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GILBERTO RAMÍREZ SANTACRUZ

  ARSENIO ERICO - EL ÁNGEL QUE JUGÓ PARA LOS DIABLOS - Compilación: CATALO BOGADO BORDÓN y GILBERTO RAMÍREZ SANTACRUZ - Año 2009


ARSENIO ERICO - EL ÁNGEL QUE JUGÓ PARA LOS DIABLOS - Compilación: CATALO BOGADO BORDÓN y GILBERTO RAMÍREZ SANTACRUZ - Año 2009

ARSENIO ERICO

EL ÁNGEL QUE JUGÓ PARA LOS DIABLOS

Historia del mejor futbolista de todos los tiempos

Compilación:

CATALO BOGADO BORDÓN y GILBERTO RAMÍREZ SANTACRUZ

Editorial Arandurã,

www.arandura.pyglobal.com

Tel.: 595 21 214.295

Asunción-Paraguay

(2ª edición, 2009 – 1ª edición, 2006)

 

 

¿En qué cabriola final se fije tu embruje

a gambetear los ángeles con diabla voltereta?

¿Qué salto te mandaste más allá de las nubes

que el cielo, en el crepúsculo, tiene tu camiseta?

 

Un algo de mi asombro de chiquilín se pianta...

Bailarín de leyenda al que amó la gramilla,

y el pájaro redondo que te prestó las alas

rompe todas las redes y al vuelo lo hace astillas.

 

Arsenio de las canchas. Gran Erico. "Paragua ".

No te vas por el túnel de esta bola que "yira ".

Te quedás en domingo. Regresás por la magia

de tus goles calientes que la hinchada respira.

 

Arsenio de las canchas. Gran Erico. "Paragua ".

Que ennoblezca tu clase al tablón y al cemento.

Y gracias por tu fiesta que ya nunca se emparda.

Yo te brindo este pase. Jugalo de taquito...

porque la muerte es cuento ".

 

(Poema de HÉCTOR NEGRO, en homenaje a ERICO,

por motivo de su partida a la inmortalidad.

Revista "El Gráfico" Nro. 3018 Buenos Aires, julio de 1977)

 

 

PALABRAS PARA LA SEGUNDA EDICIÓN

 

La figura de ARSENIO ERICO convoca pasiones e invoca la maravillosa hazaña de un deportista incomparable. Como autores de la primera edición de "El ángel que jugó para los diablos ", no dudamos un instante en que la breve semblanza de la vida del futbolista despertaría gran interés y estimularía dos grandes acciones alrededor del deportista genial y su condición de paraguayo ejemplar: cumplir el anhelo profundo de que pronto sus restos descansen en su amado suelo, y la reivindicación plena de su legendaria trayectoria, a través de documentaciones fehacientes, testimonios personales, estadísticas, publicaciones de la época y actuales, sin caer en chauvinismo ni fanatismo absurdo sino volviéndolo lo más real posible, que allí radica su virtud principal.

Quién no ha escuchado a muchos comentaristas deportivos y no deportivos, incluso en el Paraguay, tratando de menoscabar su hasta hoy insuperable récord como goleador argentino, con el argumento de que el fútbol de antes era más fácil, y que hoy en día este deporte es de alta competencia, palabras más y palabras menos. Nada más alejado de la realidad dicho razonamiento, antes los jugadores se agenciaban solos para jugar, percibiendo irrisoria paga a cambio y exigidos a obtener máximo resultado a cambio. Pero ellos ponían en cada juego todo su empeño y honor. En este sentido, hoy los jugadores parecen unos "niños bonitos" y unos privilegiados del deporte, a la hora del entrenamiento que ofrecen los clubes o empresarios que los representan.

No hay duda de que los tiempos cambiaron, en la época de ERICO el fútbol estaba asociado fuertemente al arte-espectáculo y con hondo sentido que recuerda a los atletas de las Olimpíadas helénicas. La mística envolvía todo el deporte y el futbolista rendía en cada partido un tributo de profunda espiritualidad a los elegidos de las tribunas. En cambio hoy, el fútbol está basado todo su accionar en lo comercial y el negocio que posibilita todo y a todos, clubes, empresarios y jugadores ganancias siderales, pero olvidan-do muchas veces el desarrollo del fútbol estéticamente y convirtiendo al público aficionado en simple convidado de piedra, que muchas veces alientan a su equipo de espaldas a la jugada. De ahí la doble valoración de las aptitudes del deportista y las actitudes del jugador en tanto hombre de su época, en este caso ERICO, que tiene la estrella más brillante en el firmamento del fútbol rioplatense.

Arsenio ERICO es la conjugación perfecta del deporte y la solidaridad, facetas admirables hasta hoy que deben servir de guía para las generaciones presentes y venideras. Por dar uno de sus ejemplos, en plena guerra del Chaco (1932-1935), a pesar de su tienta juventud y no poder ser aún soldado en la contienda, integra como voluntario la selección de fútbol de la Cruz Roja Paraguaya que viaja a Buenos Aires a buscar solidaridad para la causa del Paraguay, recaudando fondos en diversos partidos. En la ocasión, fue "descubierto" y se abrió paso en el fútbol argentino, llegando a la cima más alta entre los goleadores.

Pero ha llegado la hora de la justicia para este jugador memorable y el patriota solidario, el regreso con gloria a su terruño y el orgullo de recibirlo que cabe a todo el pueblo paraguayo, a través de sus autoridades nacionales e instituciones deportivas del Paraguay. Y como autores, tenemos la alegría compartida con todos de tener a ERICO entre nosotros y ver crecer a nuestro libro "El ángel que jugó para los diablos", con la cooperación de todos también, en esta oportuna 2da. edición que acompaña la llegada triunfal del Paraguayo de Oro a su tierra entrañable, propiciada por sendas comisiones del Parlamento y el Club Nacional.

¡Bienvenido a casa, Arsenio Erico... !

Los autores Asunción, abril de 2009

 

 

ÍNDICE

Palabras para la segunda edición - Prólogo de la primera edición

·         Cuando el hombre tiene alas// No hay grandeza sin humildad// Breve reseña histórica// Niñez y adolescencia// Debut en primera// El Seleccionado de la Cruz Roja// Pequeñas anécdotas de las giras// Independiente y River Plate en la puja// Un ángel para los diablos// Puerto Nuevo// El inicio de la era Erico// 1937, año de la gloria// 1938, el comienzo de la gloria// Goleador récord// Los goles de Erico// Consagraciones// Independiente con Erico// Máximos goleadores de la AFA// Erico y la Copa América del 37// Erico y la selección argentina// Algunos de los paraguayos que integraron, en distintas temporadas, el equipo de Independiente // Erico y la hinchada// La fórmula del éxito// Anécdotas de Erico// Los goles más recordados de Erico// El retiro de Erico del fútbol// Anecdotario// El reposo del ídolo// Algunas reflexiones de Erico// Cinco preguntas para Erico// Su partida a la inmortalidad// Pesar por la muerte de Erico// La gloria del 37: De la Mata-Erico// El hombre que abrió el camino del éxito// Se despide Erico// Los goles de Arsenio Erico// Síntesis// Algunos comentarios sobre Erico// Entrevista a Arsenio Erico por Armando Almada-Roche// Poema de Ernesto Báez a Arsenio Erico// Oda a Arsenio Erico// Apéndice - Fuentes de información. Agradecimientos

 

 

ODA A ARSENIO ERICO

 

Por fin viene llegando Erico

exhibiendo su mejor jugada,

chuleando de gusto al tiempo

y pateando de puntín al pasado.

 

Llega feliz, con la frente alta

y el corazón lleno de goles;

ofrenda sus preseas y medalla

 y nos invita a borrar tanta espera.

 

 Es el mismo niño del Barrio Obrero

que confundió su patio de fondo

con la cancha del Club Nacional

y su mundo se volvió una pelota.

 

Buenas las naranjas, mejores los pomelos

a la hora de domesticar el balón,

luego hacerlo dormir en los hombros

y acunar en el pecho que guarda un sueño.

 

Pronto la historia tocó su puerta,

la guerra del Chaco le hizo crecer,

de sus pies volaron palomas de la paz

y el destino le ancló en Buenos Aires.

 

Un ángel malabarista de la alegría,

ganado por los diablos de Avellaneda,

se hizo genio y duende de las piruetas

atando a sus pies el balón para siempre.

 

La tribuna brama como una tormenta

y le rebautiza con mil nuevos nombres:

"saltarín rojo", "hombre del trampolín invisible",

el hombre de goma, de mimbre y de oro.

 

Pero ahora vuelve Erico a quedarse,

terminó la vuelta al mundo sin lesionarse

vuelve envuelto en gloria y honor

a su tierra, ésta tierra que puso imán en sus pies.

LOS AUTORES

 

 

ARSENIO ERICO

EL ÁNGEL QUE JUGÓ PARA LOS DIABLOS

 

 

 

A MANERA DE PRESENTACIÓN

 

         Si empezamos este breve recuento biográfico diciendo: había una vez un hombre con dos alas enormes e invisibles que jugaba al fútbol... Con seguridad, algunos lectores pensarían que se trata más bien de una exageración literaria, muy típica en la novela denominada realismo mágico. Pero no, es lo que nos decían los abuelos, mucho antes de que aparezcan los personajes de García Márquez; tal es así que, luego de hurgar en los documentos, las crónicas de la época y las estadísticas, llegamos a la conclusión de que la metáfora casi no carga con ninguna exageración ni con fantasía extraterrena. Así lo vieron los periodistas, así dijeron los miles de fanáticos alucinados del buen fútbol, y nosotros lo repetimos porque simplemente no existe otra manera, otra imagen para graficar lo realizado por este singular atleta que agotó los adjetivos.

         ¿La razón de este libro? Pensamos que el amigo lector, que como nosotros no lo vio jugar a Arsenio Erico; pero que lo conoce por los relatos de los mayores, por el fervor religioso de algunos de los abuelos que sí lo vieron en acción, se querrá interiorizar de los números, de las famosas estadística, y de qué hay de verosímil en esos gratos "recuerdos" que, hasta hoy, arrancan lagrimones a sus mayores...; es el sublime origen de este modesto material que, sin embargo, carga con el enorme propósito de intentar mostrar algunas de las cosas que se esconden detrás de la leyenda más fantástica del fútbol rioplatense.

         Al finalizar nuestra tarea encontramos respuestas a muchos de los interrogantes, pero también hallamos más interrogantes de los que ya teníamos al principio: en verdad, ¿cómo hizo Arsenio Erico para vencer la ley de la gravedad y elevarse hasta donde no llegan ni las manos de los arqueros? ¿Cómo se explican aquellas contorsiones en el aire y aquellos movimientos zigzagueantes para eludir los guadañazos, las alevosas y malintencionadas patadas de los adversarios que querían frenarlo a como dé lugar antes de que sacuda las redes con el balón? Y por sobre todo: ¿cómo pudo haber existido un hombre con tanta grandeza de humildad teniendo tantas hazañas deportivas? Claro. Estas preguntas no son nuestras ni de ahora. Estas cosas ya se preguntaron miles de personas que supieron de la solidaridad de Erico, y millones de espectadores que lo vieron en acción y aplaudieron sus jugadas y sus goles, aun sin ser hinchas del equipo donde jugaba. En todo caso, a nosotros nos surgen otras preguntas más inquietantes, por ejemplo: ¿cómo un hombre idolatrado por multitudes, considerado en su momento un semidiós, hoy está casi en el olvido? ¿Quiénes y por qué intentan apagar las sagradas antorchas que iluminan a los verdaderos ídolos?

         Encontramos que lo de Arsenio Erico fue un caso excepcional e inolvidable. Admirable como jugador y como hombre. Fue un ídolo verdadero que nunca se tragó el cuento de la fama. Siendo en su momento el mejor jugador de la Argentina, y para muchos del mundo, él se sacaba méritos para adjudicárselos a sus compañeros de equipo. Haciendo un juego de palabras podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que Erico creció entre la pobreza, pero la pobreza nunca creció en Erico. En término más futbolero podemos decir que los éxitos y la fortuna material no le gambetearon la exuberancia de su sana humildad ni le tiraron al comer su hombría de bien.

         ¿Cuántas veces esta sociedad en la que nos toca vivir, en profunda crisis, ha reclamado de sus héroes deportivos más sencillez y humildad? Siempre. Pero son actitudes olvidadas y muy pocas veces practicadas hoy en día. Sólo se ha obtenido como respuesta más ostentación material y soberbia irracional... Pensamos que, tal vez, la razón sea tener a los grandes paradigmas, como Erico, olvidados en el álbum del pasado. Ojalá que esta breve recopilación, que de ninguna manera pretende ser La Biografía de Arsenio Erico -esa enorme tarea la dejamos a otros estudiosos más disciplinados y de más largo aliento-, sirva como un puntapié inicial para desempolvar a los verdaderos héroes del deporte.

         Dicho esto, y para comenzar el breve recuento, como muestra del cariño y el respeto que Erico se ganó como futbolista y como hombre de bien, a manera de presentación de esta reseña dedicada al legendario jugador, ofrecemos dos artículos de dos periodistas contemporáneos del Saltarín Rojo, el primero es un paraguayo y el otro un argentino, Ambos artículos fueron escritos en ocasión de la partida a la inmortalidad del futbolista.

         Amigo, ojalá sea usted el lector que esperaba este libro.

 

         Los autores

 

 

NIÑEZ Y ADOLESCENCIA

 

         Corrían los años de la segunda década del siglo XX, una época de grandes eventos históricos para el Paraguay. La sociedad parecía despertarse del impacto de una pesadilla muy real y hervía en inquietudes. Los jóvenes de los colegios recitaban poemas de Ortiz Guerrero y los mozos amanecían en largas serenatas entonando las primeras guaranias, el nuevo ritmo musical creado por José Asunción Flores. Los estudiantes, al lado de los sindicalistas, pletóricos de ideales y de patriotismo, exigían salarios dignos, la reivindicación de las figuras del Mariscal López, del doctor Rodríguez de Francia y la defensa del territorio chaqueño pretendido por Bolivia.

         Era una época difícil, pero añorada por los mayores. ¿Quién no escuchó a su abuelo comentar aquellos tiempos de pantalón corto, trompo y pelota de trapo? Aquellos días de naranjeras, de burreritas de ojos azules, de tranvías tirados con mulas y de guardapolvo escolar manchado con tinta china.

         Arsenio contaba aquellas anécdotas infantiles llenas de inocentes picardías. Pues, como muchos de los niños, con sus amiguitos del barrio, por el camino entre la escuela y su casa, pasaban las tardes de la semana disputando interminables "partido so’o 10 golpeguá" (partido que ganaba el que llegaba a convertir primero 10 goles), usando frutas de apepú (naranja agria) como pelota; mientras, esperaban ansiosos la llegada de los sábados y domingos para ir al Salesianito donde, después de la larga misa, podían jugar con un balón de verdad, con una pelota de cuero que el padre Cassanello cuidaba como si fuese cristal.

         Arsenio realizó sus primeros estudios en la Escuela Gral. Díaz y, luego, la secundaria en el Colegio Natalicio de María Talavera y el Colegio Nacional de la Capital. Su niñez fue concentrada, pensativa: el espectáculo de una naturaleza impregnada de lo sublime le educó en el gusto de la soledad. Aunque era frágil físicamente, era en extremo hábil para las contorsiones y para dominar con la cabeza y los pies cuanto objeto esférico liviano que se cruzaba en su camino. Para entretenerse, sus amiguitos le pedían que haga su asombroso malabarismo; pues las inertes pelotas de trapo o de fruta, al entrar en contacto con los pies de Arsenio, parecían cobrar vida saltando como si fueran de goma. Al término de "la función" todos intentaban imitar sus habilidades, pero sin éxito.

         A mediados de 1927, en el Salesianito, bajo la dirección del padre Zorrilla, se formó un equipo infanto-juvenil integrado por Herminio Pino y Ezequiel Solís (arqueros), Salvador Campos, Livio Duarte. Mateo Martínez, Margarito Navarro, Casiano López, Eligio Esquivel, Hincho Villalba, César Adorno, Rubén Aveiro y los hermanos Armando, Adolfo y Arsenio Erico.

         El equipo fue denominado "Los Azules" por el color de la casaca. Los Azules se mantuvieron cinco años sin conocer la derrota. En la temporada de 1930, los Azules disputaron 24 encuentros, marcaron 79 goles (15 por Erico) y solamente les convirtieron 23 tantos, y se consagraron campeones invictos por quinta vez consecutiva.

         El mismo año, Los Azules del Salesianito recibieron una invitación para ir a jugar en la ciudad de Concepción.

         El pa'í Pérez, director de la Institución, aceptó el desafío de los norteños y fueron a disputar dos partidos. Primero derrotaron al Mariscal López de la primera división por 4 a 2, luego por 3 a 1 a Don Bosco. Una de las principales figuras del equipo ya era Arsenio Erico, que con sus 15 años ya era todo un crack en la cancha.

 

 

DEBUT EN PRIMERA

 

         Corría el año 1930. Paralelamente al equipo "Los Azules" del Salesianito, Arsenio jugaba en las inferiores del club Nacional, uno de los grandes clubes del barrio con el que simpatizaron los Erico. Un día, cuando se acomodaba para presenciar el juego de los mayores, el técnico le tiró una de las camisetas diciéndole: apurate mita'í, vas a entrar de marcador de punta. Así, Arsenio, con sus recién cumplidos 15 años, sorpresivamente, debuta en primera división ocupando el puesto de marcador de punta izquierda.

         Por entonces, su fama de goleador todavía era incipiente, pero ya demostraba una fuerza interna y una habilidad primorosa, acompañada de una constante inspiración que convertían sus jugadas en arte. Sin embargo, se valoraban más sus asistencias para los compañeros para marcar los goles. En aquel equipo del Nacional, además de sus hermanos Armando y Adolfo, también jugaba su primo Rafael Erico.

         Dos años después, cuando Arsenio se afirmaba como titular indiscutido en la delantera de Nacional, se inició la contienda bélica en el Chaco. Miles de jóvenes paraguayos y bolivianos empezaban a ser tragados por el monstruo de la guerra. Boquerón, el bastión inexpugnable de los bolivianos, al fin, después de triturar la vida de cientos de oficiales jóvenes paraguayos, el 29 de septiembre cayó en manos de los guaraníes, y la propaganda oficial festejó como el comienzo del triunfo final para entusiasmar a la población y facilitar su movilización para la defensa de la patria.

         La guerra había resultado extremadamente violenta y hambrienta de vida. En poco tiempo, los jóvenes amigos y vecinos de Erico que marcharon a participar de ella volvían heridos, mutilados o muertos. Pero a pesar de la trágica visión, que se volvía cotidiana, también Arsenio se sintió llamado a defender la patria herida. Junto a varios amigos se alistaron para marchar a los espinosos cañadones chaqueños, donde se daban las acciones bélicas.

         La movilización para la guerra con Bolivia era intensa. Una fría mañana, unos amigos de Arsenio, con quien hizo una breve pasantía en la Escuela de Aspirantes para Oficiales de Reserva de Paraguarí, se apersonaron en la casa de los Erico y, minutos más tarde, alegres, Erico y sus amigos se despidieron de doña Margarita, la madre de Arsenio, quien resignada les echó las bendiciones al verlos marcharse rumbo al puerto. Allí les esperaba el vapor Tacuary para trasladarlos hasta Puerto Casado, donde completarían sus formaciones para la guerra antes de ser conducidos por un tren de trocha angosta hacia el escenario de las hostilidades.

 

 

INDEPENDIENTE Y RIVER PLATE EN LA PUJA

 

         La incorporación de Arsenio Erico al Independiente de Avellaneda, más que una complicada transacción en medio de una feroz guerra, se pareció a una película de espionaje. El magnífico espectáculo ofrecido por el centro delantero paraguayo en Buenos Aires, en ocasión del encuentro de la selección de la Cruz Roja Paraguaya contra el River Plate, había dejado deslumbrado no sólo al público, sino a los directivos de los clubes River Plate e Independiente, que presenciaron la endiablada gambeta del número 9 de la selección de la Cruz Roja Paraguaya.

         Apenas finalizado el partido, el señor Alfredo Roche, presidente del club Independiente, llegó junto a Arsenio para felicitarlo por su arte y expresarle formalmente su interés de contarlo en su equipo. Arsenio le agradeció la oferta, pero le habló de un impedimento. Le recordó que el Paraguay estaba en guerra con la hermana república de Bolivia y que al momento de su partida estaba prestando servicio como conscripto aspirante a la Escuela de Sub Oficiales, y que de aceptar un compromiso en el exterior, sin el permiso de sus superiores, sería tomado como desertor...

         Cuando, más tarde, los directivos del River Plate se acercaron a Erico para manifestarle su fabulosa oferta, Erico les agradeció y les habló del impedimento ya mencionado y de su compromiso con el directivo del club de Avellaneda. Los de River insistieron doblando el monto que en principio habían ofrecido. Erico volvió a agradecer la oferta y se disculpó nuevamente diciendo: no es una cuestión de plata, lo que pasa es que ya di mi palabra de compromiso al señor Roche del Independiente...

         En la misma semana, cuando la gente del River Plate se reunió para analizar el "impedimento" para traer al joven delantero paraguayo, el presidente del "modesto" Independiente ya estaba realizando en la capital paraguaya los primeros contactos necesarios para contar con Arsenio Erico entre la fila de sus muchachos.

         El señor Roche y su equipo de negociadores consiguieron en dos semanas que el Ministerio de Defensa Nacional, "por los extraordinarios servicios prestados" otorgue un Permiso Especial y la Libreta de Baja al joven deportista Arsenio Erico, para que pueda vincularse al club Independiente de Buenos Aires.

         La operación entre el jugador y el club Independiente de Avellaneda se realizó el 6 de abril de 1934 en las siguientes condiciones: 5.000 pesos de prima por dos años. 200 pesos mensuales y otros premios según las recaudaciones. Así, tras unas semanas de descanso en Asunción, Arsenio partió para Buenos Aires para enrolarse al club Independiente; pero antes, pasó por la sede de la Cruz Roja Paraguaya para donar íntegramente los 5.000 pesos que su nuevo club le había adelantado como prima.

         Mientras, el presidente de River Plate, desconociendo que su colega de Independiente ya le había ganado de mano, envió a un representante hasta la capital paraguaya para forzar, cueste lo que cueste, la contratación de Arsenio Erico. Pero, cuando el emisario de River Plate llegó a Asunción, Erico ya había abordado el barco que lo conduciría al puerto de Buenos Aires.

         El enviado, al tanto de la noticia del viaje de Erico hacia Buenos Aires, telegrafió inmediatamente a su presidente. Erico, a su vez, avisado de que la gente de River Plate lo estaría esperando en el puerto para llevarlo a cualquier precio hasta el barrio de Núñez, descendió en la ciudad de Rosario donde, a escondidas, tomó un tren hacia Buenos Aires, para luego poder dirigirse directamente al club de Avellaneda.

 

Erico marca su primer gol con la camiseta de Independiente,

fue el 13 de mayo de 1934 contra Chacarita.

 

 

EL INICIO DE LA ERA ERICO

 

         Por lo mucho que se habló de la actuación de Erico con la Selección de la Cruz Roja, su debut con la camiseta roja no conformó a los directivos de Avellaneda y tranquilizó a los de River. Sin embargo, en la siguiente fecha, el 13 de mayo de 1934, frente a Chacarita Juniors, ya comenzó su fabulosa cosecha de goles, ahora como jugador profesional.

         Desde aquel día, salvo un pequeño paréntesis provocado por la doble fractura de su brazo, no paró de marcar goles imposibles de narrar. Comenzó a deslumbrar con sus saltos espectaculares que llevan su cabeza más arriba que las manos de los arqueros, o amaga una "palomita" y pega el balón de taquito, como un escorpión... Otras veces elude a toda la defensa y, cuando le sale el arquero, amaga tirar fuerte para luego tirar suavemente el balón hacia la red...

         Desde aquel partido contra Chacarita, Erico fue EL ESPECTÁCULO de los domingos. La gente lo consagró como uno de sus ídolos y se iba al estadio solamente para ver jugar a Erico, para aplaudir su gambeta zigzagueante y veloz que, como una luz de luciérnaga, esquivaba los guadañazos, las alevosas patadas de los adversarios que no podían pararlo; para aplaudir sus inspiraciones volcánicas, sus goles magistrales.

         A pesar de su estatura mediana, de un metro setenta y cinco centímetros, por arriba siempre ganaba al adversario más lungo; sus piernas parecían tener unos potentes resortes que lo catapultaban hacia arriba, contra la gravedad. Por abajo, era una mezcla de mariposa y gacela. Se escurría de sus vigilantes como flotando en el aire, siempre lleno de solvencia, precisión y elegancia.

         En una época de grandes "cañoneros", Erico impuso un estilo lleno de sutileza. Fue un goleador elegante, con clase. Sus disparos sin potencia, precisos e inesperados parecían a propósitos para producir en el aficionado un escalofrío, una sensación de angustia. Todo el estadio contenía la respiración en esos interminables segundos para luego explotar en salvajes gritos de júbilo.

         Cada conquista traía su inconfundible sello, venía impregnada de un rapto de elegancia. Cada gol parecía fabricado para ilustrar la tapa de un libro de antología de goles. Quizás por eso, cuando se dijo que Scotta había superado uno de los records de goles de Erico, un aficionado del Independiente (y de Erico), como no queriendo admitir, dijo: "...pero che... los goles de Scotta son de ferretería y los de Erico eran de joyería".

         Pronto la prensa agotó los adjetivos para calificar sus acciones, ya no le llamaron Arsenio, paragua, ni Erico. Le dijeron: El ángel que juega para los diablos, El mejor jugador de la historia, El arcángel de los diablos, El hombre de plástico, El hombre de mimbre, El paraguayo de oro, El hombre de goma, El diablo saltarín, El saltarín rojo, El rey del gol, El semidiós de Avellaneda, El virtuoso, El aviador, Mister gol, El duende, El mago...

 

 

1937, AÑO DE LA GLORIA

 

         El año 1937 fue sinónimo de gloria para los diablos de Avellaneda, pues, aunque quedaron a un punto del campeón River Plate, fue el año en que aparecieron, como una luz auroral, los hombres de una fabulosa delantera que rompió con todo el pasado del fútbol argentino y estableció un nuevo estilo de juego.

         Los rojos, desde la otra orilla del Riachuelo, lograron afirmar una conjunción de primera agua, trajeron un aire nuevo que se manifestó en juego brillante, estilizado y productivo. Es cierto, se quedaron en la antesala, pero anunciando a los cuatro vientos que el año de su divisa ya estaba a la vista.

         El trío De la Mata, Erico y Sastre, respaldado por Reuben, Zorrilla y Nattino, fueron sencillamente una delantera espectáculo que produjo un fútbol de caracteres antológicos.

         Fue una temporada excepcional. Con una producción admirable donde se marcaron 1.266 tantos en 306 partidos; donde tres equipos superaron los 100 goles: Independiente y River 106, y Boca 101. Fue precisamente en aquella temporada que Arsenio Erico, el bailarín rojo, marcó los 47 tantos. Un récord espectacular. Y fue, precisamente, en uno de los partidos del certamen, al enfrentar el Independiente a los "cerveceros" de Quilmes, que Erico marcó la friolera de 6 tantos. 1937 fue un año de gloria, no sólo para el Independiente, pues fue el año en que nació una nueva manera de jugar, un nuevo estilo que identificaría para siempre al fútbol rioplatense.

 

 

Equipo de Independiente, Campeón de 1938

 

 

1938, EL COMIENZO DE LA GLORIA

 

         En 1937, la mezquina gloria se había encaprichado con no cruzar el Riachuelo para bajarse al modesto barrio de Avellaneda. La tremenda capacidad goleadora de Arsenio Erico, las endiabladas gambetas de Vicente de la Mata y el pulido talento de Antonio Sastre no habían sido suficientes fundamentos para impedir un nuevo título del River Plate... Es cierto, el segundo escalón del podio que le tocó a Independiente era percibido como el anuncio de un futuro glorioso, pero el hecho de quedarse a un punto después de haber ganado a los grandes del torneo, dejaba en el espíritu de la hinchada roja un sabor agridulce. Es que desde la era profesional del fútbol argentino, los diablos de Avellaneda ya habían ocupado ese lugar en el 32, 34 y el 35; entonces, el torneo de 1937 aparecía como la prolongación de un equipo inconsistente, de tendencia volátil, con una imagen de segundón.

         Por suerte, las primeras fechas del campeonato de 1938 sirvieron para afianzar la imagen de equipo demoledor que Independiente había modelado el año anterior. Las redes se seguían sacudiendo con la misma frecuencia, logrando 22 goles en tan sólo 5 fechas.

         Independiente marcaba el ritmo, y el resto de los pretenciosos equipos bailaba a su compás. Apenas San Lorenzo logró soportar la furia de los diablos; le había sorprendido con 2 goles a 0; pero, aquel resultado sirvió de aviso a Independiente para no subestimar a sus rivales, y para darse cuenta de que el camino a la cumbre de los grandes todavía contaba con guardianes dispuestos a cerrarle el paso.

         La siguiente fecha fue un clásico de barrio: Independiente 2, Racing 2. Las calles de Avellaneda, por primera vez, quedaron exentas de cargadas; pero, un par de domingos después, se llenaron de rojas ilusiones. Los muchachos dirigidos por Guillermo Ronzoni se encargaron de encender a media ciudad a puro grito de gol. Con Erico a la cabeza apilaron goleada sobre goleada, y con Sastre como bandera supieron manejar los ritmos del juego cuando los goles no caían en cascada.

         El desafío era enorme. Independiente necesitaba mostrarse a sí mismo como un equipo con mística ganadora, pues llevaba el trauma de perder siempre contra los equipos más débiles. La falta de pulso para sostener en alto el puño de la victoria fue un estigma superado con alegría, con un bailarín comparado a uno del ballet ruso. Erico era el Nijinsky de Diaghilev. El césped de las canchas no era más que el escenario donde Zorrilla, De la Mata y Sastre levitaban con la magia del gran saltarín rojo. Con aquella legendaria delantera, Independiente había encontrado, por primera vez, esa impronta que significaría su historia: la estirpe de campeón.

         El rojo decálogo final repitió una y otra vez los mismos elementos. Desfiles de triunfos, equilibrio justo entre técnica y guapeza, una irrepetible capacidad goleadora (115 tantos en 34 partidos del campeonato, récord para el fútbol argentino) y el carácter que debe tener todo campeón. Independiente comprendió que para aguantar la presión de los grandes (River-Boca), tenía que aferrarse a todos los puntos que le pasaran por delante. Ganar, siempre ganar. Y así lo hizo.

         Una jugada descripta en los periódicos del 18 de diciembre, última fecha de aquella temporada, refleja el espíritu con que jugó aquel equipo. Erico elude al arquero, queda en posición de gol pero, en vez de definir, asiste a De la Mata para que éste anote con más comodidad y continúe abultando la goleada.

         A los delanteros de Independiente les sobraba margen. El 8 a 2 ante Lanús fue un desenlace previsible. Un cierre consecuente con la categoría de equipo de aquel conjunto de Avellaneda. Letal. Arrollador. Campeón.

 

 

GOLEADOR RÉCORD

 

         La magia de Arsenio Erico no fue de una tarde, ni limitada a un campeonato. Se consagró máximo goleador del campeonato argentino los años 1937, 1938 y 1939. Su capacidad de convertir goles brilló en el firmamento con la rutilante luz de un verdadero astro, por más de un lustro. Y, si decimos que cualitativamente sus conquistas eran asombrosas, cuantitativamente éstas se presentan insuperables.

         Erico, con sus 293 goles para el Independiente, sigue siendo el mayor goleador del fútbol argentino, un récord que no se ha podido superar hasta la fecha; a igual que su marca de la temporada del año 1937 que llegó a 47 goles en 34 partidos. Aquella cifra sigue siendo hasta hoy en día un récord absoluto en el fútbol profesional del Río de la Plata. Nadie ha podido igualar siquiera y, a juzgar por la estadística, es casi imposible que sea superada en una sola temporada.

         En 1938, la tabacalera Piccardo, "Cigarrillos 43", hizo un desafío, prometió premiar al jugador que convirtiera en aquella temporada exactamente 43 goles. Faltando una fecha para la conclusión del campeonato, Erico ya tenía 41 goles y a su equipo, el Independiente, le tocaba enfrentarse a Lanús. A los pocos minutos del comienzo del partido, Erico ya tenía redondeados los 43 goles. Y lo fantástico fue que, cada vez que Erico se proyectaba hacia el arco rival, era el público que le recordaba que ya no debía seguir haciendo goles; entonces Erico retrocedía y buscaba a algún compañero para cederle el pase. Aquella tarde de fiesta, Independiente se impuso a Lanús por 7 goles contra 1, consagrándose campeón del fútbol argentino.

         La empresa de la mencionada marca de cigarrillos entregó a Erico una medalla de oro y 2.000 pesos de premio, premio que Erico compartió con sus compañeros de equipo. También, en aquella ocasión, los directivos de dicha empresa le propusieron a Erico lanzar un nuevo producto con su nombre y su foto en cada cajetilla del cigarrillo y abonarle un porcentaje de la venta. Erico agradeció la oferta, pero rechazó argumentando que él creía que el cigarrillo no era asociable con el deporte.

         Arsenio Erico marcó, oficialmente, 293 goles con la camiseta roja del Independiente y, jugando para la misma institución fue el máximo goleador de la AFA en las temporadas 1937, 1938 y 1939 con 47, 43 y 40 goles.

         Los 47 goles que Erico marcó en el año 1937 siguen siendo un récord no superado hasta hoy en el fútbol profesional argentino.

         En 1936, en un partido que Independiente ganó a Quilmes por 7 a l, Erico marcó 6 goles. Otro récord de Erico que se recuerda es la marca de 20 goles que le convirtió al arquero Romanet de Chacarita Juniors. Hasta hoy no se ha registrado un caso similar en que un mismo jugador, jugando por el mismo equipo, le convierta esa cantidad de goles a un mismo arquero.

         Otro record que se adjudica a Erico es la concurrencia de público y venta de entradas en los partidos del profesionalismo, sin la participación de equipos grandes. Este record se registró en el año 1947, cuando jugaron Atlanta-Huracán y se vendieron 33.407 entradas. Le sigue Velez-Lanús, año 1956, con 31.570 entradas y, tercero Velez-Huracán, año 1973 con 24.875 entradas vendidas.

 

 

LOS GOLES DE ERICO

 

         Arsenio Erico debutó con la camiseta del Independiente el 6 de mayo de 1934. Su primer gol se lo convirtió a Eduardo Alterio de Chacarita el 13 de mayo. El último tanto, con la camiseta roja, lo señaló a Bruno Barrionuevo de Huracán, el 30 de junio de 1946. En la siguiente tabla de su campaña podemos apreciar cómo fue bajando su producción de goles debido a una grave lesión en la rodilla izquierda que, al final, lo alejaría definitivamente de la práctica del fútbol.

         Una de las particularidades que se recuerda de Erico es el hecho de no festejar sus goles, ni quería que sus compañeros lo felicitaran por las conquistas. Casi siempre, después de concretar un gol, se acercaba al arquero para palmotearle amistosamente y, si estaba en el suelo, le pasaba la mano para levantarlo; luego se iba caminando con la cabeza gacha, como con vergüenza, a ocupar su puesto de centro delantero.

 

 

         Nota: Aquí no se contabilizan los goles marcados por Erico para el Independiente en los varios partidos amistosos realizados en el interior y exterior.

 

 

CONSAGRACIONES

 

         El Independiente de Avellaneda se consagró, con Arsenio Erico, vice campeón en las temporadas de 1934, 1935, 1937 y 1940, y campeón absoluto de la Asociación del Fútbol Argentino, AFA, en los años 1938 y 1939, con una producción de goles nunca vista hasta entonces.

         La delantera de aquel Independiente, integrada por De la Mata, Erico y Sastre, más que buen fútbol brindaba verdaderos espectáculos futbolísticos con estupendas goleadas. Este magnífico trío burlaba con suma facilidad a sus marcadores con una fórmula que se volvió famosa: Sastre, el más inteligente de los delanteros, abría la cancha hacia cualquiera de las puntas donde Zorrilla o Maríl aguardaban agazapados para ganar la espalda a los defensores. Luego venía el centro buscando el salto y las contorsiones de Erico..., y gol.

         Sin embargo, pese a la reiteración de la fórmula mencionada, nada era repetitivo. Cada pase y cada gol eran únicos; cada conquista era un monumento al buen fútbol, un tributo a la originalidad de estilo, un poema para la gloria del deporte.

         Los archivos del fútbol argentino no registran, hasta hoy, una delantera tan alegre y contundente. En las campañas 1938 y 1939, donde Independiente salió campeón, dejó la siguiente estadística:

 

Partidos jugados  - 66

Partido ganados  - 52

Partidos empatados - 5

Partidos perdidos - 9

Goles marcados - 218

Promedio de goles - 3,60

 

Los Goleadores

Arsenio Erico - 83 goles

Vicente de la Mata - 46     "

Juan José Zorrilla - 25     "

Antonio Sastre - 18     "

José Villariño - 16     "

Emilio Reuben - 12     "

Juan José Maríl - 6       "

 

         Entre las históricas goleadas que el Independiente propinó a sus adversarios en las temporadas de 1938/39, en donde se consagró bicampeón, están:

 

Almagro - 9 a 0

Chacarita Juniors - 9 a 2

Lanús - 8 a 2

Vélez Sársfield - 7 a 1

Tigre - 6 a 2

River Plate -  5 a 0

Talleres -  5 a 0

Boca Juniors -  5 a 2

Boca Juniors -  4 a 1

 

         Aquel asombroso equipo de sutiles maniobras estaba integrado básicamente por Fernando Bello, Fermín Lacea, Sabino Coletta y Luis Franzolini. Raúl Leguizamón, Celestino Martínez, Spinetto, José Villariño, Vicente de la Mata, Arsenio Erico, Antonio Sastre, Reuben, Funes, Puentes y Juan Zorrilla. Cuesta Silva, entrenador y G. Ronzoni como director técnico.

 

 

INDEPENDIENTE CON ERICO

 

         Habíamos dicho que el Independiente, antes de la llegada de Arsenio Erico, era un equipo modesto; sin mayores logros en el fútbol profesional. Sin embargo, desde 1934 hasta 1940, las ubicaciones del Independiente de Arsenio Erico fueron las siguientes:

 

1934 - Vice campeón con 54 puntos, a 1 punto del campeón, Boca Juniors

1935 - Vice campeón con 55 puntos, a 3 puntos del campeón, Boca Juniors

1936 - Cuarto, con 21 puntos, a 7 puntos del campeón, River Plate

1937 - Vice campeón con 52 puntos, a 6 del campeón, River Plate

1938 - Campeón con 53 puntos

1939 - Campeón con 56 puntos

1940 - Vice campeón con 47 puntos, a 8 del campeón, Boca Juniors

 

Nota: El club Independiente fue campeón de la AFA en la era profesional: 1938, 1939, 1948, 1960, 1963, 1967, 1970, 1978, 1983, 1988, 1994 (Clausura), 2002 (Apertura), en 1977 fue Nacional. Campeón del torneo "Copa Libertadores de América" en los años 1964, 1965, 1972, 1973, 1974, 1976 y 1984. Campeón Intercontinental de Clubes Campeones en 1973.

 

 

MÁXIMOS GOLEADORES DE LA AFA

 

         Los máximos goleadores de la Asociación del Fútbol Argentino, los que llegaron al menos a los 30 goles en una sola temporada, son los siguientes:

 

Jugador                         Goles          Club                     Año

1- Arsenio Erico           47     Independiente             1937

2- Bernabé Ferreyra    44     River Plate                   1932

3- Arsenio Erico           43     Independiente              1938

4- Arsenio Erico           40     Independiente              1939

5- Carlos Bianchi         36     Vélez Sársfield             1972

6- José Sanfilippo        34     San Lorenzo                 1960

7- Delfín Benítez C.       33     Racing Club                  1940

8- Oscar Naón                33     Gimnasia y E.               1933

9- Luis A. Barrera          33     Racing Club                 1934

10- Alberto Cosso          33     Vélez Sársfield           1935

11- Alberto Zozaya         32     Estudiantes                 1931

12- José Sanfilippo        31     San Lorenzo                1959

13- Juan Cantelli             30     Newell's O. Boys         1941

 

         En la tabla que acabamos de exponer se puede apreciar que solamente dos, Arsenio Erico y Bernabé Ferreyra*, lograron marcar más de 40 goles en una sola temporada de los torneos organizados por la A.F.A. Y que los 47 goles de Arsenio Erico en 34 partidos siguen siendo un récord no alcanzado por ningún jugador.

* En 1975 Héctor Scotta, del club San Lorenzo de Almagro, anotó 48 goles, pero jugando dos campeonatos y 15 partidos más que Erico.

 

 

ANÉCDOTAS DE ERICO

 

         "Recuerdo cuando anduvimos por Tucumán, de gira con Huracán; cuando llegamos a un conocido hotel de la ciudad a pedir hospedaje para pasar allí la noche, el conserje, un poco orgulloso de su hotel, me dijo: mire señor Erico, le recomiendo aquella habitación, es la mejor, allí descansó Perón el mes pasado y pagó 25.000 pesos. Luego vino José María Gatica, eligió esa habitación y pagó 50.000 pesos; luego llegó la actriz... Antes que prosiguiera con su lista de gente ilustre le dije a ese señor: "Disculpe, amigo, parece que usted está confundido. Nosotros no somos boxeadores, actriz, ni tenemos entre nosotros ningún presidente; somos futbolistas, denos una pieza cualquiera para descansar...". Los muchachos me felicitaron, estaban de acuerdo conmigo.

         Esta anécdota y expresión de humildad de Erico es muy parecida a la de Bochini - el otro gran ídolo de Avellaneda-, quien en una declaración a Clarín en 1989 dijo: "Yo no me siento importante, soy sólo un jugador de fútbol, en lo demás soy igual que cualquiera. Podría ser importante alguien que apareciera para sacar a la Argentina de la mala situación económica. Yo, sólo juego a la pelota".

         "Al principio a mí me trataron de "glotón" porque chuleaba hasta a mis compañeros; luego se dieron cuenta que lo hacía por dos razones: primero para sacarme de encima al adversario y, segundo, para divertir al público... Cuando el marcador era favorable a mi equipo, del área chica del adversario me daba vuelta y me iba gambeteando hacia mi propia valla; los compañeros, que ya sabían de mis intenciones, simulaban perseguirme..., eran lindas locuras, para divertir al público que llenaba los estadios para vernos jugar.

         "Con los compañeros entrábamos a ofrecer buen fútbol, porque era lo que nos gustaba y lo que llevábamos en la sangre y en el alma. Todos jugábamos con alegría; Sastre, De la Mata, Zorrilla, Maríl..., eran profesionales serios, pero alegres a la hora del espectáculo. Cuando perdíamos, igual salíamos con la satisfacción de habernos divertido", contó Erico.

 

Integrantes del plantel del Independiente de 1944

 

 

ALGUNOS COMENTARIOS SOBRE ERICO

 

         "Fue admirable tanto como futbolista y como hombre. Es un caso excepcional. Jugador completo, técnicamente superdotado, elegante y goleador. En el firmamento deportivo argentino, allí donde brillaron con luz propia astros y estrellas de primera magnitud del balompié, Arsenio Erico fue el sol, el astro rey del fútbol". Pedro García, respetado comentarista deportivo del Paraguay.

         "Su ciencia maravillosa es fruto perenne de la improvisación de acuerdo con el obstáculo que enfrenta; por eso es tan difícil pararlo y por eso los guadañazos de las defensas se pierden en el vacío...". "Ni el club, ni los colores, ni la hinchada, ni la tradición interesan nada; el espectáculo es íntegramente suyo. ¡Vamos a ver jugar a Erico!". Carlos de la Púa, periodista y poeta argentino.

         "Arsenio siempre fue sencillo, muy generoso, alegre y leal. Era un padre para nosotros. Aquellos trajes y esas hermosas camisas de seda que él prestaba, nunca se las devolvieron... Cuánta gente vivió de su generosidad". Atilio Mellone, ex compañero de casa.

         "Arsenio dio su vida por el club Independiente. Estando lesionado o enfermo, lo mismo se presentó a jugar. Jugó varios años con los meniscos rotos, con la rodilla inflamada, no le daban tiempo para operarse hasta que, un día, el Dr. Barbieri, médico cirujano de la AFA dijo, lamentándose, que era inhumano que siga jugando así, con los meniscos astillados, y le extirpó". Pedro Ricciardi, amigo y compañero de infancia de Erico:

         "No conozco otro fenómeno igual: para ver la práctica de Independiente se llenaba el estadio de Avellaneda, venía gente de diferentes clubes para ver el malabarismo de Erico". Bienvenido Paranza, ex compañero de equipo de Erico.

         "Con Erico el fútbol se vistió de gala. Con Erico el fútbol alcanzó la cima. Muchos pretendieron alcanzar su trono. Se buscó en la historia nombres ilustres, estampas magistrales, con togas de académicos, de paraninfos ecuménicos, de aulas magnas. Se creó la leyenda para nadie hoy alcanzar ese sueño. Erico monopolizó las virtudes del fútbol. Erico era completo. Por arriba o por abajo, era un espectáculo. Una delicia, un virtuosismo increíble". Sindulfo Martínez, periodista paraguayo.

         "Cuántos paraguayos fueron a Buenos Aires y en su época de esplendor supieron de su nobleza, hidalguía y gran corazón. Su casa no tenía llaves. A todos los cobijó con su fraternal afecto y les prestó generosa ayuda a los necesitados". Pedro García, periodista paraguayo.

         "Mi ídolo de pibe fue el máximo goleador del fútbol argentino, Arsenio Erico. Porque era un artista del gol, un acróbata, un bailarín del área, un genio para jugar balones aéreos con la cabeza o con los tacos y, sobre todo, porque metía goles". Alfredo Di Stéfano, jugador de fútbol (Diario Marca de Madrid-1964).

         "Supe desde siempre que había sido un genio del fútbol. El malabarismo de Erico, la gambeta de Erico, los cabezazos de Erico, las sutilezas de Erico, los goles de Erico solían presidir aquellas inolvidables tertulias futboleras en las que se discutía todo, menos la clase incomparable, acaso insustituible de este paraguayo mágico". Aldo Proietto, periodista argentino, revista "Goles" (julio de 1977).

 

 

LOS GOLES MÁS RECORDADOS DE ERICO

 

         - Inauguración del "Monumental de River". Año 1938. Se enfrentan el local River Plate e Independiente. Dos golazos de Erico. El segundo es recordado como el "gol de seda". Ocurrió así: primero eludió al defensor Cuello pasándole el balón sobre la cabeza, luego le salió al paso otro defensor de apellido Bezos, a quien también eludió; después, tras esquivar la desesperada salida del arquero Sirve, tocó la pelota hacia la línea del gol. Fue tan suave el toque que, más que alegría, provocó angustia en el público presente. Lógicamente, después del gol hubo una explosión de júbilo en todo el estadio.

         - 1935, juegan Independiente - Boca Juniors en Avellaneda. Faltando seis minutos para finalizar el encuentro Boca estaba ganando 1 a 0. El arquero boquense, Yustrich, estaba ese día insuperable, luciéndose con tapadas espectaculares. A Erico lo marcaban tres defensores, Vernieres, Lazzatti y el brasileño Moisés. Todo indicaba que Boca ganaba el partido, pues, no sólo quedaban pocos minutos, sino los avances de los "diablos" se iban debilitando, cuando viene un pelotazo para Erico. Éste se aprestó a recibir el balón cuando se le abalanzaron les tres defensores de Boca con el propósito de alejar el peligro de su valla. Era un balón "dividido" que parecía sobrar al delantero paraguayo cuando, estirando la pierna para atrás, enganchó la pelota de taquito pasando la pelota sobre su propia cabeza y dejando sin chance a sus marcadores. Cuando la pelota iba cayendo, de bolea clavó en uno de los ángulos. ¡Un golazo!

         - Un gol muy recordado fue el que le marcó al arquero del seleccionado argentino, Sebastián Gualco. Fue un gol de picardía, pues, cuando iba a empezar el partido, Erico vio que el arquero aún no se ubicaba bien en su arco y lo que hizo fue, cuando el referí dio la orden del inicio, tirar directamente al arco desde la media cancha. Así marcó el gol más tempranero de la historia. Un golazo.

         - Otro gol "tempranero" fue el que le marcó en 1940 a Boca Juniors. Erico puso en juego la pelota tocando largo para su puntero Zorrilla, éste corrió tras el balón, y de primera tiró el centro para la zambullida espectacular de Erico. Fue un gol espectacular e inolvidable antes del minuto de juego. Ese año, aunque Boca se consagró campeón, los "diablos rojos de Avellaneda" se dieron el gusto de ganarle por 7 a 1.

         - Durante su magnífica actuación en canchas argentinas, que fue desde 1934 a 1946, Erico alcanzó su punto culminante en los años 1938 y 39. En aquellos años su producción goleadora fue algo torrentoso, imparable.

         Marcaba la cantidad de goles que prometía antes del inicio de los partidos. Cuantitativamente, sin proponerse llegar a ninguna marca, llegó a marcar una cantidad que superó a la producción de todos los artilleros del fútbol rioplatense. Y, en cuanto a la calidad de sus goles, éstos llegaron a agotar todos los adjetivos de los relatores. Cada domingo hacía estremecer el estadio con una inspiración volcánica, asombrosa y espectacular. Lo de Erico, más que goles eran obras de arte pensadas para el público; y así cada gol que el público gritó en las graderías, fue recordado por generaciones, como si se tratara de una obra de Da Vinci o de Miguel Ángel.

 

 

EL RETIRO DE ERICO DEL FÚTBOL

 

         Al término de la temporada de 1946, Erico marca su último gol con Independiente frente al arquero Barrionuevo de Huracán y se despide de su público con los brazos en alto, culminando así un ciclo maravilloso de su carrera como jugador.

         Al ver levantados aquellos brazos muchos lloraron. Pero él comprendió que era el momento de decir adiós a aquella gente que lo creía un semidiós. Hacía mucho tiempo que una de sus piernas estaba gravemente lesionada, desde 1936 que tenía los meniscos rotos, y era ya imposible seguir cabalgando sobre aquel potro herido, que seguía brincando, pero con cuánto dolor...

         Con aquel gesto, de levantar las manos hacia el cielo, no solamente quería dar gracias a un público que le demostró sus más cálidos afectos y la garantía de que no lo iban a olvidar; sino, también, a una institución engrandecida que supo valorarlo como deportista. Fueron doce años inolvidables, llenos de fama y de gloria.

         Un año después de su despedida, seducido por la nostalgia de pisar cancha los domingos, firma un contrato con Huracán. Allí apenas pudo jugar siete partidos oficiales y algunos amistosos. Si bien su producción goleadora estaba intacta, las viejas lesiones de su rodilla le impedían realizar todas sus acostumbradas magias, y decide retirarse definitivamente del fútbol profesional.

         Así, el contorsionista del área, el "aviador" fantástico, había cerrado su majestuosa trayectoria por canchas argentinas donde alcanzó la idolatría del público de los "diablos rojos" y de todos aquellos amantes de un fútbol único, alegre, espectacular y maravillosamente efectivo. Y desde aquella vez, el regocijo popular de los domingos empezó sus horas de añoranzas.

 

 

 SU PARTIDA A LA INMORTALIDAD

 

         El día sábado 23 de julio de 1977, poco antes de las once de la noche, en la sala del hospital Argerich de Buenos Aires, falleció de un paro cardíaco Arsenio Erico y emprendió su vuelo a la inmortalidad. Sus restos, a pedido de la Comisión Directiva presidida por el Sr. Julio Grondona, fueron velados en la sede del club Independiente de Avellaneda, institución a quien Erico le diera fama y gloria.

         Tras la desaparición física de Erico, llovieron los comentarios. Las revistas deportivas y los periódicos de la Argentina le dedicaron sentidos artículos. Todos coincidieron en que fue el más notable de su época, como hombre de bien y como jugador de fútbol. El Gráfico, la más representativa de las revistas, tituló: Murió el artista del fútbol: Arsenio Erico. Y, al último, diseñó su epitafio diciendo: "ARSENIO ERICO NOS PERTENECIÓ A TODOS QUIENES LO VIMOS JUGAR, PORQUE TODOS SIN EXCEPCIÓN FUIMOS HINCHAS DE ARSENIO ERICO".

         También en Paraguay, con la triste noticia, se renovaron los elogios. De ninguna de las afirmaciones se podía dudar, pues no había razón. Sin embargo, uno de ellos, el de don Pedro García, por su espontaneidad, y por el grato recuerdo que él mismo dejara entre la gente del mundo deportivo paraguayo, queremos volver a compartir con los lectores.

         - "No podemos decir que Arsenio Erico haya muerto. Simplemente ha completado una etapa de tránsito en esta vida para pasar a la inmortalidad".

         Todos conocen su brillante trayectoria como futbolista, que exaltaron los más excelsos críticos. No era sólo respeto, admiración y simpatía. Era veneración lo que generaba el accionar esplendente de este malabarista de oro que esparció por las canchas argentinas la gama sutil de sus recursos excepcionales, gestando portentosas hazañas, con sus arabescos increíbles, con sus goles extraordinarios.

         El inolvidable Sindulfo Martínez, una vez lo llamó "El semidiós de Avellaneda". El gran crítico argentino Carlos de la Púa titulaba un anuncio de jornada señalando: "Vamos a verlo jugar a Erico" y escribía después para el diario Crítica destacando su condición de mejor jugador del mundo, que como él no podía haber otro porque "cuando Erico nació se rompió el molde".

         Arsenio es todo un ejemplo, todo un ejemplo de grandeza. Si extraordinario e inigualable fue como futbolista, más aún lo ha sido como ser humano. Fue toda modestia, sencillez y humildad; cosas que sólo poseen los súper dotados, aquellos que han llegado a un grado de elevación espiritual, cercano ya a la Máxima Expresión que es Dios.

         Ha perdido la tierra a un hijo dilecto, el que fue entre tantos astros y estrellas que alumbraron el firmamento del balompié argentino en su época quizás más esplendorosa, un verdadero Sol por su fulgor y calidad inigualables. Ha ganado el Cielo a un nuevo gran morador, a un apóstol que ha trabajado y lo seguirá haciendo por las virtudes acrisoladas que lo enaltecieron en vida, en la que fue un ejemplo excepcional, digno de imitarse.

         Arsenio es ya un símbolo. Es el espejo en el que los deportistas tenemos que mirarnos. Su nombre figurará siempre en un rincón del corazón de cada uno de los paraguayos, de los habitantes de esta tierra y de este su Paraguay que él tanto quiso.

         Quizá Dios lo llamó a Arsenio porque necesita robustecer con su desaparición este ejemplo magnífico de bondad, comprensión y armonía, llevándolo precisamente en el día en que comienza esa otra gran conquista espiritual paraguaya para la humanidad: el día inicial de la Semana Mundial de la Amistad.

         Arsenio se ha ido. Pero es nada más que un hasta la vista, como parece indicar esa sonrisa que a escasas horas de su desencarnación, nos ofrecieron las telefotos que llegaron al país, un adiós a la vida terrenal con la sonrisa del que sabe cumplida su misión.

         Ojalá que cuando nosotros tengamos que dar también ese paso, con la sencillez y la modestia que a él lo caracterizó, podamos igualmente sonreírle a la muerte que se nos acerca para entrar a la mansión de Dios, como verdaderos hijos dilectos de Él.

         Arsenio, el de los goles extraordinarios, el de los records inigualados, el que arrancó espontáneamente los mayores aplausos y elogios, no ha muerto. Vive y seguirá viviendo siempre en el recuerdo, dejando en el curso infinito del tiempo la maravillosa trayectoria de su quehacer tan fructífero como brillante.

         Antes, mucho antes de que Pelé surgiera en el firmamento del fútbol mundial, Arsenio Erico había hecho suyos y acaparado todos los elogios y ditirambos posibles, que luego no hicieron sino repetirse por la maravilla de ébano -que con Arsenio son los dos más grandes Genios del fútbol-, siendo primero Erico.

 

 

 

SÍNTESIS

 

         Arsenio Pastor Erico Martínez nació el 30 de marzo de 1915 en Barrio Obrero, Asunción - Paraguay. Fueron sus padres don Guillermo Erico y doña Margarita Martínez. Tuvo tres hermanos: Armando, Adolfo y Darío.

         Realizó sus estudios en la Escuela General E. Díaz y en el Colegio Natalicio de María Talavera. En 1926, forma parte del equipo "Los Azules" del Salesianito. En 1930 a los 15 años de edad, debuta en el club Nacional de la primera división del fútbol paraguayo, como marcador de punta.

         En 1934 se alista al ejército para combatir en el conflicto bélico del Chaco. El Paraguay, libraba una cruenta guerra con la hermana república de Bolivia. Pero antes de entrar en acción, a pesar de que ya se encontraba en el frente, es convocado como jugador para integrar la Selección de la Cruz Roja Paraguaya. Con la que salió de gira por la Argentina y el Uruguay, a fin de recaudar fondos para dicha institución.

         Ese mismo año, debido a su brillante actuación durante las giras, es contratado por el club Independiente de Avellaneda. El 6 de mayo debuta en el profesionalismo argentino frente al Boca Juniors y en la siguiente fecha, el 13 de mayo, anota su primer gol ante el Chacarita Juniors.

         Entre las muchas marcas que dejara figuran sus seis goles marcados en el año 1935 contra el Quilmes. En 1937 marcó 47 goles, cantidad hasta hoy no superada por ningún jugador profesional en la Argentina, Se consagró goleador absoluto, consecutivamente, los años 1937, 38 y 39 con 47, 43 y 40 goles en 34 partidos. En su carrera, oficialmente, llegó a marcar más de 400 goles.

         En el año 1940, jugando contra Racing, recibió un puntapié tremendo en la rodilla izquierda que vino a agravar una vieja lesión y fue la que, al final, le obligó a abandonar la práctica del fútbol. En 1941, el médico de la AFA, Dr. Barbieri, dijo que era un crimen que siga jugando prácticamente con una sola pierna, y le intervino quirúrgicamente los meniscos de su rodilla izquierda.

         En la temporada de 1942 surgen algunos inconvenientes en Independiente y regresa a Asunción. Juega algunos partidos por Nacional, que ese año se consagra campeón de la Liga Paraguaya de Fútbol. Limadas las asperezas con el Independiente, regresa a Buenos Aires en el año 1943.

         En el año 1946 marca su último gol con la camiseta de Independiente jugando contra el Huracán.

         Tras retirarse del Independiente, el Club Huracán lo contrata con el que llega a jugar siete partidos oficiales y algunos amistosos en el año 1947, pero las viejas lesiones lo obligaron a abandonar definitivamente la práctica del fútbol profesional. Vuelve al Paraguay y allí, para despedirse de su público, viste la camiseta del principal equipo el Club Nacional, juega algunos encuentros oficiando al mismo tiempo de D.T. Su última relación con la práctica del fútbol fue en 1956, cuando fue nombrado D.T del club Sol de América de Asunción.

         Regresa a Buenos Aires, y en 1958 toma compromiso de matrimonio con quien fuera el amor de toda su vida, la señorita Aurelia "Perla" Blanco. El 18 de febrero de 1960 formalizan sus alianzas en el Registro Civil de Castelar, Provincia de Bs. As., y el 20 del mismo mes en la iglesia Nuestra Señora del Rosario de la misma localidad. La pareja fijó domicilio en la casa ubicada en la calle Aristóbulo Del Valle N° 493 de Castelar, Pcia. de Buenos Aires.

         Luego de diecisiete años de feliz matrimonio, el sábado 23 de julio de 1977, siendo a las 22:50 horas, tras la amputación de su lesionada pierna izquierda, muere de un paro cardíaco en el hospital Argerich de Buenos Aires. Sus restos descansan en el panteón de la familia Blanco de Morón.

         Se lo recuerda como un hombre lleno de nobleza, sencillo y alegre; como uno de los más grandes jugadores del Río de la Plata, merecidamente apodado como El Rey del Gol. Como un deportista correcto, dentro y fuera de la cancha, que nunca protestó ni se quejó de nada referente al juego.

         En resumen, Erico fue un Grande, que no le gustó nunca hablar de su pasado maravilloso como jugador excepcional e inigualable.

 

 

 

 

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