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Historia Política


Presidencia de Oscar Nicanor Duarte Frutos (15 de Agosto del 2003 al 15 de Agosto del 2008)
(24/02/2011)

LA LLEGADA AL PODER DE NICANOR DUARTE FRUTOS

(Por ROBERTO PAREDES)

 

I.- A mediados del 2002 el Partido Colorado se propuso llevar a juicio político al vicepresidente "Yoyito" Franco, del Partido Liberal, bajo la acusación de estar en contubernio con el controvertido general Lino César Oviedo. Pero el proceso fue innecesario, pues Franco presentó su renuncia al cargo en octubre de ese año, pues tenía la intención de disputar la presidencia en mayo del 2003.

Se planteó la necesidad de elegir un vicepresidente y fue propósito de muchos colorados llevar al cargo a Carlos Romero Pereira, en el contexto de una política con claros objetivos: destituir a González Macchi, quien reducía las posibilidades electorales del partido.

El 5 de diciembre del 2002, para asombro de propios y extraños, la Cámara de Diputados aprobó por mayoría absoluta el proyecto de ley que apostaba a someter a juicio político a Luís Ángel González Macchi sobre la base de acusaciones diversas, entre las que se destacaban el desvío de fondos de los bancos intervenidos y el empleo abusivo de los gastos reservados a la Presidencia para compra de un vehículo robado en el Brasil.

González Macchi ofreció al Partido Colorado su renuncia inmediata después de las elecciones de mayo, pero su propuesta ni siquiera fue considerada. El 23 de diciembre del 2002, la Cámara de Senadores se erigió en Tribunal para Juzgar al presidente, pero como al darse esto la silla presidencial debería ser ocupada por el polémico titular del Legislativo, Juan Carlos Galaverna, varios congresistas se echaron atrás. Quien salvó la cabeza a González Macchi, pese a pedirla, fue Juan Carlos Galaverna.

En maratónica sesión, pese a ofrecer la Presidencia a cambio del apoyo para destituir a González Macchi, la operación se frustró. Por decisión del Poder Legislativo, González Macchi ganó el derecho a concluir el mandato.

Un día antes de este importante suceso, el domingo 22 de diciembre del 2002, se realizaron las internas coloradas para definir quién representaría al partido en la compulsa presidencial de mayo del 2003.

La elección se polarizó entre dos candidatos, que representaban dos propuestas claramente diferenciadas:

- Nicanor Duarte Frutos, exponente de la burocracia gubernamental y partidaria, y

- Osvaldo Domínguez Dibb, representando a sectores empresariales vinculados al partido.

Conforme las encuestas realizadas en días previos, existía una suerte de empate técnico; de hecho, se trataba de una reñida puja electoral. El Tribunal Electoral Partidario había asumido el compromiso de dar a conocer los primeros resultados de la compulsa a partir de las 23.00 horas del día 22.

La participación en las internas fue del 50% de los habilitados y todas los resultados de "boca de urna" dieron como virtual triunfador a Nicanor Duarte Frutos, si bien por un estrecho margen.

El primer sector que aceptó ese resultado fue Unidad Colorada, que lanzara como candidato a Enrique Riera. De inmediato, Duarte Fruto; fue hasta el local del partido y se proclamó ganador.

Los resultados definitivos, que se dieron a conocer con posterioridad, confirmaron su triunfo. Había obtenido 269.471 votos, equivalente al 46,2% del total de votos, contra 208.205 votos logrados por Osvaldo Domínguez Dibb, lo que representaba el 35,7%.

Un hecho sumamente llamativo fue que Domínguez Dibb resultó triunfador en Central y Capital, donde se concentraban el 24% y el 16%, de los electores del país, respectivamente, pero Duarte Frutos se impuso por aplastante mayoría en varios departamentos del interior: Alto Paraná, Cordillera, Paraguarí, Itapúa, Guairá, Canindeyú y Concepción.

Se habló de un escandaloso fraude en los días que siguieron a los comicios, pero después la versión se diluyó; se trató de un triunfo del aparato partidario sobre la intención de sectores empresariales de apropiarse de la poderosa estructura partidaria.

El domingo 27 de abril del 2003 se realizaron las elecciones presidenciales y el Partido Colorado proyectó su peor desempeño electoral en la transición. Nicanor Duarte Frutos fue electo presidente con el respaldo del 37,1% del electorado. Todos los candidatos colorados de la transición habían logrado mejores resultados:

-Andrés Rodríguez, el 74%, en mayo de 1989,

- Juan Carlos Wasmosy, el 40%, en mayo de 1993,

- Raúl Cubas Grau, el 54%, en mayo de 1998.

Electo presidente, Duarte Frutos montó un show mediático, mostrando imágenes de su casa en el interior y repitiendo hasta el hartazgo que su hermano era zapatero.

Como agravante del suceso histórico, el Partido Colorado había perdido de nuevo la mayoría en el seno del Poder Legislativo, que pasó a ser controlado de nuevo por la oposición.

Inmediatamente después de la elección, y de cara a una delicada situación ante la mayoría opositora en el Congreso, el presidente Nicanor Duarte Frutos convocó a todos los sectores políticos a integrarse a una "Mesa patriótica", aparentemente con el propósito de llegar a acuerdos sobre el futuro paraguayo, en una suerte de réplica del "Pacto de Gobernabilidad". La oposición hizo caso omiso y él Partido Colorado se vio sólo para enfrentar la situación.

El cuadro socioeconómico heredado por Duarte Frutos era complejo, adverso, pues desde esa perspectiva se tenía como indicador dominante nada menos que un crecimiento negativo de -2,2, el más bajo desde el año 1983, cuando el Paraguay soportara una crisis abierta, luego de una década de expansión sostenida.

En el campo político, las instituciones democráticas y los partidos habían caído en un total descrédito.

En el campo social, de acuerdo con el Censo 2002, casi la mitad de los paraguayos (49%) vivían en condiciones de pobreza, parte significativa de esa mitad en condiciones de pobreza extrema.

En el campo internacional, el país soportaba un endeudamiento relativamente alto, de alrededor de 2,300 millones de dólares y era considerado un centro mundial de la piratería y del contrabando.

No obstante, la llegada al poder de Duarte Frutos despertó expectativas en amplios sectores de la sociedad; expectativas que desaparecieron pronto ante una administración marcada por el fracaso en todos los frentes, dentro y fuera del país.

Como reflejo de la nueva realidad política, en el campo de la Justicia se vio como impostergable la renovación de los ministros de la Corte Suprema, lo que apenas se logró tras la destitución de seis de los nuevos miembros de la máxima instancia judicial.

Tras negociaciones diversas, el Consejo de la Magistratura arrimó las ternas respectivas y el 18 de marzo del 2004 juraron los nuevos ministros. Ellos eran: Alicia Pucheta de Correa, Raúl Torres Kimser, Sindulfo Blanco, Miguel Oscar Bajac, César Garay Zuccolillo y José Altamirano.

El modo en que se efectivizó el proceso de renovación de la Corte recordó los procedimientos empleados en el marco del Pacto de Gobernabilidad, una década antes, pues de nuevo la reforma se tradujo en un loteamiento del Poder Judicial, pese a que sus actores trataron de despegarse de la poco feliz experiencia pasada.

Un elemento novedoso en la realidad política paraguaya se concretó el 28 de junio del 2004, cuando después de varios anuncios que no se habían concretado, se produjo el retorno al Paraguay del general Lino César Oviedo. Eran las 10.40 horas cuando un avión de TAM Mercosur posó en la pista del Aeropuerto Silvio Pettirossi, en vuelo procedente de la frontera brasileña, Foz de Iguazú.

Acompañaron en el vuelo al general los senadores Miguel Abdón Saguier, Enrique González Quintana, Alejandro Velázquez Ugarte, Adriana Franco, Jorge Antonio Oviedo Matto, José Manuel Bóveda, Herminio Chena Valdez y Roberto Domingo Santacruz. De todos ellos, llamaba especialmente la atención Miguel Abdón Saguier, prominente dirigente liberal.

Al llegar, el general fue sometido a examen médico y trasladado de inmediato a la prisión militar de Viñas Cué, donde guardaría reclusión mientras se sustanciasen diversos procesos judiciales pendientes.

El general Lino Oviedo pretendía "limpiar" su situación jurídica para estar plenamente habilitado para competir en las elecciones generales del 2008, ya sea como candidato autónomo de su movimiento UNACE, ya desprendido por completo del Partido Colorado; ya sea aliado al Partido Liberal Radical Auténtico, proyecto hasta ese entonces considerado con simpatía por amplios sectores del liberalismo.

El "factor Oviedo" estaba llamado a seguir desempeñando un rol importante en la política paraguaya, pero era evidente que su situación no iría a solucionarse en el corto plazo, como el general y sus adherentes lo deseaban. Haría el papel de rehén, de objeto de eventuales negociaciones o maniobras.

Para agosto del 2004, al cumplirse el primer año de gestión, la prensa y los observadores coincidieron en aplazar el desempeño del Poder Ejecutivo; había fracaso en todos los campos, acentuándose los problemas socioeconómicos, antes que mejorar.

Su popularidad fue decreciendo con rapidez, pero como una suerte de contrasentido, ya a partir de entonces comenzó a hablarse de su eventual reelección, lo que debía pasar necesariamente por una reforma constitucional.

La perspectiva para ese interés puntual no era prometedora, pues el presidente tenía en el Congreso una fuerte alianza opositora, dispuesta a frenar cualquier iniciativa de ese tipo. Un mes antes, entre finales de junio y comienzos de julio, había fracasado ruidosamente un intento colorado liderado por Juan Carlos Galaverna, que apostó a recuperar la mayoría oficialista en el Congreso apoyándose en un aliado coyuntural, Carlos Filizzola.

Una nueva realidad social se instaló en ese marco: el éxodo masivo de paraguayos a España. La migración tenía una explicación de fondo, real y patética: no había en el país puestos de trabajo estables y razonablemente remunerados, por lo que miles de connacionales se vieron forzados a salir del país.

En el Departamento de Identificaciones se formaban largas filas para obtener pasaportes; en los aeropuertos se agolpaba la gente -por lo general humilde- para abordar vuelos que lo llevarían a España. Salieron miles, decenas de miles. Con cierta dosis de ironía, el presidente sostenía que viajaban a España los que disponían de dinero, no los pobres.

La Dirección General de Estadísticas, Encuestas y Censos, políticamente manipulada, divulgaba informaciones sobre presuntos mejoramientos en el campo de los ingresos y de las condiciones de vida. Presuntamente la pobreza estaba reduciéndose, lo que en nada se compadecía con una realidad cada vez más dramática, entre cuyas consecuencias directas se instalaba un nuevo problema: la inseguridad.

El Partido Colorado estaba llamado a renovar sus autoridades, por lo que durante la primera mitad del año 2005 se abrieron las internas, conformándose las corrientes que irían a disputar el control de la poderosa maquinaria política.

En ese contexto, a mediados del año se dio un elemento sumamente novedoso. Se lanzó la dupla Juan Díaz de Espada-Alfredo "Goli" Stroessner, con lo que el fantasma del ex dictador Alfredo Stroessner ganó fuerza.

De hecho, no se trataba de la primera iniciativa para utilizar la figura del ex mandatario paraguayo para ganar la adhesión de las bases coloradas, pues al margen de cualquier interpretación o posición, lo cierto era que la popularidad de Stroessner se mantenía elevada hasta ese entonces, reflejándose en sondeos de opinión realizados en el período el respaldo del 65% de los colorados.

El "factor Stroessner" había sido determinante en diversos períodos de la transición:

- cuando el golpe de Estado de febrero de 1989, el Plan de Operaciones de los golpistas incorporó el bloqueo de la Chacarita, de donde pensaban los golpistas podía salir un contingente stronista capaz de jugarse la vida por el dictador,

- inmediatamente después de 1989, el general Andrés Rodríguez dispuso la expresa prohibición de la actividad política de los stronistas, postura que lo llevó tempranamente a enfrentar al caudillo colorado Luís María Argaña, quien hablaba de "militantes stronistas recuperables",

- en 1992, Argaña creó el Movimiento de Reconciliación Colorada, de reconciliación con los stronistas, justamente, con lo que se impuso en las internas ante el candidato de Rodríguez, Juan Carlos Wasmosy,

- en 1996, el apoyo de los ex "militantes stronistas" resultó clave para el triunfo de Argaña en la pugna por el control del Partido Colorado, y

- en el 2002, al concluir sus actos de campaña, el candidato colorado Osvaldo Domínguez Dibb terminaba su alocución con un ¡Viva Stroessner! Al lanzarse la dupla José Alberto Díaz de Espada-Alfredo "Goli" Stroessner como fórmula para disputar la Junta de Gobierno del Partido Colorado, la reacción fue discreta, al inicio, y de preocupación, después. La coyuntura era adversa para el oficialismo:

- el prestigio de la administración Duarte Frutos era reducido,

- el cuadro socioeconómico era adverso, y

- las perspectivas de mejoras eran prácticamente inexistentes.

La frustración de la población con respecto al proceso de transición se expresó en las urnas en anteriores ocasiones, como cuando dio la victoria a Luís María Argaña frente al candidato de Rodríguez, Juan Carlos Wasmosy; como cuando el general Lino César Oviedo, con un discurso de fuerte sabor autoritario se impuso ante Carlos Facetti y Luís María Argaña, en 1997; como cuando Osvaldo Domínguez Dibb perdió por escaso margen ante Duarte Frutos, en diciembre del 2002.

En todas las ocasiones en que los líderes colorados críticos asumieron posturas de frontal colisión a los gobernantes de turno, ganaron o estuvieron a punto de ganar; o dicho de otro modo, capitalizaron un fundado descontento popular.

Al debatirse al interior del oficialismo el futuro del aparato partidario, en un comienzo se manejaron varios nombres, como ser los de Julio César Velázquez, Juan Darío Monges, Roberto González,..., José Alberto Alderete. Obviamente, también entró en carrera en el comienzo Nelson Argaña, hijo del asesinado vicepresidente, pero la ausencia de arrastre y la fuerza de los hechos hizo que se distanciase. El desenlace era definitivo: su peso en el futuro político inmediato sería escaso.

Pero si el internismo colorado estuvo dominado en el 2004 por disputas menores entre los referentes que respondían al presidente Duarte Frutos, ante la emergencia de la dupla Díaz de Espada-Stroessner, las perspectivas cambiaron. Fue idea de los más lúcidos colaboradores del presidente, justamente, quienes propusieron jugar todo el peso de la figura de Nicanor Duarte Frutos para hacer frente al stronismo.

Uno de los padres de la propuesta fue el astuto senador Juan Carlos Galaverna, político de amplia ascendencia en las negociaciones de cúpulas, dentro y fuera del Congreso. Su peso se incrementó cuando le dio el mejor regalo al oficialismo colorado, pues por medio de hábiles maniobras había logrado la elección de Carlos Filizzola como presidente del Congreso, con lo que Galaverna pasó a ejercer el poder de hecho dentro del Legislativo.

Para la finalidad estratégica, que era la de promover la reelección de Nicanor Duarte Frutos en las elecciones generales del 2008, la jugada fue perfecta, pues desde la presidencia del Congreso, Carlos Filizzola pasó a defender la gestión del presidente, sirviendo de colchón para las generalizadas críticas.

Por supuesto que Nicanor Duarte Frutos no era ni pálidamente una figura del peso y envergadura de un Luís María Argaña, o de un Juan Ramón Chávez, pero de lejos, al interior del Movimiento de Reconciliación Colorada, era la figura de mayor consenso, pues su posición de presidente de la República le otorgaba un peso decisivo.

Desde un comienzo, sin embargo, como se tenía plena conciencia de que resultaría imposible para Duarte Frutos ejercer las funciones de presidente de la República y del Partido Colorado al mismo tiempo, la pugna por el número dos, por el segundo espacio en el partido, se tornó feroz.

En un comienzo todo indicaba que el predilecto era Julio César Velázquez, ex ministro de Salud y ex intendente de Fernando de la Mora, de amplia influencia, pero Duarte Frutos haría maniobras para favorecer a personas más cercanas, como Roberto González o José Alberto Alderete. En las carpas adversarias del coloradismo, la candidatura de Duarte Frutos a la presidencia del partido se rechazaba, pues se la consideraba inconstitucional. De todos modos, el presidente, con el peso de su poder, estaba dispuesto a manipular las decisiones judiciales para viabilizar su candidatura.

De modo inteligente, ante el hecho de ser una candidatura ilegal, se apostó a tapar la distorsión con una intensa campaña en la que Reconciliación Colorada, que insólitamente había llamado a la reconciliación con los stronistas, se erigiese en una suerte de muro de contención ante la amenaza autoritaria, que presuntamente representaría la reemergencia del stronismo.

Fuente: OPERACIÓN 33 – LA VERSIÓN DE LOS PROTAGONISTAS  por ROBERTO PAREDES . Editorial Servilibro,  Dirección editorial: Vidalia Sánchez . Asunción-Paraguay, 2009.

 

 

Enlaces internos recomendados:

*. EL GOBIERNO DE NICANOR DUARTE FRUTOS. EL DIFÍCIL CAMINO HACIA LA TRANSICIÓN. Por ALCIBIADES GONZÁLEZ DELVALLE - LA HISTORIA DEL PARAGUAY - ABC COLOR. FASCÍCULO Nº 43 - CAPÍTULO 23. Asunción – Paraguay, 2013

*. PARTIDO COLORADO: LAS CAUSAS DE SU CAÍDA. EL DIFÍCIL CAMINO HACIA LA TRANSICIÓN. RECOPILACIÓN: ALCIBIADES GONZÁLEZ DELVALLE. LA HISTORIA DEL PARAGUAY - ABC COLOR. FASCÍCULO Nº 44 - CAPÍTULO 24. Asunción – Paraguay, 2013

 

 

 

 

 

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