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Geométricas miradas,
rostros,
sombras transitantes,
por el viento
y el polvo
y la miseria.
Vengo de la calle
donde hombres y mujeres
y niños harapientos
esperan con paciencia en los portales
la palabra que es muda y prometiente.
Una sola...
para satisfacer la fiebre,
el ansia,
la desesperación que late
en sus gargantas.
Llego a la casa,
y una nueva esperanza
pareciera florecer en los rincones.
Pero llego,
voy adentro de la casa,
y busco la sonrisa que me espera,
pero nada...,
como si todos a un tiempo
los labios se cerraran.
La casa es una ronda de tristeza,
desde la puerta al fondo
del último rincón más escondido.
Sarcásticas figuras en el aire,
y en mí, la imagen trunca de una risa.