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EMILIA PIRIS GALEANO
  EL TEXTO CIFRADO - Cuentos de EMILIA PIRIS GALEANO - A帽o 2012


EL TEXTO CIFRADO - Cuentos de EMILIA PIRIS GALEANO - A帽o 2012

EL TEXTO CIFRADO, 2012

Cuentos de EMILIA PIRIS GALEANO


Editorial SERVILIBRO

ISBN:聽978-99953-0-428-7

Edici贸n al cuidado de la autora

Dise帽o editorial y Arte de cubierta:

NERY SANABRIA

Aunci贸n - Paraguay

2012 (130 p谩ginas)



EL TEXTO CIFRADO. EL TEXTO CREADO.

Crear literatura de la literatura es una afici贸n de tiempos a帽ejos. El mismo El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha contiene codo un tratado de cr铆tica literaria y numerosas opiniones dispersas en su acci贸n. 驴No es el escrutinio de los libros de caballer铆as enviados a la hoguera una valoraci贸n cr铆tica? 驴Salvar el Tirant lo Blanc porque el h茅roe muere en la cama y hasta fornica como cualquier ser humano no es unadeclaraci贸n anal铆tica de preferencias?

Estamos hablando de metaliteratura. En ocasiones, ha sido llevada a puntos extremos por Borges, Torrente Ballester, Roberto Bola帽o, Ricardo Piglia o Enrique Vila Matas dentro de la literatura hisp谩nica, o Umberto Eco en la italiana. En la narrativa actual incluso se asocia a procesos de intertextualidad para cerrar un macroc铆rculo acerca del mundo de la creaci贸n. El discurso cr铆tico se viste de ficci贸n en m谩s ocasiones de lo que parece. Y as铆 ha hecho tambi茅n una escritora paraguaya como Emilia Piris Galeano, igual que antes lo hicieran Hugo Rodr铆guez-Alcal谩, Augusto Roa Bastos o Esteban Caba帽as.

La trayectoria de Emilia Piris Galeano nos descubre a una cuentista por naturaleza; a una narradora que disfruta y hace disfrutar del relato de corto recorrido espacial. Desde que en 2004 publicara con Marisol Palacios los CUENTOS A DOS VOCES siempre ha estado presente en las letras paraguayas. Se revel贸 como una poderosa narradoraen LA CASA DE SAT脕N (2007) donde demostraba su sabidur铆a a lahora de introducir lo fant谩stico en la realidad con un buen alarde del manejo de distintosregistros y t茅cnicas. A continuaci贸n public贸 la novela juvenil hist贸rica CAMPANADAS DE MAYO (2011), una de las obras destinadas a cubrir las celebraciones del bicentenario paraguayo, cuyos protagonistas eran las campanas de la catedral de Asunci贸n rememorando la historia de estos episodios y sus protagonistas.

Ustedes tienen en sus manos ahora una nueva obra de cuentos titulada EL TEXTO CIFRADO. En principio, existe un nexo com煤n argumental entre todos los relatos: la creaci贸n literaria. Por sus cuentos transcurren problem谩ticas como la invenci贸n, la inspiraci贸n la (auto)censura, el efecto social de la lectura, la elecci贸n de contenidos, el fervor por la creaci贸n, la difusi贸n y la edici贸n, y la recepci贸n, la vida propia de los personajes, y la influencia de los escritores, cl谩sicos o no. En el fondo, el libro es una recopilaci贸n de problem谩ticas intr铆nsecas de la literatura, con lo que nos adentramos en el universo del escritor por antonomasia por medio de la expresi贸n de distintas situaciones pertenecientes a su 谩mbito. No escapan del ejercicio narrativo los premios literarios, sobre todo en el cuento "EL PREMIO", con la inquietud del protagonista desvelando todo lo que rodea a los concursos literarios y las sensaciones producidas, incluso el beneficio econ贸mico. As铆, pues, estamos ante un conjunto completo de las fases de la vida de literaria.

De esta forma es como por medio de las inquietudes de los escritores y lectores Emilia Piris Galeano penetra en problem谩ticas humanas. La reinvenci贸n de la literatura va m谩s all谩 porque es vida: en el fondo la obra sorprende porque indaga en las fuerzas humanas. En sus puntos fuertes y d茅biles. Los personajes permiten reflexionar sobre nuestra condici贸n, nuestras filias y nuestras fobias. En el fondo, son personajes tipo, donde el nombre importa menos que su profesi贸n o su dedicaci贸n literaria. Pero no representan ideas preconcebidas, sino instituciones o factores de la comunicaci贸n lectora. Por esta raz贸n, adquieren personalidad en funci贸n de sus actitudes. La autora demuestra que sin grandes personajes es imposible la gran obra, incluso en el cuento breve.

De esta forma, nos encontramos con el escritor censurado por el 谩mbito eclesi谩stico y salvado por un Fausto como el de Goethe, o la admiradora de Rulfo que reelabora la historia de "Talpa", de El llano en llamas, con Fernando, marido de su 铆ntima amiga Rita. El protagonista de "Vida de novela" transmite sus sensaciones hasta producirinquietud: su manuscrito perdido se convierte en una tragedia, aunque le espera una sorpresa final cuando se vaya a cruzar con M贸nica, la editora. La presi贸n tensora sobre el protagonista de "La elecci贸n" es un c谩ntico a la libertad creativa. Tambi茅n encontrarnos la reflexi贸n del antagonista, "el malo de la narraci贸n", poniendo su 铆ndice vital sobre su papel y la relaci贸n con los "buenos". Los "autores favoritos" y la devoci贸n del lector hacia ellos, Garc铆a M谩rquez y Borges como ejemplo, es el signo de "PASIONES IMPRESAS", cuento ganador del primer premio "Elena Ammatuna de cuentos cortos" en el a帽o2008. Muy interesantes son las sensaciones de un autor provocadas por su 茅xito en "En olor de multitud", uno de los cuentos mejor estructurados por su dificultad para la composici贸n del discurso. As铆 podemos ir desgranando aspectos de la producci贸n literaria con distintos personajes representativos a lolargo de los dieciocho relatos del libro.

En otras ocasiones, Emilia Piris utiliza el sue帽ocomo salida narrativa. Es el caso de "Publicidad sur g茅neris", sobre la extra帽amanera de publicitarse Cornell Woolrich por medio del sue帽o. En un ambiente g贸tico se sucede "El ap贸stata", cuya acci贸n principal se ubica en un cementerio y en el centro del deseo de grandeza del escritor fallecido por parte de la protagonista, su esposa. Aunque en este cuento se habla de la apostas铆a del acto de escritura: el escritor como peque帽oDios creador. La esposa fue realmente la persona que facilit贸 la grandeza de su marido; el relato nos describe a la perfecci贸n su forma de trabajo nocturna, sus dificultades, la complicidad y el proceso compositivo y comercial. El papel de铆fico con la potestad de eliminar personajes despreciables, en "La ejecuci贸n", contrasta con la simbiosis entre un libro y un creador con el lector en la distancia temporal de "El abrazo". Ese hecho compositivo convertido en re-flexi贸n en primera persona de "El hijo diferente", que nos revela los desvelos del escritor, posee su complemento en la posesi贸n del personaje sobre el autor en el acto creativo en "Acecho y reca铆da". Tambi茅n Emilia Piris es capaz de vehicular sus historias en distintos subg茅neros narrativos, destacando el empleo de la ciencia-ficci贸n en "Letra vital" para desgranar la necesidad del libro incluso en un futuro ultratecnol贸gico.

La implicaci贸n comercial del escritor es una preocupaci贸n en varios relatos. En "Emily Archer" fundamentalmente. 驴Es necesario el pseud贸nimo y el anonimato del escritor? 驴Es importante su personalidad en p煤blico m谩s que su obra?. Curiosamente, el relato nos permite reflexionar sobre el concepto de autor铆a en la sociedad actual. Nos surgen preguntas porque el escritor, a juicio de la autora, debe suscitar la meditaci贸n: despertar el pensamiento del lector.

Tambi茅n existe espacio para la cr铆tica literaria. En realidad el primer p谩rrafo del cuento inicial, "Como en Talpa", es un ejercicio breve de opini贸n anal铆tica: "Solo de Juan Rulfo ley贸sus obras completas. Por dos razones poderosas: la primera, la cautivante parquedad de Pedro P谩ramo tanto corno las repeticiones usadas con apariencia de descuido; y la otra, las pocas p谩ginas en las que se resume toda una grandiosa narrativa". La narradora Mayraha encontrado en la obra rulfiana el espejo de las debilidades humanas. Esa metaliterariedad que tambi茅n se aprecia en "Influencias literarias", situada en un marco de la relaci贸n de Ramiro y Ang茅lica, con la novela Como agua para chocolate de Laura Esquivel de elemento conector entre los personajes, hasta el punto de incluirse algunos p谩rrafos dentro del discurso, tampoco exento de observaciones sobre Ulises de Joyce o Los cuadernos de don Rigoberto de Mario Vargas Llosa. Aunque, en realidad, si un libro est谩 m谩s que presente a lo largo de la obra, ese es El Quijote. M谩s que un recurso argumental, es un modelo seguido por la autora.

Se preguntar谩 con qu茅 relato me guardo para mi ba煤l. Sinceramente, me impresiona "La Musa". Su universo literario desplegado es impactante y muy real, con cambios de registro muybien hilvanados en un poderoso discurso. La incapacidad del escritor para la difusi贸n de la obra es su problem谩tica principal:聽 聽el protagonista escribe y escribe, mientras necesita de uno de los tres amigos para que su obra tenga impacto en la sociedad. Aqu铆 Emilia Piris est谩 reclamando la funci贸n creativa por encima de la comercial, reivindicando el esfuerzo de la gestaci贸n de una obra. Sin embargo, esa incapacidad para su difusi贸n innata en el protagonista tiene su complemento con esa suerte de agente literario que es su 铆ntimo amigo. Para que ese esfuerzo creativo individual tenga premio social y econ贸mico es necesaria esa difusi贸n universal. Todo tratado con ternura, con cari帽o. Pero tambi茅n hallamos que el texto del t铆tulo de la obra es un resumen de lo narrado, hasta el punto de que se rubrica con un original final. 驴O quiz谩 es una advertencia hacia la falta de difusi贸n internacional de la literatura paraguaya?

El texto cifrado es un gozo para quienes aman los procesos literarios. Abordar el proceso completo desde la inspiraci贸n hasta la recepci贸n, incluyendo la difusi贸n y comercializaci贸n, es un reto que ha sabido mostrarnos Emilia Piris Galeano. Sin duda, es un libro con unidad, pero bajo ese hilo de conexi贸n se muestra su variedad estil铆stica y su riqueza de contenidos. Y es que el libro es un amigo que nunca enga帽a, como dec铆a Don Quijote, aunque, a la hora de la verdad hemos de tener cuidado no nos ocurra como a este ingenioso hidalgo con algunas obras que aparecen a la venta en los anaqueles de las librer铆as.

Jos茅 Vicente Peir贸 Barco

Febrero 2012


COMO EN 鈥淭ALP脕鈥


Solo de Juan Rulfo ley贸 sus obras completas. Por dos razones poderosas: la primera, la cautivante parquedad de Pedro P谩ramo tanto como las repeticiones usadas con apariencia de descuido; y la otra, las pocas p谩ginas en las que se resume toda una grandiosa narrativa.

Del conjunto de esas hojas, de tanto en tanto, rele铆a la breve novela, para emocionarse todas las veces, sin poder evitarlo, ante el insensible cacique enamorado, Pedro -el del apellido evocador de territorios 谩ridos-, ejecutor de una venganza de amor y v铆ctima tambi茅n del sistema de vida de la 茅poca en aquella regi贸n americana. Pero de los diecis茅is cuentos de El llano en llamas hab铆a uno que -ella estaba convencida- era la obra maestra del narrador mexicano: "Talpa", un calvario de enga帽o confesado que dol铆a, al intuir y admitir la posibilidad, en alg煤n mil铆metro cuadrado del cuerpo, de que una pod铆a ser Natalia o el cu帽ado de esta, los traidores personajes del relato.

Mayra era, pues, una lectora hecha a la escritura rulfiana, que la hab铆a conquistado para siempre, pues encontraba en ella una suerte de espejo de las debilidades humanas, pero sobre todo de la infidelidad, tan asociada al crimen.

Su actual circunstancia-soltera y solitaria, a un escaso lustro de los cuarenta a帽os- la empuj贸 a leer una y otra vez, casi obsesivamente, el cuento de su preferencia, buscando indignarse un poco m谩s cada vez ante la actitud cruel de los amantes ego铆stas durante la peregrinaci贸n a Talpa, emprendida para la supuesta cura milagrosa de la espantosa enfermedad de Tanilo, marido de Natalia y hermano del personaje que narra la historia creada por el escritor jalisciense.

La admiradora de Rulfo cre铆a que con la asunci贸n plena del peligro m谩s el recuerdo constante de los pat茅ticos resultados de la infidelidad lograr铆a esquivar la ca铆da que la acechaba.

Por qu茅 ser铆a, se preguntaba, que al trasponer los treinta a帽os fuera imposible que una mujer encontrara un hombre maduro, decente y soltero para amarlo libremente, sin fantasmas, verg眉enzas ni ocultamientos? Por ello, no se daba pausas en vigilarse, no fuera que en alg煤n descuido se colara inocentemente la fascinaci贸n de una relaci贸n prohibida.

Observadora atenta como lectora asidua, ocupaba por lo menos una hora diaria a escudri帽ar la secci贸n Policiales de los diarios para informarse acerca de cr铆menes referentes a traiciones conyugales. El reporte cotidiano de ellas probaba que ser desleal a la pareja resultaba, en demasiadas ocasiones, la 煤ltima aventura de la vida, por lo menos casi siempre para uno de los involucrados; para el otro, conocer el lado oscuro de la existencia en alguna mugrosa c谩rcel, compartiendo el techo con feroces asesinos; y para el tercero, al menos varias noches de insomnio y una secuela traum谩tica.

Aquel mi茅rcoles, su habitual alerta se elev贸 a la m谩xima potencia ante el titular del diario sensacionalista: otro desvergonzado episodio de adulterio. Dos amantes pillados in fraganti corrieron desnudos, seguidos por el marido enga帽ado. A cualquiera pudiera caerle chistoso; a Mayra no. Reley贸 la informaci贸n y estuvo analiz谩ndola un buen rato. Dos a帽os pescando este tipo聽 聽de noticias eran escaso tiempo para tantos casos publicados.

La moraleja ven铆a despu茅s de un r谩pido repaso de tanto esc谩ndalo: Mejor abstenerse de las mieles del amor oculto que morir a manos de alguna esposa enga帽ada o quedar mutilada y, encima, ser blanco de la implacable prensa amarilla.

La rutina de la sensata mujer experiment贸 un cambio esa noche: Rita, su antigua amiga, casi hermana, a quien hac铆a tiempo no ve铆a por hallarse trabajando en una ciudad alejada, estaba de vuelta y la invitaba por tel茅fono a un restor谩n c茅ntrico, para el viernes, a la hora del t茅.

El d铆a se帽alado, a las cinco menos diez de la tarde, Mayra se sent贸 en un rinc贸n cercano al ventanal para ver llegar a su amiga. Se entretuvo un rato observando los detalles del coqueto sal贸n y, luego, recorri贸 con la vista las otras mesas. Hab铆a varias de ellas ocupadas por gente distendida, conversando animadamente. Su mirada se detuvo en un solitario se帽or, muy apuesto, concentrado en comparar la hora que marcaba su reloj de pulsera con el hermoso aparato antiguo que mostraba, en una primorosa esfera de agujas doradas, que faltaban escasos minutos para las cinco. Por un m铆nimo segundo, las miradas se conectaron. Mayra no pudo desviar la suya. Aquel era el hombre m谩s atractivo y seductor que hubiera visto jam谩s: qued贸 prendada de toda esa faz arm贸nica de amplia frente, donde nac铆an unos cabellos casta帽os ensortijados, cejas bien delineadas y espesas, ojos t铆midos protegidos por unos lentes peque帽os, mejillas sonrosadas y ment贸n un tanto anguloso; se fij贸 en sus labios muy delgados y le pareci贸 ver que sonre铆a; en este mismo momento se levantaba y, entonces, pudo medir su importante estatura. Dibujando casi una reverencia, recibi贸 a la mujer que entraba, que no era otra que Rita. Esta descubri贸 a Mayra al tiempo que recib铆a el beso del pr铆ncipe.

Las presentaciones fueron hechas. Mayra, la amiga de la que te habl茅; Fernando, mi prometido.

A Mayra hasta le pareci贸 perceptible el sonido de su coraz贸n roto, que tan r谩pidamente se hab铆a hecho la pel铆cula de que el destino la hab铆a llevado la tarde de un viernes cualquiera a ese sitio para conocer al amor de su vida.

A pesar de la decepci贸n, deb铆a sonre铆r y escuchar a Rita. 驴El motivo de la cita? Su pr贸xima boda. Y la amiga no paraba de hablar de lo feliz que estaba y que Mayra y solo Mayra deb铆a ser su 煤nica dama. No puedes negarte de tu mejor amiga; nos lo hemos jurado, 驴recuerdas? Si primero t煤, yo la dama; si primero yo, t煤 la dama.

Y ah铆 fue Mayra, envuelta en el torbellino de los preparativos porque la ceremonia se efectu贸 tres semanas despu茅s.

A continuaci贸n, la pareja amiga vino a vivir en la misma ciudad y las invitaciones a comer, cenar o ir juntos a ver alguna pel铆cula se sucedieron. Mayra no falt贸 a ninguna. M谩s de un domingo que pasaban los tres juntos en la nueva casa del matrimonio, Rita ped铆a a Fernando acercar a su amiga hasta el departamento, porque ya era tarde, porque no es tan lejos, por lo que fuera. El marido de su amiga se mostraba muy correcto con Mayra, que lo trataba con mesurada cortes铆a, porque se sent铆a a punto de echar chispas de pasi贸n y cualquier acercamiento le har铆a perder la cabeza.

Poco despu茅s de frecuentar a Rita y Fernando, como casi ya no ten铆a tiempo para lecturas, decidi贸 cancelar la compra de peri贸dicos e introducir el ejemplar de las obras completas de Juan Rulfo en un sobre especial; luego de cerrarlo con pegamento, lo coloc贸 en una caja que at贸 cuidadosamente con cinta de embalar. Destin贸 este paquete a la parte m谩s rec贸ndita del armario m谩s alejado de sus ocupaciones cotidianas.

Todo lo dem谩s sigui贸 igual, sin mayores inconveniencias, hasta que sus amigos le anunciaron una noche que ir铆an a Suiza para un tratamiento m茅dico de Rita. Le hab铆an detectado una dolencia que ameritaba el viaje: le confiar铆an su casa durante el tiempo que permanecieran fuera. Mayra tuvo que confesarse que la verdadera causa de su consternaci贸n era la inminente ausencia de Fernando m谩s que lo que pudiera sucederle a su amiga. Se hab铆a acostumbrado a verlo casi a diario, brillando hermoso al lado de Rita; 茅l, que con su aureola de 谩ngel bello la encandilaba, y cuya amabilidad incre铆ble hab铆a terminado por subyugarla.

Y ahora se sent铆a a punto de sucumbir. Pensaba en mil inconcebibles y descabelladas formas de pedirle que se quedara con ella. Por ejemplo, esperar frente a su casa y gritarle que la ten铆a muerta de amor; esconderse en la cochera hasta que volviera a la noche y tir谩rsele al cuello mientras lo besaba y le declaraba su ardiente amor. 脡l la quer铆a, pod铆a asegurarlo, y se repet铆a por lo bajo que Fernando cabalgaba en esta misma contenida pasi贸n.

Ya cerca de la fecha de la partida, la invitaron a una reuni贸n en la casa de la familia de Rita. Estar铆an sus padres y hermanos, y ella, como la m谩s allegada a la enferma. Asisti贸 temiendo que adelantaran el viaje. Todos trataron de mostrarse lo m谩s optimistas que pod铆an e hicieron sentir a Rita lo mucho que la amaban y confiaban en su total recuperaci贸n, considerando la calidad de la medicina que la generosidad de Fernando permit铆a alcanzar. Abrazaban con efusi贸n tanto a este como a su esposa. Y Mayra sent铆a que sobraba entre quienes deseaban la sanaci贸n de su amiga.

Fue al concluir el encuentro cuando la madre dijo que agradec铆a a su bondadoso yerno que le cediera el lugar a fin de acompa帽ar a su hija como se lo hab铆a pedido. Mayra se sinti贸 renacer. Fernando se quedar铆a con ella. Pod铆a jurarlo.

Pero su amiga a煤n se hallaba indecisa. La llam贸 a la noche siguiente para confiarle que todav铆a estaba a tiempo de suspender la ida a Suiza, con lo cual no estaba de acuerdo su marido: insist铆a en que all谩 su tratamiento dar铆a mejores resultados. T煤 qu茅 piensas, Mayra. Por supuesto que debes ir, pues la atenci贸n ser谩 de primera y seguro no tardar谩s demasiado. Ya ver谩s que sin darte cuenta estar谩s de vuelta y estaremos nuevamente los tres juntos, compartiendo las tertulias. Rita, es mejor que vayas; claro que no debes perder esta oportunidad que te da tu marido. No dejes de ir; que ya no se te crucen esas ideas por la cabeza. Complet贸 el trabajo de persuasi贸n empezado por Fernando: la convenci贸.

Cuando el avi贸n despeg贸, los allegados se repartieron en diferentes autom贸viles para el regreso. Como en un acompa帽amiento funerario, en caravana, salieron los autos. Mayra ven铆a en el 煤ltimo, conducido por Fernando, que la miraba a hurtadillas.

En una encrucijada, se desprendieron del grupo. Ninguno dec铆a una sola palabra; ambos pod铆an escucharse la respiraci贸n entrecortada y, entonces, se miraron de frente. Dos brasas ard铆an en los ojos de Mayra, tal como le hab铆a sucedido ante el hermano de Tanilo a aquella Natalia, en "Talpa", de Rulfo.


ACECHO Y RECA脥DA



Transcurridos varios meses desde la 煤ltima vez, sin confes谩rmelo, esperaba verlo. Y por entonces, una tarde, apareci贸. Se mantuvo alejado; lo percib铆a borrosamente entre las brumas crepusculares. La visibilidad se me dificulta po茅ticamente a esta hora del d铆a, pens茅, y trat茅 de fijarme con mayor detenimiento, pero entre los parpadeos para lograrlo, vi acercarse el 贸mnibus con que deb铆a regresar, me concentr茅 en esto y desatend铆 lo anterior.

Al otro d铆a no record茅 el incidente hasta que estuve en el mismo lugar y el atardecer, con sus luces indecisas, me llev贸 a una dificultosa exploraci贸n visual de la esquina donde antes hab铆a cre铆do verlo aparecer. No estaba ah铆.

Considerando que el predecesor de este se me mostr贸 una sola vez y nunca m谩s, me dije que, tal vez, eso se repetir铆a. Pero me equivoqu茅: este estaba, solo que hoy, ya m谩s cerca. Lo vi adoptar el papel de un pasajero m谩s, deseoso de volver a su hogar despu茅s de una jornada de trabajo, entre un grupo numeroso de estudiantes que charlaban a gritos. No lo distingu铆a con claridad, pero no era extra帽o que esto me pasara al principio; reconoc铆a muy bien este s铆ntoma.

Lo mir茅 largamente. El cuello del abrigo levantado, la gorra oscura ensombrec铆a su rostro; su estatura no lo destacaba del com煤n de la gente y sus hombros estrechos hasta pod铆an pertenecer a una mujer. No se mov铆a, por lo que a煤n no me cab铆a formular deducciones sobre sus modales.

脷nicamente yo sab铆a y nadie m谩s acerca de su plan. Qui茅n pod铆a sospechar que ese personaje, aparentemente ordinario y olvidable, estaba tras mis pasos y que, cada vez que lo descuidaba para atender la llegada del bus, aprovechaba para estudiarme detalladamente, a fin de que sintiera el peso de sus ojos en mi perfil y mi espalda. Conoc铆a esta estrategia, pues sus antecesores la hab铆an aplicado con la seguridad que les daba ser expertos en el arte del asedio.

Sab铆a casi cronom茅tricamente lo que ir铆a a suceder en el proceso y, aunque me produc铆a un comprensible temor, lo aguardaba y la tardanza me produc铆a ansiedad.

Era una especie de coqueteo secreto, hecho de mensajes gestuales, apariciones, miradas huidizas, nunca cruzadas, que significaban "ya sab茅s que estoy aqu铆, que te sigo los pasos, cada vez m谩s de cerca", a los cuales tambi茅n yo respond铆a por lo bajo y con algunas se帽ales mudas: "S茅 que est谩s ah铆; a煤n no vi tu cara, pero ya conozco tu aroma, ya casi s茅 que tu voz es baja, que habl谩s en susurros". Pero todav铆a faltaban algunas semanas para que el circuito se cerrara.

De ahora en m谩s, subir铆a al mismo colectivo que me transportara, un poco antes o despu茅s que yo. Se sentar铆a al fondo y vigilar铆a mis movimientos; a veces, cuando me volteara a mirarlo, me impresionar铆a notar que hab铆a desaparecido, para repetir lo mismo en los siguientes d铆as.

Entonces estar铆a pr贸ximo el momento. Ser铆a cuando lo sintiera saltar del bus un segundo despu茅s de que yo hubiera descendido y lo escuchara caminar a pocos metros detr谩s. Ya a la puerta, suavemente, le franquear铆a el ingreso.

Con el 谩nimo predispuesto y mis elementos, ir铆a al encuentro decisivo. Ser铆a en el mismo sitio en que ocurri贸 con sus predecesores. Como a las nueve de la noche, en el cuarto silencioso, lo enfrentar铆a por fin.

Bajo la implacable luz de mi l谩mpara, descubrir铆a los rasgos que a煤n no hab铆a podido imaginar, y su mirada, esquiva o directa, me dar铆a la posibilidad de buscar en la comisura de sus labios, puros o lujuriosos, el gesto falso o el origen de una sonrisa espont谩nea para hallar el camino hacia el desenlace de esta historia, conforme comprendiera las verdaderas intenciones del nuevo personaje.

Y desde el d铆a siguiente, todo empezar谩 de vuelta. Estar茅 expectante y parad贸jicamente temerosa pero esperanzada. Tal vez se presente enseguida o me haga esperar. No importa cu谩ndo lo hiciera, con tal de que aparezca otra vez, una vez m谩s, alg煤n d铆a. Siempre es as铆. Temo el hostigamiento, porque desconozco el resultado. Pero caigo. Y a la reca铆da sigue un nuevo asedio al que opongo una vacilante resistencia. Lo dem谩s ya se sabe: caigo, recaigo y cuando sucede, me regocijo en ello, ataco el papel, escribo, tacho y vuelvo a escribir contenta, como un ni帽o bajando por un tobog谩n.


EL TEXTO CIFRADO (*)


Todo texto nacido de pu帽o humano lleva ocultos mensajes de los dioses. Solo es cuesti贸n de tiempo el que halle al poseedor de las claves que los descifren; aquel, a su vez, desconoce que estas le fueron concedidas: en su momento se producir谩 la debida revelaci贸n.

He ah铆 el motivo por el cual nadie deber铆a pasar la vista por un escrito sin asumir cierta actitud de solemne expectativa. T煤, quienquiera que seas, lector erudito o de escasas letras; joven imberbe o respetable adulto; incr茅dulo o creyente; hombre o mujer: no quisiera que desestimases la advertencia precedente.

Aunque creyeras que nada tienes que perder si decides lo contrario, quiz谩s fueras un afortunado como aceptes la recomendaci贸n.

Por si ayude, pondr茅 un ejemplo; ser谩 solo como sacudir el polvo de un episodio que, seguro, conoces. Se trata de cierto hombre de la Pen铆nsula Ib茅rica que anduvo tras la gloria literaria, trabajando sin descanso en el pulimento y brillantez de las palabras; se empe帽贸 en la escritura de relatos, versos y obras para las tablas; pero a pesar de los esfuerzos, corr铆a el tiempo sin que su excelencia le fuera reconocida.

Sabemos por propias declaraciones puestas en papel de pu帽o y letra del tal novelador, dramaturgo y poeta que, como 茅l "era aficionado a leer aunque sean los papeles rotos de las calles", compr贸 unos escritos cuyos signos ar谩bigos reconoci贸, pero que, como desconoc铆a la lengua, los hizo traducir; se trataba de la misma historia que 茅l se encontraba componiendo por entonces, aunque afrontaba en esos d铆as el temible bloqueo creador. Te dir茅 que este hecho -que es tomado por algunos apenas como una pirueta magistral del escritor- fue un suceso verdadero; a partir de 茅l continu贸 la obra, que terinin贸 d谩ndole a su autor el definitivo laurel, si bien no la riqueza que merec铆a. Pero a falta de dinero, buena es la fama, la que le procur贸 una vida rodeada del respeto de sus compatriotas y de gente diversa, hasta el d铆a de hoy, en que vuelve -a pesar de los siglos- evocado y alabado por su genio a cada minuto alrededor del globo.

El tal episodio del que hablo era un mensaje que los dioses del universo cifraron desde siempre para un exclusivo destinatario: don Miguel, que les correspondi贸 actuando de manera acertada. 脡l mismo sirvi贸 tambi茅n de escriba a los esp铆ritus para materializar textos misteriosos dirigidos a otros tantos due帽os de claves secretas.

Me preguntar谩s por qu茅, con tanto convencimiento y seriedad, digo que esto lo vivi贸 el escritor en cuerpo lisiado y alma intacta. Y no tardo en responderte: me fue revelado. Ocurri贸 al leer el cap铆tulo IX del Quijote; me fue entregado este hecho en su realidad primigenia. Y ahora, no preguntes c贸mo ni por qu茅 fui el se帽alado para develarlo. Las deidades tienen sus propias leyes. Por eso, tampoco desde帽es lo que ha sido trazado por mi mano mortal; quiz谩s, el secreto mensaje que las divinidades tienen la voluntad de cifrar en 茅l a ti te sea manifestado.

Si de acumular pruebas se tra... (roto)

(*) Trascripci贸n de un manuscrito hallado al costado de un camino

por un lector compulsivo, dado a leer hasta los papeles rotos de la calle.


脥NDICE

El texto cifrado. El texto creado. Por Jos茅 Vicente Peir贸 Barco

Como en "Talpa"

Publicidad sui g茅neris

"En olor de multitud"

La elecci贸n

El premio

Influencias literarias

La Musa

Letra vital

La ejecuci贸n

El hijo diferente

Vida de novela

Emily Archer

Discurso est茅ril

El ap贸stata

Pasiones impresas

El abrazo

Tentaci贸n y reca铆da

El texto cifrado




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25 de Mayo Esq. M茅xico Telefax: (595-21) 444 770

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