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Museo de la Estación de Ferrocarril de la Ciudad de San Salvador (Departamento del Guaira)
(11/01/2010)

MUSEOS DEL PARAGUAY
 
MUSEO DE LA ESTACIÓN DE FERROCARRIL DE SAN SALVADOR
 
DEPARTAMENTO DEL GUAIRA
 
 
 
 
 
Salvada de la destrucción mediante el celo de los pobladores por sus bienes históricos y culturales, la estación de tren de San Salvador se halla hoy convertida en museo. El emblemático edificio guarda recuerdos de tiempos prósperos cuando las locomotoras circulaban por esas vías que han desaparecido. Conserva valiosos ejemplares de elementos utilizados para el funcionamiento del más importante medio de trasporte del siglo XIX.
 
Artículo: JAVIER YUBI
 
Fotos: ABC Color/Celso Ríos.
 
 
Por hallarse a mitad de la línea ferroviaria entre Asunción y Encarnación, San Salvador tenía importancia estratégica. Era una estación cabecera donde se procedía al cambio de locomotoras y al relevo del personal: maquinistas, foguistas, pasaleñas, guardas, inspectores y camareros.
 
Junto a las estaciones de Sapucái y Salitre Cué, San Salvador era centro de reabastecimiento de agua y leña para las calderas que hacían funcionar los motores a vapor del ferrocarril en viaje de Asunción a Encarnación, o viceversa. El cambio de locomotoras se producía a través de una aparatosa mesa giratoria que había sido fabricada en Ipswich, Inglaterra, en 1910, por la compañía “Ransomes & Rapier Ltd”, según se leía en dos grandes placas de bronce que hace poco fueron robadas para ser vendidas a precio de metal. A metros de la estación de pasajeros funcionaban los talleres de reparación, porque de San Salvador partía el ramal a Abaí, con paradas intermedias en Ñumí, Eugenio A. Garay, Fassardi, Gral. Morínigo y Pindoyú.
 
 
 
 
Durante un siglo, los aparatosos vehículos marcaron el ritmo de vida de este pequeño pueblito acomodado en la geografía guaireña. La llegada de las vías a San Salvador en la década de 1890 trajo cambios para los pocos vecinos que habitaban la compañía, entonces dependiente de Borja. Era una importante fuente de trabajo para todos, lo que pronto transformó el rudimentario paisaje de ranchitos y bosquecillos en obras materiales que todavía existen en los alrededores. Grandes casonas de finales del siglo XIX y principios del XX, que eran comercios de ramos generales, bares y hoteles.
 
Desde que el tren dejó de funcionar, hará más de diez años, el silencio se adueñó de San Salvador. Cubierto de pasto, el amplio campo verde correspondiente al ferrocarril distribuye en sus dimensiones tinglados, conjuntos de casas, un tanque elevado y un tajamar que proveía de agua a las instalaciones.
 
En el año 2005, los administradores de Ferrocarriles del Paraguay Sociedad Anónima (propiedad del Estado paraguayo) procedieron a rematar como chatarra en desuso miles de toneladas de rieles, materiales rodantes y equipos técnicos. Fue así que la mayoría de las antiguas estaciones, levantadas a lo largo de la red ferroviaria, perdieron todo su equipamiento y hasta centenarias locomotoras fueron destruidas para el “aprovechamiento” del metal que se llevó a Chile y Brasil. Opuestos al desmantelamiento total de la estación, las autoridades municipales y la población de San Salvador se mantuvieron en vigilia para evitar que se proceda al retiro de lo poco que quedaba. Y lograron proteger la máquina giratoria, un par de locomotoras y pesados utensilios de hierro. Con los elementos salvados organizaron el Centro Cultural San Salvador, que cuenta con un Museo Histórico y la Biblioteca 31 de Marzo Rincón del Saber, que está a cargo de la Municipalidad. “Creamos este espacio para desarrollar actividades que nos permitan conocer y valorar aspectos que tienen relación con nuestra cultura y con nuestra historia local”, dice Oscar Cabral, presidente de la Comisión de Defensa del Patrimonio Cultural La Estación de San Salvador.
 
 
 
Explica el hombre, dedicado a la docencia, que el complejo no se abre en forma continua, pero revela que el intendente municipal, Darío Ruiz, prometió incluir en el presupuesto 2010 el rubro necesario para la habilitación permanente. “A partir de febrero ya estaríamos en condiciones de atender al público en horarios establecidos, con personal fijo. De todas formas, nosotros recibimos la visita de estudiantes y extranjeros que llegan con deseos de conocer lo que tenemos acá”, hace saber Cabral.
 
En la enorme sala que fuera depósito de herramientas de cuadrilleros está montada en estantes la colección de objetos históricos. Hay yunques, lámparas, palas, gatos de locomotoras, faros, utensilios de control de aceite de motor y elementos propios para el funcionamiento de los trenes. En otros salones se guardan armarios, mostradores, mesas, sillas. Quedan en la vieja boletería una caja fuerte de hierro inglesa, la máquina fechadora y la tiqueadora de madera con boletas de distintos destinos. Y la ventanita con rejas de hierro forjado, donde la gente formaba fila para comprar su ticket de viaje, está igual. Con anterioridad, las autoridades del ferrocarril central procedieron a retirar el telégrafo, dejando a la estación de San Salvador sin su emblemático aparato de comunicación. Tampoco hay rastros del enorme reloj que marcaba las horas con precisión inglesa.
 
En los corredores de la antigua edificación se ubican los bancos de madera que antes acomodaban a los viajeros o familiares que venían a recibirlos.
 
No lejos del edificio principal existen dos grandes galpones, armados con chapas de zinc. Bajo el tinglado mayor hay dos locomotoras: son las únicas que se salvaron de desaparecer. A un costado, apenas quedan rastros de lo que fue un fogón del secadero de arena. La tierra seca era necesaria para cuando el ferrocarril patinara por causas de rocío o lluvia.
 
Otra casa anexa, en medio de la quietud, encierra los misterios de un pasado de esplendor. Allí, sobre un piso de adoquines baldosados se encuentran armarios, sillones, materiales de hierro. Era oficina, galpón de depósito y habitación de algún jefe, porque tenía cocina y baño. También a la vista están los baños públicos, modernos en su época, con cuatro privados, un meadero masculino y la ducha. Y la laguna artificial que proveía el líquido al sistema de agua corriente. Ya no existe, pero quedan huellas en el emplazamiento del motor que generaba electricidad para alumbrar el complejo con luz artificial.
 
Recorrer el complejo ferroviario de San Salvador es como hacer un paseo de regreso por el pasado. Da la sensación de estar en un museo al aire libre, donde los recuerdos abundan y las historias adquieren sentido al amparo de un silencio inquebrantable.  
 
 
 
 
FINES DE 1800
 
La pequeña localidad de San Salvador era parte del pueblo de Borja. Con la habilitación de una terminal ferroviaria en 1890 fue creciendo en los alrededores, hasta que el 31 de marzo de 1951 alcanzó el rango de municipio. Por vía férrea queda a 170 kilómetros de Asunción y por ruta, unos 190. Se llega por un camino empedrado de 10 kilómetros que parte del asfalto que une Villarrica con Caazapá. Cada 6 de enero se festeja el día del santo patrón, Niño Salvador del Mundo, con calesita, procesiones, romería, carreras de caballos.
 
 
 
 
GRAN MOVIMIENTO
 
Debido a su estratégica ubicación, a 170 kilómetros de Asunción y 200 de Encarnación, la terminal ferroviaria de San Salvador experimentaba un importante movimiento de trenes de pasajeros y trenes de carga. En su mejor momento tuvo 110 funcionarios, dando empleo a casi la totalidad de las familias salvadoreñas. Hoy la población urbana que suma 820 almas, según el censo nacional del año 2002, casi no dispone de fuentes de trabajo. A un kilómetro del centro hay un balneario a orillas del arroyo Bolas Cué, con aguas transparentes y cristalinas para la recreación veraniega de los lugareños.
 
 
 
 
FESTIVAL ARTÍSTICO
 
Detalla el profesor Oscar Cabral que desde el año 2004 se realiza en el sitio el Festival de la Locomotora, el día 31 de marzo en conmemoración al aniversario de San Salvador. “Aprovechamos el espacio que tenemos para llevar a cabo la actividad que congrega a destacados músicos y bailarines del Guairá y también de todo el país. Nuestra idea es ir creciendo para que se torne un evento tradicional que se identifique con nuestra comunidad”.
 

9 de Enero de 2010
 
Fuente: REVISTA DOMINICAL del DIARIO ABC COLOR
 
(Domingo, 10/01/10)
Fuente digital: www.abc.com.py



 

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