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MARIA LUISA BOSIO (+)
  LAS JOYAS (Cuento de MARÍA LUISA BOSIO)


LAS JOYAS (Cuento de MARÍA LUISA BOSIO)

LAS JOYAS

Cuento de MARÍA LUISA BOSIO



LAS JOYAS

Volví a la playa donde siempre veraneaba después de dos anos, invitada por las hijas de una amiga, con quien habla entablado una amistad de vacaciones. "Pobres chicas" -dije para mis adentros.

Ellas me pidieron que las acompañara a un lugar no muy lejano donde necesitaban ir. No recordaban la manera de llegar y tal vez yo podría ayudarlas.

Al día siguiente, nos dispusimos y salimos con la camioneta. Nos costó un poco llegar y encontrar el sitio que buscábamos, pero cuando vimos a un uniformado cuidando el tránsito para evitar choques, casi siempre fatales, yo reconocí un árbol caído y ahí nos detuvimos. Había dos cruces de madera y plantas silvestres a su alrededor. Volví a sentir pena y levante los ojos hacia el infinito.

Me aparte de Lía y Rossana, las hijas de mi amiga, quienes conversaron enseguida con el policía. Me senté sobre un tronco y empecé a evocar aquel día inolvidable para los veraneantes, sobre todo para mí.

 ***

Mariana y Gerardo formaban una hermosa pareja de personas bien educadas. Los habla conocido en la playa por casualidad, pues tentamos colocadas las sombrillas una al lado de la otra y coincidíamos en la hora de tomar sol. Nuestra amistad fue cordial y sincera.

Una de esas mañanas había amanecido bella. El sol que brillaba sobre las olas y la arena de la playa me obligaba a usar lentes ahumados. Mis amigos no vendrían ese día porque tenían que hacer trámites en una escribanía. Además, aprovecharían para conocer otra playa más lejana que estaba de moda y regresarían bien entrada la tarde.

***

Mariana era una mujer bonita, quizás algo excedida de peso. Me había comentado que hacía un tiempo había heredado unas joyas valiosas de su abuela argentina y que las usaba todo el tiempo. En reuniones sociales, dentro de la casa e inclusive se metía al mar con ellas. Nunca se las sacaba por ningún motivo.

Yo le había preguntado si no tenía miedo de usarlas. Mariana me contesto: "Los ladrones no creerían que algo de valor se pueda llevar puesto todos los días".

Agrego: "Las imitaciones son tan buenas que lucen-más que las verdaderas":

Me dejo atónita su respuesta, ante el peligro que eso significaba para ella.

Gerardo, el marido, era un apuesto señor, casi diría como los caballeros de otras épocas; además, muy culto. En realidad era un placer hablar con ellos.

***

Bien temprano el matrimonio dejo el departamento aquella mañana, atestiguo un vecino.

"No llevaban ningún mapa indicador y no tenían muy presente la ruta que deberían tomar" -comento el dueño de una gasolinera que encontraron en el camino-. El les indico la manera de llegar y les previno que podían confundirse con otra ruta que era peligrosa, por los camiones de carga pesada que circulaban sobre todo de mañana.

Algunos testigos dijeron que doblaron a la izquierda y tomaron el camino errado. Ahí se encontraron con un vehículo que venía a gran velocidad. "El destino los estaba esperando

Con un cielo azul y sin nubes". El choque fue frontal y la pareja fue despedida a la calzada.

La muerte fue casi instantánea, mientras se escuchaba el tango Caminito que sonaba en el casetero del auto.

La policía y la ambulancia llegaron en contados minutos. Nada se pudo hacer por salvarlos. Alguien continuaba cantando: ..."desde que se fue, nunca más volvió, caminito amigo, yo también me voy...".

Los llevaron a un hospital cercano y allí los depositaron hasta que las dos hijas llegaran. Las radioemisoras dieron la noticia con los nombres de los accidentados. Unos amigos escucharon y avisaron a Lía y Rossana, quienes tomaron el primer vuelo disponible...

Para Lía y Rossana fue un consuelo encontrar a una persona que había querido y entablado amistad con sus padres; es más, que hasta la víspera había estado conversando con ellos.

***

Lo más patético, después del reconocimiento en la  morgue, fue cuando uno de los policías se acercó y pidió hablar en privado con las hijas. Al quedar solos entregó una bolsa de  arpillera, no muy grande, y con sencillas palabras dijo: "Esto es todo lo que su madre llevaba puesto ese día y este cheque firmado por su padre estaba en el bolsillo de la camisa".

1 Me imagino la cara de sorpresa y dolor de esas jóvenes, cuando abrieron la bolsa y encontraron las costosas alhajas de su madre!

Lía dejó de llorar, levantó la cabeza y se encontró con una persona que en ese momento le pareció un ángel.

Con mucha educación y sentimiento le dijo: "Su honradez no tiene precio, ¿cuánto quiere?".

"Por favor, señorita, nada" -contestó-, "nada".

Agregó: "Es mi deber como policía entregar lo que les corresponde a ustedes".

***

Liberé mis recuerdos y volví al presente después de un buen rato.

Me acerque al sitio donde se encontraban Lía y Rossana y escuché la conversación con el oficial.

El les informó que esa persona de bien por quien ellas preguntaban, no pertenecía mas al plantel policial. Estaba por regresar de su pueblo para tomar posesión de su nueva casa, totalmente restaurada.

"Me entere" -dijo- que una escribanía se había hecho cargo de todo por indicación de la familia del matrimonio fallecido.

Lo habían citado para comunicarle que su nuevo trabajo comenzaría el mes próximo en una fábrica de automóviles. El Mercedes Benz arreglado como nuevo, también le pertenecía.

Conforme con todo lo hablado, ya que coincidía con el acuerdo que se había efectuado con la escribanía, nos despedimos y recogidas en silencio regresamos a la ciudad.

Mis amigas con el pensamiento puesto en el trágico destino de sus padres. En tanto yo iba pensando: "Muchas veces la vida castiga, y otras la muerte premia".


Fuente:
POR SIEMPRE CUENTOS
TALLER CUENTO BREVE
Coordinación :
Editorial Arandurã ,
www.arandura.pyglobal.com
Asunción-Paraguay
Octubre 2005 (179 páginas)
 
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