BRANISLAVA SUSNIK - ANTROPÓLOGA DEL PARAGUAY
Por CARLOS PERIS C.
Colección PERSONALIDADES CÉLEBRES N° 3
Editorial EL LECTOR
Director Editorial: PABLO LEÓN BURIÁN
Coordinador Editorial: BERNARDO NERI FARINA
Asunción - Paraguay
Setiembre, 2014 (96 páginas)
Tabla de contenido
Prólogo 9
Introducción 11
Capítulo I
Primeros pasos 13
La persona 13
Formación 17
Llegada al Paraguay 21
Capítulo II
Principales estudios 31
Su enfoque 31
Las sociedades aborígenes, entre lo colectivo y lo individual 33
La lengua en el pensar, hablar y actuar 35
Migración de los pueblos indígenas en el Paraguay 38
El encuentro con el español 40
La relación mestiza e indígena 43
Inacabables descubrimientos 44
Capítulo III
Últimos pasos 47
Días finales 47
Reconocimiento 51
Profesora de profesores 54
El Museo Etnográfico Andrés Barbero 57
Cronología 60
Conclusión 61
Bibliografía 63
Anexo 1 65
Anexo II 76
Prólogo
PERSONALIDADES CÉLEBRES es una colección que pretende rescatar a personas que han contribuido al desarrollo del país en diferentes ámbitos. En el presente volumen se analiza la vida de Branislava Susnik, una eslovena de nacimiento que adoptó al Paraguay como su patria, y a que contribuyó con el acrecentamiento del conocimiento científico en lo que respecta a la Antropología.
Carlos Peris es un joven sociólogo que ha iniciado con firmeza el camino de la investigación y que en este libro demuestra su rigurosidad en analizar los aspectos biográficos y científicos de Branislava Susnik, una personalidad tan relevante para el desarrollo de las Ciencias Sociales en el Paraguay.
El libro inicia brindando información sobre la vida de la doctora Branislava Susnik y su formación en Europa y los difíciles años que le cupo vivir en el viejo Continente durante la Segunda Guerra Mundial. La doctora Susnik huyó del régimen autoritario que se instauró en su Eslovenia natal. Viajó a la Argentina, país en el que se encontraba cuando el gran filántropo paraguayo Andrés Barbero le contactó para que se hiciese cargo del Museo Etnográfico en Asunción del Paraguay.
Luego el autor nos va explicando el método utilizado por Susnik en sus expediciones científicas y la labor inmensa que desplegó por más de cuatro décadas para analizar los idiomas, la cultura de los pueblos originarios de nuestro país. Es indudable que la enorme capacidad de investigación de la doctora Susnik tuvo brillantes resultados y fue reconocida a nivel mundial.
El reconocimiento a nivel nacional tuvo que esperar el inicio de la Transición a la Democracia, el Congreso paraguayo le otorgó el Premio Nacional de Ciencias, siendo Brasnislava Susnik la primera persona en recibir dicho Premio.
La inmensa labor científica de Susnik es respetada por los científicos y la misma representa un aporte fundamental al desarrollo del conocimiento sobre la Arqueología y la Antropología Americana en general y la paraguaya en particular.
Agradecemos al autor por este libro que presenta la vida y obra de una científica social tan relevante para el Paraguay como Branislava Susnik y le instamos a que continúe por la senda de la investigación para seguir contribuyendo a la construcción del conocimiento y su expansión en el Paraguay.
Septiembre de 2014.
Herib Caballero Campos
Introducción
En Paraguay, así como en otros lugares, hay personas que mediante un trabajo y su sacrificio diario, logran un importante avance dentro del ámbito en el que se desempeñan, pero pasan sus vidas sin el reconocimiento debido, hasta que desaparecidas, empiezan a ser valoradas como perlas preciosas que alguna vez pisaron esta tierra.
En esa interminable lista de ilustres personalidades se encuentra el nombre de Branislava Susnik; "la profesora de maestros", "la descubridora de los pueblos indígenas", "la científica implacable".
Esencialmente antropóloga, nació el 28 de marzo de 1920 y falleció en 1996 en la ciudad de Asunción. Llegó al país en 1951, proveniente de la lejana Eslovenia (Yugoslavia), para investigar sobre la etnología local y luego desempeñarse en el ambiente académico. Con su labor desentrañó lo esencial del Paraguay originario y conoció más que nadie a su gente, conviviendo con ellos, en el campo de trabajo.
Gracias a la cooperación de la Sociedad Científica del Paraguay y la Fundación La Piedad, de manera silenciosa, realizó múltiples viajes de estudios entre casi todas las etnias sobrevivientes, produciendo diferentes tipos de saberes en el ámbito histórico, antropológico, sociológico y cultural.
En su profusa y fructífera obra, compuesta por 77 escritos, pueden citarse las series de EL indio colonial Los aborígenes del Paraguay y Una visión socio-antropológica del Paraguay.
Asimismo, tuvo bajo su responsabilidad la Dirección del Museo Etnográfico Dr. Andrés Barbero y, durante más de veinte años, ejerció la cátedra de Etnología y Arqueología Americana en la Carrera de Historia de la Facultad de Filosofía, Universidad Nacional de Asunción (UNA).
Sus aportes para las ciencias sociales del Paraguay son inacabables, y justo aquí se encuentra el principal desafío del presente libro. Ya en palabras del antropólogo paraguayo Chase Sardi, explorarla significa "sumergirse en una persona tan rica, interpretando su literario de estilo complicado, opuesto a su hablar claro, didáctico y enfático".
En su primera conferencia en tierras paraguayas, la propia Branislava contó que la miraban a manera de "bicho raro", por hablar con palabras difíciles y conceptos rebuscados. La idea de su complejidad fue una excusa en ciertos intelectuales para obviarla. Sin embargo, se debe resaltar que Susnik era una eslovena que se animaba a escribir en una lengua extranjera; español.
Interpretando sus conceptos fundamentales y recolectando testimonios de las personas que la conocieron, se exhibe y propone este libro. El mismo que intenta desentrañar a aquella persona que ha elegido al Paraguay como su laboratorio social, dejando un sinfín de conocimientos que aún faltan por expresar sobre su verdadera importancia.
Por último, vale mencionar que tal emprendimiento no podría haberse concretado sin el fundamental aporte de los profesores: Adelina Pusineri, Ignacio Telesca, Marilin Rehnfeldt, David Galeano, Blanca García de Sosa, Deysi Amarilla y Lorena Céspedes. A todos ellos, el agradecimiento correspondiente por la ayuda presentada.
Que sean pues estas hojas, un agradecido homenaje a la erudita pensadora, de herencia magnífica, tanto a nivel académico como humano.
CAPÍTULO I
PRIMEROS PASOS
La persona
Branislava Jozefina Susnik Prijatelj, acreditada mundialmente bajo el nombre de Branislava Susnik o de la forma como prefirió llamarse en el Paraguay "Branka", fue una investigadora de las culturas indígenas de América del Sur, políglota, lingüista, etnógrafa, arqueóloga e historiadora.
Sus contribuciones son inmensurables, abarcando los primeros saberes regionales del territorio chaqueño. A través de sus misiones de estudios, logró conocer a los pueblos oriundos que habitaban en dicha zona, estableciendo, entre otros tantos hallazgos, que gran parte de nuestra historia proviene directamente de ellos, y no únicamente, de una supuesta realidad originada en la época colonial.
En 1996, el jesuita, lingüista y antropólogo español Bartomeu Meliá al hablar de los aportes de Branka reflexionaba: "leer sus trabajos, implica comprender tanto la historia pasada y lo que hoy son los paraguayos".
En la revista eslovena "Mladika", de octubre de 1992, a Branislava se la definió "aquella mujer, científica implacable, que tuvo que emigrar de su tierra natal, siendo hoy en día un orgullo para todos los eslovenos por sus labores investigativos emprendidos, incansablemente, por más de 40 años".
De hecho, las formas anteriores en la que ha sido catalogada, serían las correctas desde la perspectiva de la propia Susnik. Ella se negaba a hablar de su persona, pues lo que importaba realmente eran sus aportes en el campo de la ciencia, la disciplina que desempeñaba devotamente.
Son varios los biógrafos de su vida que afirmaron no conocer muchos datos precisos sobre sus primeros años. Se sabe que nació el 28 de marzo de 1920, en la ciudad de Medvode, hoy Eslovenia antes Yugoslavia, y que le tocó vivir los horrores de la II Guerra Mundial (1939 a 1945), exiliándose en occidente, terminando finalmente en el Paraguay.
Con gran añoranza y dolor recordaba perpetuamente a su patria, su lugar en el mundo con hermosas montañas, cálido viento y relajantes aguas. Con respecto a su pueblo natal, aseguraba que el mismo, históricamente, se diferenció del resto por el arduo trabajo de sus habitantes, siendo ella un fiel reflejo de tal particularidad.
Bautizada en la religión católica, se la conoció con un crucifijo en el cuello y admirando la figura de varios misioneros cristianos que, en sus labores de evangelización, estudiaron y respetaron las culturas nativas.
Su vida consistía en investigar, analizar continuamente sus trabajos de campo, su amor por conocer aún más y producir materiales científicos con una periodicidad admirable. Incluso, de aquí puede desprenderse la característica más importante: su seriedad aplicada a la hora de ser una verdadera científica.
Conocidos, que tuvieron la oportunidad de tratarla, afirmaban que la vida de Susnik no ha sido fácil, sufrió los avatares de la vida, motivo por el cual decidió cerrar su aspecto personal y que solo hablen sus aportes académicos.
Incluso, su forma de escritura oscura y embarazosa, y la manera en la que se referían muchos allegados: "una persona con carácter fuerte, difícil de tratar", la alejaban de los demás, teniendo pocos amigos, que por lo general eran elegidos por ella, dándole fama de mujer solitaria.
Adelina Pusineri, a quien la propia Branka se refirió: "la persona a quien confío plenamente, tanto en lo estudioso y personal, y cuida de mí como si fuese su propia madre", es una de sus referentes, por la amistad que las unía y los años de labor académica emprendidos en conjunto.
Su secretaria y auxiliar de cátedra, la alemana Elke Unger, el antropólogo paraguayo Miguel Chase Sardi, su médica de cabecera Beatriz Herrero Usher, las hermanas Barbero, Julia de Aquino y los doctores Juan Boggino, Constantino Gramatchikoff, Ricardo Moreno Azorero y Dionisio González Torres, formaron parte del selecto grupo.
Por lo general todos eran sus pares, en donde ella podía hallar no solo amistad, sino una charla constructiva entre colegas. Branislava, incluso, había afirmado que detestaba a los "oportunistas y ladrones de ideas" y estaba orgullosa de poder mantener relaciones sociales escasas pero auténticas.
No era un espíritu solitario, fue una mujer real, que se cuidaba con cautela de quien se acercaba, recordando siempre lo mucho que había sufrido, siendo honesta y distante, por una más que necesaria autoprotección.
Chase Sardi, en el Ultimo Reportaje, recuerda una de las conversaciones mantenidas con la doctora, una de las cuales él le recomendó ampliar su círculo de amigos.
Ante tal consejo, contestó: "equivocado, Sr. Chase. Yo solo rechazo a los plagiarios, haraganes y los que les encanta perder el tiempo... usted nunca podrá ser un buen antropólogo, no sabe leer el alma humana".
Luego de tales palabras, el antropólogo bajó la cabeza y sintió vergüenza, en tal momento se encontraba manejando y casi chocaron. Susnik se dio cuenta de la situación, y agregó enfáticamente: "disculpe, Sr. Chase, usted sabe que siempre digo lo que pienso".
De la anécdota puede desprenderse otra característica: constantemente hablaba con la verdad y expresaba lo que efectivamente estaba sintiendo o reflexionando, es decir, no le gustaban las mentiras, los engaños y las falsedades. Su discurso y accionar fueron un fiel reflejo de tal convicción.
El Dr. Tine Debeljak, en 1958, ha referido: "una consecuencia de su adaptación a las mujeres indígenas primitivas o bien es un gesto de señora emancipada en medio de la civilización europea moderna". Agregó después otras peculiaridades como "de mujer con empuje, valentía y seguridad en sí misma".
Es una realidad que Branka ha sabido abrirse camino en un mundo de hombres, demostrando bravura e intrepidez a lo largo de su existencia.
El coraje le dio la oportunidad de entrar en el universo de los Yshiro Chamococo, quienes condenaban a muerte a todo individuo que se entere de sus sagrados secretos masculinos, contando a Susnik, sin embargo, los más íntimos detalles sobre el significado y desarrollo de sus ceremonias.
También le permitió escapar ilesa, en el año 1963, de la sublevación de más de 200 indios Moros en el Chaco Boreal. Contenida por el propio cacique Eroi y sus 50 indígenas fieles, que la protegieron en todo momento, sintiéndose una de los suyos, resaltando su gran suerte y coraje.
Esta era Branislava, auténtica, valerosa, honesta, independiente, pero sobre todo, una científica perseverante.
Formación
Terminada la I Guerra Mundial (1914 a 1918), tras un evento tan devastador como significó el primer gran conflicto bélico moderno, Europa no solo se enfrentó a una reconstrucción de sus principales ciudades y modelos económicos, sino que, aparecieron nuevas ideas políticas y sociales que agitaron el debate de las sociedades.
Era común encontrar por las metrópolis, o pueblos aledaños, la formación de grupos con pensamientos tan diferentes y dispares, que la realidad de todos los días se presentaba incoherente.
En ese contexto confuso y caótico Susnik debió formarse, y fue determinante en su elección por el desarrollo de las ciencias humanas y sociales.
De hecho, la zona en la que creció fue partícipe directa de la disolución del Imperio Austrohúngaro, desmembrándose en otros Estados, dando origen a naciones nuevas: Austria, Hungría, Yugoslavia y Checoslovaquia, o acrecentando los territorios de Rumania, Polonia e Italia.
Académicamente empezó a consolidarse en el año 1937, cuando terminó su Bachillerato clásico humanístico en el Colegio Nacional de Ljubljana, pasando antes por su instrucción primaria en la Escuela Básica de Triglav.
En dicha etapa de su vida, ya teniendo una fuerte tendencia hacia esta clase de ciencias, reafirmaba su extraordinaria habilidad para aprender idiomas, motivo que le permitió, posteriormente, sumergirse en diferentes cursos universitarios que resaltaron su enorme capacidad e interés.
La lengua, en Susnik, no fue solamente una expresión de la relación social, sino un valor cultural clave que le permitía, desde este punto de vista, entender las culturas en su más amplia expresión.
Desde 1937 hasta 1941 efectuó diferentes estancias de investigación y formación en la Universidad de Ljubljana. Realizó cursos libres en Lenguas y Culturas Bíblicas, post- graduándose luego en Arqueología de Emona, Etnografía Bosniaco Turca y en Prehistoria de Europa y Asia, donde por último, consiguió su Doctorado en Prehistoria e Historia.
En gran medida, desde lo aprendido llegó a la conclusión de que las ciencias humanas podrían ser egoístas, superficiales, fantasiosas y que se ocupaban tan sólo de atraer a las multitudes sin nombre y personalidad.
Incluso, en su cosmovisión (comprensión del mundo), la formación no podía escapar de lo llamado "humanismo", algo tan carente y difícil de encontrar en el recorrido temporal en que le tocó educarse.
En su constante búsqueda propuesta, empieza la segunda fase de ilustración, en la Universidad de Viena, Austria. Ahí, desde 1941 hasta 1942, alcanzó a doctorarse en Etnohistoria y Lingüística Uralo Altaica. Además de conseguir su segundo doctorado, la experiencia fue fundamental, pues logró integrarse al prestigioso grupo científico e intelectual conocido como el Círculo de Viena.
Justo aquí, Susnik recibió la inclinación rigurosa hacia la importancia de hacer ciencia y se influencia de la corriente antropológica denominada la escuela histórica-cultural. El auge de aquella importante tendencia fue fundamental en Susnik y, de ahí en más, marcó sus pasos a la hora de realizar las labores científicas.
La teoría adquirida afirmaba que la formación de la conducta humana no se realiza específicamente a partir de la acción sobre el mundo exterior, sino que se forja desde el comienzo de la vida en un marco de relacionamiento con los otros. Mediante estos procesos, el humano va obteniendo progresivamente un control voluntario de las funciones psicológicas. Las interacciones serán construidas, inicialmente, en el plano social, para después interiorizarse a uno personal.
Profundizando lo anterior, ya en Susnik, se debe pensar de forma compleja, pues también se tiene que tener en cuenta lo económico, lo demográfico y lo ecológico.
Branislava así imprimió una variada riqueza a las infinitas causas profundas de los cambios y permanencias socio- culturales e históricas. Evitó todo reduccionismo y asimiló dichos principios, abarcando múltiples variables.
Por ejemplo: "en el desarrollo cultural del niño, toda función aparece dos veces: primero a nivel colectivo, y más tarde, a nivel personal; primero entre personas, y después, en el interior del propio niño".
La ciencia antropológica se volvió fundamental en ella, pues se topa con un campo vivo para conocer al hombre. Fuertemente influenciada por la escuela histórico-cultural, al ser humano lo delimita como aquel quien debe vivir su propia vida, miembro de la naturaleza y de la sociedad, sin jugar irresponsablemente con su entorno vital.
Realmente, en esta disciplina ha conseguido encontrar el humanismo necesario y tan anhelado en su persona.
Se volvió una verdadera discípula del sacerdote católico, compatriota esloveno, mundialmente conocido con el nombre de Federico Baraga. Aquel que "misionando" por la zona del oeste de Canadá, logró investigar humanamente en el campo de la etnografía y los idiomas de las comunidades indígenas.
Siguiendo sus huellas, en estas tierras latinoamericanas, Susnik se caracterizó por continuar la tradición de Baraga, escribiendo gramáticas y recopilando diccionarios de sus expediciones, con un trato justo y bondadoso hacia los estudiados.
En Branka, encontrar un modelo que equilibre la ciencia con el humanismo fue fundamental, y Baraga con su labor realizado, resultó un genuino ejemplo a seguir. Junto con él, tomó otros nombres de referencia: el del "Dr. Knoblehar", entre los negros africanos, y del cacique esloveno "Juan Benigar", en la Patagonia, todos distinguidos por estudiar y conservar las características etnográficas de los pueblos examinados.
Años más tarde, en 1975, vuelve a reafirmar la idea de ciencia humanista, confesando al literato Debeljak cuanto sigue: "mis investigaciones me han enriquecido intelectualmente y me han dado la fuerza espiritual para seguir la verdad severa de la ciencia y la humanística, en mis trabajos científicos deseo alcanzar justamente eso, el poder acercar estas cuestiones, con toda responsabilidad ética, a aquellos intelectuales que continúan respetando al hombre en su complejidad esencial y vital".
Cuando terminó su estadía en Viena se dedicó a los estudios orientales con el secreto deseo de ir a las misiones de Asia. En búsqueda de tal sueño, llegó hasta Italia comenzando la tercera etapa de su formación, principalmente, en la Universidad de Roma, entre los años 1942 y 1943.
Se laureó en Historia y Arqueología Sumerio Babilonesa, realizó posgrados en el Instituto Pontificio Bíblico en Culturas y Lenguas de Asia Menor y complementó su formación con cursos en Arqueología Romana y Cristiana Antigua y Lenguas Altaicas.
En este tiempo, le tocó sobrevivir a la II Guerra Mundial. Se tienen registros (mediante los reportajes de Debeljak en 1975), de haber colaborado en el Comité Social que dirigía el Dr. Krek en Roma, hasta que cayó en la cárcel, interrumpiendo su formación y actividad intelectual.
Mientras sufría en una prisión comunista, en Ajdovščina, ni siquiera se atrevió a soñar con una nueva vida. Recién a su llegada a América retomó su actividad intelectual, aplicando sus conocimientos, siempre dentro de su firme convicción de una ciencia comprometida con el humanismo.
Llegada al Paraguay
Oficialmente el arribo de la Dra. Susnik al Paraguay se produjo el 1º de marzo de 1951. Posteriormente se naturalizó paraguaya el 13 de junio de 1956, con Cédula de Identidad N° 198.206. Para ella esta nación representó su patria de adopción, pues aquí encontró "su laboratorio, su observatorio socio-cultural", motivo por el cual toda su vida estuvo agradecida.
A pesar del poco conocimiento sobre la historia de Susnik en Europa, es cierto que su venida a América ocurrió por la situación política que ella y su familia enfrentaron en la antigua Yugoslavia, en consecuencia directa a la II Guerra Mundial. Su tierra no se encontró aislada de este conflicto, en especial por el régimen totalitario de izquierda instalado, comandado por Josip Broz Tito (1892-1980).
En el año 1941, el croata Josip Broz Tito dirigió a un conjunto de guerrilleros comunistas, partidarios, quienes lucharon contra los ocupantes nazis y adeptos locales. En 1945, con la derrota nazi-fascista, Yugoslavia fue reorganizada en una federación de seis Repúblicas Socialistas, entre las cuales se encontraba Eslovenia, que fue gobernada por Tito hasta su muerte.
En toda la historia relatada con anterioridad, se encuentra la vida de Branka. Su padre era jefe de la Gendarmería cuando los comunistas comenzaron con su rebelión. De hecho, él se convirtió en la primera víctima de la revolución eslovena, cuando "lo mataron por ser el jefe de los oficiales del lugar". Incluso ella, años más tarde, tal cual se ha mencionado en la sección anterior, cae presa en la cárcel de Ajdovščina, por motivos desconocidos: "¿por qué me metieron presa? no lo sé" (Debeljak en 1975).
Tras dos trágicas experiencias, y luego de huir de su cautiverio, comenzó su exilio. Exilio doloroso, de la nación, su tierra, que tanto amaba y recordaba constantemente en su imaginario.
Su intención verdadera consistía en estudiar el Oriente; gran parte de su preparación lo hizo para la realización de este fin. Sin embargo, ante situaciones adversas el camino propuesto cerró sus puertas, pero, al mismo tiempo, fue Occidente el que la albergó. América se presentó como un enorme desafío, en especial por ser un rico campo de estudio, pues aún se mantenía viva esa mística de pueblos originarios dentro de las sociedades modernas.
Para el anuario esloveno de 1975, Branka afirmaba: "en verdad el destino gira 180°, pues mi interés científico estaba orientado hacia los estudios de lenguas asiáticas, pero fue la guerra la que me arrojó a las tierras americanas, donde se hablaban aún unos 240 idiomas indígenas".
A principios de 1947, de Italia, emigró hacia la Argentina y desembarcó en el puerto de Buenos Aires el 27 de abril de 1947.
En una conferencia del año 1997 en el Museo Etnográfico de Ljubljana - Eslovenia, su secretaria Adelina Pusineri, relató: "llegó a Buenos Aires, con la dificultad de que el castellano era la única lengua europea que no hablaba, tuvo que aprenderla en el barco, durante el mes que duró el cruce, pues se embarcó en Genova el 26 de marzo de 1947, traía sólo sus conocimientos, estudios y muchas esperanzas de poder trabajar en América".
La ola migratoria en la que arribó Susnik se denominó Eslovenos Libres. Aquella etapa posterior a 1945, que se caracterizó por la llegada de inmigrantes a la Argentina, que escaparon de la persecución de los regímenes comunistas. Ya establecida, retomó lentamente sus actividades intelectuales interrumpidas por los horrores de la guerra.
Luego de realizar unas tareas en el Museo de la Plata, por encargo de la Universidad, rechazó seguir trabajando para no ligarse al gobierno justicialista de Juan Domingo Perón (1895-1974).
Siempre dentro del mismo aspecto de análisis, Adelina Pusineri explicó: “ya había sufrido y huido de los "ismos”; como en Argentina en ese momento estaba en el gobierno Juan Domingo Perón y respondía a un gobierno de corte "totalitario" que creó un partido "justicialista", conocido también como "Peronismo", este "ismo" hizo que rechazara la oferta y prefiriera trabajar en otras actividades para ahorrar y poder buscar algo más propio, de su agrado y especialidad".
Empezó a relacionarse con la comunidad eslovena de Buenos Aires y con la Iglesia Católica, a través de las Obras MISIONALES PONTIFICIAS. Ya en 1949 fue enviada a la Provincia de Formosa (Chaco Argentino) para trabajar con los Tobas en la Misión Laishi.
Estudiando la lengua de los mismos, Branka se hospedó en la casa de las Hermanas Religiosas Educacionistas Franciscanas de Cristo Rey, quienes, al igual que ella, eran yugoslavas - eslovenas.
Este hecho fue fundamental para su llegada al Paraguay, pues el Dr. Andrés Barbero (1877-1951) se enteró de sus trabajos a través de las hermanas de la congregación. Aquellas misionaban en la Cruz Roja Paraguaya, que conocieron a Susnik en la casa de hospedaje en Formosa.
El museo Etnográfico fue fundado por el filántropo Andrés Barbero en 1929 y se hallaba bajo la dirección del dentista alemán Max Schmidt (1874-1950) desde el año 1931. Para finales de la década de 1940 su primer director, el Dr. Schmidt, se descubría enfermo, ya conociendo de su desempeño en el hermano país, el Dr. Barbero hizo llamar a Branislava para continuar el trabajo museológico iniciado.
Susnik aceptó la invitación, llegó al 1º de marzo de 1951 a Asunción. En ese entonces Schmidt y Barbero ya habían fallecido. Ante los sucesos presentados, las hermanas Josefa y María Barbero comprendieron que la obra debía seguir. Constituyeron la Fundación La Piedad y contrataron a la Dra. Susnik para reordenar las colecciones y los múltiples papeles que ambos hombres dejaron.
Ahí comenzó su obra que duró 45 años de incansable trabajo y continuos aportes.
Dedicándose mayoritariamente a su labor museológica, modestamente empezó a investigar temas de su interés. Gracias a instituciones privadas (especialmente por la Asociación Indigenista del Paraguay), entre los años 1951 y 1952, se hizo posible su inaugural exploración sobre la lengua y la vida de los indígenas en el Paraguay.
Fue así como la Dra. Susnik concibió sus iniciales viajes al Chaco; más precisamente en la Colonia Fray Bartolomé de las Casas. Del desempeño con los Maká produjo en 1955 su primer material editado en el país: Principios morfológicos de la Lengua Maká.
Refiriéndose a estos años, ella explicó: "comencé simplemente trabajando, relacionándome con los indígenas. El pueblo paraguayo -proviene de los mestizos españoles e indígenas guaraníes". En Paraguay hoy viven 13 diferentes tribus".
Para luego agregar: "aprendí algunos sustantivos, los de la vida cotidiana y no tuve el tiempo necesario para asimilar los adjetivos sociales. Empecé con los verbos, es decir, con el trabajo de relacionarme con los indígenas".
Los trabajos de campo no eran fáciles, especialmente por no tener el apoyo suficiente para realizar dichas operaciones tan costosas y arriesgadas.
Todo mejoró cuando la eligieron como miembro de la Comisión de la Sociedad Científica del Paraguay. En sus propias palabras; "solo de esta manera, con una estructura que te avale y te introduzca, se puede avanzar en los pequeños países americanos, es la plataforma de presentación”.
La primera gran expedición fue al Alto Paraguay - Chaco, desde Puerto Guaraní hasta Bahía Negra, costas del río Paraguay, antiguos puertos tanineros que tanto habían contribuido a la aculturación de los indígenas de la zona.
La Carta de presentación de la Sociedad Científica a los componentes de la excursión decía:
"...siendo la expedición una empresa muy arriesgada, de mucha duración y que demandará grandes sacrificios en el cumplimiento de su itinerario y programa de trabajos a través de los desiertos inexplorados y poblados de tribus bárbaras del Extremo Norte del Chaco, fronterizo con Bolivia, y que, de tener pleno éxito, realizará investigaciones y recogerá material científico de inmenso interés para nuestro país y para la ciencia, se ruega a las autoridades y a las empresas y personas privadas quieran facilitarle en toda forma posible el cumplimiento del cometido..."
Año 1956, firmado por el secretario Carlos Pusineri y el presidente Guillermo Tell Bertoni.
Efectivamente el Ministerio de Defensa Nacional, proporcionó fusiles, salvoconductos y permisos para portar armas. Acompañó la misión el naturalista italiano Dr. Lucio Tarsia y soldados que conozcan el Chaco interior, ya que los "marinos de la costa no dominaban la selva chaqueña".
Consecuentemente, el suceso citado fue crucial. Desde entonces su labor científica se hizo más fácil y productiva y se convirtió en la primera y más calificada referente de los estudios sobre el Chaco.
Después del apoyo ganado, Branka siempre obtuvo la ayuda necesaria para sus siguientes expediciones. Empero, siempre se sintió un poco aislada, pues no notaba un interés auténtico por crear una cuestión nacional de los temas que se ocupaba (Debeljak en 1975).
Esta versión de los hechos, aquella historia que relata la venida y permanencia de la Dra. Susnik en el Paraguay, es la más conocida y aceptada dentro del mundo académico e intelectual.
Conviene resaltar, sin embargo, otro aspecto de análisis, uno más personal. Para Adelina Pusineri, la clave para entender la principal causa del desembarco de la antropóloga europea se ha encontrado visible en sus interminables conversaciones con Branka, esas charlas pasadas donde ella reflexionaba: “Yo vine al Paraguay al terminar los horrores de la Segunda Guerra Mundial. Encontré la quietud de la vida sencilla y también la oportunidad de trabajar científicamente, lo que para mí significaba “revivir" intelectualmente".
El país no fue solo su destino final ante el exilio autoimpuesto forzosamente. Resultó ser su salvación, su casa, su lugar para realizar las investigaciones ansiadas y encontrar el ideal humanista.
"Nací eslovena y me siento eslovena, Eslovenia es mi tierra natal y la de mis sentimientos. A la vez, respeto y estoy agradecida al Paraguay que es mi patria de adopción.
Este pueblo aún no ha perdido el humanismo y la fe..."
(Susnik en el Anuario del periódico Eslovenia Libre: 1973-75)
Capítulo III
Últimos pasos
Días finales
Los últimos días de Branislava corrieron en el año 1996, en la ciudad de Asunción, en el Museo Etnográfico Dr. Andrés Barbero viviendo austera y calladamente. El Museo era aquel lugar que eligió como su casa y en que gran parte de sus esfuerzos, 45 años aproximadamente, había empeñado.
Cuentan sus allegados que dormía poco, al igual de la escasa comida que ingería. Constantemente se pasaba en su máquina de escribir, con su habitual costumbre de producir materiales científicos. Si bien ya se había alejado de la docencia universitaria, revisaba sus apuntes anteriores, y deseaba encontrar elementos nuevos, que antes no pudieron ser hallados o, simplemente, pasaron desapercibidamente. Hasta el último momento, como durante toda su vida, mostró una extraordinaria capacidad intelectual.
Se la recuerda asimismo caminando por los pasillos del Museo, reflexionando y acordándose siempre de su patria que se encontraba tan lejana y distante.
Después de su muerte se encontraron, en la agenda que la acompañaba, frases en esloveno que expresaron: "Zakaj, Gosod" (¿por qué, Señor?), "Samota je tezka" (estar sola es difícil) y "Hvala B." (Gracias Baraga). Dichos pensamientos escritos casi a diario muestran su estado anímico y su incansable vínculo con la soledad, que se había establecido para su persona.
Al respecto de esos últimos días, Adelina Pusineri expresaba: "pese a las recomendaciones médicas de reposo y constantes internaciones no dejó de realizar sus recorridos por los pasillos y la biblioteca, sentada en su escritorio, seguía escribiendo. El domingo 14 de abril me llamó porque no se sentía bien y la doctora Beatriz Herrero me pidió que sea llevada al hospital, sola preparó su bolsa de ropas, pues no me dejaba tocar nada, ya que no quería ser una molestia".
Murió el 28 de abril de 1996, tras una larga agonía de la enfermedad terminal que le aquejaba desde hace un buen tiempo. Falleció con el alma tranquila, sin emitir ninguna queja del sufrimiento físico que sentía.
"Partió en paz, aquella que resulta de la mesura en todo placer y de la armonía constante en la vida”.
Se le enterró en el cementerio asunceno de la Recoleta, el 30 de abril de 1996. Tras un sentido adiós y enormes muestras de gratitud y reconocimiento, aún suenan las palabras que el Dr. Vicente González pronunció durante el sepelio:
Estamos en una mañana gris, despidiendo al horizonte más alto de la ciencia paraguaya.
Me toca a mí hablar en esta singularmente triste circunstancia invocando la representación de esas generaciones que han sido formadas por la Dra. Branka Susnik. De algunos presentes y de los muchos ausentes. Es bien cierto que numéricamente ese sector está en este caso mal representado.
Pero asumo esa realidad, y al ocupar este podio, lo hago como un honor y un compromiso.
Después de escuchar los conceptos vertidos por dilectos representantes de la vida cultural y científica, me pareció oportuno aportar un poco más, si cabe, sobre el aspecto de perfil científico de la Dra. Branka: su dimensión humana.
Acá también invoco la representación de quienes han trabajado a su lado en carácter de colaboradores, compartiendo con ella las horas cotidianas de la labor diaria, en la que todos pudimos medir y aquilatar el fragor y la pasión que imprimía a su obra. Apegada siempre en la pulcritud, la puntualidad y la dignidad del trabajo bien hecho.
Tuve el raro privilegio de haber sido uno de sus primeros colaboradores y muchas veces me he preguntado si los paraguayos nos merecemos tener entre nosotros a una persona del volumen científico de la Dra. Susnik. Porque todos sabemos que su inmenso caudal de sabiduría y probidad científica fue constantemente reclamado por grandes centros de irradiación científica, no solo en América, sino asimismo en Europa.
Pero ella, por propia decisión y el designio de los hados, prefirió permanecer entre nosotros y tanto se consustanció con nosotros que desde hoy descansará en el cálido seno materno de la tierra paraguaya.
¡Qué honor y qué privilegio inmerecido!
Ese solo gesto, esa decisión de compartir nuestras vicisitudes, lo cual tornó más árida su labor hasta enmarcarla con ribetes de sacrificio, ya le hace merecedora de nuestra gratitud eterna y la ubica justicieramente en el sitial de cifra máxima del parnaso científico nacional.
Sin embargo, la Dra. Branka era, permítanme la comparación, como una perla, pues las perlas tienen la particidaridad de que no abundan, por eso son valiosas y además permanecen ocultas, siempre a recaudo del elogio fácil a su belleza.
Ella vivió y murió rindiendo culto al discreto refugio de ese silencio, que al fin resultó tan fecundo para su obra.
De aquí en más quienes recibimos el testimonio de esa vida de absoluta entrega, también recibimos la herencia de ese inmenso amor y celo con que defendió la libertad individual, sin intransigencia contra toda forma de mediocridad, su indeclinable lucha por llegar a la verdad por medio del conocimiento y su defensa sin concesiones de esa verdad.
A la demostración anterior de afecto, se agregó el propiciado por sus auténticos compañeros. Los incondicionales que la recordaron como ella hubiese querido, mediante el trabajo incansable que produjo un sinfín de conocimientos invalorables.
Bartomeu Meliá: "Yo desearía que su obra formara por muchos años más a nuevas generaciones de paraguayos
Chase Sardi: "No era contraria a la seria divulgación de la ciencia. Más la sacaba fuera de sí la ramplona vulgarización de las teorías y los conocimientos científicos. La enervaba el pedantesco sabelotodo, que escribía voluminosos tratados desde su escritorio, sentado en su poltrona giratoria".
Adelina Pusineri: "Tenía un carácter muy especial. Yo sabía cómo trabajar con ella, entonces no había problemas. Siempre estaba a su disposición. El Paraguay le debe tanto, que ni condecoraciones póstumas, como las que recibió a poco de fallecer, son suficientes para homenajearla”.
Peña Gill: "Su obra, de rigurosa base investigadora bibliográfica y de campo, la perfila como una mujer de entrega y construcción en los niveles del fundamento de la sociedad y del individuo".
Estos fueron los últimos pasos de Branka; si bien su existencia física desaparecería, aún quedan sus estudios a través de décadas de trabajo. En sus pesquisas aún vive, esperando ser releídas o sirviendo de base, para conocer aún más lo que fuimos, somos y seremos.
Reconocimiento
En sus años de fructífera labor científica, Susnik ha ganado el reconocimiento y prestigio dentro de sus pares. Ella no solo fue una estudiosa incansable, sino que, se consagró como una verdadera referente de los temas que le tocó investigar.
Ha pertenecido a un número importante de sociedades científicas y centros académicos, tanto a nivel nacional como internacional:
- Sociedad Científica del Paraguay.
- Academia de la Lengua y Cultura Guaraní.
- Asociación Indigenista del Paraguay.
- Centro de Estudios Antropológicos del Ateneo Paraguayo.
- Miembro de la Sociedad Suiza de Americanistas.
- Miembro del Centro de Estudios Antropológicos de la Universidad Católica.
- Miembro Académico de Número de la Academia Paraguaya de la Historia.
- Miembro Académico de la Academia de la Historia Argentina.
- Miembro Académico de la Real Academia de la Historia de España.
Además, su labor docta y científica ha sido reconocida, alcanzando algunas de las más prestigiosas distinciones:
- Condecoración "Medalla del Ministerio de Defensa Nacional", otorgada por el mismo, 1981.
- Premio "Los 12 del año", otorgado por Radio 1º de Marzo. 1983.
- Profesor Honorario de la Universidad Nacional de Asunción. 1986. "En mérito a ser figura de alto relieve intelectual y científico, haber prestado eminentes servicios a la Universidad Nacional de Asunción, Facultad de Filosofía".
- Premio "El Lector": Ciencias Sociales, por el libro "Introducción a la Antropología Social". 1988.
- Premio Nacional de Ciencias, otorgado por el Presidente de la República: Gral. Andrés Rodríguez, en representación del pueblo paraguayo. 1992.
- Reconocimiento de la Intendencia Municipal y la Dirección de Cultura de la Ciudad de Asunción, otorgado en ocasión del Primer Encuentro - Foro sobre Políticas Culturales del Municipio de Asunción. 1993.
- Condecoración a Título Póstumo, concedida por el presidente de la República del Paraguay: Ing. Juan Carlos Wasmosy. "Orden Nacional del Mérito" en el grado de "Gran Oficial", el día 15 de mayo de 1996.
- Por los 200 años de la independencia del Paraguay, reconocida como una de las luces del bicentenario.
Al recibir el "Premio Nacional de Ciencias" en 1992, pronunció las siguientes palabras:
El hecho de que el Ilustre Congreso nacional paraguayo instauró el Premio Nacional de Ciencias, interpreta la nueva valoración de las ciencias exactas, naturales y humanísticas, como un factor importante de la expresión sociocultural de la nación.
Mi más profundo agradecimiento al Señor Presidente de la República, a los Señores integrantes del jurado y al pueblo paraguayo, por el Premio y las Menciones honoríficas otorgados, que constituirán un promisor estímulo para el desarrollo de las actividades científicas en el país.
Vivimos en la época de una civilización tecnológica, impositiva culturalmente, transformadora socialmente y uniformadora ideológicamente. Esta civilización se fundamenta en una eficiente y dinámica aplicación de las heterogéneas, espontáneas y planificadas investigaciones científicas, las que tácitamente circunscriben el proceso evolutivo de la humanidad.
Nuestra civilización tecnológica no debe, empero, prescindir de los postulados de una sociedad humanista. La moderna antropología hállase empeñada en buscar una conjunción de la ciencia, de la tecnología y de los postulados humanísticos que son nuestros valores existenciales.
Palabras y distinciones de una obra viva, que seguirá existiendo en los corazones y las mentes que aman a la humanidad y a las ciencias.
A todo lo anterior, hay que sumar el Premio Dra. Branislava Susnik llevado a cabo por el Centro de Estudios Antropológicos de la Universidad Católica (CEADUC), el Museo Etnográfico Dr. Andrés Barbero de la Fundación La Piedad, y la Asociación Indigenista del Paraguay (AIP). El mismo, en el año 2014, cumplió su decimotercera edición convocando a estudiantes, investigadores, ensayistas y científicos relacionados con la antropología paraguaya.
En el año 2009, la Editorial Perceval Press comenzó a preparar dos libros sobre los importantes trabajos etnográficos de Schmidt y Susnik. El emprendimiento intentará retratar, mediante una buena selección de fotos únicas de los pueblos indígenas, la riqueza cultural de la región.
Todo lo anterior son muestras claras, incluso hoy más que ayer, del interés en Susnik, aquel que tantos paraguayos y extranjeros intentan desentrañar. Esta quizás fue la máxima distinción que recibió Susnik.
Profesora de profesores
Una de las labores que podrían ser consideradas como un indiscutible legado de Branka son sus años de docencia universitaria. Más exactamente, en la Facultad de Filosofía de la Universidad Nacional de Asunción.
Sobre sus primeros años de erudición recuerda que no fueron fáciles, pues su metodología de instrucción y su batalla contra la mediocridad hacían que tuviese más alumnos aplazados que aprobados.
En el mismo punto, ella reflexionaba: ''empecé con Etnografía Sudamericana, la cátedra alcanzó el siguiente resultado: el rector de la Universidad me pidió que me adaptara al nivel cultural de los estudiantes, pero a mí me interesan más las cumbres que las llanuras, no hubo ninguna posibilidad de llegar a un acuerdo".
La rigurosidad disminuida nunca fue una posibilidad real. Sus alumnos comentan que efectivamente la exigencia era real y que, su materia era una de las más difíciles de aprobar en toda la carrera. Sin embargo, los afectados, agradecen haber pasado por sus clases, pues el conocimiento era inacabable, acompañado, además, de un trato siempre bondadoso y dispuesto a ayudar a aquel educando que realmente quisiese aprender.
Una de las máximas impartidas era el respeto que tenía que tener todo cientista hacia su objeto de análisis, aquello que se encontraba estudiando. El hombre, para ella, no es una cosa que se manipula deshumanamente; todo lo contrario, debe ser tratado recordando que lo que se tiene enfrente es una persona que nace, vive, sueña, disfruta, anhela, siente y muere.
Hay veces, incluso, que se sentía inmerecida y responsable por haber sido aceptada dentro de una tribu, contándoles sus más íntimos secretos. Esto solo lo ha podido lograr con el trato justo y auténtico que siempre promulgó, valores necesarios a la hora de formar a futuras generaciones de historiadores y antropólogos.
Además, detestaba a los cientistas que oficiaban solo desde sus escritorios; para ella el trabajo de campo es fundamental a la hora de conocer. Siempre recalcaba a sus alumnos, que el verdadero saber se encontraba ahí, y que dicha tarea, antes que ser fácil y divertida, correspondía ser tomada con respeto y seriedad, sabiendo que hasta en algunas ocasiones, la propia vida del investigador podía correr peligro.
Subrayaba: "no hay nada sensacional desde el punto de vista práctico, claro está que me enfrento a dificultades, cosas desagradables y hasta cómicas, pero lo que me ha enriquecido son los indígenas, contándome sus leyendas y sus mitos".
Otras de sus premisas consistían en nunca caer en el reduccionismo científico. La realidad del ser humano es compleja y sería un error pensar que tal suceso ocurre solamente por uno o dos factores. Los componentes psicológicos y sociales deben ser tomados en conjunto, como parte de un enorme engranaje que los antropólogos debían de desentrañar.
Muchos de sus mejores discípulos han colaborado con Branka, ayudándola en su labor científica. De hecho, para todo aprendiz serio y hambriento de conocimientos, Susnik representó una puerta abierta de oportunidades. En este aspecto, Chase Sardi afirmaba que la doctora hizo un genuino equipo multidisciplinario.
Se tienen registros de haber desempeñado funciones de docencia en la Universidad Católica "Nuestra Señora de la Asunción" en un Cursillo de Etnohistoria. También ha impartido clases en la Universidad del Nordeste, Argentina. Su indiscutible hogar académico, sin embargo, fue la Universidad Nacional de Asunción y, más exactamente, la Facultad de Filosofía.
La Facultad de Filosofía, ante tan gloriosa persona que pasó por sus aulas, la colocó en la lista de personajes ilustres. Hoy, además, su foto se encuentra en la sala de profesores, junto con otros destacados docentes, en reconocimiento, agradecimiento y ejemplo digno a seguir.
Hasta el año 1986 llevó la Cátedra de Arqueología y Etnología Americana, dentro de la Facultad de Filosofía, retirándose con la distinción de Profesora de Honor. Branka Susnik, una verdadera maestra, formadora de profesores.
El Museo Etnográfico Andrés Barbero
El Museo Etnográfico Andrés Barbero representa hoy en día toda una referencia en materia de historia y etnografía del Paraguay.
El mismo reúne importantes colecciones, iniciadas por su fundador el Dr. Andrés Barbero, a través de adquisiciones y donaciones, acrecentada con los viajes de campo del Dr. Max Schmidt y la Dra. Branislava Susnik, su segunda directora.
En esos primeros años, Branka comentaba: "sobre todo me ocupé de la nueva clasificación de los objetos expuestos, escribí estudios que fueron publicados en nuestra revista, el Boletín de la Sociedad Científica y del Museo Etnográfico". El valor actual en gran parte recae en la persona de Susnik.
Branislava llevó a cabo unos diecinueve viajes de campo entre los años 1951 y 1992. Sus viajes etnográficos fueron entre los Maká, Chulupí (Nivaclé), Lengua (Enlhet), Chamacoco, Chiripá (Ava Guaraní), Aché, Sanapaná, Emok-Toba y Ayoreo.
Además, sus expediciones arqueológicas desde 1956 hasta 1990, en el Puerto 14 de Mayo, Alto Paraguay-Chaco, en 1965 a 1968 en Paraguarí y Altos; en 1966 en Riacho Alegre, Alto Paraguay-Chaco, en 1992 en el río Jejuí, San Pedro de Ycuamandyyú.
Se recolectaron así, miles de objetos etnográficos y arqueológicos, además de fotografías que pasaron a formar parte del acervo del museo.
Fue ella quien definió su tarea específica:
a) Las grabaciones fonográficas de las tradiciones mitológicas tal como las cuentan los indígenas mismos, en su propia lengua;
b) Recolección de objetos, por más humildes que sean, incluyen la tradición mitológica de su propio origen desde tiempos legendarios;
c) Una cartoteca lingüística de todos los idiomas tribales del Paraguay.
Le encantaba demostrar lo importante que era el Museo, además de la sustancial riqueza que representa.
Así expresaba las cualidades: "el museo cuenta con una biblioteca con libros etnográficos y revistas especializadas de toda Latinoamérica. En su estado actual este museo representa uno de los sucesos más altos en el país y, con ello es la base más importante para cualquier etnólogo extranjero que desee trabajar en el Paraguay".
Organizar el museo fue la tarea encomendada a la Dra. Susnik; lo hizo brillantemente, durante toda su vida, dejan-do al Paraguay un hermoso e invalorable legado cultural y científico.
El museo también fue su casa, ahí en una pequeña pieza vivió. Gran parte de sus investigaciones se encuentran guardadas cuidadosamente, listas para ser redescubiertas.
Hoy en día, en el Museo se encuentra su secretaria incondicional, Adelina Pusineri, actual directora, siguiendo el legado de Branka, que fue construido por más de 45 años de incansable labor.
Conclusión
Si este libro cayese en manos de Branislava, seguramente, lo reprobaría por humildad. Pero también reprocharía al autor por mencionar aspectos suyos, los personales, en un material que se presenta en forma de libro, recordando que lo trascendental en y para ella, únicamente, han sido sus trabajos científicos.
En su defensa, quien ha escrito las páginas anteriores alegaría que gran parte de las experiencias vividas y sobrevividas de Susnik la hicieron lo que fue.
¿Qué pasaría si Branka nunca hubiese tomado ese barco, que un mes más tarde la trajo a la Argentina? Probablemente hoy, estudiosos asiáticos estarían escribiendo, investigando y reflexionando sobre sus estudios.
¿Qué sería de su búsqueda constante del humanismo, si su época de nacimiento era unas décadas más tarde o temprano? Tal vez, se consolidaría en la rama de las ciencias duras, examinando objetos de forma fría y calculadora.
Los pensamientos expresados hasta parecen un juego mental, pero enuncian una idea que vale resaltar: cada experiencia de vida, en la desgracia sufrida y en la alegría pasada, se encuentra la existencia y obra de Branka.
De esta subsistencia, irrumpe una mujer con todas las letras. Aquella que se abrió camino en un mundo de hombres, en un país desconocido, que estableció con fuerza sus modos e ideales y que, lo más importante, supo continuar en la adversidad, muriendo y resucitando en una y otra ocasión.
Por otro lado, hoy en día, las máximas exigencias que se solicitan a un académico que desea incursionar en el mundo de las ciencias son: enseñar, formar un equipo de trabajo, instruirse continuamente, investigar, escribir y generar conocimientos hacia y por el desarrollo de la sociedad que habita.
Todas las obligaciones anteriores, cincuenta años antes, Susnik lo aplicaba aquí mismo, en el Paraguay.
Indudablemente la palabra que define a Branislava es: científica.
Entonces ¿qué nos queda a las generaciones actuales y futuras?
Primero: seguir su ejemplo de cientificidad, recordando que tal herramienta del saber ha nacido para mejorar la vida del hombre, por lo tanto necesita esa gota de humanismo en cualquier emprendimiento realizado.
Segundo: releer sus trabajos, descubrirla. En una persona que ha elaborado aportes incalculables, generaciones se evocarán a desentrañar parte de la riqueza que se ha heredado.
Tercero: discutirla o refutarla. No todo lo escrito por ella carecería de validez, ya está en nosotros tomar sus trabajos como punto de partida y comenzar a analizar la realidad actual. A lo mejor sean la base para saber más o, acaso, la reescritura de partes de nuestra sociedad que han sido mal interpretadas o confundidas.
Por último, hago mías las palabras de Adelina Pusineri, y recalco el siguiente sentimiento: ¡Gracias, Branka, tanto te debemos como país, que ningún reconocimiento podrá pagarte tus años de dedicación y trabajo!
Bibliografía
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Sobre el Autor:
Carlos Peris: Licenciado en Sociología por la Universidad Católica "Ntra. Sra. de la Asunción", Paraguay (2012).
Posgraduado en Metodología de la Investigación, Universidad Europea Miguel de Cervantes, España (2013) y en Didáctica Universitaria, Universidad Nacional de Asunción, Paraguay (2014).
Actualmente se encuentra cursando la Maestría en Cooperación Internacional e Inclusión Social, Universidad Carlos III de Madrid, España.
Labores de docencia en nivel secundario, Colegio Lumen, y universitario: Facultad de Filosofía, Universidad Nacional de Asunción, y Facultad de Filosofía y Ciencias Humanas, Universidad Católica "Nuestra Señora de la Asunción", Paraguay.
Investigación en la Asociación SOCIODATA, el Centro de Políticas Públicas de la Universidad Católica "Ntra. Sra. de la Asunción" y del Instituto Alemán de Estudios Globales (GIGA-HAMBURGO).
Miembro del Grupo de Trabajo N°4: Sociología de la Educación, de la Asociación Internacional de Sociología.
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