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Historia Política


Presidencia del Dr. Eusebio Ayala (15 de agosto de 1932 al 17 de febrero de 1936)
(08/06/2010)

Décimo Séptimo Período Constitucional.

Presidente: Doctor EUSEBIO AYALA.

Vice Presidente: Dr. RAÚL CASAL RIBEIRO.

15 de agosto de 1932 al 17 de febrero de 1936.

 

Datos biográficos del Dr. Eusebio Ayala.

 

Nació en Barrero Grande, hoy ciudad epónima, el 14 de agosto de 1875. Se graduó de bachiller en Asunción a los 20 años y en 1900 de Doctor en Derecho y Ciencias Sociales. Su tesis versó sobre "PRESUPUESTO NACIONAL". Ejerció la cátedra en la Escuela Normal, el Colegio Nacional y la Facultad de Derecho.

Realizó varios viajes de estudio a Europa y América, poseyendo varias lenguas. Honró a su patria en el exterior. Es el único paraguayo que dictó conferencias en la Sorbona, de París, en correcto francés. Una de ellas versó sobre el "UTI POSSIDETIS JURIS".

Actúa en el movimiento subversivo del 2 de julio de 1908. Ese mismo año ya desempeña la cartera de Relaciones con GONZÁLEZ NAVERO e integra los gabinetes en posteriores gobiernos. Ocupó cargos diplomáticos; representó con solvencia al Paraguay en varios congresos internacionales y ocupó bancas en el Congreso.

El 7 de noviembre del 21 fue designado PRESIDENTE PROVISIONAL de la República por el Congreso, en una época anárquica, tras la renuncia del PRESIDENTE GONDRA.

Afronta airosamente la guerra civil del 22 al 23, que duró 14 meses. Ejerció el cargo hasta el 12 de abril de 1923, fecha en que lo reemplaza el Dr. ELIGIO AYALA.

En 1926 ejerce el cargo de Rector de la Universidad de Asunción. Posteriormente estuvo radicado en Europa. Se lo proclama candidato por el período 32/36.

El 15 de agosto de 1932 asume la Presidencia, y fue el 32º Presidente de la era constitucional (desde 1870).

La guerra contra Bolivia ya había estallado. Todo el país se hallaba en febril actividad, con la movilización general, para enfrentar al enemigo, respaldado económicamente por la Standard Oil C° de Norteamérica. Con firme voluntad e inmensa fe en la victoria final, asume la responsabilidad de regir los destinos de la nación en tan crucial época. Cumplió su cometido con altura y con todo el fervor de su patriótico espíritu.

Y el Paraguay salió airoso en la titánica y cruenta lucha contra el fuerte y tenaz enemigo, rico en recursos naturales, tres veces superior en población y poderosamente armado, en un colosal esfuerzo mancomunado de gobierno, ejército y pueblo.

El Paraguay obtuvo decisivas victorias sobre el enemigo, quien tuvo que ir retrocediendo hasta sus límites arcifinios.

Al margen, para la concertación del armisticio después de Campo Vía, donde pudo haberse liquidado la guerra, Ayala recabó la opinión de Estigarribia, el cual dio plena aprobación al mismo, ya que las tropas paraguayas se hallaban agotadas después de la tremenda batalla de los 50 días. Además, poderosas razones de orden diplomático y logístico lo justificaban. El armisticio duró desde el 19 de diciembre del 33 al 6 de enero de 1934.

El Dr. AYALA visitó numerosas veces el frente durante la contienda, vistiendo el modesto uniforme verde olivo.

Terminada el 14 de junio de 1935 la guerra, se aprestaba a reiniciar su labor de gobernante dinámico y patriota para restaurar las finanzas y la economía del país maltrechas y restañar las heridas abiertas por la hecatombe en la medida de las posibilidades. Pero como nunca faltan los disconformes, se conspiraba activamente y un golpe cuartelero lo depone el 17 de febrero/36. Y junto con el glorioso conductor del ejército, el General de Ejército JOSÉ FÉLIX ESTIGARRIBIA, ambos prohombres, por una ironía del destino, sufrieron los sinsabores de la prisión y el destierro.

Con razón se afirma que la celda es la antesala de la inmortalidad. Debían ser juzgados, de acuerdo al Decreto 152, como traidores a la Patria. Pero afortunadamente, este monstruoso decreto no se cumplió. No fue derogado. Murió solo.

Acogidos con simpatía por el pueblo argentino, el Dr. AYALA fijó su residencia en Buenos Aires, donde años después le sorprende la muerte, el 4 de junio de 1942.

Contaba 67 años de edad.

Estuvo desposado con la dama francesa MARCELLE DURAND.

Por Decreto-ley 902 del 18 de abril de 1940 se dispone que la localidad de Barrero Grande lleve su nombre. También la ex calle San Lorenzo, desde 2 Bocas hasta Fernando de la Mora.

Al asumir en 1932 el Dr. AYALA contó con la colaboración de los siguientes MINISTROS:

INTERIOR: Narciso Méndez Benítez, a quien lo reemplaza en 1935 Belisario Rivarola; RELACIONES EXTERIORES: en principio, lo ejerció el Dr. Justo Pastor Benítez, posteriormente el Dr. Luis A. Riart (años 1935/36). Este ministerio se llamó un tiempo Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto; HACIENDA: Dr. Benjamín Banks, durante todo su mandato; JUSTICIA, CULTO E INSTRUCCIÓN PÚBLICA: Dr. Justo P. Prieto. En una época se denominó de Educación y Justicia; GUERRA Y MARINA: Dr. Víctor Rojas. Un tiempo se llamó Ministerio de Defensa Nacional; ECONOMÍA: el 6 de setiembre de 1933 una ley aprobó la creación de este ministerio. Lo ejerció el Ing. Albino Mernes. Reemplazó a la Dirección de Economía, ejercida por el Dr. Luis A. Riart.

Este gabinete, que actuó durante la guerra del Chaco, fue denominado "GABINETE DE LA VICTORIA". La conflagración había estallado. Bolivia, en su audaz avance, no había respetado siquiera la zona del laudo Hayes (12-X1 1878), que sin embargo había reconocido como paraguaya en trece oportunidades, en documentos oficiales que fueron divulgados por el Dr. MANUEL DOMÍNGUEZ (ver "El Diario", 25-II-34). Este asunto ya era "cosa juzgada".

La defensa de la heredad patria constituyó el desiderátum, el único objetivo del gobierno y de todo el pueblo. El ejército paraguayo, improvisado, deficientemente armado, emprende una titánica lucha a muerte para reconquistar el Chaco.

No nos es posible reseñar en estas páginas todas las alternativas del conflicto.

Innumerables escritores han enfocado minuciosa y exhaustivamente el tema en infinidad de volúmenes. No obstante, deseamos destacar algunos hechos resaltantes de la contienda, sensacionales triunfos de las armas paraguayas, entre ellos la recuperación de Pitiantuta (15-VII-1932); la capitulación boliviana en Boquerón (29-IX-32), decisiva batalla donde se inicia la retahíla de éxitos paraguayos; la épica resistencia de Toledo; Herrera, Nanawa y Gondra, en 1933, donde la maquinaria bélica boliviana se estrella contra un muro infranqueable de pechos. Pampa Grande y Pozo Favorito (15-IX-33), que señala la reiniciación de la ofensiva paraguaya; la genial maniobra de Zenteno-Gondra, la batalla de los 50 días que culmina el 11 de diciembre de 1933 en Campo Vía (Cañada Gilberto López Fretes) con la derrota y captura de las divisiones IV y IX (9.000 prisioneros); Cañada Tarija, donde el jefe boliviano, ante el desastre, se suicida; el golpe maestro de Picuiba (15-VIII-34), que tuvo como secuela la toma de una serie de fortines y como corolario la sensacional victoria de El Carmen (noviembre del 34), la batalla menos costosa de la contienda, ya que los paraguayos casi no tuvieron bajas y se capturaron más de 7.000 prisioneros; la inaudita hazaña de Yrendagüe, en que un puñado de valientes, tomados de la mano del anciano Coronel EUGENIO ALEJANDRINO GARAY, escamotearon al adversario los únicos pozos de agua de la zona, el vital líquido, y venció al desierto, a la sed y al enemigo; Ybybobo (30-XII-34), con un saldo de 2.000 prisioneros; Ingavi (7-VI-1935),la postrera batalla de la guerra, broche de oro de la rutilante serie de triunfos, e innumerables otros hechos de armas, en los cuales se puso de resalto el heroísmo, la abnegación y el estoicismo del soldado paraguayo, que reveló en la guerra del Chaco que no se han roto los eslabones de la recia cadena que une las glorias de ayer con la gloria del presente.

En enero de 1934 se fusionaron el Instituto Paraguayo y el Gimnasio Paraguayo, creándose nuevamente el Ateneo Paraguayo, que resucita después de 45 años; había subsistido hasta 1889.

Hay un hecho poco conocido y que probablemente tuvo inmensa trascendencia en el curso de la guerra y que deseamos destacar.

El 23 de julio de 1932 el PRESIDENTE GUGGIARI nombra comandante en jefe del ejército y de la armada nacional al General de Brigada MANUEL ROJAS A., un militar de viejo cuño. Este jefe y otros, como el Gral. de División PATRICIO ALEJANDRINO ESCOBAR, el Coronel JOSÉ JULIÁN SÁNCHEZ, tenían su plan de operaciones: opinaban que había que atraer al enemigo hacia el río Paraguay y allí aniquilarlo con golpes decisivos. Era un plan que tenía muchos adeptos, basado en el dominio del río por nuestro país, y deseando quizá emular las hazañas de Hindenburg, en 1914, en los lagos Masurianos y Tannenberg, donde fueron destrozados dos ejércitos rusos.

No obstante, el entonces jefe de la I División Teniente Coronel JOSÉ FÉLIX ESTIGARRIBIA, que operaba en la zona y afortunado conductor del ejército paraguayo, logra persuadir al Presidente EUSEBIO AYALA, que ya había asumido la primera magistratura, que el Paraguay debía actuar en franca ofensiva desde el comienzo. El Presidente aprobó la moción de Estigarribia e inmediatamente se puso en ejecución dicho plan.

Boquerón fue la primera clarinada de alerta. El 29 de setiembre de 1932, tras 20 días de duro batallar, esta sensacional victoria conmueve al mundo entero.

Dice el ilustrado norteamericano DAVID H. ZOOK: "Boquerón, la primera batalla decisiva de la guerra del Chaco, dio al Paraguay una enorme ventaja psicológica. Una fuerte corriente de optimismo sacudió a este país, reemplazando a la previa resignación heroica de luchar hasta el último reducto defensivo".

El soldado paraguayo, consciente de la justicia de nuestra causa, defendiendo el terruño, en una lucha a muerte de tres años, contra un enemigo tenaz y aguerrido, con armas capturadas al invasor, hizo retroceder a éste hasta los límites arcifinios de la región occidental y hasta incursionó en territorio netamente boliviano, o sea, las primeras estribaciones andinas y la ciudad de Charagua, zona que tuvo que ser después abandonada por desconocimiento del terreno y las enormes dificultades logísticas.

Decía un escritor uruguayo: "Esta es una guerra de almas, y es así que nada dicen los cañones, las ametralladoras, los tanques, lanzallamas y los aviones bolivianos. Toda esa aparatosa ferretería guerrera se ha estrellado contra el alma paraguaya, que se ha propuesto defender el territorio nacional contra la rapacidad boliviana, y lo hace con tan sublime decisión y heroísmo, que no puede menos que asombrar al mundo".

RUFINO BLANCO FOMBONA, el perínclito venezolano, afirmaba: "¿Tiene la culpa el Paraguay de la fatalidad de Bolivia, que perdió sus puertos y su zona marítima en guerra con Chile? ¿Y tiene derecho Bolivia para preparar lentamente una guerra de agresión, provocar una lucha armada y mostrarse sorda a todas las voces de avenencia para lograr su propósito de conquista territorial?"

El Profesor ALVIN MARTIN, de la Stamford University (EE.UU.), expresaba: "Espero sinceramente que esta guerra horrible terminará pronto, de acuerdo a las aspiraciones legítimas del Paraguay. De esta distancia es un poco difícil comprender todo el asunto, pero yo creo que histórica y legalmente el Paraguay tiene el mejor título en la disputa".

Y el ilustre GONZALO BULNES (chileno) decía: "Hay en el Chaco un depósito inextinguible de fuerza moral que irradia en todos los contornos el esplendor de su grandeza. Es el pueblo paraguayo, batiéndose con cuchillos y machetes contra ametralladoras y tanques de guerra".

Centenares de otros testimonios de adhesión y simpatía podríamos transcribir, provenientes de todo el mundo. Numerosos voluntarios se presentaron para luchar desinteresadamente en favor del Paraguay, como argentinos, rusos blancos, uruguayos, chilenos, brasileños, etc., muchos de los cuales ofrendaron heroicamente sus vidas en aras de una justa causa.

Sin embargo, en el altiplano se hizo conciencia la absurda idea de que Bolivia fue despojada injustamente del Chaco por el Tratado de Paz y que ha "regalado" este territorio al Paraguay, y este concepto se ha inculcado en la mente de las generaciones actuales. No faltan en aquel país los revanchistas. Nuestro país movilizó en el transcurso de la contienda cerca de 130.000 hombres, de los cuales 102.147 fueron al Chaco. Se tuvo que lamentar la muerte de más de 30.000 hombres, más innumerables mutilados y lisiados. Bolivia, según datos fidedignos, tuvo 52.394 muertos. Mucho luto, dolor y desolación fue el saldo de esta conflagración, más el inmenso sacrificio económico y financiero y la secuela de males de toda guerra.

El 12 de junio de 1935, tras varias mediaciones diplomáticas frustradas, se logra llegar a un acuerdo y se firma un protocolo de paz en Buenos Aires, con la participación de representantes de los países beligerantes y de Argentina, Brasil, Chile, E E.U U., Uruguay y Perú. Dos días después, el 14 de junio, cesa la lucha y todo el pueblo paraguayo lo celebró alborozado. Se había logrado a costa de sacrificios la reconquista de casi todo el Chaco y se vislumbraba con optimismo la liquidación definitiva de un viejo pleito que se remontaba al año 1852 y que era cual nudo gordiano que soportaba el país.

La guerra había comenzado el 15 de junio de 1932. Terminó cuando faltaba un día para cumplir tres años de duración. El protocolo de paz de Buenos Aires lo habían firmado el canciller paraguayo Dr. LUIS A. RIART, el boliviano TOMÁS ELLO y demás representantes neutrales. El Presidente argentino era a la sazón el Gral. AGUSTÍN P. JUSTO y su Canciller CARLOS SAAVEDRA LAMAS. Este último mereció posteriormente el premio Nobel de la Paz.

Ahora, Paraguay y Bolivia, países ambos víctimas de la mediterraneidad, superada la época de la infausta prueba, continúan hermanados su marcha ascendente hacia un futuro de ventura y prosperidad.

Al iniciarse las hostilidades, el Paraguay ocupaba apenas 110.700 km2. de la región occidental, ya que el vecino país había penetrado profundamente en dicho territorio, en un subrepticio avance. Al cese del fuego, se había recuperado gran parte del Chaco, ocupándose 264.150 km2., que sin embargo no llegaba a los límites arcifinios que con justicia reclamaba nuestro país. Ellos eran: la cordillera de Aguaragüé, el río Parapití y la sierra de Santiago.

Las arduas negociaciones prosiguieron durante tres años. Por fin, por el tratado del 21 de julio de 1938 se llega a un acuerdo final. Se dispuso que una extensión de 31.500 km2. fuese sometida a un arbitraje de equidad (no de derecho), por los presidentes de Argentina, Brasil, Chile, E E.U U., Perú y Uruguay o sus representantes. El fallo arbitral se dio a conocer el 10 de octubre y dispuso una solución salomónica: adjudica a Bolivia 16.822 km2. y al Paraguay 14.678.

En última instancia, nuestro país perdió una rica zona petrolífera al Noroeste. En resumen: el Chaco Paraguayo quedó con una superficie definitiva de 247.328 km2., de los 406.752 km2 que tiene la República. Hace unos años, el 11 de julio de 1969, por fallo del General argentino GONZALO GÓMEZ, se adjudicó al Paraguay el cerro Chovoreca, de 54 m. de altura, en el vértice VIII, lo cual representa una pequeña extensión territorial que se incorpora a nuestra soberanía. Más datos sobre el tratado de paz, véase gobierno del Dr. Paiva, 1937/38.

A propósito de Chaco, veamos el origen de este vocablo. Según el ilustrado escritor chileno CARLOS MARÍA SASAGO, la palabra indígena "chaco" significa "gran cerco" y se aplicó a un elevado cerro de los Andes por haber existido allí una especie de corral destinado a la cacería de vicuñas, guanacos y llamas. Originario del Alto Perú, el nombre fue extendiéndose a los territorios contiguos hasta que lo llevó toda la extensa región del actual Chaco paraguayo y argentino. A propósito de "corral", hubieron varios durante la guerra 32/35, o mejor, "corralitos", donde fueron atrapados decenas de millares de bolivianos. Tal es así que más de 21.000 prisioneros fueron capturados durante la contienda, la manutención y atención de los cuales representó serio problema para nuestro país. Apenas 2.500 prisioneros paraguayos cayeron en poder de Bolivia.

Como un dato revelador de las pretensiones bolivianas, cuando en el altiplano aún se respiraban aires de victoria, cabe señalar que publicaron un mapa en el cual se adjudicaban no sólo todo el Chaco, sino la zona de la región oriental comprendida entre los ríos Apa y Ypané, y sugerían llamar a Concepción "Ciudad de Salamanca". Además insinuaban que después de la soñada victoria final, Villarrica se llamase "Ciudad de Saavedra" (Ver Diario de Sesiones del Senado Paraguayo, 30 de setiembre de 1976). De haber salido Bolivia airosa en la conflagración, ¿cuál hubiera sido nuestra suerte?

Al respecto, puede afirmarse que un fracaso en Boquerón, o la caída, v. gr., de Gondra, Toledo, Herrera o Nanawa, hubiera podido ser fatal para el Paraguay. Difícilmente se hubiera impedido que el victorioso ejército Bolivia no marchara sobre Concepción, ocupara esta ciudad y el litoral del río Paraguay. Por ventura se frustraron los planes del comando enemigo, gracias al inquebrantable espíritu de lucha y el heroísmo, del soldado paraguayo.

De esta manera, el Dr. EUSEBIO AYALA, estadista de férrea voluntad, certera visión y acrisolado patriotismo, pudo superar este difícil y decisivo período de nuestra historia, que puso a prueba el acerado temple de la raza paraguaya, contando con la más amplia colaboración de todo el pueblo, sin distingo de banderías políticas.

No recurrió a empréstitos externos para sufragar los cuantiosos gastos de la guerra. Se vió obligado, es cierto, a efectuar emisiones fiduciarias de papel moneda, lo que devaluó considerablemente nuestro signo monetario, el peso fuerte. Tal es así que en 1931 1 peso argentino valía 18,75 pesos; para 1935 había subido a 75, y continuó devaluándose con posterioridad. También la expropiación de moneda extranjera, producto de las exportaciones, constituyó una importante fuente de recursos, así como la contribución espontánea de todo el pueblo en oro, etc.

Sólo esporádicamente se aceptó ayuda del exterior, sobre todo de la Argentina, noble nación que colaboró decididamente con el Paraguay.

En otro orden de cosas, el 12 de mayo de 1934, por Decreto del P. E. fue oficializada la actual versión de la música del HIMNO PARAGUAYO, que data del siglo pasado, modificándose en algunos detalles la antigua partitura por el Prof. REMBERTO GIMÉNEZ.

Concluidas las hostilidades, con profunda fe en el porvenir, el Presidente Ayala comenzaba la ciclópea labor de restañar las heridas abiertas por la larga conflagración.

Pero como ocurre casi siempre en casos análogos, surgieron las dificultades. Jefes, oficiales y reservistas que afirmaban que habían sido postergados y víctimas de injusticias. También la pensión mensual de 1.500 pesos oro que le había sido conferida al glorioso comandante del ejército paraguayo General de Ejército JOSÉ FÉLIX ESTIGARRIBIA, suscita no pocas protestas y dio pábulo a las murmuraciones. Y los políticos opositores que sostenían que el Partido Liberal, o el régimen liberal, ya estaba caduco y debía ser eliminado.

Así las cosas, el 17 de febrero de 1936 un golpe militar le obliga a renunciar. Los sublevados estaban comandados por los Tenientes Coroneles FEDERICO WENMAN SMITH y CAMILO RECALDE. También el Mayor JUAN MARTINCICH y otros militares tuvieron activa participación. El Tte. Cnel. Smith, comandante en jefe del ejército, gozaba de mucho prestigio y ascendiente y tuvo la oportunidad de asumir la primera magistratura, pero rehusó. También sonaba el nombre del Dr. GOMES FREIRE ESTEVES.

Pero en última instancia, fue llamado de Buenos Aires para asumir la presidencia el Cnel. RAFAEL FRANCO, que había tenido destacadísima actuación en la pasada guerra. El Vice Pdte. Dr. RAÚL CASAL RIBEIRO, quien hubiera tenido que asumir la primera magistratura, también fue arrastrado por la vorágine.

El director del diario "Crítica" de Buenos Aires Sr. Botana, puso a disposición del Cnel. Franco un avión en el cual se trasladó a Asunción para asumir la presidencia.

Fuente: HISTORIA DEL PARAGUAY CONTEMPORANEO 1869 - 1983. Autor: OSVALDO KALLSEN, Imprenta Modelo S.A., Asunción – Paraguay 1983 (215 páginas).

 

 

 

LA REVOLUCIÓN DE 1936

 

            Luego de la victoria obtenida en la Guerra del Chaco, las clases políticas dirigentes, en vez de concentrar sus esfuerzos en los efectos producidos por la contienda, dedicaron su interés al problema de la sucesión presidencial, pues estaba finalizando el período gubernamental de Eusebio Ayala.

            Las corrientes de opinión a favor de una reforma constitucional para hacer posible la reelección del doctor Ayala, acrecentaron el malestar público. Por otra parte, la desmovilización de las tropas ocasionaba graves inconvenientes. Los campesinos habíanse desmovilizados sin ninguna dificultad, pero no así el numeroso cuadro de oficiales, cuya adaptación a la vida civil se hacía muy lentamente.

            Ciertos grupos políticos, ya venían trabajando durante la guerra e hicieron difundir la versión que el general Estigarribia se proponía licenciar a toda la oficialidad sin ninguna compensación. Los oficiales de la reserva, que en su gran mayoría, formaban el Ejército, comenzaron a negociar con algunos políticos proponiendo que las fuerzas armadas asumieran el poder. El coronel Rafael Franco, sindicado como el director de estos trabajos fue obligado a abandonar el país a fines de enero de 1936. En su ausencia, la conspiración siguió su curso. Al conocerse las órdenes de retiro de una gran masa de oficiales, se decidió realizar el Golpe de Estado. El 17 de febrero de 1936 se sublevaron las fuerzas de Campo Grande y marcharon sobre la ciudad, donde el Gobierno organizó la resistencia con apoyo de la policía. Durante todo el día se combatió y a la noche, el Presidente Ayala presentó su renuncia al mando revolucionario y quedó bajo arresto.

Fuente: HISTORIA DEL PARAGUAY. Por MARY MONTE DE LÓPEZ MOREIRA - FACULTAD DE FILOSOFÍA - UNA. Editorial SERVILIBRO - www.servilibro.com.py  . Tel. 595 21 444770. Asunción – Paraguay, 2011 (334 páginas)

 

 

 

PROCLAMA DEL EJÉRCITO LIBERTADOR - ¡PARAGUAYOS!

¡PUEBLO ILUSTRE DE ANTEQUERA, DE RODRÍGUEZ DE FRANCIA Y DE LOS LÓPEZ!

 

Vuestros soldados en armas hemos asumido definitivamente en este día la guarda del honor del pabellón, del suelo intangible y de la vida misma de la Patria.

Os lo anunciamos.

Hemos escuchado el mandato imperativo de las gestas solemnes de nuestra historia.

Lo mismo que en el plebiscito armado de las milicias de Antequera, que nos dio el credo definitivo de la formación espiritual de la República; que en la cita de los Cuarteles del 14 de mayo de 1811, que nos dio la soberanía internacional; que en los sufragios de esos mismos cuarteles que afirmaron, en José Gaspar Rodríguez de Francia, el juramento colectivo de pervivir en el Río de la Plata como nación intangible e independiente a través de los siglos; que en las Juntas de las Milicias de Asunción de 1842, que engendraron con su espada la nacionalidad mejor gobernada del mundo bajo el idealismo colectivo de su intérprete fiel, don Carlos Antonio López; que en el Plebiscito de los Ejércitos de 1865, que se tradujo en la epopeya nacional de vencer o morir al lado de nuestro vocero irreductible Mariscal don Francisco Solano López, sosteniendo a la faz del planeta el principio de la no intervención como única norma del derecho internacional público americano, que ha de asegurar la convivencia de derecho a todas las naciones libres que integran la humanidad civilizada; lo mismo que en el nuevo plebiscito de vuestros Ejércitos, que acaba de consumarse durante tres años de campaña, a filo de espada, del uno al otro confín de nuestro Chaco inviolable, de barrer de él los detritus de hordas caídas sobre nuestras llanuras indefensas con el designio de arrebatarnos la heredad tricelular que nos amojonaron para siempre desde el Parapití nuestros progenitores Ñuflo de Chávez y sus soldados en armas, mensajeros de nuestra gloriosa Villa de la Asunción; nosotros ahora venimos, a nuestra vez, a plebiscitar la protesta suprema de todo el pueblo de la República, de todos los hombres y mujeres amantes de su tierra, contra un régimen de bandidos de levita sobornados por el extranjero y de asesinos empedernidos que, a través de varias décadas de violento predominio, ha terminado por constituir el foco infeccioso de los mayores males internos y externos que jamás hayan atacado, con mayor peligro de muerte, la salud moral y material de la República.

Ya no existía patria, sino intereses de partido completados permanentemente contra la suerte de la colectividad, como única explicación de la larga hegemonía del grupo de políticos descastados que han arrojado al país al borde de su desaparición.

Toda la nación conoce el proceso de la dictadura descarada y de la industrialización de la política, que ha representado en el Gobierno del Paraguay, desde que se asentó sobre él, el grupo de paraguayos desnaturalizados que equipan la dirección del partido que ahora arroja del poder el brazo armado del pueblo.

No lo reanudamos en este momento, sino como concreción de algunos de sus desenlaces.

El Presidente Eusebio Ayala constituía el cuerpo del delito más acabado que ofrecía a la opinión sana de la República la avilantez sin límites de esa mafia adueñada de todos los resortes del poder.

Y es este espécimen de traidor nato a su país, el que logró sobornar con el oro al General paraguayo que le facilitó el armisticio de Campo Vía, para convertirlo en su guarda espalda a sueldo desde el Alto Comando del Ejército; y el que, por lógico desenlace de sus infidencias al Paraguay, se ha atrevido a valerse de este último para reducir a prisión y proscribir del suelo de la Patria, a nuestro único jefe auténtico, a el Coronel don Rafael Franco, símbolo y espejo viviente de las más excelsas virtudes que palpitan en las filas de vuestro Ejército Libertador!

Como consecuencia de este atentado, el Presidente Ayala se ha echado en brazos de sus encubridores, los políticos asesinos del 23 de octubre, responsables criminales y civiles de la masacre de estudiantes de aquella fecha; y proyectaba la destrucción del Ejército Libertador para reemplazarlo con una Guardia Cárcel mercenaria.

No mencionaremos el cuadro angustioso de la desesperación popular, que los vampiros del régimen, anidados en el círculo presidencial, agudizan, de día en día, para fomentar la servidumbre. El hambre golpea todos los hogares. Han muerto en el Chaco 30.000 paraguayos: se han quemado millares de millones de pesos, y la post-guerra se debate en una incertidumbre general sobre las soluciones más urgentes que reclaman esa catástrofe internacional traída sobre el país por el régimen, y todas sus consecuencias sobre el presente y el porvenir de la familia paraguaya!

Y se especula sobre el hambre, y el pueblo señala con su dedo a los criminales que quemaron cañaverales para encarecer el azúcar y juegan hasta al alza de precios de los alimentos, respaldados en su impunidad.

No hay un resquicio por donde respirar en la prensa, montada al servicio exclusivo de la mafia gobernante. Se acabaron todas las garantías constitucionales; fuera de las claques del régimen, los paraguayos son parias, sin derecho de emitir sus ideas, ni de reunirse ni de gozar ninguno de los atributos de la ciudadanía.

Pero todo ello fuese aun soportable, de no acaecer como acaecen nuevos planes de cercenamiento de la soberanía territorial de la República y de frustramiento irremediable de todas las victorias de vuestros Ejércitos en la guerra del Chaco, a que se aprestaban el mandatario infiel y sus cómplices.

A eso no nos resignamos. Un sólo día más de inacción, habría sido de nuestra parte una deserción del deber perentorio de asumir la soberanía originaria del pueblo paraguayo, a fin de proveer vitales necesidades de su organización y seguridad comprometidas.

Y en este terreno, cumplimos en declarar, a la faz del mundo, que hacemos nuestro el principio de la mayor defensa nacional que registra la Europa contemporánea. "Ningún Estado tiene juez superior a sí mismo y puede comprometer su porvenir por el bien de otro Estado".

Decretamos, en consecuencia, que cesan en sus funciones el Presidente de la República doctor Eusebio Ayala, y todo el personal de su administración en los tres Poderes del Estado. ¡Paraguayos!

Vuestros soldados en armas os juramos cumplir con nuestra misión: la Nación será restituida al nivel de su historia en el Río de la Plata, al libre dominio de su suelo y a la grandeza de su porvenir.

Asunción, febrero 17 de 1936.

Teniente Coronel, Dn. F.W. SMITH Teniente Coronel,

Dn. CAMILO RECALDE

Capitán Aviador, Dn. Francisco Montanaro; Mayor, Dn. Isaías Báez Allende; Mayor, Dn. José C. Britos; Mayor, Dn. Juan Martincich; Mayor, Dn. Leandro González; Mayor, Dn. Francis-co Andino; Capitán de Fragata, Dn. Manuel T. Aponte; Capitán de Corbeta, Dr. Néstor Martínez Fretes; Capitán, Dr. Federico Varela; Capitán, Dn. Federico jara Troche; Capitán, Dn. Alfredo Amarilla; Capitán, Dn. Rafael Guerrero Padin; Capitán, Dn. Alberto Gústale; Capitán, Dn. Hermes R. Saguier; Capitán. Dn. Julio R. Cartes; Mayor Rva., Dn. Fidel Ferreira; Teniente 1ro., Dn. César Mallorquín; Teniente 1ro., Dn. R. Bejarano; Capitán, Dn. Agapito Céspedes; Capitán, Dn. Efigenio Adorno; Capitán, Dn. E. López Martínez; Teniente, Dn. Alfredo Brizuela; Teniente 1ro., Dn. Juan B. Sartorio C; Teniente 1ro., Dn. Julio R. Acosta; Teniente, Dn. Demetrio Miño; Teniente 2do., Dn. J. Martínez Barrios; Sub-Intend. 2a. Dn. Jorge Thompson Molinas; Capitán, Dn. Aureliano Mendoza R.; Capitán, Dn. Lindolfo González; Teniente 1ro., Dn. Basilio Bogado; Teniente 2do., Dn. Cándido García; Teniente 2do., Dn. Carlos Aguilera Mazó; Sub-Intend. Mil. 2do., Dn. Víctor Bogado; Teniente Iro. Rva., Dn. Vicente C. Semidei; Capitán, Dn. Octavio Barrios Díaz; Teniente 2do., Dn. F. Jara Méndez; Teniente 1ro., Rva., Dn. Jorge Estigarribia; Teniente 2do., Dn. Alcibiades Várela; Teniente 2do., Dn. Carlos Díaz León; Teniente lro., Dn. A. R. Fuster; Teniente 2do., Dn. Luis Aquino; Teniente 1ro., Dn. Edrulfo A. Carballo; Teniente 2do., Dn. Carlos Morel; Maquinista de 2da., Dn. O. Rocholl; Capitán Rva., Dn. Rogelio Benítez; Capitán Dn. Elide Báez; Contador 2do. de Marina, Dn, Luis Díaz de Bedoya; Piloto Aviador Dn. Orlando Salerno Netto; Teniente 2do. de Marina, Dn. José Céspedes; Teniente lro. de Marina, Dn. Lorenzo Díaz Benza; Capitán Aviador. Dn. Gregorio Morínigo; Teniente 1ro., Dn. Juan J. Saccarello; Mayor, Dn. Timoteo Aguirre; Teniente Coronel, Dn. Tranquilino Ortiz Cabral; Teniente 1ro., Dn. Ramiro A. Escobar; Teniente lro., Dn. A. Carrillo; Capitán Dn. Juan F. Garay; Teniente 1ro. de Marina, Dn. Arnulfo Rojas; Teniente lro. de Rva., Dn. Osear Valdovinos C; Teniente, Dn. Manuel Ramos Giménez; Teniente lro., de Rva., Dn. P. Da Rosa; Capitán Aviador, Dn. V Vallejos; Maquinista Corbeta, Dn. Ramón Gilí; Teniente lro., Aviador, Dn. J. Fernández; Teniente lro. de Marina, Dn. J. Agüero Mora; Piloto Aviador, Dn. Abel Vera y Aragón; Teniente 2do., Dn. Dionisio Bareiro; Capitán de Corbeta, Dn. Porfirio Machuca; Teniente 2do de Marina Dn. Raúl Gutiérrez; Sof. Principal Dn. José Luis Chilavert; Teniente lro., Dn. Américo Villagra; Capitán. Dn. Fabián Saldívar Villagra: Teniente lro.. Dn. Cesáreo Riquelme; Teniente lro. de Rva. Dn. Manuel Fernández; Teniente 2do. Dn. Zacarías Servían; Teniente 1ro. Dn. Manuel González R.; Teniente 1ro. de Rva., Dn. R. Sotomayor; Capitán, Dn. Pablo Giménez y Núñez; Capitán, Dn. Eulalio A. Facceti; Capitán Dn. Julio C. Zarza; Teniente 1ro. de Marina, Dn. J. Martínez Ramela; Teniente lo.. Dn. Alfredo Martínez Chávez; Teniente 1ro., Dn. Flaviano E. Yegros; Maquinista Corbeta, Dr. José Tomás Fiandro; Guardiamarina, Dn. Manuel Fleitas Domínguez; Contador 1ro., Dn. F. T. Ramírez; Contador 2do. de Marina, Dn. Augusto Rojas González; Contador 1ro., Dn. Gregorio Núñez; Maquinista de Ira., Dn. Ladislao Montiel; Teniente 1ro. de Marina, Dr. Raúl Vera; Teniente 1ro., de Marina, Dn. J. Muñoz Chaves; Teniente 1ro. de Marina, Dn Néstor Rodríguez; Teniente 2do. de Marina Dn. Felipe Quevedo; Capitán, Dn. Milciades Larrosa; Teniente 2do. de Marina, Dn. Hilario Gómez; Maquinista de 1ra. Dn. D. González; Piloto de 2da., Dn. S. Galeano; Teniente 1ro. de Marina, Dn. Heraclio Rojas; Teniente 1ro. de Marina Dn. J.A. Sotomayor; Contador de 2a. Dn. Raúl Rolón; Capitán Aviador, Dn. Juan Doldán; Teniente Aviador Dr. Luis Ugarriza; Teniente lo. Aviador Dn. Abdón Lezcano; Teniente 2o. Aviador, Dn. Homero Duarte; Teniente 2do, Aviador, Dn. Lucio Ayala; Teniente 1ro. Aviador, Dn. Héctor Vallejos; Teniente 1ro. Observador, Dn. Juan Amarilla Ortiz; Capitán, Dn. Juan  B. Montes; Teniente 2do. Rva. Qn. Roberto Argüello; Teniente 1ro. Aviador, Dn. Martínez B.; Teniente 1ro. de Rva. Dn. L. Chilavert; Capitán, Dn. Atilio Téllez; Teniente 1ro. Dn. Alfonso V. Campos; Capitán de Rva., Dn. R. Carreras; Teniente 2do. de Rva. Dn. Víctor Martínez; Teniente 2do. de Rva., Dn. J. Durmin; Teniente 2do. de Rva., Dn. D. Enciso B.; Teniente 1ro. Aviador, Dn. Rogelio Etcheverry; Capitán, Dn. J. Martínez; Teniente 2do. Dn. Reinaldo Sosa; Capitán, Dn. Carlos Antonio Vittone: Teniente 1ro. de Rva. Dn. Pablo Ascurra; Teniente 2do. de Rva., Dn. González N; Armero 1ro. Dn. J. Crichigno; Armero 2do. Dn. J. Ruíz; Teniente 1ro. de Marina, Dn. Narciso Echagüe Vera; Capitán, Dn. Osvaldo Ortiz; Teniente 1ro. de Rva.. Dn. Vicente C. Ramírez; Capitán, Dn. Francisco Miranda D.; Teniente 1ro. Dn. Iván Mazó Báez; Teniente 2do., Dn. G. Etcheverry; Teniente 1ro., Dn. Quintín Panni; Teniente 1ro. Dn. José Lombardo; Teniente 2do., Dn. F. Achinelli: Capitán. Dn. Eustacio Rojas; Teniente 1ro. Dn. N. Jiménez; Capitán. Dn. Alfredo Pía; Teniente 2do. C. Dn. J.I. Cristaldo: Teniente 1ro. Dn. Leandro Alderete; Teniente 1ro. Dn. Ramón Servían; Teniente 2do. Sanidad, Dn. Oscar Brizuela; Teniente 1ro. Dn. J. Garcete; Capitán, Ginés Talavera; Teniente 2do. Administración, Dn. N. González; Teniente 2do., Dn. F. Barrios Acosta; Teniente 2do. Marina, Dn. Sergio Recalde; Teniente lro. de Marina, Dn. Stenio Valobra; Oficial Administración 3a. Dn. Carlos A. Larán; Capitán, Dn. Enrique Paat; Teniente 1ro. Artillero, Dn. A. Montanaro; Contador 2do. de Marina, Dn. Francisco Rodas: Teniente 1ro. de Rva. Dn. M. Vidal; Teniente lro.. Dn. Manuel Brítez; Teniente 2do. Caballería. Dn. F. Lamas: Capitán, Dn. José Rosa Aranda; Teniente 1ro. de Marina, Dn. Lázaro Aranda; Capitán, Dn. Cirilo A. Rivarola; Maquinista, Dn. Pedro Fiore; Teniente 2do. de Rva., Dn. A. Martínez; Teniente 1ro. de Marina, Dn. P Morínigo Delgado; Teniente 1ro. de Marina, Dn. Heriberto Osnaghi; Capitán, Dn. Alberto Meyer; Teniente 2do. Dn. Atilio Gómez Zelada; Capitán, Dn. Tomás Urdapilleta; Teniente Iro., Dn. Alfredo Galeano; Teniente 1ro., Dn. Zenón Morínigo; Mayor, Dn. Salvador García Soto; Mayor Administración, Dn. Juan Lisboa; Teniente Iro., Dn. Pablo F. Silva; Teniente Iro., Dn. A. Carrillo; Teniente 2do., Dn. Juan A. Mongelós; Teniente lro., Dn. Luis A. Baruja; Teniente 2do. de Rva., Dn. Enrique Molinas; Teniente 2do. de Rva., Dn. Pedro Bedoya; Teniente 1ro. de Cab. Dn. Claudio Luis Gutiérrez; Teniente 2do. de Marina. Dn. P Guanes; Teniente 1ro., Dn. Enrique Sánchez; Radio Operador, Dn. Felipe Sienra: Contador de 3a., Dn. Rafael Laurino; Contador 2do. de Marina. Dn. Luis Jara Caballero; Contador 1ro., Dn. Ramón Centurión; Teniente 1ro. de Marina, Dn. Sindulfo Gilí: Maquinista de 2a., Dn. Eduardo Vega Aramburu: Teniente 2do. de Marina, Dn. Raúl Pereira Aguinaga; Radio Operador, Dn. Pedro Arrúa; Sub-Oficial Mayor, Dn. Felipe Parra: Guardiamarina, Dn. Víctor Careaga; Sub-Oficial Mayor, Dn. Antonio Giménez; Contador de 3a., Dn. César Arce; Teniente 1ro. de Marina H.C., Dn. Eugenio D'.giers; Maquinista de Ira., Dn. Juan R. Galeano; Teniente 1ro. de Marina, Dn. Wenceslao Beni tez; Capitán de Corbeta, Dn. Marcos A. González; Mayor, Dn. Antonio E. González; Capitán, Dn. Juan Antonio Jara C; Capitán, Dn. Marcos A. Caballero G.; Capitán, Dn. Oscar Mora; Capitán, Dn. Enrique Velilla.

 

EL DECRETO PLEBISCITARIO

ACTA DE DESIGNACIÓN DEL SEÑOR PRESIDENTE PROVISIONAL CORONEL DON RAFAEL FRANCO

NOS, Los Jefes,y Oficiales del Ejército y la Marina de la República, reunidos en Junta General para deliberar sobre las medidas de emergencia que corresponden adoptar en previsión de necesidades perentorias de la reorganización nacional, interpretando aspiraciones del Ejército Libertador, consignados en el manifiesto plebiscitario del mismo.

RESOLVEMOS:

Artículo 1º- Desígnase Presidente Provisional de la República del Paraguay al ciudadano Coronel don RAFAEL FRANCO, con la misión de establecer el Gobierno que ha de realizar los ideales de grandeza nacional esbozados en el plebiscito del Ejército Libertador.

Art. 2°. - Autorízase al ciudadano Presidente Provisional designado a convocar en su oportunidad una Convención Nacional Constituyente que habrá de resolver sobre la organización moderna definitiva de la República y dictar Decretos Leyes que sean indispensables para proveer intereses vitales de la Nación, mientras dure el período del Gobierno Provisional.

Art. 3° - La Carta Constitucional de 1870 será observada en su espíritu y preceptos fundamentales considerándose las circunstancias del momento histórico.

Art. 4°-. El presente Decreto plebiscitario del Ejército Libertador será igualmente suscrita por los demás compañeros de armas solidarios ausentes a la fecha de la Capital, con efecto retroactivo al día de la fecha.

Art. 5º. - Fíjase el día de mañana 20 de febrero a las diez horas para que el señor Presidente Provisional preste juramento de desempeñar fielmente su mandato ante el Ejército Libertador y el pueblo reunidos, pudiendo desde luego, proceder a la constitución del Gobierno.

Art. 6°. - Comuníquese por bando a la Nación en todos los pueblos, ciudades y departamentos, cúmplase y archívese.

Art. 7°.- Dado en Asunción, Capital de la República del Paraguay a los diez y nueve días del mes de febrero de mil novecientos treinta y seis.

F. W SMITH Tte. Cnel. y Cmdte. en jefe de las F. F. A. A. de la Nación

Fuente: EL PARAGUAY BAJO EL NACIONALISMO (1936-1947) . COLECCIÓN “LA GRAN HISTORIA DEL PARAGUAY, Nº 11” © Editorial El Lector - www.ellector.com.py- Asunción – Paraguay. 2010 (120 páginas).

 

 

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