GOLPE DE POESÍA– ESTADO DE ÁNIMO –TRIBUTARIO
Poesías de GILBERTO RAMÍREZ SANTACRUZ
Ediciones COMUNEROS
Asunción – Paraguay
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Universidad de Alicante
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Año 2003
CLAVES PARA UNA POESÍA
No estamos muy convencidos acerca de la utilidad de los prólogos. Pensamos que si un libro tiene valor, nada de lo que se diga le agregará brillo, y si no lo tiene, será inútil cualquier esfuerzo para enaltecerlo en la estimación de los lectores. Borges, en este sentido, tiene razón: el único, el verdadero crítico es el tiempo. No obstante, nada nos impide querer compartir algunas reflexiones inspiradas por poemas nuevos como los de Gilberto Ramírez Santacruz, reunidos en este libro.
En primer lugar, creemos que para la consideración de estos poemas debe descartarse todo prurito cientificista, apearse de los DERRIDAS Y BAJTINES de turno para dedicarse lisa y llanamente al disfrute de esta experiencia estética. Es lo que hacíamos cuando los diversos estructuralismos no habían enturbiado nuestra inocencia, y podíamos recibir sin anteojeras las sugestiones de las «Locas» y los «Partos» diseminados por nuestra infancia. Todavía hoy, tanto Ortiz Guerrero como Julio Correa nos conmueven, y de ningún modo sus evidentes imperfecciones resultan óbice para la admiración que les profesamos.
En un sentido más amplio -y tal como lo propone Fernández Retamar- probablemente para evaluar la producción literaria de nuestros países subdesarrollados necesitemos de parámetros menos rígidos que los que se usan en Europa. No buscamos la perfección técnica ni estilística en nuestros textos, sino apenas dar salida a esa urgencia por esgrimir las razones y las impaciencias que nos consumen. Demasiado acosados estamos -6- por carencias y necesidades elementales, y entonces no nos importa mucho que nuestros escritos tengan la brillantez de un Borges o de un Neruda. Prima casi la necesidad de expresión por sobre la de comunicación. Dentro de nuestro país, sin embargo, hay ahora una enorme preocupación por la forma. Nuestros poetas están mejor preparados, y evidentemente están al tanto de las últimas novedades estéticas. Todo esto se suma un poco a esa conocida dificultad para la expresión directa, y entonces el discurso se afina en una modulación que quiere ser aséptica, no «contaminada». Curiosamente, los más perfeccionistas son los menos ganados por la cuestión social. Pero están también los otros, los que se preocupan por el testimonio o el compromiso, y de ahí esa bifurcación en los caminos de nuestra poesía que ya señalara Josefina Plá hace varios años. Matizada, esa distinción puede ser todavía valedera. La poesía de Gilberto Ramírez Santacruz pertenece obviamente a la segunda vertiente, como casi toda la literatura que se produce en el exilio. Tiene, quizás, sus raíces en escritores «sociales» como Barret y Julio Correa (también en alguna poesía guaraní), pero enlaza, sobre todo, con la gran poesía rebelde de nuestro tiempo. Hay, en efecto, una atmósfera, un clima universal de protesta en el cual, por supuesto, también están inmersos nuestros poetas mayores; los Campos Cervera, los Elvio Romero, algún Roa Bastos y, últimamente, Carmen Soler. Sin duda hay otros nombres importantes como los de Dimas Aranda o Luis María Martínez, con los cuales Ramírez Santacruz parece tener mayor afinidad. Su voz, sin embargo, es bastante personal, y si hemos de creerle, sus devociones particulares se dirigen a los nuevos poetas como Ramón Silva o Miguelángel Meza, que hoy mismo están haciendo llamativos aportes al desarrollo de nuestra poesía dentro del Paraguay. Se trata evidentemente de una cuestión generacional, en la cual tienen mucha importancia otras manifestaciones estéticas como por ejemplo la música. Ramírez Santacruz, en efecto, es también músico, y lo mismo esgrime la palabra que el canto. (Alguna vez afirmamos que nuestra forma natural de expresión es la música, y todavía creemos que esta sospecha encierra algo de verdad: nos resulta más fácil el canto que la palabra). Pero, ¿qué es en definitiva lo que nos propone Ramírez Santacruz con este nuevo libro, el tercero de su autoría? Indudablemente, profundizar en sus intuiciones anteriores, para lo cual nos ofrece un poemario dividido en tres partes. En la primera, se ciñe a la temática del artista exiliado, que habitualmente se aferra a sus vivencias originarias que son percibidas como una pérdida y como un despojo. En el afán de recuperar esas vivencias, dice Ramírez Santacruz:
«... la siesta paraguaya es un silencio de fuego
poblada de gorriones sedientos...
y niños promiscuos en los yuyales en llamas»,
o también, la patria se dibuja como «un árbol caído/ tumbado por hachas mercenarias». Es decir, el sentimiento de pérdida y la necesidad de reparación se conjugan con los sentimientos de rebeldía para dar nacimiento a esa esperanza liberadora que anima al poeta.
En su Golpe de poesía, que abre el libro proyectando el clima general de la propuesta, Ramírez Santacruz dice:
«... levantemos la victoriosa bandera de la razón
y sembremos el mundo de poemas satisfechos», sobreponiéndose de ese modo a la sensación de soledad y abatimiento que a veces ensombrece sus poemas («Pueblo triste», «Hombre y mujer», «Lamento»). Aparece también una cierta potenciación de los modos reflexivos o filosóficos, características que ya asomaban en algunos versos anteriores, pero lo importante es que el poeta consigue sobreponerse a sus caídas, y transmite finalmente esa confianza en la felicidad futura que es el centro de sus preocupaciones. Su canto -y su protesta-, si bien tienen su origen en la patria paraguaya, podrían trasladarse -8- a todo el continente, porque como dice en un poema, «Latinoamérica defiende un solo canto común y general». Los temas no son, pues, enteramente locales, sino que tienen validez para el resto de América Latina. Tales, por ejemplo, los temas del ansia y la necesidad de la paz, los del disfrute pleno del amor, o los del simple sentido de projimidad, tan perturbados en nuestros días.
En la segunda parte del libro predomina, en cambio, el tono lírico. Así en los poemas a la amada («te hablo con el corazón mojado/ y con mi alma llena de goteras/ para confesarte que estoy contigo en la lluvia»); o en el poema denominado «Volver juntos», donde dice:
«... ya volveremos cantando, amada mía,
cuando levante los párpados
el sol nuevo de nuestro pueblo».
O cuando se refiere a la ausencia, como en el poema «Pero sin vos», o bien cuando le impone condiciones a la amada como sucede en el poema de este nombre que proclama:
«... si amas al pájaro y no a su canto
si amas al hombre y no a la humanidad
si amas al poeta y no a la poesía...» etcétera.
Pero para el autor no se trata solamente de exaltar el amor, sino de poetizar sobre los diversos interrogantes que plantea la vida, como se ve en el poema «Cuestiones»:
«... no es cuestión de existir nada más
sino es cuestión de vivir la vida...
no es cuestión de dormir nada más,
sino es cuestión de soñar la vida...»,
o también, en este otro donde se lee:
«... no quiero saber
que la vida no tiene importancia
que la liberación todavía no es factible
que la justicia está del lado del más fuerte
y que mi lucha con ellos es inútil...».
Ramírez Santacruz consigue aliar la poesía lírica con la problemática social, desembocando siempre en un sentimiento de identificación y pertenencia con las clases más desposeídas por la vida. Como en Mallarmé, todo para Ramírez Santacruz conduce al poema, y éste a su vez se refracta sobre su país para rescatar vivencias tan entrañables como las que se refieren al primer amor, o a la necesidad y tristeza de partir hacia otros horizontes como se ve en el poema «El tren hacia el viento sur». Como sucede a menudo en los poetas de extracción popular -y Ramírez Santacruz lo es- muchos de sus versos no son perfectos, pero se salvan por la gran carga de humanidad que traen y que muestran, de todos modos, un notable enriquecimiento de su sensibilidad poética. (Cf. p. ej. el poema «Para cuando preguntes todo», dedicado al hijo).
Pero no quisiéramos abusar de esta suerte de «discurso sobre el discurso» que venimos practicando, ya que sólo se trataba de ubicar algunas claves para el disfrute de esta poesía. No podemos sin embargo soslayar la última parte del libro que se titula «Tributario», donde el poeta rinde homenaje a los padres cantores que le acompañan en la aventura, vivos o ya desaparecidos como es el caso de José Asunción Flores y Manuel Ortiz Guerrero. Apoyado en estas figuras tutelares, el poeta sale en busca de esa ardiente comunión que sólo puede darse en el corazón de la sensibilidad colectiva. Tradicionalmente los poetas suelen fungir como los profetas de sus pueblos, y unas veces de manera clara, otras de manera oscura, preanuncian la belleza que se esconde en el futuro. Tal vez ésta sea, en definitiva, la motivación más importante en la poesía de Gilberto Ramírez Santacruz. Si el lector lo percibe así, sin duda habrá conquistado el galardón más alto a que puede aspirar.
EDGAR VALDÉS
Buenos Aires, Noviembre de 1986.
Fuente: www.elanotadordegilberto.blogspot.com
Registro: Enero 2011
GOLPE DE POESÍA
«Triste país sin vientos,
casi país del llanto,
déjenme que le cante.
Déjenme que le llore,
déjenme que le hable,
déjenme que lo aliente,
déjenme que lo mueva,
déjenme que lo alegre,
triste país sin vientos».
Luis María Martínez
GOLPE DE POESÍA
Hagamos el golpe
y derribemos a los cuervos verdes
de su nido hediondo
de huesos inocentes
y almas combativas.
Demos el golpe
pero con guardapolvo, overol
y si es posible con sotana,
pero la de Camilo Torres y Ernesto Cardenal:
un golpe de pan y poesía.
Hagamos sonar las campanas
pero las libertarias,
no las de los redobles fúnebres,
golpeando de tal manera...
que escuchen hasta nuestros muertos
y los N.N. recobren sus rostros de pueblo.
Demos el golpe
y reventemos el ojo al cíclope verde
y arranquemos sus garras una por una
y asistamos a su agonía imperialista
y levantemos la victoriosa bandera de la razón
y sembremos el mundo de poemas satisfechos
y por fin sabremos explicar a nuestros hijos
y padres, el significado del vocablo: INDEPENDENCIA.
Hagamos el golpe
pero un golpe de vida y poesía,
un golpe con orden del pueblo
pero nunca en nombre de Dios
y arañemos el suelo con la mirada aguda
y descubramos el rostro unánime de nuestros hermanos
sonriendo, sobre y bajo la tierra madre.
PARAGUAY DE SIESTA
El sol está en todo,
hasta en mis huesos que los creía guarecidos;
mi alma no es más que sombra de los 42 grados
y no queda un recoveco que no calcine Enero.
El desasosiego reina en la modorra quieta.
La siesta paraguaya es un silencio de fuego,
poblada de gorriones sedientos,
de duendes marginados,
lagartos jadeantes
y niños promiscuos en los yuyales en llamas.
El mediodía guaraní mensura realidades,
la frustración deja ver su silueta delimitada,
el aburrimiento adquiere su verdadera dimensión,
la impotencia se yergue como un muro de lamentos
y el sol se perpetúa las 24 horas;
mientras la lluvia amenaza y no llega;
mientras los perros lamen su nariz y jadean;
mientras el pueblo traga la última saliva
y se dispone a llover sobre la dictadura.
INTEMPERIE
Busco un techo
cualquiera,
un árbol impermeable,
la sombra de un gorrión
en vuelo puro,
una mirada apacible
de muchacha inmojable,
un hogar tibio
para mi alma fría
y mi pecho de heladera
y mis pies sin agua caliente.
Busco un techo,
pero con paredes
intransparentes y sordas,
en lo posible,
porque soy tímido
y quiero hacer el amor
lejos del mundo
y encapsulado con ella
-en el cuarto oscuro-
y que nos trague el fuego
de nuestra tentación divina.
Busco un techo,
porque soy un jilguero sin nido,
porque soy un pájaro embarazado:
de poemas a punto de nacer,
canciones a punto de parir
y una guitarra hermosa
que se arruina en la intemperie
y una espalda empachada de rocíos
y el espíritu que está cariado
de tanta dejadez.
Busco un techo
cualquiera,
un departamento en donde quepa:
mi guitarra,
una muchacha,
un amigo de la calle:
todos mis sueños
y que mi bolsillo pueda soportar.
Busco un techo de igualdad.
... MAS ÁRBOL SEMILLERO
Árbol caído, llamo yo a mi patria,
tumbado por hachas mercenarias.
Durmiente corroído, bajo las vías
y las botas del tren imperialista.
Quebracho talado, por su ejemplo de duro
y firmeza en su porte y como poste.
Tronco trozado hace más de un siglo,
retoñando cada segundo y vuelto a trozar.
Tajy derrumbado, por su valor indoblegable,
por su madera olorosa y flor a veces azul.
Planta hecha leñas y rajas
pero con el fuego durmiendo en los carbones.
Madero frutal y de simientes;
¡pronto las raíces olvidadas tocarán las nubes!
Palo desnudo de ramas y hojas dispersadas;
horquetas de nidos irrumpidos.
Árbol arrancado, llamo yo a mi patria,
mas árbol semillero:
El rollizo, sólo es el cadáver del árbol,
con los sacudones -el alma- se diseminó en millones
por la tierra que empieza a resquebrajarse con los brotes.
INDIGNACIÓN
Me indigno...
porque cada vez que quiero ser bueno
me escupen en la cara,
porque cada vez que quiero gritar
me anudan la garganta,
porque cada vez que quiero empezar
me cierran el paso,
porque cada vez que quiero trabajar
me clausuran las manos
y porque cada vez que quiero descansar
me sacuden la cama.
Me indigno...
porque cada vez que quiero soñar
me roban la luna,
porque cada vez que quiero cantar
me enmudecen la guitarra,
porque cada vez que quiero amar
me espantan con burlas,
porque cada vez que quiero vivir
me fusilan con mentiras
y porque cada vez que quiero morir
me condenan a llorar.
PUEBLO TRISTE
Hace tiempo divisé un horizonte,
voy para allá con todo a cuestas:
con mi alma desgarrada,
con mi honradez desencajada,
con mi juventud carcomida,
con mi guitarra lastimada,
con mi canción de notas grises,
con mi ilusión a punto de jubilarse,
con mi esperanza desvencijada,
con mi tristeza flameante,
con mi mirada envejecida
y con mi sol ya enlutado
por las eternas promesas cotidianas,
por las cotidianas promesas eternas,
por llamarme Pueblo, a secas
-«hombre común», «hombre de la calle»-
y no mencionan en sus estadísticas
los litros de lágrimas que he sangrado
y los poemas que he llorado.
Es cierto que me llamo Pueblo
pero olvidaron mi apellido, Triste:
Pueblo triste que empuña su lágrima
para conquistar su sonrisa.
SALIR AUSENTE
Estaba acostumbrado.
Supo que lo iban a llevar.
Ya no había tiempo para correr.
Entonces, enterró la guitarra,
desempolvó el coraje
y puso en su lugar la idea
y untó en su piel la causa...
Le abrieron la puerta.
Le hablaron como otras veces
con modales verdes y lenguaje militar:
culatazos, bofetadas y empujones.
Afuera lo recibió un puño cerrado
y un coche abierto de par en par.
Pronto pasó al baúl,
con boca y ojos clausurados
y una impotencia que usurpaba todo su ser.
No sintió miedo
a pesar del aire raro que respiraba,
pero sí una insoportable bronca,
bronca de hallarse una vez más atado
y saber, como es habitual,
que sería triturado a palos.
Es cuestión de esperar
y soportar, sobre todo. Pensó.
Luego, sintió que el baúl
era un útero del universo,
en donde un Cristo guerrillero
rompía el cordón umbilical
como una cadena herrumbrada de la opresión.
Lo que no imaginó,
entre el aire oloroso,
es que saldría del baúl ausente.
HOMBRE Y MUJER
El mundo es un jardín
La vida es una planta de rosa
La mujer es una flor efímera
pero una madre eterna
El hombre es una espina sin tiempo
cuanto más marchito
más ponzoñosa la púa
El hombre es el dolor mismo
El amor es una lluvia oportuna
y necesaria para la fotosíntesis
La tristeza es una hierba maldita
que crece a escondidas
a espaldas del hortelano miope
La esperanza es una brisa húmeda
que besa cada amanecer
la frente a la siembra sedienta
El miedo es un viento inclemente
que arrastra todas las hojas caídas
privando al suelo del milagroso humus
El mundo es un jardín
La vida es una planta de rosa
La mujer es una flor
El hombre, la espina
Y Dios es un espantapájaros
que, atalayado, mira indiferente.
DERECHOS HUMANOS
Tiene los sesos transpirados
de llorar en el alma
y sonreír con los labios
en la ventana sin brisa
de la vida diaria.
Tiene los huesos humedecidos
de crujir los dientes a solas
y lamentar en silencio
los avatares eternos
del andar cotidiano.
Tiene las sienes aplastadas
de postergar los latidos
y gritar a los cielos
sus «derechos humanos»
violados a cada paso.
Tiene sus días intervenidos
por querer decir la verdad
o por exigir la justicia
y de soñar en la libertad,
tiene las alas caídas.
CÁPSULA
Incertidumbre, palabra extensa
como una cordillera de rocas negras,
habitante perenne del alma humana,
lienzo transparente y enlutado
que cubre el rostro a la esperanza
y atraganta a la fe en el momento mismo
de tragar a Dios, sin masticarlo.
LAMENTO
No me lamento por haber nacido pobre
ni por haber temblando de miedo
ni por haber llorado de frío.
No me lamento por haber nacido campesino
ni por haber crecido a pesar de todo,
ni por haber vivido en la miseria.
No me lamento por haber nacido indigente
ni por haber sufrido la marginación
ni por haber callado el dolor.
No me lamento por haber nacido triste
ni por haber pasado hambre
ni por haber esperado tanto.
No me lamento por haber nacido oscuro
ni por haber soñado en vano
ni por haber sido entonces bueno.
Pero sí me lamento por haber nacido adulto
y lamento haber muerto niño
y lamento por los que están muriendo
y lamento por mi infancia que no volverá.
Me lamento porque aún no puedo remediarlo.
MONSTRUOS VERDES
En el Siglo Veinte existe una especie de seres,
-animales de pelo corto y sin ideas-
seres poco favorecidos por la evolución,
-bestias con forma humana y verdes-
orangutanes que quedaron a mitad de camino de la conciencia,
-gorilones carnívoros, sobre todo, primates caníbales-
seres corpulentos y mínimos de cabeza,
-monstruos con uniformes y asesinos recibidos en escuelas extranjeras-:
el homo faber y sus ametralladoras.
El Siglo Veinte es una centuria pintoresca,
-en contraste, existen seres indefensos e ilusos-
centuria habitada por tres Pablos,
-seres de segunda clase denominados civiles y víctimas-
centuria dibujada por uno de los Pablos,
- homo sapiens son los acribillados por el homo faber -
centuria poematizada por el otro de los Pablos,
-indefensos son los científicos, artistas y obreros-
y centuria musicalizada por el último de los Pablos.
En el Siglo Veinte también existe otra especie de seres,
-humanoides pálidos y campeones en elegancia-
seres dueños de las fieras verdosas y depredadoras de almas humanistas,
-proceden del Imperio norteño y necesitan que los rehagan humanos-
seres que cubren sus cuerpos con trapos y un pedazo de los mismos penden de sus cuellos
-especímenes que dan órdenes de muertes, hambres y dioses miserables-
seres muy temidos por su crueldad y diplomacia,
-adiestradores de los militares y cancerados de creerse amos del planeta-:
homo erectus y prestidigitadores de los monstruos verdes
Monstruos verdes, defecaciones de San Martín;
Monstruos verdes, color de la mucosidad de Bolívar;
Monstruos verdes, distintivos de los «boinas» asesinos de Sandino;
Monstruos verdes, caimanes mercenarios contra Solano López;
Monstruos verdes, «marines» criminales de la libertad de Granada;
Monstruos verdes, matones de Lorca, amante del verde;
Monstruos verdes, contra la esperanza azul del pueblo.
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ESTADOS DEL ÁNIMO
«Hoy quiero volver a poner la camisa
que me cosió mi madre al revés
mientras estaba soñando».
Ramiro Domínguez
«Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos».
Pablo Neruda
ESTADOS DEL ÁNIMO
Es probable que algún escuelero
trasnochado, haya pintado el mundo
en una de sus travesuras nocturnas,
con estos colores tan entusiastas,
para contagiarme optimismo:
al cambiarme el techo pálido
por un cielo con ojos de muchacha,
al encontrar en mi ventana vacía
una mirada azul y enamorada,
al cambiarme el presente negro
por un futuro verde y sonriente,
al encontrar en mis paredes oscuras
un horizonte de rosas sin tiempo,
al cambiarme el mundo nublado
por un planeta lleno de soles,
al encontrar en mi mañana muda
un amanecer de gorriones
y cambiarme la vida en blanco y negro
por un universo de todos los colores.
Es muy probable que todo sea mentira
y que sólo suceda en mi mirada camaleónica
o simplemente hoy me siento bien.
INVASIÓN CON VERSOS
Yo te encontré, muchacha tierna,
en la mesa de mi existencia de poeta,
como una hoja de papel en blanco,
en el momento justo de mi inspiración impertinente
que cubrió tu vida clara
con metáforas de piel enturbiada,
que llenó tu cuerpo de tiza
con sonetos viejos pero recién afeitados,
que diseminó tu vientre de campo
con lluvia infinitamente dulce,
que sembró tus mejillas fértiles
con besos de labios agricultores,
que cultivó tu alma de jardín
con manos tibias y morenas,
que trazó los límites de tu mirada
con horizontes de poemas grises,
que pintó tus ilusiones marchitas
con colores aún inmaculados,
que rompió tu silencio de luna tímida
con sonrisa blanca de dientes roedores
e invadió con versos ilustrados
tu corazón de cuaderno colegial.
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TRIBUTARIO
«... y el canto de ustedes que es el mismo canto
y el canto de todos que es mi propio canto».
Violeta Parra
POR DONDE TU CANTO PASÓ
a Rudi Torga
Las calles recobraron sus multitudes olvidadas,
las flores quedaron armadas de futuro y coraje;
el campo sacudió sus alambrados de púas feudales,
y la guitarra retomó su oficio de herramienta.
La realidad volvió desnuda al escenario pueblero,
con la sonrisa cómplice del grandote Julio Correa;
la poesía reflotó sus camalotes libertarios,
de la mano de Natalicio, Hérib, Manú y Elvio.
El arado indicó el camino a la pluma,
las paredes son los cuadernos del pueblo,
el sombrero del campesino es la aureola del luchador
y el obrero en su andamio hamacó su columpiada pena
y el Avá (6) gritó por fin su «ara pyahú» (7)
La canción sembró sus arpegios combatientes,
con las manos llenas de Maneco, Flores y Emiliano;
el canto cosechó sus mieses solidarias,
en la garganta de Llorens, Juglares y Vocal Dos.
El Paraguay resurge de sus escombros heroicos,
por donde tu canto pasó...
gritó por fin su «ara pyahú»
6 Avá : hombre, en guaraní.
7 Ara pyahú : tiempo nuevo, en el mismo idioma.
CONSTRUCTOR DE AURORAS
a Félix de Guarania
Siempre te veo igual,
arriando los pliegues de la noche,
enterrando los cadáveres del miedo,
plantando abecedarios en cada paso,
cabalgando libre sobre el optimismo
y hablando siempre de la victoria segura.
Nunca te he visto de otra forma,
siempre te veo escribiendo esperanzas,
siempre te veo portando la libertad,
siempre te veo organizando las letras,
siempre te veo agremiando los sueños,
siempre te veo distribuyendo poesías.
Desde que te conozco te veo igual,
domando, sonriente, el corcoveante exilio,
alisando sereno las canas de la espera,
criando cientos de hijos literarios en la desgracia,
empuñando la palabra como machete
y cortando en mil pedazos el analfabetismo.
Siempre te veo igual,
combatiendo en la colina de la dignidad,
cubriendo a la patria de poemas ejemplares,
repartiendo pasajes para el retorno inminente,
fabricando futuro para tu pueblo olvidado
y levantando tu canto con sapukái guaraní.
Desde que te conozco, Félix, te veo igual,
construyendo auroras para nuestros días felices.
PYCHÄI (8)
a Mauricio Cardozo Ocampo, abogado de la
guarania y defensor de José Asunción Flores
ante los Caifás de la tiranía
Dijo Atahualpa Yupanqui:
«Dijo Neruda una vez en México...
'morir es caerse del alma'
y nos agarramos de sus palabras».
Como si el alma fuese una cama.
Claro que es una cama o catre
pero demasiada apacible,
en donde el cuerpo hace piruetas
y practica la postura más cómoda
para el descanso que aguarda
(un poco más abajo, en la tierra)
y baja de ella, milagrosamente,
cuando tiene que bajar
y no antes ni después.
Pero cuando el cuerpo cae
queda el alma límpida
como una cama recién tendida
y en ella soñando una guitarra
de bruces, que no se despertará nunca
y cantará siempre.
Eres como esa cigarra, don Mauricio,
que cuando llega el verano,
algo cae y algo sube, y cantas.
No. Eres más que esa cigarra, Pychäi ,
porque tu canto, tu “Yo soy purahei” (9)
no depende del verano ni caerá nunca
porque no tiene cáscara ni cuerpo
y su tiempo es siempre siempre:
mientras exista el hombre.
8 Campesino, en guaraní.
9 «Yo soy canto», canción de M. C. Ocampo.
TETAGUÁ OMYANDYVA
Ramón Silva ha Miguelángel Meza-pe
Tové tohypyi pe nde ha'í kuatiá mboypýri,
tové toikytí pyharé poyví pe nde â kysé,
tové to kañy kyhyjé rová pe nde pyapýgui
ha topá ñe'ê poravó apytépe yvoty reí.
Pehejá tosoró mboriahú sapukái pe nde purahéipe,
pehejá ta itímbú mbaretépe oicóva hapichá ruguýre;
pehejá toñaní pe nde âhomí huaitepevé
ha anivé o îti ñe'é poty tecotevê'yva.
¡Neike!, Ramó, ko'ê ko'êre katupyry ta ne moirû
ha kataî ne mandu'a ñande «kambá kambí» kuérare.
¡Neike!, Mingué, eipykúike aveí Perú Rimá kua'a rapé,
eipeha'â kuarahy ha eme'ê ndohecháivape.
¡Neike!, lo mitâ, ñaguâñáke ojavé ñehâ'â guasú,
jepytasó marangatú tetâguá omyandyva;
oñondivepá jajoká ñande retâ ñe'â kéra poty kuru,
pe ñande ha'í ha purahéi to juhú hapé te'é.
RÉQUIEN AL MBARETÉ (11)
a Armando Almada Roche
El sol achicharra los retoños de la dictadura.
La dictadura se arruga como una vieja de mil años.
Mil años después, la raza vislumbra el alba sin mal.
Sin mal imperialista, sin mal de la dictadura.
El pueblo de pie abre los ojos, mira y ve.
Ve que la aurora es tan segura como la muerte.
La muerte del mbareté , mueca del Siglo Veinte.
Siglo Veinte que el Paraguay culminará sonriendo.
Los quebrachos están más firmes que nunca.
Nunca quebraron tantas hachas represoras como ahora.
Ahora que es posible concebir la esperanza.
La esperanza auténtica de un puño en flor.
Las campanas en Paraguay doblan por la dictadura.
La dictadura que patalea como un dinosaurio enorme.
Enormes zarpazos agonizantes, certeros y mortales.
Mortales hombres que no mezquinan vidas por la libertad.
(11) Mbareté , la ley del más fuerte, en guaraní.
Según Amnesty International,
«La ley suprema del Paraguay»: el Paraguay
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