PortalGuarani.com
Inicio El Portal El Paraguay Contáctos Seguinos: Facebook - PortalGuarani Twitter - PortalGuarani Twitter - PortalGuarani
LILIANA M. BREZZO

  LA DEVOLUCIÓN DE LOS TROFEOS DE GUERRA, 2014 - Por LILIANA BREZZO


LA DEVOLUCIÓN DE LOS TROFEOS DE GUERRA, 2014 - Por LILIANA BREZZO

LA DEVOLUCIÓN DE LOS TROFEOS DE GUERRA

(GUERRA DE LA TRIPLE ALIANZA)

Por LILIANA BREZZO

Colección 150 AÑOS DE LA GUERRA GRANDE - N° 18

© El Lector (de esta edición)

Director Editorial: Pablo León Burián

Coordinador Editorial: Bernardo Neri Farina

Director de la Colección: Herib Caballero Campos

Diseño y Diagramación: Denis Condoretty

Corrección: Milcíades Gamarra

I.S.B.N.: 978-99953-1-441-5

Asunción – Paraguay

Esta edición consta de 15 mil ejemplares

Enero, 2014

(94 páginas)



CONTENIDO

Prólogo     

Introducción

Capítulo I

Los Trofeos de Guerra. Ni se Reclaman ni se devuelven

Uruguay toma la iniciativa

Dos gestiones en Buenos Aires

Debates asuncenos

Argentina modifica su postura

La deuda pública

La deuda privada

Yrigoyenistas argentinos y Liberales Paraguayos

Capítulo II

La Condonación de la Deuda de Guerra

Argentina y Brasil declaran extinguida la deuda de guerra

Juan Domingo Perón en Paraguay

Capítulo III

Paraguay de Fiesta

La Ley 14299

Preparativos en Paraguay

Música, canciones, estampillas

Crónica de una fiesta

Las gestiones ante Brasil

Epílogo

Fuentes

Bibliografía

La autora



PRÓLOGO

Este libro, el penúltimo de la Colección 150 años de la Guerra Grande, analiza los aspectos vinculados a la devolución de los Trofeos de Guerra, que fueron capturados por los ejércitos de de los países vencedores en dicha conflagración bélica que alteró la región del Río de la Plata entre 1864 y 1870.

La autora comienza relatando las gestiones y el hecho que el gobierno del Uruguay encabezado por el general Máximo Santos, procedió con acuerdo del congreso uruguayo a devolver al Paraguay los Trofeos de Guerra, y la condonación de la deuda establecida por los tratados de finalización del conflicto. Aquel acto de justicia con un pueblo derrotado y al borde de la crisis financiera se realizó en 1885.

Posteriormente la autora va describiendo una serie de hechos sumamente significativos en materia de devolución de trofeos o gestiones realizadas para la devolución que entonces no se habían logrado concretar.

Además se refiere a la condonación de la Deuda de Guerra, por parte de Brasil y Argentina, en distintos años y con el fin de lograr objetivos geopolíticos concretos en beneficio de los mencionados países.

Posteriormente la autora analiza con sumo detalle los aspectos vinculados a la devolución de los Trofeos de Guerra por parte de la República Argentina bajo el gobierno del general Juan Domingo Perón que los devolvió en el marco de grandes festejos en agosto de 1954.

Dicho hecho fue más que significativo en el marco de lo que implicó dicho gesto, 90 años después del inicio del conflicto, con lo cual se daba por concluido el conflicto. El análisis está acompañado de un rico acervo fotográfico en gran parte inédito.

Por último el libro describe todos los aspectos vinculados a las devoluciones parciales de objetos y documentos que ha realizado el Brasil, pues bien sabemos que aún hay objetos del Paraguay en los Museos Brasileños como el caso del cañón Cristiano.

Agradecemos a la Dra. Liliana Brezzo por la investigación realizada y por permitirnos comprender con datos inéditos el proceso de devolución de los Trofeos de Guerra por los países que conformaron la Triple Alianza.

Asunción, diciembre de 2013.

Herib Caballero Campos


 

INTRODUCCIÓN

En 1954, la decisión del gobierno argentino de Juan Domingo Perón de devolver al Paraguay los trofeos tomados por el ejército durante la Guerra de la Triple Alianza dio lugar a lo que la prensa paraguaya calificó como una "fiesta repentina". Este libro analiza ese acontecimiento procurando superar el interés inicial por la descripción de sus aspectos formales a favor de una mirada más interpretativa de las relaciones inter-societales y de los planteamientos dominantes que quienes tenían el poder político en ambos países querían difundir y afianzar.

Los primeros debates en tomo al proceso de condonación de la deuda de guerra y la devolución de los trofeos se dieron en Paraguay a finales del siglo diecinueve. Y los antecedentes inmediatos deben situarse en el contexto social derivado de la victoria militar en la Guerra del Chaco. En lo que respecta a la Argentina, el gesto de restitución debe ser observado dentro del escenario del programa peronista de vinculaciones regionales y su trabazón con la pervivencia del concepto de nación histórica.

Además de materiales inéditos provenientes de los archivos históricos de los ministerios de Relaciones Exteriores con los cuales ha sido posible reconstruir el itinerario, distribuido en los tres capítulos que componen esta publicación, existen preciosos registros fotográficos sobre la ceremonia de devolución de los trofeos, cuyas piezas más significativas han sido seleccionadas para ilustrarla.

Si bien este estudio se sustenta, como ha sido expresado más arriba, en documentación oficial y periodística proveniente de Argentina y de Paraguay, se procura extender el análisis de la temática a una perspectiva regional a los fines de poner de manifiesto algunas especificidades propias del proceso, en los diversos espacios nacionales. Con ello se pretende determinar la relación que tuvo el acto oficial de devolución de los trofeos con representaciones sobre el pasado pergeñadas en los distintos países, pero también, en no menor grado, con las coyunturas políticas contemporáneas.

En esa misma línea se desea, asimismo, llamar la atención en la relación que puede establecerse entre el acontecimiento de la Guerra del Paraguay contra la Triple Alianza, en cuanto derramamiento de sangre, y la constitución de una memoria nacional indeleble, sobre todo a través de los discursos históricos; una retórica que ha hecho correr ríos de tinta y cuya corriente llega hasta al presente.

 

 

 

LA DEUDA PÚBLICA

 

Como ha sido mencionado al comienzo de este capítulo, el artículo 4° del Tratado de Paz de 1876 especificaba que el monto de la deuda pública se determinaría tomando por base el importe de todos los gastos que hubiera hecho la República Argentina durante la guerra con deducción del presupuesto ordinario de tiempo de paz, fijándose un plazo de dos años para que una convención especial fijara el importe que quedaría "al arbitrio de la generosidad del gobierno argentino". La Argentina no cobraría interés alguno en los primeros diez años, si la República del Paraguay aplicase a su pago una cuota compatible con sus recursos. Transcurrido ese período el interés sería del 2% anual; en los diez años posteriores del 4% y finalmente de allí en adelante de 6% no pudiendo elevarse más en ningún caso.

Los montos del reclamo argentino que se han incluido en trabajos sobre el tema difieren significativamente. Según el REPORT ON THE TRADE AND FLNANCE OF PARAGUAY divulgado en Londres en 1903, el Paraguay debía a la Argentina 8.518 Libras. Efraím Cardozo, en Paraguay independiente indica que "terminado el cálculo de la indemnización debida por el Paraguay de acuerdo a los tratados de Paz se encontró que la deuda ascendía (uniendo la de Brasil y la de Argentina), sin los intereses, a más de 300 millones de libras esterlinas,” dato que recoge a su vez de otras fuentes bibliográficas como Justo Olarán Chans, El Paraguay Y la condonación DE SU deuda DE guerra con los países DE la Triple Alianza (1941) y César Gondra, La deuda de guerra de 1865 (1903). Antonio Salum Flecha, por su parte, en Historia diplomática del Paraguay, señala que: "terminado el cálculo de indemnización debida por el Paraguay de acuerdo a los tratados de paz, se encontró que ascendía a 300 millones sin los intereses. El Paraguay no llegó a pagar un centavo de esta deuda". Teodosio González en su obra Infortunios del Paraguay escribió, a mediados del siglo XX que "el monto cierto de los créditos del Brasil y de la Argentina no se sabe. Jamás han sido fijados por los gobiernos interesados. Jamás, desde la celebración de los tratados que a ellos se refieren en documento oficial alguno, proveniente del deudor o de cualquiera de los acreedores, se ha dicho una palabra, ni de la cuantía inicial, ni del monto, en una fecha posterior, de la liquidación de esas deudas. El Dr. López Moreira, profesor de Economía Política en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, ha calculado los créditos a favor de particulares de esa deuda, al 31 de marzo de 1930, de acuerdo a los intereses estipulados: al Brasil (41.570.265,03 pesos oro sellado) a la Argentina (36.835.773,75 pesos oro sellado). Tocante a gestiones de cobro de las deudas de guerra, tenemos que jamás el gobierno brasileño ni el argentino han reclamado ni siquiera pedido el estado de sus cuentas al Paraguay por esas deudas. Pero, por inferencia lógica, de lo que reclamaron los particulares, su monto sería colosal". Frank Mora en un estudio reciente, titulado La política exterior del Paraguay 1811-1989, utiliza como fuente a Harris Gaylord Warren, El renacimiento de la república paraguaya 1878-1904, para incluir en los montos de la deuda pública del Paraguay entre 1881-1902 los correspondientes como deuda de guerra con Argentina a 8.158 libras esterlinas (anterior a 1880) y 1.897.616 libras esterlinas entre 1891 y 1902.

Lo cierto es que no existe documentación oficial que indique que la deuda pública a favor del Gobierno argentino haya sido determinada con anterioridad al año 1918. En efecto, como ha sido mencionado más arriba, la administración de

Hipólito Yrigoyen comenzó a reunir los primeros antecedentes oficiales con vistas a su posible condonación. El ministerio de Relaciones Exteriores y los departamentos de Hacienda, Guerra y Marina prepararon un dossier en el que se determinaba que la deuda que el Paraguay mantenía con la Argentina se dividía en cuatro partes: 1Q el importe del empréstito de 50.000 pesos fuertes que el Banco Nacional facilitara al Paraguay en 1876 con la garantía del Gobierno argentino, 2° la indemnización por los gastos de la guerra, cuyo monto, de acuerdo a los registros de la Contaduría General de la Nación ascendía a 70.303.188,30 pesos m/n, 3Q el importe de los daños causados por la misma a las propiedades públicas en la República, y 4® el de los daños y perjuicios causados a las personas y bienes de los particulares. El dictamen advertía que el Estado argentino sólo podía renunciar al cobro de la denominada deuda pública (incluida en los puntos 1, 2, 3) pero no tenía atribuciones para eximir al Paraguay del pago a los particulares. Sin embargo, en el lapso transcurrido nunca habían sido llevadas a ejecución las disposiciones del art. 4Q del Tratado de 1876 que prescribían el modo y la forma en que se determinaría su monto. La Contaduría General, dependiente del Ministerio de Hacienda, practicó una minuciosa búsqueda en sus libros, archivos y llevó a cabo un examen de las cuentas desde el año 1865 hasta el de 1877, para luego informar que el importe ascendía a 70.303.188,30 pesos, suma que resultaba de los gastos de guerra autorizados y realizados con las leyes respectivas, pero que en cuanto al "importe de los daños causados a las propiedades públicas y a que también se refiere el tratado carecía de antecedentes".

 

LA DEUDA PRIVADA

 

En cuanto a los daños y perjuicios causados a las personas y propiedades particulares se había acordado en las negociaciones de 1876 que dos meses después de canjeadas las ratificaciones de los tratados se formaría una Comisión Mixta Argentino-Paraguaya, compuesta de dos jueces y de dos árbitros, que funcionaría en Asunción, para examinar y liquidar las indemnizaciones. Los damnificados tendrían un plazo de 18 meses para la presentación de las reclamaciones que deberían ser juzgadas, admitiéndose acciones legales tanto de parte de ciudadanos argentinos como de residentes extranjeros amparados en las leyes del país. El Gobierno nacional envió una nota al gobernador de Corrientes para que en virtud de la ocupación que dicha provincia había sufrido por fuerzas paraguayas, pudieran aquellos ciudadanos que así los sufrieren, reclamar indemnización por daños y perjuicios.

Según la documentación disponible, una vez recibida esta comunicación el gobierno provincial sancionó un decreto para que se constituyese una comisión especial dentro del Ministerio de Gobierno que procediese a recibir las demandas y tomase las declaraciones a los testigos a fin de determinar, en cada caso, el perjuicio denunciado. Ante la comisión comparecieron por ejemplo, residentes de San Miguel denunciando uno de ellos que durante la invasión a Corrientes las tropas paraguayas le habían forzado a entregarles 4 vacas, 32 ovejas, 16 chanchos y 16 caballos. También hubo reclamos de mayor magnitud como el presentado por Manuel Costa quien declaró que "el año de la invasión 1865 yo me hallaba establecido en Corrientes con una casa por mayor que de muchos años atrás regenteaba, la que como es público y notorio era de las mejores que trabajaban en ese entonces y necesariamente hacía transacciones de importancia sobre la plaza de Buenos Aires, así que varios individuos al final nombrados me habían entregado cantidad de pesos para hacérselos abonar en Buenos Aires, pero habiendo sucedido la invasión quedaron esos fondos en mi poder sin haber tenido tiempo de remitirlos: cuando vino la escuadra argentina y brasileña a rescatar a Corrientes el 25 de mayo del mismo año tuve la necesidad de embarcarme a bordo del denominado Fenis que casualmente se hallaba en Corrientes en esos días para no ser víctima de alguna tropelía, embarqué mi valija con todos los fondos que tenía en caja considerando que encontraría más garantía: pero la noche del 26, cuando se embarcaron nuevamente las fuerzas argentinas para retirarse, estas se apoderaron del barco para transporte de ellas mismas y que en el entrevero de embarque de dichas fuerzas con el desembarque de las familias que estaban a bordo, en donde se habían refugiado por temor de tropelías se me perdió completamente mi valija con todo el contenido, sin haber nunca más podido encontrarla. ¿En ese estado, señores qué hacer? ¿A quién reclamar?, más cuando en esos momentos no habían autoridades constituidas y todas estaban en completa acefalia?". La demanda de Costa ascendía a 17.375,50 pesos, pero finalmente la Comisión Mixta instalada en Asunción declararía no estar facultada a recibir este tipo de reclamos. También de esas fechas es la demanda de León Couchonnal y Hno., vecinos de San Cosme, por el saqueo de su negocio, ubicado en San Roque, dedicado a tienda, almacén y mercería y cuyas pérdidas ascendían a 12.000 pesos, deuda que le fue reconocida.

Asimismo, residentes de distintas nacionalidades en Corrientes iniciaron, en 1877, acciones legales; tal el caso de Sebastián Mattadone, súbdito francés, residente en el departamento de Lomas, de cuyo establecimiento le fueron saqueados por fuerzas paraguayas ganado y cosechas (maíz, mandioca, batatas, porotos).

Además de estos expedientes iniciados en esa provincia, hubo otros dos grupos de demandas, presentadas directamente en Asunción. Una de esas abarcaba los presentados por extranjeros residentes en Paraguay al comienzo de la guerra y que fueron obligados a abandonar sus establecimientos para seguir al ejército paraguayo. El súbdito italiano Juan Colombo, por ejemplo, denunciaba que el 12 de diciembre de 1868 fue obligado por orden del gobierno de López a abandonar su casa "bajo pena de muerte" y seguir al ejército en calidad de prisionero de guerra hasta agosto de 1869. También el italiano Cario Carella denunció que siendo propietario de una fábrica de loza en Surubi'y, República de Paraguay, fue obligado a dejar su establecimiento el 16 de setiembre de 1867 para trabajar en el ejército paraguayo en calidad de prisionero de guerra. Según el expediente, Carella hizo trabajos para la mina de azufre en Valenzuela, en el arsenal de Asunción, en la provisión de la línea telegráfica y en el arsenal de Caacupé. Está también el caso de Ambrogio Dandrea, residente en Villa Encarnación, quien según su testimonio fue obligado a entregar las llaves de su establecimiento comercial y a internarse en el interior de la república con toda su familia, compuesta de su esposa y siete hijos. Hecho prisionero y posteriormente liberado, luego de Pirebebuy, eleva la reclamación no solo por los daños materiales que sufriera "sino por los morales, viendo a mi familia muerta de hambre".

Un caso interesante es el de los hermanos Barletta quienes poseían un comercio de bienes suntuarios. Al comparecer ante el juzgado de Itauguá denunciaron haber sido obligados a abandonar en el distrito de Altos todos sus bienes. Los denunciantes señalaron al sargento Ramón Moreno, residente en ese distrito como el encargado del secuestro de sus per-tenencias y entregarlos al sargento mayor Montiel y de allí remitidos a Pirebebuy, "punto general de todos los bienes embargados". Esta denuncia contra el gobierno de López se hizo el 23 de febrero de 1870, en tanto las arriba mencionadas están datadas con posterioridad a la batalla de Pirebebuy, en agosto de 1869, cuando el ejército paraguayo quedó absolutamente desbandado. El presbítero de nacionalidad italiana Girolamo Becchi también se presentó a denunciar, por esas mismas fechas que el 14 de abril de 1867 había sido obligado, por orden del presidente López a embarcarse rumbo al campamento de Paso Pucú debiendo abandonar la casa que ocupaba en Asunción, su dinero, manuscritos y muebles. Cuando se evacuó la ciudad, en febrero de 1868, se encontraba aún prisionero en aquel campamento y no pudo ver su casa hasta el 18 de agosto de 1869 hallando "in cui non ritrovai in essa altro che le paretti". "Io aveva nelle mie casse quaranta mila pezzi forti, la maggior parte in oro ed il resto in biglietti del Brasile argento e una piccola parte in biglietti del Paraguay, fruto di venti anni d'economie, di travagli eclesiastici e letterari e il giro a reddito che dava continua- mente al mio capitale".

Otra reclamación de interés por su procedencia es la del súbdito italiano Vincenzo Solari quien tenía una casa de comercio en Corumbá, quien se presentó el 11 de febrero de 1869 ante el ministro italiano en Asunción, Lorenzo Chapperon, exponiendo que en el mes de febrero de 1867 fue llamado por el tesorero del gobierno, Saturnino Bedoya, para proponerle, por cuenta del Gobierno paraguayo, la compra de toda la existencia de su casa, compuesta de mercadería, tanto comestible como géneros, trato que aceptó, pero sin que el Gobierno le hubiese abonado la suma correspondiente, que ascendía a 153.624.

Finalmente, otra serie de expedientes son los que iniciaron argentinos residentes en territorio paraguayo por haber sido damnificados en sus intereses durante la contienda. Tal por ejemplo, el iniciado por Adeodato Gondra en Buenos Aires, el 11 de febrero de 1878 en el que expone "que según consta de los documentos que presentaré dentro de breves días a esa Comisión, los valiosos negocios que tenía en Paraguay bajo la razón social de Gondra Hermanos fueron totalmente perdidos en aquella época a consecuencia de la guerra. Los perjuicios que sufrí, los estimaré cuando presente los justificativos. En virtud de lo expuesto y para no perder mi derecho, pido a la Comisión que se sirva tenerme por presentado en tiempo". El 27 de febrero de 1878 la Comisión Internacional declaró que la presentación de Gondra no estaba comprendida en las reclamaciones que debía liquidar. También fue desestimado el expediente iniciado por Sinforiano Alcorta "por ser lo reclamado perjuicios sufridos en territorio paraguayo y durante la guerra y no estar por lo tanto comprendida esta reclamación en las que la comisión debe atender".

Los jueces de la Comisión Mixta Paraguayo-Argentina constituida para atender estos reclamos trabajaron ininterrumpidamente entre los años 1876 y 1889. En esa fecha dio por finalizado su cometido, comunicándose a los particulares el derecho a las pólizas correspondientes. Según el Registro de las Reclamaciones que han sido aceptadas, liquidadas y reconocidas por el artículo 6 del Tratado de Paz de 1876, el Estado paraguayo emitió 2.610 pólizas correspondientes a las sentencias aprobatorias definitivas de la Comisión Mixta, cuyo monto total ascendía a 10.126.133,59 pesos. Sin embargo, las condiciones posbélicas hicieron imposible hacer efectivo el pago de estas indemnizaciones.

Pasados bastantes años, en 1916, el ministro argentino en Paraguay, Laurentino, informaba sobre ese particular que:

Si bien el gobierno del Paraguay expidió los citados bonos como un reconocimiento de esas deudas a los particulares damnificados por la guerra, no hay un sólo caso en el que se haya hecho efectivo el pago de acuerdo al Tratado de 1876. Por otra parte, no hay en este país quien piense en que pueda hacerse efectiva esa deuda, careciendo por consiguiente en absoluto de valor efectivo los bonos en cuestión.

 

YRIGOYENISTAS ARGENTINOS Y LIBERALES PARAGUAYOS

 

Pues bien, las acciones del gobierno de Yrigoyen tendientes a la condonación fueron divulgadas, casi de inmediato, por la prensa asuncena. LA TRIBUNA publicaba, por ejemplo, en el mes de setiembre de 1920, que el ministro de Hacienda argentino se ocupaba de la compilación de los antecedentes necesarios para una eventual condonación y EL DIARIO reseñaba, en los términos que siguen, la decisión del presidente argentino de pedir al Congreso la sanción de esa ley:

Vencido y aniquilado el Paraguay, los vencedores le condenaron a reconocer una fabulosa deuda de guerra. Pero la historia rectifica cincuenta años más tarde la sentencia de los afortunados triunfadores. El éxito no es la justicia. La amistad argentina es a nuestros ojos demasiado apreciada para que la busquemos con humillaciones. Toca al presidente argentino la noble misión de hacer desaparecer el único motivo de resentimiento entre ambos pueblos. La condonación de la deuda de guerra será un vínculo eterno entre paraguayos y argentinos. No en vano se toca el corazón de los pueblos. Y si bien la guerra del 64-70 no es ni fue nunca un motivo de odio a la Argentina, la deuda de guerra era un recuerdo doloroso en el alma paraguaya. Al prestigiar la idea de su condonación, el presidente Yrigoyen se hará acreedor de las más altas consideraciones de nuestro pueblo. América estaría de fiesta.

Si bien ninguno tuvo la trascendencia del impulso yrigoyenista, el propósito de borrar la materialidad de todo recuerdo doloroso referido a la Guerra de la Triple Alianza había tenido, anteriormente, algunos precedentes legislativos en Argentina. En el año 1903, el diputado Manuel Carlés presentó un proyecto de condonación de la deuda de guerra al Paraguay y la devolución de los trofeos, iniciativa que repitió en 1908, obteniendo sanción favorable en la Cámara de Diputados aunque luego no recibió tratamiento en el Senado. En 1913, el diputado socialista Alfredo Palacios renovó la proposición, la que tampoco obtuvo consenso.

Finalmente, en 1922, el presidente Hipólito Yrigoyen presentó al Congreso el proyecto por el que se declaraba extinguida la deuda de guerra del Paraguay con la Argentina; al elevarlo sostuvo que "con el profundo convencimiento de que ha desaparecido para siempre toda posibilidad de vicisitudes entre nuestra nación y cualquiera otra de América, creo que es imperativo borrar, cuando menos la materialidad de todo recuerdo doloroso, para vivir tan solo identificados en los ideales de mutuo engrandecimiento y de solidaridad hacia nuestros comunes destinos".

El presidente del Paraguay, Eusebio Ayala, le envió un telegrama al mandatario argentino asegurando que la iniciativa

"[...] ha tocado las fibras más sensibles del sentimiento nacional porque esa deuda afecta sobre todo a la integridad moral de la soberanía paraguaya: nuestra historia de vencidos y nuestra geografía mediterránea se unen para y trabar la libre expansión de este pueblo. Es pues, un derecho dentro de los principios de convivencia internacional esperar el amplio concurso de sus vecinos para realizar la empresa accesible de su resurgimiento".

La propuesta, sin embargo, murió en la comisión de Negocios Constitucionales. Tres años después, el diputado radical Guillermo Sullivan intentó el tratamiento de una ley similar. En los considerandos argüía que, en homenaje al pueblo paraguayo, debía declararse condonada la deuda procedente de los gastos de la Guerra de la Triple Alianza y disponerse la devolución de los trofeos conquistados por los ejércitos argentinos. Una vez más, la propuesta no obtuvo resolución.

Paralelamente a estas presentaciones, aunque separados por un arco de tiempo considerable, dos episodios sirven para probar hasta qué punto los personajes y hechos que rodearon a la guerra del 65 afectaban la sensibilidad nacional. El primero tuvo lugar en el año 1907, cuando el ejército y la armada argentina enviaron una delegación a Asunción para colocar una corona de bronce sobre la tumba del general José Eduvigis Díaz, héroe de Curupayty, con motivo del 40° aniversario de la victoria paraguaya en aquella jomada. Se pretendió mostrar ese gesto como un reconocimiento por parte de la Argentina aunque el acto recibió una relativa adhesión por parte de la sociedad paraguaya. En el folleto titulado Confraternidad Paraguayo-Argentina -editado para ofrecer una crónica de ese evento- se daba cuenta de las bandas de música, veteranos, magistrados, prensa y asociaciones obreras que participaron. En medio del discreto entusiasmo reseñado, se resaltaba el siguiente episodio:

En un coche descubierto iba un viejo veterano, era el trompa del general Díaz, el mismo que después de los sangrientos combates anunció el triunfo de Curupayty haciendo vibrar la corneta desde lo alto de la trinchera.

Más resonancia tuvo el incidente ocurrido en el año 1927, en ocasión de inaugurarse en Buenos Aires un monumento a la memoria del general Bartolomé Mitre. El representante diplomático del Paraguay, Pedro Saguier, fue invitado a asistir al acto, acompañado de una delegación de la Escuela Militar del Paraguay. Pero trasmitida al gobierno la invitación, recibió la orden de no concurrir a la ceremonia “porque el hecho puede remover cuestiones que se agitaron recientemente y conviene evitar".

Al siguiente año, el diputado yrigoyenista Leopoldo Bard, acompañado por toda la bancada de la Unión Cívica Radical, presentó un nuevo proyecto de ley para la condonación de la deuda y devolución de los trofeos inspirado, según expusiera en la fundamentación, en la idea de producir un acto que consolidase definitivamente los estrechos vínculos de amistad que nos unen con el Paraguay y porque resulta necesario dar continuidad al ideal diplomático de Hipólito Yrigoyen de terminar la lucha de prepotencia y el imperialismo de los estados fuertes". Si bien fue aprobada por la Cámara de Diputados, luego de un fuerte debate con los diputados conservadores, quienes apoyaron la condonación de la deuda pero no la devolución de los trofeos, la proposición fue desestimada. Resulta significativo detenerse en los discursos pronunciados en esta sesión legislativa en que la bancada del partido Conservador sostuvo que la devolución podría calificarse de "sui géneris galantería " puesto que la amistad hacia el Paraguay no se acrecentaría con el desprendimiento del acervo histórico argentino y, en cambio, significaba la renuncia de cosas materiales de un valor moral inmenso:

Esos trofeos representan el heroísmo y sacrificio de los soldados argentinos, la sangre de ellos vertida en los campos del Paraguay al que se llevó una guerra que fue de civilización y de libertad y que ha constituido y constituirá por su lado significado galardón de los que supieron realizarla y dirigirla, ennobleciéndola por el fin perseguido, porque las armas en manos de aquellos soldados argentinos no fueron instrumentos de donación, sino de liberación [...] Queremos conservarlos porque esas reliquias no significan en ningún caso un obstáculo para cimentar en hechos efectivos y duraderos una política de concordancia y de cordialidad con nuestros hermanos del Paraguay. La devolución de estos trofeos nos parece en realidad que no significa más, si bien se mira, que un exceso generoso, si se quiere, de un pueblo joven, impetuoso y profundamente latino, como el nuestro.

Llegados los términos de este debate a su conocimiento, el gobierno paraguayo de José Patricio Guggiari no demostró demasiado entusiasmo. De hecho, el partido Liberal parecía no compartir, como ha sido ya puesto de manifiesto, la significación que el partido Colorado y los intelectuales liderados por el escritor Juan O'Leary le otorgaban a todo lo relacionado con la memoria de la Guerra Grande. Guggiari visitaba Argentina en una gira de confraternidad en los días en que se produjo el intercambio legislativo; declaró, en un reportaje que le hiciera la revista CARAS Y CARETAS que, por grato que fuese, no era la devolución de los trofeos lo que pedían los paraguayos porque no les afectaba que se quedasen y se exhibiesen en los museos argentinos. El verdadero homenaje para el Paraguay, expuso el presidente paraguayo, consistía en reconocer el enorme heroísmo de sus guerreros porque esos trofeos "no fueron arrebatados a soldados que huían sino a hombres que han muerto cumpliendo con su deber y defendiéndolos hasta el fin".

De manera concordante, el ministro de Relaciones Exteriores, Enrique Bordenave, integrante de la comitiva presidencial, expresó en Buenos Aires que:

Los trofeos de guerra ni se reclaman ni se devuelven. No los ha perdido un pueblo pusilánime. El ejército paraguayo luchó con valor magnífico y el ejército argentino peleó con bravura y su patria tiene el derecho de conservar lo que obtuvo con honor en el campo de batalla y que forma parte de su gloria. No pedíamos ese sacrificio del sentimiento argentino si bien los recibiremos como prueba conmovedora de fraternidad.

El proyecto presentado por Bard finalmente no fue aprobado por el Congreso argentino. En tanto, en Paraguay, la demandante retórica referida a la condonación de la deuda y a la devolución de los trofeos se vio postergada por el urgente e irreversible espiral bélico que supuso, a finales de los años veinte, el insoluble y semisecular conflicto con Bolivia por la zona del Chaco.


 

 

 

CAPÍTULO II

 LA CONDONACIÓN DE LA DEUDA DE GUERRA

 

Aunque obtenida a un tremendo costo humano y económico, la victoria sobre Bolivia en la guerra del Chaco (1932- 1935) significó, para Paraguay, la reivindicación de su nacionalismo y su orgullo y confianza como nación. Si bien mantenía muchos de los problemas políticos y económicos, la feliz concentración de los mandos civil y militar durante el curso de las acciones militares, que permitieron una enérgica y correcta conducción hizo que, por primera vez, desde 1870, se sintiese capaz de forjar una firme e independiente política exterior. En lo interno, sin embargo, hacia el fin del conflicto, las dificultades se pusieron de manifiesto: el erario cedía bajo el peso de numerosos jefes y oficiales que llenaban los cuadros del ejército y a quienes no había sido posible desmovilizar porque no se había arribado a un acuerdo definitivo de paz con Bolivia y porque ellos mismos no lo permitían.

 

PARAGUAY EN LA POSGUERRA DEL CHACO

La clase castrense, dueña de la situación, comenzaba a mirar a los dos partidos políticos tradicionales -el Colorado y el Liberal- como a sus opositores naturales. Su intenso fervor patriótico y un descontento acumulado por años gestaron una reacción nacionalista contra la situación de atraso del país que abrió camino a una etapa revolucionaria. Se fue consolidando, en esa coyuntura, una amplia corriente política consagrada a la construcción de un Nuevo Paraguay después de la guerra, que incluía a representantes de todos los grupos políticos y clases sociales. El 17 de febrero de 1936 los revolucionarios derrocaron al presidente Eusebio Ayala, del partido Liberal, y lo reemplazaron por el jefe más activo del ejército, el coronel Rafael Franco. Los febreristas anunciaron como objetivos la restauración del Paraguay al nivel de su historia en el Río de la Plata, el libre dominio de su suelo y el logro de un futuro de grandeza. Franco, cuya destacada actuación en la guerra le hizo merecedor de la Cruz del Chaco, tomó como base principal de su programa de acción y propaganda la reivindicación de la memoria del Mariscal Francisco Solano López, tratando de formar en torno a esa figura los cimientos para la creación de un nacionalismo paraguayo de basa histórica.

El escritor Juan Stefanich, mentor intelectual de la revolución, sostendría que, ideológicamente, el movimiento revolucionario se definía sobre las tres figuras proceres del Paraguay: Francia, Carlos Antonio López y el Mariscal López. El 1Q de marzo de 1936, en ocasión de cumplirse 66 años de su muerte en Cerro Corá, el presidente Franco canceló todos los decretos que declaraban fuera de la ley y traidor a la patria a Francisco Solano López y lo proclamó "héroe nacional". Con estos actos, la revolución expresó su identificación con la ejecutoria de esos actores políticos, declaró la caducidad de la constitución de 1870 y se expresó en contra de la democracia liberal.

Como es conocido, a finales del siglo XIX, un grupo de intelectuales paraguayos iniciaron un movimiento de reivindicación del pasado histórico, que pudiera dotar a la derrota contra la Triple Alianza la honorabilidad de una lucha dispar e injusta, oponiéndose a las censuras que habían caído contra la memoria del Mariscal López. Hasta la Guerra del Chaco esa construcción del pasado se limitó a aparecer como una contra historia. En 1936, tras el triunfo de la revolución febrerista, dentro del proceso de resignificación de la historia, la guerra del 70 fue erigida como el acontecimiento central de un perínclito pasado.

El cambio revolucionario cooperó a una mayor sensibilización entre la sociedad paraguaya por todos aquellos vestigios más o menos materiales relacionados con la guerra entre los que se contaban la deuda y los trofeos puesto que, como ha sido subrayado más arriba, el febrerismo hundía sus raíces en aquel nacionalismo centrado en la exaltación de la figura del Mariscal López, se alimentaba en la derrota bélica sufrida contra la Triple Alianza, y se extendía a una adhesión irrestricta hacia Francia y Carlos Antonio López. Esa corriente se convirtió, asimismo, en tributaria de una ideología nacionalista antiparlamentaria, autoritaria y militarista que propugnó también la derogación de la Constitución Nacional de 1870, cuyos principios políticos y sociales rechazaba de plano.

 

ARGENTINA Y BRASIL DECLARAN EXTINGUIDA LA DEUDA DE GUERRA

Argentina había provisto al Paraguay de cooperación militar para la guerra contra Bolivia, acción que contribuyó a frustrar los planes de reorientación que, en materia de política exterior, propiciaron los gobiernos desde comienzos del siglo XX. Esos esfuerzos de conversión se habían dirigido, principalmente, a romper la dependencia económica que mantenía con su vecino del sur desde que finalizara la Guerra de la Triple Alianza. Como ha sido demostrado en extensos y rigurosos estudios, en la etapa posbélica Argentina se aseguró un fuerte asentamiento de su hegemonía económica en Paraguay basada en el virtual control del comercio exterior debido a la obligada intermediación del puerto de Buenos Aires y la combinación de substanciales inversiones en las industrias extractivas con la tenencia de extensas tierras en la zona occidental.

Finalizadas las acciones militares, en el marco de la reacción nacionalista, el Paraguay se sintió capaz de forjar una firme e independiente política exterior y renovó su deseo de romper la dependencia. Brasil, por su parte, cooperó con acciones para desplazar la influencia argentina. Ricardo Scavone Yegros explica en la obra Historia de las Relaciones Internacionales del Paraguay que, tras la inesperada muerte de Estigarribia, asumió la presidencia de la República el general Higinio Morínigo, quien gobernó el Paraguay de 1940 a 1948. Y que en esos años se dieron grandes avances en las relaciones vecinales. En junio de 1941, el ministro de Relaciones Exteriores paraguayo, Luis A. Argaña, realizó una visita oficial al Brasil, y suscribió con su homólogo brasileño,

Oswaldo Aranha, una decena de acuerdos. Por uno de ellos, se determinaron las condiciones para construir el ferrocarril de Concepción a Pedro Juan Caballero, con aportes del tesoro brasileño. Brasil concedió al Paraguay un depósito franco en el puerto de Santos y se establecieron comisiones mixtas para proponer las bases de un tratado de comercio y navegación, y estudiar los problemas de navegación del río Paraguay. Las afinidades ideológicas entre los gobiernos de Getulio Vargas e Higinio Morínigo estimulaban ciertamente el estrechamiento de las relaciones bilaterales. Como Estigarribia en 1939, Argaña pasó en 1941 del Brasil a la Argentina y allí firmó un Convenio sobre Facilidades a la Navegación y otro que aclaraba disposiciones del Acuerdo sobre Dragado y Balizamiento del río Paraguay, concretando además un empréstito de veinte millones de pesos.

Más adelante, en agosto de 1941, por primera vez un presidente brasileño llegó al Paraguay. La visita de Getulio Vargas constituyó un acontecimiento extraordinario. Se formalizó el canje de ratificaciones de los acuerdos suscritos en jimio anterior, y antes de que concluyera ese año, en noviembre, se inauguró en Asunción una agencia del Banco do Brasil. En 1942 llegó una Misión Militar brasileña para la instrucción de oficiales de caballería. Después, el Banco do Brasil concedió al Banco de la República del Paraguay un crédito por una suma equivalente a cinco millones de dólares para financiar un plan de obras públicas y de fomento de las industrias agropecuarias, con una tasa de interés excepcionalmente baja. Desde 1944 actuó en Asunción una Misión Cultural Brasileña, que contribuyó a la conformación de la Escuela de Humanidades, transformada luego en Facultad de Filosofía.

Argentina no quedó atrás. Pasos importantes lo constituyeron la decisión de la Dirección General Administrativa del Ministerio de Guerra -mediante las diligencias de su director, general de brigada Justo Salazar Collado- de facilitar la adquisición y el envío al Paraguay de material de guerra destinado a su Ejército, y la visita del ministro argentino de Guerra, general Juan Tonazzi, al frente de una misión especial para celebrar el 405 aniversario de la fundación de la ciudad de Asunción, llevando como más preciado presente la condonación de la deuda de la Guerra de la Triple Alianza. Tonazzi y su embajada militar arribaron a Asunción el 12 de agosto de 1942 a bordo de la cañonera Rosales; un día antes el Senado argentino había aprobado la extinción de la deuda y de los intereses contraídos por el Paraguay en la guerra, sancionada y comunicada en el día por Diputados, que se había apurado a tratar un despacho de la Comisión de Relaciones Exteriores y Culto. La sesión en la que se debatía el presupuesto para el año 1942, fue interrumpida para tratar el proyecto, informado por el senador Landaburu, quien señaló que ello colocaba "al país a tono con la política de cordialidad y solidaridad americana sellada y ratificada en las conferencias internacionales de Buenos Aires, Lima, Panamá, La Habana y Río de Janeiro y elimina un recuerdo ingrato al sentimiento argentino". El 11 de agosto el Congreso aprobó la Ley 12.747 que declaraba "extinguida la deuda e intereses que, por el tratado definitivo de paz de febrero de 1876, la República del Paraguay contrajo con la República Argentina, por los gastos de guerra y daños materiales".

Asimismo, el presidente Ramón S. Castillo expidió un decreto por el cual promulgaba la Ley 12758 elevando al rango de embajada la representación diplomática ante el Paraguay, y a fines de setiembre Luis A. Castiñeiras presentaba sus credenciales como embajador. El gobierno de Morínigo, sin aguardar una decisión igual por parte de la Argentina, había elevado a principios de 1942 su legación en Buenos Aires a la categoría de embajada, aunque igual determinación tomó con los Estados Unidos y Brasil.

Con el marco de los elogiosos comentarios de los diarios asuncenos por la determinación argentina, el ministro de Guerra también tuvo el gesto de visitar el Panteón Nacional, depositando una ofrenda en la tumba del soldado paraguayo. Desde su exilio, el ex presidente Rafael Franco declaraba: "es un acontecimiento gratísimo para el pueblo paraguayo, para el pueblo argentino y para todos los pueblos de América. En realidad hacía tiempo que dicha deuda estaba extinguida en el espíritu de la nación hermana".

La génesis de la decisión argentina, tomada con un apuro bastante llamativo frente a la parsimonia con que por décadas se había encarado el tema de la deuda, estuvo enmarcada, en parte, por la puja con el Brasil por imponer su influencia en el Paraguay en un escenario notoriamente modificado por la Segunda Guerra Mundial. La Cancillería argentina se había enterado a mediados de abril de la firme versión que le había hecho llegar su legación en Asunción en el sentido que se estaba preparando una visita inminente del presidente paraguayo a Río de Janeiro, y en "esa oportunidad se entregaría al general Morínigo en el Brasil la espada que perteneció al Mariscal López y que el gobierno de Itamaraty uniría a este acto amistoso hacia el Paraguay otro por el cual se dictaría un decreto condonando la deuda de la Guerra de la Triple Alianza. En julio de 1942, Castiñeiras le reiteró la noticia a Ruiz Guiñazu, señalándole que en la visita de Morínigo a Río de Janeiro, que se iba aplazando, no sólo se condonaría la deuda de la guerra sino que "se devolverán al Paraguay todos los trofeos conquistados por las tropas brasileñas en la misma".

El ministro de Guerra argentino resultaba ser la personalidad indicada para constituirse en portadora de aquella noticia grata a los sentimientos paraguayos. En Buenos Aires,

días antes de la partida de Tonazzi para Asunción, "diversas informaciones llegadas a este Estado Mayor General, permiten afirmar que el Gobierno del Paraguay alienta la firme esperanza, de que V. E. lleve el anuncio de la condonación de la deuda correspondiente a la Guerra de la Triple Alianza". El presidente Ramón Castillo entonces le escribía a Morinigo diciéndole que así se "consagraba un acto que, a través de numerosas iniciativas gubernativas y parlamentarias, ha estado siempre en la conciencia y en la voluntad del pueblo argentino". Años después se recordaría que Castillo tenía vínculos afectivos y de parentesco con familias paraguayas, que lo habían también persuadido a remover con rapidez obstáculos para el entendimiento entre los dos países.

El ministro de Relaciones Exteriores del Brasil, Aranha, parece haberse molestado con la Cancillería paraguaya, y especialmente con su embajador en Río de Janeiro, general Juan B. Ayala, porque no se le trasmitieron las gestiones iniciadas por el gobierno de Castillo, hasta que fue demasiado tarde, adquiriendo aquel gesto más que nada la importancia de constituir un traspié dentro del plan de política internacional de Getulio Vargas, que incluía el atento seguimiento de las actividades de la Argentina en el Paraguay. Cuando en mayo de 1943, el general Higinio Morinigo visitó el Brasil, el presidente Vargas siguió a la Argentina, dictando un decreto que declaraba inexistente la deuda de la guerra del 65, medida que se adoptó juntamente con una serie de favorables acuerdos económicos para el Paraguay.

 

 

JUAN DOMINGO PERÓN EN PARAGUAY

Con la asunción a la presidencia de Juan Domingo Perón, la tendencia a la unificación regional, la pervivencia de la proyección americana de la nación, es decir, de aquel vínculo inicial entre los países de la llamada América española, formó parte del programa de vinculaciones regionales que se exteriorizó durante sus dos gobiernos (1946-52 y 1952-55). El mismo Perón declaró que "soy de los hombres que piensan que el mundo va hacia las formaciones continentales".

Una serie de viñetas ayudan, en la línea de este libro, a mostrar la trabazón entre la noción de nación histórica que permeó el programa peronista, y la decisión de devolver los trofeos de guerra. El 21 de febrero de 1953, Perón y el presidente chileno Carlos Ibáñez firmaron un convenio destinado a formalizar una unión económica entre los dos países. A mediados de ese año se especulaba ya en Asunción con una réplica de esa ligazón, aunque se la sindicaba más que nada como un acuerdo político, pues la similar producción de ambos países la hacían desaconsejable. Sin embargo, la cancillería argentina se abocó al estudio de esta operación, analizándola como un nuevo jalón en la política de unidad continental iniciada ya con el pacto de Chile. Por otra parte, aún cuando era importante la necesidad del gobierno peronista de encontrar mercados para colocar su producción agrícola y algunos productos de su industria liviana, se ha resaltado el prioritario sentido político de aquellas relaciones que para no pocos analistas conllevaba también la intención argentina de ejercer un liderazgo regional, a través de la figura del presidente Perón, quien confirmaría que entre los postulados de su política exterior estaba no solo la integración económica de los estados iberoamericanos sino también su integración política.

En este contexto, el Ministerio de Relaciones Exteriores argentino negoció con el Gobierno de Paraguay un tratado, firmado el 14 de agosto de 1953, con la denominación de Convenio de Unión Económica Paraguayo-Argentina, que reafirmaba los propósitos de cooperación ya expresados en el de diciembre de 1943. El trato contemplaba tres años de acuerdo a ser renovado anualmente a partir de entonces, la coordinación de políticas económicas y de planes para expandir la producción y asegurar la estabilidad de reservas, la concesión de facilidades para inversiones entre los dos países (más que nada argentinas en el Paraguay), acuerdos para actividades de exploración de minerales y petróleo, eliminación de impuestos sobre el comercio entre los dos países y facilidades para la importación de mercaderías de terceras naciones. Con ocasión de la firma de este convenio, la diplomacia peronista reconocía que, si bien tenía importancia para las economías de ambos países, "posee una importancia aún mayor por cuanto es el encauzamiento paulatino de una política tendiente a la grandeza de América y de los Estados que la forman, inspirada en los principios de soberanía política e independencia económica, perfectamente compatibles con una necesaria cooperación entre los pueblos que por su propia naturaleza histórico-geográfica, tiene características indelebles de confraternidad".

Cuando el ministro de Defensa del Paraguay asistió a la asunción a la segunda presidencia de Juan Domingo Perón tuvo ocasión de conversar largamente con el mandatario argentino, quien le confió que habiendo sido profesor de Historia Militar por varios años, siempre había inculcado la necesidad de un revisionismo histórico con respecto a la guerra del Paraguay: "debemos amor a ese pueblo hermano a quien injustamente agredimos" y afirmó: "puedo asegurarle que desaparecerán los resabios del mitrismo". Perón parecía así representar una línea que, dentro del ejército, se mostraba sensible a una revisión de ciertos aspectos del pasado nacional, que consideraba a la guerra contra el Paraguay como un error histórico, un reconocimiento que era necesario hacer público para embarcarse en una política de vinculaciones regionales. Esta visión sobre el conflicto no significaba una adscripción de Perón a otros dogmas propios del revisionismo histórico, sino que se centró más bien en una revalorización de las acciones de heroísmo y sacrificio patriótico de los paraguayos en la Guerra contra la Triple Alianza, como ejemplo de virtudes militares en sí mismas.

Con un nuevo embajador acreditado en Asunción, el doctor Rafael Ocampo Giménez, el 3 de octubre de 1953 arribó a la capital paraguaya, a bordo del yate presidencial Tecuara, Juan Domingo Perón. La visita quería ser retribución de la que el presidente Federico Chaves había realizado a Buenos Aires con ocasión de la celebración del centenario del General San Martín, en abril de 1950. El recibimiento para el mandatario argentino fue de enorme calor popular y Perón se cuidó mucho de insistir en un tipo de vinculación de "hermandad sin supremacías". También en declaraciones periodísticas afirmó su decisión de tomar medidas concretas de cooperación con el Paraguay, en consonancia con un cambio de tono de la cancillería: “vamos a hacer un poco de política internacional criolla", sostuvo. Perón prometió cooperar en la solución de problemas de navegación, transporte, comunicación, hidráulicos y de frontera, además de coordinar con el Gobierno paraguayo el intercambio comercial y fijar el tipo de cambio que regiría la compraventa de mercaderías de importación y exportación. El 17 de octubre, en la Plaza de Mayo, Perón proclamó el Decálogo de Confraternidad Argentino-Paraguayo que afirmaba que desde ese día todos los paraguayos eran compatriotas de los argentinos pero bajo el imperativo de adhesión a las premisas ideológicas del justicialismo: "consolidar la justicia social, la independencia económica y la soberanía política". Los obreros paraguayos sumados a la fuerza laboral argentina y los miles de braceros baratos que se habían hecho cargo de las tareas agrícolas en las provincias limítrofes, constituían un caudal político que el peronismo no estaba dispuesto a ignorar.

 

 

 

 

LAS GESTIONES ANTE BRASIL

 

Para la sociedad, la recuperación de los vestigios materiales de la guerra parecía constituir un requerimiento vital para acometer emprendimientos que no estuvieran teñidos del recuerdo paralizante de las dolorosas incomprensiones pasadas y que aún significaban una ofensa para el honor nacional, señalando que ello servía para lograr la cicatrización total de las antiguas heridas y el total entendimiento. De hecho, tomando ocasión de la devolución el Gobierno paraguayo se lanzó a una campaña para obtener del Brasil igual desprendimiento.

Sin embargo, Brasil se mostraría renuente a tomar decisiones de idéntico tenor que la Argentina. Aunque el 15 de mayo de 1945, en el Palacio de López, el embajador Dr. Ne- grao de Lima, en nombre de su gobierno había entregado al Paraguay su Acta de la Independencia, que permanecía en poder de Brasil desde la finalización de la guerra, los gobiernos brasileños no se mostraron dispuestos a ir más allá. De acuerdo al testimonio del representante diplomático argentino, Amancio Pampliega, el embajador Negrao de Lima era de la opinión que la muerte de Francisco Solano López en Cerro Corá había sido un grave error brasileño que había dejado al Brasil con el estigma de esa cobarde ejecución y permitido a Paraguay convertir a López en un "héroe mitológico".

Dos años después el Procurador de la República Federativa del Brasil, Mario Accioly, se manifestó en comunicación al Senado favorable a la restitución de los trofeos. No hubo mayor éxito, incluso cuando recogiendo un sentimiento panamericano, el Senado de Cuba hizo llegar a su par brasileño una petición en ese sentido, teniendo en cuenta que los Estados Unidos habían restituido recientemente a México las reliquias de las batallas de Chapultepec de 1847.

Paraguay comenzó, de este modo, a reclamar el botín de guerra que estaba en poder del Brasil que, según sostenía el escritor paraguayo Luis G. González en su libro PARAGUAY. PRISIONERO GEOPOLÍTICO, era numeroso e importante, incluido en él el valioso Archivo Nacional" que encerraba la historia del Paraguay colonial e independiente. Entre los trofeos había uno que tenía un gran simbolismo para el sentimiento paraguayo: la espada del mariscal Francisco Solano López, arma que junto a otros objetos personales, se exhibía en un museo brasileño.

El embajador paraguayo Raúl Sapena Pastor daba cuenta al ministro de Relaciones Exteriores, Hipólito Sánchez Quell, en el mes de julio de 1954, que en ocasión de una conversación informal le había expuesto al presidente Getulio Vargas que en el Archivo Nacional del Brasil existían numerosos documentos relacionados con la Independencia del Paraguay, significándole que su devolución sería un noble gesto del Brasil que tendría gratísima repercusión en su país. No obstante el interés demostrado, el presidente brasileño opinó que había que estudiar la forma y la ocasión para realizar tal devolución.

Al año siguiente, el mismo representante informaba a la cancillería sobre el estado de las gestiones:

Desde un punto de vista general prevalece en las esferas oficiales un sentimiento favorable a la devolución de los trofeos. Sin embargo hay factores de inercia cuya valoración no se debe subestimar, como ser el sentido tradicionalista del Brasil, el nacionalismo, el apego a la historia y ponderables factores de carácter político. Por otra parte, la devolución de los trofeos, que no puede ser materia de una petición oficial paraguaya, sí puede ser hábilmente sugerida o estimulada o planteada por vías indirectas. Por todas estas consideraciones soy de opinión de que si bien la devolución de los trofeos es un hecho posible, no es de realización inmediata, necesitándose un trabajo persistente en los lugares adecuados.

La favorable disposición que había mostrado Getulio Vargas para devolver la documentación se cortó con su muerte y comenzó a diluirse con la presidencia de Joáo Café Filho.

El Brasil consideraba adquisiciones legítimas los trofeos, realizadas por sus soldados en el fragor de una guerra victoriosa. Y Paraguay no cejaría en su empeño.

Veinte años después, en la década de los setenta, la prensa asuncena, particularmente el diario LA TRIBUNA, comenzó una campaña tendiente a estimular la sensibilidad brasileña haciendo a través de sus artículos un revisionismo de hechos históricos con el fin de obtener la recuperación de los trofeos de la guerra, así como los documentos del Archivo Nacional. Las publicaciones como "El gesto que se espera del Brasil", "El deseo de toda una Nación", "Un criterio antiamericano", “Hay que demostrar la hermandad", provocó la reacción brasileña. Un vocero de Itamaraty adujo que no había constancia de que el Gobierno paraguayo hubiera solicitado la devolución de los trofeos de guerra conquistados durante la guerra acaecida hacía más de un siglo, subrayando que si semejante pedido hubiera llegado a manos del Gobierno brasileño difícilmente se lo hubiese hecho público antes de arribarse a una decisión, dado lo delicado del tema.

En una actitud poco común del Parlamento paraguayo, incluida la oficialista mayoría colorada, en una reunión realizada el día 29 de agosto de 1974 aplaudió en forma entusiasta la "exposición formulada por el líder de la bancada radical (de oposición) el diputado Justo Pastor Benítez quien levantó su “voz de protesta" ante la postura brasileña, revelada por la prensa de ese país, contraria a la posibilidad de devolución de los trofeos y documentos paraguayos del tiempo de la Guerra contra la Triple Alianza. Benítez calificó aquella posición como una forma de "crimen cultural" recordando acontecimientos de la guerra grande y concluyó reiterando su protesta ante lo que consideraba un atropello incalificable, que no respetaba el pasado".

En el mes de setiembre La Tribuna continuó su prédica, publicando una serie de nuevos artículos bajo los títulos "¿Trofeos o botín de guerra?", "Aclarando y ratificando conceptos" y "La inconsistencia de una posición", recordando que habían sido los brasileños los que cuando Asunción estaba a merced de los ejércitos enemigos, se habían dedicado al saqueo tanto de los edificios públicos como de templos y residencias particulares: "Fue entonces cuando los brasileños a la luz de las fogatas provenientes de la quema de puertas y ventanas de esos edificios, acarreaban la enorme cantidad de documentos que, al decir del diario "O Estado de Sao Paulo" en su edición correspondiente al 22 de agosto último, que "en la Biblioteca Nacional, solamente en el catálogo de la colección Río Branco que contiene el archivo público del Paraguay tomado al final de la guerra tiene mil páginas divididas en dos volúmenes" y agregaba más adelante, "la colección reúne 50 mil documentos sobre la historia primitiva del país, la penetración portuguesa, cuestiones de límites, informaciones sobre la guerra de los Farrapos y datos acerca de la historia social de la región del Río de la Plata...Muchos documentos contienen anotaciones de Río Banco, a quien se atribuye la iniciativa de la aprehensión del archivo y de su hijo, el barón de Río Branco...los documentos que obran en poder del Brasil son lisa y llanamente un botín de guerra y si están donde están es porque fueron productos del saqueo de una ciudad ya indefensa. Ante esta circunstancia mal puede sostenerse que ellos constituyen un trofeo en la acepción correcta del término".

El domingo 22 de setiembre de 1974 La Tribuna se refería a un cable transmitido por una agencia noticiosa fechado en Río de Janeiro el 16 de ese mes en el que se afirmaba que “los historiadores brasileños son contrarios a la idea de entregar al Paraguay los documentos de la cancillería paraguaya aprehendidos por las tropas brasileñas durante la Guerra. Y se preguntaba que se podía pensar de las intenciones de quienes así respondían a una exigencia popular del Paraguay y sin embargo firmaban acuerdos culturales para estrechar los “famosos" vínculos que nos unen con ellos, si no dan el primero y más fundamental de los pasos cual es la devolución de algo que pertenece exclusivamente al Paraguay y que forma parte esencial de sus valores culturales".

Además de la prensa, destacados intelectuales se enrolaron en esa demanda. Hipólito Sánchez Quell, por ejemplo, redactó un libro con el título Los 50.000 DOCUMENTOS PARAGUAYOS LLEVADOS AL BRASIL.

En torno a diversas conmemoraciones durante esa década, como el centenario de Cerro Corá, en el año 1970, y el sesqui-centenario del natalicio de Francisco Solano López, en 1977, se vieron reactivadas las iniciativas tendientes a promover el regreso del patrimonio documental y de las joyas llevadas al exterior durante la guerra. Como resultado, el Brasil entregó una serie de documentos provenientes de paraguayos capturados durante la contienda y un conjunto de efectos personales del presidente López y de su familia tomados por sus fuerzas militares, entre los que resaltaba el denominado Libro de Oro, obsequio que las mujeres paraguayas hicieran al Mariscal; la Gran Cruz de la Orden de Cristo, otorgada por el emperador Pedro II a López, un reloj de oro, una colección de joyas y piedras semi-preciosas y un plato grande de plata.


 

 

 

 

EPÍLOGO

 

Si bien la teatralidad del gesto del Gobierno argentino junto a la reivindicación del pasado histórico paraguayo y la iniciativa peronista de integración regional tuvo un intenso impacto, fue breve. La devolución de los trofeos contribuyó débilmente a la superación de imágenes contrapuestas entre las sociedades, cuyos vínculos se vieron erosionados por renovadas cuestiones interestatales.

Con la asunción al poder del general Alfredo Stroessner, las expectativas por el perfeccionamiento de la Unión Económica decrecieron porque el nuevo presidente demostró no compartir el pensamiento de la forzosa dependencia de Argentina. El 11 de enero de 1955 los cancilleres de ambos Estados acordaron modificar diversos artículos del convenio, referidos al funcionamiento de la comisión mixta, a los cobros y pagos originados por el intercambio comercial y financiero y las cancelaciones de las cuentas abiertas en pesos argentinos y su transferencia a la cuenta en dólares abierta en el Banco Central de la Argentina. En mayo se convinieron también cambios en las listas de productos y en el sistema crediticio. La Argentina comenzó a hacerse cada vez más esquiva como mercado para la producción paraguaya. Aunque de disímil calidad, la provincia de Misiones producía toda la yerba que se consumía en Argentina. La exportación de la naranja también sufrió una parálisis, pues Corrientes y Entre Ríos producían en invierno cantidades suficientes para el consumo interno, importándose en primavera y verano del Brasil. De igual modo, se había reducido la importación de maderas paraguayas, reemplazando esas compras por otras más baratas y ordinarias provenientes del Brasil.

En el plano político, la concesión del asilo a Perón después de su derrocamiento, en septiembre de 1955, así como a muchos peronistas, deterioraron seriamente las relaciones argentino-paraguayas. El gobierno militar de signo contrario al peronismo instaurado en Buenos Aires, dio ímpetu a numerosos intentos de derrocamiento organizados por para-guayos opositores régimen de Stroessner, en especial militares, liberales y febreristas, que contribuyeron a mantener el distanciamiento entre Buenos Aires y Asunción.


FUENTES

REPÚBLICA ARGENTINA:

Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores, Culto y Comercio internacional:

Serie Triple Alianza. Cajas 1 a 9.

- Serie Diplomática y Consular. Paraguay Años 1870-1920

División Política. Serie Paraguay 1932-1976.

REPÚBLICA DE PARAGUAY:

Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores:

Sección Departamento Político y Diplomático

Sección Departamento Política Internacional

Biblioteca Nacional del Paraguay

Colección Juan E. O'Leary


 

 

BIBLIOGRAFÍA

Bandeira, Luiz Alberto Moniz, Estado nacional e política internacional na América Latina. O continente ñas relacoes Argentina-Brasil (1930-1992), Sao Paulo, Editoria Eusaio, 1995.

Brezzo, Liliana M; Figallo, Beatriz }., La Argentina y el Paraguay. De la guerra a la Integración, Rosario, Instituto de Historia- UCA, 1999.

Brezzo, Liliana M; "¡erú plata amá! Pobreza, discursos históricos y repercusiones de la primera disputa sobre la guerra en Paraguay" en La Guerra del Paraguay. Historiografías, Representaciones, Contextos, México, El Colegio de México, 2012.

Bouvier, Virginia M., El ocaso de un sistema. Encrucijada en Paraguay, Asunción, Intercontinental, 2012.

Caballero Campos, Herib, "El nacionalismo en el Paraguay. La labor historiográfica de Juan Stefanich" en Actas digitales del XXXII Encuentro de Geohistoria Regional, Resistencia, IIGHI, 2012. Disponible en: www.iighi-conicet.gov.ar.

Capdevila, Luc, "Para una historia del tiempo presente paraguayo. Del pasado/presente entre dictadura y democracia: los historiadores bajo la dictadura" en Res Gesta, Rosario, Instituto de Historia - Facultad de Derecho y Ciencias Sociales del Rosario, 2008, NQ 46.

Cardozo, Efraím, Paraguay Independiente, Asunción, Carlos Schauman, 1988.

Casal, Juan Manuel; Whigham, Thomas L., Paraguay en la historia, la literatura y la memoria, Montevideo, Universidad de Montevideo-Tiempo de Historia, 2012.

Céspedes, Roberto, "Feriados e imaginarios nacionales (1939-1967 y 1990-2011) En Terceras Jornadas Internacionales sobre Historia del Paraguay, Montevideo, Universidad de Montevideo, 2012.

Discurso pronunciado por el historiador paraguayo Juan O'Leary en el acto de entrega de las reliquias históricas al Paraguay, 16 de agosto de 1954, Buenos Aires, Presidencia de la nación, 1954.

Doratioto, Francisco Femando, "En busca del equilibrio: la política exterior paraguaya entre 1920 y 1925", en Historia Paraguaya, Anuario de la Academia Paraguaya de la Historia, Asunción, 1996, Vol. XXXVI.

Doratioto, Francisco Femando, Una relación compleja. Paraguay y Brasil 1889-1954, Asunción, Tiempo de Historia, 2011.

Figallo, Beatriz J, "Militares, poder y política exterior. El Paraguay y la Argentina entre la paz del Chaco y la Segunda Guerra Mundial", en Res Gesta, Rosario, Instituto de Historia-Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de Rosario, 1996, NB 35.

Luna, Félix, Perón y su Tiempo, Buenos Aires, Sudamericana, 1984.

Quijada, Mónica, "¿Qué Nación? Dinámicas y Dicotomías de la nación en el imaginario hispanoamericano del siglo XIX", en Imaginar la nación, Hamburg, Cuadernos de Historia Latinoamericana, 1994, N°2.

Reali, María Laura, "Iniciativas de conmemoración histórica Uruguay-Paraguay. La devolución de un trofeo de la guerra de la Triple Alianza en 1915", Nuevo Mundo Mundos

Nuevos [En línea], Coloquios, Puesto en línea el 01 diciembre 2011, consultado el 11 diciembre 2013.

Remorino, Jerónimo, Política Internacional Argentina. Compilación de documentos 1951-1955, Buenos Aires, 1968.

Scavone Yegros, Ricardo, Brezzo, Liliana M.; Historia de las Relaciones Internacionales del Paraguay, Asunción, El Lector, 2010.

Soler, Lorena, Paraguay. La larga invención del golpe. El stronismo y el orden político paraguayo, Buenos Aires, Imago Mundi, 2012.

Solveira de Báez, Beatriz, Las Relaciones argentino-paraguayas a comienzos del siglo XX, Córdoba, Centro de Estudios Históricos, 1995.

Telesca, Ignacio (compilador), Historia del Paraguay, Asunción, Taurus, 2010.


 

LA AUTORA

Liliana M. Brezzo se graduó de licenciada y doctora en Historia en la Pontificia Universidad Católica Argentina. Su tesis doctoral "Las Relaciones entre la Confederación Y EL Paraguay 1852- 1862" recibió la mención honorífica a las obras inéditas de la Academia Nacional de la Historia de la República Argentina. Entre los años 1996 y el 2000, estancias post doctorales en la Universidad de Navarra (España), facilitaron su especialización en Historiografía Contemporánea.

En la actualidad es investigadora científica en categoría independiente del escalafón en el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas Y Técnicas de la República Argentina en la Unidad Ejecutora Instituto de Investigaciones Históricas, Económicas, Sociales e Internacionales (CONICET- IDEHE- SI- Nodo Instituto de Historia). Los resultados de sus investigaciones los ha recogido en obras individuales, en coautoría Y colectivas. Entre las recientes figuran: RUPTURA Y Reconciliación. España y el reconocimiento de las independencias latinoamericanas (Madrid, 2012), Juan E. O'Leary. El Paraguay convertido en acero de pluma (Asunción, 2011), Otras Historias sobre la Independencia (Asunción, 2011), Historia del Paraguay (Asunción, 2010), Paraguay. El Nacionalismo y LA guerra (Montevideo, 2009), Polémica sobre la Historia del Paraguay (edición a cargo de Ricardo Scavone Yegros y estudio preliminar de Liliana M. Brezzo, 2008 y 2012), Juan Bautista Alberdi - Gregorio Benites. Epistolario Inédito as64- i883> Tres tomos (2006-2007).

Desde el año 2004 desarrolla, en el contexto de diversos proyectos, asesorías técnicas de alto nivel en la Unidad de Cooperación Horizontal de la Dirección de Cooperación Internacional del ministerio de Relaciones Exteriores, Culto y Comercio Internacional de la República Argentina. En Paraguay ha prestado asistencia técnica en la temática de conservación, restauración, preservación y puesta en valor de los bienes patrimoniales del país tanto los materiales como los inmateriales.


 

 

ARTÍCULOS PUBLICADOS EN EL DIARIO ABC COLOR SOBRE EL LIBRO


CONDONACIÓN DE LA DEUDA ABRIÓ NUEVA INTERRELACIÓN

La condonación al Paraguay de la deuda de guerra por parte del Brasil y la Argentina no se dio de manera inmediata. Debieron transcurrir más de 70 años para que eso ocurriera, pero el hecho abrió una nueva forma de relacionamiento entre los tres países, según el libro de Liliana Brezzo que hoy llega a los lectores con la edición del día.

 

Una multitud concurrió a la plaza Juan de Salazar el 16 de agosto de 1954

para el acto en el que Perón devolvió los trofeos de guerra./ ABC Color

 

“La devolución de los trofeos de guerra”, que aparece hoy, es el penúltimo título de la colección “A 150 años de la Guerra Grande”, del ABC Color y la editorial El Lector. La respetada historiadora argentina habla sobre la condonación de la deuda de guerra.

–¿En qué contexto se produjo la condonación de la deuda de guerra?

–Brasil y Argentina condonaron al Paraguay la deuda de guerra en los años cuarenta del siglo XX. Luego de la guerra del Chaco el Paraguay se sintió capaz de forjar una firme política exterior y renovó su deseo de romper la dependencia de Argentina. Brasil, por su parte, cooperó con acciones para desplazar esa influencia.

–¿Por ejemplo?

–Por ejemplo, la visita en 1941, por primera vez, de un presidente brasileño al Paraguay. La venida de Getulio Vargas fue un acontecimiento extraordinario. Asimismo, el Banco do Brasil inauguró una agencia en Asunción y concedió un crédito por 5 millones de dólares para obras públicas y agroindustria, con un interés muy bajo. En 1942, llegó una misión militar brasileña, y en 1944, una misión cultural, que creó la Escuela de Humanidades, transformada luego en Facultad de Filosofía.

–¿Y la Argentina?

–No quedó atrás. La Dirección General Administrativa del Ministerio de Guerra envió material de guerra destinado al Ejército. El ministro argentino de Guerra, general Juan Tonazzi, vino en 1942 para celebrar el 405 aniversario de la fundación de Asunción, con un presente: la condonación de la deuda de la Guerra de la Triple Alianza.

–Brasil aún no había condonado la deuda.

–No, pero cuando en mayo de 1943, el presidente Higinio Morínigo visitó el Brasil, el presidente Vargas dictó un decreto que declaraba inexistente la deuda de guerra, medida que se adoptó con una serie de favorables acuerdos económicos para el Paraguay.

–Y con Perón llegó la devolución de los trofeos.

–La devolución de los trofeos de guerra por parte de la Argentina se realizó con mucha solemnidad, en 1954. Fue gracias a una decisión del presidente Juan Domingo Perón, en un concepto de unificación regional. Esa devolución coincidió con la asunción presidencial de Alfredo Stroessner, el 15 de agosto de dicho año.

–Un año antes él había visitado Asunción.

–El 14 de agosto de 1953 Argentina firmó con el Paraguay un Convenio de Unión Económica. Con ese motivo Perón visitó Asunción. Su presencia tuvo una repercusión popular que lo impresionó, persuadiéndolo de que el impulso de la opinión pública paraguaya y la difícil situación económica por la que atravesaba el país podían permitir una confraternidad de múltiples alcances para su política internacional.

–La presencia de Perón en Asunción, en 1954, para devolver los trofeos fue decisiva.

El acto de devolución de los trofeos, el 16 de agosto de 1954, tuvo expresiones resonantes. Resaltan, por ejemplo, la composición de canciones populares alusivas, la emisión de sellos postales, el desfile con los trofeos de guerra, banquetes y recepciones. Como muy bien sintetizan los diarios de la época, el “Paraguay está de fiesta”. Se incluyen en el libro algunas fotografías inéditas de esos días.

El próximo domingo concluirá la colección de libros “A 150 años de la Guerra Grande”, que ha incluido libros inéditos elaborados por historiadores y escritores de reconocido prestigio, desde una perspectiva novedosa; desde la percepción de la gente que participó en ella y desde el sentimiento humano que se cobijó bajo el manto de fuego, sangre e ignominia.

Publicado en fecha 05 de Enero de 2014

Fuente en Internet: www.abc.com.py

 


MAÑANA APARECE EL LIBRO DE BREZZO (05 de Enero de 2014)

Con el ejemplar de nuestro diario, aparecerá mañana domingo el libro “La devolución de los trofeos de la guerra”, de la historiadora argentina y gran conocedora de nuestro pasado, doctora Liliana Brezzo.

En esta obra, la penúltima de la Colección “A 150 años de la Guerra Grande”, de ABC Color y la editorial El Lector, la autora trata no solo la restitución de los trofeos robados por la soldadesca aliada, sino la condonación de una deuda posbélica considerada injusta a todas luces.

De acuerdo con la doctora Brezzo, la devolución de los trofeos se vio enlazada desde el comienzo con el proceso de condonación de la deuda de guerra, asunto que se instaló en el Paraguay como tema de intercambios y de escritos a finales del siglo XIX.

La discusión fue activada, según la autora, por integrantes de una corriente intelectual imbuida de la idea de que los dos vencedores –Brasil y Argentina– renunciaran a su cobro.

Tal corriente estaba liderada, fundamentalmente, por letrados y dirigentes políticos adscriptos al Instituto Paraguayo y a los periódicos La Prensa y El Cívico. “El seguimiento de su retórica demuestra que las argumentaciones tenían raíces más profundas que el mero peso económico que suponía para el Estado paraguayo la pervivencia de la deuda”, manifiesta Brezzo en su libro que aparecerá mañana.

Recuerda la historiadora que los artículos 14º y 15º del Tratado de la Triple Alianza firmado en 1865 por Argentina, Brasil y Uruguay acordaban, respectivamente, que los países aliados exigirían al Gobierno del Paraguay el pago de los gastos de la guerra que se hubieran visto obligados a aceptar, así como la reparación e indemnización de los daños y perjuicios causados a sus propiedades públicas y particulares, y a las personas de sus ciudadanos sin expresa declaración de guerra.

En el artículo 3º del Tratado de Paz firmado entre Argentina y Paraguay en 1876 se estipuló el reconocimiento, por parte de este último, de la deuda de guerra y la obligación de pagar a la Argentina el importe de los gastos por los daños causados a propiedades públicas y a personas y propiedades particulares. A la Argentina le correspondía, asimismo, según lo establecido en el mencionado ajuste de paz, precisar los montos. Esto nunca se concretó, entre otras razones porque desde el primer momento se consideró a la deuda simplemente teórica; en círculos privados y oficiales de Buenos Aires se compartía la idea de que la misma tendría que ser eliminada en algún momento, aunque más no fuera por sentido práctico, puesto que era razonablemente incobrable.

Por su parte, el Brasil, desde la firma de los tratados de 1872, manifestó una postura contraria a la cancelación de la deuda de guerra. Los sucesivos gobiernos brasileños jamás pretendieron cobrarla, pero veían en su mantenimiento una garantía de la independencia paraguaya frente a “eventuales proyectos anexionistas argentinos”. El investigador Francisco Doratioto sostiene en su trabajo titulado “En busca del equilibrio: la política exterior paraguaya entre 1920 y 1925” que, aun juzgando como remota una acción en tal sentido, se sopesaba que si llegaba a darse una iniciativa, Argentina heredaría la deuda, la que sería cobrada de inmediato por el Brasil.

Los gobiernos argentinos en las décadas subsiguientes a la guerra se manifestaron siempre atentos a la actitud que pudiera asumir el Brasil en esta materia y ambos eran conscientes de que cualquier acción para obtener el reconocimiento de la deuda y la determinación de su forma de pago “sublevaría no solo a la prensa paraguaya, sino al país entero”.

Publicado en fecha 04 de Enero de 2014

Fuente en Internet: www.abc.com.py

 



LA DEVOLUCIÓN DE TROFEOS FUE UN PROCESO DE REIVINDICACIÓN NACIONAL

“La devolución de los trofeos de guerra”, de Liliana Brezzo, es el decimoctavo volumen de la colección “A 150 años de la Guerra Grande” y describe todo el proceso que constituyó la devolución de los trofeos de los que se apropiaron los ejércitos aliados. Asimismo, contiene un relato exacto de lo que pasó con la deuda impuesta a nuestro país por los vencedores.

El libro de la destacada autora argentina, gran conocedora de nuestra historia, aparecerá con el ejemplar de nuestro diario el domingo 5 de enero.

En la introducción de su libro, Liliana Brezzo expresa que en el año 1954, la decisión del gobierno argentino de Juan Domingo Perón de devolver al Paraguay los trofeos tomados por el Ejército durante la Guerra de la Triple Alianza dio lugar a lo que la prensa paraguaya calificó como una “fiesta repentina”.

El libro de Brezzo analiza ese acontecimiento “procurando superar el interés inicial por la descripción de sus aspectos formales a favor de una mirada más de las relaciones intersocietales y de los planteamientos dominantes que quienes tenían el poder político en ambos países querían difundir y afianzar”.

Los primeros debates en torno al proceso de condonación de la deuda de guerra y la devolución de los trofeos se dieron en el Paraguay a finales del siglo XIX. Y los antecedentes inmediatos deben situarse en el contexto social, derivado de la victoria militar en la Guerra del Chaco.

En lo que respecta a la Argentina, el gesto de restitución debe ser observado –de acuerdo con lo que señala la doctora Brezzo– dentro del escenario del programa peronista de vinculaciones regionales y su trabazón con la pervivencia del concepto de nación histórica.

Además de materiales inéditos provenientes de los archivos históricos de los ministerios de Relaciones Exteriores, con los cuales ha sido posible reconstruir el itinerario; distribuido en los tres capítulos que componen esta publicación, existen en el libro que aparecerá el domingo preciosos registros fotográficos sobre la ceremonia de devolución de los trofeos.

Respecto a su trabajo, Brezzo manifiesta que si bien este estudio se sustenta en documentación oficial y periodística proveniente de Argentina y del Paraguay, se procura extender el análisis de la temática a una perspectiva regional, a los fines de poner de manifiesto algunas especificidades propias del proceso, en los diversos espacios nacionales.

“Con ello, se pretende determinar la relación que tuvo el acto oficial de devolución de los trofeos con representaciones sobre el pasado pergeñadas en los distintos países, pero también, en no menor grado, con las coyunturas políticas contemporáneas”, apunta la historiadora argentina.

En esa misma línea se desea, asimismo, llamar la atención en la relación que puede establecerse entre el acontecimiento de la Guerra del Paraguay contra la Triple Alianza, en cuanto derramamiento de sangre, y la constitución de una memoria nacional indeleble, sobre todo a través de los discursos históricos; “una retórica que ha hecho correr ríos de tinta y cuya corriente llega hasta al presente”.

El libro describe también todos los aspectos vinculados a las devoluciones parciales de objetos y documentos que ha realizado el Brasil, pues bien sabemos que aún hay objetos del Paraguay en los museos brasileños como el caso del cañón Cristiano.

Publicado en fecha 03 de Enero de 2014

Fuente en Internet: www.abc.com.py

 



URUGUAY FUE EL PRIMER ALIADO QUE DEVOLVIÓ TROFEOS DE GUERRA

Uruguay fue el primer país que devolvió los trofeos de guerra al Paraguay, poco tiempo después de finalizada la contienda.

 

El presidente del Uruguay, general Máximo Santos,

fue el primero en devolver los trofeos de guerra./ ABC Color

 

Por ello, una transitada avenida asuncena lleva el nombre de General Santos, en homenaje al presidente oriental que promovió la devolución: Máximo Santos, en 1885. El domingo 5 aparecerá el libro sobre el tema, escrito por Liliana Brezzo.

“La devolución de los trofeos de guerra”, de la historiadora argentina Liliana Brezzo será el volumen 18, el anteúltimo, de la colección “A 150 años de la Guerra Grande”, de ABC Color y la editorial El Lector.

Respecto al Uruguay, Liliana Brezzo dice en su obra que la participación uruguaya en la Guerra del Paraguay estuvo estrictamente motivada por cuestiones de política interna “y generó enérgicas resistencias en amplios sectores de la población”.

A propósito, recuerda a la investigadora María Laura Reali, quien a su vez afirmaba que este hecho podría explicar, al menos parcialmente, las tempranas iniciativas tendientes a restablecer los vínculos de fraternidad con el Paraguay, luego de que se acabaran las acciones bélicas.

En el año 1883, Montevideo envió a Asunción una misión diplomática encabezada por Enrique Kluby con el objetivo de finiquitar los tratados de Paz, Comercio y Navegación, pendientes desde la finalización de la guerra.

Según documentación obrante en el archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores de la República Argentina, al ajuste de paz, que se firmó el 20 de abril del referido año, le siguió el de reconocimiento de la deuda por el cual el Paraguay admitió la cantidad de 3.690.000 pesos como gastos efectuados por el Estado uruguayo durante las acciones militares. Al mismo tiempo, este último renunció formalmente a su cobro, con excepción del importe correspondiente a las reclamaciones de particulares, señalándose un plazo de 18 meses para su presentación.

EL GENERAL SANTOS

Dos años más tarde, el 13 de abril de 1885, el entonces presidente uruguayo, general Máximo Santos, dirigió un mensaje al Parlamento, solicitando la devolución de los trofeos de guerra tomados al Paraguay, cuya iniciativa obtuvo la aprobación del cuerpo legislativo.

Así se concretó la primera restitución, señala Brezzo. Esta tuvo, sin embargo, un segundo momento a mediados de la década de 1910. Más precisamente, en los primeros meses de 1914 surgió la iniciativa de devolver al Paraguay una bandera que se consideraba asociada al conflicto de 1865.

La misma había sido encontrada por Julio Lerena Juanicó en el archivo de su compatriota Julio Herrera y Obes, político uruguayo que actuara como secretario del general Venancio Flores en la guerra.

El hallazgo fue dado momentáneamente en depósito al Museo Histórico Nacional de Montevideo, con la intención de entregarlo ulteriormente a la Legación paraguaya en esa ciudad.

El libro de Liliana Brezzo hace un análisis a fondo de las circunstancias políticas internas de los países aliados y la situación regional que determinaron la devolución de los trofeos al Paraguay.

El análisis está acompañado de un rico acervo fotográfico en gran parte inédito. Esta obra fue fruto de una exhaustiva investigación de la autora en archivos de nuestro país y de la Argentina, el Brasil y el Uruguay.

Liliana M. Brezzo es investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina (Conicet).

Publicado en fecha 02 de Enero de 2014

Fuente en Internet: www.abc.com.py

 

 

 

 

ENLACE INTERNO RELACIONADO

(Hacer click sobre la imagen)

 

 

 

Para comprar este libro deberá contactar con:

 

CENTRO CULTURAL “EL LECTOR”

Avda. San Martín c/ Austria

Telefax: (595-21) 610 639 - 614 259

E-mail: comercial@ellector.com.py

 

EL LECTOR 1 – PLAZA URUGUAYA

25 de Mayo esq./ Antequera

Telefax: (595-21) 491 966 – 493 908

E-mail: comercial@ellector.com.py

Asunción - Paraguay.

 

 

Enlace al espacio de la EDITORIAL EL LECTOR

en PORTALGUARANI.COM

 

(Hacer click sobre la imagen)

 

 

 

 

 

Enlace interno recomendado al espacio de

"GUERRA DE LA TRIPLE ALIANZA" en PORTALGUARANI.COM


(Hacer click sobre la imagen)

 


Fuente de la Imagen: LA DEVOLUCIÓN DE LOS TROFEOS DE GUERRA

Por LILIANA BREZZO. Editorial EL LECTOR, Asunción - Paraguay. Enero 2014





Bibliotecas Virtuales donde se incluyó el Documento:
EDITORIAL
EDITORIAL EL LECTOR
GUERRA
GUERRA DE LA TRIPLE ALIANZA (BRASIL - ARGENTI
HISTORIA
HISTORIA DEL PARAGUAY (LIBROS, COMPILACIONES,...



Leyenda:
Solo en exposición en museos y galerías
Solo en exposición en la web
Colección privada o del Artista
Catalogado en artes visuales o exposiciones realizadas
Venta directa
Obra Robada




Buscador PortalGuarani.com de Artistas y Autores Paraguayos

 

 

Portal Guarani © 2024
Todos los derechos reservados, Asunción - Paraguay
CEO Eduardo Pratt, Desarollador Ing. Gustavo Lezcano, Contenidos Lic.Rosanna López Vera

Logros y Reconocimientos del Portal
- Declarado de Interés Cultural Nacional
- Declarado de Interés Cultural Municipal
- Doble Ganador del WSA