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William Paats

  IRREVERSIBLE, 2007 (VENECIA) - Instalación de WILLIAM PAATS


IRREVERSIBLE, 2007 (VENECIA) - Instalación de WILLIAM PAATS

IRREVERSIBLE, (2006) 2007

Instalación de WILLIAM PAATS

Tierra, carbón - 2000 x 200 x 10 cm

© Haupt & Binder

 

Fuente: http://universes-in-universe.de

52ª BIENAL DE VENECIA

10 de junio – 21 de noviembre del 2007

 

 

LA BIENNALE DI VENEZIA

EXPOSICIÓN INTERNACIONAL DE ARTE

 

La Bienal de Venecia se inició en 1895 como una exposición internacional de arte en los Giardini di Castello.

En los años 30, la institución organizadora pasó a ser autónoma, y desde entonces, también organiza festivales de música (desde 1930), cine (desde 1932) y teatro (desde 1934).

Como consecuencia de los incidentes políticos de 1968, fueron suspendidas algunas de las actividades tradicionales de la Bienal.

En 1973 la institución es reformada, y desde 1975 se encarga también de la organización de exposiciones de arquitectura. En 1998 es establecido el nuevo estatuto.

 

Organizador: La Biennale di Venezia

Settori Arte e Architettura

Palazzo Giustinian Lolin

San Vidal, San Marco 2893

30124 Venezia - Italia

Oficina de prensa:

Tel.: 39 041 - 5218846/849

Fax: 39 041 - 5218812

Email: foreignpress@labiennale.org

Sitio web: www.labiennale.org

 

 

 

LA HUMANIDAD IRREVERSIBLE

TRAS LA OBRA DE WILLIAM PAATS

 

El compromiso ambiental y la evidente postura en favor de la naturaleza que William Paats propone en su obra “Irreversible” logran mantener latente y amenazante, pero no oculta ni descuidada, una baza fundamental en el surgimiento de esa misma irreversibilidad: la acción humana.-

Nunca está de más recordar que, durante los últimos años, Paraguay ha sido brutalmente azotado por las llamas. Campos y bosques devorados por el fuego abrasador; en su lugar, páramos desolados, áridos e imposibilitados de volver a ser cultivados. Páramos inutilizados, irreversibles. Todas las causas de estos incendios –escribió el periodista Andrés Colman Gutiérrez para el diario Última Hora de Paraguay– tienen su origen en la inconsciencia social y ambiental. Podemos corroborar esta afirmación en el hecho de que el Gobierno de Paraguay declaró la emergencia nacional recién después de que 500.000 hectáreas fueron completamente arrasadas. Parece, entonces, no haber dudas de que la negligencia humana resulta uno de los principales causantes y un inconsciente cómplice de este “ecocidio”, como bien lo ha llamado Colman Gutiérrez.-

Justamente, “Irreversible” nos presenta el efecto de la devastación: un reducido páramo desolado. El cosmos (lo que está dentro y lo que está fuera del contenedor) se resume en tres elementos que hasta podemos reducir (aún más) a colores: el negro del carbón, el marrón de la arena y el blanco de la vacuidad de la sala. Y, entre devastación y vacío, la doble amenaza (hacia afuera de sí mismo y hacia sí mismo) del contenedor de madera con sostenes de metal. Paats así logra recrear (pero no representar, puesto que de esa tarea se encarga la breve película emitida detrás de la obra, complementada por el humo de incienso que nubla la visión), en una conceptualización minimalista, la destrucción de la tierra, de la vegetación y de quienes se nutren de ellas, a causa de la quema y la deforestación; todo ello en un solo golpe de vista.-

Está claro que Paats, con su obra, nos somete al golpe inmediato de lo evidente: el carbón y la arena. El exceso de literalidad que no llama, o que no intenta llamar, a buscar una interpretación bajo criterios tecnicistas: llama a la conciencia social. A la conciencia de que, si las quemas y talas de bosques se repiten, todo el cosmos quedará transformado en lo que está allí dentro: en carbón y arena. Es en el futuro donde la obra misma adquiere carácter de representación por sobre el de recreación: esto que está dentro del contenedor será, o puede ser, nuestro mundo. De momento, es una recreación que nos advierte que lo devastado es sólo una parte del cosmos, pero que podemos hacer frente a la amenaza y neutralizarla, en tanto adquiramos conciencia ambiental.-

Con el carbón y la arena tenemos ya dos sentidos del carácter “irreversible” al que, pensamos, apuntaría Paats. En el primer sentido, nos encontramos con lo obvio, lo evidente: la destrucción de los bosques y de la tierra es irreversible. En el segundo, deteniéndonos en lo que está allí dentro, lo irreversible es el orden de los elementos, las dos mitades rigurosamente ordenadas de carbón y arena. Si acaso se nos ocurriera girar el contenedor –revertirlo–, el resultado desolador sería el mismo. Arena y carbón, carbón y arena. Lo mismo da.-

La concepción minimalista subyacente le permite a Paats dialogar con dos interlocutores. El primero, la concepción mimética del arte: justamente lo que no se desea es que este carbón y esta arena sean una réplica de nuestro mundo. Llevando esto más lejos: el mismo concebir la obra como representación resulta una amenaza. Al menos por ahora, la obra no debe ser tomada como una mímesis. Eso equivaldría a renunciar a toda esperanza de cambio. El segundo interlocutor es nuestra propia imaginación. Para invocarla, Paats apela al vacío de la sala circundante. En efecto, el vacío nos obliga a imaginar qué es lo que queda en él una vez experimentado el golpe visual del recipiente y su contenido. Si acaso esta obra se exhibiera al aire libre (como en ocasiones lo ha hecho), el llamado a la imaginación desaparece y se sumaría una nueva advertencia: lo que está fuera del recipiente de madera puede convertirse en el contenido que reside dentro de él.-

La última y, tal vez, más simbólica advertencia de la obra la encontramos en el contenedor mismo. Se sabe ya que parte de Paraguay ha sido devorado por el fuego. Lo que nos muestra el contenedor es, justamente, un vestigio de ese suceso.-

El contenedor, dispuesto “a modo de lápida”, como puntualiza el crítico de arte Carlos Sosa, simboliza una presencia amenazante que lo es en un doble sentido: por un lado, nos amenaza con extenderse para cubrir dentro de sí todo el orbe de la tierra. En este sentido, simboliza una amenaza para lo que está fuera de él: el medio ambiente total, el cosmos.-

Por otro lado, el contenedor es un producto, un resultado de manufactura y construcción netamente humanas; los humanos, sabemos, son los últimos vástagos de la tierra. Observamos la presencia del resultante de la deforestación (la madera) y la presencia del resultante de la mano de obra industrial (los sostenes de metal). ¿Quiénes son los seres que están en condiciones de convertir al mundo en lo que está dentro del contenedor, debiendo por ello extender este último? ¿Quiénes, al devastar la tierra y deforestar, son los que lo han construido? En este sentido, el contenedor simboliza una amenaza para sí mismo. Porque no sólo puede también resultar víctima de las quemas (en definitiva, está hecho de madera; salió de la tierra) y devenir en negro carbón, sino que además llegará un punto en que su función de demarcar lo no devastado y lo ya devastado perderá sentido, cuando todo el cosmos se convierta en un montón de arena y carbón. El recipiente parece condenado a su propia destrucción. A menos que tengamos conciencia.-

Aún más: el contenedor, en tanto representa un límite entre lo ya devastado (pasado) y lo no devastado (futuro), simboliza el presente. De manera similar a un reloj, nos muestra el límite pasado-presente: nos dice “esto que está aquí adentro es lo que ya hemos destruido”. Y también nos muestra el límite presente-futuro, a la manera de una bomba que cuenta hacia atrás: “¿pero hasta dónde (o hasta cuándo) seguiremos destruyendo la tierra?” El tiempo y el espacio parecen confundirse en el contenedor; parecen hacerse indistintos uno de otro.-

Confundidos espacio y tiempo, todo presente, en tanto “estar al frente de” o “dirigir a” (así puede definirse el verbo latino praesum del cual proviene la palabra presente), nos llama a decidir sobre nuestro futuro, repensándolo. ¿Y desde dónde, desde qué presente, repensarlo? Precisamente desde la noción de límite, de demarcación. Nos invita a preguntarnos “¿cuál es nuestro límite? ¿Hasta dónde seguiremos extendiendo el contenedor? ¿Adónde nos lleva el progreso de la construcción de este contenedor?”.-

Quedaría por resolver la cuestión de por qué acaso nosotros nos sentiríamos aludidos por la presencia de este contenedor. El contenedor es un artefacto humano, en el sentido más pleno de la palabra. En tanto progresa su construcción, progresa la destrucción de la tierra. Ahora bien, si la destrucción de la naturaleza es total, el contenedor estaría condenado a desaparecer, como hemos dicho. De alguna manera, lo que está fuera del contenedor (lo no devastado) actúa como sostén del mismo. Si lo que está fuera termina por destruirse, el sostén del recipiente se destruiría, y con ello, el propio recipiente.-

Con esta base –y ya colocando los últimos remaches–, el contenedor, en su carácter de producto humano, inconscientemente autodestructivo y de símbolo del presente (situado en un espacio-tiempo que tiende a dirigir al futuro, decidiendo sobre él), es ni más ni menos que el símbolo de la humanidad, de la misma condición humana, que carga sobre ella el peso de lo ya devastado. Éste es el tercer sentido del carácter irreversible de la obra. El tiempo en el que está situada la humanidad no puede ser revertido: no se puede volver atrás. Éste es el momento de tomar cartas en el asunto, antes que la presencia amenazante del contenedor cumpla con la amenaza que simboliza para sí mismo y para lo circundante. Con esto, podemos decir que la obra nos advierte sobre la amenaza que los seres humanos representamos para el cosmos.-

Bajo la lectura de la humanidad como amenaza, podríamos catalogar la obra como una “entropogonía”. Así como las cosmogonías nos narraban cómo, a partir de un todo indeterminado, se fue conformando el mundo, esta entropogonía (del griego entropé: confusión, y gónos: nacimiento) nos advertiría que este cosmos (mundo, orden) ya conformado está en peligro de volver a la nada, a la indiferenciación. Pero esto ya es ir demasiado lejos.-

El centro simbólico de la obra de Paats reside en el contenedor: en su condición de presencia amenazante, intenta llamarnos a repensar el futuro y nuestra propia condición. Y en su estructura “a modo de lápida” (cuya chatura también puede generarnos una idea de indiferenciación), Paats recrea una visión de nuestra propia tumba (de aquí el shock inicial que nos advierte, que nos obliga a comprometernos), que se acompaña, formando parte del otro mensaje (la película y el humo de incienso), con el Requiem de Mozart.-

Las opciones parecen ser claras: o asumimos una postura en favor de la naturaleza, o Paats se convierte en el profeta que habrá predicho la catástrofe. Cómo será que hasta preparó el funeral para la humanidad entera, con música y todo. Como si preguntara, sin muchas esperanzas: “¿la humanidad también es irreversible?”.

 

Fuente en Internet: http://blogautorreferente.blogspot.com/ 2008/11/la-humanidad-irreversible-tras-la-obra.html

Enlace externo verificado y NO ON LINE a Abril 2013

 

 

 

ENLACE EXTERNO A OTRAS IMÁGENES DE IRREVERSIBLE, 2007 (VENECIA)

EN EL ESPACIO DE WILLIAM PAATS en PORTALGUARANI.COM

 

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