Quiero hablarles de una cosa
como sangre de esperanza,
que respira en nuestro pecho
y se mece como el mar.
Duerme siempre a nuestro lado
y acaricia nuestras manos.
Es pasión de libertad
y juventud, es mi amor.
¿Cuántas veces su retoño
me arrancaba del camino?
¿Cuántas veces su destino
fue torcido hasta el dolor?
Mas volvió con su esperanza,
con su aurora a cada día.
Y hay que cuidar de ese broto
para salvar a los dos:
flor y fruto.
Corazón de estudiante
hay que cuidar de la vida
hay que cuidar de este mundo,
comprender a los amigos.
Alegría y muchos sueños
iluminando los caminos.
Verdes, planta y sentimiento,
hoja, corazón, juventud y fe.
04. Siembra
Víctor Ramil (Brasil) - José Fogaca (Brasil)
Milonga
Siembra
Tenemos que seguir, compañero,
miedo no hay
por el camino cierto
unidos para crecer y andar
vamos a repartir, compañero,
el campo y el mar
el pan, la vida, mi brazo, mi pecho
hecho para amar.
Americana patria morena,
quiero tener
guitarra y canto libre
en tu amanecer
en la pampa, mi poncho a volar
estera de viento y luna
viento y luna.
Y vamos a sembrar, compañero
con la verdad
mañana, frutos y sueños
y un día acabar con esta oscuridad.
Vamos a preparar, compañero,
sin ilusión
un nuevo tiempo de paz y abundancia
en el corazón.
Mi guitarra, compañero,
habla el idioma de las aguas, de la piedras,
de las cárceles, del miedo,
del fuego y de la sal,
mi guitarra lleva los demonios
de la ternura y de la tempestad,
es como un caballo que rasga el vientre de la noche,
besa el relámpago, y desafía a los señores de la vida y de la muerte.
Mi guitarra es mi tierra, compañero,
es el arado que siembra en la oscuridad
un tiempo de claridad.
Mi guitarra es mi pueblo, compañero.
Gracias a la vida que me ha dado tanto.
Me dio dos luceros que, cuando los abro,
perfecto distingo lo negro del blanco,
y en el alto cielo su fondo estrellado,
y en las multitudes el hombre que yo amo.
Gracias a la vida que me ha dado tanto.
Me ha dado el oído que, en todo su ancho,
graba noche y día grillos y canarios,
martillos, turbinas, ladridos, chubascos,
y la voz tan tierna de mi bien amado.
Gracias a la vida que me ha dado tanto.
Me ha dado el sonido y el abecedario,
con él las palabras que pienso y declaro:
madre, amigo, hermano, y luz alumbrando
la ruta del alma del que estoy amando.
Gracias a la vida que me ha dado tanto.
Me ha dado la marcha de mis pies cansados;
con ellos anduve ciudades y charcos,
playas y desiertos, montañas y llanos,
y la casa tuya, tu calle y tu patio.
Gracias a la vida que me ha dado tanto.
Me dio el corazón que agita su marco
cuando miro el fruto del cerebro humano,
cuando miro el bueno tan lejos del malo,
cuando miro el fondo de tus ojos claros.
Gracias a la vida que me ha dado tanto.
Me ha dado la risa y me ha dado el llanto.
Así yo distingo dicha de quebranto,
los dos materiales que forman mi canto
y el canto de ustedes que es el mismo canto,
y el canto de todos, que es mi propio canto.