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JORGE CANESE
  AHÁTA AJU, 1984 - Poesías de JORGE CANESE


AHÁTA AJU, 1984 - Poesías de JORGE CANESE

AHÁTA AJU

Poesías de JORGE CANESE

Colección Poesía, 30

© Jorge Canese

Alcándara Editora

Edición al cuidado del autor, C.V.M. y M.A.F.

Diseño gráfico: MIGUEL ANGEL FERNÁNDEZ

Viñeta: CARLOS COLOMBINO

Tiraje de 750 ejemplares

Inscripción solicitada a la Agencia Española del ISBN

Hecho el depósito que establece la ley 94

Se acabó de imprimir el 14 de diciembre de 1984

en los talleres gráficos de Editora Litocolor

Asunción, Paraguay


a Francisca

en las noches de tormenta

revientan las estrellas

y revive el amor

 

a Valentina,

Renato y

Sergio

 

estos poemas duros

hechos a golpes de cincel

y garrotazos



I

 

HUMAREDA DE CRISTAL

Pienso que los escritores escribimos

porque hay cosas que no sabemos comunicar de otra manera

y no precisamente porque seamos tímidos o rayados.

Pareciera como si se levantaran barreras invisibles

más allá de las cuales sólo está la palabra,

una palabra dura, doliente o cariñosa.

Y como si detrás de esa humareda de cristal

existiera nada más que nuestra mano

o nuestra abyecta y cotidiana máquina de escribir,

expresando lo que no se ve del bosque.

No es un cielo imposible, es nada más que eso,

un cariño especial, alguna duda,

algo que decir aunque nos duelan las espaldas.

Es otra cosa, algo distinto

que muchas veces tendría que servir para unirnos

y que muchas veces nos separa.

Tampoco es puro amor, cariño imposible.

Hoy insisto con paredes de cristal, amuleto o imagen falsa

que utilizo para comunicarme contigo, conmigo.

Para decirte que daría cualquier cosa (menos la soberanía),

hasta cortarme esta mano que escribe,

con tal de entrever alguna tenue sonrisa de tus labios

y saber que podemos estar juntos.

 

ENTONCES ERA EL VERBO

(Y YA ERA TARDE)

I

Hay un romance

que desde la colina se despeña

atragantado de espinas,

charcos al paso

que atiborran el universo de pájaros,

ladrones, susurros, palabras

(historias al descuido).

Como quien descuelga enanos del anciano peral

en el patio del fondo.

Son casi solamente gotas, mentiras piadosas

que sirvieron para curtirlas mariposas

de los sueños.

Entonces faltó el verbo,

ese dolor que articulara los silencios, los lamentos

y así creciendo, nos hicieron creer

que el tesoro estaba (como esa hermana muerta)

detrás del muro,

ahí nomás entre los cardos y los charcos,

al costado del verbo,

casi como un adjetivo fácil

o hasta como esa coma

que se nos escapa por la rapidez del vértigo.

 

Después

son sacrilegios los que se acumulan en muros

como cascotes amarillos,

pesados de hedor y herrumbre.

Entonces: ¡uno llega!

y ni siquiera alcanza a ser

ese alguien que destripe los sapos,

plante un pensamiento violeta

y diga adiós a los errores.

Es tarde.

 

II

Mañana te veré

en el patio de la Iglesia

y no seré yo el que camina

entre el pasto y los ladrillos movidos.

Estarán también las dudas,

los dolores de estómago, el ascua;

y hasta la melancolía acercará sus alas

desde detrás de los lapachos.

¡Parece mentira que unos charcos recuerden tantas cosas!.

El odio hirviendo entre las nubes

y una lágrima de ternura como un grillo juguetón

que atempera el malhumor de la llovizna.

Casi todo es mentira

y sin embargo hay algo en el oscuro

que insiste esperando quién sabe qué.

No es más que una silueta,

esa palabra que siempre falta para entendernos del todo,

cienpiés trancado en el ojo de una cerradura

que al abrirse será:

¡mañana!

 

JOB

Achicarse, pensar

que si nos cortan una mano,

de todos modos nos va a quedar la otra

y tal vez las dos piernas.

Siempre es un intento, una prueba más.

Y seguramente la máquina seguirá escribiendo,

yo seguiré temiendo perder esa nada

que de un minuto a otro pasa a ser poema,

tesoro,

y soñar con que algún día

podré sentirme parado,

seguro en alguna parte de mí mismo

o sentarme a la máquina de nuevo,

besarla y conversar contigo.

 

CUADERNO DE NOTAS

Este viejo cuaderno de notas,

páginas amarillas, cuadriculadas

que voy llenando

forzándolas con estas cosas que trato de explicarme,

ese viejo cuento de agarrar el tiempo,

correr a lo lejos sin desesperarme, procurando,

escapando sin huir,

muriendo sin morir,

viviendo,

elaborando sueños, futuros posibles,

amando, escribiendo,

tratando de comprender,

tratando de ser yo mismo

a pesar de este gesto artificial

de contarte cosas escribiéndolas,

poniendo letras, palabras que en última instancia

son y no son

lo que quiero decirte:

el cariño, los hijos

y algo más

que nunca sabré cómo se llama.

 

¿QUIÉN SOY YO PONIÉNDOLE

COLORES A LAS COSAS?

Yo te diría

bichito de luz, caminante de la noche,

mariposita amiga verde-azul, verde-molino,

voluta de espiral alada en humaredas de cristal,

yo,

lo que se dice yo

a veces (muy de vez en cuando)

soy lo que parezco

y otras

un infinito perdido que viene remando,

que se arrulla suave viniendo a remo

desde el país de nosedónde,

desde el silencioso nosoynadie,

desde el mentiroso nosoynada,

desde el oscuro y acuoso nosoynosoynosoy.

Para simplificar

tendría que decirte

que soy,

que simple y complicadamente soy,

que soy yo o que yo soy yo

(como tan igualmente podría decirte

que no soy o que yo no soy yo)

porque no hay otra manera de decirlo.

Y si insistes con la verdad,

con la verdad más verde, la última,

llámese muerte, angustia o epitafio,

tendría que callarme

para que puedas escuchar

el arrullo lejano del mar que es tu destino

y muy probablemente también

el mío.

 

OTRA VEZ ¿QUIEN SOY?

¿Quién soy,

mariposa azul

que reposas en mis sueños?

Dímelo tú

que conoces el color de un cielo sin estrellas,

el amarillo ritual,

el naranja agri-dulce de mis ramas,

el rojo líquido y fluyente de mis savias-sabias.

¿Qué color tengo en esos pantanales,

en esa tierra de verdades verdes,

de qué color es mi destino, mi aliento,

cuál es el color de mi angustia,

el c(dolor) de mi sombra gris,

de mi sangre roja, de mi muerte negra?

¿Es azul acaso, esmeralda, turquesa o verde

el color de mi esperanza?

¿Qué soy, canario gris,

mariposa verde y amarilla,

cuál es el color de mis celestes versos,

de estas líneas,

palabras de tierra y tinta negra?

¿Qué busco?

Muá-bicho de luz,

por favor dímelo ya,

no sea que otra vez me corte, me corra,

enloquezca porque se acabó el pantano.

 

UN POCO DE SOL

La medalla milagrosa del sol

(rojo en su poniente)

recuesta mi sombra

hacia tus valles verdaderos.

Vuelvo con algo entre mis dedos,

pescado, sangre y arena.

Fugitivo y lloroso

me refugio en tus caderas,

en el cariño de tu leche tibia.

Es el campo,

medalla milagrosa de sol

recostándose en tus valles.

 

UNA CÁRCEL EN EL VIENTO

El viento ha expandido sus cenizas

detrás de los muros de mi cárcel

y así creo en la paloma extraña

que deposita mi muerte

entre las partículas de algo

que ya no seré jamás.

Entonces el amor y el oro

son la misma cosa, o casi,

un infinito de ojos sin lamento,

un despertar sonoro

donde estas curubicas recobran su magia.

Día del sentido te llamaré desde hoy

entre las plumas curvas, rutinarias del paisaje,

y tendré siempre un no

para el día que regreses

alucinada por el carnaval,

engolosinada por el chantaje, amante del soborno

y te querré igual

como en aquellos tiempos

cuando vos y yo éramos casi,

casi

una misma cárcel en el viento

una gota muerta entre dos rejas.

 

¿QUÉ FUE DE TU LUNA VERDE?

Quisiera entreabrir las calendas

de este rengo trajinar,

a saltos de primaveras cojas,

despatarradas cavilaciones,

endiablados horrores sin arpegios,

sin melodía que atormente el miedo

de este niño ciego

cubierto por el peso de sus sacrilegios,

de esas blasfemias amarillas

que nunca rozaron tu cuerpo.

Negritud solemne, triste sarcasmo

del espacio cuadrado: realidad.

Accesos imprecisos a la luz sin-cera,

a las estalactitas enrevesadas

en las zonas oscuras del más allá,

de esas alas que te hicieron niña, regalo ausente

que se pierde en una ira rubicunda

que invade los salones, alcanza las estrellas

y se ausenta-se pierde-se pierde

entre formas no consagradas, misa en latín

que ya no se realizará nunca

porque es campo abierto

y este cuerpo claudica una vez más, se miente,

se esconde, se baña

y ya no hay más colores

que el gris de la muerte,

un pimpollo verde.

 

CUANDO TE RETIRAS

Cuando te retiras

sólo queda en mis girones

un bananal esparcido de canoas y frases.

Un amplio río de lamentos

cultiva con sus lágrimas cementales

el nido de artrópodos ciegos

que eran la delicia de mi abuela rusa.

Oteo el camposanto cubierto de sandías rojas.

No es aún la hora de los mamíferos de gran volumen

y hasta los perros psicóticos han vuelto

a sus silenciosos manicomios.

 

CARACOL, CARACOLITO

Sueño con un ser un caracol

que sueña con su cáscara,

que sueña con ser un niño bueno

con poderes mágicos sobre el malhumor ajeno,

acaracolado en sus cosas,

lejano y muy callado,

que tal vez escriba poemas tristes,

dibujante de caparazones solitarias,

contador de historias increíbles,

caracol al fin.

 

GOTAS

1

Un coro de eucaliptos cantores

me despierta.

Sale el sol y es la agonía.

Hay golpes de campana, ladridos,

luces de ciudad dormida,

un velador que alumbra,

una sorpresa,

un cigarrillo.

2

Hay un diluvio universal que me convoca

y reconozco entre la espuma

un parto descuidado,

unos molinos desenredando estrellas.

3

Gotas de sangre

corren por el piso antiguo

y miro apenas las flores peligrosas

de un jardín lejano,

allí nomás

a menos de un palmo de las rejas.

4

Los trenes son recuerdos

y la muerte un caramelo más

que para en la esquina de mi tiempo.

5

Suda la tinta entre mis dedos

y una última ilusión

cae,

se derrite y muere.

6

Hasta Lucifer es un niño cariñoso

que espera una caricia,

una limosna de eternidad palpable.

7

Puras macanas entretegidas

que desde lejos parecen mundos,

mariposas de la noche,

cantos de pájaros roncos,

ranas de la ciudad acuchilladas por el ruido.

8

Casi como si las estrellas

fueran duendes o peras

y hasta casi más que peras, silencios.

9

Hay una misma luna verde

que resurge,

acantilada de recuerdos.

10

Soy el agujero tierno

que perfuma sus lamentos

con entierros.

11

Dame una mano

que me falta nada más que el salto

para llegar al fuego.

 

II

 

CENOTAFIO

Fumando miro cómo pasa la tarde. Casi tontamente.

Y yo me ensaño pensando en ella, en este tiempo tonto

que me corre, que se escurre entre mis manos.

Casi no me animo a decírtelo, parecen fantasmas volando.

¿Qué me pasa? No sé,

los pensamientos, la reflexión, el alto en el camino,

la meditación, si no son pecado

son lujos que no estamos en condiciones de pagárnoslos.

Es una lástima, el tecleo no perdona,

el ruido nos arrastra, piensa por nosotros.

A qué resistirnos si no es posible.

Hay que reconocerlo, a esta altura de las circunstancias

no estamos ya para heroísmos.

Las ideas me persiguen, me flanquean por todas partes.

Que no hay derecho, es cierto.

Sobrevivimos por milagro.

El equilibrio inestable es nuestra tauromaquia predilecta.

CENOTAFIO, ¡ésa es la palabra!

(Diccionario de la lengua: monumento funerario

donde esté expresamente ausente el cadáver del muerto).

 

PARECE MENTIRA

Dicen que el incendio

nos quemó las madrugadas y las pestañas,

son libros,

estampas que odian los retrocesos verdes;

el dinero antes de tiempo

es enemigo infiel,

corruptor de ancianidades decrépitas y decentes.

Parece mentira: ni el obelisco,

ni las tormentas.

Son las 12 y se acabó el pasto.

 

PURAMENTE VAHOS

Ilusión del calor,

son puramente vahos.

En un mundo herido y engañoso

casi nunca es valiente

una verdad que desnude a su enemigo.

El humor y la cerveza (tenías razón):

hormigas,

pequeñas hormigas orgullosas de chiquero

somos

y nada más.

(Que el veneno tibio del akê-kê

le dé sabor a tu vida).

 

A TODA MÁQUINA

Escribo.

Yo no sé, no quisiera

(centellazo amarillo),

hay un semáforo que empuja,

son mis monstruos queridos

que llegan cabalgando en patas de viento

(¡este empalagoso apego por los monstruos sagrados!).

Tranquilos, muchachos, no alboroten,

que así no sale nada.

En fin (primer intento): escribo,

a toda máquina

quisiera contarles mi vida,

mis muertos

teñidos siempre de negro, de verde.

No sé. El mundo que nos queda (ya lo dije)

no es nuestro.

Escribo: adiós,

amarillo a toda máquina.

 

QUE ME ESCUCHEN LOS SORDOS

Lentas semilunas desgarradas de silencio

bailotean más allá del todo imaginable.

¡Si no somos nada!

El origen

que lo inventen los fenicios.

La oscuridad y la duda no son armas poderosas.

Mensaje a los jóvenes que escriben poesía:

hay que comer manteca y asados,

el colesterol sube

y el fracaso y la arteriosclerosis

pueden estar

mucho más cerca de lo que creen los yankis.

No soy pesimista

pero creo en los planetas raros,

en magos y yerbas estroboscópicas.

Ni sé lo que estoy poniendo.

El fuego me mira con su energía dudosa

y el café con leche se me va de las manos,

la pelota estará pasando la línea del gol

y yo aquí sentado,

meditando.

No hay derecho -me dirán-,

los portaaviones no pueden hundirse.

Es tarde,

ya nadie tolera nada,

esas semilunas más allá de lo imaginable

siguen estando ahí,

contradiciendo la lógica de los elefantes engomados.

Escúchenme si quieren, yo me estoy yendo,

el mate y una nostalgia me esperan

y aunque no siga siendo el mismo

no perderé mi terquedad: esa autodefensa mínima.

Que me escuchen los sordos,

total algún día tendremos música.

 

PROBEMOS

ADJETIVACIÓN SURREALISTA

Vanidad,

otros tejen el infinito

en mis cabellos de paja.

Una bruja atónita quisiera mirarte.

Pero no, es mejor

que los niños se caven su propia fosa.

Debe ser viernes o febrero,

caballos mentirosos.

Zonzo atrincherado entre jazmines de verano,

un picaflor contempla tu nada.

Sí, ya sé que te diste cuenta,

pero sigo (bolsones, baches),

algún canario anidará en mi conciencia,

me llenaré de palabras,

escribiré "el" poema épico perfecto

y llegaré a mí mismo. A ese

cosmos chiquitito, inalcanzable.

 

Vanidad, somos viernes,

es la bruja del 47.

 

MENTIRAS CONVENCIONALES

Esperaba escribirte mentiras convencionales,

pero me engaño

y mis monolíticos embustes

casi parecen verdades.

Tanto engaño mentiroso,

tantas dudosas mentiras me fueron dando

cierta solidez,

cierto mentiroso oficio.

Y ante este ficticio tribunal imaginario

contemplo la ristra,

la larga serie de collares y caracoles,

mis sólidos bodoques acomodados,

esa mentirosa ruleta en la que siempre

salimos perdedores.

Mis mentiras inician el juego de la muerte

y la primera bola es un engaño más

y ya no sé si soy yo mismo o quién es

el que sigue distribuyendo pelotas engañosas

me repienso retrocediendo en la escalera

y son los pasos ciegos: uno, dos,

nunca se sabe

quién tiene la pelota,

quién dice las mentiras,

quién se engaña escribiendo cosas.

Alícuota de vino helado en el suburbio,

un cangrejo inerte asoma

entre el pirí de unos recuerdos mal paridos.

 

REGRESO A UNA CEBOLLA

QUE NO ES DE MI LENGUAJE

Tiro mis sotas al río,

una luciérnaga me escucha

y es como estar detrás

de ese biombo de luz que nos separa.

Unas lágrimas no son nada,

retumbo del hueco elemental,

tortuosa senda gris, me voy yendo

cancha adentro, bola abajo

resuellan cotorras, pajaritos de colores.

¡Aaah!,qué ganas de suspirar,

P4AD-jaque no sirve,

tal vez Sócrates o Shakespeare,

manualidades, ¿el ombligo?

¡No te hagas el bobo, nene!

Retroceso: es el mar,

una escalera al cielo,

una bandada de dioses del Olimpo canta

y un fuerte olor a cebolla

es lo único que vuelve, gaviota.

 

EL MUNDO SE PONE VERDE

Caíste feo, enano alquimista y reptador,

te noto las hilachas verdes,

es la angustia, no te niegues;

respirando a fondo: un, 2, 3, 4,

a ver las alas -ya no sirven-,

pero no importa, no hay que desesperarse,

el infierno no puede ser lo último que nos espera.

El mundo se pone verde.

Miro y remiro mis laderas sin lagartos,

las mariposas amarillas

que pueblan ese caracú ansioso, temido, verde.

Contemplo de lejos mis sueños apocalípticos,

mis grandes gran dilocuencias banales,

mi vanidad,

mi victimada concupiscencia de genio frustrado

que aspira a desentrañar

la estupidez esencial del universo.

Cucurucho de mi corazón,

goloso, enanito tierno,

puede ser una depilación cualquiera,

la lujuria de un espanto, el diluvio,

las mejoras de un poema

o un gesto verde a la deriva.

 

¿MUERTOS, QUIÉN SABE?

Pienso en los muertos

casi como si no fueran míos.

¡Siempre tratando de esquivar tranvías!

No sé, Carlos,

quiero creer que me escuchás.

Se me derriten catedrales de polvo,

como un vulgar helado de crema

que espera su garganta.

Juego de palabras

que en el fondo no dicen nada.

Pero vos, Carlos, sé que me escuchás,

que entenderás

lo que son mis muertos desenterrados,

mis dudosas y agrias cucarachas amarillas.

Los muertos ( ¡qué cosa!),

no poder creer en las versiones oficiales.

Oficiar misas, responsos,

construir sinagogas, glorias.

Sí, Carlos -gracias-,

sé que me entendés,

aunque sea el día de tu cumpleaños

y la guerra y los milagros

estén allí nomás esperándonos

(mañana), quién sabe.

 

ESA MIRADA PÉIDA DE LOS MUERTOS

Algo dice

que tal vez una muerte más

no signifique nada.

Y no te culpo

porque no supiste prever las consecuencias,

los impuestos, el absurdo,

la desnudez ridícula del primer beso,

del primer verso, del día claro

que amaneció lloviendo,

en el que un universo inútil

se licuó entre nuestros dedos.

Triste es la tecla, péida la mirada,

uno se equivoca y casi parece un lunes cualquiera

como aquellos

en que una mariposa psicótica y amarilla

desparramaba los sueños.

 

JAJOHECHÁTA KOÊ’RO

Siempre llegando tarde,

el futuro nos carcome las entrañas.

Una caricia. Soñamos.

Quiero creer que vivimos porque nos gusta.

Es preciso estar firme o apuntalado con estacas,

sostenerse, sonreír, decir buenos días,

vivir en esta tierra, soñar con un cielo estrellado

a pesar del smog y de los monstruos.

¿Y quién perdona después lo que no fuimos?

Todo es posible cuando el sol ha muerto.

Cartones amarillos, pájaros grises y herrumbrados,

hormigón en latas es el remedio:

¡cómprelo en su farmacia favorita!

Hay que darle, muchachos,

hay que darle sin asco a la cosa,

¿qué tenemos que perder?

Decir "no somos nada" es un vicio.

¿Amanecerán cucarachas esparcidas

sobre la alfombra verde? Es todo un enigma.

Marquen la alternativa 2, no sean malos,

no se hagan los díscolos, ¿para qué contradecirnos

si ni siquiera sabemos lo que somos?

Nubarrones, amapolas,

vacas sagradas nos miran con ojos desconsolados,

alguna paloma duerme el santísimo sueño de los justos.

Es tarde,

muere la hija del panadero de la esquina.

Amanóta de quebranto, dice la polca.

Jajohecháta koê’ro, contestan los muertos.

 

POST SCRIPTUM

 

Vanidad.

Vanidad de vanidades.

Vanidad de vanidades, todo es vanidad.

¿Qué provecho obtiene el hombre de su esfuerzo?

Una generación viene y otra se va,

mas la tierra siempre permanece.

Sale el sol y es mediodía.

Es de tarde, sopla el viento y el sol se pone.

Todos los ríos van al mar,

caminan, ríen, se desbordan

y el mar sigue siempre igual.

Todas las cosas se obtienen con esfuerzo.

No se sacia el ojo de ver, ni se harta el oído de oír.

Lo que fue, eso será y lo que se hizo, eso se hará,

pues no existe nada nuevo bajo el sol.

No hay memoria de los antepasados

ni de los descendientes por venir habrá recuerdos.

Los siglos seguirán siendo siempre iguales

a pesar de las guerras y del hombre.

He mirado todo lo que se hace bajo el sol y aún de noche,

y he aquí que todo es vanidad y empeño vano.

Lo torcido no puede enderezarse

y lo que falta no lo podemos alcanzar.

Hablé con mi propio corazón. Acumulé sabiduría

por encima de cuantos han sido antes que yo.

Puse mi afán en discernir sabiduría y ciencia,

locura y necedad,

y al final he comprendido

que aún eso, que todo es vanidad.

ECLESIASTÉS 1

 

Todo tiene su tiempo

y su momento cada cosa bajo el sol.

 

Su hora el nacer y su hora el morir.

Su hora el plantar y su hora el arrancar lo plantado.

Su hora el matar y su hora el curar.

Su hora el destruir y su hora el construir.

Su hora el llorar y su hora el reír.

Su hora el lamentarse y su hora el bailar.

Su hora el tirar piedras y su hora el amontonarlas.

Su hora el abrazar y no hora el no abrazar.

Su hora el buscar y su hora el extraviarse.

Su hora el guardar y su hora el tirar.

Su hora el raspar y su hora el coser.

Su hora el callar y su hora el gritar.

Su hora el amar y su hora el odiar.

Su hora la guerra y su hora la paz.

ECLESIASTÉS 3


INDICE

I

HUMAREDA DE CRISTAL, ENTONCES ERA EL VERBO (Y YA ERA TARDE), JOB, CUADERNO DE NOTAS, ¿QUIÉN SOY YO PONIÉNDOLE COLORES A LAS COSAS?, OTRA VEZ, ¿QUIÉN SOY?, ¿CUÁNDO LLEGUÉ AL CLIMA?, YA VOY, CAMPANAS, YO SOY LA SED Y EL VERBO, A PESAR DEL BAILE, UNA MUERTE QUE NOS UNE, UN POCO DE SOL, UNA CÁRCEL EN EL VIENTO, MIEL DE ARENA, VERDE M(H)IEL, ¿QUÉ FUE DE TU LUNA VERDE?, LADERAS DEL INFINITO AZUL, ERAS UN DISPARATE VERDE, VERDE EN UNA VERDADERA MADRUGADA VERDE, CÁSCARAS, CUANDO TE RETIRAS, CARACOL, CARACOLITO, ESCARMIENTO.  MAÑANA, PARA SIEMPRE, PUNTO DE PARTIDA,  GOTAS,

II

CENOTAFIO, PRELUDIO, UN POCO DE POLVO, PARECE MENTIRA, PURAMENTE VAHOS, A TODA MÁQUINA, QUE ME ESCUCHEN LOS SORDOS, PROBEMOS ADJETIVACIÓN SURREALISTA, MENTIRAS CONVENCIONALES, LAS UVAS VERDES, SATANÁS, NO VENGAS, NADIE, LATAS DE TOMATE, UN-DOS, UN-DOS, MUÑECAS DE LOS 7 INFIERNOS, FINAL DEL SIGLO 20, REGRESO A UNA CEBOLLA QUE NO ES DE MI LENGUAJE, EL MUNDO SE PONE VERDE, NADIE INVENTA EL CUCURUCHO ANTES DE TIEMPO, DOMINUS VOBISCUM, ¿MUERTOS, QUIÉN SABE?, ESA MIRADA PÉIDA DE LOS MUERTOS, ENGALANANDO AL MUERTO, ESCUCHEMOS LA VOZ DE LOS MUERTOS, LA MUERTE DE LOS MUERTOS, JAJOHECHÁTA KOÊ’RO, ÚRSULA INDIA,

 

POST SCRIPTUM

ECLESIASTÉS 1, ECLESIASTÉS 3.

 

 



 

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