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Amadeo Velázquez

  PUEBLO ENXET. LA BÚSQUEDA DE UNA TIERRA, 2005 - Fotografías de AMADEO VELÁZQUEZ


PUEBLO ENXET. LA BÚSQUEDA DE UNA TIERRA, 2005 - Fotografías de AMADEO VELÁZQUEZ

PUEBLO ENXET - LA BÚSQUEDA DE UNA TIERRA

Convivencia con comunidades indígenas del Chaco paraguayo
 
Fotografías de AMADEO VELÁZQUEZ
 
Editado con el apoyo del FONDEC,
 
Asunción-Paraguay, 2005
 
 
 
 
 
 
 
“Las Fotografías de Amadeo Velázquez de ninguna manera traslucen la tragedia de un pueblo expulsado de sus tierras. Por el contrario, sus imágenes traducen la dignidad de un pueblo que, a pesar de haber sido golpeado por la adversidad, desde hace más de un siglo, no se ha dejado doblegar en su espíritu”
 
Suplemento Cultural Diario ABC Color
 
 

ÍNDICE: Prólogo/ El pueblo Enxet y su territorio ancestral/ El Chaco, paisaje Enxet/ La familia y el hogar/ Los niños/ Lo cotidiano/ El baile, la fiesta/ Por el río Paraguay/ La Lucha.
 
 

TERRITORIO TRADICIONAL ENXET Y TERRITORIO REIVINDICADO

POR COMUNIDADES ENXET Y TOBA QOM

 

 

 

Paisaje del Chaco Paraguayo
 
 
 
 
Flor de Caraguatá
 
 

MEEPOP YAAMIT, PLANTA DEL MURCIÉLAGO

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

PRÓLOGO: Antes que nada, debo decir que esta forma de expresarme es la que más me cuesta. Soy fotógrafo, o artista visual. Por lo que, si en esta oportunidad utilizo la palabra como mecanismo de comunicación, es porque se me hace necesaria.

Este trabajo, en un comienzo no tuvo el carácter de tal. Solo fue una experiencia que necesite vivir y que se pudo dar gracias a Tierraviva, y a Malu Vázquez en particular.

Aunque se diera de una forma espontánea, digo que fue una experiencia obligatoria, ya que en ese entonces andaba metido en los estudios históricos sobre el Paraguay.

Antes de cumplir los 20 años, no recuerdo haber estudiado la historia de nuestro país como se debería. Si bien, tanto en la escuela como en el colegio, tuve materias referentes a la historia, tengo pocos registros de los acontecimientos históricos o geográficos de esas épocas. Solo lo indispensable para las buenas calificaciones, el héroe nacional, las fechas referentes a este héroe, y las batallas por las cuales se le conoce como héroe.

No tengo una idea clara del por qué de esto, pero supongo que en parte fue por mi poco interés en lo leído, atendiendo más bien a las materias prácticas. Recuerdo que me pasaba horas haciendo dibujos a lápiz o tinta en cualquier horario sin importar la materia o profesor estuviera en ese momento en el aula. Quizás fue por esto, o por el pobre método educativo de la época... (Que poco ha cambiado).

En mi adolescencia me seguía interesando más el lápiz para dibujar y no para escribir. Seguía sin leer demasiado y ya empezaba a conocer la técnica fotográfica gracias a mi padre (excelente fotógrafo) quien me transmitía lentamente tanto sus enseñanzas filosóficas como su profesión. En el colegio conocí otras formas de expresión como el teatro, la música, y la política. Empecé a interactuar con diferentes grupos de personas. Artistas, religiosos, ecologistas, deportistas, pacifistas, políticos, entre otros tantos grupos, y todos iban influyendo en mí de alguna manera. De a poco iba tomando posturas acerca de ciertas cosas.

Aunque no desaprovechaba la oportunidad para manifestar mi opinión o mi manera de ver las cosas, trataba de mantener una actitud más bien de curioso y atento observador.

Me organizaba como podía para seguir relacionado con todo lo que hasta ese momento fui construyendo, o mejor dicho, con todo eso que se construía en mí. El teatro, la música, la fotografía, el dibujo, me mantenían despierto, imaginando y creando cosas. Las ideas políticas, religiosas, filosóficas, me hacían escuchar a la gente y relacionarme con diferentes tipos de personas, con diferentes tipos de pensamientos. Esto último despertó mucho interés en mí. Quería conocer más de la gente.

Entonces empecé a viajar. A conocer el país y a sus habitantes. Encontré y experimenté de todo, diversidad, colores, fiestas, gente sonriente, alegre, paisajes hermosos, bosques, arroyos, cerros, así como también encontré mucha pobreza, ignorancia, etc. Intenté encontrar el mecanismo para hacer más frecuente el hecho de viajar. De alguna forma la política me dio la oportunidad de viajar seguido y de relacionarme con la gente. Para ese entonces estaba más inclinado hacia lo político que hacia lo artístico. Empecé a leer. Tenía alrededor de 19 años y me di cuenta que desconocía mi país, y sobre todo, su historia.

Me propuse estudiar la historia del Paraguay en forma obligatoria y como prioridad ante cualquier otro nuevo emprendimiento. Me costó. En general, los libros de historia son los más aburridos. Muchos datos y poco método para contarlos. Con la ayuda de algunos amigos (en especial Malu y Rubén) entre literatura e historia primero, y otros estudios después, conseguí relacionarme estrechamente con la práctica de la lectura. Un nuevo mundo de conocimientos que se habría ante mí, y que en adelante sería un permanente aliado.

Así conocí los «secretos» de nuestro pueblo. Me acordaba del famoso héroe implacable que conocí en la primaria y a quien le debíamos tanto. Para ese entonces ya conocía mejor sus antecedentes, actos, y hasta tenía una mejor idea de su rostro. Ya no me caía muy bien.
 
 
 

La historia del Paraguay tiene momentos interesantes y hechos muy significativos que me sirvieron para orientarme en la actualidad. Encontré respuestas a las miles de interrogantes sobre ciertas consecuencias contemporáneas. Pero lo que más me atrajo, fue el hecho de descubrirme como ciudadano paraguayo. Empezar a entender mis orígenes. Así, como mestizo, me sentí más cercano a esta tierra, obligado a saber más acerca de todo lo referente a estas regiones y sus originarios habitantes, los indígenas, quienes siguen presentes en la actualidad, aunque con poco papel protagónico en la sociedad.

Entonces tuve la oportunidad de viajar a algunas Comunidades indígenas del Chaco. De conocerlos, escucharlos, relacionarme directamente con ellos, con su entorno. Inmediatamente les sentí como hermanos, en familia.

De aquellas primeras experiencias rescato mucho. Mi percepción de las cosas había cambiado bastante. De niño había viajado al Chaco, pero a partir de estos nuevos viajes dimensioné mejor las distancias y las longitudes de esta región. Kilómetros y kilómetros a lo largo de la ruta. Horas viajando a mucha velocidad, y a los costados solo monte y selva. Con el tiempo aprendí de las riquezas del Chaco y de la estrecha relación que los indígenas tienen con este medio natural. De lo importante que esto es para su subsistencia. Para el desarrollo y conservación de su cultura, su gente, su forma de vida, sus creencias, su evolución.

Por eso me dolió verlos como los vi. Olvidados y desprotegidos. Despojados de sus antiguas tierras y viviendo al costado de la ruta. Sin recursos de ningún tipo. Sin agua. Sin alimentos.

Donde, no solamente ya no pueden desarrollarse como pueblo autóctono, sino que conviven con permanentes hechos violentos, como accidentes causados por los vehículos que pasan a gran velocidad y que los llevan hasta la muerte.

Por esta razón, luego de interminables viajes a lo largo de 4 años a distintas Comunidades, de haber convivido con este pueblo y de sentirlos muy cerca, me sentí obligado a buscar el mecanismo para materializar el resultado de esta experiencia, y al mismo tiempo, darles de esta manera un aporte.

Por lo tanto, este trabajo -además de reflejar la vida de un grupo humano- intenta en particular acercar a los indígenas Enxet del Chaco paraguayo a la sociedad entera, para dejar atrás el preconcepto de relacionar a los indígenas solo con plumas y pintura corporal; y, sobre todo, colaborar con la lucha que este pueblo viene realizando desde hace varios años para la recuperación de sus tierras ancestrales.

De igual modo, no considero que este trabajo haya llegado a su fin; por el contrario, creo que en todo caso solo sirve como herramienta de estímulo para iniciar posteriores trabajos con mayor profundidad”.
 
 
México, Julio 2005.
 
 
 
 
 
LA FAMILIA Y EL HOGAR
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Inocencia Gómez
 
 
 
 
LOS NIÑOS
 
 
 
 
 
 
 
 
 

Convivencia con comunidades indígenas del Chaco paraguayo

 

 

 

 
 

EL PUEBLO ENXET Y SU TERRITORIO ANCESTRAL (1)
El pueblo Enxet, parte de la familia lingüística Enlhet-Enenlhet (KALISH & UNRUH, 2004), es el ocupante tradicional, libre, autónomo y previo a la colonización del Chaco por parte del Estado Paraguayo de un ex-tenso territorio más o menos delimitado por el riacho Montelindo al Sur, el Río Paraguay al Este, el Riacho González al Norte y una línea paralela al Río Paraguay de unos 200 kilómetros aproximadamente. Esta ocupación se desarrollaba a través de una extensa red de aldeas permanentes y semi-permanentes conectadas entre sí por diversos lazos de parentesco e intercambio y encabezadas por líderes que en la mayoría de los casos eran también shamanes. Diversos apelativos subdividían a los Enxet en grupos que contaban con una ubicación geográfica propia y probablemente un dialecto distintivo que, no obstante, no impedía el entendimiento entre los grupos. Así encontrábamos por ejem-plo a los Mopay Apto hacia la zona donde hoy se encuentra la comunidad de Makxawaiya, los Paseya Apto hacia los bancos del Riacho Montelindo, y a los Chanawatsan en una zona ribereña que empezaba más o menos 70 kilómetros antes del Río Paraguay.

El territorio Enxet, como muchos otros territorios Amerindios, ha sido un espacio poblado de multitud de seres con la misma intencionalidad que los seres humanos pero de diferentes formas. Es decir, este es un espacio donde la división conceptual entre naturaleza y cultura, no ha sido delimitada conforme a la cosmovisión occidental, sino donde conviven seres bajo las formas vegetales, animales, humanas y/o minerales que gozan de una misma categoría ontológica, es decir, la capacidad de intencionalidad que en nuestra cultura es exclusivamente humana. Esta visión implica múltiples relaciones posibles que no se ciñen simplemente a la relación productiva hombre-tierra, y tampoco se enmarcan en la relación más mística conservacionista hombre-medio ambiente. Esta relación era y es aún más compleja y está dotada de múltiples interacciones simbólicas. Entre ellas, los nombres de aldeas, lugares y accidentes geográficos recogen parte de esa complejidad y a su vez la historia misma de este pueblo en su tránsito y proceso de vida en su territorio.

Sin embargo, con la colonización operada por el Estado Paraguayo, en principio con la venta entre 1885-1887 de las tierras consideradas públicas pero no efectivamente ocupadas, y la consiguiente penetración progresiva por parte de misioneros anglicanos, ganaderos y militares, se modificó, suprimió y enajenó esta relación de los Enxet con su territorio, situándolos en un plano subalterno y marginal respecto a los nuevos ocupantes y propietarios, no sólo en términos económicos sino, además, culturales y políticos.

Para el año 1950, prácticamente todo el territorio Enxet estaba dividido entre estancias y algunas tierras menores compradas por los anglicanos. El sistema extensivo de explotación establecido en el Chaco toleró la presencia indígena en los establecimientos ganaderos, ya sea como mano de obra barata efectiva o potencial. A pesar de la regresión demográfica sufrida por las epidemias traídas por los no indígenas, y de la condición sojuzgada de sus asentamientos, ahora sólo posibles al «amparo» de los cascos de estancias y retiros erigidos «amigablemente» en un principio por los recién llegados, los indígenas reprodujeron y traspasaron a las siguientes generaciones hasta llegar a la presente, un sin número de tradiciones, pautas de relacionamiento político, social y económico propias -como la práctica de una economía de subsistencia diversificada más sostenible en relación a otros modelos existentes- que le definen aún dentro de la sociedad nacional y global como un pueblo y cultura distintiva y, por ende, con la garantía del goce de todos los derechos no sólo individuales sino colectivos que corresponden a tal condición.

Las generaciones sucedáneas de los otrora autónomos Enxet, han subsistido bajo el régimen de latifundios, empresas tanineras y misiones, bajo la categoría social de proletarios del campo, y sujetos a las contingencias productivas y de decisión de estos sectores. Sin embargo, justamente la necesidad de los patrones y misioneros de contar con un contingente cristianizable y con el conocimiento local y mano de obra indígena, permitió la continuidad de la ocupación extensa de los Enxet de su territorio, en el cual se encontraron no ya libres y autónomas, sino como peones, obrajeros y subyugados feligreses, guardando, no obstante, viva la memoria y la conciencia de sucesos, parajes y conjuros que poblaban su posesión. Esta continuidad de pertenencia explícita, a su vez, es una continuidad de identidad definida y ligada profundamente por la relación con un hábitat propio.

A esto agregamos que vecinos a los Enxet y sus subgrupos, coexistían los llamados Angaités (con sus propios grupos), los Sanapanás también partes del grupo Enenlhet-Enlhet, con una variación gradual étnica y lingüística más compleja de la que hoy pobre, equívoca y convencionalmente se utiliza. Otros vecinos de los Enxet, ya no tan emparentados al menos lingüísticamente, fueron los Toba Qom, los Nivaclé y los Maká.

Bien avanzados hacia nuestros días, a mediados de los años 80, la Iglesia Anglicana Paraguaya inició un programa de compra de tierras para las comunidades del pueblo Enxet con quienes trabajaba -incluyendo algunas de los pueblos Angaité y Sanapaná- a través del programa «La Herencia», que luego se transformó en un programa de reivindicación de tierras conforme a la previa y nueva legislación paraguaya. Escindiéndose de este programa, dada la insuficiencia de la simple estrategia jurídica, surge la organización Tierraviva, apoyando a las 14 comunidades que iniciaron sus reclamos territoriales en los 90, en su organización y visibilidad ante el Estado y la sociedad paraguayos. En los últimos años, algunas de las tierras Enxet han sido restituidas y también nuevos reclamos se han sumado; a propósito de este contexto histórico y social se desarrolla el trabajo fotográfico de Amadeo, pero nos cuenta bastante más. Los textos seleccionados para acompañar las fotos no pretenden ser una explicación de las mismas -lo que resulta casi siempre mezquino o redundante- sino un batifondo, casi un acompañamiento musical que pueda dialogar con ellas.
RODRIGO VILLAGRA
 
 
 
1 - Extraído del escrito de Presentación autónoma de los representantes de las víctimas
 
ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos del Caso de la Comunidad Sawhoyamaxa
 
contra EL ESTADO DE PARAGUAY. Tierraviva (2004).

 

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