MEMORIAS Y DESMEMORIAS DE EXILIO
Por聽MARICRUZ M脡NDEZ VALL
Intercontinental Editora,
Asunci贸n-Paraguay, 2007
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鈥淧ara un pa铆s de tan escasa memoria hist贸rica un libro como el que presenta Maricruz M茅ndez Vall constituye un aporte valioso para develar los claroscuros de toda una 茅poca reciente y mal conocida, lo que genera muchos de los males presentes como la continuidad de la tortura por parte de los agentes del estado, la represi贸n y criminalizaci贸n de la lucha social y la ejecuci贸n impune de numerosos l铆deres campesinos cuyo 煤nico delito es reivindicar un pedazo de tierra para trabajarla. Es la herencia dejada por el Tiranosaurio, cuyos seguidores siguen reivindicando 鈥渓a era de paz y progreso鈥, paz de los sepulcros y progreso para un peque帽o c铆rculo de privilegiados de una burgues铆a fraudulenta que sigue ejerciendo notable influencia para mantener un modelo violento de soluci贸n de los conflictos.-
El libro es tambi茅n un tributo a la generosidad del pueblo uruguayo y a grandes referentes de su sociedad que tendieron su mano generosa a los exiliados paraguayos. As铆 como el pueblo argentino, una tercera patria de la autora, donde vivi贸 su juventud, realiz贸 sus estudios y plasm贸 el inicio de su lucha por la causa democratizadora en Paraguay.-
Y se cierra con el retorno a su patria de origen, a la que pudo volver tras la ca铆da de la dictadura, iniciando lo que Mario Benedetti ha definido como el DESEXILIO, apostando a iniciar una nueva etapa de su vida con las dificultades que ello comporta鈥
ANTONIO V. PECCI.
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鈥淢aricruz 鈥 Sin ninguna clase de sonrojo reconozco que me ha emocionado hasta las l谩grimas tu libro, m谩s que tal a secas, un diario 铆ntimo de momentos cumbres y de las m谩s profundas hondonadas. Una confesi贸n, hecha en p煤blico. Una cirug铆a emocional a 鈥渃oraz贸n abierto鈥. Un desnudo del alma y de los m谩s 铆ntimos pensamientos鈥
GUSTAVO BECKER M.
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Algunos temas tratados: Los primeros a帽os; Inicio del exilio de mi padre; traslado de la familia a Uruguay (1959); Exilio en la Argentina (1974), en la Argentina de Per贸n, El Operativo C贸ndor en marcha: muertes, detenciones y nuevos exilios, La colectividad paraguaya y las actividades pol铆ticas, Reunificaci贸n familiar y pol铆tica, El adi贸s a Epifanio M茅ndez Fleitas (22/11/85), En busca de las ra铆ces; y Retorno al Paraguay sin Stroessner (1889/1990).-
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AUSENCIA
(Maricruz, Buenos Aires, Octubre de 1977,
Apresamiento-desaparici贸n de
Epifanio M茅ndez Fleitas
Y Epifanio M茅ndez Vall)
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驴D贸nde est谩 la libertad, padre鈥?
驴temerosa acaso
En el apretado pu帽o de tus ideales?
驴o es que el viento
lastima su rostro
en este crudo invierno
de calladas voces?
presiento tu angustia:
es el silencio, padre,
el terrible silencio
de las c谩rceles
porque hoy est谩s solo,
la libertad se esconde鈥
ya no juega a crecer
en las m谩gicas cuerdas
de tu guitarra roja,
ya no juega a so帽ar
que comparte su pan
en la tierra del Hombre
y es tarde,
y la sangre espera
por eso padre, 隆necesito encontrarla!
驴d贸nde est谩 la libertad,
d贸nde鈥?
PR脫LOGO A DOS VOCES
UNA GRAM脕TICA DE LA MEMORIA
聽聽聽聽聽聽聽聽 Este libro es por una parte una memoria personal y a la vez pol铆tica y por otra un ajuste de cuentas generacional. Un volcar todas las vivencias acumuladas durante casi cinco d茅cadas, seleccionar las m谩s trascendentes y buscar el tono para contarlas, como una melod铆a a veces llena de furia y a veces l谩nguida y calma.
Es escasa la literatura existente en nuestro pa铆s sobre el tema del exilio, un drama que afect贸 a m谩s de medio mill贸n de paraguayos y paraguayas a lo largo del siglo XX. Una enorme di谩spora de la que poco se habla, producto de las m谩s de 40 revoluciones, cuartelazos, asonadas y golpes palaciegos, que oblig贸 a emprender el camino del exilio a familias enteras, o a dividir familias, una parte aqu铆, otra en Buenos Aires, Montevideo, Foz de Yguazu, Madrid, Par铆s, Frankfurt, Estocolmo, lugares que hasta tuvimos que aprender en el mapa para saber d贸nde habitaban nuestros compatriotas.
Y que hoy bajo el fen贸meno del desempleo vemos repetirse el viacrucis de emigrar hacia pa铆ses cada vez m谩s lejanos, para encontrar las condiciones de vida dignas que en su pa铆s le son negadas.
Este itinerario vital constituye tambi茅n para el lector un recorrido a trav茅s de cinco d茅cadas de historia reciente que cruza la mitad del siglo XX, con una visi贸n de cada uno de los pa铆ses del Cono Sur, desde la personal 贸ptica de la autora. Son a帽os de breves gobiernos democr谩ticos como los de Joao Goulart, Juan Per贸n, Eduardo V铆ctor Haedo y largas y violentas dictaduras como las de Alfredo Stroessner, Juan Mar铆a Bordaberry, Jorge Rafael Videla, Ernesto Geisel y Augusto Pinochet.
脡poca en que rige a nivel continental la t茅trica Doctrina de Seguridad Nacional impulsada en plena guerra fr铆a por los Estados Unidos usando a los Ej茅rcitos nacionales como mecanismo de contenci贸n de las luchas populares en Am茅rica Latina.
Y que dio pie a la aparici贸n de pactos clandestinos como el Plan C贸ndor, gestado en los a帽os 70 por iniciativa del r茅gimen de Pinochet, con acuerdo de todas las dictaduras militares del Cono Sur para perseguir, reprimir y si fuere necesario, eliminar a los opositores. Lo que signific贸 una nueva escalada de violencia para los miles de exiliados paraguayos que sufrieron detenciones, secuestros y cr铆menes, como fueron, entre muchos otros, los casos de Agust铆n Goibur煤, Esther Ballestrino, Antonio Maidana, Federico Tatter, Fausto Carrillo, detenidos-desaparecidos. Y de compatriotas que pudieron sobrevivir a tan terrible experiencia como Epifanio M茅ndez Fleitas y su hijo Epifanio M茅ndez, secuestrados en Buenos Aires en 1977 y trasladados hasta la Provincia del Chaco para ser entregados a efectivos de seguridad paraguayos, operativo frustrado por la decidida intervenci贸n internacional. Experiencia que tambi茅n sufrieron Gladys y Rodolfo Sannemann, Lidia y Sotero Franco, Domingo Rol贸n, as铆 como cientos de v铆ctimas, que afortunadamente pudieron sobrevivir y est谩n entre nosotros para contarnos su experiencia, exigir la investigaci贸n de estos atropellos a los derechos humanos bajo la dictadura y que la Comisi贸n de Verdad y Justicia obtenga a m谩s de su informe, un compromiso de los poderes gubernamentales un "Nunca M谩s al Terrorismo de Estado".
Para un pa铆s de tan escasa memoria hist贸rica, un libro como el que presenta Maricruz M茅ndez Vall constituye un aporte valioso para develar los claroscuros de toda una 茅poca reciente y mal conocida, lo que genera muchos de los males presentes como la continuidad de la tortura por parte de los agentes del estado, la represi贸n y criminalizaci贸n de la lucha social y la ejecuci贸n impune de numerosos l铆deres campesinos cuyo 煤nico delito es reivindicar un pedazo de tierra para trabajarla. Es la herencia dejada por el Tiranosaurio, cuyos seguidores siguen reivindicando "la era de paz y progreso", paz de los sepulcros y progreso para un peque帽o c铆rculo de privilegiados de una burgues铆a fraudulenta que sigue ejerciendo notable influencia para mantener un modelo violento de soluci贸n de los conflictos.
El libro es tambi茅n un tributo a la generosidad del pueblo uruguayo y a grandes referentes de su sociedad que tendieron su mano generosa a los exiliados paraguayos. As铆 como al pueblo argentino, una tercera patria de la autora, donde vivi贸 su juventud, realiz贸 sus estudios y plasm贸 el inicio de su lucha por la causa democratizadora en Paraguay.
Y se cierra con el retorno a su patria de origen, a la que pudo volver tras la ca铆da de la dictadura, iniciando lo que Mario Benedetti ha definido como el desexilio, apostando a iniciar una nueva etapa de su vida con las dificultades que ello comporta.
La intervenci贸n de otras voces est谩n presentes tambi茅n en el libro permitiendo diversas miradas confluyentes, lo que brinda una dosis de amenidad con datos, tonos y matices, que ayudan a desarrollar una genuina gram谩tica de la memoria, de c贸digos y se帽ales que nos invitan a reflexionar sobre qu茅 pa铆s queremos y cu谩l es el rol que podemos jugar cada uno de nosotros. Aunque sea para no repetir los errores del pasado, apostando a construir una sociedad m谩s tolerante, pluralista y respetuosa de los derechos de los dem谩s.
Antonio V. Pecci
PARA EL LIBRO DE MARICRUZ
Mi homenaje y amoroso recuerdo a mis padres, Dr. Diosmel Becker Guti茅rrez y Mar铆a Ester Mart铆nez Caballero, dos seres ejemplares.
Asunci贸n, Julio de 2007.
Asunci贸n, 13:30 horas. Una siesta t贸rrida de verano. Un chalet sobre la calle Cerro Cor谩 entre Per煤 y Santa Fe (hoy Cnel. Irraz谩bal), del barrio Ciudad Nueva. Un hombre joven, alto, rubio, de ojos celestes, vestido con impecable traje del color de sus ojos, golpeando las manos en el port贸n, para llamar la atenci贸n de los moradores de la casa. Un peque帽o de corta edad, su hijo, parado a su lado, tomado de la mano. Una puerta que se abre y la empleada de la casa que, al salir, reconoce de inmediato al visitante y dice: "Un segundito, doctor, que ya le aviso enseguida". Transcurren algunos minutos, mientras padre e hijo disfrutan el sol del amable verano subtropical, hasta que la puerta empieza a abrirse de nuevo. Hombre y ni帽o se acercan. Parado en el espacio, ahora apenas entreabierto, de la puerta de entrada, enfundado en saco y pantal贸n pijamas de seda, de color beige, un se帽or canoso, alto, con anteojos, a quien el ni帽o ve铆a con suma frecuencia, casi diariamente, en reuniones y visitas en su propia casa y en la casa de sus abuelos, enfrente de la suya, y sab铆a que era compadre de su abuela y alguien muy apreciado y respetado en la familia. El visitante le estrecha la mano y le extiende unos papeles al tiempo que le dice: "Buenas tardes, Dr. Estigarribia. Disculpe que tenga que molestarlo ya en su hora de descanso, pero usted sabe que la cuesti贸n es urgente. Esta es la nota de la cual hablamos". El hombre mayor, a diferencia de ocasiones anteriores, no invita a pasar ni a sentarse ni ofrece un vaso de agua fresca o un terer茅 o una limonada. Simplemente, toma los papeles, los mira apenas por encima y se los devuelve al visitante diciendo: "Ipor谩 ningo Diosmel, pero che nda firma mo'ai. Che'ngo aim茅 penendiv茅, chamigo, pero che tuj谩ma'ngo, ha ndahasev茅ima la exiliope" ("Est谩 muy bien, Diosmel, pero yo no voy a firmarla. Ciertamente, yo estoy con ustedes mi amigo, pero ya estoy viejo y no quiero volver a un exilio")...
De nada sirvieron los esfuerzos argumentales del visitante ("la crisis del pa铆s...", "la situaci贸n del partido...", "la conducta del General..."). La decisi贸n y actitud del due帽o de casa no cambiaron. Sobrevino, pues, otro corto apret贸n de manos y una breve despedida del visitante, con la frase: "Ser谩 una verdadera l谩stima si al menos no apoya este pedido en la reuni贸n de la Junta".
Ese fue el cuadro. Esa fue la escena. Esas fueron las palabras utilizadas en el breve di谩logo. Mi padre me abri贸 la puerta del auto, me ayud贸 a subir y 茅l dio la vuelta y se sent贸 detr谩s del volante, para continuar el viaje hasta nuestra casa. Son curiosos los recovecos de la memoria. Siempre retuve este episodio de mi vida, esta an茅cdota, de una manera particular, por varias (algunas desconocidas) razones. En verdad, pr谩cticamente nada de lo que se habl贸 en esa ocasi贸n me resultaba desconocido en t茅rminos de vocabulario. Lo escuchaba diariamente en las inn煤meras conversaciones de las inn煤meras reuniones y encuentros que se produc铆an cotidianamente en mi entorno familiar, dom茅stico. Aunque con certeza no las comprend铆a todas, las palabras, digo, no me resultaban extra帽as. Salvo una, que era absolutamente nueva para m铆: "exilio". Mi insaciable curiosidad infantil me oblig贸 a preguntar, entonces: "Qu茅 es "exilio", pap谩?". Y la respuesta no se hizo esperar: "Era un castigo b谩rbaro que se aplicaba en la antig眉edad a la gente mala, mi hijo, a los criminales".
Ni mis m谩s delirantes fantas铆as infantiles pod铆an permitirme imaginar, entonces, lo cerca que estaba de conocerlo en carne propia...
La historia posterior es conocida: la Nota de los 17, su aprobaci贸n por la Junta de Gobierno, el (corto) levantamiento del Estado de Sitio por presi贸n de la autoridad del Partido, la manifestaci贸n y apaleamiento de los estudiantes en la Plaza Italia, el pronunciamiento claro y valiente, expresado mediante votaci贸n reiterada de una mayor铆a de la C谩mara de Representantes esa misma noche, en sesi贸n extraordinaria, exigiendo rendici贸n de cuentas y responsabilidades a las autoridades nacionales (Jefe de Polic铆a, Ministro del Interior y, claramente, al propio General Presidente), el apresamiento de los Diputados -entre ellos, mi padre que propusieron, apoyaron y votaron esa Resoluci贸n, el posterior Decreto de Stroessner disponiendo la disoluci贸n del Parlamento -antedatado, ya que trat贸 de no sumar como agravante de esa dictatorial medida, la violaci贸n de los fueros parlamentarios, intentando salvar la cara frente a la comunidad internacional-, los d铆as de apresamiento en el Departamento de Investigaciones, el confinamiento en Villa Ygatim铆, la fuga durante el traslado al destino final, Ypehu, el cruce de la selva y la cordillera, la llegada a la frontera brasile帽a, el traslado "a dedo" hasta R铆o de Janeiro donde fue junto con otros compa帽eros de causa- recibido y amparado por buenos amigos pol铆ticos brasileros, todos alarmados ante los acontecimientos desatados en Paraguay, y desde all铆, la larga peregrinaci贸n que lleg贸 primero hasta Ponta Pora (primer reencuentro con mi madre), luego Montevideo, Buenos Aires, Corrientes, Formosa, Clorinda ... ac谩, en la frontera, a un paso del terru帽o, aumentando el sufrimiento porque se lo pod铆a "ver pero no tocar".
En diciembre de ese a帽o, fuimos para Argentina con toda mi familia (nada grande, apenas mi madre y mi peque帽a hermana, Carmen). El Hotel Buenos Aires, hoy desaparecido, acogi贸 a casi todos los paraguayos reci茅n llegados, bajo la mirada cari帽osa, la actitud servicial y la cordialidad permanente que nos dispensaba a todos su propietaria, Do帽a Melina. Tengo tambi茅n grabados en la memoria el aroma y el sabor de los desayunos, elaborados en cada una de nuestras respectivas habitaciones en base a caf茅 soluble y leche condensada, con un calentadorcito a alcohol. Me parece estar viendo las largas tertulias bajo una suerte de "corredor jere" que ten铆a el hotel, protagonizadas por los flamantes exiliados.
Y, aparte pero muy cerca y siempre prontas a intervenir en la otra, la ronda de se帽oras (mi madre Mar铆a Ester, Poch贸 de Zacar铆as, Kika de Lovera, Perla de Boettner, Carmen de Chaves, Betty de Becker, Panchita de Valiente,... tantas!), intercambiando opiniones tanto pol铆ticas como dom茅sticas, tanto alabanzas a los respectivos hijos... como fingidas quejas de nuestras interminables travesuras infantiles. Y, claro, ideas acerca de c贸mo "estirar", "hacer rendir" los apretados presupuestos.
El exilio... y el diccionario que no alcanza. El de la Real Academia nos dice:
Exilio. (Del lat. Exil-um).
1. m. Separaci贸n de una persona de la tierra en que vive.
2. m. Expatriaci贸n, generalmente por motivos pol铆ticos.
Esto es verdad, pero fr铆o. T茅cnico, pero desalmado.
En alg煤n momento, claro, volv铆 a preguntarle a mi padre sobre lo que ya cont茅 que me hab铆a dicho que era el exilio. "Pap谩, ahora que estamos exiliados, quiere decir que somos gente mala? Somos crimina les?". En el fuerte abrazo que me dio, escuch茅 su voz quebrada respondiendo: "No, papito. Nosotros no somos gente mala. La gente mala es la que nos est谩 haciendo esto. A veces, eso tambi茅n pasa. Pero todo se va a arreglar, pronto".
Maricruz, sin quererlo porque est谩 hablando de otras cosas, hace una estupenda definici贸n, en una sola frase: "aquellos seres que padecen, sin despojarse nunca de la esperanza".
El exilio. La vida que sigue... el regreso que no llega.
Las cortas visitas a Paraguay de la mano de nuestras madres ("para pagar los impuestos", "para arreglar -o alquilar- la casa", "para llevar algunas cosas"...) no estaban jam谩s exentas de enfrentamientos verbales y tironeos con la polic铆a pol铆tica del r茅gimen. En esto, recuerdo muy especialmente a mi madre, "campeona" en reducirlos verbalmente a polvo en cada puesto fronterizo donde alguno de aquellos miserables y, a la vez, pobres infelices ("orden superior. Tenemos que cumplir, se帽ora"), osara siquiera algo diferente que dejarla pasar, para entrar o salir del pa铆s. En tales ocasiones, no pocas veces comenzaba haci茅ndoles conocer su condici贸n de nieta de Bernardino Caballero, y a partir de ah铆, para indicarles que ellos y su gobierno no solamente no eran colorados sino que eran la verg眉enza de los aut茅nticos colorados, adem谩s de opresores de todo el
Pueblo paraguayo, y am茅n de ladrones, contrabandistas, torturadores y asesinos. 隆Ah铆 les va! Nunca, nadie, luego de este discurso (mucho m谩s extenso que lo que relato ac谩) hizo algo diferente que devolvernos presurosos nuestros documentos de identidad y dejarnos pasar. A nosotros, y a las otras se帽oras amigas que casi siempre se acompa帽aban, para una - bastante ingenua-"mayor seguridad" de todas. .. Aunque algunas veces, la precauci贸n se revel贸 煤til.
Y se segu铆a el viaje. A veces, de salida, embarcados en alg煤n antiguo paquebote al menos hasta Formosa (recuerdo uno, el "Bruselas鈥...). Otras, en el viejo "hidro". Otras, las m谩s, en alguna canoa zarpando desde la Playa Montevideo con rumbo a Puerto Elsa (hoy Nanawa), cruzando el r铆o con aguas mansas o con ventarrones, disfrutando el viaje con infantil .y absoluta inconsciencia del peligro, y continuando luego en "carrito" hasta la temblequeante pasarela que un铆a las fronteras ...
El exilio. La vida que sigue... el regreso que no llega.
Algunas Navidades o A帽os Nuevos en lo de Mart铆n Valiente G贸mez (ten铆a una casa junto a un brazo del r铆o, con un patio grande, donde pod铆amos caber todos). Los brindis, invariablemente, eran por el pronto regreso a la Patria, al Hogar: "隆el pr贸ximo ya ser谩 en Paraguay!" dec铆amos, todos, con inocente convicci贸n, en esas inolvidables ocasiones que compart铆amos con Don Jos茅 Zacar铆as Arza, Luis Oscar Boettner, Mario Mallorqu铆n (me ense帽贸 a jugar ajedrez), Waldino Ram贸n Lovera, Osvaldo Chaves, mi t铆o Ram贸n Becker Gim茅nez, Pedro A. Caballero, Evaristo M茅ndez Paiva, Fulgencio Aldana, Bernardo Garc铆a ... En otros momentos con mi t铆o Cancio Ayala Cantero, Julio C茅sar Kolberg, Virgilio Cataldi, Miguel 脕ngel Gonz谩lez Casabianca, Eladio Montan铆a, Faustino Centuri贸n, "Nenito" Ortiz, Rub茅n Duarte, V铆ctor Ortigoza, Nelson Silvera, Andr茅s G贸mez Galeano, Mart铆n Venialgo, Abelardo C谩rdenas, Jes煤s Villamayor, Miguel 脕ngel Aquino, Guido Arce Baz谩n, Raimundo Dom铆nguez ...
Muchos de ellos, entre los cuales mi propio padre, no han tenido ya la fortuna de ver la partida del Dictador. Pero a veces me consuelo pensando que tampoco han debido padecer la frustraci贸n de ver seguir, hasta hoy, tantos de los m茅todos y las peores pr谩cticas de la dictadura. De hecho, es posible que hubieran muerto igual, sin haber alcanzado el sue帽o del Paraguay aut茅nticamente libre y democr谩tico que aspiraban ayudar a construir, y por el cual sacrificaron sus carreras, sus futuros y hasta sus vidas.
Pues bien, mi memoria infantil parece agotarse en aquellos nombres para aquellos momentos, pero soy consciente de que eran muchos m谩s y que estoy, con certeza, en mi involuntaria omisi贸n, cometiendo una horrible injusticia con ellos, pero sobre todo con la historia, con la historia del exilio, con la historia del exilio colorado, con la historia de la dignidad republicana. S贸lo tengo como d茅bil excusa que la di谩spora sobreviniente a lo largo de tantos a帽os los alej贸 de m铆 y de las memorias de mi infancia. Pero todos ellos son, hoy, tambi茅n parte de mi historia, de muchos de los m谩s hermosos, valiosos y ricos momentos de mi vida. Y de mis propias "desmemorias", como nos dice Maricruz.
Maricruz, mir谩 lo que me est谩s haciendo... Sin ninguna clase de sonrojo reconozco que me ha emocionado hasta las l谩grimas tu libro, m谩s que tal a secas, un diario 铆ntimo de momentos cumbres y de las m谩s profundas hondonadas. Una confesi贸n, hecha en p煤blico. Una cirug铆a emocional "a coraz贸n abierto". Un desnudo del alma y de los m谩s 铆ntimos pensamientos.
Tanto me ha llegado que, al pretender escribir la Presentaci贸n que me pediste, lo que est谩 saliendo es esto... otro desnudo del alma, otro parto de recuerdos. 隆Cualquier cosa, menos lo que "se estila"! Te pido a vos y a todos mil disculpas. 驴Pero sabes qu茅? Lo voy a dejar as铆 mismo, tal cual est谩. Porque siento que, tal vez, de este modo estoy siendo m谩s fiel a tu pedido, o mejor dicho, a tu intenci贸n m谩s rec贸ndita, aportando algunas de mis propias memorias y pensamientos, para subrayar, ratificar y resaltar los tuyos.
De la mano de tu sentida obra e inspirado por ella, al correr del teclado he podido revivir situaciones y momentos que hace mucho, mucho tiempo estaban hundidos en lo que alguna vez ya he dicho, esos surcos que nos deja la vida y que llamamos recuerdos.
Y seguramente vale esta ocasi贸n tambi茅n para expresar ac谩, una vez m谩s, un reconocimiento especial y una gratitud enorme hacia aquellos pueblos que, a lo largo de toda la historia, a pesar y m谩s all谩 de dictaduras militares, a pesar y m谩s all谩 de cualquier "operaci贸n C贸ndor", han abierto siempre sus brazos fraternales y extendido sus manos generosas para amparar al exilio paraguayo (pol铆tico y econ贸mico), que contin煤a hasta hoy. En mi caso, vaya la expresi贸n de mis m谩s caros sentimientos hacia la Rep煤blica Argentina, que aprend铆 a querer como mi segunda patria.
Maricruz, mi querida amiga, mi hermana, mira vos todo lo que es capaz de generar tu libro, para m铆 y para, estoy seguro, cada persona m铆nimamente sensible que pueda tener la ocasi贸n de disfrutarlo.
Te felicito, Maricruz. Pero, al mismo tiempo, te agradezco infinitamente por haberme dado la oportunidad de revivir memorias comunes, y con ellas, rescatar muchos de los momentos m谩s significativos de mi propia vida. S茅 que as铆 ser谩, tambi茅n, para otros muchos miles.
Gustavo Becker M.
A MODO DE INTRODUCCI脫N
Un escritor argentino dec铆a en la radio d铆as atr谩s: "Lo que m谩s cuesta es escribir sobre la propia casa: la infancia". Refiri茅ndose a un libro suyo en donde lo autobiogr谩fico est谩 presente, y que le llev贸 tres a帽os concluir.
Me pregunto si en el caso m铆o, en el cual el relato trasciende la infancia, ser谩 doblemente trabajoso. Y aunque as铆 fuera, contar pasajes de mis vivencias en el exilio es un desaf铆o personal, convencida de que la historia de la familia a la que pertenezco se entreteje con una etapa de la historia pol铆tica y social de mi pa铆s. Una etapa de treinta y cinco a帽os de un solo presidente: Alfredo Stroessner.
Estos pasajes fueron plasm谩ndose en hojas sueltas, borradores o publicaciones puntuales, a lo largo de varios a帽os, al vuelo de los deseos, con posterioridad a la ca铆da de Stroessner ya en Asunci贸n. Quiz谩 por eso convivan niveles de lenguaje diferentes, escenas, tiempos y espacios superpuestos, en una espiral de emociones encontradas. Al fin y al cabo, as铆 fue la vida nuestra.
Aunque s铆 creo saber d贸nde se inicia el c铆rculo de la palabra escrita. Es con el testimonio m铆o, en el a帽o 1989, para el libro publicado por Olga Caballero, "Por orden superior". Y se cierra en noviembre del 2006, cuando mi madre, de 83 a帽os, mi hermano Prudencio y yo decidimos transitar nuevamente nuestra historia de vida y testimoniar ante la Comisi贸n de Verdad y Justicia, en Asunci贸n, como un aporte a la memoria colectiva. En ese lugar, parada ante la galer铆a de fotos de los desaparecidos, los torturados, tuve la certeza y el coraje de poner en marcha este libro. Como un ejemplo de lo vivido por las familias, hijos, hijas, parientes cercanos, amistades, cuando se trataba de persecuci贸n pol铆tica.
Para hacer realidad el libro me he refugiado un par de meses en Buenos Aires, en la casa de Estela Cattoni. Quienes no la conocieron en vida, podr谩n hacerlo a lo largo de las siguientes p谩ginas. Tal vez as铆 comprendan las razones de la elecci贸n de mi refugio, afortunadamente esta vez sin las connotaciones negativas y dolorosas de los refugios-exilios, h谩bitos perversos de 茅pocas pasadas.
A pesar de mi voluntad -y dando rienda suelta a la memoria-tom茅 conciencia de la desmemoria: una no recuerda siempre lo que quiere, sino lo que puede y desde donde puede. He respetado las decisiones del coraz贸n y del olvido. No todo es narrable, hasta para una misma. Por eso, en ciertos casos, he recurrido a otras voces de la casa. Para que me ayuden en el entramado familiar de vivencias personales y compartidas, a lidiar con las emociones y los recuerdos, volcados al papel.
Hecha la salvedad, intentar茅 introducirme-introducirles en mis vivencias, eligiendo como inicio del ovillo, en la primera mirada, algunos pasajes textuales de mi testimonio en el libro de Olga Caballero, a帽o 1989. Punto de inflexi贸n en mi vida y en el Paraguay. Enriquecido, al mismo tiempo, con un contrapunto 铆ntimo once a帽os despu茅s, en el 2000, sumando hoy el aporte de mis hermanos. La segunda mirada, posterior, m谩s distante de los hechos, contiene pinceladas de mis primeros a帽os de vida, del exilio familiar en Montevideo y en Buenos Aires. En la tercera mirada rescato impresiones y reflexiones del Paraguay postdictadura, en mi condici贸n de "retornada". En esa singularidad que ayer me desafi贸 tanto como hoy me enorgullece: ser hija de Epifanio y Fredes. Perseguidos implacablemente durante treinta y cuatro a帽os por la dictadura stronista.
Buenos Aires, Febrero/Marzo/2007
PRIMERA MIRADA
PASAJES DEL LIBRO "POR ORDEN SUPERIOR"(1989)
EN CONTRAPUNTO PERSONAL (2000)
Cuando en 1989, ya en el pa铆s, Olga Caballero me propone ser parte de un libro con historias de mujeres que hab铆an sido perseguidas por la dictadura, pens茅 de inmediato que ella hab铆a confundido a su interlocutora, queriendo dirigirse en verdad a mi madre y no a m铆. Ante mi duda, me respondi贸 que su inter茅s pasaba por mis vivencias, como hija del exilio. Hasta ese entonces no se me hubiera ocurrido que las historias de vida de los hijos de los exiliados pudieran ser interesantes. Despu茅s del asombro, acept茅 complacida. Tampoco imagin茅 en ese momento el costo emocional que me significar铆a contar mi historia, rememorar pasajes de mi vida, algunos de ellos muy dolorosos. Sin embargo, reconozco que poder dec铆rselo a alguien, a modo de confesi贸n, pausadamente, en un relato de palabras entrecortadas o mal hiladas quiz谩, cargadas vaya a saber con cu谩ntas significaciones, me produjo un sanador alivio. A帽os m谩s tarde, con el permiso de Olga, decid铆 transcribir parte de ese testimonio, como reconocimiento al trabajo realizado por ella, libr谩ndome de alguna manera de volver a pasar por las mismas an茅cdotas desde la escritura y fundamentalmente desde las emociones. A pesar de los recaudos, se hizo dif铆cil leer sin involucrarme otra vez. Tom茅 un l谩piz y fui marcando determinadas frases, las que me resonaron con m谩s fuerza son las presentes. Tambi茅n sent铆 la necesidad, a m谩s distancia, de repensar mi historia, hilvanando nuevos pensamientos. Y seguir buceando en lo que empez贸 a ser contado en el a帽o en el que retornaba a mi pa铆s, al fin del un largo y todav铆a incomprensible exilio.
LOS PRIMEROS A脩OS
"Mi ni帽ez fue sin贸nimo de despedidas y encuentros. Estas son im谩genes de un ir y venir. De no estabilidad. De dispersi贸n total de la familia...".
As铆 comenz贸 mi relato, en forma desordenada brotaban los recuerdos y las emociones.
"Nuestra casa en el exilio fue siempre una casa de paraguayos. Los s谩bados y domingos era un verdadero tumulto, tanto era as铆 que mi mam谩 nos ten铆a que sacar de la casa, nos llevaba a los ni帽os al parque".
Mientras sigo leyendo, pienso en la fuerte presencia de mi madre en nuestras vidas, especialmente en la primera infancia, en el Uruguay. Tal vez antes no lo ve铆a as铆 y le atribu铆a toda la fortaleza a mi padre.
"La primera etapa del exilio fue bastante dif铆cil. Nosotros, mis hermanos y yo, sent铆amos que los conflictos que nuestros padres ten铆an eran consecuencia del exilio. Cuando peque帽os, percib铆amos las cosas pero no ten铆amos conciencia real del significado. All铆 mi madre intervino como un pilar muy fuerte, a pesar de que ella es chiquita y aparentemente fr谩gil, se la ve muy d茅bil, sin embargo, ella tiene la fortaleza para mantener la unidad y la salud mental de todos nosotros. Mi madre era la realidad concreta. Nos llevaba al colegio, nos ubicaba en un territorio, porque mi padre siempre, hasta la muerte, vivi贸 en Paraguay. Gracias a mi madre no s贸lo nosotros nos educamos, sino que tambi茅n mi padre pudo producir toda esa cantidad de material bibliogr谩fico que nos legara".
Todav铆a me veo ni帽a, mis amiguitas por lo general iban los domingos a la casa de sus abuelos. Mis domingos eran distintos.
"Un ni帽o empieza a ser antiestronista cuando no entiende la injusticia. Desde ni帽os nosotros 茅ramos antiestronistas. El ni帽o se hace antiestronista cuando sufre. Yo, por ejemplo, quer铆a ver a mis abuelos. Todos los ni帽os ten铆an abuelos, yo los ten铆a, pero no los pod铆a ver y sufr铆a, entonces mi madre nos contaba de ellos...".
Pienso que estos hechos han dejado huellas profundas en mi identidad, a pesar de la calidez encontrada en el pueblo uruguayo.
EL URUGUAY Y LOS MILITARES
"Despu茅s, cuando en los a帽os 71, 72 y 73 vinieron los militares al Uruguay, las cosas empezaron a cambiar. Yo ten铆a 17 a帽os cuando representantes del Ej茅rcito uruguayo empezaron a visitar a mi padre. Era la primera vez que a nosotros nos ocurr铆a algo as铆. En varias oportunidades revisaron los libros que ten铆a mi padre. Ven铆an a la casa y manten铆an largas conversaciones con mi padre. Una vez estuve de campamento por una semana y, al volver, me enter茅 de que mi padre hab铆a estado preso tres d铆as. Esos fueron los primeros golpes que directamente recib铆. No entend铆a lo que pasaba porque nosotros est谩bamos acostumbrados a la seguridad que da un r茅gimen democr谩tico... En ese momento en la Argentina se hablaba ya de la vuelta de Per贸n, eso creaba mucha expectativa, mucha esperanza.
Vertiginosos fueron esos a帽os. Apresamientos, desapariciones o salidas forzadas del Uruguay. Mis hermanos, mi padre, finalmente mi madre y yo, rumbo a Buenos Aires.
"Yo ten铆a 18 a帽os, estaba estudiando Derecho, estaba de novia y adem谩s amaba al Uruguay y sigo am谩ndolo, porque los mejores recuerdos los tengo de ese pa铆s...".
Nunca voy a olvidar de cu谩nto me cost贸 dejar Montevideo. Fue mi primer exilio consciente.
TRASLADO A LA ARGENTINA
"Llegu茅 a Buenos Aires y experiment茅 un tremendo cambio. All铆 era un hormiguero de paraguayos, no era como Montevideo, donde los paraguayos iban y volv铆an. En las "villas miseria" viv铆a cualquier cantidad de paraguayos".
Buenos Aires se presentaba por un lado inh贸spita, como gran ciudad, pero por otro acogedora, con esa colectividad paraguaya tan impresionante. Las persecuciones, sin embargo, no se hicieron esperar apenas fallecido el Gral. Juan Domingo Per贸n.
"La falta de documentos fue otra forma de persecuci贸n. En el Uruguay, que es un pa铆s muy liberal, pod铆amos estudiar y trabajar sin documentos; en cambio, al llegar a la Argentina lo primero que tuvimos que hacer es tratar de conseguir documentos. En el consulado paraguayo nos negaron (el c贸nsul de aquella 茅poca era Barchini). Necesit谩bamos el certificado de Buena Conducta para conseguir residencia en la Argentina... Tuve que dejar mi carrera de Derecho porque no obtuve mis documentos definitivos hasta 1978".
No miento cuando digo que Montevideo conserva mi exilio de ni帽a adolescente, y Buenos Aires mi exilio de joven-adulta.
"Mi visi贸n de ni帽a del Paraguay eran mis padres, sus amigos. Siempre mi familia estuvo ligada al Paraguay y a nuestro pa铆s lo viv铆amos en forma cotidiana. Cuando ten铆a 18 a帽os decid铆 afiliarme al Partido Colorado, de all铆 parte mi visi贸n de adulta. Empec茅 a trabajar en el Movimiento Popular Colorado (Mopoco), del que form谩bamos parte todos los colorados del exilio; los que salieron en 1955, llamados "epifanistas"; el grupo de los huelguistas del 58 y los firmantes de la nota de los 17 (ver glosario pol铆tico). Trabajamos todos juntos hasta que en el 73 se escinden la ANRER (Asociaci贸n Nacional Republicana en el Exilio y la Resistencia) que lideran mi padre y Osvaldo Chaves, por un lado, y por el otro el MOPOCO (Movimiento Popular Colorado), donde est谩n Waldino Lovera, Miguel 脕ngel Gonz谩lez Casabianca, Mario Mallorqu铆n y muchos m谩s. En ese momento nosotros formamos la Juventud Colorada de la ANRER, desde donde comenzarnos a trabajar en las "villas miseria". Mi visi贸n de adulta del exilio comenz贸 cuando empec茅 a trabajar con los paraguayos marginados en las villas".
Todav铆a me pregunto c贸mo pudieron transcurrir tantos a帽os con la misma esperanza de retorno, como si 10, 20 贸 30 a帽os sin volver a la patria, sin ver a los seres queridos, se convirtieran en una situaci贸n "tolerable" para los exiliados y "normal" para la sociedad paraguaya en general. "Mis padres y tantos paraguayos exiliados viv铆an constantemente en el mundo del Paraguay. Mi padre viv铆a pensando en el Paraguay y cada Navidad ten铆a que ver con sus sue帽os de volver. Dec铆a: "La pr贸xima Navidad va a ser en Paraguay". Esa era una frase muy cl谩sica entre los exiliados, tal vez eso ayudaba a vivir".
A la distancia siento que frases m谩gicas c贸mo 茅sta ayudaba a sobrellevar nuestra existencia y alivianar situaciones que nos hac铆an tambalear. Como cuando a mi padre no se le permiti贸 asistir a su madre en el lecho de muerte. Tampoco pudo hacerlo mi madre con su padre.
Sigo hojeando mi testimonio, como si estuviera mirando mi propia pel铆cula.
"Para m铆, en ese momento el exilio segu铆a siendo rana pel铆cula, la miraba, pero todav铆a no sent铆a porque yo estaba muy c贸moda en Montevideo, y adem谩s el Uruguay, como dec铆a mi padre: "Era la m谩s bella obra civilizatoria de cuantas me cupo contemplar en la vida: pa铆s libre, hombres y mujeres sin prejuicios clasistas, racistas ni manique铆stas, pol铆tica de protecci贸n social de pies a cabeza; cultura profundamente cristiana y humanista-liberal; r茅gimen de seguridad p煤blica ilimitada para todos... ". En ese ambiente yo me desenvolv铆a y a m铆 directamente a煤n no me hab铆a tocado el lado horrible del exilio. Viv铆amos sin documentos, pod铆amos trabajar, estudi谩bamos en un ambiente muy hospitalario".
REENCONTRANDO LA IDENTIDAD
"Yo empiezo a protagonizar la pel铆cula cuando llegamos a Buenos Aires. Primero el hecho de dejar Montevideo en forma obligada, la tremenda realidad de los compatriotas en las "villas miseria, tengo que dejar la carrera de Derecho, no conseguimos documentos. El mundo de libertad que conoc铆a se desmorona. Entro en la pel铆cula y comienzan los porqu茅s". Ese fue el momento en que tom茅 conciencia de la necesidad de reencontrar mi identidad, mis ra铆ces.
"La pregunta de: qui茅nes 茅ramos nosotros, de d贸nde 茅ramos, por qu茅 茅ramos perseguidos, por qu茅 no pod铆amos ser adolescentes normales como cualquier otro. Por qu茅 la Polic铆a ten铆a que estar constantemente en nuestra casa...
Tantas preguntas sin respuestas me invad铆an, mientras suced铆an los acontecimientos. Poco dur贸 el tiempo de tranquilidad en la Argentina, las persecuciones no tuvieron tregua ni fronteras.
M脕S PERSECUCIONES POL脥TICAS
"Nosotros pasamos momentos muy dif铆ciles cuando, ya en la Argentina, comenzaba la 茅poca de las persecuciones pol铆ticas. Despu茅s de morir Per贸n (1.7.74) comenzamos a sentir con intensidad la represi贸n en la Argentina, era la 茅poca de la Triple A. Mi padre estuvo varias veces detenido. Mi hermano Juan Bernardino y dirigentes paraguayos en el exilio: Cancio Ayala Cantero, Alcib铆ades Fern谩ndez, Victorino Vel谩zquez y Eladio Zotelo, durante el gobierno de Isabelita estuvieron detenidos cien d铆as, bajo las 贸rdenes del Poder Ejecutivo Nacional, en Villa Devoto. Al no tener ellos proceso, al estar a merced de ellos, la 煤nica opci贸n que les quedaba era irse del pa铆s. Mi padre hizo numerosas gestiones hasta que obtuvo la orden de libertad".
En Villa Devoto, en la misma 茅poca de detenci贸n de los cinco mencionados, otros pol铆ticos de la regi贸n corr铆an la misma suerte, como el ex senador uruguayo Enrique Erro.
Por otra parte, a la par de la lucha pol铆tica, se constru铆an los afectos. En el patio de la c谩rcel, en las visitas a los presos pol铆ticos, mi hermano Juan Bernardino conoce a una joven que visitaba a su hermano, tambi茅n detenido. Ella ser谩 su compa帽era por varios a帽os y madre de su hija Mar铆a Eva.
Luego, el 21 de julio del 74 fue el atraco a la Convenci贸n de la Juventud Colorada en Buenos Aires por la Polic铆a argentina, en connivencia con la paraguaya. De los m谩s de 200 convencionales, 53 fueron a parar durante once d铆as (salvo los menores detenidos en el procedimiento) a la c谩rcel de Villa Devoto. Los dem谩s se salvaron porque el operativo se realiz贸 al mediod铆a, durante un cuarto intermedio para el almuerzo.
Estaba en marcha la Alianza Anticomunista Argentina, la Triple A, liderada por Jos茅 L贸pez Rega, ala derechista del peronismo. Coexistiendo al mismo tiempo grupos guerrilleros en una Argentina de gran movilizaci贸n social. Eran los proleg贸menos del golpe militar de marzo del 76.
"Present铆amos que con ese ambiente en la Argentina todo iba a ser dif铆cil. Efectivamente, siguieron los apresamientos. Yo los contaba y era uno por a帽o. En 1977, mi hermano Epifanio, que estudiaba periodismo, al salir de la Facultad pas贸 por el Hotel Nogar贸, donde justamente estaba alojado un alto jefe militar paraguayo. Ven铆a con un compa帽ero. 脡ste tuvo un entredicho con el polic铆a de tr谩nsito y les tomaron los datos personales. Al d铆a siguiente cay贸 la Polic铆a a mi casa. Claro, como mi hermano tambi茅n se llama Epifanio, vinieron a buscarlo. Mi padre lo acompa帽贸. Nosotros dec铆amos para qu茅. Pero mi padre ve铆a m谩s all谩. Ya est谩bamos en la Argentina de los secuestros y las desapariciones y lo que en ese momento salv贸 a mi hermano fue que mi padre lo acompa帽ara. Los apresaron a los dos, pero como mi padre era un pol铆tico conocido era muy dif铆cil que desapareciera as铆 nom谩s. Estuvieron en una comisar铆a, despu茅s desaparecieron, no supimos m谩s nada de ellos.
Mi hermana Teresa, que vive en los Estados Unidos, en ese momento era profesora en la Universidad de Standford, California, hizo las denuncias que sirvieron para que no los cruzaran al Paraguay, porque ellos estaban en el Chaco, a punto de ser entregados a la Polic铆a paraguaya. Ser cruzado a Paraguay en esos a帽os significaba que ya no iban a volver, porque ese fue el a帽o de la desaparici贸n del Dr. Agust铆n Goibur煤".
Recuerdo que mi hermano no estaba en casa cuando vino la Polic铆a a buscarlo. Mi padre decide acompa帽arlo a la Comisar铆a 2a, all铆 quedaron. Estuvieron exactamente del 7.10.77 al 13.11.77 detenidos-desaparecidos. Reci茅n ahora tomo conciencia de las veces que utilic茅 la palabra "desaparecidos". C贸mo pudo volverse cotidiano lo siniestro, c贸mo pudimos convivir con el horror sin ahogarnos en 茅l. A煤n no me lo explico.
"La 茅poca de las desapariciones en la Argentina nosotros la viv铆amos muy intensamente. Mi padre estaba preso y entonces le toc贸 a mi hermano Juan Bernardino y a otros j贸venes colorados ocupar el lugar de mi padre y hacer las gestiones... Esto era un ir y venir y mi madre y nosotros nos divid铆amos. Algunos 铆bamos a la prensa, otros a ver a las autoridades, tratando de llegar a las m谩s altas jerarqu铆as para saber por lo menos d贸nde estaban.
Fue muy dram谩tico cuando presentamos h谩beas corpus y cuando mi hermano y yo fuimos informados que Epifanio M茅ndez Fleitas y Epifanio M茅ndez Vall pertenec铆an al ERP (Ej茅rcito Revolucionario del Pueblo, movimiento armado argentino). Salimos de all铆 totalmente desmoronados, con la certeza de que nadie nos iba a ayudar. Tal acusaci贸n har铆a que nadie pudiera hacer nada por nosotros".
De esa tormenta salimos. Por suerte para nosotros, en el a帽o 1977 Amnist铆a Internacional gan贸 el Premio Nobel de la Paz y, coincidentemente, el nombre de mi padre fue adoptado por la organizaci贸n. Eso signific贸 que, luego de comprobar la falsedad de las acusaciones, se solicit贸 y se reclam贸 por 茅l internacionalmente ante las autoridades pertinentes. Mientras tanto, nuestras vidas continuaban.
LOS AFECTOS Y LA NUEVA DISPERSI脫N FAMILIAR
"En 1978 me cas茅 en Buenos Aires con un paraguayo, Alejandro. Lo conoc铆 cuando mi padre, junto con un grupo importante de m煤sicos, entre ellos Oscar Escobar y mi hermano Juan Bernardino, grababan un disco con temas del viejo conjunto San Solano (1977). Necesitaban un bajo para cierto tema y all铆 apareci贸 Alejandro... ".
Y con 茅l llegaron nuestras dos hijas: Anah铆 e In茅s. Ellos fueron mi cable a tierra y sost茅n afectivo en esos a帽os.
"... A partir de 1978 sufrimos una gran dispersi贸n familiar. El primero que sufre el exilio yo-谩 (exilio doble) es mi padre. Expulsado de la Argentina, sin documentos, 茅l decide dejar el pa铆s despu茅s de haber sido apresado. Francia, Suecia y Estados Unidos le ofrecen asilo pol铆tico. Por razones familiares decide ir a Estados Unidos, donde estaba residiendo mi hermana.
A los pocos meses, mi hermano Juan Bernardino, tambi茅n sin documentos, se exili贸 en Suecia durante seis a帽os. Luego Prudencio, que opta por ir a Estados Unidos, donde tambi茅n-permanece por seis a帽os.
Mi hermano Jos茅 tambi茅n decide dejar la Argentina antes de que lo expulsaran. Fue a M茅xico... Mi madre fue a Estados Unidos con mi padre. Quedamos en la Argentina: yo, que ya estaba casada, y mi hermano Epifanio. Esa fue la gran dispersi贸n de mi familia y el hecho m谩s doloroso, porque cada uno de nosotros tuvo que vivir en un pa铆s diferente. Adem谩s, 茅ramos conscientes de que la separaci贸n iba a ser por mucho tiempo".
EL MUNDIAL DE F脷TBOL DE 1978
En el a帽o 78 fue el Mundial de F煤tbol en la Argentina. El gobierno militar hab铆a hecho una campa帽a publicitaria con afiches que pregonaban: "Los argentinos somos derechos y humanos". Otros, con la figura de una enfermera: "El silencio es salud".
Rememoro el a帽o 1978 como un a帽o emblem谩tico, era el inicio de una nueva etapa personal para m铆, formar mi propia familia. Pero tambi茅n el inicio de la dispersi贸n de mi familia de origen. Ese a帽o llor茅 cada partida.
En carne propia supimos lo que significaban la Doctrina de la Seguridad Nacional y el llamado Operativo C贸ndor. Mis hermanos Juan Bernardino y Prudencio ten铆an orden de expulsi贸n del pa铆s. A Juan Bernardino, a pesar de haber obtenido la radicaci贸n temporaria en la 茅poca del presidente C谩mpora, le reeditan, en el a帽o 1977, una orden de expulsi贸n "pendiente" del a帽o 72, bajo la presidencia del Gral. Lanusse. En dicho a帽o hab铆a sido apresado con varios compa帽eros, ante la visita del Gral. Stroessner a la Argentina. Se exili贸 en Suecia durante seis a帽os.
El 煤ltimo en partir fue mi hermano Jos茅 en el a帽o 1980. Ante la negativa del Consulado General del Paraguay de otorgarle pasaporte paraguayo, 茅l puede salir de la Argentina gracias a un "Pasaporte Especial para Extranjeros", concedido por la Polic铆a argentina, a instancias de una orden judicial (el segundo apellido del juez era Benegas), tr谩mite realizado por la asesor铆a jur铆dica gratuita de la Facultad de Derecho de Buenos Aires. Sale rumbo a M茅xico, donde consigue una beca para exiliados de la organizaci贸n SUM (Servicio Universitario Mundial), con sede en Ginebra, para su primera carrera: composici贸n musical. Luego, sigue siendo becado, pero ya por el gobierno de M茅xico para la carrera de Relaciones Internacionales.
En 1983, felizmente, la Argentina recupera la democracia. Gobierno del Dr. Ra煤l Alfons铆n
"En la Argentina sube el gobierno radical y ello hace que en nosotros renazca la esperanza de volver a encontrarnos toda la familia, pero una mala noticia oscurece todo. Nos enteramos de que mi padre estaba con c谩ncer y que le quedaba muy poco tiempo de vida. Mis hermanos empiezan a solicitar la derogaci贸n de las 贸rdenes de expulsi贸n de la Argentina, solicitud concedida inmediatamente por el gobierno de Alfons铆n. Ello nos permiti贸 unirnos nuevamente. Vuelven mi padre, mi madre, mis hermanos. Nuestra alegr铆a iba a durar solamente un a帽o, porque muere mi padre (1985) sin poder realizar el anhelo de su vida: volver a su pa铆s". Terminaban los a帽os del Operativo C贸ndor, el Mercosur de la represi贸n.
"En los a帽os de soledad en la Argentina, que fueron dur铆simos, fueron innumerables nuestros sufrimientos, de toda la gente, de todos los latinoamericanos. La Doctrina de la Seguridad Nacional ha marcado a los pueblos, a su gente. Argentinos, uruguayos, chilenos, paraguayos, durante los a帽os de terrible persecuci贸n en la Argentina, nos reun铆amos en los bares para no despertar- sospechas, porque con la muerte de los uruguayos, diputado Guti茅rrez Ruiz y senador Zelmar Michelini y tantos otros latinoamericanos, nosotros ve铆amos, impotentes, c贸mo todo era destruido, alejados de nuestras familias, sin poder compartir los dolores".
Mientras releo mi testimonio me pregunto si hoy ser铆amos capaces de soportar algo semejante, y me asombro de los mecanismos a los que recurrimos para aferrarnos a la vida.
"... Como una reacci贸n ante la barbarie, ante la dispersi贸n, nosotros (mis hermanos y yo) tratamos de capacitarnos, nos refugiamos en el estudio. A pesar del dolor, buscamos una disociaci贸n instrumental, como dicen los psic贸logos, y hemos tratado de capacitarnos en el 谩rea intelectual y tapar la afectiva. Durante ese per铆odo yo termin茅 mis carreras art铆sticas, tomaba muchos cursos, empec茅 a leer mucho.
Trabaj茅 mucho en pol铆tica. Cuando la reacci贸n normal de cualquier persona ser铆a la de borrarse, conmigo sucedi贸 lo contrario: tuve una tremenda necesidad de estar cerca de lo que consideraba m铆o y que ellos quer铆an destruir, y yo era en ese momento plenamente consciente de que depend铆a de m铆 que no se destruyera. Lo mismo sucedi贸 con todos mis hermanos. A煤n antes de que llegara al poder el gobierno radical, nosotros resolvimos largar la revista 脩E'ENGATU, que nace como una necesidad de informar a la colectividad paraguaya en la Argentina sobre la realidad en nuestro pa铆s".
En 1984, con el gobierno del Dr. Alfons铆n, se inicia el regreso de los exiliados a la Argentina. Tambi茅n, como en nuestro caso, de los desterrados yo-谩 (doblemente desterrados).
"Volvieron mis padres, volvieron mis hermanos, todo fue muy emotivo. Pero nos enfrentamos con choques culturales; todos ven铆an de culturas diferentes que nos marcaron a nosotros. Tal vez Bernardino haya sido el que m谩s sufri贸 el exilio en Suecia...".
En 1985 muere mi padre. En 1986 intento entrar al Paraguay, me detienen y me expulsan. En Buenos Aires inicio la carrera de Psicolog铆a Social, mientras sigo vinculada a las actividades pol铆ticas del exilio. Hasta que nos sorprende el 2 y 3 de febrero de 1989.
DERROCAMIENTO DE STROESSNER
"Cuando cay贸 Stroessner, el 3 de febrero de 1989, est谩bamos trabajando en representaci贸n de "脩e engat煤" con la Coordinadora Paraguaya en la Argentina por Elecciones Libres. Justamente ese jueves est谩bamos preparando un acto de repudio por la farsa electoral del 14 de febrero, nosotros est谩bamos todav铆a discutiendo c贸mo redactar los carteles que digan cosas como: "La dictadura de Stroessner... ". Entretanto, ac谩 ya se estaban produciendo los bombardeos. Cuando nos enteramos ese 2 y 3 de febrero, fue una algarab铆a total, una borrachera total".
LA ALEGR脥A VINO MEZCLADA DE TRISTEZA.
"Mi gran depresi贸n comenz贸 el 4 y me puse a llorar como nunca lo hab铆a hecho antes... Comenc茅 a pensar en la gente que se qued贸 en el camino, me acord茅 de mi padre, me acord茅 mucho de la lucha nuestra y de cada cosa que nos hab铆a sucedido en el exilio..., de los paraguayos que hab铆an muerto en el exilio, de los desaparecidos, de los torturados. Yo pensaba, tantos a帽os, 驴c贸mo puede ser?".
El primer viaje al Paraguay libre tuvo la impronta narrada en este pasaje.
"Al desaparecer la opresi贸n yo me di el lujo de llorar. Todo el dolor que hab铆amos guardado y que trat谩bamos de negar para no ser desintegrados, lo expresamos en ese momento. Lo expres茅 yo. Nuestra vuelta al Paraguay tambi茅n fue de llanto, mis hermanos y yo vinimos por unos d铆as, vine con mis hijas. No pude racionalizar nada, era una necesidad muy grande de expresar lo que siempre sentimos, lo que tantas veces tuvimos que callar o guardar".
Cada vez que releo mis propias palabras, a pesar del tiempo, no puedo dejar de emocionarme, de sentir que mi vida, como la de tanta gente, fue signada por una 茅poca que debemos guardar en la memoria para no repetirla. Podr茅 sentirme satisfecha si es que mi relato aporta algo al debate de una etapa oscura, a煤n llena de interrogantes y agazap谩damente presente.
Ojal谩 las huellas de esos caminos sean borradas por caminantes que apuesten a la esperanza, desterrando del diccionario de la pol铆tica criolla, la persecuci贸n, las c谩rceles, las torturas, la impunidad, el exilio. Porque, al fin de cuentas, 驴acaso alguien desea estas cosas para sus hijos y sus hijas?
b)聽聽聽聽聽 EL OPERATIVO C脫NDOR EN MARCHA: MUERTES, DETENCIONES Y NUEVOS EXILIOS
Los pol铆ticos uruguayos Zelmar Michelini y H茅ctor Guti茅rrez Ruiz
De los actos estudiantiles y pol铆ticos a los que concurr铆a en Montevideo me viene a la memoria, especialmente, la figura del pol铆tico uruguayo Zelmar Michelini, de ra铆z colorada, quien decidiera salir del partido para ser uno de los firmantes del acta constitutiva (en el 71) del Frente Amplio. Representaba el ala progresista de la tradici贸n batllista, y daba gusto escuchar sus discursos, al estilo uruguayo, de fina y fluida ret贸rica. Lo vi por primera vez en persona, creo, en un acto en Garibaldi y Gral. Flores. 脡l estaba sentado, muy elegante, en el palco armado al efecto, esperando su turno como orador. Me llam贸 la atenci贸n ese porte de intelectual, otorgado por una nariz prominente, abundante pelo rizado y una llamativa corbata. Evidentemente, no pasaba inadvertido, yo no era la excepci贸n. A las Fuerzas Armadas tampoco les pas贸 por alto su relevante figura pol铆tica. Fue obligado a salir de su pa铆s al inicio de la dictadura, con otros pol铆ticos, entre ellos los l铆deres del Partido Nacional (Blanco) Wilson Ferreira Aldunate, el diputado H茅ctor Guti茅rrez Ruiz (presidente de la C谩mara de Diputados hasta la disoluci贸n de las C谩maras en el Uruguay).
Se exiliaron en Buenos Aires, como nosotros. All谩 por abril del 76 (el golpe militar en la Argentina contra el gobierno de Isabelita Per贸n hab铆a ocurrido un mes atr谩s) tuvimos la oportunidad de compartir con el Dr. Guti茅rrez Ruiz un encuentro de confraternidad con la ANRER (Asociaci贸n Nacional Republicana en el Exilio y la Resistencia). Fue en el barrio Constituci贸n, en el Pasaje Ciudadela, en donde alquilaban una vivienda varias familias de compatriotas, todas ellas de nuestra agrupaci贸n pol铆tica. El Dr. Guti茅rrez Ruiz gozaba de un merecido prestigio en el Uruguay. Para nosotros era todo un honor contar con su presencia, dialogar con 茅l en esa reuni贸n organizada por nuestra comunidad.
Un mes despu茅s de aquel acontecimiento, el 18 de mayo de 1976, se los llevan -ante la presencia de familiares- a Michelini y Guti茅rrez Ruiz en los conocidos veh铆culos Ford Falcon de la Polic铆a, luego de saquear sus viviendas. Aparecen el 21 de mayo, muertos, acribillados, en un auto abandonado en los alrededores de la capital porte帽a. Es indescriptible relatar el impacto emocional que esto produjo en mi familia, especialmente en mi padre. Adem谩s del afecto y admiraci贸n a estos l铆deres pol铆ticos, pod铆amos presentir un futuro incierto ante el horrendo crimen cometido a figuras resaltantes de la democracia uruguaya.
En diciembre del 2001, al inicio de la administraci贸n municipal Riera (de Asunci贸n) y en su representaci贸n, tuve la oportunidad de asistir a un foro sobre "Nuevos desaf铆os de la responsabilidad pol铆tica", en Buenos Aires, en donde conoc铆 a Rafael Michelini, tambi茅n senador, uno de los hijos de Zelmar Michelini, quien ha seguido los pasos de su padre en la pol铆tica liderando el "Nuevo Espacio", corriente integrada al Encuentro Progresista (anteriormente Frente Amplio) del Uruguay. No me pareci贸 extra帽o que nos encontr谩ramos los hijos del exilio y de la pol铆tica en lugares comunes, siguiendo las huellas de nuestros padres. Y tampoco me pareci贸 extra帽o que pudi茅ramos, a pesar de nuestras historias, conectarnos con la vida y los proyectos de pa铆s. Apostando con ganas a las utop铆as de nuestros mayores.
SANDRA ZONCA, MI COMPA脩ERA DE TEATRO
Por esas cosas del destino tuve la suerte de ser admitida en la Escuela Municipal de Arte Dram谩tico de Buenos Aires, en el a帽o 1976. Mi radicaci贸n estaba en tr谩mite, igual fui aceptada en forma condicional. No suced铆a lo mismo con el ingreso a otros institutos educativos, en donde contar con la residencia era imprescindible. De m谩s de cien postulantes, quedamos veinticinco. Las clases se dictaban a la noche. Del trabajo pasaba a la escuela. El primer a帽o fue toda una novedad, las materias, los compa帽eros, el disfrute de ese espacio de libertad interior. A pesar de que afuera, en las calles, se empezaban a sentir los primeros s铆ntomas de la dictadura militar. Isabel Per贸n hab铆a sido derrocada el 24 de marzo del 76 y en su reemplazo gobernaba en la Argentina, de facto, la Junta Militar, al frente, el general Jorge Rafael Videla. Camiones del Ej茅rcito y patrulleros policiales iban ganando, silenciosamente, la ciudad. Y cada tanto aparec铆a de imprevisto en alg煤n bar o restaurante, pidiendo documentos a los presentes especialmente si eran j贸venes y m谩s de noche en las zonas de Constituci贸n, Retiro, Once. En ese contexto, la concurrencia a la escuela me permit铆a canalizar saludablemente todo mi potencial creativo, conectarme con el placer, dejando por un rato de lado la realidad y sus miserias.
Y as铆 pas贸 el a帽o. Llegaron los ex谩menes. Una de mis compa帽eras, Sandra, reci茅n casada, con dos trabajos en los 煤ltimos meses, se hab铆a mudado cerca de casa, en Once, en un edificio torre. Como yo viv铆a a unas cuadras y sab铆a de sus dificultades de tiempo, acept茅 estudiar algunas materias te贸ricas en su departamento, en sus horarios disponibles. Ella era extremadamente vital, tocaba la flauta, cantaba y se perfilaba como una muy buena actriz. Pasados los ex谩menes, dejamos de vernos. Llegaron el verano y las vacaciones. Cuando volvimos a la escuela, principios de abril, otra compa帽era cuenta que Sandra no va a venir, "porque a Sandra y al marido se los hab铆an llevado". El portero del edificio hab铆a visto c贸mo los bajaron del departamento encapuchados y los metieron en un coche Falcon a los dos. Era el inicio de lo siniestro, y no s茅 si est谩bamos preparados. En verdad cre铆amos, ingenuamente, que un d铆a Sandra volver铆a a las clases a improvisar alguna escena o tocar la flauta. Porque esa era nuestra realidad de j贸venes, ella ten铆a s贸lo veinte a帽os y cualquier otra escena parecida a la muerte, para nosotros, deb铆a ser pura ficci贸n. No pudimos dimensionar lo sucedido y nos gan贸 el silencio.
Meses despu茅s, mi familia y yo vivimos una escena parecida. Mi hermano Epifanio y mi padre eran detenidos y desaparecidos en octubre del 77. El final, felizmente, fue distinto. Ellos aparecieron en Resistencia, Chaco, en noviembre de ese a帽o. Mis compa帽eros de la escuela demostraron su solidaridad engrosando con sus firmas un petitorio a las autoridades de turno, por la aparici贸n con vida de ambos.
Pero de Sandra nunca m谩s supimos nada. A la salida de testimoniar para la Comisi贸n de Verdad y Justicia, en Asunci贸n, treinta a帽os despu茅s, y en donde la mencion茅, sin pensarlo, como parte de mis vivencias en el exilio, tuve la enorme necesidad de saber algo de ella. Llegu茅 a mi casa, encend铆 la computadora y en Internet escrib铆 su nombre. All铆 estaba, Sandra Zonca de Prado, desaparecida el 28.03.1977. Hab铆a un 铆cono para acceder a su foto. Me anim茅 a abrirlo. Y si bien al mirarla derram茅 unas l谩grimas, pudo m谩s mi alegr铆a del reencuentro. Era la de siempre, con sus ojos p铆caros, a punto de subirse al escenario de la escuela y a desenfundar de entre su bolso, desafiante, sin pedir permiso, una flauta.
EL RELATO DE MI HERMANO EPIFANIO
Transcribo este relato a pesar de que el mismo figura en el libro de mi hermana Teresa, "Antolog铆a del Recuerdo. M茅ndez Fleitas en la memoria de su pueblo", Ed. El Lector, Asunci贸n, 1995, en la necesidad de incorporar a mis vivencias personales el eco de las voces de mis hermanos. Voces que aportan, complementan, las propias, en una suerte de memoria colectiva familiar. Y en el caso espec铆fico, por negarme a abordar, al paso del tiempo, desde la raz贸n, menos desde la emoci贸n, algunas vivencias "de muerte" narradas aqu铆, como las tentativas de eliminaci贸n a mi padre, antecedentes de la detenci贸n y desaparici贸n de Epifanio (h) y Epifanio (p) en el contexto del Operativo C贸ndor.
Le dejo a mi hermano la palabra:
"El Exilio De Epifanio M茅ndez Fleitas: Recordando al Desterrado Yo-谩".
"Misi贸n Cultural": Inicio Del Exilio
"Puedo recordar a mi padre desde distintos 谩ngulos de la memoria. Pero para el caso creo que interesa primordialmente la parte correspondiente a su lucha pol铆tica y a las vicisitudes que tuvo que soportar como consecuencia de su enfrentamiento al r茅gimen de Stroessner, apenas se empezaba a vislumbrar el advenimiento de su tiran铆a, a fines de 1955.
Tal vez las im谩genes m谩s n铆tidas que tengo de 茅l empiezan a partir de mis seis a帽os de vida, cuando con mi madre y hermanos llegamos a Montevideo a comienzos de 1959. 脡l ya estaba radicado all铆 desde hac铆a m谩s de tres a帽os: en enero de 1956 hab铆a comenzado una "misi贸n cultural" forzosa a Europa, inicio para 茅l de su interminable exilio, que a煤n hoy perdura, porque hace cinco a帽os falleci贸 en el destierro, en Buenos Aires, donde est谩 enterrado.
En s铆ntesis, tengo una imagen, permanente, de mi padre, Epifanio M茅ndez Fleitas: la de un perseguido pol铆tico perpetuo. Cuando 茅l parti贸 al exilio yo apenas hab铆a dejado de "gatear". Por consiguiente, no pude conocer los tiempos en los que 茅l se desempe帽aba, ya sea como l铆der pol铆tico o como funcionario en el Paraguay.
INTENTOS DE ELIMINACI脫N EN EL EXTERIOR
En el Uruguay vivimos hasta 1973. Ese pa铆s, por muchos a帽os fue considerado la "Suiza de Am茅rica", raz贸n por la cual cientos de paraguayos, perseguidos pol铆ticos, hab铆an buscado refugio contra la opresi贸n bajo su soberan铆a; pero hacia 1973 hab铆a llegado a una situaci贸n de deterioro en sus instituciones democr谩ticas y los derechos y garant铆as civiles que otrora exist铆an para todos sus habitantes empezaron a ser recortados e incluso suprimidos, primero para los mismos "orientales" y despu茅s, l贸gicamente, para los exiliados pol铆ticos latinoamericanos.
Durante casi los tres lustros anteriores a 1973, mis hermanos y yo pudimos cursar regularmente nuestros estudios, hasta completar la mayor铆a de nosotros (somos seis hermanos) los estudios secundarios. Algunos incluso pudimos iniciar estudios universitarios.
En el periodo mencionado vivimos bastante tranquilos, pero no del todo a salvo del largo brazo de Stroessner. Recuerdo dos ocasiones en las cuales el dictador, por medio de algunos elementos gangsteriles, intent贸 eliminar a mi padre. En la primera ocasi贸n los amigos le alertaron desde Asunci贸n que hab铆an salido dos asesinos a sueldo, enviados por Stroessner a Montevideo con la misi贸n de eliminarlo. 脡l inmediatamente denunci贸 el plan a las autoridades uruguayas, las cuales r谩pidamente iniciaron una investigaci贸n y pudieron desbaratar el plan criminal. Uno de los asesinos a sueldo, enviado por Stroessner, se llamaba Patric Contric, muy conocido en aquellos tiempos en Asunci贸n como integrante de la represi贸n y del malevaje gangsteril. El otro intento fue neutralizado por mi padre, en una solitaria calle de Montevideo, cuando impidi贸 que un delincuente armado lo sorprendiese con fines agresivos.
Pero regresemos a 1973. A comienzos de ese a帽o la situaci贸n pol铆tica se puso muy dif铆cil para nosotros. En varias ocasiones, las denominadas Fuerzas Conjuntas, convertidas en el verdadero poder del Uruguay, a trav茅s de sus organismos de seguridad, primero con cierta cortes铆a y despu茅s autoritariamente, le pidieron a mi padre que abandonase el pa铆s. Era evidente que hab铆a de por medio un "intercambio de favores" entre Montevideo y la dictadura de Stroessner. En otras palabras, ya empezaba a funcionar a todo vapor la famosa colaboraci贸n represiva interdictatorial que m谩s tarde se generalizar铆a por toda Latinoam茅rica. En ese contexto pol铆tico, por 煤ltimo, mi padre fue detenido e intimado a abandonar el Uruguay. A煤n no hab铆a empezado oficialmente la etapa de dictadura militar, pero el verdadero poder, detr谩s del trono del presidente nominal Bordaberry, era el poder castrense.
PERONISMO Y REPRESI脫N EN LA ARGENTINA
Llegamos a la Argentina cuando la dictadura militar (encabezada por el general Alejandro Lanusse) estaba en retirada y el peronismo acababa de ganar las elecciones. Algunos antecedentes de buenas relaciones con ciertos exponentes del Justicialismo, que mi padre hab铆a cultivado durante las primeras fases de Per贸n en la Casa Rosada, nos alentaron a trasladarnos a la Argentina. Nos mudamos con todas nuestras pertenencias, que no eran muchas, excepto la biblioteca y el archivo de mi padre, de los cuales no se separaba nunca. La 煤nica vez en la cual, muy a su pesar, tuvo que abandonar una biblioteca bastante amplia fue cuando abandon贸 el Paraguay a inicios de 1956. M谩s tarde nos enteramos que casi todos los libros y documentos de su biblioteca fueron a parar a manos de jerarcas del stronismo, responsable del allanamiento y saqueo de nuestra casa familiar en Asunci贸n.
Las ilusiones que nos hab铆amos hecho de una tranquila estad铆a en la Argentina pronto se desvanecieron. La tiran铆a de Stroessner ya hab铆a empezado a acrecentar su nefasta influencia tambi茅n en la Argentina peronista. Por ejemplo, el gobierno de Per贸n decret贸 una amnist铆a amplia para los inmigrantes ilegales en Argentina, medida que benefici贸 a decena de miles de paraguayos, excepto a mi padre y a varios de nosotros.
En realidad no eran nuevas las dificultades en Argentina para nosotros. Ya en junio de 1972, cuando a煤n gobernaba Lanusse, mi hermano Bernardino tuvo que purgar 30 d铆as en Villa Devoto, junto a un grupo de j贸venes paraguayos que hab铆an sido detenidos mientras pegaban afiches en Buenos Aires, con un contenido contrario a la visita de Stroessner.
A poco de fallecer Per贸n, el 20 de julio de 1974 una asamblea de j贸venes colorados en el exilio fue interrumpida violentamente por la Polic铆a Federal argentina, que en esa ocasi贸n actu贸 acompa帽ada incluso de varios pyrag眉茅s y torturadores paraguayos, quienes filmaron y fotografiaron el operativo, Ese procedimiento nos cost贸 11 d铆as en Villa Devoto. La sentencia, basada en un edicto policial anticonstitucional, era de treinta d铆as, pero un juez la dio por cumplida a los once d铆as. De nuevo la "colaboraci贸n" interdictatorial. En esta 煤ltima ocasi贸n los presos fuimos cincuenta y tres, yo entre ellos. Mi padre, como siempre, estuvo en primera l铆nea activando por nuestra liberaci贸n. A 茅l todav铆a no lo "tocaban" personalmente. Por supuesto que la persecuci贸n a la colectividad pol铆tica de la cual 茅l formaba parte (el coloradismo en el exilio) era tambi茅n una manera de perseguirlo. As铆 茅l siempre lo interpret贸 y lo dej贸 escrito y grabado en numerosos testimonios orales. En sus libros "Carta a los Colorados" y en "Carta a los Liberales" relata las medidas represivas en contra de los detenidos.
Todos los hechos anteriores no constituyeron sino el inicio de una larga serie de casos similares ocurridos en la Argentina, afectando la seguridad e integridad personal de los exiliados paraguayos y latinoamericanos, que aumentaron en gravedad con el correr de los a帽os. Por ejemplo, en noviembre de 1974, otros cinco paraguayos, miembros del coloradismo en el exilio -entre ellos mi hermano Bernardino-, fueron detenidos por orden del Poder Ejecutivo y recluidos, tambi茅n sin causa v谩lida, por cien d铆as y nuevamente en Villa Devoto. En esa unidad penitenciaria, los miembros de la ANRER (Asociaci贸n Nacional Republicana del Exilio y la Resistencia) ya 茅ramos muy conocidos.
El acoso de las autoridades argentinas a la comunidad de exiliados paraguayos, y en especial a los colorados proscriptos, sigui贸 aumentando progresivamente hasta llegar el golpe del general Jorge Rafael Videla. A partir de entonces la situaci贸n se agrav贸 todav铆a m谩s para nosotros, y mi padre se convirti贸 en el blanco predilecto de la represi贸n. En tres ocasiones le toc贸 a 茅l conocer las c谩rceles del r茅gimen dictatorial y militar argentino. La primera vez, en agosto de 1976, lo detuvieron con la intenci贸n de expulsarlo del pa铆s: la excusa fue su calidad de inmigrante ilegal, situaci贸n generada a ra铆z de la negativa de las autoridades argentinas (siguiendo instrucciones del dictador Stroessner) para otorgarle la radicaci贸n bajo la ley de amnist铆a de Per贸n. En esa oportunidad, mientras conocidos elementos al servicio de la dictadura de Stroessner, as铆 como refugiados pol铆ticos paraguayos de diferentes colectividades, obten铆an la radicaci贸n legal en Argentina, mi padre, antes acusado de "peronista", no pudo beneficiarse con la medida oficializada nada menos que por el presidente Per贸n. Ese primer intento de obligarlo a abandonar la Argentina se frustr贸 gracias a la Justicia argentina. Pero las persecuciones de Stroessner siguieron su curso implacable.
DESAPARECIDOS EN LA "GUERRA SUCIA"
El 7 de octubre de 1977 mi padre y yo fuimos nuevamente apresados y durante 38 d铆as pasamos a integrar la larga lista de detenidos de la llamada "guerra sucia". El motivo fue una orden de captura, fraguada por los servicios represivos del stronismo, que acusaba a Epifanio M茅ndez Fleitas de estar vinculado con las organizaciones guerrilleras argentinas. Todo el mundo sabe que mi padre siempre fue contrario a la estrategia de lucha armada e incluso que nunca aprob贸 los intentos y experiencias de ese tipo contra la dictadura de Stroessner. Con mayor raz贸n era impensable que se embarcase en organizaciones armadas en otros pa铆ses. Pero para los fines del stronismo cualquier acusaci贸n era v谩lida para perseguir a Epifanio M茅ndez Fleitas. Mi detenci贸n fue m谩s que nada resultado de la coincidencia de nombres: en el Paraguay buscaban a un Epifanio M茅ndez, mi padre, y por las dudas nos agarraron a los dos. Una vez en poder de las fuerzas represivas argentinas, al parecer el plan era entregarnos al r茅gimen paraguayo.
Estuvimos a punto de cruzar el r铆o Paraguay. Nos llevaron a Resistencia, donde permanecimos detenidos durante 22 d铆as: previamente hab铆amos estado dos semanas en la Coordinaci贸n de Polic铆a Federal en Buenos Aires, sin poder comunicarnos incluso con nuestros familiares. Una "orden superior" nos salv贸 de ser devueltos al Paraguay de Stroessner. Sorpresivamente fuimos liberados y las autoridades militares nos pidieron disculpas por habernos detenido sin motivo valedero. Tengo certificados firmados por las autoridades militares argentinas que reconocen ese "error" que muy bien pudo habernos costado la vida. Una fuerza mayor, inesperada, se interpuso frente a Stroessner, impidiendo que se concretara un nuevo plan criminal suyo para perjudicar a Epifanio M茅ndez.
CARTER Y ASILO EN LOS ESTADOS UNIDOS
Despu茅s de la experiencia como detenidos-desaparecidos y a ra铆z del clima de manifiesta inseguridad p煤blica en Argentina, la administraci贸n Carter le ofreci贸 a mi padre asilo pol铆tico en Esta dos Unidos. 脡l no acept贸 el ofrecimiento convencido de que la dictadura de Stroessner habr铆a escarmentado luego de su nueva frustraci贸n al intentar hacerlo desaparecer. Era la 茅poca en que en Buenos Aires se hab铆an producido los asesinatos de varias personalidades latinoamericanas exiliadas en Argentina, por ejemplo: los uruguayos Zelmar Michelini y H茅ctor Guti茅rrez Ruiz; el general chileno Carlos Pratts; el ex presidente boliviano, general Juan Jos茅 Torres, hechos todos que evidenciaban una estrategia de terrorismo pol铆tico de gran envergadura.
Pero, pese al fracaso de su 煤ltimo proyecto persecutorio contra mi padre en el exterior, Stroessner no se dio por vencido. En junio de 1978 Epifanio M茅ndez Fleitas se salv贸 milagrosamente de ser secuestrado. Despu茅s de eso, aconsejado por un amigo, miembro prominente del Ej茅rcito argentino, opt贸 por presentarse ante las autoridades policiales, con los recaudos previos y los correspondientes testigos, como requer铆an las circunstancias. All铆 qued贸 nuevamente detenido. Su decisi贸n oblig贸 a las autoridades argentinas a definirse oficialmente: le pidieron a mi padre que abandonara la Argentina. Le dijeron que era lo m谩s conveniente por "razones de Estado". En realidad el "pedido" significaba una expulsi贸n, y as铆 Epifanio M茅ndez Fleitas solicit贸 asilo pol铆tico en Estados Unidos, pa铆s que se lo concedi贸 inmediatamente. Argentina lo expulsaba a ra铆z de sus supuestas actividades "subversivas y comunistas", pero Estados Unidos, que cre贸 la doctrina anticomunista de seguridad nacional para luego exportarla al mundo entero, lo acogi贸 como refugiado pol铆tico. La paradoja, sin embargo, tuvo la virtud de ponerlo a salvo de Stroessner, aunque al marcharse a Norteam茅rica se transform贸 en un "desterrado yo-谩"; condici贸n que la asumi贸 p煤blicamente editando un peri贸dico con ese nombre desde su exilio norteamericano, medio de prensa que llegaba sobre todo a la Cuenca del Plata y clandestinamente al Paraguay.
Una 煤ltima referencia sobre experiencias represivas sufridas en el exilio por Epifanio M茅ndez Fleitas a ra铆z del largo brazo de la dictadura stronista. En enero de 1983 mi padre fue invitado por amigos y correligionarios a visitar el Brasil para tomar contacto con ellos. Logr贸 en Estados Unidos la correspondiente visa brasile帽a para viajar legalmente. Pero a poco de llegar a Brasil se produjo algo inesperado. El Gobierno de ese pa铆s le cancel贸 la autorizaci贸n para permanecer en territorio brasile帽o. El origen de la medida fue un pedido de Stroessner, quien se enfureci贸 al constatar la presencia de mi padre en el pa铆s vecino.
Sintetizando: la persecuci贸n del r茅gimen stronista contra mi padre, pero en realidad de lo que 茅l representaba en el Partido Colorado y en el pa铆s, alcanz贸 niveles incre铆bles. Los gobiernos de Uruguay, Argentina y Brasil terminaron complic谩ndose con la pol铆tica stronista sin ning煤n pudor y sin importarles las evidentes transgresiones al principio de injerencia en los asuntos de otros estados. El poder corruptor y represor de Stroessner hab铆a logrado traspasar tranquilamente las fronteras patrias.
Para m谩s, el interminable exilio de mi padre no ha terminado. Al cambiar la situaci贸n pol铆tica argentina y con el advenimiento de la democracia en el vecino pa铆s, el gobierno de Alfons铆n dej贸 sin efecto la ilegal medida de expulsi贸n que pesaba sobre 茅l, quien as铆 pudo regresar a Buenos Aires. Lo hizo el 30 de julio de 1984, pero ya con una nueva condena sobre su desgastado f铆sico: la enfermedad que finalmente lo llevar铆a a la muerte diez y seis meses despu茅s, el 22 de noviembre de 1985. Todav铆a hoy la dirigencia pol铆tica c贸mplice del stronismo trata de impedir que se hable de la repatriaci贸n de sus restos. Pero el pueblo, que conoce su lucha, lo recuerda permanentemente de mil maneras: con las infinitas an茅cdotas que a diario escuchamos en la ciudad y el campo; a trav茅s de sus composiciones musicales infaltables en todos los rincones del pa铆s; y mediante la difusi贸n de su vasta obra escrita que ahora se edita y circula libremente por el Paraguay. Es el mejor recuerdo que puede tener un aut茅ntico luchador de las causas populares. Seguramente tambi茅n llegar谩 el momento en que ser谩 reivindicado incluso por los de "arriba". Pero esa reivindicaci贸n de su largo compromiso c铆vico con su patria, que no ces贸 en el exilio, no ser谩 tan importante como la que ya brota del pueblo paraguayo del que 茅l mismo surgi贸 como uno de sus representantes m谩s aut茅nticos".
Epifanio M茅ndez Vall (1990)
(A la fecha, ya nuestro padre descansa en paz, en Asunci贸n. Sus restos fueron repatriados, desde el cementerio de la Chacarita, Buenos Aires, a diecinueve a帽os de su fallecimiento, en noviembre de 2004).
El relato de mi hermano Juan Bernardino
Las mismas razones consideradas para la inclusi贸n del relato de mi hermano Epifanio son las que me llevan a incluir el relato de Bernardino, abordando una de las pruebas m谩s duras del exilio: la detenci贸n y desaparici贸n de dos integrantes de la familia.
1)聽聽聽聽聽 GENERAL ROBERTO MARCELO LEVINGSTON
"All谩 por el a帽o 1973, pap谩 conoci贸 a este se帽or que hab铆a sido Presidente de los argentinos un corto lapso de tiempo entre el 70 y el 71. Fue a trav茅s de nuestro compa帽ero, el mayor Jes煤s Mar铆a Villamayor. Eran los d铆as en que se firm贸 el Tratado de Itaip煤 y todos est谩bamos atentos a ese compromiso que, al decir del Dr. Osvaldo Chaves, aquella represa significar铆a para nuestro pa铆s " o la base de desarrollo nacional o el sometimiento a los designios del imperialismo brasilero". Los argentinos tampoco aceptaban la agresi贸n que significaba el Tratado inconsulto sobre el aprovechamiento de las aguas de un r铆o compartido, del cual ellos tambi茅n eran propietarios y dignos de ser considerados en sus intereses. Argentina estaba dispuesta a realizar con Paraguay la Represa de Corpus y, seg煤n lo establecido para las cotas de Itaip煤, podr铆a ser o no factible y econ贸micamente rentable. Este tema sirvi贸 de enlace inicial para las conversaciones del Gral. Levingston y Epifanio M茅ndez. El citado militar era considerado un estratega en el campo geopol铆tico de la Rep煤blica Argentina, y yo, que tuve el gusto de escuchar sus comentarios pol铆ticos y otros criterios que, si bien no compart铆amos en pleno ideol贸gicamente, puedo atestiguar, sin embargo, sobre la amplia cultura y valores superiores que exhib铆a la personalidad de este se帽or.
Recuerdo que en una oportunidad, all谩 por el 75, lo visitamos con pap谩. Tras un largo trecho de coloquio entre ambos, se pact贸 una pausa para el caf茅 con medialunas. Yo, curioso, aprovechando aquel momento de distensi贸n intelectual, correte茅 mi vista por los cuadros que se distingu铆an en el sal贸n. Mi mirada atravez贸 hacia una habitaci贸n contigua que parec铆a ser el escritorio del due帽o de casa, donde centr茅 mi vista al ver un singular mapa de Sudam茅rica que alternaba con otros bellos 贸leos. Ped铆 permiso a la mesa e, indiscretamente, me acerqu茅 a la puerta para observarlo de cerca. Me llamaba poderosamente la atenci贸n que ciertos pa铆ses estuviesen deformados en esa l谩mina. Cuando quise ubicar en ella al Paraguay, no lo encontr茅. No pude contener mi curiosidad y alc茅 la voz para preguntarle al anfitri贸n: "Disculpe se帽or -dije-, 驴por qu茅 no figura Paraguay en ese mapa?". El General abandon贸 su medialuna al borde del platillo y me mir贸 seriamente para contestarme: "Es un mapa geopol铆tico. No es convencional". Por prudencia me call茅 y volv铆 a la mesa para disponerme a seguir saboreando aquel sabroso caf茅 con m谩s sabrosas medialunas. En mi interior sent铆a, sin embargo y parad贸jicamente, una terrible bronca por comprobar que para los estrategas argentinos nuestro pa铆s estaba considerado territorio dominado por el Brasil.
El Gral. Levingston integraba, de acuerdo a la clasificaci贸n de muchos, el sector del Ej茅rcito argentino que se opon铆a al otro sector dominante de los llamados m谩s afines a la Doctrina de Seguridad Nacional. Estos 煤ltimos, como el Gral. Galtieri o el Gral. Nicolaides (茅ste hab铆a sido agregado militar argentino en Paraguay), constitu铆an nuestro principal enemigo en esas horas. Por todo, m谩s all谩 de las diferencias ideol贸gicas con el Gral. Levingston y otros de su misma postura geopol铆tica, entend铆amos claramente la importancia que ten铆an para nosotros esas relaciones. Tal fue as铆 que cuando son贸 la alarma del momento m谩s oscuro de nuestra noche de exiliados colorados, el secuestro de nuestro l铆der y de mi hermano Epifanio (h) acaecido el 7 de octubre de 1977, apelamos a nuestra tabla de salvaci贸n: al Gral. Roberto Marcelo Levingston.
2)聽聽聽聽聽 EL SECUESTRO DE MI PADRE Y DE MI HERMANO
El viernes 7 de octubre de 1977 yo estaba en mi lugar de trabajo. Era Gerente de una Cooperativa de Artistas que ten铆a a su cargo varios escenarios en donde actuaban los componentes de dicha organizaci贸n. Esa noche me encontraba en "Guarania Show", restaurant de Oscar Escobar. A las dos horas aproximadamente, recibo una llamada telef贸nica de mam谩: "Papucho, estoy muy preocupada. Tu pap谩 le acompa帽贸 a Epifanito a la Comisar铆a 2潞 para aclarar el incidente de tr谩nsito que tu hermano tuvo anoche y a煤n no han vuelto. Salieron a eso de las 8 de la noche y ya son m谩s de las dos de la ma帽ana". El hecho era muy preocupante. Nosotros, todos los miembros de la familia, ten铆amos por norma avisar la hora de retorno o si se presentaba alg煤n inconveniente o imprevisto. Nuestro tr谩nsito por el exilio fue plagado de peligros, principalmente por ser parte de Epifanio M茅ndez Fleitas, y las precauciones m铆nimas eran imprescindibles. Por eso trat茅 de tranquilizarle a mam谩: "No te preocupes, mam谩, van a volver. Dentro de un rato estoy por ah铆". Pero la verdad es que en mi interior qued贸 un pu帽al clavado tras esa comunicaci贸n. Apur茅 los tr谩mites y en un momento estaba rumbo a casa. Fue una madrugada de vigilia. Ni mis hermanos, ni mam谩, ni yo pudimos pegar los ojos esa noche. Ya eran las 5 de la ma帽ana y no aparec铆an. Entonces me resolv铆 a molestar a la persona m谩s adecuada al efecto de ubicarles a pap谩 y a Epifanito. La cuesti贸n era evidente. Ellos habr铆an tenido problemas en la Polic铆a, pero como el r茅gimen gubernativo estaba en manos de los militares, dispuse telefonear al amigo Gral. Levingston.
"Buen d铆a, perdone la molestia pero deseo hablar personalmente con el General. Es urgente". Una voz femenina hab铆a contestado el tel茅fono despu茅s de un largo sonar. Era l贸gica la tardanza para atender mi llamado, pues reci茅n eran cerca de las 5.30 hs. Evidentemente que a煤n dorm铆an.
"Por favor, 驴qui茅n habla?". "Soy Bernardino M茅ndez, hijo de Don Epifanio". "Un momentito, ver茅 si le puede atender". Pas贸 un par de minutos y la voz ronca del General se hizo presente: "驴En qu茅 le puedo servir joven M茅ndez?". "Perdone la molestia a estas muy tempranas horas, General, pero..." y me explay茅 con detalles sobre el problema. "Est谩 bien que me haya llamado. Me preocupar茅 por el tema con la urgencia requerida. Por favor, ll谩meme cerca de las 9 hs.". A las 9 en punto me volv铆 a comunicar: "Habl茅 a la Comisar铆a 2潞 y me respondieron que no pod铆an darme informe al respecto. Entonces llam茅 a la Oficina de la Comandancia del ler. Cuerpo para hablar con el Gral. Su谩rez Mason, pero como 茅l no estaba y me atendi贸 su secretario, 茅ste me asegur贸 que averiguar铆a por todos los medios hasta ubicarlos y los ubicar铆a si Don Epifanio y su hermano est谩n en poder de las fuerzas de seguridad. Yo debo esperar la respuesta del mismo".
Despu茅s, la ansiosa espera por la llamada que develar铆a d贸nde estaban pap谩 y Epifanito. A eso de las 2 de la tarde de ese 8 de octubre nos llama el General: "Me informaron del ler. Cuerpo que lo ubicaron detenidos en la Comisar铆a 2潞, a pedido del 2潞 Cuerpo de Ej茅rcito que est谩 a cargo del Gral. Galtieri. El Gral. Su谩rez Mason ha tomado el asunto en sus manos. Esperemos que pronto se solucione este molestoso incidente". Fue, dentro de todo el drama, una gran noticia el haberles encontrado. Realmente, si no hubiese intermediado de inmediato el Gral. Levingston, lo m谩s probable que el destino de los dos hubiese sido la del infortunado compa帽ero Dr. Goibur煤. Les salv贸 el evidente encontronazo de la orden de Galtieri y C铆a. con el Primer Cuerpo de Ej茅rcito. Galtieri hab铆a extendido sus garras en territorio ajeno. Tal es as铆 que esa noche del viernes 7, una dotaci贸n del ler. Cuerpo ya estaba custodiando frente a la Comisar铆a 2a. Pero como hab铆an inventado una denuncia hecha contra ellos, como si fuesen supuestos subversivos, en la Provincia de Salta, circunscripci贸n del 2潞 Cuerpo, los trasladaron hacia Resistencia, Chaco, para cumplimentar con la farsa. El 13 de noviembre fueron liberados por falta de m茅rito. Se hab铆a abortado un acto macabro de la "Operaci贸n C贸ndor". Es de justicia reconocer al Gral. Roberto Marcelo Levingston como el protagonista principal de este triunfo sobre la globalizaci贸n del terror pol铆tico.
Cuando el 22 de noviembre de 1985 perdimos f铆sicamente a nuestro padre, en la larga procesi贸n que acompa帽贸 al f茅retro hasta el Cementerio de la Chacarita, no falt贸 la ilustre presencia del Gral. Levingston. Junto a los amigos y compa帽eros de causa y el corochir茅 que surcaba el espacio cantando desde la entrada del Cementerio hasta la postrer morada, caminaba solitario aquel amigo tan especial, con su rostro triste y humedecido por algunas expresivas l谩grimas".
Juan Bernardino M茅ndez Vall
TRABAJANDO POR LA LIBERACI脫N
En las horas m谩s dif铆ciles del exilio el departamento de la calle Cangallo, tan concurrido siempre, se guard贸 a silencio. El tel茅fono dej贸 de sonar cuando m谩s necesit谩bamos respuestas. Esper谩bamos ansiosamente alguna noticia sobre mi padre y mi hermano a trav茅s de las gestiones de los compa帽eros o de las realizadas por mi hermana Teresa en Estados Unidos. S贸lo los amigos de la primera l铆nea de la Juventud Colorada y de la Junta de Gobierno del exilio, con mucha valent铆a, a pesar del temor instalado, estuvieron firmes acompa帽ando a la familia. Con coraje y resoluci贸n se enfrent贸 aquella dram谩tica circunstancia.
La cuesti贸n era saber en primer lugar el paradero de los detenidos desaparecidos, para luego gestionar su libertad. El Gral. Su谩rez Mason nos hab铆a hecho saber que ellos estaban arrestados en jurisdicci贸n del 2潞 Cuerpo del Ej茅rcito, al mando del Gral. Galtieri. Entonces se conform贸 una delegaci贸n para ir a entrevistarse con el Gral. Galtieri a la ciudad de Rosario.
As铆, una ma帽ana bien temprano partieron Oscar Escobar (quien cerr贸 ese d铆a su negocio para llevar a la comitiva en su Fiat 1500), Rolando Fern谩ndez Yegros, mi madre y mi hermano Juan Bernardino, rumbo a la ciudad de Rosario. Al llegar mi hermano baj贸 en compa帽铆a de Rolando, pero hab铆a orden de permitir el ingreso s贸lo al hijo de Epifanio M茅ndez Fleitas para la entrevista. Los dem谩s, entonces, esperaron en el auto.
De ese viaje, que dur贸 solo un d铆a, se volvi贸 con la informaci贸n de que, efectivamente, mi padre y mi hermano estaban detenidos en Resistencia, jurisdicci贸n del Gral. Nicolaides, comandante de la 7潞 Brigada de Infanter铆a con asiento en Corrientes, dependiente 茅sta del 2潞 Cuerpo y, por ende, del Gral. Galtieri. La liberaci贸n se produjo unos d铆as despu茅s. Reci茅n pasado el tiempo pude dimensionar en su justa medida la valent铆a y la convicci贸n de los compa帽eros para desafiar a los tent谩culos del Operativo C贸ndor.
Adem谩s de los mencionados compa帽eros, destaco algunos otros nombres en representaci贸n de los que no bajaron los brazos en momentos tan duros: Ronaldo Lugo M茅ndez, Vicente Limenza, Estela Cattoni, Pompeyo Lugo M茅ndez (desde Suecia), David Galeano M茅ndez, Yiyo Silvero. Y entre los compa帽eros mayores en Buenos Aires: Cancio Ayala Cantero, Alcib铆ades Fern谩ndez, Basilio Gonz谩lez Hermosilla, Julio Etcheverry, Pablo Aquino, Miguel 脕ngel Romero, Eladio Zotelo.
La liberaci贸n de mi padre y de mi hermano cerr贸 la etapa m谩s oscura de nuestro exilio.
DESENCUENTRO Y PERSECUCI脫N EN BRASIL
Enero de 1983 fue un mes esperado por m铆. Lejos estaba de sospechar las pruebas a la que la vida nos someter铆a. Mi padre viajar铆a de su residencia-exilio del momento (Estados Unidos), a Brasil, por un par de meses. Por supuesto, los gastos del traslado corr铆an a cuenta de los compa帽eros. Aprovechando su visita, se hab铆a agendado una importante reuni贸n de la ANRER, en Curitiba, en la casa del Ing. Leopoldo Ostertarg y familia. En esa reuni贸n se encontrar铆an compa帽eros y compa帽eras provenientes de diferentes ciudades del Brasil, Argentina y Uruguay.
No lo ve铆a a mi padre desde su salida de la Argentina, en 1978. 脡l no conoc铆a a煤n a su nieta Anah铆, y ya In茅s estaba en camino. Yo estaba tan feliz. Justo en enero ten铆a vacaciones en el Estudio Jur铆dico donde trabajaba. Si bien Alejandro, el padre de mis hijas, no pod铆a acompa帽arme porque no nos cerraban los n煤meros, Anahi, mi panza y yo ir铆amos al encuentro de mi padre, quien ya hab铆a llegado al Brasil los 煤ltimos d铆as de diciembre.
Est谩bamos en pleno preparativo. En principio, yo pensaba salir los primeros d铆as de enero, pero con una beba y otra en la panza se hac铆a dif铆cil la planificaci贸n. Fuimos posponiendo d铆a a d铆a la salida, hasta despu茅s de Reyes, sin creer necesario avisar a Curitiba. Total, 茅l estar铆a m铆nimo mes y medio, todav铆a. Cuando alguien, en ese 铆nterin, ya sobre la hora del viaje me llama, no recuerdo qui茅n, para decirme que mi padre deb铆a regresar a Estados Unidos antes de lo previsto por otros compromisos asumidos, y no nos pod铆a esperar. Por consiguiente, el encuentro quedaba abruptamente cancelado.
Yo no pod铆a entenderlo. Entr茅 en un estado de desconcierto y bronca. No comprend铆a que mi padre, despu茅s de cinco a帽os sin vernos, no nos pod铆a esperar unos d铆as. Y ni siquiera una comunicaci贸n personal conmigo... Volv铆 a culpar a la pol铆tica -lo hac铆a en momentos de mucho enojo- de alimentar nuestros desencuentros, y a mi padre por preferirla. A los pocos d铆as, v铆a Estados Unidos, supe la verdad. Pasado el susto, tampoco faltaron los detalles de aquella convulsionada reuni贸n, aportados por varios protagonistas, entre ellos Guillermo Correa Mart铆nez, los due帽os de casa, Leopoldo y su se帽ora, Gladys.
Leopoldo Ostertarg me cont贸 que mi padre intent贸, por todos los medios, esperarnos. Ese era su deseo. Lo hab铆a logrado en parte, al negociar unos d铆as m谩s su permanencia. Pero no fue suficiente para el encuentro con nosotras. Ni siquiera le dejaron, por orden superior, explicarnos v铆a telef贸nica lo que estaba aconteciendo.
Para entender la otra parte de los hechos paso a transcribir el testimonio de Guillermo Correa Mart铆nez, vertido en el libro "M茅ndez Fleitas en la memoria de su pueblo", de mi hermana Teresa:
"El se帽or M茅ndez hab铆a conseguido una visa de 60 d铆as en los EE.UU. para visitar Brasil y por supuesto que se aprovechar铆a su estada all铆 para reunir en forma m谩s o menos discreta a la Junta de Gobierno de la ANRER. El anfitri贸n en esa oportunidad fue el Ing. Leopoldo Ostertarg, quien lo aloj贸 en su casa de Curitiba.
Don Epifanio lleg贸 a Curitiba el d铆a 22 de diciembre de 1982. El compa帽ero Helio Villa Caba帽as viaj贸 de San Pablo a R铆o a su encuentro, donde aquel ten铆a que hacer el trasbordo para tomar otro vuelo con destino a Curitiba. De manera que ese trayecto lo hicieron juntos.
En el aeropuerto lo est谩bamos esperando: Ostertarg, Mart铆nez C谩ceres y yo.
La prensa hizo que su llegada fuera muy notoria. A grandes titulares se dec铆a que ven铆a Epifanio M茅ndez Fleitas por unos d铆as de vacaciones y que luego visitar铆a Itaip煤. Parecer铆a que eso le molest贸 a Stroessner e inici贸 sus gestiones ante el gobierno brasilero enviando luego un avi贸n con una delegaci贸n para "reforzar" el sistema de seguridad del Consulado de Curitiba. A la cabeza iba el 2掳 Jefe del Departamento de Informaciones del Segundo Departamento, entonces bajo la jefatura del Cnel. G贸mez de la Fuente. Iban all铆 varios muy conocidos torturadores, funcionarios de Pastor Coronel. Fueron all谩 pr谩cticamente a sitiar la casa de Leopoldo Ostertarg.
Como est谩bamos en la proximidad de la Navidad, nosotros con el compa帽ero Mart铆nez C谩ceres volvimos a nuestra casa de Foz de Yguaz煤 esa misma noche, como para volver despu茅s de las festividades.
Mientras tanto, los dem谩s compa帽eros de los distintos puntos de la Argentina: C贸rdoba, Buenos Aires, Posadas, Clorinda, Formosa... se empezaban a movilizar para el encuentro m谩s formal de despu茅s del A帽o Nuevo.
As铆 fue que pasada la Navidad ya empezaron a llegar gentes a la casa del Ing. Ostertarg donde se realizaban reuniones tras reuniones.
Cuando llegamos el d铆a 6 de enero, hab铆a una reuni贸n de la Junta de Gobierno donde se ten铆a que tomar resoluciones para dar a conocer a la prensa que esperaba afuera.
A eso de las 9 de la ma帽ana, cuando se abre la sesi贸n en casa de Leopoldo, entra un miembro de la Polic铆a Federal y le convida a 茅ste a presentarse en la Jefatura de la Polic铆a Federal de Curitiba. Era la tercera vez que era llevado en esos d铆as, e instintivamente el se帽or M茅ndez se levanta, se pone el saco y le dice a Ostertarg: "Esta vez compadre yo te acompa帽o, vamos juntos", como para animarle, pues en verdad aquel estaba ya asustado con las amenazas encima de su expulsi贸n del Brasil por haber permitido en su casa un encuentro pol铆tico de esta envergadura.
Cuenta Don Epifanio que una vez llegados a la instituci贸n federal, sale el jefe de la Polic铆a Federal, un mozo joven, apret谩ndose la cabeza y diciendo en portugu茅s: "驴Por qu茅 le traen al hombre, por qu茅 le traen? No era para traerlo a 茅l. 驴Por qu茅 le traen a 茅l? Era el due帽o de casa y nadie m谩s...".
El funcionario le dijo: "Nosotros no le hemos convidado. 脡l se solidariz贸 con su anfitri贸n, no pudimos evitar que viniera". El jefe les dijo entonces que aguardaran y sali贸 de all铆. Esperaron un rato Don Epifanio y Ostertarg, hasta que viene de vuelta el jefe de la Polic铆a.
En forma muy autoritaria dirigi茅ndose al se帽or M茅ndez-con palabras despectivas y amenazantes-le dijo: "Voce, belinho (Ud., viejito), no entiende que est谩 comprometiendo la seguridad de su propio anfitri贸n. Se le ofrecen garant铆as y viene aqu铆 a entorpecer la relaci贸n armoniosa de dos pa铆ses hermanos, estando en juego una de las obras m谩s grandes del mundo, Itaip煤 Binacional. Y hace que su anfitri贸n viole la Constituci贸n Nacional que proh铆be que el asilado pol铆tico realice reuniones pol铆ticas. Mi gobierno ha tomado una determinaci贸n y me toca anticiparle que Ud. se va a retirar inmediatamente del Brasil junto con todos sus compa帽eros. Ud. va a llevar la instrucci贸n que a partir de este momento cada uno d茅 vuelta a su casa. Este encuentro va a desaparecer y 隆cuidado con entregar m谩s nada a la prensa!".
Nos cuenta Don Epifanio que en ese momento se levant贸, reaccionando naturalmente porque sab铆a que all铆 estaba la mano larga de Stroessner, y sacando de su bolsillo el pasaporte le expres贸: "Observe esto, 隆observe...! Tengo 60 d铆as de estad铆a en el Brasil visado por el Consulado de su pa铆s en los EE.UU. y puedo estar aqu铆 el tiempo autorizado en mi pasaporte guste o no guste a su gobierno. Adem谩s hoy est谩 partiendo de Buenos Aires una de mis hijas con una nieta que a煤n no tuve la oportunidad de conocer... y voy a esperarlas ac谩. Si eso le molesta a su gobierno, d铆gale que me expulse de una vez, yo no me voy a retirar. Y si me expulsa, que sepa que ma帽ana estar茅 sentado en una de las bancas de las Naciones Unidas denunciando la farsa de apertura democr谩tica en este pa铆s".
Enseguida el jefe dice: "隆Ah, se帽or, c谩lmese por favor! Tome asiento, 驴no quiere un cafezinho, jugo...? C谩lmese, vamos a estudiar una soluci贸n mejor. Yo les dejo aqu铆 un momento. Parece que me est谩n llamando por la radio, voy a atender...".
Quedan all铆 un rato Don Epifanio y Ostertarg. Enseguida viene un mozo con variedad de bebidas, mientras que el jefe demora en volver.
Cuando 茅ste vuelve lo hace hecho una seda: "Se帽or M茅ndez, tengo una noticia muy buena y espero que mejoremos en nuestro trato. Vamos a hacer un pacto de caballeros".
"驴Y c贸mo se entiende eso?", le pregunta Don Epifanio.
"Ud. dice que est谩 en camino su hija con su nieta, a quienes quiere esperar. Entonces Ud. se quedar铆a para abandonar el Brasil el d铆a domingo 9 de enero. Le queda bastante tiempo... A sus amigos Ud. les va a dar la instrucci贸n para que de inmediato partan hacia sus casas. Y esa 煤ltima resoluci贸n que tomaron no va ser entregada a la prensa. En eso consiste el pacto de caballeros".
Entonces Don Epifanio le mira a Leopoldo Ostertarg y le dice: "No te parece, compadre, que esto estamos sacando gratis, porque hab铆a amenazado con expulsi贸n al due帽o de casa y a los compa帽eros residentes aqu铆. En cambio, ahora todos quedar铆an como antes y yo estar铆a unos d铆as m谩s, siempre que respetemos las condiciones".
All铆 Don Epifanio le pasa la mano al jefe: "As铆 es como se habla, se帽or. Porque en la forma que Ud. me grit贸, 驴sabe qu茅? no me impresion贸 absolutamente nada, porque yo a la edad de 29 a 30 a帽os ejerc铆 la Jefatura de Polic铆a de mi pa铆s y conozco los deberes y obligaciones de un jefe de Polic铆a. Usted a su corta edad no puede venir encima m铆o con prepotencia y palabras despectivas a querer impresionarme, cosa que no consigui贸 en absoluto. Pero cuando viene ahora por segunda vez en los t茅rminos adecuados a acordar un pacto de caballeros, estoy de acuerdo y est谩 pactado".
As铆 llegamos finalmente a la soluci贸n. Cada uno tuvimos que tomar el camino hacia nuestras casas y Don Epifanio se embarc贸 el domingo 9 de enero en el aeropuerto de Curitiba con destino a los Estados Unidos".
Asunci贸n, 6 de agosto de 1995".
Los acontecimientos narrados por Guillermo Correa Mart铆nez y ratificados por la familia Ostertarg alcanzaron para reparar el sentimiento de abandono, al momento de esa maldita llamada. Y no voy a negarlo, dese茅 con toda mi alma que Stroessner, alguna vez, viviera en carne propia lo que le hac铆a al pr贸jimo. De igual forma, conocer los hechos no cubr铆a mi cuota pendiente de calor familiar.
Entonces, como no hab铆a terminado el mes ni mis vacaciones laborales, decid铆 cambiar de destino y de abrazos. Mi t铆o Bernardo (tambi茅n M茅ndez Fleitas) y mi t铆a Mirti nos esperaban en C贸rdoba, donde viv铆an con mis primas y primos. All谩 partimos, para recibir todos los mimos necesarios.
El 26 de enero, ya en casa, recibo la noticia de otra dura prueba familiar: el tremendo accidente sufrido por mi hermano Jos茅 en la ciudad de M茅xico. Mi madre se traslada en su auxilio, desde San Jos茅, dejando a mi padre con mi hermano Prudencio. Ella estuvo al cuidado de Jos茅 unos cuatro meses. En mi madre la familia entera desperdigada por el mundo deposit贸 toda la confianza y la fe en la recuperaci贸n, casi milagrosa, de mi hermano. Una vez m谩s, vencimos. La vida estaba de nuestro lado. Las pruebas de aquel enero del 83 quedaban atr谩s.
脥NDICE
Dedicatoria
Poema "Ausencia"
Pr贸logo a dos voces:
- Una gram谩tica de la memoria
- Para el libro de Maricruz
Agradecimientos
A modo de introducci贸n
Primera mirada:
PASAJES DEL LIBRO POR ORDEN SUPERIOR (1989) EN CONTRAPUNTO PERSONAL (2000)
鈥⒙犅犅犅犅犅犅 Los primeros a帽os
鈥⒙犅犅犅犅犅犅 El Uruguay y los militares
鈥⒙犅犅犅犅犅犅 Traslado a la Argentina
鈥⒙犅犅犅犅犅犅 Reencontrando la identidad
鈥⒙犅犅犅犅犅犅 M谩s persecuciones pol铆ticas
鈥⒙犅犅犅犅犅犅 Los afectos y la nueva dispersi贸n familiar
鈥⒙犅犅犅犅犅犅 El Mundial de F煤tbol de 1978
鈥⒙犅犅犅犅犅犅 Gobierno del Dr. Ra煤l Alfons铆n
鈥⒙犅犅犅犅犅犅 Derrocamiento de Stroessner
Segunda mirada:
SECCI脫N I:
INICIO DEL EXILIO DE MI PADRE (1956)
鈥⒙犅犅犅犅犅犅 A帽os de dispersi贸n familiar
鈥⒙犅犅犅犅犅犅 Mi nacimiento
鈥⒙犅犅犅犅犅犅 El piano de mis padrinos
鈥⒙犅犅犅犅犅犅 San Pedro del Paran谩
鈥⒙犅犅犅犅犅犅 Partidas y llegadas
SECCI脫N II:
TRASLADO DE LA FAMILIA A URUGUAY (1959)
a)聽聽聽聽聽 A帽os de buenos recuerdos
鈥⒙犅犅犅犅犅犅 Mi madre
鈥⒙犅犅犅犅犅犅 Mi primera escuela
鈥⒙犅犅犅犅犅犅 Mi primera lecci贸n
鈥⒙犅犅犅犅犅犅 Domingos de reuni贸n en la casa de la calle Trist谩n Narvaja.
鈥⒙犅犅犅犅犅犅 La provisi贸n "La flor del cord贸n"
鈥⒙犅犅犅犅犅犅 Una historia en otra
鈥⒙犅犅犅犅犅犅 La playa
鈥⒙犅犅犅犅犅犅 La fiesta de cumplea帽os
鈥⒙犅犅犅犅犅犅 La escuela Rep煤blica del Per煤 y Eva
鈥⒙犅犅犅犅犅犅 El partido de f煤tbol y los abuelos
鈥⒙犅犅犅犅犅犅 La goma de borrar y mi padre
鈥⒙犅犅犅犅犅犅 Mi padre y mi hermano Jos茅 (narrada por Jos茅)
b)聽聽聽聽聽 Creciendo en dos realidades: Uruguay y Paraguay
鈥⒙犅犅犅犅犅犅 Mi pasaje por el Liceo "Jos茅 Pedro Varela"
鈥⒙犅犅犅犅犅犅 El llanto y la guitarra
鈥⒙犅犅犅犅犅犅 Soledad Barrett
鈥⒙犅犅犅犅犅犅 Las visitas en el exilio
鈥⒙犅犅犅犅犅犅 La parroquia del Reducto y la "Barra"
c)聽聽聽聽聽聽 Primeros dolores personales
鈥⒙犅犅犅犅犅犅 Espinas
鈥⒙犅犅犅犅犅犅 脷ltimos campamentos y el apresamiento de mi padre
鈥⒙犅犅犅犅犅犅 M谩s espinas
鈥⒙犅犅犅犅犅犅 La partida
SECCI脫N III:
EXILIO EN LA ARGENTINA (1974)
a)聽聽聽聽聽 En la Argentina de Per贸n
鈥⒙犅犅犅犅犅犅 Llegada a Buenos Aires
鈥⒙犅犅犅犅犅犅 Estad铆a en Argentina con Per贸n -y sin Per贸n- (narrada por mi hermano Juan Bernardino)
鈥⒙犅犅犅犅犅犅 La inserci贸n laboral y los estudios
b)聽聽聽聽聽 El Operativo C贸ndor en marcha: muertes, detenciones y nuevos exilios
鈥⒙犅犅犅犅犅犅 Los pol铆ticos uruguayos Zelmar Michelini y H茅ctor Guti茅rrez Ruiz
鈥⒙犅犅犅犅犅犅 Sandra Zonca, mi compa帽era de teatro
鈥⒙犅犅犅犅犅犅 El relato de mi hermano Epifanio
-"Misi贸n Cultural": Inicio del exilio
-Intentos de eliminaci贸n en el exterior
-Peronismo y represi贸n en Argentina
-Desaparecidos en la guerra sucia
-Carter y asilo en los Estados Unidos
鈥⒙犅犅犅犅犅犅 El relato de mi hermano Juan Bernardino
1) General Roberto Marcelo Levingston
2) El secuestro de mi padre y de mi hermano
Trabajando por la liberaci贸n
鈥⒙犅犅犅犅犅犅 Desencuentro y persecuci贸n en Brasil
c)聽聽聽聽聽聽 La colectividad paraguaya y las actividades pol铆ticas
鈥⒙犅犅犅犅犅犅 Estela Cattoni
鈥⒙犅犅犅犅犅犅 Recordando a la Juventud Colorada del Exilio
鈥⒙犅犅犅犅犅犅 Dr. Osvaldo Chaves
d)聽聽聽聽聽 Reunificaci贸n familiar y pol铆tica
鈥⒙犅犅犅犅犅犅 Vuelta a la Argentina
鈥⒙犅犅犅犅犅犅 La moneda de un d贸lar
鈥⒙犅犅犅犅犅犅 Las cartas
9聽聽聽聽聽聽 El "coloradismo" de Wilson Ferreira Aldunate
鈥⒙犅犅犅犅犅犅 Rumbo a Posadas: cuarta marcha de la OPTE
鈥⒙犅犅犅犅犅犅 La miel de la abeja reina
e)聽聽聽聽聽聽 El adi贸s a Epifanio M茅ndez Fleitas (22.11.85)
鈥⒙犅犅犅犅犅犅 Tramo final
鈥⒙犅犅犅犅犅犅 Llegada de m铆 hermano Jos茅 a la despedida (narrada por 茅l)
f)聽聽聽聽聽聽 En busca de las ra铆ces
鈥⒙犅犅犅犅犅犅 El regalo de mi abuela
Tercera mirada:
RETORNO AL PARAGUAY SIN STROESSNER (1989/1990)
a)聽聽聽聽聽 Impresiones y reflexiones
鈥⒙犅犅犅犅犅犅 Soy la nieta de
鈥⒙犅犅犅犅犅犅 Chipa Jh茅
鈥⒙犅犅犅犅犅犅 En libertad
鈥⒙犅犅犅犅犅犅 El "Archivo del Terror": una visita obligada
鈥⒙犅犅犅犅犅犅 La repatriaci贸n del desterrado yo-谩 (22.11. 2004)
b)聽聽聽聽聽 A modo de balance
鈥⒙犅犅犅犅犅犅 Trascendiendo el Paraguay de Stroessner
鈥⒙犅犅犅犅犅犅 Palabras finales
ANEXO: GLOSARIO POL脥TICO
AP脡NDICE DOCUMENTAL
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