POSICIÓN DE LOS GRUPOS Y PARTIDOS POLÍTICOS
y PLANES DEL GOBIERNO PARA ORGANIZAR UN PARTIDO OBRERO-CAMPESINO
Obra de ALCIBÍADES GONZÁLEZ DELVALLE
POSICIÓN DE LOS GRUPOS Y PARTIDOS POLÍTICOS
PARTIDO LIBERAL
El Partido Liberal fue declarado ilegal por el actual Gobierno. La mayor parte de sus dirigentes se encuentran exiliados en la Argentina. Los líderes son, esencialmente, los mismos que estuvieron comandando el partido en 1936. Tanto en el Partido Liberal como en el Partido Colorado no existe realmente una maquinaria de renovación de líderes. Cuando el Partido Liberal estaba en el Gobierno, lo dirigió un grupo oligárquico el cual hasta ahora aspira regresar al poder. Sin embargo, los líderes liberales tienen muy poco apoyo popular. Están muy desacreditados. De todas maneras, el Partido es el más fuerte de todos los grupos políticos paraguayos porque tiene, o ha tenido, la mejor organización, además de contar con personas políticamente muy experimentadas y desde el punto de vista económico, muy adineradas. El gobierno las teme. Los ataques del Partido Liberal desde Buenos Aires están orientados a desacreditar al gobierno paraguayo. Se ha aliado con el Partido Comunista y hasta hace muy poco tiempo financiaba un programa radial dirigido contra el Gobierno desde Montevideo y conducido por el líder comunista paraguayo Oscar Creydt.
Existen muchos oficiales liberales o ex liberales en el Ejército. El Partido, como es de esperar, trabaja con éstos y otros militares para conspirar. Es el mismo caso de los comunistas que no tienen derecho de participar normalmente en los asuntos políticos paraguayos. Los esfuerzos del Partido Liberal son subversivos por naturaleza. El Partido Liberal recibe poca simpatía de otros grupos políticos como del mismo Gobierno. Tanto los franquistas, que derrocaron a los liberales, y los colorados que acusan a aquellos de haberse mantenido en el poder a través defraudes, han declinado a formar ningún tipo de alianza con los liberales para oponerse al Gobierno.
PARTIDO COLORADO
El Partido Colorado dice tener la mayoría del electorado en el Paraguay. Aunque esto no ha podido comprobarse, y muchas personas desconfían de la validez de estas declaraciones, no existen dudas de que el Partido es fuerte, particularmente en el interior donde tiende informalmente a cooperar con el Gobierno actual. El Partido Colorado, como se sabe, se encontró en la oposición durante los 32 años de Gobierno liberal. De tanto en tanto, se abstenía de participar en elecciones nacionales por considerar que las prácticas electorales eran fraudulentas. Como se dijo más arriba, el Partido no se ha unido a los liberales para hacer oposición al Gobierno actual. De hecho, el Partido Colorado ha esperado siempre que una de las formas de que el Ejército se salga de la política es otorgando el Gobierno a los colorados, en el entendimiento de que elecciones libres y justas tendrían que llevarse a cabo lo más rápido posible. Existen pocas dudas de que los colorados están listos y ansiosos de cooperar con el Gobierno sobre términos que consideran razonables. Como se expresó más arriba, el presidente ya ha querido tener el apoyo del Partido Colorado en el Gobierno. Sus esfuerzos en esa dirección, sin embargo, fueron interrumpidos a causa de presiones militares, pero se cree que el presidente acudirá nuevamente al Partido Colorado en el futuro cercano.
FRANQUISTAS O FEBRERISTAS
Los franquistas, o seguidores del coronel Franco -éste se encuentra exiliado en Montevideo- incluyen a muchos de los líderes de la revolución de 1936, de la cual el gobierno actual del Paraguay dice ser su seguidor. El coronel Franco, que tiene la reputación de haber sido un buen líder, pero un administrador muy poco eficiente, ha logrado retener la lealtad de sus primeros seguidores hasta un grado sorprendente.
El Gobierno de facto de Franco fue el único en el Paraguay, y probablemente en el continente americano, que se ha denominado oficialmente totalitario. La mayor parte de los franquístas parece tener inclinaciones socialistas, pero con un programa no muy definido. La revuelta de Franco, aunque liderada por los militares, sin duda se trató de una revuelta popular contra el Partido Liberal, el que había estado en el poder por muchísimos años.
El Gobierno franquista de facto dictó muchos decretos a favor de los trabajadores, razón por la cual Franco es bastante popular con los líderes obreros y estudiantiles. Estos y otros seguidores de Franco disputan al Gobierno el derecho de llamarse a sí mismos "el guardián de la revolución".
El Gobierno desearía contar con el apoyo del coronel Franco a quien ha tratado en varias ocasiones de convencerlo en ese sentido, pero Franco aparentemente cooperaría sobre la base de que él fuera nuevamente presidente de la República. Ya se ha descrito con anterioridad los esfuerzos del "Grupo de Caballería", liderado por Ávila fundamentalmente, para obtener el apoyo de un segmento del partido franquista. Estos esfuerzos no han tenido éxito.
Un apoyo franquista tendría mucho más valor para el Gobierno, particularmente en Asunción donde la actitud que puedan asumir los líderes obreros sería políticamente muy importante. Sin embargo, el Gobierno puede prescindir de este apoyo franquista si obtuviere el de los colorados.
COMUNISTAS
El Partido Comunista no puede actuar en forma legal en el Paraguay, de acuerdo con el artículo 35 de la Constitución que establece: "No se permite la prédica del odio ni la lucha de clases entre paraguayos". Por lo tanto, el Partido Comunista funciona en forma clandestina. El Gobierno conoce muy bien a sus líderes que viven algunos en la Argentina y otros en el Uruguay.
El partido distribuye en forma irregular un periódico clandestino mimeografiado. Como es de esperar, es muy crítico al Gobierno y expresa sus simpatías hacia los puntos de vista de la Unión Soviética en relación con cuestiones internacionales. El Partido Comunista ha estado particularmente muy activo en el Uruguay. Hasta hace poco tiempo tenía un programa radial dirigido en contra del Gobierno paraguayo, financiado por el Partido Liberal. Ha logrado que escritores y otras personalidades visiten el Paraguay para que informen sobre los supuestos campos de concentración existentes bajo el Gobierno de Morínigo y también sobre la persecución a los líderes de sectores democráticos del país.
Los comunistas se denominan a sí mismos los líderes de las "fuerzas democráticas". Es un partido vociferante cuyos dirigentes trabajan mucho y ejercen una influencia bastante desproporcionada con respecto a la cantidad de sus afiliados. Un número importante de líderes obreros paraguayos son o tienen inclinaciones comunistas. Esto no significa, sin embargo, que los trabajadores en el Paraguay estén afiliados mayoritariamente al partido. Sucede que los comunistas son los más activos elementos políticos en el sector obrero. Como se dijo anteriormente, los comunistas se aliaron a los liberales para oponerse al Gobierno. Es dudoso, sin embargo, que esta alianza hubiera beneficiado a uno u otro partido.
Los comunistas también tienen una relación muy cercana con los franquistas, aunque el coronel Franco y su grupo oficialmente se han abstenido de formar alianza alguna con los comunistas.
PLANES DEL GOBIERNO PARA ORGANIZAR UN PARTIDO OBRERO-CAMPESINO
Varios esfuerzos y tentativas han sido realizados por el Gobierno para formar un partido con apoyo campesino y obrero. No se ha dado, sin embargo, mucha publicidad a esta iniciativa y es aún prematuro para vaticinar sus resultados. El Gobierno está trabajando por llegar a un acuerdo con el sector laboral organizado, utilizando para ello tácticas demagógicas. La fuerza del Gobierno en el campo es bastante considerable y será mayor aún si el Partido Colorado se decidiese a colaborar con él.
MORÍNIGO REAFIRMA SU AUTORIDAD COMO PRESIDENTE
Durante las últimas semanas han ocurrido algunos hechos que parecen indicar que el presidente ha reforzado su posición y su autoridad, especialmente dentro del Ejército. Como se apuntó más arriba, el cargo de ministro del Interior, al cual Agustín Ávila había aspirado, no ha sido llenado hasta el momento. El general Pampliega, considerado un amigo muy cercano del presidente, continúa como ministro del interior interino, mientras sigue cumpliendo sus nuevas funciones como ministro de Defensa Nacional. También el general Machuca, ex ministro de Defensa Nacional, considerado igualmente como muy leal al presidente, ha sido designado comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, función que ya la había ejercido con anterioridad. La sepa-ración de estos cargos permitirá a Machuca prestar mayor atención al Ejército que la que prestaba antes. Esto automáticamente reduce la influencia del coronel Aranda, como jefe de Estado Mayor.
Tres coroneles han sido promovidos recientemente al rango de general. Ellos son Pampliega, Rovira y Migone, considerados leales al presidente y a su programa de democratización.
El coronel Juan M. Ibarrola, ex comandante de la Unidad Militar de Villarrica, que declara su intención de pasar a retiro por sus desacuerdos con el coronel Aranda, fue nombrado recientemente jefe de Gabinete del general Machuca, una posición que está por encima del puesto ocupado por Aranda.
Una vez reasumido el cargo de comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, el general Machuca expresó al coronel Aranda que se mantuviera apartado de la política. Advirtió también que aquellos que no obedecen sus instrucciones serán culpables de traición y consecuentemente castigados. Unos días más tarde, y en una cena de las Fuerzas Armadas en conmemoración de la independencia paraguaya, el presidente dejó en claro que el Paraguay estaba entrando en un período de democracia y expresó confianza de que él podía contar como siempre con la disciplina, lealtad y el apoyo de las Fuerzas Armadas. En la misma cena, el general Pampliega, ministro de Defensa Nacional, reclamó del Ejército su prescindencia política.
Todos estos hechos han llevado a muchas personas a creer que el presidente ha dado pasos mucho más inteligentes que el "Grupo de Caballería", o que por lo menos ha obtenido la cooperación voluntaria de este grupo. Los rumores son crecientes, sin embargo, en el sentido de que el presidente podría desplazar tanto a los coroneles Aranda y Benítez Vera, sin arriesgar ningún tipo de rebelión. Si esta es la situación real, y si el presidente verdaderamente desea comenzar el proceso de democratización, como yo creo que lo desea, entonces las perspectivas de tal proceso se presentan hoy mucho más promisorias que cuando Morínigo llegó al poder. Firma: Willard L. Beaulac, Embajador de los Estados Unidos.
Conocedor de la realidad del momento -que le hizo predecir algunos sucesos que pronto ocurrirían- el embajador Beaulac se refirió varias veces al "Grupo de Caballería", conocido también como el "El Grupo de los Cuatro" o "El Grupo Nazifascista". También a la actitud esquiva de Morínigo, o evidentemente falsa, cuando se le planteaba la democratización del país y la realización de la Convención Nacional Constituyente, por la que clamaban distintos sectores políticos y sociales.
Ni las Fuerzas Armadas del Paraguay -escribe Michael Grow- ni los tiempistas tenían alguna afinidad particular por la causa de la democracia al comienzo de la Segunda Guerra Mundial. La mayoría de los oficiales paraguayos era, de hecho, fervientes admiradores del ejército alemán y Morínigo más tarde admitió que su círculo cercano de seguidores militares del Frente de Guerra tenían simpatía por Alemania durante la guerra. El curso de la guerra durante 1939, 1940 y 1941, había persuadido a una mayoría del cuerpo de oficiales que una victoria militar alemana podría muy bien ser inevitable, una predicción constantemente reiterada por la eficaz campaña propagandista alemana, que había también convertido a muchos oficiales paraguayos a la creencia que, en base a los antecedentes históricos, los verdaderos "imperialistas" en el Hemisferio Occidental eran Gran Bretaña y los Estados Unidos.
A continuación, Grow nombra a algunos de los civiles y militares simpatizantes del nazifascismo, como el jefe de Policía coronel Mutshuito Villasboa, fundador del Frente de Guerra; el director de la Escuela de Policía, capitán Rolando Degli Uberti; el secretario del Presidente, Ricardo Brugada Doldán; el jefe de inteligencia del Ejército, capitán Plutarco Mello Vargas, entre otros.
En esta atmósfera se produce el viaje -el 3 de junio de 1946- de los representantes del Gobierno para la asunción presidencial, en Buenos Aires, del general Juan Domingo Pe-rón. Jefe de la delegación fue el ministro del Interior, general Amancio Pampliega, y uno de los miembros, el comandante de la Caballería, coronel Victoriano Benítez Vera. Éste dejó al frente de la Gran Unidad a su hombre de confianza, teniente coronel Darío Pastor Cantero, comandante de la RC2, con la recomendación de que tomara las decisiones que fuesen convenientes para cubrir las espaldas a su jefe. O sea, que a su regreso de la Argentina Benítez Vera encuentre su cargo intacto. Esta recomendación no era un mero capricho. Tenía plena conciencia de que su situación en la Caballería ya no tenía la solidez de antes. Unos días antes de su viaje a Buenos Aires se había realizado una fiesta de camaradería en su Unidad. Fue para memorar las fiestas patrias y agasajar a algunos militares que acababan de ascender. En la ocasión, Benítez Vera expresó: "El Paraguay es gobernado por las Fuerzas Armadas; la DC1 representa a las Fuerzas Armadas; y la DC1 soy yo". Estas expresiones llegaron a conocimiento del Comandante en Jefe, general Vicente Machuca, quien solicitó de Morínigo su venia para proceder contra Benítez Vera porque consideró que había cometido una grave falta, más aún en presencia de muchos jefes y oficiales. Morínigo le contestó que no sería conveniente, "por ahora", tomar medidas contra el jefe de la Caballería porque tal vez piense que se busca evitar su viaje a Buenos Aires. Le autorizó -para no dejarle ir sin nada- que vaya a la Caballería y averigüe lo acontecido. Así lo hizo el general Machuca. De esta presencia enseguida se enteró Benítez Vera estando en Buenos Aires. En la noche del 5 de junio, en el Teatro Colón, se realizó la función de gala en honor del nuevo presidente de la República y su esposa, Eva Duarte. En el entreacto, el general Perón recibe en su palco un pedido de audiencia de parte de un miembro de la delegación paraguaya. Era Benítez Vera. Solicitó que le fuera facilitado un avión que le acercara con urgencia a Asunción "por motivos familiares". Al día siguiente, 6 de junio, Benítez Vera llega a Formosa con mucho retraso por el mal tiempo, lo que posibilitó que el general Machuca, por intermedio del general Pampliega desde Buenos Aires, se enterara del inesperado regreso. Los hombres de Benítez Vera ya estaban en Formosa cuando aterrizó el avión. Machuca pidió permiso a Morínigo para apresar al comandante de la Caballería tan pronto pise tierra paraguaya. Convencido de que Benítez Vera cuenta aún con mucho poder, el presidente se opone a la medida. Mientras tanto, Benítez Vera entra por Itá Enramada v pronto llega a la Caballería.
"Próximo al mediodía, nos reunimos los oficiales en el pabellón del casino comedor, donde también funcionaban la Comandancia y otras dependencias. El oficial ayudante del Comandante de Regimiento, Tte. 1ro. Anselmo Rojas, medio a escondidas, me enseñó una nota breve y tajante, contenido aún no transcripto: Desde este momento, reasumo el Comando de la DC1. Firmado: coronel DEM Victoriano Benítez Vera.
"En mi turbación pregunté: ¿Dónde está el principio de mando? ¿Dónde ha ido a parar el respeto por la jerarquía? Cuatro días antes, en ese mismo lugar, a la misma hora, el general de división Vicente Machuca, Comandante en Jefe de las FF.AA., me había dicho con firmeza: Si el coronel Benítez Vera vuelve a pisar la Caballería, será luego de darme amplias satisfacciones y solamente yo estaré presente para reponerlo en el cargo. Usted queda como principal depositario de la confianza del Comandante en jefe dentro de la Gran Unidad. Ante cualquier anormalidad yo me constituiré inmediatamente.
"Durante el almuerzo que, como de costumbre, presidió el Comandante de Regimiento, teniente coronel Cantero, mal pudimos disimular nuestro nerviosismo. En la cadena radial de las 12.30 horas, escuchamos una corta alusión a nuestro caso: El general de división, don Vicente Machuca, Comandante en jefe de las FF.AA. de la nación, ha presentado renuncia. El excelentísimo señor Presidente de la República, general de división don Higinio Morínigo, asumió el cargo".
A partir de este momento los sucesos en la Caballería se desarrollan con rapidez, incertidumbre, contradicciones, marchas y contramarchas. Dos de los tres Regimientos, RC1 y RC2, dejaron de responder a Benítez Vera quien, en la noche del sábado 8, "había resuelto una acción criminal y desesperada, acicateado por el alcohol, persuadido por un incondicional resentido, de negro antecedente criminal (capitán Tomás Urdapilleta, cónsul en Formosa) y gente interesada extraña a la Unidad, tomar el C2, y posteriormente el C1, para asumir el control completo de la DC1, y desde esa posición imponer a las Fuerzas Armadas y al país su predominio".
El resultado de dos días de la lucha armada -8 y 9 de junio de 1946- fueron la muerte del teniente Oscar Dalseno y del teniente 1ro. Mario Agustín Pastore, y los soldados Heriberto Marecos Brítez, Silvio Benítez y Pedro Pablo Meza Gill. Sobrevivió, no obstante la gravedad de su herida, el jinete Rufino Matto. Benítez Vera, y los militares que le acompañaron en la trágica aventura, se asilaron en la embajada del Brasil de donde partieron después al exilio.
En su edición del lunes 10, el vespertino El País incluye la crónica de los sucesos:
El ambiente de tensa incertidumbre política motivado por el inesperado regreso del ex comandante de la Primera División de Caballería, coronel DEM don Victoriano Benítez Vera, quien como se sabe, se había trasladado a Buenos Aires como miembro integrante de la Embajada Extraordinaria del Paraguay destacada a los actos de transmisión del mando presidencial en la Argentina, culminó en la mañana del sábado con la propalación de la noticia dada a conocer por intermedio del Ministerio de Relaciones Exteriores, anunciando que en dicha fecha, el Exmo. Señor Presidente de la República, general de división don Higinio Morínigo M., había asumido directamente el Comando en Jefe de las Fuerzas Armadas de la Nación, en reemplazo del general don Vicente Machuca.
En las calles de la ciudad, en los grupos y corrillos formados en todas partes, se hacía patente la nerviosa expectativa suscitada por los acontecimientos que se estaban precipitando, nerviosismo aumentado por las versiones más encontradas que con insistencia circulaban y que pusieron en el ambiente un clima de alarma y zozobra.
En las primeras horas de la madrugada de ayer, siendo más o menos las tres y treinta minutos, se produjo un nutrido tiroteo que se prolongó por espacio de más de una hora y en el que alternaban el crepitar de la fusilería, las ráfagas de ametralladora y la explosión de granadas de mortero, con un ritmo característico de un verdadero combate. La población despertó sobresaltada y se pudo localizar que el fuego se producía en las afueras del casco urbano en dirección a los cuarteles del kilómetro 9, donde tienen su asiento la Primera Di-visión de Caballería y el Parque de Guerra. Con las primeras luces de la aurora, el público se lanzó a la calle ansioso de noticias. Las versiones comenzaron a circular con la rapidez propia de los graves acontecimientos que se habían producido. Minutos después de acallado el tiroteo, la población ya estaba informada de que se había producido un encuentro entre una unidad sublevada de la mencionada División de Caballería y otros dos Regimientos que habían permanecido fieles, apoyados éstos por tropas de marinería y de otras unidades militares. Las calles de la ciudad se llenaron de gentes que recorrían nerviosamente las zonas céntricas y a lo largo de la avenida Mariscal López. El paso de camiones militares conduciendo tropas armadas y de ambulancias de la Sanidad Militar, transportando heridos, trajo la evidencia concreta y dolorosa de los graves sucesos ocurridos.
Aviones militares evolucionaron por espacio de algunos minutos sobre la ciudad, que a pesar de la total paralización de los servicios de transporte, tranvías y ómnibus, durante algunas horas, presentaba un aspecto de extraordinaria animación.
La primera versión oficial dada a conocer al público, fue la alocución radial propalada por un oficial de la Aviación Militar, quien por intermedio de los micrófonos de Radio Teleco se dirigió al pueblo expresando, entre otras cosas, que se estaba luchando en defensa de los principios de la democracia y que la aviación paraguaya no podía estar ausente en dicha pugna de honor, agregando que las autoridades nacionales se encontraban en condiciones de restablecer el orden y la tranquilidad en toda la República.
El martes 11 de junio el general Vicente Machuca reasumió su cargo de comandante en Jefe de las FF.AA. Como comandante interino de la División de Caballería fue designado el coronel Enrique Giménez, en reemplazo de Benítez Vera. De la jefatura de Policía se hizo cargo el mayor Rogelio Benítez. Dos conocidos colorados en los puestos claves del Gobierno. Morínigo quedó al frente del Gobierno, muy disminuido. Los militares victoriosos le ofrecieron la presidencia de la República al general Amancio Pampliega, quien la rechazó por ser "amigo de Morínigo y no iba a traicionarlo". Se le vio, entonces, al general Vicente Machuca, quien adujo el mismo motivo para también rehusar tan regio presente. Es imposible saber, entonces y siempre, qué le habría sucedido al país si cualquiera de los dos generales hubiera aceptado la presidencia de la República. Es posible que la historia no registrara la revolución de 1947; que el 13 de enero del mismo año no fuese el calendario del ascenso pleno del coloradismo al poder. Tal vez otro día, otro año, porque ya estaba en los alrededores de la Casa de Gobierno con algunos de sus hombres en los puestos de relevancia. Sólo faltaba un pequeño empujón. Como consecuencia de los sucesos en la Caballería los días 8 y 9 de junio de 1946, el general Morínigo perdió su varita mágica. No tenía más remedio que mostrar, seguramente de malas ganas, una cierta tolerancia a la febril actividad del Partido Colorado en su propio Gobierno y fuera de él. Desde 1940 venía sorteando con éxito obstáculos que parecían insalvables. Hasta esa fecha -1946- era el jefe de Estado que más tiempo había permanecido en el sillón presidencial. Y todavía le quedaban dos años más. Los más difíciles para él y sobre todo para el país. En plena crisis en la Caballería, Morínigo jugaba a dos puntas con la única intención de quedarse en el poder sin importarle los brazos que le sostendrían. El embajador Beaulac, remitió al Departamento de Estado, el 15 de junio de 1946, con el despacho número 1811, copia en español, y su traducción al inglés, la nota dirigida por Benítez Vera al presidente Morínigo desde la embajada del Brasil, donde se encontraba asilado. La nota lleva fecha del 11 de junio, y dice:
Mi general: Me dirijo al señor Presidente solicitando la instrucción inmediata de un sumario sobre los graves acontecimientos de anteayer ocurridos en la DC1 bajo mi Comando, a raíz de la insubordinación de un Jefe y varios oficiales de la Gran Unidad.
Tengo absoluta confianza en el resultado de las investigaciones que comprobarán mi situación de leal acatamiento a las órdenes del Comando a su cargo, y en defensa de la disciplina militar, y por tanto, del prestigio y honor de las Instituciones Armadas.
En el respectivo sumario se establecerán las condignas responsabilidades y la sanción ejemplar de los responsables de la sangre vertida. Cuando regresé de Buenos Aires llamado por mis subordinados, y le manifesté en Mburuvicha Roga el deseo de la Gran Unidad sobre el cambio de Comando en Jefe de las FFAA. usted me dijo que se solidarizaba con el pedido de los camaradas, y que en consecuencia asumiría directamente el Comando. Ante la abierta insubordinación del RC1 y después la sublevación del RC2 y el apresamiento de su Comando, y ante la gravedad del momento, el señor Presidente me ratificó su confianza y me ordenó que adoptara todas las medidas en mi carácter de Comandante de la Gran Unidad, en vista de la cual di las órdenes correspondientes para el ataque al RC2 y para que fuera repuesto su Comando. Los detalles de los hechos se aclararán totalmente más adelante cuando la justicia dé su fallo. Después de los hechos mencionados cuando hablé con el señor Presidente el domingo de mañana, me dio una absoluta seguridad del castigo a los culpables a la mayor brevedad, y cumpliendo sus indicaciones y para evitar todo exceso, y no por regir las responsabilidades, me asilé en la Representación Diplomática de la Nación hermana del Brasil. En espera de que el señor Presidente imparta las órdenes respectivas, aprovecho para reiterarle mi más absoluta lealtad y respeto. Firma: Victoriano Benítez Vera, coronel DEM.
Cabe suponer que el portador de esta carta habría sido el embajador del Brasil. Y en plan de suposiciones, dicha carta habrá sido rápidamente incinerada por el presidente Morínigo, quien aparece como responsable de haber dado la orden que terminó en tragedia. Igualmente es de suponer que la copia-llegó a la embajada de los Estados Unidos también de manos del embajador del Brasil. La otra conjetura podría ser una venganza "póstuma" de Benítez Vera. Cuesta aceptar que creyese, conociéndole a Morínigo, que éste ordenaría una investigación que vaya, finalmente, a favorecer a un militar caído, asilado y además que venía echándole sombras desde hacía tiempo.
Ante esta situación, los estudiantes y obreros se movilizan con rapidez para reiterar sus antiguos reclamos. A dos días de los sucesos, la Federación Universitaria del Paraguay y la Federación de Centros Secundarios del Paraguay, dan a conocer una resolución por la que, entre otras cosas:
1. Proclamar que la solución política nacional que reclama la hora, sólo podrá lograrse por medio de una Convención Nacional Constituyente, que estructure el ordenamiento jurídico del nuevo Estado paraguayo y asegure el advenimiento de gobiernos sinceramente democráticos, que recojan y realicen las aspiraciones de liberación económica, política y cultural de nuestro pueblo.
2. Sostener que los medios conducentes a estos fines son:
a) Amplia amnistía política;
b) Derogación de la tregua política y sindical;
c) Libertades de reunión, asociación y actuación de agrupaciones y partidos políticos;
d) Completa libertad de prensa con la derogación de la actual ley que la coarta;
e) Ley electoral que evite la adulteración de la voluntad popular;
f) Comicios limpios y bien organizados; todo otro procedimiento democrático que asegure un fundamento ético a la vida política nacional.
Mientras tanto, llega de Buenos Aires, en barco, en la madrugada del día 13, el ministro de Defensa e interino del Interior, general Amancio Pampliega, jefe de la delegación paraguaya en la asunción del presidente Juan Domingo Perón. Le reciben en el puerto el restituido comandante en Jefe de las FF.AA. general Vicente Machuca; el comandante interino de la Caballería, teniente coronel Enrique Giménez, y el recién nombrado comandante de la Aeronáutica, general José Atilio Migone. No obstante la hora, se reunieron en el domicilio del general Pampliega, quien habría de decir:
Comprendí que Morínigo se encontraba en la cuerda floja. Si conservaba el, cargo no era más que un ropaje, sin cuerpo ni pedestal. Casi todas las grandes unidades habían hecho causa común con el Comandante en Jefe. Y éste ya no confiaba en el presidente. La suerte parecía haberse tornado en contra de Higinio Morínigo.
Sin embargo, Morínigo no hizo sino mostrarse con el perfil bajo, que en esos momentos le convenía. Mientras tanto, construiría con paciencia el salvavidas que le quitase de nuevo a flote. Por ahora, seguía en el Palacio de Gobierno donde le llegaban, seguramente a su pesar, las ruidosas manifestaciones a favor de que termine la prolongada y agobiante opresión. La ciudadanía ya estaba harta de vivir encerrada, con sus derechos esenciales enterrados por leyes y decretos arbitrarios.
"El Partido Comunista, cuya secretaría general era ejercida entonces por Augusto Cañete, denunció resueltamente las maniobras entre bambalinas del dictador, y llamó a la clase obrera, a los estudiantes y a todo el pueblo, a ganar las calles para exigir un gobierno de transición compuesto por representantes de todos los partidos políticos. Más que nunca el espectro político nacional coincidía con su planteamiento de una salida democrática de la crisis en desarrollo, y en este sentido se pronunciaban las masivas concentraciones públicas en las plazas y en las calles céntricas de la capital".
Fuente: LA HEGEMONÍA COLORADA (1947-1954) - ALCIBÍADES GONZÁLEZ DELVALLE
COLECCIÓN LA GRAN HISTORIA DEL PARAGUAY, Nº 12
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Esta edición consta de 15 mil ejemplares
Asunción – Paraguay (2010 – 133 páginas)
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