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ELVIO ROMERO (+)

  MORENA TORO - Poesía de ELVIO ROMERO


MORENA TORO - Poesía de ELVIO ROMERO

MORENA TORO

UNA VALIENTE MUJER PARAGUAYA

Poesía de ELVIO ROMERO

 

Así cantó el poeta Elvio Romero a una misteriosa mujer que, salida de quién sabe dónde, hizo suya la causa revolucionaria en la guerra fratricida de 1947. Desconocida por muchos, los que la conocieron poco saben de ella. Dicen que se llamaba María Francisca, pero la recuerdan como Morena Toro.

Desde que se inició el siglo XX, pocos fueron los momentos de paz que vivió la sociedad paraguaya. Una serie de asonadas, revueltas, guerras civiles van jalonando los años de ese siglo que alguien definió como problemático y febril.

Surgido de un parto doloroso, una guerra internacional vino a coronar esas tres décadas turbulentas, en la que toda una generación de paraguayos y paraguayas ofrendaron sus sacrificios, sus esfuerzos y, muchos, sus vidas. Al culminar el conflicto, una serie de iniquidades e injusticias sembraron amarguras en muchos corazones: se había ganado una guerra; se había recuperado un gran territorio disputado por un país vecino, y la paga fue exigua y hasta injusta: la ingratitud que unos pocos aún siguen mascullando, agobiados por sus achaques últimos.

Muchos brillantes oficiales quedaron relegados: comandantes de grandes unidades, colmados de glorias en los páramos chaqueños, no pasaron más allá del coronelato, como Luis Irrazábal, Carlos J. Fernández, Rafael Franco, Dámaso Sosa Valdez, Abdón Palacios, Federico W. Smith, José A. Ortiz, etc.

¡Qué diferente de estos días, en que el mérito de tener un hermano senador es suficiente para obtener el generalato!). Esa situación llevó a una sublevación que derrocó al régimen liberal, en febrero de 1936, iniciando un largo periodo de militarismo en el país, alentado por los nuevos vientos totalitarios que soplaban desde el Viejo Mundo.

La muerte del mariscal José Félix Estigarribia, brillante conductor militar, pero de triste papel como presidente constitucional en régimen democrático (a tal punto que optó, golpe de Estado mediante, por la dictadura como forma de gobierno), llevó al poder al general Higinio Morínigo, quien de entrada nomás instauró un régimen dictatorial, llevó adelante razias en filas políticas y militares, disolvió el Partido Liberal y amordazó a la prensa, entre otras lindezas.

 

 

EL PAÍS EN LLAMAS

Un breve periodo de libertades políticas, a la que accedió mediante la presión popular y de sectores políticos y sociales, fue abruptamente interrumpido por otro conciliábulo cívico militar que llevó al poder al Partido Colorado y dio lugar a nuevas malquerencias que hicieron abrupta eclosión en marzo de 1947, iniciándose una sangrienta guerra civil de casi seis meses de duración y años de rencores, con su caudal de extrañamiento, discriminaciones, despojos y división en la sociedad paraguaya que, en nuestros días, constituyen una herida mal curada con visibles cicatrices que todavía recuerdan esos aciagos días.

Un ataque a la Policía y un levantamiento de la guarnición militar de Concepción fueron la mecha que inició el incendio, constituyéndose en un periodo trágico en la vida nacional. Aquellos aciagos días conocieron de todo: Lo mejor y lo peor de una sociedad en conflicto afloraron, poniendo a prueba el temple de cada uno de los ciudadanos en momentos de desgracia: actitudes heroicas alternaban con ruindades, traiciones con lealtades, muerte, llanto, con momentos de alegría, aunque más no fuera en los intervalos entre las escaramuzas.

La revolución se había iniciado en Concepción, encabezados por el mayor César Aguirre y el capitán Juan Bartolomé Araujo, a quienes se sumaron inmediatamente el coronel Alfredo Ramos y el teniente coronel Alfredo Galeano. Pronto se incorporaron numerosos opositores civiles, tanto del interior del país como los radicados en el exterior, además de las guarniciones asentadas en el Chaco.

Lógicamente, el gobierno del general Morínigo reaccionó inmediatamente enviando sus fuerzas hacia el norte del país. La fuerzas revolucionarias, por su parte, habían avanzado hasta Puerto Ybapobó, donde tuvieron lugar las primeras escaramuzas entre las fuerzas revolucionarias y gubernistas.


 

MUJER DE ARMAS TOMAR

Largo sería detallar los entretelones del conflicto, por lo que nos referiremos a un hecho casi desconocido, pero que un oportuno libro recientemente publicado por un excombatiente de la revolución de 1947, don Nicolás Russo Acosta, rescata del olvido, como es el caso de Morena Toro, una misteriosa mujer que se incorporó al Regimiento de Caballería revolucionario "Valois Rivarola".

La mujer, de quien solo se sabe se llamaba María Francisca y que era oriunda de Tacuatí, había aparecido súbitamente en filas revolucionarias, cuando sus contingentes trataban de cruzar el torrentoso río Ypané, para maniobrar sobre el poblado de Tacuatí.

El 10 de mayo de 1947 fue el día en que esta mujer apareció y se sumó a los revolucionarias, ayudándoles a cruzar el río, pues, como lugareña, conocía el lugar propicio para realizar el cruce. La oportuna y eficaz intervención de esta valiente y corajuda mujer fue muy festejada por la tropa, quienes admirándola, no paraban de admirarla en términos elogiosos: ¡Ajépa i tóro pe morena! Allí nació el apodo que la acompañaría a lo largo de la contienda: Morena Toro.

María Francisca, según versiones que corrían entonces, había perdido a su concubino durante el cruce del río Ypané, lo que la llevó a reemplazarlo, solicitándole al propio coronel Alfredo Ramos su incorporación en el regimiento. Inmediatamente se puso a practicar el uso de armamentos.


 

HAZAÑAS DE UNA MUJER CORAJUDA

Poco después tuvieron lugar encarnizadas batallas con las fuerzas gubernistas y no faltó oportunidad para que Morena Toro empezara a poner en práctica sus condiciones como combatiente. Tal es así que en la retirada de Ybycu’irasê, hacía mellas en filas gubernistas empuñando una ametralladora Brno.

Otro legendario episodio que le tocó protagonizar fue el enlazamiento de un cañón 75 de las fuerzas gubernistas, que lo pasó a filas revolucionarias, arrastrándolo a través del río Ypané, lo que le valió un nuevo mote: Morena Cañón, pero que no pudo borrar su apodo original, Morena Toro.

En su avance hacia Asunción, las fuerzas revolucionarias se embarcaron en varios buques que parapetaron con bolsas de arena y fardos de algodón, y tuvieron que enfrentarse a los gubernistas en puerto Ybapobó. La batalla, según Russo Acosta, "parecía una verdadera fiesta de fin de año: cientos de miles de copos de algodón invadieron todo el ancho del río", a causa de las balas enemigas que despanzurraban los fardos.

Victoriosos desembarcaron en el lugar, lo que les permitió rescatar a compañeros prisioneros de acciones anteriores. Reanudadas la marcha, atacaron Olivares, duramente resistidos por los gubernistas, pero victorioso, desembarcaron en el lugar y marcharon hacia Arroyos y Esteros,cruzando el Manduvirá, que estaba crecido.

Varios jefes, heridos en las escaramuzas tuvieron que ser evacuados. Aun así, los revolucionarios avanzaron hacia la capital del país, siendo resistidos por las fuerzas gubernistas, con furiosos ataques en Paso Correo, paso Pé, Itapirú, Emboscada, etc.

Salvado el duro escollo que presentaba Emboscada, los revolucionarios se dirigieron a Arecutacuá, de allí al río Salado. En este cruce, guarnecido por los gubernistas, nuevamente le tocó a María Francisca, Morena Toro, tomar una ametralladora Colt. A la voz de "Néike lo mitâ, guakapevo yvype (de barriga a tierra), pejuka umi boli", incitaba a sus compañeros a avanzar furtivamente hacia la retaguardia enemiga, logrando el desbande de estos en las acciones de Paso Correo y Paso Pé.

Las fuerzas revolucionarias del Valois se acercaron a Asunción por Luque, de donde pasaron a los suburbios asunceños, con férreos ataques con las fuerzas del Centro Blas Garay. Poco después vino la debacle durante el ataque en Fernando de la Mora y Morena Toro, para evitar caer prisionera, se despojó de su ropa de fajina militar, se vistió con ropas femeninas y con una cinta roja en la cabellera, se mimetizó entre las mujeres coloradas y así pudo llegar hasta Clorinda, donde tenía familiares y conocidos, que la refugiaron y en donde se quedó a vivir varios años y, con el paso del tiempo, el tiempo que todo lo devora, la sumió en el olvido.

Nada se sabe de ella. Tal vez alguien sepa algo. Según don Nicolás Russo Acosta, la última noticia que tuvo de María Francisca, Morena Toro, es que vivía en el barrio Sajonia de Asunción.



 

 

MORENA TORO

Morena Toro,

carne de pina encendida,

piel de cobre y cera bruna,

zarcillo de oro,

jirón de luna dormida,

jirón de luna.

 

Mujer fuerte, profunda,

grama verde en los surcos descampados,

requerida al ardor de las guitarras

de los viejos arrieros,

flor florestal en la intemperie, lumbre

provocante al requiebro del verano,

fuego alazán en la arena.

 

Morena Toro, tenías

cuando te vi, mujer nueva, en el desvelo

de una noche agredida por la luna,

oro y coral en el aro,

peinetón de hueso negro,

un sorbo de suspiro contenido en los labios,

una nostalgia de hombres que no habían llegado.

 

¿Qué tenías? ¿Qué ciega

y elemental potencia te encerraba

en un mutismo amargo? ¿Qué urgencia de caminos

parecían doblarte

en esa antigua noche de cuchillos,

cuando los carreteros desvelaban su frente

tentando el aguerrido signo de su coraje?

¿Qué atávica nostalgia, irrefrenable,

enmaridaba el monte con tus ojos?

 

Pasado el tiempo ahora

de aquella vez que te encontré en silencio,

se codicia el vaivén de tu cintura,

tus dos pechos de avena henchida y fuerte;

has conocido todo cuanto es dable saberse

en los parajes rudos: te recuerdan

los senderos nocturnos,

las horas del amor, los silenciosos

hombres que te conocen.

Aunque sigue el mutismo de tu frente,

Morena Toro.

 

Novia de los entreveros,

fragancia y resedá, jazmín despierto:

volvamos a aquel tiempo en que tenías

carne de piña encendida,

piel de cobre y cera bruna,

una urgencia de asedio de la vida en los ojos,

una nostalgia de hombres que no habían llegado.

Ardiente el corazón,

Morena Toro.

 

Fuente: http://archivo.abc.com.py/especiales/elvio/articulos.php?pid=289689#up

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LA REVOLUCIÓN DE 1947 Y OTROS RECUERDOS

MEMORIAS DE UN EXCOMANDANTE DE LA CABALLERÍA

Por Coronel (S.R.) SIXTO DURÉ FRANCO

Editorial HISTÓRICA

Impreso en Talleres de El Gráfico S.R.L.

Asunción – Paraguay

Marzo de 1987 (192 páginas)

 

 

 

 

 

 

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