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Juan Anselmo Samudio (+)
21 de Abril de 1878
 
Juan Anselmo Samudio (+)


Biografía

SAMUDIO, JUAN­ ANSELMO (1878-1935)

Se inició en el arte en el ambiente creado a fines de siglo por la actuación de residentes y transeúntes como Da Ponte, Boggiani, Monet, etc.

En 1903 se presentó al concurso oficial programado por el Instituto Paraguayo y obtuvo una beca para estudiar en Roma. Permaneció en Italia hasta 1909, fecha en la cual regresó al país.

A su llegada abrió con Alborno una Academia de Arte que fue a la vez el primer Salón permanente de exposiciones en nuestro medio. No volvió a salir del Paraguay en viaje de estudios, aunque envió sus cuadros a algunas muestras en el exterior, e inclusive asistió a la Primera Exposición de Artistas Paraguayo en Buenos Aires, en 1933.

Los últimos lustros de su vida los dedicó a la enseñanza en el Gimnasio Paraguayo. Cultivó exclusivamente el paisaje. En la Exposición Internacional organizada con motivo del Centenario Argentino (1910) obtuvo Medalla de Bronce por su cuadro Paisaje de Venecia.-

Samudio fue exclusivamente paisajista y de él no quedan retratos o composiciones, y sólo cultivó la figura como complemento del paisaje.

También se guardan en el Museo de Bellas Artes, "EL ÁRBOL DE ARTIGAS", "UNA NOCHE EN BURANO", fechado en Venecia en 1908.

(Fuente: “DICCIONARIO DE LAS ARTES VISUALES DEL PARAGUAY”, por LISANDRO CARDOZO, editado con el apoyo del FONDEC. Asunción-Paraguay 2005).

 

 

JUAN SAMUDIO (Notas biográficas leídas por su autor en el acto de homenaje tributado por el Ateneo Paraguayo, en memoria de Samudio, en el 1er. Aniversario de su fallecimiento).

El desarrollo de la cultura paraguaya data del año 70 hasta nuestros días. La florencia espiritual de la anteguerra contra la triple alianza quedó sepultada bajo los escombros de la Nación caída. Por eso el retardo que sufrimos en nuestro progreso y evolución moral concuerda con el tiempo del resurgimiento patrio.

Felizmente el Paraguay no había perdido totalmente sus reservas de hombres ilustrados, y así fue que apenas consumada la tragedia en Cerro-Corá, los pocos compatriotas que se habían formado en los países de nuestra vecindad se repatriaron para engrosar la fila de los no menos escasos sobrevivientes que, con preparación suficiente y sobrado patriotismo, se disponían a emprender la tarea más penosa de reconstruir la patria.

La vida nacional se desenvolvía entonces tímidamente, en medio del aplastamiento general, sacudida violentamente, a ratos, por agitaciones políticas causadas por las primeras organizaciones democráticas. Pero no obstante, aquellos esclarecidos patriotas, en colaboración con otros pocos ilustres extranjeros, fundaron los primeros colegios y facultades, y organizaron las primeras asociaciones, para propender al cultivo de las letras y las artes bellas.

Así nacieron el primer Ateneo Paraguayo en 1885 y diez años después el Instituto Paraguayo. Mientras en el uno se formaban nuestros nuevos vates y escritores, del otro salían los primeros pintores y músicos, quienes más tarde formaron el precario ambiente intelectual y artístico del Paraguay redivivo.

El pintor Juan A. Samudio perteneció al alumnado inicial del Instituto Paraguayo. Nació Samudio en la Asunción el 21 de Abril de 1878, y aprendió los rudimentos de su arte en el citado Instituto, con el Prof. Don Héctor Da Ponte. Su padre, don Saturnino Samudio, que fue marino de la primera escuadra paraguaya en la época de don Carlos, murió cuando él apenas salía de la niñez, circunstancia que le forzó a alternarlas aulas con el taller, para ayudar a su madre a procurar el sustento y la educación de sus hermanos menores. Pues, épocas eran aquellas en que las madres asumían la responsabilidad de jefe de familia, para amamantar a la generación resurrecta, después de haber compartido con el ejército los azares de la guerra, en las jornadas heroicas de la "residenta", llegando hasta Cerro Corá, como llegó la que había de ser madre del pintor, doña Juana Domínguez de Samudio.

Y como en aquel período de restauración nacional eran también hasta conocidos los jóvenes que sobresalían en una u otras ramas de conocimientos y actividades, se le instituyó a Samudio una de las becas que el gobierno de Italia había ofrecido al del Paraguay, por intermedio de Guido Boggiani, para los mejores estudiantes de pintura. Y en 1903 partía para Italia, con dos compañeros más: ALBORNO y COLOMBO, donde ingresó en la Academia Real de Roma. Al cabo de tres años participaba ya en la exposición internacional de la famosa ciudad itálica, honor que se concedía, claro está, sólo a los pintores de mérito.

En 1907 remitió a la Asunción sus primeros cuadros y bocetos, que, juntamente con los de Alborno, se exhibieron en el local hoy demolido del Instituto Paraguayo. A fines del año siguiente regresó a la patria; y ya en la Asunción, en compañía de su inseparable amigo y colega, Alborno, fundó la primera Academia Nacional de Bellas Artes.

En la memorable inauguración de la nueva Academia, el gran bibliófilo y esteta de saudosa memoria, D. Juan Silvano Godoy, dirigió las palabras de salutación a los jóvenes artistas, quienes después de 5 años de provechoso aprendizaje en Europa se reconstituían a la vida artística de su patria, con los mejores auspicios. Y en otro elocuente como encomiástico discurso, el Dr. Díaz Pérez declaró inaugurada la nueva institución, en su carácter de Director de la Biblioteca, Museo y Archivo de la Nación; la prensa local celebró también la fundación de la Academia de Bellas Artes con frases de aliento y admiración para sus fundadores.

Ahora bien. Si en un cuarto de siglo de ininterrumpida labor docente, la Academia de Bellas Artes no rindió al país sino dos pintores que abrazaron con fervor su arte, (Los pintores Bestard y Holden Jara pertenecieron al alumnado del Gimnasio Paraguayo, institución en que se refundó la Academia de Bellas Artes) haciendo profesión de ella, culpa será del tan criticado ambiente nuestro que mata todo esfuerzo que no persiga un inmediato fin utilitario.

Al año siguiente de la inauguración de la Academia de Bellas Artes, concurrió Samudio a la Exposición del Centenario Argentino en Bs. As., donde obtuvo medalla de bronce con su cuadro: PUENTE CANÓNICA (Venecia) cuadro que actualmente figura en el Museo Godoy. En esa ocasión dijo de él un comentarista argentino: "este artista es un enamorado de las marinas venecianas que tan bien las siente y las expresa; de cada rincón de Venecia ha cantado un poema en su telas; con pinceladas vigorosas caracteriza con verdad esos días grises tan difíciles de expresar en el arte".

Samudio continuó trabajando intensamente con aquella perseverancia de apóstol que le caracteriza siempre, realizando anualmente la exposición de sus cuadros.

En 1922 participó en la exposición de Artes Contemporáneas que, se efectuaba en Río de Janeiro, con motivo del Centenario del Brasil, donde le correspondió la tercera medalla por su cuadro: VISTA DE CAACUPÉ. Valga decir que la sola admisión de una obra en ese certamen, ya implicaba un triunfo de alto honor para el artista, por el riguroso criterio selectivo con que hubo de proceder la comisión brasileña, en vista de los numerosos trabajos presentados para la exposición.

Posteriormente participó en la de Baltimore, con su hermoso cuadro: Los dos Vigías, lleno de sugerencias poéticas. Y otra vez en Buenos Aires en 1933, en una exposición de conjunto con sus compatriotas, Alborno, Delgado Rodas y Campos Cervera. Era aquella una oportunidad para revelarse el arte plástico moderno del Paraguay, en un ambiente donde nuestros valores artísticos eran poco menos que desconocidos. Y la prensa bonaerense no escatimó sus elogios a los heraldos de nuestra cultura artística.

Son 3 las épocas en que podría dividirse la vida artística de Samudio. La primera, la de sus comienzos en la Asunción, la segunda, la de su vuelta de Italia, y la tercera, la de los últimos tres lustros de su vida, en que se definió claramente su personalidad. De su primera época conocemos muy pocos ejemplares de sus cuadros. No obstante hemos de anotar que en ellos se advierte más el afán del dibujante que la técnica del pintor. A su vuelta de Italia vino influenciado, como era natural, por el impresionismo en boga. Su estilo revestía cierto amaneramiento por las tonalidades menudas de matices casi siempre melancólicos. Sentía una atracción irresistible por las horas del véspero y la luz medrosa de las noches de luna. Esa tendencia le llevó a percibir tos paisajes a través de una visión triste y sombría, como en sus cuadros: EL ORATORIO, UN CANAL DE BURANO, (NOCHE DE LUNA), EL ÁRBOL DE ARTIGAS, etc.

Pero como Samudio no poseía más pasión que su arte, y todo lo subordinaba a su voluntad disciplinada, seguía trabajando y estudiando siempre, en el silencio fecundo de su atelier o al aire libre, pintando los paisajes en el propio terreno, ante la visión fugaz de nuestra maravillosa naturaleza. Así fue penetrando con los años en el secreto de su arte; se apartaba de la estilización, para dar cada vez más con la exacta caracterización del ambiente que trataba. Llegó a interpretar en sus últimos años la vibración del aire, bajo la diafanidad de nuestro cielo, cuya luz clarísima da coloridos particularísimos a las cosas de nuestra tierra. No en vano se dice que el arte (cualquiera sea ella) exige tiempo y dedicación. Samudio llegó a la edad de 58 años, y 30 de dedicación severa a la pintura, y sin embargo moría cuando sólo llegaba a alcanzar el dominio de la técnica impresionista.

Representó Samudio, entre sus colegas paraguayos, LA PINTURA NATURALISTA: las selvas del Paraguay con sus arroyos y torrentes cristalinos; sus valles de suaves declives, con sus ranchitos de barro y paja; y las lejanas perspectivas de sus serranías ondulantes, todo lo exaltó en sus telas con el cálido resplandor de los soles de estíos. No demostró poseer un talento extraordinario, ni que fuera, tal vez, un gran pintor, para el criterio europeo. Pero para un ambiente, como el nuestro, poseyó en cambio sobrada voluntad para persistir en su arte, y suficientes dotes, como para llamar la atención de la crítica americana, sobre todo, y merecer de ella el calificativo de "gran paisajista". En verdad no fue sino eso. No cultivó con preferencia otros géneros de la pintura; y aunque en el retrato al carbón, a la sepia y sanguina no tuvo aquí entre sus colegas, competidores, abandonó también ese asunto para especializarse en el paisaje.

Ya presentía el llamado del más allá (como decía él mismo) en su últimos momentos, cuando sentía la inmensa nostalgia del paisaje. En las mañanas radiantes de los frescos días de otoño anhelaba plantar su caballete al borde de un arroyo y pintar paisajes. Parecía convencerse de que no había dado de sí lo suficiente, y que alguna visión última que se reservara en la paleta ansiaba ofrecer a la posteridad de su patria que juzgara sus obras. Hasta que el 18 de abril de 1936, se apagó para siempre su espíritu en los instantes mismos en que el sol lanzaba, para morir, sus últimos destellos.

En la misma noche, sus restos fueron velados por sus ex-colegas y algunos pocos amigos en el recinto del Ateneo Paraguayo. En el acto de su inhumación que se efectuó al día siguiente en el Cementerio de la Recoleta, le despidieron en representación del Ateneo Paraguayo y del Museo de Bellas Artes, los doctores Recalde y Díaz Pérez, respectivamente. Y solemnizó el sencillo, aunque emocionante acto piadoso, un cuarteto que integraban la Soprano Esther Acuña Falcón y los maestros Giménez, Kamprand y Marsal, quienes entonaron la nota sublimada con la armonía de un ruego, sobre la humilde tumba del artista.

Fuente: ARTES Y ARTISTAS PARAGUAYOS. PERIODO RENACENTISTA. Conferencia de JORGE BÁEZ - Biblioteca Nacional. Agencia Paraguaya del ISBN - 1ª Reedición, con el apoyo de la Cooperativa Universitaria Ltda. Asunción – Paraguay, Noviembre, 2007 (91 páginas)

 

 

SAMUDIO, JUAN A. : Nacido en Asunción en 1878, fallecido en la misma capital en 1935. No hay noticias de este artista antes de 1903, fecha en la cual participa, juntamente con PABLO ALBORNO y CARLOS COLOMBO, en los exámenes convocados por el Instituto Paraguayo para optar a becas en Europa: aunque ciertos datos lo presentan como alumno de HÉCTOR DA PONTE. Va a Italia, en ese año, y estudia en la Real Academia de Dibujo y Pintura, de Roma, Expuso sus trabajos, como Alborno en la Exposición Internacional realizada en 1906 en la capital italiana: el crítico de arte FRANCISCO RADÍ aludió favorablemente a un cuadro suyo. De regreso al país sus actividades durante varios años corren paralelas a las de PABLO ALBORNO a quien le unió una gran amistad; con él fundó la ACADEMIA DE BELLAS ARTES (1909) con su galería de arte permanente, aneja. Más tarde, disuelta la academia, Samudio pasó a dirigir las clases de diseño y pintura en el Gimnasio Paraguayo. Mandó a la Exposición Internacional del Centenario Argentino realizada en Buenos Aires en 1910 dos cuadros: NOCHE DE LUNA y PUENTE CANONICA realizados ambos en Venecia y que fueron distinguidos con medalla de plata Participó también en exposiciones en el extranjero: Exposición del Centenario del Brasil, en Río de Janeiro, ocasión para la cual trabajó durante dos meses en Caacupé, pintando paisajes de esa pintoresca zona. Fueron numerosas sus exposiciones individuales: en general prefirió éstas a las colectivas, aunque participó en algunas. Era un solitario. En 1962 se realizó en la Casa Argentina una retrospectiva de sus obras, organizada por el Sr. Jorge Báez (h). Figuró entre los fundadores del Gimnasio Paraguayo. Fue profesor cie dibujo y de pintura en varios centros docentes capitalinos.
OBRAS EN MUSEOS:
MUSEO NACIONAL DE BELLAS ARTES DE ASUNCIÓN:
N° 51. EL ÁRBOL DE ARTIGAS, óleo sobre tela, 0.94 x 0.82
N° 52. PAISAJE DE VENECIA, óleo sobre tela, 0.78 x 0.70
N° 53. EL ORATORIO DE NOCHE, óleo sobre tela, 0.78 x 0.70
N° 54. UNA NOCHE EN BURANO, óleo sobre tela, 0.80 x 0.70
UBICACION: JUAN A. SAMUDIO, el primero entre sus compañeros en desaparecer, puede ser considerado, juntamente con Alborno, decano de nuestras artes plásticas en la época que enlaza inmediatamente con la postguerra del 70. Así como Alborno dedicó atención preferente a la figura, por lo menos durante muchos años, Samudio se dedicó exclusivamente al paisaje y alcanzó con él gran predicamento local. En su trayectoria, como en la de Alborno, es posible apreciar la influencia del enclaustramiento y sus proyecciones negativas sobre el complejo conceptivo y estético de esta promoción.
Fuente: TREINTA Y TRES NOMBRES EN LAS ARTES PLÁSTICAS PARAGUAYAS por JOSEFINA PLÁ. Editorial Cultura, Asunción-Paraguay 1973 (59 páginas).

 

 

JUAN A. SAMUDÍO

Nació en Asunción en 1878, hijo de Saturnino Samudio y Juana Domínguez. En 1903 participó juntamente con Pablo Alborno y Carlos Colombo, en los exámenes convocados por el Instituto Paraguayo para optar a becas en Europa. Estudió en la Real Academia de Dibujo y Pintura, de Roma, y expuso sus trabajos, como Alborno, en la Exposición Internacional realizada en 1906 en la capital italiana; la crítica aludió favorablemente a un cuadro suyo. De regreso al país dirigió las clases de diseño y pintura en el Gimnasio Paraguayo. Y fue Director de la Academia de Bellas Artes. Envió a la Exposición Internacional del Centenario argentino, Bs. As., 1910, dos cuadros: NOCHE DE LUNA y PUENTE CANÓNICA, realizados en Venecia; el primero fue distinguido con medalla de bronce. Participó en la Exposición del Centenario del Brasil, en Río de Janeiro, ocasión para la cual pintó paisajes en la zona de Caacupé. Fueron numerosas sus exposiciones individuales, en 1962 se realizó en la Casa Argentina, una retrospectiva de sus obras.

"Hace años, siendo estudiante - escribió don Arturo Alsina - en un atardecer invernal, vi por primera vez a Samudio, envuelto en amplia capa y tocado por un sombrero de alas anchas que proyectaba una leve sombra sobre la noble faz del artista. Por aquel entonces exponía en los salones del Gimnasio, cuya dirección espiritual ejercía por derecho propio. Su técnica había cedido al avasallador influjo del impresionismo, y a los tonos sombríos, de la primera época, suplantaban ahora los claros y brillantes, fieles traductores de la naturaleza del trópico. Fiesta de sol, lujuria de colores!. Lo que ha dado en llamarse "estado de ánimo" y que proyecta en la obra de arte lo que de personal tiene el artista, lo que le da dignidad y lo hace intérprete y no esclavo de la naturaleza, estaba presente en aquella muestra, revelando la culminación de un fuerte temperamento... Era silencioso, grave y reflexivo. Su vida interior se traducía en su obra, en el color que el pincel iba transmitiendo a la tela virgen. Su existencia estará consagrada al arte, y un amor total inquebrantable y místico lo llevará a renunciar a todo. Renunciará al sueño del hogar propio, preferirá una puesta de sol a los vanos y tentadores placeres del mundo. Su vida era sencilla, sin complicaciones. Impuesta la misión, la cumplirá hasta el fin. En su lecho de muerte firmará los últimos cuadros...".

Juan Anselmo Samudio dedicó muchos de sus cuadros al paisaje de la patria, que trascendió en ellas su agreste belleza y colorido. Falleció en 1933.

Fuente: BREVE HISTORIA DE GRANDES HOMBRES. Obra de LUIS G. BENÍTEZ. Ilustraciones de LUIS MENDOZA, RAÚL BECKELMANN, MIRIAM LEZCANO, SATURNINO SOTELO, PEDRO ARMOA. Industrial Gráfica Comuneros, Asunción – Paraguay. 1986 (390 páginas)

 

 

SAMUDIO, JUAN­ ANSELMO

Pintor y docente. Nació en Asunción el 21 de abril de 1878, hijo de Saturnino Samudio y de Juana Domínguez,

En 1903 participó, junto con Carlos Colombo y Pablo Alborno, de los exámenes convocados para la obtención de becas de estudio en Europa, propiciadas por el Instituto Paraguayo. Así pudo estudiar en la Real Academia de Dibujo y Pintura de Roma, y exponer sus trabajos en la Exposición Internacional realizada en 1906 en la "ciudad eterna".

De regreso al país se hizo cargo de las clases de diseño y pintura en el Gimnasio Paraguayo y fue director de la Academia de Bellas Artes.

Con sus cuadros "NOCHE DE LUNA" y "PUENTE DE CANÓNICA", pintados en Venecia, participó, en 1910, de la exposición conmemorativa del centenario de la independencia argentina, en Buenos Aires.

Con una serie de paisajes de los alrededores de Ka'akupe hizo otro tanto, participando de los festejos celebratorios del centenario de la independencia brasilera. ** Su amigo, el intelectual y dramaturgo Alturo Alsina, en su libro "Paraguayos de otros tiempos" escribe acerca del gran pintor: "Era silencioso, grave y reflexivo. Su vida interior se traducía en su obra, en el color que el pincel iba transmitiendo a la tela virgen.

Su existencia estará consagrada al arte, y un amor total, inquebrantable y místico lo llevará a renunciar a todo. Renunciará al sueño del hogar propio, preferirá una puesta de sol a los vanos y tentadores placeres del mundo.

Su vida era sencilla, sin complicaciones.

Impuesta la misión, la cumplirá hasta el fin. En su lecho de muerte firmará los últimos cuadros. Cultivaba la amistad con lealtad y consecuencia. Lo reservado del carácter no excluía, a ratos, la sana alegría, ni la ironía que florecía a menudo en sus labios”

Falleció en Asunción, en 1935.

(Fuente: “FORJADORES DEL PARAGUAY – DICCIONARIO BIOGRÁFICO” Realización y Producción Gráfica ARAMÍ GRUPO EMPRESARIAL. Alberdi 2831 c/16 Pytda. Tel. (595-21) 373 594, fax (595-21) 391 136 - e-mail: arami@rieder.net.py  Asunción, Paraguay. Coordinación General: Ricardo Servín Gauto. Direccion de la Obra: Oscar del Carmen Quevedo).



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