Tras el asesinato del Gral. Ramón Rosa Rodríguez hubo una purga en el ámbito operativo de la SENAD, es decir, en la DINAR. Los agentes mencionados tomaron diferentes rumbos. Paredes Verón fue destituido de la institución antidrogas y pasó a dedicarse a actividades privadas. Roberto Sosa se dedicó a la compra-venta de vehículos y, a fines de noviembre de 1996, fue detenido por la Policía por traficar con automotores robados. Reinaldo Urizar continúa como agente especial operativo de la SENAD.

2- Esta declaración fue una de las primeras y más importante de las que tomó la Comisión Bicameral de Investigación en el marco de la pesquisa del crimen del general Ramón Rosa Rodríguez. La entrevista se realizó en la sede del Parlamento pocas semanas después del atentado.

3- Tópico desarrollado en el capítulo "Operativo Taguá" en esta misma obra.

4- Tópico desarrollado en el capítulo "La lucha por la SENAD" en esta misma obra.



CAPÍTULO 8

14 DIAS ANTES HUBO OTRO ATENTADO...

EL CASO ROSSANA BERINO

Un ataque de singulares características que -al igual que el primer atentado contra el general Ramón Rosa Rodríguez- salió mal y evidenció haber sido planificado pobremente y ejecutado por delincuentes no entrenados, se produjo tan solo 14 días antes de aquel trágico 10 de octubre de 1994.

De esta agresión a tiros sobrevivió milagrosamente la escribana Rossana María Berino Arce, esposa del entonces juez del crimen Jorge González R. Corría el 26 de setiembre de 1994.

La mujer regresaba a su domicilio, en Nuestra Sra. del Carmen 1235 entre San Benigno y Santa Ana, barrio Las Carmelitas de Asunción. La jomada había sido ardua para Rossana. Se encontraba abocada a una tarea que le tobaba la mayor parte del tiempo. Dirigía una comisión interbarrial- municipal. Ciertos empresarios extranjeros y nacionales pretendían instalar centros nocturnos de porno-show en Asunción. El proyecto era un hecho. Las inversiones también. Solo faltaba la aprobación de la Junta Municipal. El objetivo de la notaría era abortarlo todo. La explotación del sexo como artículo comercial violaba las más elementales normas éticas y de las buenas costumbres, opinaba.

Rossana tenía muchos problemas. Sus adversarios intentaron sobornarla. También la amenazaron. "Si no aceptas el dinero, nos vas a conocer", buscaban disuadirla a fin de que dejara sin efecto la campaña que inició, las advertencias y los amedrentamientos eran cada vez más directos. Había mucho dinero de por medio. Los comerciantes del sexo en vivo no aceptaban perder el negocio por culpa de una molestosa mujer de quien creían se embanderaba como sostén de la moralidad buscando simple Vedettismo. Rossana estaba segura de lo que buscaba.

La escribana Rossana Berino descendía de su automóvil Isuzu Gémini. El problema en el trabajo y los conflictos con su esposo la extenuaban. Se desplazaba sin apresurarse. Saludó a un vecino mientras se disponía a llavear la puerta del auto.

El día era soleado. El residencial barrio Las Carmelitas asomaba tranquilo. Los molestosos ruidos del tráfico vehicular no afectaban el lugar. Solo el canto de alguna que otra ave rompía el silencio relativo reinante en los alrededores.

La mujer se dirigió a la casa. Repasaba mentalmente las tareas que le restaba realizar. Tenía que hablar con su esposo. Los problemas matrimoniales la agobiaban. La aparición de un sujeto que la encaró en forma repentina la distrajo. Otro hombre se encontraba cerca, haciendo de "campana".

"Carta para Rossana. Usted es la señora Rossana?". El sujeto dudaba. La escribana acababa de teñirse el pelo. Ingenuamente, la mujer respondió en forma afirmativa. Suficiente para que el desconocido desenfundara un revólver y abriera fuego.

Uno de los tres proyectiles impactó contra la notaría. Rossana se desplomó. Creyendo que había asegurado el objetivo, el criminal huyó sin mucha prisa, satisfecho. Abordó un automóvil VW Escarabajo. Vecinos salieron en forma inmediata y la socorrieron. Apavorados, pidieron auxilio a gritos. Una camioneta Jeep militar 4X4, con vidrios polarizados, de color verde olivo, pasaba lentamente por el lugar. Sus ocupantes, aparentemente militares, aminoraron la poca velocidad al pasar frente a la casa de la víctima. Parecían controlar el desarrollo de los acontecimientos. El pedido de auxilio de los vecinos fue desoído. Antes que detenerse, los uniformados se alejaron del lugar.

El entonces magistrado González R. salió de su domicilio. La escribana Berino estaba herida. Milagrosamente no murió. Una gruesa agenda personal que llevaba a la altura del pecho le sirvió de escudo. La esquirla de la bala apenas atravesó el libreto provocándole una herida no profunda. De no haber sido por el cabello teñido de la escribana, los sujetos habrían podido perpetrar el ataque utilizando el factor sorpresa. La idea era hacer creer que se había tratado de un asalto con fines de robo.

González Riobóo opinaba en que nada pasó de un rasguño. De todas formas, la trasladó hasta el sanatorio Italiano en donde quedó internada por 24 horas.

Los vecinos hablaron con Jorge González R. Procuraron hacerle ver que se había tratado de una cuestión sumamente grave. Para el ex magistrado, fue un simple amedrentamiento. ( 1 )

La Policía intervino. Jorge González R. no amplió conceptos ni pidió informaciones a ninguno de los vecinos que sabían de lo ocurrido con Rossana, según sus vecinos ( 2 )

La prensa y la Policía especularon sobre algún juicio delicado que estuviese llevando el magistrado pero no hallaron muchos cabos sueltos. Es que dirigiendo la pesquisa hacia ese lado, no había mucho que cotejar.


LOS AUTORES: EX PRESOS COMUNES

El viernes 7 de octubre de 1994, tres días antes del atentado del Gral. Ramón R. Rodríguez, efectivos del departamento de Narcóticos de la Policía Nacional detuvieron a uno de los supuestos implicados en el atentado frustrado contra la escribana Rossana Berino.

Los agentes antidrogas de la Policía que investigaban el atentado contra la Berino eran destituidos miembros de la Dirección Nacional de Narcóticos (DINAR), dependiente de la SENAD.

Estos policías tenían pleitos pendientes con otros agentes de la SENAD debido problemas de antigua data. Fueron ellos quienes investigaron y esclarecieron el atentado frustrado, perpetrado contra la escribana Rossana Merino. Los de Narcóticos sostenían que era procedente una pesquisa sobre sus enemigos. Estos policías sabían de sólidos e íntimos lazos de amistad entre elementos tribunalicios y agentes antidrogas de mucha influencia. Relacionaron el caso y, sin profundizarlo demasiado, hallaron pistas que dieron con los autores del homicidio frustrado de Rossana Berino. el primer resultado fue la captura de Julio César Zaracho Astrach, sujeto con tres entradas a la cárcel de Tacumbú por casos de robo. La Policía de drogas también identificó al otro sujeto que participó del atentado fallido. Se trataba de Jorge Alberto Báez Feltes, ex convicto con cinco entradas en la cárcel.

Zaracho Astrach me reconocido por la empleada de la familia González- Berino, Blasia Brítez. Era la misma misteriosa persona que vigiló la casa del matrimonio durante dos meses inmediatos anteriores al ataque.

Báez Feltes fue individualizado por la escribana como el sujeto que la agredió a balazos. La empleada Blasia aseguró que Báez Feltes también fue la persona que la encaró en una oportunidad buscando cortejarla. Fue en la Terminal de Ómnibus, semanas antes del ataque. Los reconocimientos se hicieron por fotos, pocos días después de que Rossana Berino fuera herida. Evidentemente, los responsables realizaron tareas de vigilancia planificando la materialización del asesinato.

El esclarecimiento del caso iba corroborando la hipótesis de que sus autores eran delincuentes comunes, improvisados para estos menesteres y, por lo tanto, productores de un atentado perpetrado en forma pobre y sin efectividad...tal como ocurrió en el primer ataque en contra del general Ramón Rosa Rodríguez.

La tarea comenzó temprano en la DINAR el domingo 9 de octubre de 1994, un día antes del asesinato del general Rosa Rodríguez. Desde allí, Miguel Berni realizó varias llamadas. Se comunicó con el comisario Juan Ángel Agüero, jefe de Narcóticos de la Policía. Tras el saludo, saltó el dato clave: la detención de un sospechoso en el caso Berino. Agüero sabía que el capitán Juan Ruiz Díaz era amigo de Jorge González R. También lo era de Berni. Agüero necesitaba contactar con la escribana para realizar una diligencia de reconocimiento. Berni se comprometió en hablar con Ruiz Díaz para tratar de localizar a Rossana o a Jorge González R. Llamó al capitán Ruiz Díaz. Lo citó en la DINAR en forma urgente. El ayudante del Gral. R. Rodríguez llegó en forma casi inmediata. El agente abordó la camioneta del capitán. Luego, Ruiz Díaz movió su vehículo unos 50 metros. Giró en La Victoria y estacionó frente a la comisaría 15a. Siguieron hablando. Quince minutos después, Berni descendió de la camioneta de Ruiz Díaz y volvió a pie a la DINAR. Movimientos raros. Llamó a Narcóticos y comunicó que ni Rossana ni su esposo estaban en el país. Habían viajado a Rosario, Argentina. Mintió. González R. se encontraba en el exterior, pero su esposa no. Rossana era la más interesada en que su caso fuera esclarecido. No denota lógica que le hayan ocultado que su agresor ya estaba preso.

Algunos investigadores recuadraron ese encuentro. No hallaron sentido aparente de que estos dos expertos antinarcóticos -Berni y Ruiz Díaz- se hayan reunido en forma urgente para tratar una cuestión simple, más aún si ya se había platicado por teléfono sobre el tema. Con una comunicación telefónica bastaba. Qué urgencia imprevista había surgido?.

El 5 de octubre de 1994 en horas de la madrugada -cinco días antes del atentado del general Ramón Rosa Rodríguez- el ex juez Jorge González R. emprendía viaje a la ciudad de Rosario, Argentina, para participar de una conferencia de abogados. Así se lo comunicó a su esposa. Rossana Berino estaba asustada. Nueve días antes había sido herida con un balazo en un extraño atentado que resultó fallido. No deseaba el alejamiento de su esposo. Tenía mucho miedo.

Un día antes del viaje, el 4 de octubre, el juez intentó comunicarse con el capitán Juan Ruiz Díaz en cuatro oportunidades. Lo hizo vía biper. ( 3 ) La relación en el matrimonio entre el ex juez y su esposa no parecía ser óptima. Rossana sostenía que la actitud de su cónyuge no favorecía al encuentro de la pareja. Priorizaba lazos de amistad con abogados, jueces y agentes antidrogas, según la escribana, quien exigía más atención. Paralelamente y sin saberlo, la mujer se había inmiscuido en otro problema, en una cuestión que traía aparejada la potencial instalación de un gran negociado: los pomo-show, comercio que debía ser montado con la inversión de dinero de no muy claro origen en nuestro medio. Agentes antidrogas eran asesores de quienes planeaban concretar los porno-show en Asunción. La presencia de la escribana Berino resultaba para muchos sumamente molestosa. Habría existido riesgo y hasta dudas de que la escribana ya haya estado enterada de cuestiones delicadas que no debía conocer.

Ciertas personas que figuran en el expediente del frustrado atentado contra la escribana Berino denotaron reacciones raras al tomar conocimiento de lo que había ocurrido aquel lunes 10 de octubre.

Un allegado del capitán Ruiz Díaz, por ejemplo, se interiorizó en horas de la tarde de lo que pasó ese día a la mañana. Llamativamente, había viajado días antes del crimen. Acababa de regresar. Ruiz Díaz intentó suicidarse tras matar a su jefe y se encontraba entre la vida y la muerte, consignaba la prensa en general.

Cualquier persona que daría anodada, aturdida y hasta sentida al enterarse que un amigo o familiar había cometido una locura semejante. Luego, lo normal sería analizar la manera de ayudar al ser querido en problemas.

La reacción de este allegado del capitán fue sorprendente. Evidenció susto, nerviosismo, desesperación y hasta descontrol en sus reacciones. Muy Alterado, tomó un revólver, impresionado. "Aquí nos vamos todos a la p...” Luego, muy susceptible, se cuidó de portar el arma consigo en todo momento. Sus familiares nada entendían.

Al día siguiente del asesinato de Rosa Rodríguez, el martes 11 de octubre, la empleada del matrimonio González-Berino fue citada por la Policía para aportar información sobre el frustrado homicidio de Rossana Berino. La intención era exhibirle al detenido Julio César Zaracho Astrach, detenido pocos días antes. Para ello, debía acudir hasta el departamento de Investigación de Delitos.

Caracho Astrach acababa de pasar a disposición de la división Crimen y Seguridad Personal de Investigación de Delitos. Era uno de los tantos delincuentes, ex convicto, que tuvo contacto con ex agentes de la DINAR con influencia en la cárcel. Luego del asesinato del Gral. Ramón Rosa Rodríguez, era frecuente hombres de la DINAR pro-norteamericanos en la guardia del penal mayor. Tenían fluido contacto con los internos de la cárcel.

La empleada Blasia Brítez arribó a tempranas horas a Investigación de Delitos. Estaba nerviosa. Nunca antes había sido citada por la Policía. No lograba comprender de qué se trataba la diligencia. Luego de charlar con algunos agentes, se sintió un poco mejor. Tomó un café y aguardó. No faltó alguno que otro uniformado que, aprovechando el lapso de espera,

se lanzó con alguna que otra proposición. Una sonrisa esbozada dio esperanza a uno de los suboficiales. Muy serio, un oficial más antiguo impuso de nuevo solemnidad a la diligencia.

Blasia escuchaba atenta. Le explicaron que solo debía observar a varios sujetos colocados en forma estratégica, uno al lado de otro. La idea era reconocer al sospechoso. Un vidrio ahumado colocado entre los delincuentes y ella evitaría que los sospechosos la observaran.

Más calmada, Blasia observó detenidamente. No tardó en individualizar plenamente al detenido Zaracho Astrach. Mucho más tranquila, Blasia se retiró de la Policía y se dirigió a la casa de la madre de González R.

El ex magistrado también acababa de llegar. El diálogo entre González y la doméstica se llevó adelante de manera informal. Entre bromas y acotaciones sin importancia, el ex juez cambió de actitud.

Ante una consulta del patrón, la joven respondió que regresaba de Investigación de Delitos, donde individualizó al detenido implicado en el ataque contra Rossana.

La reacción en el entonces magistrado fue impensada, según la mucama. Blasia manifestó haber quedado asustada cuando su empleador le cuestionó el haber acudido a la diligencia sin su consentimiento. Le recriminó duramente, se dirigió hacia ella con rudeza entre tanto maltrataba muebles con vehemencia. Le manifestó que ella no sabía nada, por lo que no debía entrometerse en esas cuestiones. La mucama no entendía lo que acontecía. ( 4 )

Aprecio entre colegas

Jorge González R. era uno de los magistrados que más credibilidad inspiraba a la ciudadanía. La honestidad, transparencia y la independencia que inteligentemente transmitía convencía incluso a los más críticos periodistas interiorizados en cuestiones tribunalicias y policiales.

El ex juez Carlos Monges López -destituido luego del Poder Judicial por mal desempeño en sus funciones- era encargado de investigar el caso Merino. Monges López es la misma autoridad citada por Rossana Berino y abogados como sospechosa de haber facilitado la libertad del detenido Julio Cesar Zaracho Astrach el miércoles 12 de octubre, tan solo un día antes. La empicada de la familia González-Berino lo reconociera en la Policía como uno de los supuestos implicados en el frustrado homicidio de Rossana. Basto una vehemente llamada a los policías de Investigación de Delitos para liberar a Zaracho Astrach. El ex magistrado negó rotundamente haber ordenado la libertad de Zaracho y diligenció otra orden de captura, la cual hasta ahora no fue cumplida. ( 5 ).

El ex convicto Zaracho no fue objeto de reconocimiento en tribunales, tampoco lo trasladaron a la cárcel de Tacumbú. Todo esto era indicativo de una influencia sospechosa. Se trataba de dominar un poder del Estado, de contar con la mano de autoridades del tribunal. Esto permitía señorear en ese ámbito; un poder similar que poseían muchas personas cuestionadas y posteriormente investigadas en el caso del general Ramón R Rodríguez mediante la supuesta relación con funcionarios judiciales, influencia que deseaban sostener a toda costa sin ser descubiertos.


ROSA RODRÍGUEZ Y UNA HIPOTÉTICA DENUNCIA

Una supuesta ligazón entre el caso de Rossana Berino y el atentado al general R. Rodríguez, basada en la sospecha de que los ideólogos de ambos casos criminales serían las mismas personas, se presenta como una de las hipótesis interesante al ser analizada.

Sin salir del contexto, se sabía que el Gral. Ramón Rosa Rodríguez se sintió como un pez fuera del agua al tomar la titularidad de la SENAD. Personas que no debían ser influyentes dentro de la lucha hacían y deshacían en las fuerzas antidrogas de Paraguay.

La fidelidad demostrada por R. Rodríguez hacia el presidente Wasmosy y hacia el entonces general Lino Oviedo provocó serias ronchas no solo con los agentes antiguos de la DINAR pro-norteamericanos que nunca fueron controlados, sino también con los poderosos hombres de la Embajada de Estados Unidos. Al percatarse de ello, el general investigó a su entorno. No le fue difícil detectar una fuerte amistad entre los efectivos antidrogas con algunas autoridades, sobre todo las judiciales, en ese contexto amistoso también entraban agentes especiales de influencia (sobre todo Miguel Ángel Berni y equipo), además, por supuesto, de los funcionarios norteamericanos de la DEA.

Cualquier policía de experto en cuestiones criminales habría estimado como lógica la realización de pesquisas hacia allegados cercanos a la escribana Rossana. Nunca se llevaron impulsaron averiguaciones a fondo, serias, en el Poder Judicial, se extremaron recursos para que nada del trasfondo de ese fallido atentado tampoco trascendiera.

El viernes 7 de octubre, R. Rodríguez recibió la visita de un informante. Obtuvo datos contundentes. El general se sintió muy afectado. Había tomado conocimiento de informaciones graves que posiblemente comprometían a gente de su entorno laboral. El general no reaccionó como si se hubiese tratado de hechos corrupción de terceros, de desconocidos. Había confirmado que sus hombres estaban involucrados. La información incluía los pormenores del trasfondo y sospechosos del ataque a la notaría Rossana Berino. Uno de los ejecutores de ese frustrado atentado (Julio César Zaracho Astrach) fue detenido el mismo día en cuyo transcurso R. Rodríguez contactó con su informante.

Quienes sostienen esta hipótesis creen que, de haberse tratado de datos de la incumbencia del Poder Ejecutivo, el Gral. Ramón R. Rodríguez podía haberlos denunciado de inmediato y arrestado a todos sus subordinados. No tenía por qué aguardar hasta el lunes 10 de octubre. La trascendencia del caso habría justificado una visita fuera de hora de oficina al presidente de la República. Rosa Rodríguez tenía acceso directo, sin protocolos, a Wasmosy. De hecho, el presidente lo consideraba su "mano derecha". Rosa Rodríguez no necesitaba pedir audiencia para presentar pruebas contra alguien, más aún si se trataba de algún militar, policía o agente especial de peso. ( 6 )

Ramón Rosa Rodríguez indagó a sus detractores, aquellos agentes que le creaban engorros como máximo jefe antidrogas. Tras obtener las informaciones, necesitaba una excusa para echarlos.

A partir de la hipótesis de que el general iba a hacer una denuncia no destinada al Poder Ejecutivo, lo más probable sería todo estaba relacionado al Poder Judicial. Poco antes de morir, el propio Rosa Rodríguez reveló que estaba en contacto con el Dr. Jerónimo Irala Burgos, ministro de la Corte Suprema de Justicia. No explicó motivos.

La hipotética denuncia habría tenido como objetivo afectar a un alto funcionario judicial ante la Corte Suprema de Justicia, probablemente un juez. Detrás estaban los agentes antidrogas corruptos. Habría sido el camino elegido por el general para impulsar una purga en la SENAD. Quienes sostienen esta hipótesis apuntan que se habría tratado de una denuncia formal a ser presentada ante la Corte. Por ello, la cuestión no podía realizarse a cualquier hora y día como si hubiese sido posible ante el presidente, jefes militares e incluso parlamentarios. Se necesitaba antesala para acceder a los ministros de la Corte. De todos modos, no se puede ni mucho menos descartar una entrevista informativa con Wasmosy, tal como lo sostienen los familiares del general.

Lo concreto es que el Gral. Ramón Rosa Rodríguez tenía planeado desenmascarar a su entorno. Para ello, la excusa pudo haber sido denunciar a un ex magistrado, amigo de los antidrogas corruptos. Entre tus datos, Rosa Rodríguez tenía encarpetado y esclarecido el frustrado ataque a la escribana Rossana Berino, hecho en el que también aparecían como sospechosos sus subordinados y amigos.

Rosa Rodríguez tenía facultad para apresar a los hombres a su cargo. No podía hacer lo mismo con una autoridad judicial. Por ello, habría pensado en acudir a la Corte.

El caso estaba relacionado con antidrogas a quienes molestaba la presencia del propio Rosa Rodríguez en la SENAD, los agentes contaban con impunidad, denotaban seguridad y operaban tranquilos. Nada les podía pasar. Se jactaban de contar con amigos militares, jefes policiales, diplomáticos, periodistas y, sobre todo, jueces. Una denuncia de ese tenor hubiese traído consecuencias insospechadas, existía el riesgo de que salieran a la luz supuestos "golpes" y presuntos negociados perpetrados por ese grupo echado a perder con la anuencia de autoridad judicial amiga; favores recibidos y ventajas de contar con personas con demasiada influencia. Ese mismo predominio que, a su vez, afectaba a otros elementos judiciales que también podrían haber estado destinados a ser salpicados por el potencial escándalo.

Una situación como esa habría generado un alboroto de proporciones, similar al que produjo el propio asesinato del general Rosa Rodríguez. Razón suficiente para planificar un homicidio. No es descabellado pensar que Rosa Rodríguez unió cabos y detectó actividades sospechosas del grupo que tenía que deberle fidelidad en la SENAD; ese mismo grupo ligado a elementos amigos en el ámbito de justicia; esos poderosos elementos que le brindaba impunidad.

El Gral. R. Rodríguez habría pensado lanzar la " bomba". Luego, la presentación de pruebas habría venido en forma más sencilla.

Pero no solo el general debía ser eliminado. También sus informantes. Y de hecho lo hicieron. El caso del narcotraficante Oscar López Alvarenga, asesinado en Pedro Juan Caballero por efectivos de la SENAD el 3 de diciembre de 1994 (seis semanas después del crimen de R. Rodríguez), es un ejemplo. López Alvarenga (activo narco que operaba con el visto bueno de los capos de la frontera) es el mismo hombre que fue citado por la senadora Elba Recalde como testigo "silenciado" en el caso de R. Rodríguez. Oscar fue ultimado por hombres de la SENAD en un oscuro hecho. La versión oficial dio cuenta de un tiroteo entre narcos y antidrogas que dejó el saldo ya conocido. El capitán Sergio Benítez se hizo responsable del hecho.

Semanas antes de su muerte, López Alvarenga había contactado con un piloto boliviano que se llegó a la frontera paraguayo-brasileña en un avión con unos 60 kilos de cocaína.

En esa oportunidad, efectivos de antidrogas de Paraguay interceptaron ese vuelo y capturaron a ambos narcotraficantes. López Alvarenga aseguró que agentes antidrogas los detuvieron y posteriormente les secuestraron los 60 kilos de cocaína, además de 120.000 dólares. A cambio de no cuestionar nada, el boliviano fue dejado en libertad y obligado a escapar en el mismo avión en el que llegó. Como era un conocido de los agentes, Oscar López Alvarenga también fue liberado. Los agentes -la mayoría de la antigua camada, de los llamados pro- norteamericanos- habrían quedado con el botín.

López Alvarenga habló con el general R. Rodríguez. Posiblemente lo hizo ese viernes 7 de octubre de 1994. Le facilitó datos sobre lo acontecido en aquella ocasión y aún más. Ello le valió ser liquidado. Posteriormente, fue presentado ante la prensa en el interior de un auto, ultimado en un supuesto enfrentamiento. En su poder se encontraron pocos "ladrillos" de cocaína. Todo ocurrió en Rodríguez de Francia y Blas Garay de Pedro Juan Caballero.

En momento en que los agentes de la SENAD preparaban el escenario para la prensa, Fahd Yamil Georges -considerado como jefe absoluto del cártel brasileño que opera en Pedro Juan Caballero- paseaba en un lujoso automóvil por el lugar y se interiorizaba de lo que ocurrió. El

capomafioso sabía que no se había tratado de un simple y común enfrentamiento entre narcos y agentes. Había algo más...


TRASFONDO AMPULOSO O "CASERO"?

Muchos investigadores de la Policía sostienen que el asesinato del general Ramón R. Rodríguez posiblemente no tenga un trasfondo tan grandilocuente que la mayoría presumía. Dentro de la complejidad de factores que influyó, el detonante decisivo habría sido una cuestión no exento de cuestiones de drogas, relacionadas más bien a funcionarios corruptos de organismos de seguridad antes que a cárteles y organizaciones delictivas propiamente dichas. La supuesta relación que podría existir en ambos casos (Rossana Berino y Rosa Rodríguez) resulta interesante para el análisis.

El 19 de junio de 1996, el juzgado a cargo de Alcides Corbeta, que tomó la investigación del caso de Rossana Berino, dio curso a un pedido de los abogados de la escribana y ofició al juzgado que indaga la muerte del general Rosa Rodríguez remita una copia autenticada del expediente del caso del ex jefe de la SENAD, caratulado "Juan Ruiz Díaz sobre doble homicidio en capital". La intención era efectuar un estudio junto al legajo del ataque a la escribana. Se trataba de un primer paso buscando cotejar esta hipótesis.


AZUZANDO AL ASESINO

Puede estimarse que los norteamericanos de la Embajada no estuvieron relacionados en el asesinato del jefe de la SENAD en cuanto a la autoría material se refiere. Los americanos no habrían incurrido en errores tan garrafales como usar la camioneta del autor material y contratar a matones de tercera para asesinar nada menos que al jefe antidrogas de un país. Por dar un ejemplo, con una bomba puesta en el vehículo bastaba, los agentes de la DEA y de la CIA son elementos poderosos, altamente entrenados, con posibilidades económicas para preparar un golpe de este tipo con todo éxito, sin dejar rastros.

Algo similar ocurría con el fallecido ex presidente, Gral. Andrés Rodríguez, a quien sus detractores trataban por todos los medios de implicarlo en el caso. El ex presidente Rodríguez poseía poder económico. Eso es incuestionable. Era lo suficientemente poderoso como para haber contratado a expertos en estos menesteres y no haber caído en el error de dejar cabos sueltos por todos lados. Quienes perpetraron el primer atentado contra Ramón Rosa Rodríguez, no tuvieron esos argumentos, evidentemente. Por ello cometieron tantas torpezas.

Lo expuesto, sin embargo, no implica que los americanos no hayan querido eliminar, expulsar al general de la SENAD. Puede sospecharse que lo americanos habrían visto con no tan malos ojos un plan para eliminar al general. El pleito entre el general y subordinados habría sido mía excusa perfecta para los de la Embajada. Así las cosas, lo ideal era alimentar esas diferencias y azuzar al asesino. Los norteamericanos llevaban la sangre en los ojos. Rosa Rodríguez acababa de dejar sin electo aquel gigantesco procedimiento en Ciudad del Este, operativo que justamente había sido investigado y llevado adelante por los yanquis. A Ramón Rosa Rodríguez le tocaba dar la estocada final y echar aquellos 5.000 kilos de cocaína. No lo hizo. ( 7 )

Durante la entrevista que el capitán Ruiz Díaz brindó a un equipo de siquiatras el 2 de noviembre de 1994 brindó valiosos elementos de juicio en este aspecto. Los médicos Roque Vallejos, José Vera Gómez, Rubén Alberto Rolón, Isaac Cegla, el forense José Nicolás Lezcano y Mario Feltes participaron de la inspección.

El sospechoso relató que el entonces jefe de la DEA en Paraguay, Robert William Ridler, le manifestó la necesidad de sacar al general de la jefatura de la SENAD por tratarse de un estorbo para el manejo de los americanos en la institución antidrogas.

Uno de los siquiatras que conformaba dicho equipo aclaró, sin embargo, que Ridler no habló de matar al general, aunque sí de lograr su destitución. Según este siquiatra, Ruiz Díaz fue dominado por una crisis paranoide y ello lo llevó a organizar y perpetrar el asesinato, alentado por otros enemigos de Rosa Rodríguez. Los agentes de la DEA no decidieron la comisión del homicidio, pero sí la alentaron. Fue Ruiz Díaz quien decidió perpetrar el ataque.

El capitán Ruiz Díaz admitió ante uno de los siquiatras que lo examinó que mantenía frecuentes conversaciones con el agente Miguel Ángel Berni. La charla se refería exclusivamente a criticar y "apalear" al general Ramón Rosa Rodríguez. Una de las últimas pláticas la tuvieron el domingo 9 de octubre, un día antes del homicidio, frente a la SENAD. Otro motivo de animadversión de los agentes de la DEA hacia el general Rosa Rodríguez tenía que ver con una ruta detectada por los americanos en el Chaco, específicamente en Bahía Negra. El general Rosa Rodríguez había revelado a un periodista ( 8 ) dicha conexión de la droga, cuestión en la que estaban involucrados militares de la Armada. La idea podría haber sido alentar a los subalternos a que mataran al jefe. El resultado sería el mismo. Vivo o muerto, para los americanos lo importante era ver a Rosa Rodríguez fuera de la SENAD.


AMIGOS SON LOS AMIGOS

Varios agentes antiguos de la SENAD, como Miguel Ángel Berni y Pedro Rodas Benítez, gozaban del respaldo de los hombres de la Embajada de Estados Unidos y de personas de los diferentes poderes del Estado. En donde más influencia tenían, sin embargo, era en el ámbito judicial.

Varios jueces del crimen de entonces, como Cristóbal Cáceres Frutos, Ángel Barchini, Tadeo Rodríguez, Jorge González R., Carlos Monges López, entre otros, apoyaban la labor de la DINAR de entonces. Los antinarcóticos se jactaban de que nunca robaron ni malversaron dinero de nadie. Admitían, sin embargo, que a veces se les pasaba la mano con los detenidos y demorados.

A modo de ejemplo, los antidrogas acostumbraban a realizar recorridas en horas de la madrugada. Accedían tanto a lugares de reunión de la clase alta como a los puntos críticos frecuentados por personas de dudosa calaña.

Cuando no había detenidos a quienes garrotear, los antinarcóticos se las ingeniaban para divertirse y dejar evidenciada la impunidad que les beneficiaba.

Clásico "show" montado por los agentes era el "tovayepeté yeré" (el "toma y dame" a modo de cachetada). Los agentes buscaban a altas horas de la madrugada a personas ebrias, promiscuas a las peleas. Al hallarlas, avezaban a irrumpir con gran aparatosidad, con tiros al aire. Luego, organizaban el espectáculo.

"Todo el mundo quieto, manos arriba, cuerpo a tierra". Garrotes aquí, garrotes allá, patadas, gritos, tiros...la situación era ordenada a la manera de los antidrogas. Los asustados y alcoholizados jóvenes no tenían otra: alternativa que aceptar a los efectivos antidrogas en carácter de árbitros, destinados a dirimir sus diferencias.

Una vez individualizados los sujetos más belicosos, la cuestión se simplificaba. Uno era instado a propinar un golpe a su adversario, a modo de cachetada. El adversario contestaba con otro "tovayepeté". El primero repetía la dosis. El agredido respondía. Así, los agentes controlaban el transcurso de la pelea de tal forma que no saliese del orden previamente establecido. Cuando los protagonistas se desplomaban como consecuencia de los golpes y de la borrachera, los antidrogas se retiraban satisfechos. Pese a la frecuencia de este tipo de "operativos" -que eran de los menos dañinos-, nunca se supo que alguna denuncia haya sido impulsada o haya; progresado. Los agentes estaban seguros de que no podían tener problemas. Captando influencias en los poderes del Estado y solidificando las que tenían en el Judicial, nada les podía salir mal. Con la ayuda del periodistas a quienes seducían proporcionando informaciones frescas y de envergadura, completaban la tarea de impunidad.

Este tipo de trabajos, por supuesto, no siempre constituía juego de niños. Muchos agentes hablaron de procedimientos y allanamientos cuyos resultados nunca fueron transparentes. Existían autoridades que acostumbraban a permitir operativos nocturnos con los de la DINAR.. A estos trabajos, la prensa no era invitada. Los desenlaces de las operaciones no trascendían ni eran publicados. Ventajas de este tipo eran las que deseaban mantener para sí los antidrogas.

El tener amigos incondicionales en el Poder Judicial no solo daba facilidades en operativos. También permitía acceder a otro tipo de privilegios. Un lujoso vehículo concedido a Miguel Ángel Berni es un tipico ejemplo. El rodado?; una poderosa camioneta Toyota Hilux 4X4, color azul. Se trataba de un vehículo recuperado en un procedimiento policial. El propio Berni admitió ante el juez del crimen Atilio Rodríguez que le fue entregado en carácter de depositario por el ex juez Tadeo Rodríguez.. Berni siempre fue hombre bien visto y considerado por los norteamericanos. Rodríguez también. ( 9 )


PARALIZANDO EL JUICIO

Dada la impresión de que en el expediente del atentado frustrado de Rossana Berino, se hizo todo lo necesario como para detener u obstaculizar el avance de las pesquisas. Carlos Monges López, es un ex juez sindicado por Rossana Berino y abogados como responsable de haber facilitado la libertad con celeridad extrema al detenido Julio César Zaracho Astrach, implicado en el homicidio frustrado de la escribana Rossana Berino. La Comisión Bicameral de Investigación (CBI) del Parlamento llegó a idéntica conclusión.

Como juez que llevaba la causa del atentado fallido, Monges López se "destacó". La pesquisa judicial no tuvo desperdicios y no precisamente porque se haya impulsado las averiguaciones.

Todo se previo para que se cristalizara la libertad del detenido aquel lunes 10 de octubre. En lugar de dar una orden de detención mediante un auto interlocutorio (A.I.), se hizo por simple providencia. De esa manera, cualquier abogado que tuviera a su cargo la defensa de Zaracho estaba en condiciones de plantear la nulidad de la disposición del juez por improcedente y conseguir liberar al convicto. Ello no hizo falta. Zaracho fue liberado el miércoles 12 de octubre de 1994 sin siquiera ir al penal de Tacumbú tras una misteriosa llamada de quien se identificó como un juez. Pero eso no fue todo. Los oficios a ser enviados a la Policía Nacional llevaban números similares, pero pertenecientes a otras causas. El objetivo era provocar la invalidez legal de las diligencias judiciales a ser realizadas. De esa manera, se lograba paralizar por completo el juicio.

La Comisión Bicameral de Investigación del Parlamento estudió el caso y concluyó señalando una supuesta mala fe del juez Monges López, del fiscal Héctor Balmaceda y otros.

En varias fojas, la CBI comprobó que se enviaron oficios mal hechos en forma premeditada. Los encargados de elaborar las solicitudes de diligencias hacían concordar números de resoluciones con los de otros correspondientes a otros expedientes. Los oficios librados fueron manipulados de tal modo que no pudiesen llegar a cumplir con su objetivo legal.

AI final, la CBI recomendó procesar al juez del crimen Carlos Monges López, al fiscal Héctor Balmaceda y otros funcionarios. ( 10 ) Al presentar el pedido de investigación y las pruebas ante la CBI en abril de 1995, Rossana Berino indicó que la desidia no era solo del juez Monges y del fiscal Balmaceda. La escribana expresó que su esposo, el entonces juez Jorge González, no había hecho nada hasta ese momento para impulsar la pesquisa en el ámbito judicial.

Sin ampliar conceptos, Rossana manifestó que el caso estaba posiblemente relacionado a algún "gran secreto nacional". Una de las pistas que la notaría dio en esa oportunidad fue justamente que el frustrado homicidio en el que resultó víctima estaría directamente relacionado con el asesinato del general Ramón Rosa Rodríguez.


APARECE CHILAVERT

Migdonio Olmedo Chilavert fue un oscuro personaje que apareció en el escenario de la investigación del crimen de Ramón R. Rodríguez como por arte de magia. Los investigadores de la Policía que siguieron el caso dieron a entender que se trataba del sujeto a quien el capitán Juan Ruiz Díaz había pagado para cometer el asesinato. Su apellido -Chilavert- ya había sido citado por el propio Ruiz Díaz ante uno de los siquiatras que lo inspeccionó. El capitán manifestó que contrató a dos sujetos -un tal López, agente de la DINAR- y a Chilavert -delincuente, informante de DINAR- para cometer el homicidio. El tal Chilavert se fugó con el dinero. La historia, comentada por Ruiz Díaz ante uno de los integrantes de la comisión de siquiatras, coincide totalmente con lo confesado por Migdonio Olmedo Chilavert ante la Policía posteriormente.

Olmedo Chilavert, o simplemente Chilavert, fue presentado por el comisario Víctor Cogliolo, encargado de la investigación, como un sujeto parco, ignorante, campesino acomplejado, incapaz de hablar el español, sin conocimiento de las leyes, ni de entes de seguridad y ni de pesquisas policiales.

Apoyándose en la tesis de que Chilavert era un pobre diablo, apocado, ni acomplejado e ignorante, Cogliolo trató de convencer de que el testimonio que dio era esclarecedor. Cómo no creer a un infeliz quien ni siquiera tenía idea del lio en el que se había metido?.

Pese a las dudas vigentes sobre su actitud y conducta. Olmedo Chilavert apoyó datos coincidentes con lo dicho por Ruiz Díaz ante uno de los siquiatras y también con algunas aristas de la versión de la ligazón entre el crimen de R. Rodríguez y el atentado frustrado contra Rossana Berino. Mementos que tenderían a confirmar que el propio Chilavert tendría mucho que contar aún en el asesinato del Gral. R. Rodríguez, Olmedo Chilavert fue detenido en San Pedro poco después de que el capitán Ruiz Díaz prestara declaración ante la CBI. Luego de varios días de estadía en el departamento Control de Automotores, la Policía lo presentó ante la justicia ordinaria.

En su primera declaración, Chilavert señaló que el trato lo hizo solamente con Ruiz Díaz. Dijo que el capitán, lo buscó, contactó con él y le pagó G. 5 millones para cometer el asesinato. Luego, manifestó haber escapado a San Pedro porque no se animó a materializar lo encomendado.

Chilavert amplió conceptos luego. Un tal "Galeano" -que resultó ser el agente especial Celso Rojas Bernal- lo buscó el viernes 7 de octubre del 94 y le propuso un trabajo. Rojas le manifestó que debían matar a un "tuyá inútil" (viejo inútil) porque este contaba con papeles que comprometían a muchos "mburuvichakuéra" (personajes importantes).

A "Gaicano" solo le interesaba los papeles. Chilavert podía quedarse con el dinero que había en el portafolios. En caso de salir bien el atentado contra el general, otro golpe en donde habría mucho más dinero estaba previsto. Ese trabajo, planificado para seis meses después, tenía que ver con un juez que haría matar a su esposa, según lo dicho por Migdonio a la Policía.

"Gaicano" -según Chilavert- presentó al capitán Ruiz Díaz como el "patrón", es decir, como la persona que debía realizar la paga. "Me dijo que tenía que matar a ese viejo inútil para poder trabajar tranquilo. Ese tuyá inútil es el que nos compromete a todos y yo le dije por qué lo que te compete, capitán, y dijo que yo hice los papeles a los gringos (11).  El problema se inició desde el caso Parque Cué...". Parte del relato de Chilavert, aludiendo un diálogo sostenido con el capitán Ruiz Díaz. Migdonio Olmedo Chilavert refirió una reunión que tuvieron varias personas en una cancha de padel, la cual sería el mismo lugar donde acostumbraban a reunirse el capitán Ruiz Díaz y sus íntimos amigos. En ese encuentro se realizó la paga. Chilavert recibió cinco millones de guaraníes. El tal "Galeano" le despojó de G. 1.500.000 y el propio capitán hizo lo propio con otro millón que le fue entregado a un tal Antonio Corvalán. ( 12 ) Detalles que coinciden a grandes rasgos con la declaración hecha por el capitán Ruiz Díaz ante la CBI.

Chilavert dijo haber observado algunas fotografías. Reconoció que el tal “Galeano" era Celso Rojas. Otras personas a quienes vio en la cancha de padel donde se realizó la paga eran Miguel Ángel Berni y el agente de la CIA Robert Ridler.

Se debe rescatar como datos interesantes el detalle de la reunión en la cancha de padel. Rossana Berino quedó sorprendida y hasta asustada cuando leyó la declaración de Chilavert en la que el sujeto aludía una cancha de padel como punto de encuentro. Ruiz Díaz e íntimos amigos acostumbraban a reunirse en una cancha de padel, de nombre "La Torre", situada al costado del colegio Americano de Asunción.

Otro elemento refiere lo del maletín. Rojas o "Galeano" habló de que había documentos que comprometían a "mburuvichás". Ruiz Díaz se refirió a papeles que escribió de los "gringos", aludiendo a los americanos.

En lo que respecta a su actitud personal, Chilavert actuó muy bien en un principio, cuando lo presentaron a la prensa y al juez del crimen. Ello puso en dudas el valioso testimonio que brindó. En procedimientos policiales posteriores -en los cuales oficiaba de informante- Olmedo Chilavert demostró no ser ningún "nene", ni ignorante, ni pobre campesino, ni parco ni apocado personaje, como quiso presentarlo la Policía, hasta ahora no se entiende por qué.

Denotó poseer experiencia en operativos policiales, destreza en el manejo de armas, en técnicas para golpear detenidos, conocimiento de informaciones confidenciales en cuestiones de droga e incluso confianza total de los antidrogas quienes le brindaban la posibilidad de ejercer función de policía. Chilavert efectuó detención de personas, vistió uniforme, utilizó armas de fuego e incluso participó de barreras y revisiones durante operativos hechos por Narcóticos de la Policía, sobre todo en los propiciados por oficiales que acostumbraban a sus informantes -por lo general ex presidiarios- a trabajar cual si fueran verdaderos policías.

Pese a la importancia de su declaración, la imagen que quiso dar Cogliolo a su testigo clave se vino abajo en estos trabajos. No pasó desapercibida la actitud del Chilavert de Automotores -manso, ignorante, campesino, inofensivo, etc- y el Chilavert informante de Narcóticos - astuto, conocedor, tirador, prepotente, garrotero, etc.

La apariencia que se quiso dar a Chilavert acrecentó las sospechas de que el propio Chilavert habría sido una de las personas que participó en el primer ataque contra el Gral. R. Rodríguez. No olvidemos que el sujeto fue el segundo procesado en el caso junto con el capitán Ruiz Díaz.

El capitán Juan Ruiz Díaz nombró al principio un abogado defensor. Tras las primeras diligencias judiciales, la situación del capitán no era la mejor, evidentemente. Ya durante la etapa sumarial del proceso, todo parecía ir encaminado para que Ruiz Díaz fuese condenado. Ante esta situación, el capitán cambió de abogado y contrató a Gilda Burgstaller de Justiciano como su nueva defensora.

Gilda no aparecía precisamente como simpatizante de los amigos del capitán. Se trataría de un indicio de que la relación entre el capitán y sus allegados no andaba bien. El nombramiento de la abogada fue interpretado por los investigadores no solamente como la búsqueda de una posibilidad de ser declarado inocente o, en todo caso, de retardar una hipotética condena, sino también como una presunta demostración de resentimiento del capitán hacia sus amigos quienes no respondieron a las expectativas en el momento más difícil para el militar.

El departamento que alquilaba Ruiz Díaz en el edificio Terranova, ubicado en Tte. Fariña y Vicepresidente Sánchez, también era frecuentado y compartido por otros socios suyos.

Jorge Paredes Verón, agente especial que estuvo en el allanamiento en el departamento horas después del asesinato de R. Rodríguez, dio algunos datos llamativos a la Comisión Bicameral de Ilícitos.

Paredes dijo que en el departamento de Ruiz Díaz encontraron objetos "raros" en ocasión del cateo.

"Lo que la gente dijo era que se encontró anatómicos, ropa interior...". "Yo confirmé, verdad, por...yo no he visto la ropa interior, pero dijeron (...) después se encontró vaselina y unas cosas que usan los (homosexuales) , verdad...".

Pregunta: Consoladores?.

"Y si, después se encontró modess y muchas cosas. Bueno, le gustaban las mujeres y le gustaban los hombres, eso es evidente. Bueno, de ahí salimos nuevamente y yo hice de seguridad del director...".

Siguiendo con su relato, el agente Jorge Paredes ampliaba otros elementos que parecerían coincidir.

- Pregunta: Berni era muy amigo de Ruiz Díaz?.

- "Si, muy amigo",

-P: Frecuentaba el departamento?.

"El departamento, yo no sé, pero hablaban mucho por teléfono, hablaban mucho por teléfono ellos, no sabría decirte lo que decían, pero hablaban mucho, hablaban mucho por celular, por su radiomensaje, se mostraban mucho. Riobóo también era muy amigo de ellos"...

El testimonio del agente Paredes constituye otro elemento que alimenta la presunción de una hipotética ligazón muy sólida entre agentes anti drogas, militares de la SENAD y personal del Poder Judicial.

El equipo de siquiatras que inspeccionó al capitán Juan Ruiz Díaz tres semanas después del asesinato concluyó que el capitán no era un homosexual o bisexual siquiatricamente confirmado; sí poseedor de una personalidad esquizoide, de un visible aplanamiento afectivo, constituyentes de indicios fuertes de que Ruiz Díaz no parecería haber sido una persona que haya tomado muy en cuenta cuestiones éticas o afectivas.


NOTAS COMPLEMENTARIAS

14 DÍAS ANTES HUBO OTRO ATENTADO

1 - Testimonios de Helena Aurora González de Pussineri (testifical - 4 de octubre de 1995); Víctor Luis Baruja Rodríguez (testifical - 9 de octubre de 1995); Ciro Raúl Aquino Montanía (testifical - 9 de noviembre de 1995) - Expediente "Averiguación de supuesto hecho de homicidio Ilustrado en capital" - "Alberto Báez Feltes y Julio César Zaracho Astrach sobre homicidio frustrado en capital" - Juzgado del 13a. turno en lo criminal - Juez Emiliano Rolón.

2- Ver cita anterior.

3- ABC Color, edición 29-11-94.

4- Declaración ampliatoria de Blasia Brítez - 16 de octubre de 1995 - Expediente "Averiguación de supuesto hecho de homicidio frustrado en capital" - "Alberto Báez Feltes y Julio César Zaracho Astrach, sobre homicidio frustrado en capital".

5- Versión ratificada por fuentes policiales allegadas a la investigación del caso y por el informe final de la CBI. Ver desarrollo de la cita número 10 de este mismo capítulo.

6- La relación estrecha, de confianza entre el Gral. Ramón Rosa Rodríguez y el presidente Juan Carlos Wasmosy constituye la base de la hipótesis que sostiene que la denuncia que pensaba realizar el asesinado jefe militar no habría sido de la incumbencia del Poder Ejecutivo. De haber sido así, Rosa Rodríguez no habría tenido necesidad de horario de oficina, ni de hacer antesala ni de pedir audiencia, ni de esperar hasta aquel lunes.

7- Ver en esta misma obra el capítulo "La prueba no superada...".

8- El autor de esta obra fue justamente el receptor del dato de la ruta de la cocaína por Bahía Negra, facilitado por general Ramón Rosa Rodríguez.

9-  La eventual implicancia de Miguel Ángel Berni en el atentado de la escribana Rossana Berino es una cuestión que ya es objeto de pesquisas en tribunales. El Dr. José de la Cruz Jara Saccarello, ex miembro del Tribunal de Cuentas, citó su nombre en una declaración sobre el caso hecha en tribunales el 17 de diciembre de 1.996. El compareciente recordó que, en oportunidad de visitar a la escribana y a su esposo en el sanatorio Italiano poco después del atentado, se percató de la presencia de Berni frente al nosocomio. Según el magistrado, el ex agente portaba un arma de fuego, que sería una metralleta, y daba la impresión de estar realizando una guardia.

10- La denuncia presentada por la Comisión Bicameral de Investigación (CBI) del Parlamento para procesar al ex juez Carlos Monges, entre otros, no fue tomada en cuenta por el ahora juez Emiliano Rolón. Este magistrado desestimó la denuncia en la que se solicitaba la investigación en contra del ex juez Monges, el fiscal Héctor Balmaceda y el actuario Carlos Vázquez. Esto sucedió el 21 de diciembre de 1996. La denuncia daba cuenta de irregularidades cometidas durante el juicio iniciado en averiguación del atentado sufrido por la escribana Rossana Berino de González. El magistrado sostuvo en su resolución que el resultado de la investigación realizada por la Comisión Bicameral de Investigación no es suficiente elemento como para dar inicio a una pesquisa en el Poder Judicial.

Rolón hizo alusión al artículo 195 de la Constitución Nacional que indica " la actividad de la CBI no afectará las atribuciones privativas del Poder Judicial ni lesionará los derechos y garantías consagrados en la Constitución y sus cuestiones no serán vinculadas para los tribunales ni menoscabarán las resoluciones judiciales, sin perjuicio del resultado de la investigación. "

La CBI había acercado a la justicia ordinaria el resultado concluyente y contundente de la investigación realizada sobre las irregularidades detectadas en el desarrollo del sumario iniciado a los efectos de esclarecer el caso de Rossana Berino. La presentación de la CBI se hizo en diciembre de 1995.

En excesiva demora en disponer diligencias de fundamental importancia para el desarrollo del juicio, incluyendo la declaración informativa de la víctima, la reconstrucción de los hechos y la audiencia, constituían, entre unas, algunas de las anomalías detectadas en el expediente, concluyó la CBI.

Otro punto cuestionado por la CBI fue la pasividad con que actuaron el ex juez Monges y el ex fiscal Balmaceda con relación a los procesados Zaracho Astrach y Báez Feltes, presuntos autores materiales del caso. Los magistrados no realizaron trámites necesarios para lograr la captura dentro de la brevedad de rigor, aún después de que estos fueron debidamente reconocidos por la víctima en la sede policial. También se mencionó la curiosa liberación de Zaracho Astrach. La víctima y sus abogados defensores no dudan que la actitud tomada por el juez Emiliano Rolón constituye otra evidencia de que varios jueces hicieron todo lo posible para no esclarecer lo ocurrido con la escribana Rossana Berino.

11 - El capitán Juan Ruiz Díaz comentó a Migdonio Olmedo Chilavert algo de "los papeles que le hice a los gringos". Recordemos que durante su entrevista con siquiatras, Ruiz Díaz manifestó que buscaba rescatar del general Ramón Rosa Rodríguez documentos de espionajes que realizó sobre los americanos de la Embajada. Posiblemente, se trate de los mismos memos.

12- Antonio Corvalán, un conocido de Migdonio Olmedo Chilavert, fue detenido por agentes de Automotores. Negó toda implicancia en el asesinato del general Ramón Rosa Rodríguez. Dijo que Chilavert lo salpicó en su declaración solamente por venganza por cuestiones personales. Lo liberaron prácticamente horas después de haber sido aprehendido por falta de evidencias.

13- En el próximo "Anexo 1 - Entregas vigiladas o tráfico autorizado" se desarrolla todo lo referente al caso Parque Cué.



CONCLUSIÓN

El testimonio brindado por el capitán Juan Ruiz Díaz durante la entrevista que mantuvo con un equipo de siquiatras el 2 de noviembre de 1994 permitió conocer los motivos inmediatos que lo llevaron a planificar y a cometer el asesinato del general Ramón Rosa Rodríguez. Son tres detonantes referidos a problemas de tinte personal: a- La disputa entre el capitán y el general por una mujer, una decoradora que trabajaba para la SENAD, revelada por el propio Ruiz Díaz en su charla con los siquiatras.

b- El robo de los G. 50 millones de la caja fuerte del general, hecho atribuido por Ramón Rosa Rodríguez a su ayudante, Ruiz Díaz,

c- Los memos elaborados por Ruiz Díaz para el general tras espionajes realizados a los norteamericanos. Estos papeles, que involucraban al capitán como un elemento de los agentes de la DEA, iban a ser entregados por Rosa Rodríguez al entonces influyente general Lino Oviedo, enemigo de los norteamericanos.

Estos conflictos personales fueron aprovechados por el entorno del general Ramón Rosa Rodríguez, es decir, por los antiguos agentes de la DINAR, que trabajaban directamente con los norteamericanos de la DEA y la CIA. Era bien sabido que Rosa Rodríguez fue colocado en la SENAD para obstruir la tarea de los americanos y, a la vez, con el fin de canalizar la influencia del general Lino Oviedo dentro de la SENAD. Los agentes pro-DEA aprovecharon la situación embarazosa de Ruiz Díaz, le señalaron que su carrera militar estaba en peligro y lo convencieron de que existía una única manera de solucionar la situación: matando al jefe. De esa manera, los antiguos agentes pretendían sacarse de encima al general y, luego, colocar a otro jefe, más manejable, en la dirección de la SENAD. No importaba que, para el efecto, se concretara la muerte del "molestoso" general. El plan se complicó y quedó en evidencia al fallar el primer atentado.

***

Tres factores de mucha influencia dentro del esquema estructural de la sociedad paraguaya tuvieron directa o indirecta relación dentro del complejo contexto del trasfondo del asesinato de Ramón Rosa Rodríguez: el narcotráfico, la milicia y conflictos pasionales.

1- El Narcotráfico: el definitivo odio manifestado por los subordinados de la SENAD hacia el General Ramón Rosa Rodríguez, constituye indicio de que personajes involucrados de una u otra manera con las drogas estuvieron detrás del asesinato. Rosa Rodríguez no dejaba activar a los agentes de la DEA en el ente antidrogas con la liberad con que estaban acostumbrados. Ello obligó a los agentes pro-norteamericanos a buscar mecanismos tendientes a hacer al general a un lado de la SENAD, quienes perseguían a Rosa Rodríguez no eran los barones de la droga, los jefes mafiosos de los cárteles; se trataba de las personas entrenadas justamente para activar contra el tráfico.

2. El poder militar cae dentro de ese complejo contexto y complementa al factor anterior. Comenzando por el carácter mismo de la carrera profesional de la víctima y del supuesto victimario, es difícil dudar que ciertos uniformados verdeolivos realmente están involucrados. Aunque en situación de retiro, el general Ramón Rosa Rodríguez era un militar cabal. El principal sospechoso, Juan Ruiz Díaz, también era verdeolivo.

El apoyo y sustento de Rosa Rodríguez para obstruir la tarea independiente norteamericana dentro de la SENAD y soportar la presión de la DEA y de la CIA pertenecía al ámbito militar: el Gral. Lino Cesar Oviedo, persona tampoco grata a los intereses de los norteamericanos, considerado por estos como principal responsable del desmantelamiento de la lucha antidrogas de nuestro país en ese entonces. Dentro de ese engranaje, existía una verdadera guerra, no declarada, entre dos poderes fácticos: la Embajada de Estados Unidos y el general Lino Cesar Oviedo, cuyo "caballo de batalla" en el ámbito antidrogas era el general Ramón Rosa Rodríguez. Este cumplía a cabalidad su misión de no dejar operar con libertad y tranquilidad a los funcionarios norteamericanos de la DEA y de la CIA. Las famosas "oficinas paralelas" de la CIA, que no eran sino equipos de espionajes de alto vuelo conformados y activados por agentes paraguayos de la SENAD entrenados por los norteamericanos, desarrollaban sofisticadas tareas de vigilancia sobre las vidas privadas y públicas de políticos, parlamentarios, empresarios, militares, periodistas, etc. Esto no funcionaba con eficacia por culpa del molestoso general Ramón Rosa Rodríguez quien presuntamente seguía instrucciones de Oviedo, atendiendo a sospechas de los propios norteamericanos y de la inteligencia policial. El odio de los norteamericanos hacia Rosa Rodríguez y hacia el propio Lino Oviedo era obvio. Los americanos querían fuera de la SENAD a Ramón Rosa Rodríguez.

3- El tercer factor en juego dentro de todo este esquema del trasfondo del crimen sería el pasional, que no exoneraría el homosexualismo. Este elemento constituye posiblemente el más delicado, por lo misterioso.

Fuertes versiones de que algunos sospechosos en el caso del general Ramón Rosa Rodríguez y en otros -como el del frustrado atentado de la escribana Rossana Berino Arce- desarrollaban tendencias personales no "normales" fueron comentadas a diferentes autoridades por testigos. Una de ellas, posiblemente una de las más reveladoras, la dio el ex agente especial Jorge Paredes Verón, quien brindó datos concretos a la Comisión Bicameral de Ilícitos (CBI). La frase dada por el capitán Ruiz Díaz al confesar el asesinato a la CBI -"lo maté al general en su intimidad"- constituye un mensaje hasta ahora no descifrado a cabalidad por ningún investigador. Esta expresión es, sin dudas, uno de los más grandes misterios, no develados, en pesquisa cualquiera realizada en torno al caso RRR.

Los dos casos criminales (Rosa Rodríguez y Rossana Berino) probablemente fueron ordenados e impulsados por esa misma influencia, presente dentro del submundo de la SENAD y judicial, algunas de cuyas autoridades mantenían sólida e íntima amistad con los agentes pro- norteamericanos de la DINAR y de la DEA, a quienes facilitaban un libre e impune accionar. Estos hechos estaban bajo la lupa del general Ramón Rosa Rodríguez.

Dentro de este contexto no se puede excluir a la ya mencionada decoradora de la SENAD, que presuntamente mantenía curiosa amistad con el capitán Juan Ruiz Díaz. El propio capitán reveló esta situación a los siquiatras que lo inspeccionaron tres semanas después del asesinato. El capitán aparentemente alimentó resentimiento hacia su jefe debido a que Rosa Rodríguez habría intentado "cortejar" a esa dama.

Es difícil dudar que la desemejanza de criterios en cuanto a la lucha antidrogas, exteriorizados por el general y los norteamericanos, tuvo influencia en el desenlace. Rosa Rodríguez había logrado anular a los norteamericanos en la SENAD. Según estos últimos, lo hizo siguiendo instrucciones de Lino Oviedo, para permitir eficaz protección a los personeros del narcotráfico concentrados en ciudades fronterizas.

La amistad y alianza que existía entre yanquis y agentes paraguayos (entiéndase Berni, Rodas y sus respectivos grupos) con el capitán Juan Ruiz Díaz; y las diferencias y enemistad no declaradas entre Ruiz Díaz con el general Ramón Rosa Rodríguez también constituyen elementos reveladoramente coincidentes.

***

La muelle del general R Rodríguez también tuvo efectos secundarios que serán analizados en los siguientes anexos en esta misma obra. Su influencia destapó pavas hirvientes, dejando escapar vapores envenenados que fueron hábilmente dirigidos por ciertos entes de seguridad oportunistas hacia otros grupos con quienes se disputaban espacios de poder.

Viejas y otras no tan antiguas relaciones de amistad entre autoridades y conocidos hampones se fueron develando en el transcurso de la investigación y serán detallados en los próximos anexos.

Al final de todo, un caso simple de resolver, perpetrado a plena luz del día, ante la vista de decenas de personas en un lugar poblado y transitado, se complicó hasta el punto de que, hoy por hoy, develarlo se torna casi una utopía. Gran cuota de responsabilidad la tienen los militares que obstruyeron la tarea de la justicia, evitando que los investigadores accedieran a las evidencias y a los testigos sino hasta varios días después, ya cuando muchos elementos claves se borraron.

Es de esperar que, en un futuro no muy lejano, nuestros gobernantes dejen de jugar al ciego y al tuerto y logren captar cabalmente la decepcionante calidad moral de algunas autoridades destinadas a cumplir tareas de alta responsabilidad; esa misma cuota de deber que, al ser mal canalizada en aras de intereses sucios y egoístas, estimula la expansión y el dominio de la podredumbre y la corrupción en el panorama nacional, alimentando con vehemencia a las que ya heredamos de la hedionda dictadura stronista cuyas influencias, traducidas en elementos de seguridad corrompidos, aún golpean nuestros estómagos y nos provocan una ya prolongada e intolerable náusea.



ANEXO 1

- ENTREGA VIGILADA O TRAFICO AUTORIZADO?

El 13 de setiembre de 1990 un avión boliviano aterrizaba en una abandonada pista de un lejano páramo chaqueño conocido llamado Piky Rendá, ex Parque Cué, a 340 kilómetros al noroeste de Filadelfia, a escasos 30 Km. de Bolivia. Transportaba cocaína desde la localidad de Santa Ana de Yacuma, Bolivia.

El capitán Ubaldo Sisa, del destacamento de Gabino Mendoza de la 6a. División de Infantería, halló con sus hombres un avión supuestamente abandonado con 343 kilos de la droga. Al menos, esa fue la historia oficial dada por el Gobierno del presidente de la República de entonces, el Gral. Andrés Rodríguez.

Montaron una reunión de prensa en la localidad de Mcal. Estigarribia. El juez de turno, Amulfo Arias, instruyó sumario en el mismo corazón del Chaco. Los jefes militares, los agentes de la SENAD y los hombres de la Embajada de EE.UU. participaron de lo que, al final, se descubrió fue una farsa.

Tuvo que morir el Gral. Ramón Rosa Rodríguez para que trascendiera que fueron el piloto Amado Recalde y su colega boliviano Carmelo Egues Rodríguez los hombres que llegaron a Parque Cué con el avión y la droga. Ambos fueron detenidos por el capitán Sisa en Parque Cué aquel 13 de setiembre de 1990. Rosa Rodríguez tenía intenciones de hacer público el trasfondo y circunstancias en que se desarrolló esta "entrega vigilada", mal desarrollada y culminada. El ex jefe de la SENAD pretendía demostrar que sus antecesores habían montado lo que, él consideraba, era una mojiganga de ribetes escandalosos.

El general reveló a amigos suyos, personas de su confianza, allegados al entorno del presidente Wasmosy, que accedió a información importante sobre el tema Parque Cué. La reveladora charla se llevó a cabo pocos días antes de su muerte, en su oficina.

En voz baja, como queriendo denotar que sus subordinados lo espiaban, el jefe antidrogas de Paraguay advirtió: "El Gral. (Andrés) Rodríguez y el Gral. (David Marcial) Samaniego están metidos hasta "aquí" en el caso Parque Cué. Si hubiera sabido esto de antemano, no habría aceptado el cargo. Pero ahora que ya estoy aquí, voy a seguir. Nadie va a evitar que esto se aclare".

Los 341 kilos de cocaína que llevaban Recalde y Egues eran encomienda enviada por el clan narcotraficante boliviano de Oscar Rocca Suárez, alias "Techo de Paja". El avión debía aterrizar en Nueva Asunción pero, por problema de orientación y de combustible, o no se sabe por qué, lo hizo en la clausurada pista de Parque Cué.

Rodríguez, Samaniego y el resto declararon y ratificaron ante el juez que no sabían nada del piloto ni del origen de la carga ni de nada. Mintieron, el operativo -una supuesta entrega vigilada- fue autorizado por el propio Andrés Rodríguez y dirigido por David Marcial Samaniego, en coordinación con la DEA.

Tras el destape de la olla, los responsables del procedimiento sostuvieron que Parque Cué permitió la caída de muchos peces gordos del narcotráfico, como "Techo de Paja" Oscar Rocca Suárez y otros.

El ex presidente de Bolivia, Jaime Paz Zamora, y el jefe antidrogas, Lucio Añez Rivera, negaron haber tenido participación y conocimiento del procedimiento que se inició en Bolivia. Lo calificaron como un simple y común tráfico de drogas. Aunque es probable que esta afirmación exagerada, no se puede dejar de cuestionar la actitud tomada por las autoridades de ocultar lo que verdaderamente ocurrió, incluso al Poder Judicial.

Recién cuando se cumplían tres días del atentado que acabó con la muerte de Rosa Rodríguez (casi cuatro años después de haberse registrado el aterrizaje de la avioneta con la droga), cuando los investigadores llevaban la pesquisa del homicidio dirigiéndola hacia Parque Cué, el entonces encargado de negocios de la Embajada de listados Unidos en Paraguay. Gerald Mc Culloch, afirmaba que Parque Cué había sido una "entrega vigilada" ejecutada con la asistencia de la DEA.

"Parque Cué fue una operación aprobada por el entonces presidente Andrés Rodríguez, con la coordinación del general Samaniego y fue ejecutada por las fuerzas de DINAR, con la asistencia técnica de la DEA". ( 1 ).

Mc Culloch negó enfáticamente que existiera presunción del gobierno de Estados Unidos de una supuesta responsabilidad criminal del general Andrés Rodríguez en la operación Parque Cué. "El (Andrés Rodríguez) aprobó la operación".

El piloto Amado Recalde. alias "Kamikaze", sin embargo, acusaba indicando que el general Andrés Rodríguez le pagó cinco millones de Guaraníes para ir a Bolivia en busca de la droga y llevarla hasta Nueva Asunción. Insistía en que la carga pertenecía al ex presidente Rodríguez y al ex titular de la SENAD Samaniego.

Como consecuencia de la falta de claridad de información de parte del Gobierno -lo menos que podían haber hecho era sincerarse con el Poder Judicial-, la duda sobre la transparencia de esta "entrega vigilada" sigue vigente, casi tanto como en aquella mañana de setiembre de 1990 en que presentaron la droga y un avión boliviano, supuestamente abandonados, en Mcal. Estigarribia durante una rueda de prensa.

 

El "Diploteatro"

Diploteatro. Esa fue la definición dada por el ex embajador de Estados Unidos en Paraguay, Timothy Towell, a la "entrega vigilada" denominada Parque Cué la cual -muy a pesar de los hombres de la DEA- no resultó como los americanos deseaban. La muerte del Gral. Ramón Rosa Rodríguez movió resortes en diferentes ámbitos investigativos hasta que saltó la verdad sobre el caso Parque Cué. Recién en ese momento, el término Diploteatro surgió de la boca de la máxima autoridad norteamericana de nuestro país, quien de esa manera buscaba justificar la anterior ligereza.

El "diploteatro" fue el reconocimiento implícito de todas las autoridades involucradas de que este operativo de drogas no poseyó la claridad que debió tener un tipo de procedimiento -la "entrega vigilada"- cuya legalidad siempre se estuvo pendiente de un hilo.

Las versiones dadas por protagonistas del caso Parque Cué ante la Comisión Bicameral de Investigación (CBI) dejaron sorprendentes informaciones que tenderían a sospechar que las "entregas vigiladas" -al menos en nuestro país- nunca se encontraron lo suficientemente "vigiladas" y controladas por las autoridades competentes, es decir, del Poder Judicial.

El capitán Ubaldo Sisa, el mayor (SR.) Alejandrino Acuña, el ex agente especial Miguel Ángel Berni y el Gral. David Marcial Samaniego testificaron datos insospechados del modus operandi utilizado en ese poco conocido trabajo antinarcótico conocido como "entrega vigilada" u "operativo encubierto".

Datos inéditos del caso Parque Cué -como los 210.800 dólares transportados en el avión, gastados sin autorización de juez competente por jefes militares; y de la misteriosa puesta en condiciones de la entonces destruida pista de Parque Cué, hecho que ni los propios agentes de la DEA aún pueden explicar- salieron a la luz en esas reveladoras entrevistas,

Un "intruso" lo entorpeció todo: Ubaldo Amulfo Sisa Alarcón, capitán de Infantería. Cuando el destino le encomendó la poco envidiable tarea de descubrir la carga de Parque Cué y de desenmascarar la sospechosa “entrega vigilada" de setiembre de 1990 en aquel desolado, abandonado, caluroso y desértico Parque Cué, Sisa se desempeñaba como oficial dependiente de la Sexta División de Infantería, con asiento en Mcal. Estigarribia. Era comandante del chaqueño destacamento Gabino Mendoza, frontera con Bolivia. Los detalles que brindó ante los parlamentarios Elba Recalde, Carlos Romero Pereira, Basilio Nikiphoroff, Luis Alberto Mauro, Blas Llano, entre otros, no tuvieron desperdicios. Se trató del testimonio más completo que sacó a la luz todas las aristas que rodearon al descubrimiento de lo que, Sisa pensó en principio, se trató de la caída del más importante cargamento de drogas del Paraguay hasta ese entonces:

"Yo era comandante del destacamento. Mi misión era de trabajo. Estábamos haciendo desmonte, un desmonte con destronque en 32 hectáreas, tenía 60 hombres aproximadamente. Unos cuantos suboficiales a mi cargo, cuatro o cinco, no recuerdo tan bien, nos ajustábamos siempre al horario de trabajo del Ejército. Terminábamos de ranchear, es el término que usamos para el almuerzo. Nos desplazábamos al lugar de trabajo, tenía un guía a mi cargo. Era del destacamento de la Sexta División. Entonces, vimos pasar de hacia Bolivia...Era un avión, desde Bolivia. Venía el avión y se dirigía hacia Parque Cué. No sé si ustedes tienen conocimiento o al menos el mapa...Parque Cué está a 30 kilómetros del Fortín, hacia el sureste. Entonces yo vi el avión que venía, estaba conmigo el sargento ayudante Hermosa. Teníamos un enfermero, otro sargento... un motosierrista...Entonces miramos, comentamos así en guaraní, recuerdo que dijimos: "qué tal si aquél se va hacia Parque Cué". Siempre se sabía que Parque Cué era un destacamento...antes había una pista en ese lugar, no es ningún secreto. Era un secreto a voces que antes bajaban aviones y traían cuero (pieles de animales silvestres de contrabando), etc.".

"Hace poco había ocurrido un accidente en ese lugar, no sé si ustedes recordarán donde murió un oficial paraguayo con dos bolivianos. ( 2 ) A raíz de ese suceso se cerró el destacamento de Parque Cué. Entonces el comandante en Jefe del anterior gobierno (a cargo de Andrés Rodríguez) dispuso la reapertura de Gabino Mendoza y el cierre inmediato de Parque Cué. Eso conllevaba la clausura de la pista. Entonces, se clausuró la pista, se desmanteló, se cerró todo aquello. Se sabía que anteriormente venían aviones. Incluso ese era el motivo (de la clausura de la pista). Cayó un avión, se murió un oficial paraguayo, dos bolivianos. Un oficial era, creo que era oficial, era Silvera, Tte. Silvera. ( 3 ) Entonces, le dije al sargento ayudante José Hermosa, enfermero: "vamos Hermosa a ver". Era más para matar el tedio. Ahí no había lunes o domingo, daba lo mismo. Entonces, subimos al Jeep. Recuerdo que comimos un dulce que me enviaron dos meses atrás. Vinimos comiendo, charlando y llegamos a Parque Cué. Eso habrá sido entre 13:30 y 14:30. Fue después del mediodía. Llegamos a Parque Cué y allí no había nada. No estaba el avión. Bajamos, estuvimos curioseando, vimos la casa desmantelada. Había incluso una cama donde se le puso al oficial que murió. ( 4 ) Me dijo el sargento: "acá le acostaron al Tte. Silvera mientras se aguardaba se le llevara a Asunción...o sea, a Mcal. Estigarribia".

"También vimos la tumba. A los bolivianos les enterraron en el lugar, al ras del suelo. Al paraguayo lo rescataron. Estuvimos mirando la tumba. Entonces decidimos que si no había nada...cuando me dijo el sargento que esperara un rato. Había un...no sé cómo llamarlo, un yuyal, una maleza al otro costado de lo que era la pista. "A veces ellos guardaban cueros por acá...cuero de yacaré, caimán", me dijo. Entonces, subí al Jeep y arranqué. Cuando fui a recogerlo, escuchamos el ruido de una máquina. Era el avión, pero como solamente había una pista, después todo era monte, no supimos qué hacer. Es que Parque Cué...conocen Parque Cué?. Es un lugar sumamente inhóspito, muy caracterizado por no tener árbol o algún lugar hermoso. Escuchamos el ruido. Se notaba que volaba a baja altura. "Es un avión militar", dijo mi sargento. Hago la aclaración que cuando yo le dije al sargento Hermosa: "vamos a ver un poco". Me dijo también el sargento Silva: "me voy también contigo, mi capitán".

"El sargento Silva se llamaba José, sargento de Infantería. Es un nativo de Mcal. Estigarribia. El otro es sargento ayudante José Hermosa. Entonces nos metimos en el malezal. Metí mi pie debajo de un arbusto y vimos pasar al avión. La pista había sido supuestamente destruida, pero no estaba inutilizada. ( 5 ) En el medio había un montón de una viga. Entonces utilizaron como trescientos metros de pista. Al cruzar, yo he visto el avión. Tenía la bandera boliviana, pero la matrícula estaba pintada. Aterrizó, pegó la vuelta, paró. Abrió la portezuela, se bajó una persona. Entonces yo le dije a Hermosa...cuando venía la persona -luego supe que se llamaba Amado Recalde- trató de comunicarse por radio. Se notaba que quería hablar por radio. Nosotros les salimos. Yo le alteé. Le apunté a la persona que se bajó. Le requerí quien era, qué hacía, porque lo único que nosotros pensábamos es que era contrabandista, que era un "cuerera". No pensaba en otra cosa, pero sí en cuero, telas. En ese tipo de cosas siempre hay un relevamiento".

"Hay una cosa que considero importante. Este señor -Recalde- se bajó, no quiso ajustarse a la orden de alto. No quiso quedarse. El tipo no quiso...algo, no sé si sacó su mérito, nos dijo que él era enviado...de cierta persona. Yo le dije que no me interesaba. Me dijo que venía por instrucción del comandante en Jefe. Me nombró al presidente, el Gral. Andrés Rodríguez, le nombró al Gral. (David Marcial) Samaniego. Que por eso él estaba ahí. Dijo también que era personal destacado de la Embajada americana, que él trabajaba con la DINAR, o trabajaba para dios, que él era una suerte de agente, no puedo precisar si dijo agente especial, pero sí me dio a entender que era eso".

"El boliviano (el piloto Carmelo Egues Rodríguez) estaba en el avión. Me dio una serie de explicaciones de entrada. Yo le dije al señor que se arrodillara. Les hice arrodillar. Le dije (a Recalde): "bájele a su amigo, a su acompañante. El otro estaba hablando. Yo no entendía. No sabía si nosotros podíamos...nosotros teníamos un fusil de repetición. El sargento y el otro sargento tenían un revolver. Yo era el único que tenía una automática. No sabíamos...pensé en ese instante en mil cosas. Podía venir una camioneta llena de gente a buscarlos. Yo lo único que quería era detenerlos y tenerlos bajo control. Entonces se bajó el otro, este boliviano que nunca nadie mencionó. Yo tengo acá su nombre. Se llamaba Carmelo Egues Rodríguez. Yo le dije a Egues, le requerí su documento. Nació en Santa Ana, Beni. El tipo supuestamente no sabía nada. Y ya comenzó a llorar ahí. El paraguayo le dijo tranquilo. Entonces le dije "soy el capitán Sisa, comandante del destacamento de Gabino Mendoza". Todo fue circunstancial. Yo no sabía nada. Si sabía, Dios mío, jamás hubiese hecho...hubiese sido más fácil hacer la vista gorda que estar metido en este lío" (...).

"Yo le requerí sobre su documento y me dijo Recalde "no, yo no". Estuvo queriendo corrernos con la vaina allá, en el Chaco, cosa que no iba a permitir y no permití tampoco. Entonces le dije que a mí no me importaba, que eso iba a tener que decirlo donde tuviera que decir. Entonces me dijo que el Edecán del Presidente, el Cnel. Sanabria, que hizo contacto con el presidente de la República, le hizo hablar con al presidente Rodríguez. Dijo que trabajaba con la DEA, que pito que flauta. Una serie de cosas. Luego, le dijo que me dijera lo que traía en el avión. Me dijo sin ningún tipo de problema: "cocaína". Eso era gravísimo para nosotros allá. Con cinco fusiles, teníamos sesenta hombres. Nuestra misión era echar montes.

Teníamos cinco fusiles nomás. No sabíamos qué podía venir detrás. Los fusiles estaban a treinta kilómetros. Entonces, me acerqué al avión. Vi. Le hice detener a los implicados por los sargentos. Revisé el avión. Tenía la llave. Tenía una carta de navegación, un bidón con sesenta litros de combustibles aproximadamente. Le pregunté por qué aterrizaron ahí. Me dijo que se perdieron. "El Gral. Samaniego nos está esperando en Nueva Asunción. Nos perdimos y nos bajamos acá para reabastecemos e irnos otra vez. Acá nos orientamos", me dijo".

"En esos términos se me dirigió. Yo les pregunté si tenían armas. "Si tenemos", dijo. Tenía un revolver 3.57 niquelado. Recalde me dijo que traía por seguridad, supuestamente para entregarle al Gral. Samaniego y su comitiva. Le pregunté si no tenían nada más. Eran diez fardos bien hechos. Luego resultó ser cocaína de alta pureza. Tenía 300 y pico de kilos ( 6 ).

Había entre el asiento del piloto y el acompañante una bolsa de plástico. Esa bolsa que se usa para basura. Dijo que había dinero. Bueno, abrí y era otra bolsa metida dentro de otra bolsa. Quité eso, eran fajos envueltos en papeles de aluminio. Saqué el papel de aluminio, siempre en presencia de Recalde y del sargento Hermosa, que era el más entendido. Entonces, cada fajo, decía en la precinta, Banco Nacional de La Paz y en el fondo unos billetes que no estaba con el fajo, pero acomodado. Todos eran de cien dólares. Y los que estaban sueltos eran de diez y de veinte, eran plata más chica. La bolsa venía así más o menos, prácticamente llena y estaba atada. Abrí, estaba otra vez atada. Abrí, estaban los billetes...perfecto, no sé cuántos fajos había. Te puedo asegurar, yo conté y reconté mil veces y había 210.800 dólares". ( 7 )

"Bueno, entonces a partir de ahí le pregunté a Recalde: "cuanto hay?". "Mi capitán -me dijo-, vos vas a saber cuanto hay ahí". Me dio a entender que yo podía sacar de ahí lo que yo quisiera. Yo no soy ningún estúpido. Soy una persona que hace carrera. Tengo cuatro hijos. No voy a estar apeligrándome. Si yo sabía bien que detrás de eso podía haber otras personas mucho más envidiosas que me podían perjudicar".

"Entonces, a partir de ahí, le dije al sargento Hermosa: "hágase cargo". Les atamos. Le senté al boliviano a mi lado y Hermosa con el otro sargento iban con el paraguayo. Hermosa en ningún momento se salió de mi vista ni tampoco de la vista de Recalde. Llegamos a Gabino Mendoza, descargamos en mi carpa...porque vivíamos en carpa. Le llamé a Recalde, le llamé a Hermosa y contamos juntos. Contamos dos veces acá, delante de Recalde, sin que en ningún momento él haya perdido de vista el dinero. Encontramos 210.800 dólares, vuelto a contar...210.800 dólares" (...).

- CBI: Vuelva al momento de la declaración, por qué ese cambio en la declaración. Por qué usted dijo que el avión estaba abandonado?. ( 8 )

- "Bueno, no, no es que...a mí me ordenaron decir. Yo recibí una citación para declarar ante el juez Amulfo Arias, pero antes que eso, después del operativo, ese primer domingo, yo fui relevado. Fue miércoles. El viernes o sábado yo fui relevado. Vine relevado de la Sexta División. El domingo 17 de setiembre (de 1990) porque al día siguiente, lunes, tenía que ir el juez. Mandaron a periodistas para el procedimiento de quema, no sé qué cosa...( 9 ) (...)

CBI: Y la droga?.

"La droga la traje yo. El dinero, el revólver y los ciudadanos en mi Jeep hasta Gabino Mendoza. Ahí contamos en presencia de Recalde el dinero. Una salvedad; para que sepan cómo era Recalde en aquel entonces. Tenía bastante alas y ahora está en plan de desinflado. (10) Bueno, después comuniqué e inmediato a mi base, Mcal. Estigarribia. Mi comandante era el Cnel. Evelio Fabio Benítez. Él estaba en Asunción. Una novedad como esa yo no podía comunicarle a cualquiera. Entonces, yo hablé por radio a Asunción. Se podía hablar a Asunción. Quise hablar con él. Me dijeron que no estaba. Entonces, yo le dije al sargento-radioperador. Este me dijo que no quería hablar conmigo. Le dije que era una novedad muy urgente, muy urgente. Se fue, le dijo otra vez al Cnel. Benítez. Me hizo decir que ya estaba regresando a la base. Perfecto entonces. Yo le llamé al número 2 del cuartel, el Cnel. Apuril, jefe de Estado Mayor. No estaba, se fue de cacería. Eso fue en Mcal. Estigarribia. Entonces, yo le llamé al número 3, que es actualmente el Gral. Pedro Hugo Cañete. Era comandante de Regimiento. Hablé con Cañete y le expliqué. Le pasé los nombres, le conté todo lo acontecido. Ahí inmediatamente le comunicó al comandante del Tercer Cuerpo interino. Creo que en aquel entonces era el Gral. López Giménez, porque no estaba tampoco el Gral. Ricardo Rojas Ortiz. Los comandantes de entonces comandaban sus unidades a "control remoto" desde Asunción. Los que estábamos allá éramos nosotros. Entonces, ahí se armó un lío grande. Ya le comunicaron al presidente. El presidente Rodríguez vuelve a llamar. Ahí me llama ya el Gral. Rojas Ortiz. Ya entra en frecuencia. Me pregunta. Yo le cuento los detalles Ya me llama el Cnel. Benítez. Me pregunta por qué no le conté. Yo le dije que le quise avisar en forma reiterativa. No me atendió. Luego, me felicitó efusivamente y me dijo que los ate de manos y pies (a los detenidos) y que los tenga ahí.

(...)

Al día siguiente, a primera hora iría llegando una comitiva de la Policía Militar y yo tenía que entregarle a esa gente, más la droga, más la plata, más el arma. Entonces, yo mandé un grupo con sargento y cinco soldados en mi Jeep a Parque Cué para que hicieran un retén, una seguridad alrededor del avión por cualquier cosa. Nos quedamos ahí. Entre las doce de la noche y la una, encendimos unas luces. Ya nos enteramos que salió una comitiva desde Mcal. Estigarribia para ir a traer al personal. A la madrugada, vi luces. Vi que pasaron dos o tres camiones, pero se equivocaron. Siguieron el camino, pasaron de largo, y se fueron llegando en Jacarandoria, Bolivia, el 17 de setiembre. Allí le dijeron que estaban en Bolivia. El campamento paraguayo está allá, le indicaron. Pegaron la vuelta y vinieron. Llegó la comitiva. El Gral. Samaniego bajó. Me trató con mucho respeto y mucha decencia y le agradezco eso".

"Después bajó una persona, un señor de edad que se identificó como el mayor (Alejandrino) Acuña, alias Rolo. Me habló fuerte, me vociferó. Me dijo que era el mayor Acuña. El me vapuleó. Ahí llegó este Miguel Ángel Berni, Robert Ridler (11). Ridler me dijo que era de la DEA. Llegaron armados hasta los dientes. Entrando Berni, me dijo que ya le agarraron a mi retén en Parque Cué. "Ya le agarramos todo a tus ra’y kuéra (a tus subordinados), ya agarraron el avión". Eso quería decir que vinieron por Parque, interrogaron al sargento... llegaron donde estaba el avión".

"Entonces este Robert Ridler estaba con el Gral. Samaniego, con Miguel Ángel Berni, estaba el comisario Fulvio Aldama, estaba el mayor Acuña. Este Acuña me trató muy mal. Después hablamos con el Gral. Samaniego. Le dije que yo los agarré, que todos eran civiles. El Gral. Samaniego se preocupó. Hablaban entre ellos. "Esto es una operación encubierta, el presidente lo sabe, pero en fin, qué hora puedo hablar con el Gral. Rojas Ortiz?", me preguntó. Le dije que mañana a primera hora". "Ahí me interrogó este Acuña: "dónde está la plata, donde está la plata!. Para nosotros había 210.000 dólares", me vociferó. No le hice caso a este señor. Le dije a Samaniego que ahora estaba tranquilo porque yo sabía que en cualquier momento me podían tirar la pelota sobre la plata que encontré".

(...) Entonces vinieron policías militares para llevar todo, no sé si querían llevar el avión, lo que sí que hasta electricista trajeron. Un tal mayor Martínez iba a llevar a los pilotos. Les alzaron a los pilotos. Les ataron. Estos no querían que se los ate. Los de la DINAR dijeron por qué lo iban a atar si eran hombres de ellos. ( 12 ) Recalde protestó mucho: "cómo, si ustedes me prometieron...yo soy de ustedes, díganle que soy de ustedes", se quejaba Recalde".

"El boliviano no estaba, el piloto boliviano estaba aparte. Recalde fue a hablar con ellos (con el Gral. Samaniego y acompañantes). Ellos le vieron a Recalde y vieron la droga y vieron todo. Al día siguiente llegó la policía militar y allí entonces se sacó la droga. Yo labré un acta, senador. Quiero que tenga presente esto. Yo labré un acta en una hoja cualquiera, de un cuaderno que yo tengo acá. Esa hoja, ese acta, me sacó el Gral. Rojas Ortiz. Yo labre un acta haciendo costar la carga, la cantidad por fardo, diez fardos de droga, el avión que le quité la llave, que remití el hecho en sí, nombres del piloto y copiloto, el contenido del avión, el dinero en cantidad, 210.800 dólares, el revolver con número de serie. Yo tenía esa acta. Entonces guardé eso. Le agradezco a un personal de DINAR que me dijo: hace un acta. Le hice firmar a cuatro integrantes de la comitiva de la policía militar y a cuatro de los que estábamos allí. Entonces ellos trajeron la droga, trajeron en un camión Toyota, trajeron la droga, los presos, todo. El Gral. Samaniego con su comitiva iban para hablar en Mcal. Estigarribia y explicar la situación al comandante, que hubo un malentendido, que era una operación encubierta".

"Siempre hablaron de esa operación encubierta; dijeron que lastimosamente este piloto (Recalde) era un estúpido y toda la noche anterior fue así. Este Robert Ridler se plagueba...que iba a fundir la operación. En vez de ir a bajar en Miami, se perdió y vino a bajar acá, que se fundió todo".

"Fui relevado dos días después. Yo tenía el acta. Estuve en Mcal. Estigarribia. Tras arribar el Gral. Rojas Ortiz y el Cnel. Evelio Benítez me preguntaron a qué hora llegué. Les dije que a la noche. Rojas Ortiz me pidió el documento. Le entregué el acta (...). El domingo, Robert Ridler seguía: "Felicitaciones, magnífico capitán, la operación se fue al mazo. Usted cumplió con su deber, usted no sabía nada". ( 13 ) Luego, el comandante Rojas Ortiz me hizo llamar. Fui en una bicicleta. Estaban Rojas Ortiz, el Gral. Samaniego, el Gral. Galo Escobar, el Cnel. Evelio Benítez. Este me dijo: "mire Sisa, me dijo el Gral.. Rojas Ortiz...resulta que acá hubo un mal entendido. Se estaba haciendo una operación encubierta. El Gral. Samaniego estaba esperando ese cargamento en Asunción. El piloto se confundió, se perdió, bajó ahí, en Parque Cué.(14) Entonces se va a destruir la carga, se va a quedar en la nada este operativo. Costó tanto sacrificio, tanto tiempo, tanta plata, tanto esfuerzo. Me dijo que no tenemos alternativa. O contar todo y se pierde todo o... Pero no es la intención ni la idea o crear una situación (...). Vamos a decir que usted encontró el avión, usted se fue de patrulla y encontró el avión con la llave puesta, con el cargamento". (15) Esto último me dijo Rojas Ortiz...El Gral. Rojas Ortiz me dijo así en presencia de Evelio Benítez (...) El Gral. Samaniego también estaba presente. No decía nada. Luego de la conversación, me dijeron que iban a venir periodistas y el juez. "Si a usted le llega a abordar algún periodista, usted tiene que decirle que fue así porque, de lo contrario...". A su orden mi general, le respondí. Yo me daba cuenta de lo grave que era eso, pero también me daba cuenta de que esa mentira era necesaria para ...que sé yo, era altruista. Según ellos, tenía que caer en Míami, ellos eran gente responsable de todo aquello...".

"Al día siguiente me preparé, pero grande fue mi sorpresa que a las 05:30 me ordenaron a ir a traer leña. Bien temprano fui con mi personal. Fui al monte a hacer leña para la cocina. Vine ya tarde, cuando ya todo pasó. Ese día nomás fui llamado para el curso de capitán, para la escuela de capitán en la Escuela de Aviación, en Asunción (16). El Gral. Rojas Ortiz me llamó a su casa. Llegué y el general me dijo: "el Sr comandante en Jefe (Gral. Andrés Rodríguez) cree que hay que darle un premio por su magnífica actuación". No sabía que era el premio. Sacó dos, tres, duda, me mira, después saca cuatro y cinco...cinco millones de guaraníes me entregó. Le agradecí. Me dijo que me fuese y cumpliera con mi compromiso. Creo que uno tiene que ser justo. A mí me están incinerando por radio por todos los medios. Yo no tengo capacidad ni potestad para refutar aquello. Solo he recibido un premio y he aceptado orgulloso porque he cumplido con mi deber, es mi obligación". ( 17 )

"Me duele cuando la gente dice que me pagaron para que silenciara. Yo pude "comer" los 210.800 dólares o picar tres cuarto... no sé mi precio, un precio mental. Yo estoy con la satisfacción de haber cumplido con mi deber".

CNI: Usted sabe quién era el propietario de la droga?".

"Solamente que era una operación encubierta y que DEA estaba detrás".

CBI: Tuvo conocimiento de quien era el propietario o para quien era esa bolsa con dinero?.

"Para el Gral. Samaniego, para solventar, para que se pague , una suerte de transada, eso es todo".

CBI: Capitán, cuánto dinero se quedó de ese paquete para el Tercer Cuerpo de Ejército. A quien le entregó?.

"Yo le entregué al capitán Pedro Martínez Sanguinetti".

CBI: Se hicieron obras después de eso?.

"Yo vine enseguida, nunca más me fui. Yo vine en los primeros días de febrero. Se hacían las obras (en el Tercer Cuerpo de Ejército)...no sé si con ese dinero. Yo no tenía acceso. Usted entenderá que hay demasiada diferencia entre...yo soy capitán, ellos están muy por encima ..( 18 )


EL HOMBRE QUE CONCIBIÓ Y PARIÓ PARQUE CUÉ

El mayor (SR.) Alejandrino Acuña resultó ser el hombre clave en todo esto que se denominó por obra de la casualidad "Parque Cué". De carácter fuerte, burlón y hasta prepotente si se quiere, Acuña constituye una figura básica, indispensable dentro de todo este esquema.

Ya pasado los sesenta años, de aspecto débil, algo descuidado, este hombre no dejaba de sorprender al emitir mensajes. De hablar fuerte y seguro, Acuña no solo convencía a los incautos a quienes incluso asustaba.

Agente especialista de Inteligencia, altamente preparado por los norteamericanos, el mayor retirado Acuña sobresalió en operaciones aéreas especiales en época de sus actividades como militar activo. Su relato reveló los entretelones del caso Parque Cué y delató a los "cerebros" del cartel boliviano que debían atacar y a los propietarios de la cocaína incautada, por casualidad, en lejana pista chaqueña. Además del conocido Oscar Rocca Suárez, alias "Techo de Paja", fue aprehendido otro sujeto boliviano, Avelino Domingo Guzmán, alias el "Teniente Aviador", dueño del laboratorio de cocaína más grande de Bolivia, tío del propio Rocca. "Cuando pasé a retiro, me dieron una hora para que abandonara el país. Fui a Foz de Yguazú y me recogió Carlos Barreto Sarubbi. ( 19 ) Entonces, la DEA contactó conmigo a ver si yo quería trabajar para ellos en esa zona". El relato del mayor Acuña se remontaba a 1980.

La entrevista de Acuña con los parlamentarios de la CBI ya había comenzado:

"Yo les voy a decir una cosa que ustedes nunca escucharon todavía.

Quien concibió, parió, realizó, dirigió y ejecutó la obra (Parque Cué) fui yo". "Ya cuando estaba retirado, Barreto Sarubbi me trajo de Foz a trabajar por esa zona y por ahí los americanos me conocieron. Fui tratado por ellos. Me contrataron y trabajé para ellos, pero nunca dentro del Paraguay. Mi operación se efectuaba en el extranjero. En Bolivia, Colombia, Panamá, estuve en Europa. Siempre con la DEA. En 1990 salí de la DEA. Llegué a Asunción y estaba pagado por la DEA, pero se creó este Consejo Nacional Antidrogas (20) y entonces ellos me sugirieron para trabajar con el Gral. Samaniego. Samaniego estaba totalmente perdido en el tema. Fui uno de sus asesores".

- CBI: Cómo concibió la operación de Parque Cué..?.

"Tiene dos años más o menos de preludio, por llamarle de alguna manera (...). Los americanos, los de la DEA, contactaron con un ex presidente de la Liga Boliviana de Fútbol que era dueño de una cadena de televisión. Se llamaba Roberto Richard. Era dueño de una cadena de televisión, Canal 5. A través de sus influencias, (los norteamericanos) le facilitaron jugadores, medios, sobornos a árbitros y esas cosas más o menos así. Es sucio el trabajo".

"En ese entonces, yo trabajaba con la gente de la DEA. Jimmy Bradley era uno de ellos. Fue reemplazado por Robert Ridler. Ridler casi no sabe nada, él llegó casi tres o cuatro días antes (de Parque Cué). Bradley, sin embargo, sabía. Él fue quien concibió la operación conmigo. Samaniego no sabía nada tampoco. Él era el jefe. Los detalles de la parte operativa no creo que conozca. Carlos Walters (portorriqueño, agente de la DEA en Paraguay, inseparable de Ridler) también sabía. Todo era falso, todos los nombres que utilizábamos, todo. Incluso yo tenía otro nombre. A mí me llamaban Comanche...como ese Indio. Tenía un código, todos teníamos un código, incluso todos los papeles, todos numerados. Mi código era técnico 3161. Mediante este sistema llegamos a ese Roberto Richer y luego a (Oscar) Rocca Suárez".

"El narcotraficante Rocca Suárez era otro de los dueños de una cadena de televisión en Santa Ana de Yacuma". (...)

- CBI: Cómo fue que ustedes adquirieron esa droga, cómo fue que ustedes la pagaron. La pagaron, donde llevaron...?.

"No. no. nadie compró esa droga. Esa droga era del comprador, un traficante real en este caso, de Oscar Rocca Suárez. El transportador era un agente antidrogas que se identificaba como José Martí. Sabemos que es Carlos, verdad. ( 21 ) Era una compra real, de un traficante, y el vendedor era un vendedor real. Lo que nosotros hicimos fue suplantar al "correo", al traslado, porque fíjese que el que vende no contrata directamente al transportista. Ellos traen intermediarios, "fusibles" le llaman. Ellos se cubren así. El que compra tampoco recibe directamente. Tiene una partida de intermediarios acá. Me refiero al financista del dinero. Entonces, nosotros reemplazamos al transportista".

"En este caso de Parque Cué, el transportista por el gobierno paraguayo fue el Gral. Samaniego en persona y yo. Por la embajada americana fue Carlos Walters".

- CBI: Usted....Y Recalde?. ( 22 ).

"Me va a disculpar la opinión para mí Recalde era un tránfuga. Recalde se nos fue impuesto. Yo protesté mucho porque le conozco a Recalde. Nos fue impuesto por el presidente Andrés Rodríguez. Tanto que nos preguntó qué necesitamos. Le dijimos: necesitamos un piloto, le dimos una lista de cinco pilotos militares, para que él eligiera. Nos dijo que no quería militares activos por si ocurriera lo que ocurrió ( 23 ), pero en territorio boliviano. Temía que se creara un montón de problemas porque esto se hizo sin el conocimiento de las autoridades bolivianas ( 24 ), aunque sí de los de la DEA, la CIA de Bolivia y de un militar, era un general...Era el comandante de UMOPAR. UMOPAR viene a ser como las Fuerzas Especiales Antidrogas de los militares bolivianos. El general Suárez fue; él estaba retirado ya en ese momento".

"Lo de Recalde, el Gral. Samaniego aceptó porque dijo que no pudo negarse. El presidente Rodríguez le impuso. Este piloto desde el primer día nos creó problemas. Es cierto lo que él dice, que viajó a La Paz, hace cuatro años. Allí ya nos creó problemas. Fue a ver a un futbolista radicado en La Paz. Martínez, de Guaraní. Fue y se identificó como agente secreto de la DEA. Dijo que le robaron todo su dinero. Le pidió prestado cinco mil dólares. El otro compró pasaje a Santa Cruz. Ahí comenzó la seguridad de la operación a tener problemas".

"Estuvo en el Hotel de las Armenias de Santa Cruz. Recalde se nos enfermó. Si no le dábamos tres mil dólares, no se curaba. Nosotros teníamos que escondernos porque Santa Cruz es chica y tuvimos que darle ese dinero para que se curara. Berni y yo le entregamos a Oscar Rocca Suárez. Él se lo llevo hasta cerca de Santa Cruz a Recalde. Nosotros esa noche verificamos el monto del dinero, el que tenía que venir...".

- CBI: Por qué tenía que venir dinero?. ( 25 )

"Se supone que nosotros éramos traficantes. Teníamos que sobornar al peñero, al piloto, al comisario, porque todas esas cosas se hacían por línea. Eran 210.800 dólares. Le di cien dólares a Berni y cien dólares para mí porque estábamos escasos de dinero. Segundo, nosotros entramos clandestinamente a Bolivia. Teníamos que sobornar para salir por el aeropuerto...".

"Fuimos a Nueva Asunción a esperar la carga que debía llevar Recalde. Samaniego, Ridler de la DEA, Aldama de la DINAR, un chofer. Éramos seis en tres vehículos. En esa operación éramos tres. Ridler no sabía nada. Él tenía cierta información. Era su primera participación y nosotros no trajimos ese dinero porque estábamos irregulares, sin documento, ni pasaportes. Allá transamos para que nos dejaran salir".

CBI: El cártel de los Rocca Suárez...cómo fue la conexión, cómo entraron. Entraron recomendados por alguien de aquí?. Qué tuvo que ver el Gral. Andrés Rodríguez?.

"Yo le voy a decir, (Rodríguez) no es santo de mi devoción, pero le cuento bien: él autorizó la operación. Se le explicó. Yo sé que los gringos lo jodieron, le prometieron un batallón de helicópteros, le prometieron un montón de pavadas. Le advertimos que los gringos no iban a cumplir. (26)

Quién habilitó la pista de Parque Cué?

El mayor Alejandrino Acuña reveló uno de los detalles más misteriosos en torno al espinoso caso Parque Cué: la pista, que había sido destruida tres meses atrás, fue encontrada apta para el aterrizaje aquel 13 de setiembre de 1990 por Amado Recalde y el piloto boliviano Carmelo Egues Rodríguez. Estos realizaron un aterrizaje forzoso con éxito y sin mayores contratiempos. Quién puso en condiciones el aeropuerto de Parque Cué si esta se encontraba oficialmente clausurada? Para qué?.

CBI: (...) (Ya durante el vuelo, estando en Nueva Asunción) ustedes le decían a Recalde por radio que bajara en Nueva Asunción...

- Acuña: "El venía conversando conmigo, con el general y con todo el equipo hasta media hora antes (del inesperado aterrizaje en Parque Cué). Porque esa radio estaba en el vehículo del general Samaniego. Lógico que debía bajar en Nueva Asunción. Nosotros estábamos ahí. Es más, yo le voy a decir: nosotros tres meses antes clausuramos Parque Cué. Ahí se plantaron dos, tres postes y se destruyó esa pista. Se abandonó ese destacamento por orden del presidente Rodríguez a consecuencia de ese otro accidente aéreo (7) A nosotros nos extrañó encontrar esa pista".

- CBI: Quiere decir que la pista se estaba utilizando, los narcos...?.

- Sí. se notaba. Se arregló la pista de tal manera...

- CBI: Quien arregló esa pista?.

(Sin respuesta)...

(...)

- CBI: Y el boliviano? (Carmelo Egues Rodríguez). Creemos que (el aterrizaje en Parque Cué) fue un plan de acción del boliviano?. ( 28 )

"Yo creo que se perdió, se extravió".

- CBI: Un tipo como él, como el boliviano, perderse?.

"Esa es nuestra pregunta. Es cierto, pero la incógnita hasta hoy es por qué bajó (en Parque Cué). Qué hacía ese capitán (Ubaldo Sisa) ahí con ese vehículo, un Jeep, siendo que se sabe bien que en el Chaco no hay ni burro para andar. ( 29 )


MONTANDO EL DIPLO-SHOW; PLANEANDO MÁS ENTREGAS

En otra parte de su declaración, Acuña apoyó el diplo-show o diplo- teatro montado por las autoridades antidrogas del país. Reveló que, mediante esas dudosas tareas, se pudo proseguir con otras entregas vigiladas. Después de Parque Cué, hubo otros embarques hacia Estados Unidos que llegaron a los mil kilos de cocaína, equivalente a unos 30 millones de dólares (60.000 millones de guaraníes), por lo bajo, en el mercado norteamericano. Acuña garantizaba que se logró "golpear" a los narcotraficantes de Bolivia y Estados Unidos. Paraguay tan solo fue un escenario del show. Nunca se informó al respecto a juez competente alguno. Mucho menos se dio a conocer a la opinión pública ni a nadie los detalles del operativo ni el destino dado a los cargamentos.

Acuña aseguró que los 343 kilos de la cocaína de Parque Cué, el cual no llegó a destino porque Recalde y Carmelo Egues no aterrizaron en Nueva Asunción sino en Parque Cué, tan solo fue el principio del trabajo que culminó con él envió posterior de una tonelada más de drogas a Estados Unidos, a modo de "entregas vigiladas". No es motivo de discusión la eficacia del procedimiento. Sí se puede dudar del destino dado a la cocaína. No existe claridad. Nunca la hubo. No hubo participación conocida de juez alguno, pese a que el trabajo se centró en territorio paraguayo.

"Parque Cué . Ese fue el primer procedimiento. Con el vuelo de los mil kilos subsiguientes continuó la operación. Fue el mismo grupo... el mismo equipo operó. Es cierto eso que dice el ex embajador Timothy Towell.

Eso fue un show, un diploteatro. ( 30 ) Eso es cierto...se mintió. Todo el mundo opinó, qué vamos a hacer en este asunto".

"Después hubo varios embarques. Se fueron a Estados Unidos. En todos los embarques, yo personalmente acompañé hasta la aduana de Miami. Hubo cuatro viajes, déjeme decirle, uno era la operación Beliquette, la operación el Negro...Después de Parque Cué. Eran mil y algo. Casi alcanzaba 1.500 kilos en total. Cayó mucha gente gracias a esto. Avelino Domingo Guzmán, se le llama "Teniente" o "Teniente Aviador". Era el dueño del laboratorio más grande de Bolivia. Proveía especialmente para el cartel de Cali. Ese se acogió a una ley de garantías, está purgando por cinco años. A consecuencia de eso, cayó "Techo de Paja" Rocca Suárez". "Hubo cuatro viajes después de Parque Cué, del mismo grupo, por eso se mintió mucho, porque todos colaboramos algo para aportar para mentir, para tratar de arreglar. ( 31 ) Tal es así que, una semana después, yo volví a viajar a Bolivia para explicar (lo que pasó) al mismo narco Guzmán. Pero de esas operaciones yo le puedo garantizar personalmente, antes de salir de la Embajada, se aplicaba el test de la cocaína incautada, se aplicaba el test, se pesaba, nos entregaban a nosotros. Los paraguayos cargábamos el avión, no iba a bodega, iba en cabina en vuelo directo de Líneas Aéreas Paraguayas". ( 32 )

- CBI: Usted sabe que hay una información de que todos estos viajes que se hicieron posteriormente...no fueron destruidos los cargamentos de droga enviados a Estados Unidos?.

"Yo le puedo decir que las que yo llevé con Berni hasta una aduana de Estados Unidos (Miami) fue droga pura...".

- CBI: Ahí levantaba algún documento?. No hay nada...

"Nada. ( 33 ) Yo le voy a explicar otra cosa. Imagínese que dentro de cinco años el presidente de entonces vaya y agarre el archivo así como hizo este desgraciado de Rodríguez (el ex presidente de la República) y ponga a consideración del público todos los archivos de inteligencia. (34) No se justifica la muerte ni la tortura de nadie, pero fundieron un servicio de inteligencia. Podían haber reestructurado, cambiado, corregido, enderezado. Un documento secreto es publicado en ABC (el matutino ABC Color)...no el texto, sino la fotocopia del fax. Usted sabe que para un operativo los españoles llamaron por teléfono acá porque tenían miedo de mandar fax o algo por teléfono a nuestra oficina?. Perdimos credibilidad con todo el mundo. Ningún servicio de inteligencia quiere colaborar con nosotros. Lo correcto debió haber sido corregir, que se establecieran elementos de control de verdad".


"BOMBARDEANDO" NUEVA ASUNCIÓN...CON COCAÍNA.

A mediados de marzo de 1990, la chaqueña ciudad fronteriza de Nueva Asunción fue "bombardeada" por un avión que ingresó a nuestro país en forma clandestina. No cayeron bombas ni granadas, sino fardos de cocaína pura. Durante varios años, tal operativo no dejó de ser oficialmente más que un caso detectado en forma tardía por agentes antidrogas. En forma oficial, se lo catalogó como un tráfico no aclarado en donde los narcos "burlaron" el ya de por sí frágil control aéreo chaqueño. Fue otra gran mentira.

El ex agente especial Miguel Ángel Berni fue uno de los primeros en reconocer que tal envío de droga no fue sino una "entrega vigilada". Una más de las tantas que no fueron debidamente esclarecidas ante la justicia, ni aún al ser culminadas.

Berni fue interrogado por parlamentarios de la CBI el 19 de octubre de 1994, en momento en que se encontraba detenido en Investigación de Delitos en carácter de sospechoso de estar vinculado al asesinato del Gral. Ramón Rosa Rodríguez.

"Se debe aclarar que en ningún momento, para hacer esta operación (Parque Cué), se hizo ninguna compra de drogas, porque al hacer una compra, nosotros pasaríamos a formar parte de un grupo de traficantes. Nosotros somos hombres que estamos trabajando para destruir el narcotráfico en Paraguay, en América Latina y en el mundo si es posible".

"Esta operación de Parque Cué se hizo a raíz del accionar de personajes bolivianos que se introdujeron en la República del Paraguay con idea de enviar drogas al extranjero, especialmente a Estados Unidos. Estos bolivianos vinieron. Los bolivianos vinieron acá, hicieron algunos contactos. En esa época, en 1990, el que vino a hacer contacto era un tal Oscar, verdad?. Entonces qué pasó?. Oscar vino, hizo los contactos, habló con cierta gente. A mí me han enviado para que yo sea el que pueda ver si verdaderamente estos tipos eran los traficantes. Dónde vivían, qué tipo de auto tenían, qué conexiones tenían, entonces me iba a Bolivia. He ido, hemos recorrido, hemos contactado y hemos hablado con estos tipos. La carga no era del "Teniente" (Avelino Domingo) Guzmán. El "Teniente" Guzmán es un hombre de 60 años, ex piloto aviador militar boliviano que se retiró para estar en el tráfico. Este señor tenía a su sobrino que era Oscar Rocca Suárez, verdad?. Entonces queda Guzmán y Rocca Suárez. Son los hombres. Se habló con ellos. Ellos planearon enviar la droga a los Estados Unidos. En el caso Parque Cué, entonces ellos iban a enviar 300 kilos en un avión que les pertenecía. Es el avión que se agarró acá. Ese avión trajo este piloto (Carmelo Egues Rodríguez, boliviano, en compañía de Amado Recalde).

"Enviaron 300 kilos. El señor nos dijo: "vamos a llevar 300 kilos más ) 210.000 dólares, más un revólver que venía de regalo. Eso fue lo que vino dentro del avión".

CBI: Cómo fue que el Guzmán y Rocca Suárez entregaron la droga sin cobrar nada?.

"Acá hay que hablar y preguntar todo para poder salir de la duda. Primero estoy hablando yo de la segunda entrega pues. Estoy hablando de Parque Cué. Para poder hablar de Parque Cué, tengo que hablar de la primera entrega pues, que fue el 31 de marzo de 1990. Sesenta kilos. Sesenta kilos de cocaína en Nueva Asunción. Estaba la pista. Se hicieron los contactos, se le mandó al piloto Recalde por avión. Recalde le esperaba en el aeropuerto. Al recibirle en el aeropuerto, le llevaron, le mostraron a este señor (Guzmán) y este señor le dijo: "mañana te vas a subir en este avión y vas a ir a mostrarnos donde queda Nueva Asunción". Atiendan bien. Recalde, en la primera oportunidad vino con tan mala pata que un señor, que era indígena, que no escuchaba, andaba a caballo alrededor de la pista.

Entonces, Recalde agarró y tiró la droga. A eso se llamaba "bombardeo". Recalde bombardeó con la cocaína y se fue".

"Eso no era lo pactado. Lo pactado era aterrizar, pero se asustaron cuando vieron al tipo del caballo. Tiraron la droga y se fueron, porque ellos pueden perder droga y avión, pero no pueden perder al piloto, porque el piloto es difícil de formar. Un avión pueden comprar y la droga pueden fabricar. Entonces, estos sesenta kilos cayeron allí. Qué hicimos?. Agarramos".

Acerca de este mismo caso del "bombardeo", el mayor Alejandrino Acuña complementó la información proporcionada por Berni.

"Ese cargamento del bombardeo era de un señor. El destinatario final era mi canadiense de apellido Beliquette. Un hombre fuerte. Tiene hoteles en Puerto Vallaría. Después tiene barcos que lleva camarones y pesados de las Guyanas a Surinam. Esa carga llegó a Estados Unidos. Salió en Ford Laudelan, Florida. Cayó el canadiense, con todo el mundo cayó. Fueron procesados y están en la cárcel hasta ahora".

Miguel Ángel Berni, a su vez, continuaba con su versión acerca del "bombardeo" en Nueva Asunción. "Los sesenta kilos agarramos y vinimos a Asunción. De inmediato se depositó en el lugar que se pactó y de allí se salió para los Estados Unidos. Se hizo la entrega. Al hacer la entrega, todos los narcos quedaron contentos porque recibieron la mercadería. Ellos avisaron a Bolivia que recibieron. Los bolivianos quedaron encantados con esa nueva ruta que estaban desarrollando por Paraguay. Pero, qué pasó?. Al tercer día, la Policía de Estados Unidos no permitió que esto corriera por su ciudad. Entonces apresó a todos. Se llevaron los sesenta kilos. Por qué se llevaron los sesenta kilos?. Porque había un vuelo directo Asunción-Miami. Entonces era una posibilidad. Se puso cinta de seguridad a la valija. La carga llegó a Miami. Se la entregó a los compradores y estos se fueron. Cuando esto ocurrió, ya se hizo cargo la autoridad americana que está en la lucha. Nosotros les acompañamos e hicimos la operación con ellos".

"Cayeron traficantes que estaban operando desde hacía ocho años sin ser golpeados. Se les apresó. Con esta primera entrega vigilada se hizo un buen trabajo. Por eso es que ellos no cobran al entregar la mercadería. Ellos cobran cuando el comprador recibe, o sea que este comprador les habrá pagado a ellos. Por eso ellos tenían credibilidad. Cuando ellos se enteraron de que sus compradores cayeron, entonces ellos le culparon a la línea aérea americana, no le culpó a nuestra línea, no a nuestro trabajo. La droga que se nos entregaba para llevarla ni siquiera nos dan a consignación. Nosotros solo éramos supuestamente los tipos que hablábamos con los compradores. Éramos transportistas. El que hacía esta tarea, el que se infiltró, fue el mayor Alejandrino Acuña. Yo hacía de seguridad, el hombre que tenía que escuchar todo".

(...)

"Nosotros no llevamos recomendación de nadie. Los tipos vienen a buscar mercado acá. Son como negociantes. Ellos vienen acá. Nosotros no podemos atajar toda la droga que hay, pero sí podemos saber cuánto van a vender. Aquí hay mucha droga. Nosotros somos un país que por lo menos estamos distribuyendo dos mil a tres mil kilos de cocaína al mes en Pedro Juan Caballero. Ahí están los Rossati, los Spencer, los Vázquez, Fahd Yamil, el Lungo Manzoni. La mafia pedrojuanina se mudó a Ciudad del Este, en la parte de cigarrillos. Entonces llevaron todo. Irán Garcete era el que manejaba eso pero quedó medio bajo ahora. ( 35 ) Entonces ellos están haciendo un trabajo, a través del cigarrillo". (...)

"Se hizo la operación de infiltración en Bolivia. Primero fue Acuña a hablar con el Teniente Guzmán. Yo quedé afuera a ver, como un equipo. Era para poder ver qué pasaba. Teníamos que tener fotos, teníamos que tener direcciones, teníamos que tener todo para ver si había una contravigilancia, por si a Acuña lo estén siguiendo o le hicieran algo. En la segunda entrevista yo ya participé para conocer bien, como para que yo vaya a atestiguar a un gran jurado cuando cayera allá, porque nuestro objetivo era llevarle a este señor (a Guzmán) a Estados Unidos. Ese era nuestro objetivo. Aparte de destruir todos los laboratorios".

Caballo Fuerte y Comanche Miguel Ángel Berni confirmó de manera contundente ante los parlamentarios de la CBI que, en época del gobierno de Alfredo Stroessner, el Gral. Andrés Rodríguez era objeto de pesquisas por tráfico de drogas. Aunque muy cauteloso, el experto antinarcótico confirmó que durante la dictadura militar Andrés Rodríguez era observado "con otro lente".

"Ustedes me preguntaron dos cosas. Primero "Caballo Fuerte" y "Comanche. Entonces, cuando yo digo eso, que estaba en otro grupo...porque para mí, (Andrés) Rodríguez tiene dos facetas. Una es la faceta de 1989 en adelante, del que estamos hablando, verdad?. En esta parte ya era presidente (de la República), y él ya ordenaba nomás. Ahora, antes de 1989, nosotros le teníamos, le mirábamos con otro lente, con otro lente, con lente de lupa de investigación.

- CBI: Eso es lo que queríamos saber. Por qué y a quiénes más del grupo de Rodríguez vos le investigabas?.

"Bueno, yo a él (a Andrés Rodríguez) lo que me encargaba de investigarle y hasta ahí nomás te puedo decir porque después no, no, no me acuerdo de otro grupo. Nosotros investigábamos sus movimientos, verdad?".

- CBI: Qué movimientos?.

"Primero descubrimos los bancos, las financieras, las cuestiones estas que tiene. Descubrimos la inmensa fortuna que tiene. Dos: podemos decir que encontramos pruebas contundentes para decir que es:..o no es... pero que estuvo bajo la lupa alguna vez, sí estuvo".

-CBI: Después del año 1989 no encontraron nada ustedes que les pudiera hacer pensar que seguía en el mismo negocio?.

"Después del año 1989 empezó a cambiar la situación. Dependíamos del Ministerio del Interior. También del Gral. Samaniego. Había una dualidad de mando. La DINAR ya no podía responder a dos amos. Nunca se puede responder. Tiene que ser un solo centro de poder. Si hay dos, ya no hay caso. (36) No, nosotros con Rodríguez no tratábamos. Mi relación llegaba hasta el Gral. Samaniego.

Quien ordenó el aterrizaje en Parque Cué?

Los agentes paraguayos, los americanos y el propio Gral. David Marcial Samaniego -entonces coordinador de la lucha antidrogas del Paraguay- dudaban del piloto Amado "Kamikaze" Recalde. No entendían por qué había aterrizado en Parque Cué cuando que la misión era ir hasta Nueva Asunción con los 343 kilos de cocaína, los 210.800 dólares y el piloto boliviano Carmelo Egues Rodríguez.

El propio estado apto o semi-apto en que se encontraba la pista de Parque Cué sembró dudas serias. Ese punto de aterrizaje había sido destruido y clausurado tres meses antes de aquel 13 de setiembre de 1990. Quien la puso en condiciones?.

La primera versión de Recalde, referente a un supuesto extravío y al agotamiento del combustible en el avión, no convenció a los antidrogas. "Kamikaze" era profundo conocedor de las pistas y de la aeronáutica. No podía perderse y mucho menos calcular mal la cantidad de combustible que necesitarían, ni aun considerando que quien piloteaba era el boliviano Egues Rodríguez. Qué pasó entonces?. El agente Miguel Ángel Berni profundizó las dudas ya expuestas por el mayor (SR.) Alejandrino Acuña acerca de la extraña habilitación clandestina de la clausurada pista de Parque Cué y aportó considerandos sumamente interesantes sobre la actitud del piloto paraguayo.

- CBI: Escucha bien nuestro planteamiento. Acá hubo un personaje clave que dio la orden de bajar otro lado (es decir en Parque Cué, no en Nueva Asunción como estaba planificado).

"A quién?".

- CBI: A Recalde, ese es el hombre que nosotros apuntamos.

"Y bueno, a raíz de ese problema, de que Recalde bajó, quemó con nosotros. Le dijimos: "mirá, Recalde, fallaste. Porque vos fuiste. "Kamikaze", fallaste. Como miércoles...Cómo si vos ya eras piloto y sabías bien el destino y viniste a bajar mal en Parque Cué?". Entonces nosotros hicimos muchos estudios, muchas investigaciones. Se le hizo muchas preguntas y no quiso contar la verdad. Le dijimos que nos revelara la verdad. "Nosotros somos los únicos que te vamos a salvar", le dijimos. No nos contó la verdad...

- CBI: Nosotros creemos que ellos querían comer todo el dinero y la droga y, si salió mal, fue porque el capitán Sisa lo (descubrió). .

"Sisa actuó bien, es un buen oficial".

- CBI: Mi pregunta es quien tenía planeado., porque si Recalde bajó en Parque Cué (y no en Nueva Asunción) era porque alguien iba a poder "madrugar" a ustedes.

"Yo así mismo le dije. Cuando nos juntamos con unos amigos me dijo (Recalde) que Andrés Rodríguez quería limpiar la imagen del Ejército, porque este general, que era comandante en Jefe...Se cayó el avión y salieron dos generales. Salieron Carpinelli y González. ( 37 ) Entonces el general Rodríguez, para demostrar...es mi idea personal, a través de las investigaciones y de lo que él (Recalde) me dijo. Entonces el Gral. Andrés Rodríguez, como salieron dos generales, quería mostrarles a los americanos que él también tiene gente que responde en la lucha antidrogas, entendés".

(...)

Berni siguió cuestionando en su declaración a Amado "Kamikaze" Recalde por el hecho de no haber aterrizado en Nueva Asunción.

"Ellos vinieron a Nueva Asunción?. No vinieron, porque alguien le ordenó a Recalde que bajara ahí, en Parque Cué. Ese es el dilema que tenemos. Recalde hizo cinco declaraciones. Primero, le culpó a Rodríguez. Dijo que Rodríguez le ordenó que bajara ahí. En la segunda, le culpó al mayor Acuña. Después me culpó a mí. En realidad, yo tengo una humilde especulación. Si nosotros llegamos a la primera "entrega vigilada" en 1990. Después viene la segunda y cae un avión en Parque Cué, el caso del Tte. Silvera. paraguayo, comandante Naval, que muere. A.R. (Andrés Rodríguez?) entonces...la sigla la pongo yo...entonces estaba como comandante. Cayó en esa oportunidad del accidente 500 kilos de pieles y mucre un teniente. Entonces quedó mal... (38)

La entrega vigilada que se frustró Parque Cué provocó hondas dudas en los parlamentarios que interrogaron a Miguel Ángel Berni y al mayor Alejandrino Acuña. Estos agentes coincidieron al confirmar que hubo otras operaciones encubiertas durante los cuales se trasladaron hasta Estados Unidos más de una tonelada más de cocaína hasta Estados Unidos. Dijeron que muchos narcos cayeron tras estos operativos encubiertos que fueron estrictamente supervisados por las autoridades norteamericanas, una vez que la carga arribaba a Estados Unidos. En nuestro país, sin embargo, ninguna autoridad judicial paraguaya controló nada. He ahí la gran duda.

Berni también aseguró e insistió en que los americanos de la Embajada de lisiados Unidos y el Gral. David Marcial Samaniego (entonces titular de la SENAD) mantenían una actitud coherente y honesta a toda prueba.

- CBI: Aquí -en el caso Parque Cué- había millones de dólares en juego. Porque había 343 kilos de cocaína. Dentro de esa lógica se puede pensar que el Gral. Rodríguez dio esa orden...

(…)

- CBI: Chicharra. El tema es acá. Lo plantamos un poco y "picamos" un poco ..(ironía en donde se insistía en la posibilidad de que los agentes antidrogas hayan sacado beneficios extras, ilícitos, de la "entrega vigilada").

- Berni: "No hay "picada" porque no hay nada para picar. Todo ya viene bien hecho, viene estipulado y Samaniego no se va a prestar, los americanos no se van a prestar y nosotros no tenemos poder de decisión. Ellos (los norteamericanos) no van a permitir que un tomillo falte porque hay que hacer actas, todo se anota, se pesa, se ve el dinero, el avión, la gente, el peso. Ellos tienen un padrón que cumplir".

Miguel Ángel Berni y el mayor Alejandrino Acuña aseguraron que los propietarios de la droga no exigían dinero ni garantías para la entrega de grandes cantidades de drogas. Los agentes infiltrados se las arreglaban para convencer que constituían opción válida, de confianza, para transportar la mercadería ilegal hasta los grandes mercados, pasando por Paraguay. Los entrevistados no lograron convencer del todo a los parlamentarios.

- CBI: Hay una cosa que no entiendo. Yo, narco-productor, les doy mi mercadería, encima les doy plata, les doy gasoil, les mando en mi avión y les mando un revólver de regalo. Ese dinero, cómo recuperarlo otra vez?. Berni: "Sabés qué me dijo (el narco): "yo les voy a contar todo. Así, confiando ciegamente, porque el mundo es un pañuelo y donde estés te voy a cobrar". Así me dijo, te doy la palabra textual del viejito Guzmán. "Te doy todo, pero donde estés te voy a cobrar". Ellos te van a dar, ellos en Pedro Juan van a dar. Si vos querés trabajar y te van a "dar", pero si no cumplís, te van a "doblar"...".

-CBI: Pero es dinero sucio. Ustedes están cooperando para lavar dinero sucio.

"Bueno eso...cómo que lavar?. Por qué vamos a cooperar a lavar dinero sucio".

- CBI: Vos estás diciendo que el narco te dio los 210.800 dólares...

"A mí no me dio. Si el narco me daba, yo no sabía. Acá hay que entender que en la "entrega vigilada", si ellos dan la plata, nosotros tenemos que destruirlos económicamente. Porque a los narcotraficantes les gusta los caballos, el dinero y las mujeres. Esos tres golpes hay que darles. Ahí hay que golpearles, para que se puedan sentirse débiles, o sino, se convierten en grupos muy poderosos. Por eso entonces nosotros les pedimos la plata, les pedimos la droga, les pedimos todo esto para que ellos puedan entregarnos".

Berni admitía en forma implícita que se debía debilitar a los narcos aceptando el dinero ilegal y utilizándolo posteriormente en la lucha contra el narcotráfico. Esto sería válido y totalmente comprensible si existiese anuencia judicial. Al no existir mayor control, también se acrecentaba la gran tentación. Una forma de blanquear los narco-dólares. Un nuevo indicio de que las entregas vigiladas tienen, irremediablemente, su lado sucio, su lado dudoso. Otra presunción de que estos procedimientos se encuentran a tan solo un paso de constituirse en simple narcotráfico. La única manera de salirse de esas suspicacias consistía en contar con anuencia judicial. No existe otra manera conocida.


PARAGUAY NADA GANA...

El Gral. David Marcial Samaniego Ocariz, ex titular de la Secretaría Nacional Antidrogas, dio varios elementos de juicios valiosos que ponen hasta cierto punto en tela de juicio la validez de las "entregas vigiladas" para los intereses de Paraguay. Al final, solamente los norteamericanos obtienen beneficios en este tipo de procedimientos, sobre todo cuando el teatro de operaciones se instala en un país de tránsito, tal como lo es Paraguay.

"Entregas vigiladas: técnicas consistentes en dejar que sustancias sicotrópicas salgan de un territorio o atraviesen o entren con conocimiento o bajo supervisión de autoridades competentes con fines de identificación de personas involucradas en narcotráfico. El objetivo de esta operación encubierta es conocer quiénes son los productores, quienes son los que tienen pistas de aterrizajes, depósitos, toda la información del narcotraficante original y, por supuesto, quienes llevan la droga". El Gral. Samaniego Ocariz informaba datos técnicos a los miembros de la Comisión Bicameral de Investigación del Parlamento.

"Las autorizaciones para la realización de "entregas vigiladas" las da el presidente de la República. Son orales. No hay nada escrito. Nada, nada. Los únicos que escriben algo sobre este tipo de operaciones es la DEA porque ellos tienen que justificarse. Ese es el trabajo. Nosotros estamos colaborando con la DEA. Nosotros no ganamos nada".

El Gral. Samaniego esclareció con lujo de detalles el destino que las autoridades nacionales, encargadas de la seguridad de Paraguay, dieron a los 210.800 dólares enviados por el cártel de los narcos Guzmán y Rocca Suárez, en el caso de Parque Cué. Toda duda acerca de la utilidad dada a esos narco-dólares quedó despejada.

-CBI: Que se hizo después con ese dinero, general?.

Samaniego: "Eso queda para uso de las operaciones siguientes. Ahí mismo se había dispuesto el pago a los informantes. Después, eso estaba en conocimiento del Comando en Jefe y también del embajador. Ahí tenemos que hacer el trabajo y ahí hubo el apoyo, se le dio así en

forma. (39)

- CBI: Al cuartel se le dio (el dinero)?.

"Al cuartel, para construcciones, para pagarlas...para dar un premio a la gente, también se le dio ahí a Recalde. Da la impresión de que todo esto es al margen de la ley. O sea que acá la justicia no tiene nada que ver. La justicia no sabe nada. Inclusive nosotros casi hasta renunciamos a nuestra jurisdicción como Nación. Para admitir que Estados Unidos, que los tribunales, etc.. .Me llama la atención la discrecionalidad absoluta con la que se opera. Porque si fuera discrecionalidad con buena consecuencia, pero yo creo que las consecuencias no son buenas, no conseguimos absolutamente nada...( 40 )

Samaniego: "Nosotros, hasta cierto punto, somos utilizados. Por eso que todo ese sacrificio...a lo mejor caen también algunos narcos. Sin embargo, nosotros le damos la información valiosa. Aparte de actuar y sacrificamos, de sacrificar nuestra gente, de infiltrar nuestra gente...todo esto cuánto cuesta. No tiene precio, no tiene precio. O sea que ellos ganan en dos puntas". (41)

"Además, desde el momento en que el Parlamento ratifica el documento (del convenio internacional de cooperación) contra el narcotráficos renunciamos a la soberanía nacional jurisdiccional, en aras de la lucha contra el narcotráfico en todo el mundo. Lo que pasa es que a nosotros a lo mejor muy poco nos está tocando el narcotráfico. Los demás se benefician y nosotros les apuntalamos a ellos. Acá este procedimiento hay que modificar para aprobar".


PARAGUAY, ESCALA PRINCIPAL DE LA COCAÍNA.

Las conclusiones a las que arribaron los parlamentarios que siguieron de cerca el caso Parque Cué y las "entregas vigiladas" no pudieron ser más lapidarias. Las explicaciones dadas por los diferentes comparecientes aportaron indicios que los llevaron a afirmar que Paraguay se vio convertido "en la escala principal del tránsito de cocaína para los diversos mercados del mundo".

Parte de la conclusión de la CBI indicaba cuanto sigue:

"Hemos podido llegar a afirmar que no existe ninguna constancia escrita de los planes realizados para esta "entrega vigilada" en ninguno de los órganos institucionales, tales como la SENAD. La orden otorgada por el entonces presidente de la República (Andrés Rodríguez) fue oral. Los datos otorgados al juez de turno interviniente fueron falseados pues se negó la existencia del dinero (210.800 dólares enviados por el cártel de Guzmán y Rocca Suárez), del arma y de la existencia de los dos pilotos (Amado Recalde y Carmelo Egues Rodríguez); se desconoce así mismo el destino final del piloto boliviano Carmelo Egues Rodríguez sobre cuya existencia todos los declarantes coinciden (...) Finalmente podemos señalar que con toda seguridad que no existió intervención del Poder Judicial para poder justificar que este operativo era una entrega vigilada".

"Que varios de los declarantes sostuvieron que Paraguay tenía fama de ser un país de tránsito, sin que sea mercado de consumo, circunstancia que fue aprovechada para que sus hombres actúen como dobles agentes para supuestas "entregas vigiladas" que, como resultado, arrojaron el triste final de ver convertido a nuestro país en la escala principal del tránsito de cocaína para los diversos mercados del mundo ".

"Desde luego, resulta llamativa la dispersión institucional de los organismos dedicados a la lucha contra el narcotráfico. Así tenemos actualmente la Secretaría Nacional Antidrogas (SENAD), dependiente directamente del Poder Ejecutivo, y cuyo personal se halla compuesto por las Fuerzas Especiales que, a su vez, se encuentran integrada por oficiales de las diversas armas que forman las Fuerzas Armadas de la Nación; la Dirección Nacional de Narcóticos (DINAR), que se encuentra supeditada jerárquicamente a la SENAD y cuyo personal está compuesto por miembros de las fuerzas policiales y agentes civiles. Esta estructuración institucional poco aportó para que la lucha sea un trabajo unificado y coordinado. Por el contrario, la configuración humana reunida como consecuencia de tan rara conformación inmediatamente desperdician sus fuerzas compitiendo entre ellos mismos por territorios y favoritismo, en la búsqueda del poder".

"Otro de los puntos que no fueron aclarados se refiere a la suma de dinero que fuera encontrada en el avión. La "versión oficial" niega su existencia, pero hemos podido probar por medio de las declaraciones contestes, que el dinero existió y que fue distribuido dentro de las Fuerzas Armadas de la Nación. No se ha arribado a una versión creíble en cuanto al monto y a la forma en que se distribuyó. Las sumas que se manejaban iban desde los 210.800 dólares americanos hasta versiones oficiosas, que no pudieron ser confirmadas, que hablan de 370.000 dólares americanos. Sin embargo, hemos podido probar que esa suma existió y que fue entregada en parte al general. Ricardo Rojas Ortiz, al entonces Cnel. Evelio Benítez, al capitán Ubaldo Sisa y otros militares, ordenándose silencio sobre esta distribución".

"También quedó demostrado que el avión no descendió por fallas técnicas, lo que el mayor Acuña dio en llamar la pregunta del millón: quién dio la orden para que el avión aterrizara en Parque Cué y quien puso en condiciones la pista oficialmente inhabilitada?. Son las incógnitas lamentablemente no develadas".

"Sobre cuantas entregas vigiladas se hicieron tampoco existen declaraciones uniformes. Unos dicen que varias, otras solamente dos. El operativo llamado Parque Cué y el operativo "Taguá" (o "Madrejón"). Sin embargo, tenemos referencias de un operativo denominado "Feliz Navidad" ( 42 ) y otros cuyos nombres desconocemos. Desde luego, con el título de "entregas vigiladas" se pudieron haber realizado decenas o centenas de operativos de los cuales el Poder Judicial, y ni siquiera tal vez las autoridades de la SENAD, tuvieron noticias (...) El entonces secretario de la SENAD, Gral. David Marcial Samaniego Ocariz, consideraba que las entregas vigiladas no son necesarias. Por qué entonces el Paraguay se involucró en estos operativos peligrosos para con sus conciudadanos, poniendo en riesgo las vidas de sus hombres en acciones que solo reportaban beneficios a otros países con un costo elevadísimo para el honor y buena fama de este país?. Qué debíamos los paraguayos y a quien para pagar tan alto costo?".

(...)

"En el caso que nos ocupa, se evitó apelar justamente a los candados legales establecidos, es decir, no se dio participación a las autoridades competentes, especialmente al juez en lo criminal de turno, sino cuando la supuesta entrega vigilada fracasó por motivos que esta Comisión no pudo aclarar. De haberse ajustado el procedimiento y de haber intervenido efectivamente la Justicia, no habríamos estado hoy en presencia de hechos puntuales que esta Comisión ha detectado. Por ejemplo: tráfico y tenencia ilícita de cocaína, distracción y/o malversación de fondos incautados; falsedad en documento público; violación de normas aduaneras y migratorias; soborno; violación de soberanía nacional; abuso de autoridad; violación de la independencia Judicial; violación de las normas diplomáticas; intervención extranjera en asuntos internos".

(...)

"No podemos dejar de mencionar las afirmaciones del embajador de Estados Unidos en Paraguay que, en declaraciones realizadas a un periodista (43) dice: "Tuvimos que inventar una salida correcta al ligero problema...la quema del producto de Parque Cué fue un poco un diploteatro, con invitados del Poder Legislativo independiente, de la Corte Suprema de Justicia, de la Justicia, de Fuerzas Militares del Chaco, de la SENAD y la prensa libre , esta quema del producto de Parque Cué fue un show para salvar el proyecto...".


NOTAS COMPLEMENTARIAS

ANEXO 1

- ENTREGAS VIGILADAS O TRÁFICO AUTORIZADO

1- Ver ABC Color, edición del 14 -10-94.

2- El 27 de mayo de 1990, una avioneta en la que viajaban dos bolivianos (a quienes nunca se los identificó) y el Tte. del Ejército paraguayo Claudio Silvera capotó durante un aterrizaje sobre la pista de Parque Cué. El avión siniestrado transportaba pieles de animales silvestres de contrabando, procedentes de Bolivia. Los generales Otello Carpinelli Yegros, entonces comandante del Tercer Cuerpo de Ejército, y Darío González Duarte, ex comandante de la Sexta División de Infantería, fueron relevados de sus mandos por disposición del entonces presidente de la República, Gral. Andrés Rodríguez. La investigación apuntaba hacia una relación de ambos altos jefes militares con el tráfico de pieles detectado en aquella oportunidad. Atendiendo a la estrecha relación entre el contrabando de pieles con el negociado de la cocaína, no se descartó en aquella ocasión la posibilidad de que el fantasma del narcotráfico haya golpeado las puertas de las Fuerzas Armadas, salpicando nada menos que a dos generales del Ejército paraguayo. Las pruebas, sin embargo, nunca salieron a la luz o, al menos, no fueron reveladas por el Gobierno.

3- El capitán Sisa revelaba el fluido movimiento aéreo clandestino existente en Parque Cué en ese entonces. Confirmaba que el accidente del Tte. Claudio Silvera y las graves derivaciones de ese caso -las destituciones de los generales Otello Carpinelli y Darío González Duarte, salpicados en el escándalo de las pieles halladas en la aeronave siniestrada- fueron causas de la clausura de la pista de Parque Cué.

4- Se refería al Tte. Claudio Silvera.

5- El tema de la pista clausurada constituye uno de los puntos más oscuros y llamativos en el tema de Parque Cué. Hasta ahora, nadie, ni siquiera los agentes americanos o de la SENAD, pueden explicarse cómo Parque Cué podía estar habilitado si tan solo meses antes había sido inutilizado por completo. El mayor (SR.) Alejandrino Acuña se explaya sobre este punto en un capítulo próximo.

6- En total, se encontraron 343 kilos de cocaína de 99 por ciento de pureza, según los datos oficiales de la época.

7- Ese era el dinero proporcionado a los agentes que se infiltraron en el cartel de Santa Ana de Yacuma para trasladar la cocaína. Era parte de la entrega vigilada. En sus declaraciones, el mayor (SR.) Alejandrino Acuña y el agente Miguel Ángel Berni amplían esta situación. Al final, el dinero quedó en forma ilegal en poder de los militares de Mcal. Estigarribia, según consta en la conclusión del informe de la Comisión Bicameral de Investigación.

8- Los parlamentarios cuestionaban al capitán Sisa el ocultamiento de datos. No se llegaba a entender por qué mintieron a la opinión pública e hicieron aparecer el avión y la droga como cargamentos abandonados en el Chaco, y no como cocaína incautada de dos pilotos, uno paraguayo y otro boliviano.

9- Se refería a la reunión de prensa convocada en Mcal. Estigarribia. Presentaron la droga como una carga encontrada abandonada en Parque Cué. El juez Amulfo Arias también fue engañado por los militares y antidrogas en aquella oportunidad.

10- El capitán Sisa se refería a los ataques del piloto Amado Recalde lanzados contra el Gral. Andrés Rodríguez. Sisa pretendía desenmascarar a Recalde quien, al ser detenido, se jactó de ser agente de la DEA. Posteriormente, ya cuando el caso se archivó, se desentendió del tema y pasó a acusar al ex presidente de la República de ser narcotraficante.

11- Una vez más, aparecían los mismos protagonistas en lo que a operativos antidrogas de envergadura se refiere: el ex agente especial Miguel Ángel Berni, el mayor (SR.) Alejandrino Acuña, el agente de la DEA Robert Ridler. Comandaba al grupo el Gral. Marcial David Samaniego, en ese entonces titular de la lucha antidrogas del país. También se encontraba el jefe operativo de la SENAD, comisario general Fulvio Ramón Aldama.

12- Los agentes antidrogas cuestionaban el maltrato dado a los pilotos Recalde y Egues. En ese momento, los consideraban sus elementos, sobre todo a Recalde, quien supuestamente era un agente antinarcótico infiltrado en el cártel boliviano.

13- El lamento de Robert Ridler era comprensible. La presencia, de un "bicho raro", honesto, y justamente en el Chaco, como lo era lo era el capitán Sisa, había truncado el operativo vigilado. Implícitamente, Ridler cuestionaba a Sisa su puntualidad, su celo en hacer cumplir la ley. El capitán no sabía que se trataba de una "entrega vigilada". Estaba seguro de que el caso era un tráfico de drogas muy grande. Ridler no paraba de lamentar esa situación.

14- Otro punto dudoso: no es probable que un piloto experto en este tipo de operativos, como Amado Recalde, pueda perderse y aterrizar por casualidad o accidente en Parque Cué. Se trata de uno de los más fuertes cuestionamientos de los encargados de la "entrega vigilada" frustrada en aquella oportunidad.

15- Instante preciso en que el capitán Sisa recibe instrucciones de los más altos jefes militares para mentir al juez Amulfo Arias, a toda la opinión pública, a la prensa: le ordenaron a que sostuviera haber hallado el avión y la cocaína abandonada en el Chaco, algo de por sí difícil de creer ya que los narcos acostumbran a incinerar sus aviones e incluso sus mercaderías cuando no pueden cumplir con el objetivo de hacerlos llegar a buen puerto. La excusa de la mentira?; tratar de seguir con la operación encubierta, frustrada en ese momento.

16- Evidentemente, los jefes militares prefirieron que el capitán Sisa no participara de la reunión de prensa. El traslado posterior era un intento de que el capitán Sisa se olvidara de todo lo ocurrido.

17- El capitán Sisa fue duramente cuestionado por haber aceptado los cinco millones de guaraníes, supuestamente dados por el ex presidente Rodríguez. Varios sectores de la prensa interpretaron que se trataba de un premio por no haber entorpecido un presunto tráfico o tal vez como una especie de anuencia moral para concretar la repartija de los 210.800 dólares que trajeron los pilotos Recalde y Egues.

18- Los más altos jefes militares dispusieron de los 210.800 dólares, según la conclusión de la CBI que condenó esa actitud y exigió la devolución de la gruesa suma al Estado.

19- Carlos Barreto Sarubbi, gobernador del departamento de Alto Paraná, político y comerciante sumamente polémico. Siempre fue apuntado como supuesto contrabandista de electrónicos, poseedor de pistas clandestinas que utilizaba para el tráfico. También lo acusaban de ser uno de los supuestos narcotrafícantes más activos y poderosos del país. Nunca pudieron probarle nada en este aspecto.

20- El Consejo Nacional Antidrogas (CONAD) fue el nombre que se le dio al organismo que después fue la Secretaría Nacional Antidrogas (SENAD). Era dependiente de la Presidencia de la República, al igual que la SENAD. En realidad, se trataba de una misma institución.

21- Este Carlos era Carlos Walters, el agente portorriqueño de la DEA que trabajaba en Paraguay. En San Francisco, lugar hasta donde se debía transportar la droga, debía caer el verdadero comprador de la cocaína. Los agentes infiltrados debían hacer el papel de transportadores o intermediarios, según lo explicado por Acuña.

22- Se refiere al piloto Amado Recalde, alias "Kamikaze", el mismo que fue detenido con el boliviano Carmelo Egues Rodríguez en Parque Cué por el capitán Ubaldo Sisa.

23- Al referirse a "por si ocurriese lo que ocurrió" se refería al descubrimiento de la "entrega vigilada". En caso de que algún militar activo hubiese estado en el operativo encubierto, se habría producido un escándalo de peores proporciones. Nadie hubiese creído que se había tratado de una "entrega vigilada". Todos habrían pensado en un piloto- militar implicado en tráfico de drogas.

24- Acuña reconoce que, oficialmente, las autoridades de Bolivia no sabían lo de esta "entrega vigilada".

25- Se refería a los 210.800 dólares que se encontró en poder de los pilotos Recalde y Egues Rodríguez al ser detenidos en Parque Cué por el capitán Sisa.

26- El mayor Acuña revela que el ex presidente Rodríguez autorizó la "entrega vigilada" denominada Parque Cué a cambio de promesas de los americanos. La idea era recibir, a cambio de permitir ese operativo vigilado, donaciones de EE.UU. para potenciar a las Fuerzas Armadas: helicópteros, ayudas, cursos, etc. Acuña sabía que los norteamericanos solo buscaban autorización para realizar las tareas vigiladas. Estaba seguro de que no iban a cumplir con Rodríguez, tal como al final ocurrió.

27- Se refería al accidente aéreo en el que murió el Tte. Claudio Silvera y dos bolivianos al caer un avión en Parque Cué, el 27 de mayo de 1990. Es el mismo caso de las pieles halladas dentro de la aeronave, hecho que le costó el cargo a los generales Carpinelli y González. (Ver citas 2 y 3 de este capítulo).

28- El avión de Recalde y Egues Rodríguez debía aterrizar en Nueva Asunción, donde aguardaba la comitiva antidrogas, y no en Parque Cué. Hasta ahora, nadie ha sabido explicar por qué los pilotos aterrizaron en Parque Cué. Las explicaciones de Recalde y Egues, referentes a falla mecánica en el avión y al extravío de ambos pilotos, no han convencido a los investigadores.

29- Acuña manifiesta sus dudas acerca del capitán Ubaldo Sisa e insinúa la Posidad de que Sisa haya estado involucrado con Recalde y Egues en un eventual tráfico de la mercadería.

30- "Diploteatro" fue el término utilizado por el ex embajador de Estados Unidos en Paraguay, Timothy Towell, al referirse a la reunión de prensa hecha en Mcal. Estigarribia luego de que el capitán Ubaldo Sisa detuvo a los pilotos Recalde y Egues con el cargamento de 343 kilos de cocaína en Parque Cué. Durante la rueda de prensa, se informó que un avión apareció abandonado con la cocaína en Parque Cué. En horas de la noche de aquel mismo día, se quemó la droga con la presencia de ministros, jueces, embajadores, etc. Eso fue el "diploshow", según Towell. El término lo inventó durante una entrevista grabada en Washington con el periodista Benjamín Fernández Bogado y transmitida por Canal 9 del Sistema Nacional de Televisión el 22 de octubre de 1994.

El término "Diploteatro", inventado por Towell doce días después del asesinato del Gral. Ramón Rosa Rodríguez durante la citada entrevista, aparece en una de las famosas actas atribuidas al general ultimado. Justamente la aparición de esa palabra, "diploteatro", en el presunto documento constituye uno de los indicios más fuertes de que tales actas serian fraguadas. No se entiende cómo una palabra que no existía "en ningún diccionario del mundo" hasta esa entrevista, al decir de Towell, pudo haber aparecido en un acta supuestamente escrita días antes del magnicidio y, por supuesto, de la entrevista citada.

31- Acuña admitía en forma cruda que todos colaboraron para la gran mentira de la reunión de prensa del caso Parque Cué. Revelaba los motivos del "diploshow". Trataba de justificar indicando que era para salvaguardar el éxito de los posteriores operativos.

32-- Aunque Acuña, Berni y los demás antidrogas no lo quieran reconocer, la corrupción en dichos trabajos era obvia. Al admitir que se llevaba en forma clandestina cocaína confiscada hasta Estados Unidos, sin autorización ni vigilancia judicial, en vuelos de Líneas Aéreas Paraguayas (LAP), en vuelos directos, sin ser sometidos a control ni fiscalización judicial alguna, no se puede pensar otra cosa que en el trafico común y silvestre. La DEA, desde Estados Unidos, mandaba más que autoridades locales y burlaban fácilmente los sistemas de control del aeropuerto Silvio Pettirossi. A partir de la declaración de Acuña, todo eso se vuelve innegable.

33- El mayor Acuña admitía que no se acostumbraba a trabajar con documentos, y mucho menos con autorización judicial, en el tema de las "entregas vigiladas" y de traslado de drogas controladas o incautadas desde Bolivia a nuestro país, y desde aquí a Estados Unidos.

34- El mayor Acuña se refiere al Archivo del Terror, las toneladas de documentos que constituían el archivo secreto de la Policía política de la época de Stroessner. Rodríguez permitió que la prensa tuviera acceso a dichos papeles. Mediante esos documentos, se llegó a pruebas de torturas, muertes, desapariciones, persecuciones e incluso intercambio de presos con otras dictaduras de esta parte de América, el ya tristemente conocido "operativo Cóndor".

35- Berni se refería a algunos de los supuestos popes del cártel brasileño instalado en Pedro Juan Caballero. Nelson, Adilson y Betinho Rossati fueron asesinados en diferentes hechos registrados en la última década en Pedro Juan Caballero. El fallecido Dionisio Vázquez era uno de los más activos narcos de la frontera. Sus pleitos con la Policía, que le valieron algunos arrestos, le restaron actividad ya que se encontraba permanentemente bajo la mira de los uniformados. Fahd Yamil es citado como el jefe de todo el clan. Hirán Garcete era un poderoso hotelero comerciante que murió en un extraño accidente automovilístico a mediados de 1995. Su hijo, Hirán Garcete (h), mantuvo un pleito con los Yamil luego de que pretendió hacerse cargo de los negocios de su padre y de tomar rienda de la situación en la frontera. Un plan que tenía por objetivo eliminarlo a él y a sus capangas terminó por obligarlo a mudarse a la ciudad de Dourados durante varios meses, poco después de la muerte de su padre. Sus guardaespaldas -Virgilio Lezcano Benítez, Teófilo Alfonso Escobar y Teodoro Antonio Méndez- fueron detenidos el 25 de febrero de 1996 con un arsenal en su poder por los hombres del delegado de la Policía Civil de Ponta Porá, Valdir Sequeira Pintos. En momento en que se disponían a ponerlos a disposición de los hombres del clan del mandamás, fueron salvados con la llegada de una abogada que representaba los intereses del joven Garcete. Desde entonces, "Hirancito", como se lo conoce en la frontera, pasó al anonimato.

36- Berni se refería a la creación de la Secretaría Nacional Antidrogas (SENAD) de la Presidencia de la República como nueva oficina encargada de la lucha antinarcótica. La Dirección Nacional de Narcóticos (DINAR), entonces único ente antidrogas dependiente del Ministerio del Interior, pasó a ser parte de la SENAD y se convirtió en simple oficina de operaciones, de represión. Pese a que en los papeles todo encajaba, en la realidad los agentes especiales civiles y policías de la DINAR nunca llegaron a congeniar con los militares de la SENAD. Por ello, Berni hablaba de "dos amos": la DINAR, que de hecho existía desde mucho tiempo atrás, y la SENAD, que trataba de afianzarse en la posición de máximo ente antidrogas el cual, por ley, ya la correspondía. Pleitos entre militares de las Fuerzas Especiales, agentes de la Policía y agentes especiales civiles eran la constante y constituían la evidencia de la existencia de esos "dos amos" a los cuales no les resultaba imposible responder en forma simultánea.

37- Berni insinúa que la caída del avión del Tte. Silvera "manchó" la imagen de las Fuerzas Armadas. Por supuesto, la salida de los generales Carpinelli y González empeoró la situación. (Ver citas 2 y 3 de este mismo capítulo) A partir de esta posición, el experto antidrogas desarrolla una hipótesis.

38- Berni señala que el gobierno de Andrés Rodríguez quedó mal parado con la caída con pieles del Tte. Silvera y con la destitución posterior de los generales Carpinelli y González. Con la caída de la droga en Parque Cué, el Gobierno de Rodríguez y las Fuerzas Armadas aparecerían ante la opinión pública como entes interesados en luchar contra las drogas. Esa es la hipótesis expuesta por Berni, al intentar explicar por qué el piloto Recalde aterrizó en Parque Cué y no en Nueva Asunción.

39- Es notable que los operativos vigilados y lo que ello implica - movimiento de dinero, drogas, etc.- siempre estuvieron en conocimiento de militares, uniformados y los agentes de la DEA. Sin embargo, los jueces o cualquier otra autoridad judicial nunca eran comunicados sino hasta después de los trabajos, y solo en caso de que fuese necesario. Al admitir que ningún procedimiento era objeto de anotaciones de parte de las autoridades paraguayas constituye un indicio fuerte de que los magistrados no eran comunicados de estos trabajos.

40- El Gral. Samaniego admite implícitamente no estar a favor de las "entregas vigiladas". Daría la impresión de tenerle cierto rencor a los norteamericanos. Da a entender perfectamente que, con dichos operativos, solo ganan los Estados Unidos en perjuicio de la imagen de Paraguay, al que se convierte como paso obligado del tráfico de la valiosa cocaína.

41- El Gral. Samaniego continúa argumentando por qué considera que las entregas vigiladas no favorecen a Paraguay y sí a Estados Unidos. Inclusive habla que nuestras fuerzas operativas simplemente son utilizadas los norteamericanos.

42- El operativo "Feliz Navidad" no existió y nunca se llevó a cabo. "Feliz Navidad" no fue sino una estrategia tomada y concretada por los agentes antidrogas de entonces (el mayor Acuña, Miguel Berni y el resto del grupo de la DINAR) para obtener dinero para la Navidad de 1993. Para el efecto, los antinarcóticos solicitaron dinero a diferentes entes que colaboraban con la lucha, incluido parte del presupuesto asignado al organismo. La excusa era llevar adelante un procedimiento. Al final, "Feliz Navidad" no fue sino un método a través del cual los agentes antidrogas recolectaron dinero para pasar una muy "feliz Navidad". Tal "entrega vigilada" nunca existió. Lo que los antidrogas hicieron fue hacer escuchar a funcionarios administrativos varios de la SENAD sobre el supuesto trabajo encubierto, para ocultar las verdaderas intenciones que llevaban. Por ello, ningún agente ha dado a conocer pormenores de "Feliz Navidad". Todos los demás operativos fueron detallados de una u otra forma. La CBI se equivocó al mencionar "Feliz Navidad" como un ejemplo de "entrega vigilada".

"Feliz Navidad" también aparece en algunas de las dudosas actas atribuidas al Gral. Ramón Rosa Rodríguez como una supuesta entrega vigilada a través de la cual se traficó cocaína. Se trata de otro indicio muy claro de que tales fotocopias no serían otra cosa que eso mismo: fotocopias trucadas.

43- Se refiere a la entrevista transmitida por Canal 9 el 22 de octubre de 1990. (Ver cita número 30 de este mismo capítulo).



ANEXO 2

CORRUPTELA, ANTES Y DESPUES

LA "LISTA 120"

Innumerables anécdotas que de una u otra manera tuvieron relación o conexión con antecedentes lejanos o cercanos y también con consecuencias del magnicidio del 10 de octubre de 1994 se desarrollaron en forma constante desde la misma creación de los entes de drogas y, por supuesto, con posterioridad al crimen del general Ramón Rosa Rodríguez. En zonas fronterizas de nuestro país, como en Posadas-Encarnación y Pedro Juan Caballero-Ponta Porá, se manejaron hipótesis interesantes algunas, y fantasiosas, fabulosas -como salidas de películas de mafia y acción- otras. Eran informaciones provenientes de personas ligadas al narcotráfico fronterizo y a asesinatos por encargos. Estos informantes consideraban que la prensa y los investigadores policiales manejaban datos que quedaban cortos ante la realidad conocida por ellos.

Una de esas hipótesis aludía a una lista: la denominaba "120". El informante -un policía de narcóticos argentino ligado a entes de seguridad de drogas y también a narcotraficantes- aseguraba tener acceso a informes confidenciales gubernamentales no solo en nuestro país, sino también de la Argentina.

Esta historia refiere que el general Ramón Rosa Rodríguez, en su carácter de coordinador de la lucha antidrogas del Cono Sur, recibió datos de contactos internacionales, autoridades de otros países de esta parte del continente, que lo llevaron a investigar y procesar una lista de 120 personas, influyentes en Paraguay, en quienes halló indicios de conexiones con la droga.

Esta "lista 120" incluía a decenas de militares, muchos de ellos de alto rango. Según esta hipótesis, Rosa Rodríguez cometió la torpeza de haberla exhibido a otras autoridades. El dato se filtró y provocó preocupación en algunas cabezas de la milicia que aguardaban en ese entonces el desarrollo de las sesiones del tribunal de calificaciones que debía comenzar a activar. Todo el estamento militar estaba destinado a sufrir modificaciones de fondo: desde ascensos abortados hasta cabezas a rodar

La hipótesis, indica que posiblemente existieron presiones del propio Departamento de Estado de EE.UU. y de la región democrática de América para que cayeran los corruptos. De esa manera, no era difícil deducir que altos exponentes de las Fuerzas Armadas, utilizando al capitán Juan Ruiz Díaz, se hayan asegurado de que el general callara para siempre.

El presidente Juan Carlos Wasmosy quedó asustado tras el crimen de R. Rodríguez. El entonces jefe de la SENAD le advirtió que ambos estaban marcados para la muerte. Esto se produjo pocas semanas antes de que se concretara el doble atentado.

El hecho de que Wasmosy haya estado al tanto de la tal "lista 120" también lo ponía en peligro. Durante varios meses, Wasmosy se convirtió en el presidente mejor protegido del Cono Sur y uno de los de mayor custodia en el mundo.

El periodista James Brooke, del influyente diario New York Time, aludió esta situación en un reportaje publicado el 18 de enero de 1995.

Al explicar la seguridad de Wasmosy. Brooke aludió otra lista, la entregada por el capitán Ruiz Díaz en tribunales. "Aunque alguna gente consideró a la lista 10 x 2 ( 1 ) como una creación de un hombre enjuiciado por asesinar a su superior, el presidente Wasmosy discretamente aumentó su seguridad personal".

"En la asunción de presidente del Brasil, Fernando Henrique Cardoso, el 1 de enero (de 1995), el líder paraguayo fue el mejor protegido entre los jefes de estado visitantes. Este anduvo por Brasilia resguardado por dos vehículos blindados con policías francotiradores y acompañado por un helicóptero policial volando sobre su cabeza".

El miedo de Wasmosy radicaba no en una represalia por lo de la "lista 2 X 10" revelada por Ruiz Díaz, sino en la otra: la secreta "lista 120", según la hipótesis desarrollada.

La "lista 120" supuestamente incluía nombres de militares, empresarios, hombres de la Embajada de EE.UU., políticos, parlamentarios, gobernadores, autoridades municipales, aduaneros, etc..


PARA LOS PEDROJUANINOS, HUBO UN FRANCOTIRADOR

Un activo matón a sueldo de la frontera paraguayo-brasileña, quien se identificó como Javier Blanco, reveló otra hipótesis manejada en el bajo mundo delincuencial. Este muchacho paraguayo, residente en Ponta Porá, Brasil, -frontera con Pedro Juan Caballero- se presentó como un sicario profesional. Se trataba de un sujeto con unos 70 asesinatos en su haber, orgulloso de estar al servicio de Luiz Henrique Rodrigues Georges, alias "Tulú", sindicado como uno de los principales jefes del cártel brasileño que maneja la droga en la zona. ( 2 )

Javier dio a conocer otra hipótesis, la manejada por los capomafiosos pedrojuaninos. Los narcos de la frontera no creen que el capitán Juan Ruiz Díaz haya sido el autor del crimen. Sostienen que un francotirador ubicado en posición estratégica fue el autor del disparo, efectuado probablemente desde otro vehículo. "La precisión con que dieron en la cabeza del general habla de un francotirador. Aquí, en la frontera, nadie cree que haya sido ese capitán. Fue algo tan perfectamente preparado que justamente la intención era esa, que nunca se sepa la verdad". Poco después de haber hablado con este autor, a comienzos de noviembre de 1995, el matón Blanco desapareció de la frontera. Muchos dijeron que "lo desaparecieron".

Aun tratándose de hipótesis que revelaban la posición de grupos mafiosos sumamente poderosos de nuestro medio, sobre todo el de Pedro Juan, estas historias no parecen merecer más atención que la que justamente se la da en esta obra: la anecdótica.


UN CURIOSO MEMORÁNDUM (UN AÑO DESPUÉS...)

Casi un año después de que el general Ramón Rosa Rodríguez fuera asesinado, los norteamericanos encargados de las investigaciones antidrogas y de servicios de espionajes de alto vuelo no habían cambiado aparentemente de opinión acerca de las supuestas actividades de Lino Oviedo y del ex presidente Andrés Rodríguez.

El contenido de las informaciones confidenciales elaboradas por los americanos a un año de la muerte del general era idéntico reflejo de los memos elaborados por el capitán Juan Ruiz Díaz y constituían evidencia de que los datos manejados por el ayudante del general R. Rodríguez eran de calidad y precisión inmejorable.

Un supuesto memorándum atribuido al coordinador de la lucha antidrogas del Cono Sur, dependiente de la Oficina Interamericana de Prevención a cargo de la DEA, despertó curiosidad en el ámbito antidrogas. El papel, supuestamente firmado por Nils W. Scott, y que llevaba el llamativo sello de "confidencial" apareció como dirigido al entonces secretario ejecutivo de la SENAD. Gral. José Tomás Centurión, uno de los sucesores del Gral. Ramón Rosa Rodríguez.

El presunto memo indicaba que el caso del Gral. Lino Oviedo -a quien relacionaban con conocidos hampones de Pedro Juan Caballero y Ciudad del Este supuestamente era parte de un legajo. En dicho memo se leía "2.240-Py" ( 3 )

El escrito aparecía fechado el 3 de agosto de 1995.

"1- Las actividades del mencionado en relación al narcotráfico datan del año 1974, cuando se desempeñaba como nexo entre el general Andrés Rodríguez y Fahd Jamil, representando los intereses del primero.

2- Posteriormente, se convierte en el enlace del general Rodríguez en todas las operaciones de narcotráfico en que este interviene, circunstancia que le posibilitó un profundo conocimiento del tema.

3- Por aquella época establece contacto con Nelson Rossati, jefe del hampa del Amambay (hermano de Adilson; ambos fueron asesinados en diferentes circunstancias) con quien realiza varias operaciones conjuntas, tratando de evitar la participación del general Rodríguez en las mismas, con el objeto de obtener mayores ganancias.

4- Se recuerda que el mencionado utilizó en varias oportunidades los "servicios" de conocidos asesinos (matadores) Quintana y los Rocha.

5- A partir de 1989, comienza a operar en Pedro Juan Caballero con el Cnel. (SR) Heriberto Lezcano, de lo cual existe constancia en los archivos tribunalicios y policiales de la mencionada localidad.

6- Simultáneamente a actividades de narcotráfico, el mencionado se dedicaba al robo de vehículos y contrabando de combustible, siendo su cómplice un sujeto de apellido Nara ( 4 ) que le fuera presentado por Fahd Jamil.

7- En la actualidad, el mencionado realiza operaciones de narcotráfico por intermedio de Javier Pérez. Dionisio Vázquez y los hermanos Pinazo, quienes traen los estupefacientes desde Bolivia y los introducen en una pista de aviación clandestina ubicada en la proximidad del cruce Bella Vista Norte (Dpto. de Amambay). ( 5 )

8- Luego de asumir el Comando del Ejército, el mencionado extendió sus actividades al Alto Paraná, donde cuenta con el apoyo de Carlos Barreto Sarubbi, un tal Ortolam y ciertos grupos árabes y orientales residentes en Ciudad del Este.

9- En medios del hampa se comenta que un soplón al servicio del mencionado reveló un importante detalle que facilitó la detención de Sebastiao Spencer en Bolivia, con la finalidad de apartar a uno de sus más fuertes competidores en el negocio del narcotráfico.

10- Ha trascendido que el mencionado estaría instalando una fábrica de cigarrillos en Hernandarias, conjuntamente con un alto directivo del Banco Amambay, de apellido Cartes.

Se ampliará. Atentamente. Nils W. Scott. Coordinador Cono Sur.

CONFIDENCIAL".

Pese a que investigadores antidrogas y policiales poseen copias de este presunto memo, ni la Justicia ni la SENAD ni indagador alguno se expidió hasta ahora, en forma concluyente y contundente, sobre la autenticidad o falsedad de este curioso documento.


LA ORDEN FUE COMPLICAR LO SENCILLO

El asesinato del Gral. Ramón Rosa Rodríguez fue un hecho aparentemente fácil de resolver, al menos en lo que a autoría material se refiere. Sin embargo, el caso fue complicándose con singular dinamismo como consecuencia de errores garrafales cometidos por los militares y por un juez, Atilio Rodríguez Britos, quien, en principio, denotó falta de eficiencia y experiencia para hacer valer su autoridad máxima en el proceso.

Los militares se esmeraron en llevar la pesquisa al ámbito de la Justicia castrense. Así, civiles, militares y policías acudieron hasta el juzgado del magistrado militar Bartolomé Méndez para declarar sobre el caso.

Todos los sospechosos y testigos declararon primeramente ante el capitán Méndez, no ante el juez del crimen de turno en primera instancia, Atilio Rodríguez. Los testigos claves no acudieron al magistrado Rodríguez sino hasta muchos días después.

Los tres custodios de Rosa Rodríguez (el capitán Lugo y los suboficiales Méndez y Sanabria) hablaron primeramente con Wasmosy, con Oviedo y con el resto de los militares. Admitieron que el general Ramón Rosa Rodríguez fue asesinado en sus narices. Coincidieron en que el capitán Juan Ruiz Díaz los sorprendió al liquidar al jefe antidrogas. Reconocieron que, pese a la orden dada por Rosa Rodríguez, Ruiz Díaz no fue desarmado. La tamaña ineficiencia demostrada debió haberles costado la baja. Sin embargo, Lugo fue ascendido y los suboficiales continuaron en las Fuerzas Armadas. Elementos de juicio que generaron comentarios y suspicacias.

El juez Atilio Rodríguez no ordenó a quien correspondiera, al comandante en jefe de las FF.AA. o al presidente de la Suprema Corte de Justicia Militar, que los tres militares y el caso en cuestión pasara en forma urgente e inmediata a su juzgado.

La Policía tuvo acceso a las personas que fueron detenidas recién diez días después de que los militares los mantuvieran a su disposición. Estos eran Miguel Ángel Berni, el subcomisario Pedro Rodas y los choferes del capitán Juan Ruiz Díaz Oxilia. Los testigos e informantes "frescos" que necesitaban los investigadores -Lugo y los suboficiales Méndez y Sanabria- se borraron. Todo quedó dispuesto para que la pesquisa quedara sin posibilidad de acceder al fondo de todo. Así las cosas, los militares cumplieron a cabalidad con el objetivo de lograr que el esclarecimiento del hecho sea poco menos que una utopía.


"NIDO DE SERPIENTES"

En época de la SENAD del Gral. Samaniego, los agentes Alejandrino Acuña, José Luis Reyes, Miguel Ángel Berni, Rodas y el Tte. Cnel. Ocampos Vass se destacaban como los principales asesores del entonces jefe antidrogas del país. La organización no era simple en el organismo operativo de la SENAD, es decir, en la DINAR. Al frente de este ente operativo de la SENAD se encontraba el comisario princ. Juan Ángel Agüero.

Las influencias de la CIA y la DEA de la Embajada de EE.UU. se materializaban mediante los nexos que constituían Pedro Rodas y Miguel Berni, respectivamente. Ambos eran elementos útiles de los americanos. En síntesis, coexistía una variedad de personas, de diferentes roles, que debía congeniar de una u otra manera en ese polémico y conflictivo ente llamado SENAD: militares, los civiles agentes especiales, policías, mujeres, informantes y los norteamericanos.

Los pleitos generados para dominar o, mejor, "domar" al jefe de la SENAD ya se daban desde entonces. Los militares que rodeaban al Gral. Samaniego eran básicamente tres: el Tte. Cnel. Ocampos Vass, y los capitanes Royg y José Díaz. Detrás estaban Berni y Rodas, quienes representaban los intereses norteamericanos. El Gral. Samaniego tomó preferencia por los agentes pro-americanos dando facilidades al policía Rodas y al agente Berni, además de beneficios traducidos en viáticos, combustibles, vehículos -como un lujoso Isuzu Trooper destinado al subcomisario Rodas- y la facultad de dirigir entregas vigiladas como la de Parque Cué, sin la debida transparencia.

La preferencia hacia civiles y policías comandados por los americanos provocó envidias y generó intrigas en el ámbito militar de la institución que terminaron por debilitar definitivamente a la administración del general Samaniego quien fue relevado y posteriormente pasado a retiro. Otras maniobras y embrollos fabricados por elementos antinarcóticos -ya sea civiles, policiales y militares, al mejor estilo de todos contra todos- para preservar intereses mezquinos continuaron durante la administración posterior de la SENAD, la del Gral. Mario Rodolfo Escobar Anzoategui. Justamente, uno de los militares asesores del destituido Gral. Samaniego se encargó de intrigar a Escobar y a su hombre de confianza, el entonces Cnel. Morel Garay, al comunicar al entonces poderoso Gral. Lino Oviedo de que la SENAD y los norteamericanos pensaban implicarlo en narcotráfico para forzar una eventual extradición a Estados Unidos. La destitución de Escobar Anzoategui no se hizo esperar. ( 6 ) Con el siguiente titular antidrogas del país, Gral. Ramón Rosa Rodríguez, las trampas se intensificaron y la SENAD siguió dominado por la anarquía total. La calificación dada a la oficina antidrogas por la viuda del general Rosa Rodríguez, Clotilde Guggiari, no podía ser más exacta y precisa: un verdadero "nido de serpientes".


BUSCANDO IMPLICAR A BERNI

El ex agente especial antidrogas Miguel Ángel Berni provocaba envidias a policías y militares. Resultaba intolerable para los uniformados que un civil pudiera manejarse con tanta o con más habilidad, preparación e inteligencia que los propios miembros de las fuerzas de seguridad. De contextura física robusta, ancho, sin cuello, de estatura mediana, rostro redondo, bigotes gruesos y aspecto temible, Berni impresionaba por la sagacidad y maquiavelismo puestos en vigencia para movilizar no solo a sus hombres, sino también para manipular elementos útiles de ocasión.

Su porte, prepotencia y seguridad seducían y convencían a desprevenidos oficiales militares y policías. En una camioneta americana, lujosa, concedida por la Embajada de EE.UU., el ex jefe de inteligencia de la DINAR acostumbraba a introducirse de incógnito a cuarteles militares. Tras los espionajes de rigor, lograba sortear puestos de control emitiendo solo breves y rudos saludos o lanzando miradas amenazadoras. Los uniformados militares de guardia se le encuadraban.

Su conflictiva personalidad alimentó sospechas de que estuvo directa y hasta materialmente involucrado en el asesinato del general Ramón Rosa Rodríguez. Nunca, sin embargo, pudieron probarle nada. Solo hubo presunciones, atendiendo su polémico carácter y su caída en desgracia en la SENAD a causa de la administración del general R. Rodríguez, a traves de su cuñado Publio Fretes, ex jefe operativo de la SENAD. ( 7 ) Conforme surgían y se desechaban informaciones y teorías sobre el asesinato, se ponía más difícil hallar pruebas contra Berni y su grupo, pese a las afirmaciones del supuesto testigo clave del caso, el ex convicto Migdonio Olmedo Chilavert. ( 8 ).

Con una mujer que se desempeñó por mucho tiempo como informante de los antidrogas, la cuestión fue más concreta. En ella se hallaron fuertes indicios de se trataba de una persona "apalabrada" para involucrar a Berni, una testigo falsa.

Saturnina Ramona Florentín, alias "Luly", de 48 años, fue alguna vez una persona vinculada al submundo de las drogas como informante de la DINAR. La versión que dio ante la Policía fue la siguiente: aquel 10 de octubre de 1994 se dirigía hasta la sede de la ANDE a tempranas horas para realizar un trámite personal. Posteriormente, fue hacia otra oficina para efectuar otra cuestión particular. Al llegar a José Berges y Mary Lions, cerca del colegio Internacional, se encontró con agentes uniformados y de civil que realizaban un corte de ruta. Una persona de civil, pero con apariencia de policía, le solicitó documentos.

- Trae tus documentos, abuela. Por ahora, esta es zona restringida.

Tras cotejar los papeles, la dejó ir. Saturnina dijo haberse enterado del asesinato horas después. En un diario publicado al día siguiente, reconoció la fotografía de Miguel Berni, quien aparecía como sospechoso. Recordó que se trataba de la misma persona que le había requerido documentos el día anterior.

La cuestión de la individualización ya se prestaba a la duda porque Berni y "Luly" se conocían desde tiempo atrás. Ella pudo haberlo reconocido al instante, sin fotografías, en el mismo momento en que supuestamente le solicitó la cédula, y viceversa. Ambos se conocían desde mucho tiempo atrás.

En oportunidad de realizar la declaración ante el juez, "Luly" entró en contradicciones visibles que denotaron su carácter de testigo falsa. Ello le valió ser procesada por el juez Atilio Rodríguez. "Luly" no asimiló bien la lección y se metió en problemas.


OFERTA Y CONTRAOFERTA PARA UN NARCO

La enemistad entre Berni y "Luly" Florentín tomó tal dimensión que, en un momento dado, generó innumerables versiones en el ámbito antidrogas sobre supuestas intrigas a ser montadas intentando perjudicar a la respectiva contraparte.

El fallecido ex convicto narcotraficante Marcos "Tito" Rodríguez, el mismo que había perjudicado a Berni y Rodas al denunciarlos porque lo obligaron a vender 10 Kg. de cocaína, ( 9 ) comentó poco antes de morir que, estando en la cárcel, recibió dos curiosas ofertas.

La primera de las historias implica a agentes antidrogas. "Tito" Rodríguez charló estando en el penal de Tacumbú con ciertos oficiales de drogas. Los "visitantes" le propusieron un trabajo no tan deseable, pero cuya recompensa le resultaba tentadora: matar a "Luly" Florentín a cambio de obtener una celera libertad. Para ello, podría contar con influencias que le permitirían abandonar momentáneamente la cárcel para cometer el homicidio.

Entablar conversaciones con presos y contratarlos para realizar tareas turbias era una de las sospechas que pesaba sobre el grupo de Miguel Ángel Berni, sostenida por la Policía Nacional.

"Tito" Rodríguez fue atacado por el virus de la duda. Sopesaba la posibilidad de aliarse con sus ex enemigos para cumplir con la "tarea" ofrecida. Le tentaba poder abandonar la cárcel, sin necesidad de enfrentarse a un juicio de extradición. La justicia argentina lo requería por tráfico de casi cien kilos de marihuana. Total, la tarea no era difícil. Solo tenía que matar a una vieja. Nadie iba a saber lo que pasó.

"Tito" recibió otra sorpresa en momento en que trataba de decidirse. Saturnina "Luly" Florentín se llegó a Tacumbú. Pidió hablar con él. El motivo?: pedirle otro favor.

Saturnina también tenía sus planes. Necesitaba contactar con un preso que pudiera comprometer a Berni y a su grupo en el crimen del general Ramón Rosa Rodríguez. La idea era simple: había buen dinero para el delincuente que se animara involucrar al ex jefe de la inteligencia antidrogas en el asesinato del general Ramón Rosa Rodríguez.

Al enterarse, Berni no dudó en asegurar que Florentín cumplía instrucciones de dos de los encargados de las pesquisas: los comisarios Víctor Cogliolo y Juan Alberto Andino, sus eternos enemigos.

Lo trágico de todo esto consistió en que "Tito" Rodríguez, quien se encontraba en el medio de dos intereses que buscaban utilizarlo para perjudicar al respectivo enemigo, se llevó la peor parte. Poco después de abandonar la cárcel, moría apuñalado en un oscuro incidente en el barrio Chacarita, el 23 de setiembre de 1995. Ni uno ni otro plan pudo llevarlo a cabo.


HASTA EL ROBO DE LA CAMIONETA SALIÓ MAL...

La desesperación dominaba y cegaba a los sujetos. Necesitaban un vehículo para impulsar decididamente el plan de cometer un asesinato. Paseaban en una camioneta Toyota Land Cruiser blanca con rumbo incierto. Sabían que no era prudente destinar a la Land Cruiser al golpe que pensaban dar. Para colmo, no tenían mucho dinero como para adquirir algún rodado. No había otra opción. Había que cometer un robo. Eran las 17:00 del domingo 9 de octubre, un día antes del asesinato del general Ramón Rosa Rodríguez. Los desconocidos giraban por diferentes barrios de la capital. Estuvieron en las proximidades de la Terminal de Ómnibus. Nada. Las calles de la capital estaban semi desiertas. La ciudadanía descansaba buscando ganas y fuerzas -que no eran muchas- para encarar la dura semana que acababa de iniciarse. Los menos preocupados, jugaban fútbol o voley en improvisados campos de barrios de Asunción.

La Land Cruiser blanca no dejaba de llamar la atención. Los desconocidos descendían de tanto en tanto los vidrios polarizados. Era para divisar mejor lo que ocurría en los alrededores. Al tomar la avenida Rca. Argentina, los sujetos hallaron finalmente lo que buscaban: una camioneta Mitsubishi Montero. La manejaba una mujer. El panorama no tan bueno parecía ir cambiando.

La ciudadana Sara Mussi Carísimo manejaba distraída. Pensaba en la charla que sostendría con una amiga a cuya casa se dirigía. Los delincuentes no estaban con ánimo ni ganas de admirar bellezas femeninas. La sorprendieron en frío. La camioneta, con chapa 166185, fue robada. La víctima no pudo sino gritar y llorar desconsoladamente.

A una de las personas que la ayudó en forma casual se le ocurrió algo coherente: avisar a la Policía.

Uno de los sujetos dirigía la Montero. Otro lo secundaba en la Land Cruiser. "A todos los corresponsales, código 210 (asalto a mano armada), jurisdicción de la Metro 6. Dos sujetos armados a bordo de una Mitsubishi Montero y de una Land Cruiser...". La frecuencia de la radio de la Policía fue interceptada por los delincuentes. Repentinamente, se sintieron rodeados. No era momento para buscar problemas. La Montero quedó abandonada en Campos Cervera casi RI-2 Curupayty de Asunción. Los implicados en el homicidio del general Ramón Rosa Rodríguez necesitaban un vehículo para perpetrar el atentado. Al frustrarse el robo de la Montero, cometieron la torpeza de utilizar la Land Cruiser del capitán Juan Ruiz Díaz en el primer atentado. Así concluyó la Policía. Movimientos desesperados de personas presionadas por el escaso tiempo que les quedaba para planear y ejecutar un obligatorio asesinato.

Un tal Rojas -que no sería otro que el agente especial Celso Rojas Bernal, hombre de confianza de Miguel Berni, involucrado en el caso del general por Migdonio Olmedo Chilavert- llamó en varias ocasiones por biper o radiomensajes al capitán Juan Ruiz Díaz un día antes del asesinato.

Los investigadores tomaron en cuenta que tres mensajes fueron enviados por el agente especial Rojas al capitán Ruiz Díaz ese domingo 9 de octubre. Uno aludía una reunión prevista para la noche de ese día. Los llamados de Rojas al biper del capitán, además de las efectuadas por el ex juez Jorge González Riobóo y una tal Marta, formaban parte de los mensajes recibidos por el supuesto autor material del asesinato del general poco antes de producirse el crimen.

La primera llamada de Rojas se hizo a las 07:34 PM. Pedía a Ruiz Díaz se comunicara al 73.531. Media hora después, insistía que llamara al 552-132. Finalmente, a las 10:40 PM, el mensaje final: aguardaba al capitán en Fernando de la Mora y San Martín, frente a la Terminal de Ómnibus, a escasos 500 metros de la sede de la DINAR y a 300 metros de la casa de Miguel Ángel Berni. Lugar frecuentemente escogido por los hombres allegados a Berni para realizar sus reuniones.

Migdonio Olmedo Chilavert parecería haber complementado con su versión los mensajes de Rojas. Según Chilavert, ese domingo 9 de octubre, estuvo en compañía de Rojas buscando llegar a un acuerdo con el capitán y el resto del grupo para cometer el asesinato. Había que prever los últimos detalles del crimen a ser llevado a cabo al día siguiente, dijo Chilavert. Celso Rojas. Miguel Berni, el capitán Ruiz Díaz y otros antidrogas estaban en aparente aprietos.


AMEDRENTANDO A LA VIUDA

Poco después del asesinato del general Ramón R. Rodríguez, la viuda del ex jefe antidrogas del país. Clotilde Guggiari, fue objeto de una intensa campaña de amedrentamiento. Llamadas telefónicas anónimas y serias amenazas de muertes que incluían a su abogado, Oscar Paciello (h), eran la constante. La señora Clotilde, muy asustada, denunció a la Policía que entre el 10 y el 20 de diciembre recibió varias amenazas de un sujeto identificado como "Julio". El personaje fingió ser un asesino a sueldo venido de Pedro Juan Caballero.

El misterioso sujeto no dio vueltas para aclarar sus intenciones: fue contratado para matar a las personas que potencialmente podrían impulsar una investigación o aclarar definitivamente el atentado del general Rosa Rodríguez. Debía "quemar archivos".

El matón pensaba deshacerse de la señora Guggiari, del capitán Ruiz Díaz y del abogado Paciello (h). En principio, doña Clota se mostró curiosa y siguió el juego al sujeto quien no cesaba de llamar.

Después de tantas charlas, el vicario y la viuda entraron en una ficticia confianza. Los mensajes dejaron de ser amenazadores y el desconocido se mostró más espontáneo. Esto derivó en un encuentro personal entre la viuda, su abogado y el asesino a sueldo.

La viuda del general arribó a un edificio en Palma casi Alberdi, actualmente desaparecido. El sujeto lo aguardaba en una lúgubre oficina de la vetusta construcción abandonada. Afuera, el microcentro, ruidos, los peatones, automóviles, el apuro, la inercia. Dentro la humedad, el hedor, la soledad, el miedo...

El susto dominó a la señora Clota cuando divisó a un guardia armado con metralleta al lado de una escalera que llevaba a la pieza donde el vicario aguardaba.

Clotilde observó el rostro del vicario. Parecía salido de una película de mafias. Una enorme cicatriz le recorría la mejilla y los labios leporinos mal curados daban aspecto temible al tal "Julio".

La conversación giró sobre el dinero que debían pagarle para acabar con la propia mujer, con Paciello y con el capitán. Aunque se negó a dar nombre de sus mandantes, el sujeto dijo que las cabezas del capitán y del abogado ya tenían precio: 5.000 dólares cada uno. Por la muerte de la viuda, los mafiosos debían abonarle 12.000 dólares. Parecía una conversación entre un sujeto que gastaba una broma de mal gusto a otra que le seguía la corriente de puro curiosa.

- Ud. sabe señora quien mandó matar a su esposo?.

- No sé, pero sospecho.

- Pues si imagina lo mismo que yo estoy pensando, entonces no está equivocada.

- Quién es?.

- Imagínese...

- El Gral. Rodríguez?.

- -Ud. lo dijo!, no yo...

La viuda quedó aturdida. El sujeto exhibió armas y aparecieron otros que cerrojaban ametralladoras. La cosa se puso pesada. Muy asustada, Clotilde prefirió abandonar el lugar, no sin antes ser advertida de que el sicario volvería a llamarla.

Doña Clota dialogó de nuevo con el tal "Julio". El malviviente cambió de actitud y se hizo el mercenario. Propuso a la señora un trabajo. Deseaba realizar una jugarreta que interesaría a los allegados del general fallecido. Estaba en tratativas de dejar en evidencia al agente Miguel Berni, de quien se decía en el bajo mundo y en el ámbito policial que había sido el autor del primer atentado.

Concertaron una segunda entrevista, esta vez en una oficina situada sobre la calle Presidente Franco. La viuda creyó prudente no volver a asistir. Al final, todo pareció haber sido tan solo una broma de muy mal gusto, aunque doña Clotilde aún lo duda.

Las llamadas no cesaron durante varios meses, a tal punto que la familia Rodríguez Guggiari se vio obligada a cambiar de números telefónicos en dos oportunidades por lo menos.

Clotilde siempre sostuvo que, detrás del atentado de su esposo, estaban implicados los americanos de la Embajada, sus agentes operativos y, lógicamente, Juan Emiliano Ruiz Díaz, a quien siempre tildó de "Judas capitán".


NOTAS COMPLEMENTARIAS

ANEXO 2

- CORRUPTELA ANTES Y DESPUÉS

1- La lista 10 X 2 era aquella que dio a conocer el capitán Juan Ruiz Díaz en su primera declaración hecha en tribunales. Había dado nombre de militares y empresarios que supuestamente lideraban tres carteles: el de Pedro Juan, el cártel Turco y el cartel de la Armada. Citó, entre otros, a Carlos Barreto Sarubbi, al vicealmirante Eduardo González Petit, a Fahd Yamil, entre otros. Su versión no tuvo credibilidad para la mayoría de los entendidos. La historia fue tomada como una estrategia para desviar la atención dentro del contexto del proceso judicial que se le seguía.

2- Luiz Henrique Rodrigues Georges, alias "Tulú", es primo de Fahd Yamil Georges y uno de los hombres más fuertes de Amambay, en Paraguay, y en Mato Grosso do Sul, en Brasil. En Paraguay está procesado como uno de los autores morales del asesinato del periodista Santiago Leguizamón, ocurrido el 26 de abril de 1991 en Pedro Juan Caballero. Muy hábil, "Tulú" se presentó a la justicia paraguaya a mediados de 1996 y logró el levantamiento de detención que pesaba en su contra. Autoconsiderado como un joven y exitoso "empresario", "Tulú" es respetado y muy temido a la vez. Es sospechoso de liderar el narcotráfico y contrabando de todo tipo en la frontera. Hasta ahora, nadie ha podido probarle nada, aunque siempre se encuentra en la mira. Su sobrino e inseparable compañero, Daniel Alvares Georges, hijo de Fahd Yamil Georges, fije detenido y procesado en 1996 en San Pablo por tráfico de cocaína. Lo liberaron a mediados de mayo de 1997. Alvares Georges también está procesado en Paraguay como uno de los autores morales del asesinato de Santiago Leguizamón.

3- El memo, que no tiene membrete, sería similar a los elaborados por los agentes de la DEA y de la CIA a modo de información confidencial para otros organismos de seguridad. Copias de este supuesto memorándum obraban en poder de agentes de Inteligencia de la Policía, de la DINAR y de elementos de la DEA en Paraguay a comienzo de 1997.

4- Los Nara son sumamente influyentes en Pedro Juan Caballero. Se trata de personajes ligados y relacionados con las personas más sospechosas de la frontera. Aníbal Nara y Bonifacio Nara, hermanos entre sí, son los más conocidos. También se los suele llamar Maldonado Nara. Ambos tenían elementos sumamente útiles e influyentes en el clan Yamil.

5- Javier Pérez y Dionisio Vázquez son considerados dos de los supuestos narcotraficantes más activos en Pedro Juan Caballero. Se trata de personas que operan con aviones y, en ese sentido, los organismos antidrogas cuentan con datos de que la fortuna que amasaron se la debería exclusivamente al narcotráfico. Vázquez ya estuvo detenido y procesado por posesión y tráfico de estupefacientes. Dionisio Vázquez, más conocido como "Nito",  falleció en un accidente de tránsito registrado en una ruta de Ponta Porá, Brasil, el 1 de abril de 1997.

A Javier Pérez, por su parte, no se le pudo probar nada aún. Ambos eran personas permanentemente en la mira de los organismos antidrogas y de seguridad. Se trataría de elementos operativos sumamente importantes dentro de la jerarquía media-alta del clan Yamil. considerada por la Policía paulista como una de las facciones más poderosas del cártel brasileño.

6- Ver cita número 30 del capítulo "Los memos del capitán" y el capítulo "La lucha por la SENAD", en esta misma obra.

7- Recordar el pleito entre Berni y Publio Fretes tuvieron problemas sumamente graves años antes de que se encontraran en la DINAR como subordinado y jefe, respectivamente. Ver capítulo completo. "El Factor Publio Fretes" en esta misma obra.

8- Consultar capítulo "14 días antes hubo otro atentado..." - Tópico "Aparece Chilavert"- de esta misma obra.

9- Consultar capítulo "El factor Publio Fretes" para referencias del narco Marcos "Tito" Rodríguez y su relación y antecedentes con Miguel Berni y la DINAR.



ANEXO 3

GUERRA DE CUADRILLAS

EL INVESTIGADOR DEL CASO ROSA RODRÍGUEZ

Desde mucho tiempo antes de que el general Ramón R. Rodríguez haya asomado su figura como candidato para dirigir la lucha antidrogas de nuestro país, grupos de la seguridad pública entraron en disputas silenciosas pero intensas. Por su frecuencia, estas rencillas pasaron a convertirse en cuestiones de rutina en el submundo policial.

De una u otra forma, hechos de corrupción de mayor o menor envergadura y pleitos entre personajes influyentes de cada organización, acompañaban periódicos y no siempre claros acontecimientos generados por el accionar de estos grupos. En ese contexto, era frecuente que los investigadores del asesinato de Ramón Rosa Rodríguez, por un lado, y los subordinados del desaparecido ex jefe de la SENAD, por el otro, sostuvieran constantes rencillas.

Un ejemplo ya desarrollado en un capítulo anterior de esta misma obra, con sus antecedentes y consecuencias, fue el caso que incumbió al ex encargado de inteligencia de la DINAR, el agente Miguel Ángel Berni, y al ex jefe de Investigaciones y de la DINAR, comisario general Publio Fretes.

Resultaba notable y llamativo que, en muchos de los casos de rivalidad entre policías o agentes, el civil Berni aparecía de por medio. Las profundas diferencias personales y de criterios existentes entre el polémico ex jefe de inteligencia de DINAR y los comisarios Víctor Cogliolo y Juan Alberto Andino tampoco eran casualidad. Estos últimos jefes policiales fueron justamente los uniformados que se encargaron de investigar el asesinato de Ramón Rosa Rodríguez.

Tal como Berni ha sido sumamente cuestionado por su constante accionar prepotente, impune y hasta maquiavélico, el principal investigador del caso Rosa Rodríguez, Víctor Cogliolo, fue puesto bajo el dedo índice acusador en otras tantas ocasiones.

Bajo su mando -como jefe de Inteligencia, primero, y de Control de Automotores, después- se encontraban resistidos hombres como uniformados, incluso para sus propios colegas. También sostenía trato con ciertos sujetos de dudosas actividades, supuestos traficantes de drogas y hasta homicidas.

El fuerte brasileño-japonés Aníbal Nara era su amigo. ( 1 ) Considerado por las fuerzas de drogas paraguayas como un supuesto narcotraficante, acaudalado residente en Pedro Juan Caballero, su apellido fue citado por el general José Tomás Centurión -sucesor del general Ramón Rosa Rodríguez en la jefatura la SENAD- como uno de los jefes del narcotráfico en Pedro Juan, junto con Fahd Yamil y Sebastiao Spencer. Fue el 31 de julio de 1995 en Asunción.

El alto jefe policial Cogliolo acostumbraba a instalarse con sus hombres en la casa de Aníbal Nara, en Pedro Juan Caballero, desde donde coordinaba trabajos en la capital del Amambay.

Durante las tareas que derivaron en las capturas de los autotraficantes José Marcial Samaniego y Jonás Samaniego (autores morales del asesinato de la abogada Sarah Riva de Vasconsellos), el titular policial quedó alojado en la mansión de Nara. (2) También lo hizo en ocasión de esclarecer el secuestro de un niño en 1994.

Sin lugar a dudas que la captura de los hermanos Samaniego fue saludable para el esclarecimiento del caso de Sarah Riva. Ello, sin embargo, no impide analizar las aristas de los procedimientos en las cuales se intuye indicios de corrupción.

La caída de Jonás se produjo en agosto de 1995, justamente después de que Investigación de Delitos capturara en Asunción al asaltante Roberto Ríos. A la par de perpetrar asaltos, este sujeto se dedicaba a informar y trabajar con Control de Automotores, unidad a cargo del comisario Cogliolo. Ríos cayó como autor de dos homicidios con fines de robo. Con la captura de Jonás, Cogliolo pretendía frenar las críticas que le vinieron encima, luego de que la propia Policía asumiera que el criminal Roberto Ríos era informante de Automotores.

La intención de Cogliolo era la siguiente: realizar un procedimiento de envergadura y detener a un "pez gordo", prófugo durante varios años, con la intención de provocar el olvido su conexión con Roberto Ríos. Lo que quedó evidenciado fue que el jefe policial y sus hombres se encontraban en condiciones de realizar este trabajo desde mucho tiempo atrás. No lo hicieron probablemente por desinterés o tal vez por algo más. Quedaba claro que Cogliolo y sus hombres tenían aparente trato directo con algunos bandidos.

La impresión general en el ámbito policial fue que la captura de Jonás Samaniego, registrado en el barrio Coopafronteira, en territorio brasileño, constituyó un simple intento de acallar las duras críticas en contra de Automotores como lógica consecuencia del nexo entre Cogliolo y mis hombres con el asaltante Roberto Ríos. Casi dos años antes, en noviembre de 1993, el hermano de Jonás, José Marcial Samaniego, era detenido en territorio brasileño por agentes a cargo de Cogliolo. Los policías encargados de tal operativo realizaron una estadía de dos semanas en la casa del "amigo" Aníbal Nara. No hubo trabajos durante ese lapso. Los agentes "quemaban" tiempo tomando tereré en la vivienda de Nara, como aguardando una orden. Hasta daba la impresión de que se tratando con alguien la posibilidad de realizar el trabajo. Los hermanos Samaniego son conocidos autotraficantes de la frontera. Eran protegidos por el clan Yamil y otros jefes del hampa de la zona.

Cogliolo quedó sorprendido y asustado cuando periodistas detectaron su presencia y la de sus hombres en casa del supuesto narco japonés.

El propio gobernador de Amambay. Juan Carlos Araujo. cuestionó a Cogliolo el haberse alojado en la vivienda de un hombre considerado el brazo derecho de Fahd Yamil Georges.

Cogliolo no era el único. Otro policía de alto rango que compartía lazos de amistad con el supuesto mafioso japonés Aníbal Nara era el subcomisario Cecilio Acosta, ex jefe de operaciones de Inteligencia y uno de los principales encargados de la seguridad del presidente Wasmosy hasta fines de 1996.

La enemistad declarada del grupo del ex antidrogas Miguel Berni hacia Nara y allegados, por un lado, y la amistad del supuesto mafioso con altos mandos de la Policía paraguaya, por el otro, fueron factores fundamentales para consolidar un resentimiento mutuo entre agentes y civiles antidrogas y varios jefes policiales.

El 26 de abril de 1991 era asesinado el periodista Santiago Leguizamón Zaván, ex director-propietario de Radio Mburucuyá de Pedro Juan Caballero. Víctor Cogliolo fue nominado para impulsar las pesquisas. El policía era, en ese entonces, hombre fuerte del departamento de Inteligencia

Desde un principio se presumió que matones y personajes muy fuertes de la mafia pedrojuaninna, supuestamente allegados a Fahd Yamil Georges y, por ende, a los Nara, ordenaron y ejecutaron el asesinato de Leguizamón.

Víctor Cogliolo fue nombrado investigador del caso Leguizamón a sabiendas de que andaba relacionado a Nara, poderoso personaje del clan Yamil. Lógicamente, jamás avanzaron las pesquisas en el lado paraguayo. Tuvieron que ser los policías brasileños de Campo Grande quienes detuvieron a los asesinos. Varios no fueron tomados, pero sí quedaron plenamente identificados. En esa situación están Luiz Henrique Rodrigues Georges y Daniel Alvares Georges, primo e hijo de Fahd Yamil. ( 3 ) Todo gracias a la policía brasileña y a la prensa paraguaya. Tres años después, un sujeto brasileño cometió el error de comentar a su novia detalles de varios hechos criminales perpetrados en la frontera para finalmente admitir haber sido uno de los asesinos de un periodista en Pedro Juan Caballero. Fue detenido en Belén, Concepción. Corría el 13 de octubre de 1994. -

Se trasladó al detenido hasta Asunción en avión. Ante la presión del diputado Luis Alberto Mauro, quien radicó la denuncia formal en Concepción, el comisario Cogliolo se vio forzado a tomar cartas en el asunto. Luego de vueltas y excusas, nuevamente se envió al detenido hasta Pedro Juan Caballero. Entre tanto, la joven que denunció al sujeto aceptó dar una declaración informativa ante la Policía. Era para dar fuerza legal a la captura.

La informativa tomada en Automotores fue tan floja que el brasileño, llamado Jocimar Alves Araujo, salió en libertad con inusual celeridad en Pedro Juan Caballero. Atendiendo al rigor y exigencia que acostumbraban a aplicar a sus interrogatorios, era inaceptable que un hombre de la agudeza de Cogliolo haya desarrollado semejante informativa a la testigo clave, sin haber efectuado preguntas básicas.

Con este interrogatorio sin contenido, todo estaba servido para que Jocimar saliera de la cárcel. El entonces juez Buenaventura Gómez complementó la obra. El ex magistrado no realizó diligencia básica alguna antes de dictaminar la libertad de Jocimar. Obvió testifícales de la joven denunciante y de agentes policiales bien identificados ante quienes Jocimar admitió, durante diálogos informales, haber participado del crimen. (4)

La detención de Jocimar causó mucho malestar y preocupación en las altas esferas de la mafia fronteriza. La información fue tomada con seriedad por la policía concepcionera. La sugerencia fue volver a la capital del país por avión. Existía la posibilidad de que se montara alguna emboscada en los solitarios caminos terraplenados que unen Concepción con Yby Yaú y, por el otro lado, la que anexa a Pozo Colorado. De todos modos, la orden dada por la mafia pedrojuanina fue cumplida de inmediato pocos días después: liberar de inmediato a Jocimar y hacerlo desaparecer. Nunca más se supo algo de Jocimar.

El cambalache policial apareció de nuevo en agosto de 1996. El chiquillo Christian Cleber. hijo del supuesto capo Marcelino Colman, fue secuestrado por orden de otro acaudalado sujeto allegado a las drogas: Oscar Morel Quiñones, en Pedro Juan Caballero.

Siguiendo el ejemplo de los demás mafiosos de la zona, el entonces prófugo por el caso de Santiago Leguizamón, Luiz Henrique Rodrigues Georges, "Tulú", se sumó al "grupo comando" de sospechosos que se alió abiertamente y descaradamente a la Policía Nacional buscando al chico.

El entonces fugitivo "Tulú" pasó a territorio paraguayo y se internó con policías paraguayos en la colonia La Fortuna de Pedro Juan. Pese a contar entonces con orden de captura en el caso de Santiago Leguizamón, nadie lo detuvo. Allí estaban miembros de la unidad encargada de la pesquisa del asesinato de Leguizamón, es decir, de Control de Automotores, hombres a cargo del comisario Víctor Cogliolo. Los agentes se codearon con el mafioso sin atinar a cumplir con la captura. El caso se supo en la esfera de la Comandancia de la Policía. No se tomó medida alguna., ni tan solo un sumario. Una actitud cómplice, lamentable, tragicómica, que también salpicó al entonces comandante de la Policía. Mario Sapriza Núnes. El ex jefe de Policía de Amambay, comisario princ. Félix Arzamendia, también estaba al tanto de todo esto. Nadie hizo algo. Casos y cosas que pintan de cuerpo entero la calidad moral de muchos uniformados de la Policía Nacional -incluido a los de la más alta esfera- y de la manera inaudita y hasta delincuencial en que los uniformados se aliaban a los bandidos y cumplían sus órdenes.


EL OTRO INVESTIGADOR DEL CASO ROSA RODRÍGUEZ

El otro investigador activo del caso del general Ramón R. Rodríguez, el comisario princ Juan Alberto Andino, se desempeñaba como alto funcionario de la DINAR Corría noviembre de 1990. En Zurich, Suiza, acababa de caer una mujer de nacionalidad austríaca con varios kilos de cocaína.

La detenida declaró contra un paraguayo. Su nombre ?; Francisco Villalba, alias "Pachi" -considerado por la Policía Nacional como un supuesto traficante de vehículos y de droga-. ( 5 ) La entrega de la "merca" se concretó en Paraguay. La llegada de datos provenientes de Europa movilizó la inteligencia de la DINAR, comandada en ese entonces por los polémicos Miguel Berni y subcomisario Pedro Rodas. Los hombres de Berni cotejaron informaciones. Radiografiaron a la persona buscada y, como punto culminante de la tarea, allanaron la vivienda de "Pachi" Villalba. Detectaron que el supuesto narco preparaba una gran fiesta. La daría en el Club Internacional de Tenis (CIT). El operativo se realizó con mucho sigilo. Se vigiló desde tempranas horas el CIT. Personas de la llamada alta alcurnia de Asunción estaban invitadas. Esto no sorprendía a nadie. Lo que sí dejó estupefactos a los agentes fue que el nombre de uno de sus jefes, el comisario Juan Alberto Andino, figuraba en la lista de invitados.

Durante la tarea de espionaje, los efectivos de la DINAR detectaron la presencia del tal "Pachi" en el CIT. Solicitaron orden de cateo y reforzaron la vigilancia de los portones del club. Se trataba de una manera de evitar la fuga del tal "Pachi" sin arruinar la fiesta.

Al finalizar el acontecimiento social, todos los vehículos que salían del club fueron objeto de cateos: o casi todos. Hubo gente que hizo valer su condición de uniformada para evitar ser inspeccionada. Los hombres de la DINAR y de la DEA sospecharon que "Pachi" burló el control antidrogas utilizando un vehículo. Un jefe policial fue "marcado" por sus subordinados.

En ese contexto de hechos sospechosos, los norteamericanos aconsejaron la realización de una purga en la DINAR. Fueron echados 19 oficiales de la institución por sugerencia de la Embajada de EE.UU. Eran apuntados como responsables de asociación con delincuentes y otros hechos de corrupción. Andino formaba parte de ese grupo. El caso fue bautizado como el del. "Grupo de los 19". Otros oficiales afectados en el "Grupo de los 19" fueron a parar en la novel oficina de Narcóticos de la Policía Nacional, un ente paralelo e independiente a la SENAD. ( 6 ) Uno de ellos, un comisario de Narcóticos, fue relacionado por los americanos con un narco conocido como "Pepe" García. Este tal García era miembro del mismo grupo de la colombiana Flor Smith Quintero y Roberto Paredes, traficantes de un cártel colombiano de quienes se incautó en nuestro país nada menos que 276 kilos de cocaína.

Juan Alberto Andino se defendía. Sostenía que sus adversarios y detractores lo atacaban porque había puesto en problemas a muchos estamentos de poder al combatir con eficacia al tráfico de drogas. "Dentro de todo, yo soy uniformado y por ello no puedo dejar de considerar que un traslado siempre es algo normal, pero nada de corrupción. Esto del "Grupo de los 19" ocurrió en época en que el Gral. Andrés Rodríguez hizo cambios en la DINAR y no por corrupción. Es Berni y su gente quien siempre anda difamándome". De esta manera, Andino justificaba los motivos de un traslado del que fue objeto.

En mayo de 1996, Andino sufrió otro traspié. Dos hombres del departamento de Narcóticos de la Policía fueron detenidos por otros agentes policiales tras ser sorprendido chantajeando a un argentino buscado por la INTERPOL. Ocurrió en el barrio San Pablo de Asunción.

El argentino Eduardo Domingo Bóveda denunció que los agentes Sebastián Doldán, Víctor Cañete y el informante Juan Carlos Zarza acababan de cobrarle una gruesa suma de dinero. "Si no pagas, te llevamos directo a la cárcel de Tacumbú". Tras la paga, una promesa hecha: "nos veremos en dos semanas...".

Policías de la comisaría 16a. metropolitana les tendieron una trampa. Doldán, Cañete y Zarza aparecieron puntualmente dos semanas después. Solo que, en lugar de encontrar al prófugo argentino, hallaron a media docena de agentes.

Los polibandis antidrogas salieron corriendo. Resultó grotesco observar a policías persiguiendo a otros agentes que escapaban como rateros comunes. Los antinarcóticos sospechosos fueron reducidos violentamente y detenidos. Todo esto se produjo en medio de un gran alboroto en pleno corazón del capitalino barrio San Pablo.

Doldán, Cañete y Zarza no tardaron mucho en "cantar". Cumplían órdenes de Andino. La mayor parte del botín, cinco millones de guaraníes, lo entregaron al propio ex subjefe de Narcóticos, Andino. Los polibandis devolvieron el dinero, pero cometieron el error de hacerlo acta notarial de por medio. El sumario determinó que Doldán y Cañete fuesen dados de baja. Zarza pasó a disposición de la justicia ordinaria. Cañete asesinó desde un principio que fue obligado por Andino para acompañar a Doldán, quien era un hombre de la confianza del ex subjefe de Narcóticos. Sostuvo que no tenía idea de que el objetivo era chantajear al argentino Bóveda.

Andino fue defenestrado de su cargo, al igual que el titular del departamento de Narcóticos, comisario princ. Juan Ángel Agüero -actual jefe de Inteligencia - a quien también salpicó el escándalo en forma indirecta. Al final, la decisión no pudo ser más lapidaria para Andino: un tribunal de calificaciones -reunido en forma extraordinaria a comienzo del mes de agosto de 1996- dictaminó que Andino fuese echado de la institución policial. ( 7 ) Lógicamente, el afectado no aceptó la decisión y la apeló en tribunales. El caso aún está por dilucidarse en los estrados judiciales.


AMENAZANDO...DESDE UNA SEDE POLICIAL?

Tras el asesinato del general Ramón Rosa Rodríguez, las denuncias dirigidas hacia uno u otro grupo policial enemigo se entrecruzaban por doquier.

La cuestión iba de investigadores a investigados, de acusados a acusadores, de policías a bandidos y de delincuentes a uniformados. Los trapos sucios no tardaron en aparecer de aquí para allá. La cuestión llegó a tal extremo que resultaba difícil diferenciar si se trataba de conflictos de buenos contra bandidos, de bandidos contra honestos, de buenos contra otros buenos o de bandidos contra bandidos. No eran poco los oficiales que ironizaban al indicar que, de tratarse de una apuesta, no dudarían en jugarse por esta última posibilidad.

En relación al caso del Gral. Rosa Rodríguez, hubo denuncias que despertaron curiosidad y revelaron nuevos aspectos sobre actitudes de ciertas personas que buscaban "esclarecer" el asesinato a cualquier precio. Una de esas acusaciones efectuadas en forma abierta, asumiendo posiciones y responsabilidades, apuntando al objetivo sin ocultar nombres y evitando la intriga anónima, la realizó el ex agente especial Celso Rojas Bernal, alias Galeano o Rojitas. Fue luego de que Migdonio Olmedo Chilavert fuera presentado como supuesto testigo clave en el caso del general Ramón Rosa Rodríguez. En ese lapso, el juez Atilio Rodríguez y la senadora Elba Recalde, de la CBI, comenzaron a recibir amenazas anónimas.

Celso Rojas se despachó con acusaciones apuntando todos sus dardos hacia Víctor Cogliolo y Juan Alberto Andino. Los denunció señalando que las llamadas amenazadoras las realizaban los propios policías con intenciones de responsabilizar de los hechos al ex agente Miguel Ángel


BERNI Y SU GRUPO.

Las llamadas telefónicas que contienen amenazas de muerte a distintas personas, entre ellas al señor juez Atilio Rodríguez y a los miembros de la CBI, entre ella a la senadora Elba Recalde, se realizan desde el departamento Control de Automotores de la Policía Nacional.

El objetivo de esta maquinación es clara y bien dirigida. La propia comisión investigadora del atentado del 10 de octubre donde murió el Gral. Ramón Rodríguez se encarga de proporcionar al juez de la causa y a la CBI, especialmente a su presidenta, informes falsos, testigos inventados y una historia fantasiosa y temeraria con autores materiales, coautores, cómplices y encubridores que supuestamente se confabularon para asesinar al general Ramón Rodríguez. Estos testigos comprados por la Policía son Migdonio Olmedo Chilavert, Teodoro Jara Olmedo y Saturnina Florentín. ( 8 )

Con la declaración de estos personajes (todos con antecedentes penales) pretenden influenciar la buena fe del juez y conseguir que personas inocentes vayan a parar a la cárcel.

Es decir que, por una parte, arriman al juzgado testimonios falsos y, por otra parte, ellos mismos, Víctor Cogliolo y Juan Alberto Andino, se encargan de realizar llamadas anónimas a la casa del juez y a la senadora Elba Recalde a fin de amenazarlos de muerte a los mismos y a sus familiares. ( 9 )

El objetivo es que aparezca ante la opinión pública y ante el propio juez como que existe toda una organización que se ve apeligrada por la investigación y que las personas implicadas en esta organización y en las llamadas telefónicas son las mismas a quienes la Policía trata de involucrar, sin prueba alguna, en la comisión del delito de homicidio, en perjuicio del general Ramón Rodríguez y su chofer.

Estos datos, referente a donde se está manejando las llamadas telefónicas anónimas, fueron proporcionados por propios oficiales de Policía cercanos al departamento de Control de Automotores quienes no comparten el procedimiento criminal de pretender implicar en delitos a personas inocentes, que estos oficiales jóvenes consideran no constituyen parte de la profesionalidad policial.

Es sugestivo y altamente contundente que el primero en ser amenazado fuera precisamente Migdonio Olmedo Chilavert, niño mimado del titular de Automotores -Cogliolo- y huésped de honor del departamento Control de Automotores.

La justicia no debe ser influenciada ni mucho menos manejada por este tipo de intentos de manipulaciones y la opinión pública debe condenar a los policías que, antes que ser servidores de la ciudadanía y auxiliares de la justicia, se comportan como hampones en busca de lucimiento personal y deseos de venganza.


DICIEMBRE DE 1994. CELSO ROJAS".

LA DISPUTA POR EL "MERCADO" DE AUTOMOTORES

Nunca se supo a ciencia cierta por qué, pero la rivalidad y antagonismo no declarados entre los grupos policiales creados para combatir el robo de automotores era una realidad casi tangible para cualquier persona asidua al ámbito policial de Asunción. El dominio de ciertos intereses creados, dirigidos hacia el manejo del submundo del delito mediante informantes, contactos y algo más, eran tomados muy en cuenta por los uniformados. Los oscuros resultados siempre redundaban en beneficios "extras" que nunca eran tomados a mal.

Era notable que el poco codiciado mote de grupo más resistido en la institución policial recaía siempre en los ex agentes del departamento de Inteligencia que posteriormente conformaron Control de Automotores.( 10 ) Ciertos policías de Automotores, por su parte, aseguraban que todo era cuestión de envidia de parte de sus colegas. Quien más quien menos, deseaba formar parte de ese grupo de élite de la Policía, decían. Casos gordos aclarados en la corta vida del grupo avalaban esa posición privilegiada, argumentaban. Los oficiales detractores, sin embargo, no quedaban en ese molde y recordaban que, paralelamente a la existencia de "casos gordos", también podría hablarse de fatos gordos.

Corría 1989/90. Acababa de ser creado uno de los grupos pioneros en el combate al robo de vehículo: la Brigada Especial de la comisaría 6a metropolitana. Se desempeñaba como encargado el subcomisario Lorenzo Cáceres.

El departamento de Inteligencia de la Policía era la otra unidad policial destinada en esa época a erradicar a los robacoches. Su titular?; el Cnel. Federico Scavenius, cuñado del entonces jefe de la Policía, Gral. Francisco Sánchez González. Se trataba de una época en que los militares aún lo dominaban todo. El hombre clave era, sin embargo, el entonces subcomisario Víctor Cogliolo. Y. por "casualidad". Cogliolo y Cáceres no podían verse.

Para Cáceres. Cogliolo era un policía corrompido que operaba con traficantes de automóviles. Contaba con una playa de autos ilegales sobre la avenida Eusebio Avala. Cogliolo siempre aseguró que dicho puesto de automotores pertenecía a su hermano. Haciendo gala de una caballerosidad, atención y corrección sin igual, lograba convencer a cualquiera.

En realidad, son muy contados quienes podrían mirar de frente para referirse al tema. Resulta común detectar en nuestro medio a suboficiales y oficiales -cuyos salarios apenas oscila el millón de guaraníes- a bordo de automóviles lujosos, costosos. Autos realmente caros que, de ser de origen legal, jamás podrían pertenecer a policías cuyos sueldos jamás fueron demasiado altos ni mucho menos. Para colmo de lo tragicómico, eran justamente policías destinados a reprimir y combatir a los automotores "mau" quienes poseían estos rodados ilegales. Casualidad o lógica?.

La brigada especial del subcomisario Lorenzo Cáceres se ganó en un lapso muy breve la fama de ser "terror de robacoches". En diciembre de 1990, la efectividad de la Brigada Especial y los quilates de Cáceres llegaron a su máximo esplendor. El grupo fue hasta San Ignacio. Misiones. Sitiaron esa localidad y realizaron un breve trabajo de inteligencia para posteriormente planificar la parte operativa. Hallaron un aguantadero con diez vehículos robados. Personas de mucha influencia en la zona reaccionaron. Se sintieron molestas por el trabajo. Amenazaron que los uniformados pagarían caro la osadía de haber perjudicado ciertos "intereses" locales. Creyendo estar respaldados por sus superiores. Cáceres y sus hombres hicieron caso omiso y siguieron con la tarca. Una orden superior abortó el procedimiento. El resultado nunca fue dado a conocer. Ni siquiera hubo un informe oficial. Antes que ser felicitado. Lorenzo Cáceres recibió una violenta reprimenda de sus jefes. No pudo completar su trabajo.

El aguantadero allanado resultó ser de un político -colorado, por supuesto- de mucha influencia de la zona de San Ignacio, con compadrazgo en el ámbito de poder del Partido Colorado Esto fue suficiente para dejar sin efecto la pesquisa

Ya en los últimos días de 1990, la Brigada Especial fue desarticulada. El diario ABC Color se hizo eco de esa situación y el domingo 27 de enero de 1991 publicó una nota de fondo en páginas de comentarios en la cual se cuestionaba el notorio aumento de los robos de vehículos a partir del desmantelamiento de la Brigada Especial de Cáceres.

El subcomisario Cáceres fue prácticamente confinado a una comisaría de Ñeembucú, en la aislada Villa Franca. Este traslado fue tomado como un castigo inexplicable para el oficial. Hasta ahora nadie se explica por qué se tomó esa medida. El detonante fue el procedimiento "indebido" realizado en San Ignacio.

Dos años después. Lorenzo Cáceres fue trasladado de nuevo a la zona metropolitana, ya convertido en comisario. Conformó un grupo en la comisaría 14a. y volvió a trabajar. Uno de sus mayores éxitos constituyó la captura de un ex convicto, considerado por la Policía como uno de los supuestos capos del autotráfico y contrabando. Se trataba del adinerado César Cantero Escurra. Esto se produjo en julio de 1993.

Cantero fue capturado con un lujoso automóvil robado en Pedro Juan Caballero, zona donde el aprehendido tenía vasto dominio dentro de la mafia. Cantero era- como un intocable, amigo del comisario Víctor Cogliolo, entre otras autoridades.

Cantero Escurra nunca olvidó la afrenta de Cáceres. En el submundo delincuencial, se hablaba de una eventual venganza del supuesto mafioso. Cantero había sido privado de su libertad en una zona que dominaba como punto de operaciones: Pedro Juan Caballero.

Luego de su breve estadía en la comisaría 14a. metropolitana, Lorenzo Cáccres fue trasladado a la comisaría de Zeballos Cué de Asunción donde se desempeñó como subjefe. Siguió operando con su grupo hasta que, el 24 de octubre de 1993, se topetó con una banda de asaltantes que acababa de robar una camioneta.

Los robacoches. Cirilo Gallardo Gómez, oriundo de Capitán Bado; y Catalino Leguizamón Mercado, nacido en Pedro Juan Caballero, robaron una camioneta Mitsubishi Montero en Carmelo Peralta y 25 de Mayo de la capital.

Cáceres y un suboficial a su cargo. Eugenio Galloso, salieron tras los delincuentes. Para escapar, los robacoches tomaron una ruta utilizada tradicionalmente por los robacoches. Lo aguardaron en un callejón del barrio Central de Mariano Roque Alonso.

Cáceres no acostumbraba a derivar trabajos a sus subordinados. Los llevaba a adelante el mismo. Al detectar el vehículo robado, se acercó a verificar la situación. Los asaltantes lo sorprendieron. La ejecución fue a balazos. Cáceres acababa de convertirse en víctima de una celada y en mártir de la institución policial.

Los asesinos eran oriundos del Amambay. Justamente, en la capital de ese departamento, Pedro Juan Caballero, había sido detenido el sospechoso César Cantero Escurra por el ejecutado Lorenzo Cáceres.

Tras liquidar a Lorenzo Cáceres, los asesinos ni siquiera se preocuparon en intentar escapar con efectividad. Fue como si hubiesen quedado tranquilos tras cumplir con un cometido encomendado.

Acabada la rivalidad con el grupo de Lorenzo Cáceres por el fallecimiento de este, el grupo de Víctor Cogliolo ganó rápidamente y en forma poco explicable otro adversario: la división Robo de Vehículos de Investigación de Delitos.

Uno de los últimos casos, de los más sonados, constituyó el esclarecimiento del brutal asesinato del despachante de aduanas Galo Mor Rivas. Lo habían ultimado a tiros y su cadáver incinerado con su camioneta en Villa Elisa el 16 de abril de 1995. La Policía acusó la presión de la opinión pública. Varias unidades abrieron pesquisas paralelas. El horrendo caso debía ser esclarecido a cualquier precio. Esa fue la orden superior.

La división Crimen de Investigación de Delitos detuvo a varios sospechosos. Estos no tuvieron reparo alguno en reconocer que había sido autor del hecho junto con otros obscuros sujetos. No se habló, sin embargo, del móvil.

El 14 de julio de 1994, un abogado de nombre Federico Steiner moría asesinado en manos de una gavilla de asaltantes en barrio Obrero. Pocas horas después, agentes de la división Robo de Vehículos de Investigación de Delitos dieron con los autores del hecho en un allanamiento efectuado en Loma Pytá.

Cayeron los asaltantes Roberto Ríos -informante del comisario Víctor Cogliolo-, Daniel Núñez Aghemo y Amilcar Paiva. Se detectó que eran los verdaderos autores de los asesinatos de Steiner y Galo Flor. En otros operativos cayeron dos militares: los suboficiales de Aeronáutica Mario Arrúa y Félix Rolón. Todos operaban bajo el mando del capitán de Aeronáutica Antonio Villalba, confesaron los detenidos. Asesinaron al despachante con fines de robo.

Investigación de Delitos rectificó su información y remitió al "colaborador" del comisario Cogliolo, Roberto Ríos, y a los demás a la cárcel, en carácter de autores del brutal crimen. El otro grupo remitido en principio quedó a cargo del juez y para la historia. Evidentemente, hubo una mala investigación preliminar. Se la corrigió con la detención de Ríos, Paiva y Núñez Aghemo, posiblemente mediante un procedimiento que dio en el blanco por obra y gracia de la casualidad. Pero aún faltaba lo mejor...o lo peor. La Policía Nacional confirmó oficialmente que el detenido Roberto Ríos, un robacoches experto, asaltante consumado y homicida en potencia, era el mismo sujeto asiduo al departamento Control de Automotores.

Era costumbre utilizar a Roberto Ríos para sustraer automotores en horas de la noche. La eficacia del marginal era notable. En una oportunidad, llegó a robar cinco vehículos en 12 horas. Los autovehículos sustraídos eran recuperados en poco tiempo. El objetivo de embolsar la recompensa o los premios que los propietarios aportaban a los oficiales que "recuperaban" los rodados se cumplía a cabalidad. La "eficacia" evidenciada por el grupo policial en acción era premiada sobradamente por los ingenuos dueños de los vehículos quienes quedaban pasmados ante la increíble "rapidez" de los oficiales interesados en cobrar las recompensas.

Roberto Ríos fue la persona a quien el comisario Cogliolo encomendó la tarea de obtener datos del caso de Flor Rivas. El informante consiguió rescatar la agenda, un arma y una cadenilla de Galo Flor Rivas. Atendiendo que el propio Ríos participó del brutal crimen, no le fue nada difícil obtener los objetos de la víctima. Se supo la verdad después de que la división Robo de Vehículos, archienemiga de Control de Automotores, realizara el procedimiento. El jefe de Investigación de Delitos, comisario princ. Víctor Kunzle, confirmó que Ríos era informante de Cogliolo. Increíblemente, la Comandancia de la Policía no ordenó ningún sumario ni averiguación simplemente porque el propio comandante, Mario Sapriza Nunes, estaba al tanto ya de antemano del turbio trabajo. De esa manera, se facilitó la impunidad.

Los familiares de Galo Flor Rivas salieron en defensa de Cogliolo. Estaban convencidos de que Roberto Ríos había engañado a todos, incluido al objetado jefe policial.


LOS "RECAUDADORES"

Frecuentemente se hablaba en el ámbito criminal local de los uniformados "recaudadores". Se trataba de agentes dedicados a cobrar "tributos" a cambio de dejar operar sin problemas a ciertos marginales acaudalados.

En la propia Policía existía sospechas de la existencia de policías que controlaban grupos de asaltantes con quienes negociaban. El subcomisario Francisco Servían (ex jefe de Investigaciones de Ciudad del Este y ex encargado de operaciones de Control de Automotores) fue apuntado por sus propios colegas y por sospechosos sujetos (como el ex abogado Reinaldo Gallinar. supuesto traficante de vehículos en Ciudad del Este) como "cerebro" del asalto a Alvimer y presunto responsable del asesinato de Valerio González.

Otro de los curiosos casos afectó a César Cantero, el mismo que había sido detenido en Pedro Juan Caballero por el comisario Lorenzo Cáceres. Luego de un año de penitenciaría. César Cantero recuperó la libertad y siguió viviendo disfrutando de su amplia fortuna. Realizaba grandes fiestas en una mansión del barrio Santo Domingo de la capital. Con varios ex magistrados y jefes policiales, conformaban el llamado "Grupo Voley" Organizaban periódicos encuentros deportivos. El extraño "club" estaba conformado por delincuentes, policías, abogados e inclusive magistrados. No faltó la ocasión en que se conformaron dos equipos bien definidos para un partido de voley: jueces versus asaltantes. Las apuestas eran fuertes y alcanzaban los G. 300.000 por cabeza. Inteligencia de la Policía seguía de cerca estas reuniones.

Sorprendió que el 20 de junio de 1996 agentes de Automotores detuvieron a César Cantero en el barrio Jara. Lo liberaron casi de inmediato. Llamó la atención que los uniformados quedaron asustados cuando supieron que periodistas de ABC detectaron lo ocurrido. El caso fue publicado por dicho matutino en su edición del 21 de junio. Ninguna unidad policial se hizo responsable del procedimiento. El modus operandi utilizado para asustar, alinear de nuevo a ciertos aportadores caídos en "fallas" quedó al descubierto.

El supuesto traficante de vehículos Roberto Cáceres Villalba fue otro supuesto marginal que denunció a los hombres de Automotores. Luego de que la prensa publicara su fotografía catalogándolo como hombre buscado. Cáceres Villalba, cuñado del asesinado autotraficante Juan de Dios Martínez, demostró que no se encontraba prófugo ni mucho menos.

El presunto autotraficante denunció que los policías lo amenazaban buscando cobrarle dinero. Promoviendo noticias en la prensa, los agentes convencían a personas con antecedentes penales para que efectivizaran sus aportes. Era para garantizarles tranquilidad en el "trabajo" del tráfico.

Idéntica situación afectó a otro autotraficante llamado Víctor Gustavo Robledo. En octubre de 1995. Robledo tuvo problemas con policías que lo visitaron en la casa donde vivía, en Santísima Trinidad. Le secuestraron tres vehículos. Tuvo que aportar G. 20 millones para quedar en libertad.

Los delincuentes dedicados al robo y tráfico de vehículos ilegales que operaban en Ciudad del Este eran, sin dudas, quienes mayor retribución económica concedían a los "recaudadores".

Entre los sospechosos de ser algunos de los "aportadores" más efectivos se encontrarían los hermanos Luis Rojas. Alipio Rojas y Marciano Rojas: Luis Alberto Benítez, alias Camby'í; los hermanos Luis Benítez y Ramón Benítez -aparentemente allegados al subcomisario Servián-: Tomás Cano y su yerno Osvaldo Figueredo: Aníbal Ortiz, alias Aníbal Hú: Reinaldo Gallinar; Pedro Moreira: Hugo Insfrán Santacruz y su grupo, entre otros. Todos son muy conocidos de la mayoría de los agentes que conformaban Control de Automotores. Los periódicos viajes de los policías a Ciudad del Este se realizaban en forma ininterrumpida.


POLICÍAS PARA "ANULAR" A POLICÍAS

Desde enero hasta julio de 1996, la ola delincuencial alcanzó niveles cúspides no tanto por la cantidad de los delitos registrados sino más bien por la brutalidad de los asaltos. Pocas veces se vieron tantas matanzas en atracos y golpes perpetrados en bancos de plaza.

Varios grupos de comisarías de la zona metropolitana sedientos de acción y de poder responsabilizaron en forma inmediata a la poca actividad de ciertas unidades de élite. Los agentes especializados estaban parados.

Se crearon cuatro brigadas en las zonas metropolitanas. Había que anular a los agentes "recaudadores" que protegían a las bandas que perpetraban los brutales hechos delictivos.

La eficacia lograda por las brigadas en forma tan notable e inmediata evidenció que la Policía estaba al tanto de las actividades y paraderos de los marginales que conmocionaban a la sociedad con sus frecuentes y brutales golpes. Por qué no se los atacó antes de la creación de las brigadas?. Una pregunta que nunca fue contestada por jefe policial alguno.


LOS EXTERMINADORES

El 18 de enero de 1996, efectivos de la división Robos y Hurtos de Investigación de Delitos detuvieron al archiconocido asaltante Enrique Rojas Ravinovich ( 11 ). El operativo se realizó en barrio San Isidro de Lambaré.

Rojas Ravinovich fue capturado como sospechoso de estar involucrado en dos robos: el asalto a la Antelco y el multimillonario robo a la sede del Banco Nacional de Fomento de San Ignacio, Misiones. Los hechos ocurrieron en diciembre y noviembre de 1995, respectivamente.

El siguiente objetivo era aprehender a otro implicado: el ex convicto Walberto Osvaldo Jara Isasi, un ingeniero anteriormente procesado por estafa. Una comitiva de Investigación de Delitos trataba de cerrar el círculo y esclarecer los hechos.

Para concretar la captura, los policías vigilaron durante toda una noche la vivienda de Rojas Ravinovich. Buscaban radiografiar sus movimientos y el de sus potenciales cómplices. Tal como lo sospechaban, Walberto Jara Isasi y su novia, la argentina Estela Marys García, de 20 años, llegaron hasta la vivienda de Rojas Ravinovich.

Rojas Ravinovich, Silvio Jara Villalba y Walberto Jara Isasi, además de otros sujetos identificados como Luiz Rodrigues Dos Santos y Carlos Núñez, conformaban en ese entonces un activo grupo dedicado a los asaltos a entidades financieras en diferentes zonas del país. Ese era el informe que manejaban los policías.

Al aportar parte del botín a ciertos entes policiales potencialmente peligrosos por ser conocedores amplios del espectro delincuencial en todo el país -de hecho, existían uniformados que constituían parte de ese fenómeno denominado criminalidad apañada-, los autores de los "golpes" se aseguraban la posibilidad de disfrutar de sus ganancias.

En un momento dado, ciertos policías comenzaron a "acosar" a la banda de atracadores. El trato acostumbrado con otros marginales no estaba siendo encaminado a cabalidad. Después de todo, los agentes solo deseaban seguir recibiendo el "tributo" obligatorio para continuar concediendo campo de acción.

El ingeniero Jara Isasi ya no deseaba seguir en este negocio. Sabía que involucrarse con los agentes corruptos de la Policía constituía un riesgo muy grande. Entonces, Jara Isasi decidió cortar de una vez. Estaba decidido a denunciar lo que estaba pasando. Los uniformados comprometidos debían apresurar la eliminación de Jara. Estela Marys García estaba al tanto de la situación de su novio y decidió ayudarlo.

La pareja fue junto a Rojas Ravinovich. Necesitaban consejos de alguna persona conocedora. Jara Isasi confiaba en Rojas. Con la colaboración de Rodrigues Dos Santos, los agentes corruptos localizaron a Jara Isasi, quien fue secuestrado tras arribar a la casa de Rojas Ravinovich. Todo esto se producía ante la atenta mirada de policía de Investigación de Delitos, rival de los policías bandidos. Aquellos montaban guardia discreta en las inmediaciones de la vivienda de Rojas Ravinovich.

Jara Isasi y Estela Marys fueron llevados hasta Paraguarí por los policías chantajistas. Luego de discusiones y más charlas, fueron brutalmente ejecutados. La chica acusó siete balazos en la espalda y la cabeza. A Jara Isasi le dispararon tres tiros en el cráneo.

Rastros de esposas en las muñecas de las víctimas e informes precisos de testigos de que agentes policiales los secuestraron de la casa de Rojas Ravinovich constituyen algunos indicios de que miembros del entonces Control de Automotores fueron sospechosos estar implicados en este caso. ( 12 )

El grupo de exterminio no dudó en acabar con el potencial testigo. Lograron abortar la posibilidad de que Investigación de Delitos aclarara por completo todos los casos de asaltos a entes financieros, incluido la implicancia de facciones corruptas de la Policía Nacional.


EL CADÁVER...ERA DEL "OBJETIVO"

Existía curiosidad por saber qué pasó con Jara Isasi y su novia. En Investigación de Delitos, sospechaban que los agentes posiblemente los sometieron a un lavado de cerebro, buscando que no hablaran. De todos modos, era imperioso capturarlos.

La división Criminalística, entre tanto, había partido hacia Paraguarí. Había que inspeccionar dos cadáveres que aparecieron baleados a la vera de un camino vecinal de esa ciudad. El viaje fue largo y el resultado decepcionante. Los policías-laboratoristas regresaron cuatro horas después. El entusiasmo duró muy poco. Confirmaron que el "objetivo", es decir. Jara Isasi, fue ejecutado con brutalidad. ( 13 )

Los agentes de Investigaciones no ocultaron susto y la contrariedad. Era obvio que las sospechas recaían hacia sus propios "colegas".

El malestar en Investigación de Delitos se hizo patente. No solo los suboficiales y oficiales protestaban y evidenciaban impotencia; también los jefes de unidades. La superioridad de la Policía Nacional sintió la presión y decidió cortar de raíz la cuestión. La manifiesta independencia de acción y cierta libertad de criterio para tomar decisiones o dejar sentada ciertas posturas de algunos directores de oficina en Investigaciones constituían verdadero peligro para la integridad de la corrupción apañada en la Policía Nacional. Los subcomisarios Silvio Vera y Fermín González Godoy pagaron la "cuenta". Fueron destituidos de las jefaturas de Robo y Hurto y Robo de Vehículos, respectivamente, y fueron a parar en sendas comisarías de barrios.

El caso fue tan escandaloso que toda la prensa nacional dio amplio destaque y seguimiento al hecho durante varias semanas. Las noticias inquietaban no solo a los delincuentes. Policías de Automotores también preguntaban a ciertos periodistas, con insistencia y preocupación, cuándo la prensa pararía con las publicaciones sobre el tema de Jara Isasi.

Un informe de inteligencia elaborado por oficiales de alta jerarquía activos y en situación de retiro aludió el caso de Jara Isasi. Este memo, dado a conocer en abril de 1997 -ya cuando Automotores había cambiado de administración-, señalaba que el grupo de exterminio había cambiado de "ramo", pasando a convertirse en expertos en asaltar a asaltantes. En ese contexto, ubicaron el caso de Walberto Jara Isasi y su novia.

"La modalidad sería asaltar a asaltantes de bancos y financieras (caso de Carapeguá. Antelco y otros), negocio redondo pues, a quién acudirían a denunciar lo ocurrido los "asaltados"?. Muchas veces las operaciones serían ideadas y hasta financiadas por este grupo. Como ejemplo se tiene el caso de la ejecución en Paraguarí de Walberto Jara Isasi y su novia Stela Maris García Olmedo (...)".

"Las ejecuciones se incrementaron durante todo el año 1995. Casi todas eran personas con antecedentes penales. Todos presentaban varios impactos de bala calibre 9 mm. en la cabeza; la mayoría tenía la boca pegada con cinta adhesiva y las manos maniatadas o esposadas. Esta serie de ejecuciones no despertó la curiosidad de ninguna autoridad judicial ni policial y, aparentemente, se tomaba con indiferencia porque las víctimas eran delincuentes".

Algunas de las personas aparentemente ultimadas por uniformados corruptos estaban perfectamente identificadas por otros policías que investigaban a sus colegas bandidos.

El 13 de febrero de 1995, el asaltante Ángel Heriberto Chena Galarza -ex socio del también asesinado Blas Andrónico Escobar- fue ejecutado y arrojado en la fracción Capilla del Monte en San Lorenzo.

El 17 de febrero de 1995, Tito Núñez Bernal y Miguel Servín Bareiro fueron hallados, maniatados y amordazados, en la compañía Marín Caaguy, de Luque, con varios balazos en la cabeza y espalda.

El 19 de febrero de 1995. Juan Ángel Fernández Arguello y Darío Ledesma Almada fueron ultimados con salvajismo y tirados en la fracción Loma Pytá de Barcequillo, San Lorenzo.

El 23 de marzo de 1995, el archiconocido Valerio González -autor del gran asalto a la firma Alvimer, en Ciudad del Este- fue ultimado a tiros en la capital de Alto Paraná.

El 23 de setiembre de 1995. Antonio Garcete Espinóla y Modesto González Vázquez aparecieron liquidados en la fracción Acosta Ñu de Ytororó.

El 18 de enero de 1996, Walberto Jara Isasi y Stella Maris García murieron en Paraguarí asesinados a balazos.

Entre el 25 y 27 de junio, el cuerpo de un hombre de aproximadamente 38 años fue hallado con cuatro balazos en el cuello y la cabeza. Fue en un predio de la compañía Itaguá Guazú. Nunca fue identificado porque sus huellas dactilares no estaban registradas en los archivos de la Policía.

El caso del asaltante brasileño Pedro Meló fue incluido por los investigadores. Meló fue ejecutado por encargo durante una riña en la cárcel de Tacumbú.


SOBREVIVIENDO A LOS EXTERMINADORES

El entonces ministro del Interior Juan Manuel Morales desmentía en forma rotunda la existencia de grupos de exterminio en la Policía Nacional. Fue el 8 de junio de 1996, durante una intervención en radio Ñandutí.

Para la mayoría de los oficiales superiores activos y retirados, sin embargo, la verdad era otra. Existía un cuadro parapolicial que no dudaba en acabar con maleantes que "fallaban" con ellos. La "falla" era sinónimo de no efectuar pagas, hablar mucho o constituir peligro para los exterminadores. La clave para identificar a tres de los más activos agentes-matones era las "Tres R", aludiendo a la letra con que comenzaba los apellidos de tres policías corruptos.

El caso del joven ladrón Aníbal Morel Luna fue patético y contundente. Este sujeto, confeso delincuente, posiblemente se convirtió en el hombre más afortunado de 1996 al sobrevivir a un ataque de policías de civil que lo balearon sin piedad. Su amiga. María Alicia Martínez Cohene, fue ultimada a tiros. El caso se produjo el 17 de febrero de 1996 en Capilla del Monte, San Lorenzo. Morel Luna acusó al suboficial Agustín Ríos Domínguez, miembro de Control de Automotores de Víctor Cogliolo, como el autor material de los disparos. Ríos fue detenido y procesado. Morel Luna se ratificó en los términos de su denuncia poco después. "Nunca quise contar todo porque no quería tener problemas con esos policías. Hasta ahora tengo miedo. Esa chica -la fallecida María Alicia Martínez Cohene- no era mi novia, era solo mi amiga. Estábamos bailando en el club Tembetary y ella me pidió que la llevara a su casa, en San Lorenzo. Subimos a un taxi y ella pagó. Bajamos en calle Ultima y de ahí nos fuimos en colectivo. En San Lorenzo nos encontramos con Ríos. Escuché que discutía mucho con la mujer. Entonces Ríos me dijo que yo conocía todo y que también había fallado con él. Después nos disparó".

"Antes, yo ya lo conocía a Ríos. El iba siempre al club Colegiales con otros socios. Era en época en que yo era activo ladrón. Y allí iba Ríos al Colegiales junto con otros amigos suyos. Conozco a todos sus socios. Exhibían pistolas y nos quitaban dinero. Así andaban siempre. A muchos de mis amigos también les hacía eso".

El fiscal general del Estado, Aníbal Cabrera Verón, tomó en serio la denuncia. Con Control de Automotores, ocurrió lo contrario. Los policías sostenían que Morel Luna no merecía credibilidad alguna porque era un delincuente confeso. Posición relativa y dudosa, más aún si se tiene en cuenta la gravedad del caso y la seguridad expuesta por Morel Luna en ocasión de cada una de las ocasiones en que reiteró su denuncia. Sus revelaciones nunca entraron en contradicción, pese al escaso o nulo nivel cultural que poseía.

Cabrera Verón sugirió a Morel Luna dejar Primeros Auxilios. Era para ocultarse de los policías. "El fiscal dijo que me llevaran a un lugar donde no supieran los policías porque de cualquier cosa podían enterarse y hacer en Primeros Auxilios".

"El señor fiscal me visitó y dijo que me iba a ayudar en lodo, que no debía tenerle miedo a nada ni nadie y que iba a hacer justicia. Me pidió que contara todo lo que sabía nomás".

Las pesquisas siguieron y un oficial de Investigación de Delitos, Francisco Resquín, esclareció el caso. Al enterarse del trasfondo, el policía habló con Morel Luna. Captó la connotación del caso, obtuvo una fotografia de policías sospechosos y se las exhibió a Morel. El herido no dudó en reconocer al suboficial Agustín Ríos como el sujeto que le disparó y que ultimó a su amiga.

La comisaría de San Lorenzo intervino en el hecho. Lo catalogó como un homicidio y lesión perpetrados por marginales en un asalto. Cuando trascendieron las verdaderas circunstancias del criminal suceso, el titular de la comisaría sanlorenzana, comisario princ. Calixto Agüero, fue trasladado de inmediato a Pedro Juan Caballero.

En abril de 1996, semanas después de que el caso tomara estado público y de que se haya decretado la detención de Ríos, el policía Resquín recibió amenazas de muerte y de amedrentamientos.

El entonces jefe de Investigación de Delitos, comisario princ. Víctor Hugo Kunzle, habló con el comandante de la Policía, Mario Sapriza. Lo hizo en compañía del comisario princ. Enrique Martinetti, ex jefe de Inteligencia de la Policía, camarada de Kunzle.

Ambos comunicaron al comandante de la gravedad de las amenazas. El jefe de Investigación de Delitos responsabilizó de la seguridad de su subordinado amenazado al propio jefe de Policía. Le recriminó su inacción, pese a las irregularidades detectadas en Automotores. Sapriza nada respondió y tampoco accionó. Al ser consultado sobre lo que había ocurrido en aquella reunión, el comisario Kunzle negó veracidad a esa versión. El comisario Martinetti, sin embargo, lo confirmó. ( 14 )

El viernes 6 de setiembre de 1996, uno de los más conocidos traficantes de vehículos de nuestro país fue asesinado por agentes de Control de Automotores a cargo del comisario Víctor Cogliolo. Se trató de un caso que, según los propios uniformados, sonaba más a una ejecución a sangre fría antes que a un enfrentamiento.

Antes de ir directamente al desenlace de esta ejecución, es necesario analizar antecedentes que denotaban el sólido lazo de amistad que compartían elementos de la Policía Nacional con el traficante Juan de Dios Martínez.

El nombre del autor material del crimen de Martínez nunca constituyó secreto: el oficial insp. Antonio Gamarra, de Control de Automotores. Este jamás negó haber sido el hombre que disparó contra el traficante. La relación de conocidos entre ambos había quedado rota debido a una actitud de infidelidad de Juan de Dios hacia el policía.

El problema se originó con el robo de un automotor que pertenecía a un allegado de Gamarra. El oficial realizó sus investigaciones y detectó que la banda de Juan de Dios Martínez fue la responsable del asalto. Un pedido de "amigo a amigo" tuvo respuesta favorable. Martínez, se comprometió en recuperar el automotor que ya había comercializado en Santa Cruz de la Sierra. Bolivia.

Los hombres de Martínez fueron hasta el vecino país y hallaron el vehículo. Según lo acordado, había que devolverlo a la persona a quien se lo habían robado. En momento de perpetrar el robo. Juan de Dios no había estado al tanto de que perjudicó a un amigo. Por ello, se disculpó con Gamarra y se comprometió en entregárselo de nuevo al dueño.

El autotraficante no contaba, sin embargo, en que recibiría una oferta más jugosa durante el viaje de regreso, aún en territorio boliviano. No pudiendo resistir la tentación, decidió revender el rodado recién recuperado. La afrenda nunca fue olvidada por Gamarra quien, desde ese momento, se convirtió en uno de sus perseguidores más acérrimos.

Aquel 6 de setiembre de 1996, Juan de Dios Martínez, su esposa Nicolasa López de Martínez, Gladys Teresa Baquer Martínez -amiga de la familia- y Gustavo Alfredo Martínez López, hijo de Juan de Dios, se preparaban para realizar un viaje. No estaban al tanto de que la policía los vigilada. Los agentes dijeron que buscaban una camioneta Nissan doble cabina robada al entonces presidente del Banco Central del Paraguay, Hermes Gómez Ginard.

Gustavo Martínez López, de 25 años, -quién salió del ataque policial malherido, a tal punto de quedar semiparalítico- aseguró que los policías los siguieron y los altearon, pero no a gritos, sino directamente a balazos. Indicó que el oficial insp. Gamarra descendió de su automóvil y lo encañonó. Martínez López se dio por detenido y descendió de la camioneta, que manejaba. En ese instante, sin palabra previa, Gamarra encañonó al joven y le colocó de rodillas para dispararle un tiro a la altura del hombro izquierdo. La bala afectó la columna vertebral. El joven indicó que recordaba perfectamente como Gamarra gritaba a su padre "bandido!" para posteriormente dispararle en el rostro, en momento en que el autotraficante se encontraba sentado en el lado del acompañante de la camioneta. Juan de Dios Martínez murió al instante. Todo se había registrado a las 07:00 de aquel día de setiembre en la zona de Loma Pytá, en Presidente Hayes y Gral. Santos.

Lógicamente, después aparecieron curiosos impactos de bala en el automóvil de los policías. Los vecinos del lugar no recordaban haber escuchado intercambio de disparos alguno ni visto reacción de los traficantes de vehículos; tampoco que hayan exhibido arma alguna.

Juan de Dios Martínez había sido eliminado simplemente porque ya no era util a los intereses de los grandes popes uniformados.

Anteriormente. Martínez rendía cuenta a los militares, incluyendo al ex comandante del ejercito, Humberto Garcete, según denuncia del Cnel. Catalino González Rojas. (15) Ahora, le tocaba el turno a los policías. Una vez agotada la "vaca lechera”, ella pasaba a transformarse en una simple plaga, una molestia, un peligro potencial. Al no continuar con los "tributos". Juan de Dios se convertía en un elemento de riesgo, que sabía demasiado, que podía hablar en cualquier momento. La fama que lo rodeaba en el ámbito delincuencial, casi mítica, daría credibilidad suficiente a sus palabras y podría colocar en peligro a unidades policiales. La potencial versión era suficiente como para conseguir una reestructuración completa en toda una unidad uniformada, incluyendo las eventuales "cabezas a rodar".

Días después del asesinato de Juan de Dios, los policías de Automotores no dejaban de reaccionar con nerviosismo cuando se les mencionaba el caso en cuestión. Del arma con que los Martínez supuestamente sostuvieron la balacera, los policías manifestaron la enviaron a Criminalística para su estudio. En esta unidad laboratorial, sin embargo, se desconocía tal dato.

Curiosamente, un revólver que supuestamente pertenecía a Juan de Dios Martínez apareció en el juzgado de Alcídes Corbeta varias semanas después de haberse registrado el crimen, ya cuando la prensa presionaba y estaba a punto de desenmascarar a los uniformados de Automotores. Con toda "lógica" de carácter institucional. Criminalística "encontró" el arma extraviada de Juan de Dios y concluyó que, efectivamente, había sido "percutida", es decir, disparada. Pese a una orden dada por el juez Alcídes Corbeta, nunca se realizó prueba de parafina ni en el cadáver de Juan de Dios Martínez ni en su hijo Gustavo Martínez López. Evidentemente, no existía voluntad para comprobar que jamás hubo enfrentamiento. Abogados de la familia Martínez hasta ahora tratan de impulsar sin mucho éxito un proceso en contra de los policías que posiblemente ejecutaron al autotraficante Juan de Dios Martínez.


AMIGO DE LOS NARCOS. .

La abierta amistad mantenida por policías con el supuesto narco y autotraficante brasileño-japonés Aníbal Nara Maldonado -a quien utilizaban como informante, aliado y anfitrión- constituye un ejemplo concreto de la afirmación hecha por el subsecretario de EE UU para Asuntos Globales. Timothy E. Wirth. en oportunidad de una visita hecha a nuestro país el 23 de marzo de 1996.

"La pregunta sería que Paraguay se enfrenta con toda esta serie de informaciones y, lo que tendría que hacer, es convencer a las autoridades sobre lo que deberían hacer o en que deberían actuar y no ser los mejores amigos de los narcotraficantes". Timothy E. Wirth respondía a una pregunta hecha durante una rueda de prensa.

Para la SENAD, Aníbal Nara era miembro de una importante facción del cártel brasileño que operaba desde Pedro Juan. La otra facción era dominada por el "fazendeiro" japonés Celio Uemura.

En julio de 1995, el narcotraficante brasileño Sebastiao Spencer, activo hombre del cártel pedrojuanino, fue detenido con 52 kilos de cocaína y 49.200 dólares en efectivo en Charagua, Bolivia. Una vasta organización boliviana de la droga, comandada desde la cárcel de Santa Cruz por el narco Norberto Salomón Soria, alias "Rey Salomón", cayó con Spencer. El piloto paraguayo Héctor Raúl "Rolly" Samudio Paredes, conocido narco-aviador, fue detenido con Spencer.

La Fuerza Nacional de Lucha Contra las Drogas detectó todo. Spencer fue a Bolivia en busca de cocaína que constituía parte de pago por la adquisición de vehículos japoneses robados en Paraguay.

El cártel de Pedro Juan permitía paso libre por su territorio a un promedio de 40 automotores japoneses robados en Paraguay por mes. Aníbal Nara era un sospechoso de canalizar esos automotores, aprovechando su amistad con los comisarios Víctor Cogliolo y Valdir Sequeira Pintos, encargados del combate al robo de carros en Paraguay y Ponta Porá, Brasil, respectivamente.

Nara remitía los vehículos robados desde Asunción a un tal Waldir Domínguez, logrando el intercambio por drogas en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia. Al volver la droga, se la comercializaba y luego efectivizaba la repartija.

Por otro lado, la distribución de la carga traída por Sebastiao Spencer desde Bolivia -entre 100 y 300 Kg. de cocaína por viaje- alcanzaba a miembros del cártel del clan Yamil. Diferencias entre este grupo y los japoneses estuvieron a punto de provocar una secesión para dejar paso libre a la creación de una independiente facción japonesa con Celio Uemura a la cabeza, seguido por Fuji Kita, los Nara y otros orientales residentes en Ponta Porá, con la ayuda de Ivo Rocha García, el asesino de Adilson Rossati y protegido de Uemura. El diario ABC Color se hizo eco de datos preliminares de esta situación. Esa noticia publicada le valió al corresponsal de ABC en Pedro Juan, Cándido Figueredo, varias amenazas de muerte. Los mafiosos responsabilizaron a Figueredo de esos informes que se filtraron en Asunción a través de contactos directos con agentes antidrogas de Bolivia. Los japoneses conformaban uno de los grupos más temidos en la frontera.


"NARCOS" FRENTE A MBURUVICHA ROGA

El 2 de junio de 1994, la DINAR detuvo a un sujeto en una vivienda frente a Mburuvicha Roga. En poder del sospechoso encontraron dos kilos de cocaína, una pistola ametralladora y municiones. La prensa sensacionalista relacionó el caso de inmediato con un supuesto plan para atentar contra el presidente Wasmosy. Hablaban que, con dicho operativo, el supuesto plan "terrorista" había sido abortado. Nada más lejos de la verdad.

Los agentes de la DINAR planificaron una treta para impresionar al entonces novel jefe de la SENAD, Gral. Ramón Rosa Rodríguez. La intención era ganar su confianza, tal como lo habían hecho con el general Escobar Anzoategui a poco de que este tomara la titularidad de antidrogas.

La situación no era la mejor para el grupo de máxima influencia de la operativa DINAR. El jefe del ente antidrogas, comisario general Publio Fretes, tenía previsto llevar adelante una purga.

El grupo de Miguel Angel Berni había contactado con un ex informante, Roque Villalba. El narco adquiriría posibilidad de operar con libertad a cambio de información. Ese era el trato. Ese 2 de junio, el encuentro se realizó en España y Kubitscheck. El diálogo fue tranquilo, informal. Parecía una cuestión de rutina, de viejos conocidos, de amigos. En momento en que agentes y el narco gastaban bromas, un grupo de desconocidos simuló un ataque imprevisto. Balas aquí, balas para allá, otros agentes lograron asustar a automovilistas y provocaron tremenda corrida. El informante e interlocutores huyeron en un vehículo e ingresaron a una mansión situada frente a Mburuvicha Róga, alquilada por el sujeto Villalba, a escasos 500 metros del lugar donde se produjo la balacera.

Otros antinarcóticos llegaron al lugar en forma inmediata orden judicial en mano. La tenían preparada de antemano gracias a los incondicionales amigos jueces. Los efectivos efectuaron un aparatoso procedimiento. El ex informante fue aprehendido cual si se tratara de un gran narcotraficante. Cuando los policías de la comisaría 6a. metropolitana, ubicada frente al punto allanado, reaccionaron, los de la DINAR ya tenían "dominado" el panorama.

El general R. Rodríguez fue alertado del caso. Por un lado, quedó furioso. Es que Berni no le había consultado nada antes de operar. Al recibir las felicitaciones del presidente Wasmosy (el trabajo se realizó frente a la residencia presidencial), el humor del general cambió.

Se trató de un golpe de tipo efectista que ex agentes de la DINAR acostumbraban a dar cada vez que creían necesario. El objetivo era elevar sus quilates ante sus superiores. Asi también operaban cada vez que la impunidad y los beneficios que les favorecían se encontraban en peligro. Asi se aseguraban bienestar y privilegios en la principal organización antidrogas del país. Así de simple.


NOTAS COMPLEMENTARIAS

ANEXO 3

GUERRA DE CUADRILLAS

1- Para obtener referencia de Aníbal Nara. ver cita número 4 del Anexo

2- "Corruptela, antes y después".

1-La abogada Sarah Riva de Vasconsellos fue asesinada el 13 de junio de 1993 en un asalto perpetrado por robacoches frente a su vivienda, en el barrio Herrera de Asunción. Los hombres que liquidaron a Sarah Riva eran asaltantes al mando de los conocidos traficantes de autos Jonás y José Marcial Samaniego, hermanos entre sí. Los asesinos fueron identificados como Anoá Pereira Gomes y Valdemir Aparecido Riboli. El primero fue apresado en San Pablo, Brasil. El segundo continúa prófugo.

El primero en caer en nuestro país fue el hermano de Jonás Samaniego, José Marcial Samaniego, alias "Nene". Lo detuvieron el 19 de noviembre de 1993 en Ponta Porá. Brasil. Jonás fue aprehendido el 5 de agosto de 1995 también en Ponta Porá, luego de que policías paraguayos comandados por el propio comisario Víctor Cogliolo invadieran territorio brasileño y balearan la casa de Samaniego.,ubicada en Vacaría y Papagaio, en el barrio Coopafronteira, a 13 Km. del centro de Ponta Porá,

Para efectuar ambos procedimientos. Cogliolo se instaló en la casa de Aníbal Nara.

3-Ver cita número 2 del Anexo 2 - "Corruptela, antes y después".

4- El entonces jefe de Represión de la Policía de Concepción, suboficial Leonor Ayala, fue el receptor de la confesión de Jocimar Alves Araujo. Al verse marcado de muerte -los mafiosos no iban a perdonarle el haberse "dejado" detener-, Jocimar dijo a Ayala y a otros policías que estaba al tanto de todo lo que ocurrió. Indicó que no participó de la ejecución. Confesó sí que la presenció desde el auto de los sicarios. Hizo de "campana" en esa ocasión. Manifestó que nunca le pagaron lo que le habían prometido y, por ello, tuvo que salir de Pedro Juan Caballero para ir a trabajar a una estancia del Chaco. Allí conoció a una joven debidamente identificada ante la Policía haber participado del crimen. Leonor Ayala, participó la información a la prensa y a sus superiores. Sin embargo, el entonces juez del crimen de Pedro Juan. Buenaventura Gómez, no tomó en cuenta el dato y prefirió cumplir con el deseo de la mafia fronteriza: liberar a Jocimar. La Policía de Asunción tampoco se preocupó por agregar una declaración informativa al suboficial Ayala para adjuntarlo al expediente. Evidentemente, hubo intención de que lo de Jocimar no trascendiera y que quedara como al final dispusieron los capos de la frontera: en el olvido. (Ver ABC Color, edición del 16 y 17 de octubre de 1994).

5- El escurridizo Francisco Villalba, alias "Pachi", fue detenido a comienzos de diciembre de 1996 por agentes de la división Represión al Robo de Vehículos de Investigación de Delitos. El sujeto fue aprehendido al ser hallado en posesión de un automotor robado. Era llamativo como los policías allegados a las pesquisas se negaban a hablar de Villalba. Lo apuntaban como un sujeto acaudalado y muy bien contactado. Lo trataban como si se tratara de alguien "de la pesada", contactado con popes de la frontera, como un tal "Pata de Palo" Talavera, el pedrojuanino "Aká Guazú" (Cabeza Grande) Luis González, propietario de la estancia chaqueña "El Pampero". La detención de "Pachi" Villalba pasó prácticamente desapercibida porque los propios policías se encargaron de que no trascendieran los detalles del caso. Evidentemente, la Policía trató de ocultar el caso.

6- El departamento de Narcóticos de la Policía fue creado como una de las nuevas oficinas operativas de la institución policial. Su existencia legal consta en la Ley 222 Orgánica Policial que reglamenta el funcionamiento de la novel Policía Nacional. La creación de Narcóticos, paralela e independiente a la Secretaría Nacional Antidrogas (SENAD), creó confusión. En principio, la intención era obtener una alternativa para que los norteamericanos volviesen a manejar la lucha contra las drogas. La intención era restar apoyo de la Embajada de Estados Unidos a la SENAD, en ese entonces comandada por el finado Gral. Ramón Posa Rodríguez, debilitarla y posteriormente potenciar la lucha antidrogas a través de la Policía.

El factor Lino Oviedo había tenido mucho que ver en esta situación. Con Ramón Rosa Rodríguez al frente, Oviedo se convirtió -según los norteamericanos- en el hombre que mayor influencia tenía en la lucha antidrogas, atendiendo que el fallecido general era un hombre que le merecía confianza y le concedía fidelidad. En la Policía, sin embargo, se encontraba el comisario general Mario Sapriza Nunes como comandante, uno de los pocos uniformados en ese entonces que no había caído bajo la tutela y el paternalismo de Lino Oviedo. Los norteamericanos pensaban viable ceder la confianza a la Policía y restarla a la SENAD, hasta lograr su eliminación. Tras la muerte de Rosa Rodríguez, la existencia y eficacia de Narcóticos de la Policía quedó en dudas. La potencial ayuda que los norteamericanos podrían haber brindado a Narcóticos de la Policía quedó sin efecto con el ascenso del Gral. Carlos Alberto Ayala a la titularidad de la SENAD, a mediados de 1996. Ayala fue el primer hombre que nuevamente mereció la confianza de la DEA desde que el Gral. Mario Escobar Anzoategui fue destituido de la institución. Con Ayala, los norteamericanos nuevamente lograron el control de la situación. La existencia de Narcóticos de la Policía ya no tenía razón de ser.

7- El comisario princ. Juan Alberto Andino, al igual que el comisario Víctor Cogliolo, eran hombres de la máxima confianza del comandante de la Policía, Mario Sapriza. Se los consideraba como intocables. Por ello, no dejó de ser llamativo que Andino haya sido dado de baja por una situación que, en casos similares anteriores y con otros protagonistas, merecieron sanciones no tan drásticas.

8- Ver Anexo 2 - "Corruptela, antes y después" (Buscando implicar a Berni - Oferta y contraoferta para un narco) de esta misma obra.

9- El ex agente Celso Rojas había sido detenido por agentes a cargo de Víctor Cogliolo y sometido a interrogatorio. Según denuncia presentada posteriormente. Rojas recibió presiones para firmar una informativa redactada de antemano en la cual admitía que Miguel Angel Berni y su grupo (del cual formaba parte Rojas) fueron quienes planearon y ejecutaron el asesinato del Gral. Ramón Rosa Rodríguez.

Rojas señaló que Cogliolo le prometió personalmente que, en caso de prestarse a la tugada, sería beneficiado en la elaboración del parte policial. Si se negaba a "colaborar", el propio Cogliolo se encargaría de hundirlo, según el propio Rojas.

Algo similar ocurrió con la agente especial Raquel Sosa Piñanez, quien también fue detenida y supuestamente presionada -según sus manifestaciones- en Automotores para admitir la autoría del crimen e implicar a su jefe. Miguel Angel Berni, y su grupo. Ninguna de estas denuncias, publicadas en su momento por medios de prensa, tuvieron consecuencia en estrados judiciales ni policiales. El ex comandante de la Policía. Mario Sapriza Núnes, no ordenó un sumario contra Cogliolo para deslindar responsabilidades (Ver la cita 7 del Anexo 3 - Guerra de Cuadrillas).

10- No solo el comisario Víctor Cogliolo era cuestionado como agente policial dentro de los cuadros del temido Control de Automotores; también sus sobordinados: el subcomisario Gilberto Silva, el suboficial Agustín Ríos, el suboficial Edgar Ruiz Díaz, el subcomisario Francisco Servián, el oficial insp. José Amarilla, el suboficial Francisco Franco, el oficial insp. Andrés González Guerrero (ya fallecido), el oficial insp. Antonio Gamarra, el suboficial Juan Villalba. entre otros. Este grupo era el más resistido en los cuadros de oficiales de alta jerarquía activos y retirados en lo que va de la década.

11 - De excelente formación en cuanto a cultura general. Enrique Rojas Ravinovich impresionaba por su verba y caballeroso trato. Era considerado, sin embargo, a finales de la década pasada enemigo público número uno junto con los otros asaltantes Hugo Vera y Aragón y Silvio Jara Villalba. Está sindicado como responsable de olas de asaltos perpetrados en perjuicio de automovilistas durante el lapso en que operó con dichos delincuentes. Actualmente, luego de una estadía en la cárcel, asegura haberse convertido al cristianismo protestante.

12- El Comité de Iglesias tomó el caso y llevó adelante las pesquisas. Familiares de la joven asesinada dijeron contar con los nombres de algunos policías de Automotores sospechosos. (Ver diario ABC Color, edición del 19 de enero-de 1997).

13- En la jerga policial, llaman "objetivo" a las personas o cosas que son buscadas para ser detenidas o rescatadas, según se dé el caso.

14- El suboficial Agustín Ríos Domínguez fue liberado en enero de 1997 luego de que el denunciante Aníbal Morel Luna retirara la acusación radicada en su contra. Resultó sumamente llamativo que Morel Luna haya tomado tal actitud luego de haberse ratificado ante la prensa y la Fiscalía General del Estado en varias oportunidades. En esas ocasiones.

Morel Luna justamente insistió en que estaba apavorado por la posibilidad de topetarse de nuevo con agentes de Automotores. Manifestó que ya no quería tener problemas ni con Agustín Ríos ni con los demás miembros de Automotores. Allí podría estar la clave lógica de su retractación.

15-    El caso del autotraficante Juan de Dios Martínez tuvo fuerte influencia en el ámbito castrense, a tal punto que algunos de los más altos jefes militares de la época mantuvieron problemas entre sí durante la crisis que generó la denuncia del Cnel. Catalino González Rojas sobre autotráfico en el Chaco, hecho que generó la directa destitución del entonces comandante del Ejército. Gral. Humberto Garcete.

"Para deshacerse del comandante del Ejército, Gral. Humberto Garcete, (el Gral. Lino Oviedo) alentó al Cnel. Luis Catalino González Rojas para denunciar el autotráfico que normalmente se realizaba por destacamentos militares del Chaco. El plan concebido e ideado en conexión con la Embajada norteamericana en el Paraguay sirvió para despejar el camino de Oviedo hacia las máximas jerarquías de las Fuerzas Armadas (...)". ("El Ocaso del Jinete", Pag. 164-165). Esta situación derivó en conflictos entre el ex presidente de la República, Gral. Andrés Rodríguez, y el ex jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, Gral. Eumelio Bernal. Este último había querido desencascarar desde mucho antes el tráfico de vehículos, revelado por Juan de Dios Martínez durante una reunión. Martínez poseía contactos al más alto nivel castrense -entre quienes surgieron como sospechosos Osvaldo Emilio Balbuena y Lorenzo Carillo Meló, quienes pasaron a retiro-. Ello le valió un conflicto grave que derivó en su destitución. Fue nombrado ministro de Defensa buscando que no quedaran evidencias de los graves problemas existentes entre Rodríguez y Bernal. Sin embargo, una nueva destitución de este último no demoró mucho en producirse.



BIBLIOGRAFIA CONSULTADA

1- "BLANCA Y RADIANTE - Mafias, Poder y Narcotráfico en la Argentina". Espejo de la Argentina - Gabriel Pasquini; Eduardo De Miguel. Editorial Planeta, Buenos Aires - Argentina.

2- "STROESSNER. RETRATO DE UNA DICTADURA". Julio José Chiavenato. Librería y editora Brasiliense, San Pablo - Brasil.

3- "EL OCASO DEL JINETE - Crónica de un intento de golpe de Estado en Paraguay". Edwin Britez, Ignacio Martínez, Carlos Peralta, Néstor Escobar Franco y Jorge Aiguadé. ABC Color, Asunción - Paraguay

4- Expediente "JUAN EMILIANO RUIZ DIAZ OXILIA, sobre doble homicidio en capital". Juzgado del primer turno, primera instancia en lo criminal.

5- Expediente "Averiguación sobre SUPUESTO HECHO DE HOMICIDIO FRUSTRADO en capital" - "ALBERTO BAEZ FELTES Y JULIO CESAR ZARACHO ASTRACH, sobre homicidio frustrado en capital". Juzgado del décimo segundo turno, primera instancia en lo criminal.

6- Expediente de sumario. Suprema Corte de Justicia Militar: "CAP. ART. JUAN EMILIANO RUIZ DIAZ OXILIA sobre supuesto hecho de homicidio, ocurrido en esta capital".

7- "LOS JINETES DE LA COCAINA". Fabio Castillo. Editorial Documentos Periodísticos, 1988. Bogotá, Colombia.

8- Informes de la Comisión Bicameral de Ilícitos - Congreso Nacional: "CASO GRAL. RAMON ROSA RODRIGUEZ" - "CASO PARQUE CUE - ENTREGAS VIGILADAS".

9- Colección de diarios ABC Color, La Nación, Ultima Hora. Noticias El Diario.

10- Documentos proporcionados por fuentes policiales, militares, antidrogas y diplomáticas.



AGRADECIMIENTOS

- A la señora Clotilde Guggiari Vda. de Rodríguez.

- A Aldo Zuccolillo, por el total apoyo. Por toda la ayuda.

- Al Dr. Carlos Abadie Pankow, por ese informe oportuno.

- A José Escobar Argaña, por el asesoramiento profesional y las correcciones.

- A Eduardo Báez Balbuena, por el asesoramiento profesional y la orientación.

- A Oscar Garcete, por los valiosos trabajos de biblioteca, hemeroteca y archivo.

- A Osvaldo Cáceres Encina, por cubrir mis ausencias. Por los datos extras.

- A Edgar Ferreira, por cubrir mis ausencias.

- A Danny Ortiz, por el último impulso. . .y por la computadora.

- A Abilio Ortiz Cabañas, por el aliento permanente.

- Edgar Ruiz Díaz Alarcón, por el permanente aliento.

- A Darío Ruiz Díaz, por el asesoramiento ortográfico y sintáctico.

- A Luis Verón, por aquel hincapié.

- A Osmar Gómez: te acordás de aquel documento...?.

- A Pablo Guerrero, por los nombres confirmados.

- A Juan Luis Gauto, por el apoyo logístico.

- A Rubén Céspedes, por el apoyo logístico.

- A Víctor Pizzumo, por los oportunos favores.

- A Gabriel Pasquini, por aquella primera orientación.

- A los policías, agentes de drogas y militares honestos, por la colaboración general.

- A la legión de informantes y colaboradores que aún creen en un país mejor.

- A todos mis compañeros de ABC, por permitirme acompañarlos en el lugar donde trabajamos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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