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BALADA DE LA FRASE QUE ESPERO
Hoy te diré muy quedo
mi palabra desnuda,
en el instante pleno
del minuto perverso;
con abril en las ánforas,
con esquilas de fiesta
tañendo dulcemente
en la noche desierta,
o mejor con los ojos,
varón de mi deseo,
reclinada en tus brazos
te diré que te quiero.
Besaré arrodillada
tu frente de poeta,
enigma que mi entraña
no ha descifrado nunca;
nada más que la frente,
mientras la noche, afuera,
intensamente bebe
una fuga de vientos.
Tú seguirás callado,
el rostro sin tinieblas.
Extrañamente pálido,
exprimirán tus labios
zumos de eternidad
en la frase que espero.
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AÑORANZA
Tengo la piel del color
de los duraznos maduros,
tengo en mi boca el dulzor
del guaviyú de los bosques,
cinta de cerros al este,
cinta de cerros al oeste,
de norte a sur las colinas
se visten de gasa verde
un arroyo serpentea
por entre encajes de piedras
hay en sus ondas frescuras
de conciencias siempre puras
hay en su agua transparente
olor a flores silvestres,
gráciles lirios del valle,
enervante flor de caña,
corre en sus ondas celestes
el cielo de la mañana.
La tersa flor de mi cuerpo
se ha aromado en la espesura,
hay en mi carne frescuras
de cantarinas corrientes,
hay en mi acento dulzura
de las palomas silvestres
hay un no sé qué en mi alma
que me araña y que me muerde,
hay algo que me entremete,
que mis ojos humedece...
¡Es la inquietud del recuerdo,
es el dolor de no verte
retratado aquí a mi lado
en el cristal del arroyo
limpio, apacible, silente!
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EL AMULETO
Era un dios de ojos verdes,
ojos de extraña luminosidad.
Cruzó todos los mares,
tal vez en un velero innominado
o en una flor de camalote abierta,
y acaso tal vez de esos lugares
bebió en sus ojos el revuelto oleaje
de sus luces cambiantes como un mar.
Fue una luz en mi vida,
fue el fanal de mi alma;
escuché de sus labios
palabras nunca oídas,
y mi nombre en su boca
era como la suavidad de un ruego
que se eleva en plegaria
para morirse luego …
Fue gota de ternura derramada
sobre mi otoño florecido en rosas.
Solo creí yo en él.
Como nave que pierde el derrotero
y se estrella contra la inmensidad,
así mi alma naufragó en su mar.
Por eso, no le olvido …
Y el beso que yo no pude darle
y la caricia que siempre quedó trunca,
hoy me atormentan como nunca … nunca …
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OPINIONES SOBRE LA AUTORA
** Josefina Plá, en su libro VOCES FEMENINAS DE LA POESÍA PARAGUAYA (Editorial Alcándara, 1982), dice de Dora Gómez Bueno: "Sin duda la vocación nativa más perseverante surgida hasta entonces... FLOR DE CAÑA es la primera presencia inédita de la poesía femenina local en trance de autorrescate. En Dora Gómez Bueno esta poesía, aunque férvida en su arranque, ofrece una ingenuidad expresiva hija de su misma espontaneidad, en la que la más vitales explosiones revisten cierto lado idílico".
** Añade Josefina Plá que "esta etapa de la lírica se instala aquí como se ve con cierto retraso con respecto a otros países hispanoamericanos y puede afirmarse sin gran riesgo, que fue localmente el resultado de varios factores, de los cuales podrían ser tres los principales: (Y la escritora menciona la difusión local de la poesía de Juana de Ibarbourou y de Delmira Agustini, la influencia de esta poesía en los poetas que escribieron y publicaron en la presa local en esos años, y la visita realizada al país en 1930, por la poetisa salvadoreña Alicia Lardé de Venturino, quien volcaba en sus poemas un fuerte erotismo “de alcoba”)". Y más adelante, siguiendo su análisis, dice Josefina Plá: "En nuestro país -aunque se habían dado manifestaciones esporádicas desde 1926- hasta 1932 no aparece la poetisa que se erige en portavoz de esta liberación: la mencionada Dora Gómez Bueno. Otras poetisas nativas ya aparecidas antes de Dora o que aparecen después no se arriesgan aún a ese nivel expresivo".
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Fuente: 25 NOMBRES CAPITALES DE LA LITERATURA PARAGUAYA. Compilación y selección: SUSY DELGADO. Editorial Servilibro, Asunción-Paraguay, 2005 (389 páginas)