HUMO, MIEL Y KAʼA
Cuentos cortos e ilustraciones
de MARÍA EUGENIA YEGROS CROSA
Editado con el apoyo del
Centro Cultural de la República EL CABILDO
Editorial SERVILIBRO
Dirección Editorial: VIDALIA SÁNCHEZ
Diseño de tapa: Lic. ALEJANDRA BENÍTEZ YEGROS
Diseño gráfico: MIRTA ROA MASCHERONI
Asunción – Paraguay
Agosto 2014
PRESENTACIÓN
Los cuentos que nos presenta María Eugenia Yegros, son el fruto de una imaginación exuberante, basadas en las costumbres y leyendas de nuestros pueblos nativos, recreando situaciones frescas y originales, para disfrutar con la lectura de cada uno de ellos.
Los diez años de sembrar cultura con nuestro Centro Cultural de la República "El Cabildo", acercaron a nuestros ciudadanos a las artes, las letras, la historia, la plástica, la música, el teatro, etc. despertando el gusto y aprecio por estos, dando nacimiento a nuevos valores, que nos enriquecen. Estos cuentos con su bella narrativa de lo autóctono son una muestra de ello.
Margarita Morselli
Directora General Centro Cultural de l a República
PRÓLOGO
El cuento es un estilo literario escrito en prosa, que narra un fecho verídico o imaginario, y se usa para informar o recrear. María Eugenia Yegros, joven paraguaya, presenta cuentos en los que con asombrosa creatividad narra hechos imaginarios, empleando un vocabulario elegante que embellece cada uno de sus relatos y motiva la lectura amena y recreativa.
Cada cuento escrito por María Eugenia Yegros posee originalidad, precisión y enriquece la literatura paraguaya, destacando la cultura autóctona, con su ambiente y personajes característicos, que le dan identidad inconfundible.
Margarita Prieto Yegros
LA INDIA JULIANA
Eran días hermosos. Ella la hija del cacique, era la más bella de las jóvenes de la tribu, se llamaba Yasy, de piel morena brillante al sol, y cabellos renegridos que caían en cascada sobre su esbelta espalda.
Ella esperaba a su amado Uruzú; éste, en compañía de otros jóvenes fue de casería. Hacía ocho días, que el grupo había partido de la aldea, adentrándose en la selva tupida, en busca de una buena caza, suficiente para los festejos de la boda de la hija del cacique; princesa de su tribu, la bella Yasy con el valiente joven Uruzú. Todo estaba preparado. Al cambiar la luna a ella la empezarían a preparar con baños de flores y miel, rodeándola con cánticos y bailes de todas las vírgenes del clan. A Uruzú lo limpiarían de cuerpo y espíritu con humos, baños, cantos y plegarias del sacerdote de la aldea. Mientras, otras mujeres cocinarían lentamente las carnes de los animales cazados para el festejo, y prepararían suficiente chicha para brindar por los novios.
Todos juntos, con gran alegría trabajaban para los festejos de la boda, con cantos y danzas que alegraban tan esperado acontecimiento.
Pero antes que cambiara la luna, y antes que volvieran los cazadores que habían ido a la selva, irrumpieron en la paz de la aldea unos Dioses extraños, venidos de lejos, con trajes brillantes que enceguecían al sol, montados en enormes bestias de ojos desorbitados, lanzando truenos, rayos y relámpagos que mataban cuando ellos daban las órdenes con sus manos forradas en cuero de animales sagrados.
La tribu estaba amedrentada, con mucho miedo de estos seres que amenazaban con destruir toda la "tava". No había escapatoria.
Con temor y sigilo, el cacique se presentó a los recién llegados, con la intención de aplacar la ira de estos Dioses extraños. Tendría que entregar ofrendas y sacrificios, con la seguridad que de esta manera ganaría sus favores. Debía ofrecer lo más preciado de su vida. Y así lo hizo, entregando con mucho dolor y tristeza a su amada hija Yasy.
Estaban aterrorizados y dolidos, en especial el prometido de ella, que a su vuelta de la cacería se encontró con semejante sorpresa. Este no ocultaba su rabia, enojo e indignación.
Se engalanaría a Yasy con guirnaldas de flores y frutas, adornada como la princesa que era. Sería entregada en matrimonio al mayor de los Dioses, al que llamaban Irala.
Mientras en el otro extremo de la aldea Uruzú, el prometido traicionado, tramaba limpiar la afrenta que lo había herido profundamente, robándole el amor de su vida, su adorada Yasy. Al caer la noche del día de las nupcias de Yasy con el Dios Irala, Uruzú embistió la choza matrimonial, atropellando con arco y flecha al extraño y desconocido Dios -gritó Yasy- tratando de evitar el sangriento final que le esperaría a su amado, pero fue en vano, un fuerte trueno rompió el silencio de la noche, y un rayo brillante impactó en pleno pecho del valiente guerrero, quien cayó fulminado manchando de sangre el lecho nupcial de la princesa y al Dios venido de lejos.
Se hizo más oscura la noche y lloró Yasy su dolor e impotencia aceptando el nuevo destino que le fuera otorgado en contra de sus deseos. De ahora en más ya no sería Yasy la princesa india, debía llamarse simplemente Juliana.
ILUSTRACIONES:
Antesala de Guerra
Danza Ritual
Preparando el viaje
Haciendo chicha
Madre e hijo
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