LAS VOCES DE LA MEMORIA
HISTORIAS DE CANCIONES POPULARES PARAGUAYAS
TOMO VI
Autor y ©: MARIO RUBÉN ÁLVAREZ
Edición del autor y Julián Navarro Vera
Dibujo de tapa: “MBOKAJA HA’EÑO”,
Óleo de CAMILA FRETES GÓMEZ
Diseño de tapa: JOSÉ ALFREDO BENÍTEZ
Editora Litocolor S.R.L.
Asunción-Paraguay 2006
ANGELITO PURAHÉI
CANCIÓN PARA NO LLORAR
El canto popular, respondiendo a los reclamos de un momento concreto en la vida, viste a veces sus notas con letra y melodías de circunstancia. Es lo que sucede cuando muere un niño. Hasta ahora sobreviven músicos que tienen en su repertorio el ANGELITO PURAHÉI, llamado también YVOTYKUE JERA ANGELITO PE GUARÃ.
VÍCTOR BARRIOS, investigador de la cultura oral, en su libro Motivos populares tradicionales del Paraguay, Tomo I -al que acompaña un ilustrativo disco donde las palabras se convierten en canciones a través de la interpretación de LOS COMPUESTEROS DE CARAPEGUÁ- rescata una versión del ANGELITO PURAHÉI. Su informante fue JOSÉ CALAZÁN CENTURIÓN VEGA-nacido el 27 de agosto de 1959 en Franco Isla, en las cercanías del lago Ypoá, Carapeguá, director del conjunto que interpreta las composiciones incluidas en el disco mencionado-, quien es depositario de una rica tradición oral heredada, sobre todo, de su tío, el también músico y compositor MAURICIO MEDINA.
El ANGELITO PURAHÉI que los músicos cantan en el velorio y camino al cementerio, forma parte de un ritual que en algunas zonas rurales se mantiene vivo. El texto que ofrecemos aquí respeta la manera en que sus intérpretes lo recogieron y difundieron, sin que haya ninguna intervención para "corregir".
El angelito -a quien en algunas regiones de nuestro país se lo llama también TUPÃ MITÃMI-, es aquel niño que muere sin uso de razón. Se llama angeloro al que ya lo tiene. Se los considera sin pecado, por lo que van directamente al Paraíso. La única condición para que tenga tal destino es que hayan sido bautizados con Agua del Socorro que puede ser administrada por cualquier familiar o vecino utilizando una sencilla fórmula. En el velatorio no tienen que aparecer las lágrimas. La alegría debe reinar porque se está celebrando el triunfo de un alma que, con toda seguridad, ya goza de las maravillas del Reino del Padre Eterno y sus santos. ¿Para qué llorar, entonces?. Además, si es que se llora, se mojan las alas del Angelito, lo cual le podría causar retraso en su viaje hasta el cielo.
El cajoncito puede ser forrado con tela blanca, indistintamente para nena o varón. Se observa también que con un celeste -varón- o un rosado -nena-, se hace la diferenciación de sexo.
En el ambiente festivo se tocan las guitarras, se canta, se baila y se toma mate dulce, sin que falte la guanpola que circula de mano en mano, entre los hombres.
En la mano del pequeño difunto se coloca una vela -si es bendita, mejor-, y pindo karai con forma de cruz. La madre le coloca en las manos un ramito de flores para que lleve a sus nuevos amigos.
Algún familiar tiene que estar siempre cerca del Angelito porque corre el riesgo de que alguien le corte sus dedos para usar sus huesos como amuleto contra el demonio. Y las flores que estuvieron en sus manos -tras el entierro-, deben ser guardadas: sirve para desviar el curso de la tormenta.
Ya camino a su última morada, los músicos, cantando, lo acompañan con la certeza de que un ángel, desde el cielo, les mira sonriente e iluminado.
ANGELITO PURAHÉI
(Yvotykue jera Angelito pe guãrã)
Discurso pido al cielo, pido audiencia Salomé
aunque sentir perfecta para referir canción
en el vientre de mi madre Dios oforma imba'erãicha
entero ñamombe'use haguãicha el ángel oîva altar-pe
derecho ohóne yvágape ko'ápe opyta la fama.
Ipópe guare la palma ojeráta hína anga
cada instante isy he'íne paloma de mis entrañas
incomparable tristeza opyta nde rapykuerépe
ojehúva ne gentekuérape, sentimiento que sucede
pe toma katu coraje ñacumpli haguã conforme.
Así por esa viveza pe pyta katu gustoso
peêkuéra los dichoso ohóvo penerendágui
orrogávo pende rehe este glorioso angelito,
este bello angelito enteroite jaikuaa
mba'etapépa ogueraha es una regla muy fija.
Oho ogosávo al Paraíso con contento y alegría
ja'ohóma con armonía a gozar de Dios y Reino
es cierto ko'ãga tu pesare ko'ãgã ipyahumi hína
pehendúke mi encargue hermano, padre y madre
pereko katu consuelo, peviví con más anhelo.
Ko angaipa oikuaa mboyve al mundo subió al cielo
a pedir tu bendición katuete oúne ne rendápe
al golpe de la oración pe hovasa cada el día
ja'ohóma con armonía a gozar de Dios y Reino
ha eha'ãke nde isymi anítei reime ajeno.
Atenta madre querida de mi reliquia cristiana
ko'ãgã jandeveháma opyta che pópe guare
ha eñatendéke hese para apoderar los santos
con firmeza japaga en esa masa fatiga
pejora katu la cinta padrino, padre o madrina.
Reciba madre del ángel de mi labios este versito
y mi ignorante talento mi explicación es poquito
oho ne ra'ãrõvo upépe en el cielo infinito
adiós adiós angelito yvágape reguejýne
oho orrogávo pende rehe en el divino sacrificio.
Adiós hermanos y hermana, adiós querida mamá
adiós la honrada gente, adiós porque ya me voy
adiós padrino, madrina, adiós mesa donde estoy
no llores madre querida, adiós porque ya me voy.
Letra y música: autor o autores anónimos
Recopilador: José Calazán Centurión Vega
RIÑAHÁPE GUAYE
RESPONSO PARA NUEVE MUERTOS
La riña de gallos olía no a sudor de hombres sino a sangre aquel 20 de julio de julio de 1945. En Rojas Potrero, jurisdicción de Iturbe (Departamento del Guairá), el día de Santa Librada les había permitido olvidar sus herramientas de labranza y entregarse a la pasión que les incendiaba los feriados y fines de semana.
En algún secreto libro ya estaba escrito lo que aquella tarde iba a ocurrir. Como en un cuento de JORGE LUIS BORGES, los que se enardecían alrededor del póncho kora ya estaban predeterminados a ser protagonistas o espectadores de un episodio de armas de fuego y puñales. Cada uno cumplía tan solo el papel que le había sido asignado por el destino.
Las apuestas, eran a favor del gallo de PABLO SILVERO o el de QUIRINO SUÁREZ. Con poderosas espuelas y picos alertas, los dos parecían aptos para la victoria. Era imposible predecir el ganador. Solo en el ruedo el juez FORTUNATO LÓPEZ daría la sentencia.
En medio del griterío, los dos animales buscaban aniquilarse. El instinto les decía que para supervivir había que dar golpes mortales al rival. En un momento dado, el gallo de Suárez voló y salió de la cancha. El veredicto dio el triunfo a Pablo Silvero.
Allí se prendió la primera mecha de una trifulca descomunal. No pasó a mayores, sin embargo. Sólo cuando alguien llegó al sitio donde se había originado, el entrevero cobró de nuevo aliento. La pelea fue larga y demoledora. El saldo de nueve muertos lo certifica.
Gracias a la recopilación de VÍCTOR BARRIOS (1), quien asegura que el cantor popular JUAN CARLOS BENÍTEZ, de Franco Isla -Carapeguá- era el que conocía la composición, es posible salvar del olvido esta joya de la oralidad paraguaya.
El sangriento final de riña fue recogido por un anónimo compuestero de la zona donde ocurrió la carnicería. RIÑAHÁPE GUARE tituló su obra. Si bien el relato no es claro, su eficacia es suficiente para formarse una idea de lo que fue la riña después de la riña. La pelea de los gallos fue solo la puerta de entrada de lo que después iba a sobrevenir. La muerte ya estaba mirando desde las alas de aquellas aves de plumas brillantes.
(1). Barrios, Rojas, Víctor. Motivos populares tradicionales del Paraguay,
el Compuesto. Asunción. Servilibro, 2005. Con disco, 94 páginas.
RIÑAHÁPE GUARE
Señóre nobles oyente
atención disculpas quiero
voy a cantar la desgracia
sucedida en Rojas Potrero.
En la casa de don Isidoro
siempre ijatýva la gente
farreando de día y de noche
porque no falta el aguardiente.
En el día de Santa Librada
veínte de julio ofestehávo
concurrían ya la gente
con los gallos preparados.
Pablo Silvero, Quirino Suárez
dueños de los gallos son
última riña opávo
el dolor con su cuestión.
La riña osentencia
señor Fortunato López
Suárez gallo operde
al trote medio al galope.
Ha osê oveve oho
ovandea poncho kora
el juez ome'ê sentencia
Suárez gallo operdeha.
Joselino he'i Fortúpe
che gallo che ndoperdéi
entónsepa Joselino
la che sentencia ndovaléi.
Ha upéare oinupã Pablo
a Juan José ha Joselino
ndapejapoichéne frente
peichagua individuo.
Ha ausente ra'e oî
Emilio upe jave
ohendu el tiroteo
Rodolfo opoiva'ekue.
De pronto salió Emilio
ogalopea todo el camino
oguahê oporandu:
nanendivéipa Joselmo.
Oñepyrû jevy el pleito
Emilio oguãhê rire
Rodolfo ohekýi revólver
ta'asegura mandi chupe raê.
Emilio oikutu a Rodolfo
Omondo ombojevika
al mismo tiempo Joselino
Pablo Sílvero-pe ojuka.
Ángel dijo a Emilio
humildemente osuplika
che hermano oîma muerto
ha che tiópe rejuka.
Ha upéare ipochy Emilio
haimete ipy'a ropu
ojatropella Ángel Oviedo-pe
tuichaite voi oikutu.
En eso Manuel Larrosa
dos tiro opoi yvate
ejesuhetáke Emilio
o si no rojukáne che.
Emilio Suárez joven
veintidós años de edad
lindo mozo y agraciado
de coraje barbaridad.
Chakeiníke guyryry
upe marte oikova'ekue
al día siguiente ojejuhu
Enrique González retekue.
Cuando llegamos al cementerio
otra noticia llegó
un día jueves por la mañana
Ángel Oviedo ya murió.
Bemabé González ya salió
con dos balazos le tiró
Alejandro al mismo tiempo
cinco puñaladas recibió.
El mismo Bemabé González
su revólver martilló
por el pecho de Emilio
casualmente lo erró.
Velorio oikova'ekue
upe tres noches seguido
ja'iporãma para ejemplo
pejeseguíkena los amigos.
Lloraba pobre y rico
lloraba obispo y cura
por lo profundo que van
a la triste sepultura.
Pablo, Rodolfo yAlejandro Suárez
Enrique y Bemabé
Juan y Oviedo
Lo nueve ya muerto fue.
Aquí se acabó la historia
de esta corta cuestión
pido disculpa señóre
porque no soy de educación.
Letra y música: anónimas.
ESCUCHE EN VIVO/ LISTEN ONLINE:
RIÑAHÁPE GUARE
Polca
Intérprete: LOS ROQUEÑÍSIMOS
**/**
SUEÑA
SERENATA GUAIREÑA
Letra: STILVER CARDOZO
Música: SILVIO RUBÉN (PAPÍN) ZAPUTOVICH
Las serenatas -aunque cada vez más esporádicamente-, forman parte de las tradiciones de nuestro pueblo. Su rito inicial ineludible consta de dos movimientos: tres canciones interpretadas en la puerta o en la ventana de la amada (o candidata a serlo) y el rostro sonriente-aunque con huellas de sueño en los ojos-, de la destinataria del canto de los que rompen el silencio de la alta noche.
Con ese gesto se ratifica un amor ya encendido y corroborado en besos. O se expresa el afecto de quien encuentra en la música la delicada manera de expresar un sentimiento que espera sea correspondido. No pocas veces, la serenata es también una manera de cerrar heridas: el canto es un bálsamo que restaura los tejidos del cariño deteriorados por alguna desavenencia momentánea.
Desde antaño, en Villarrica las serenatas gozaban de un prestigio envidiable. Acorde a su fama de cuna de poetas, los versos no faltaban a orillas de las rejas de las madrugadas estrelladas en que la luna era testigo de la cabalgata acelerada de un corazón enamorado. La memoria colectiva popular guarda hasta hoy el registro de una serenata en la que MANUEL ORTIZ GUERRERO hizo escuchar por primera vez las estrofas de NE RENDÁPE AJU en la ventana de ILUMINADA ARIAS.
Pues bien: en esa tierra de artistas había anclado el adolescente STILVER CARDOZO, proveniente de Caaguazú-donde había nacido el 7 de febrero de 1935-, con deseos de conquistar la mitad del mundo. Y si fuere posible, la otra mitad también.
Quien luego haría de la palabra su oficio fundamental trabajando como locutor en radioemisoras de nuestro país y cuidando que la luz no se extinga de los ojos de sus semejantes a través de su ciencia de oftalmólogo, tenía entonces 14 años y cursaba el segundo año de la Secundaria en el Colegio Nacional de la capital del Guairá. Aunque siempre atento al cumplimiento de su deber de estudiante, estaba descubriendo que la música paraguaya era una de las pasiones cuya llama le iban a consumir el resto de sus años. Incentivando esa inclinación de su espíritu, no era ajeno a la emoción de las serenatas guaireñas post-revolución de 1947. RIGOBERTO ARÉVALO -que adquirió bien ganado renombre en la capital con el TRÍO LOS BEMOLES primero y con su TRÍO DE SIEMPRE después, hasta hoy-, con voz inconfundible y RUBÉN -más conocido por su apodo de PAPÍN-ZAPUTOVICH con su acordeón, eran los serenateros de los barrios villarriqueños.
Stilver y sus amigos se percataron de que el repertorio, si bien acompañaba lo que ellos querían decir cantando, no les pertenecía. "Jahekána ñane mba'e teéva japurahéi haguã (busquemos algo que nos pertenezca para cantar)", manifestaban.
"Fue así como alrededor de 1950 escribí unos sencillos versos destinados a cantar en las ventanas. No tuvo una destinataria concreta: estaba dirigida a todas. Mi amigo Papín le puso la música. Cuando estuvo terminada la melodía estrenamos nuestra obra ante la ventana de la novia de Papín y yo le llevé después a una amiga de entonces. Tuvo suerte, se grabó y hasta hoy se canta en las serenatas en Villarrica. La orquesta del maestro GRACIANO PEREIRA la tuvo en su repertorio durante muchos años.
Después Cardozo ganó, en 1950, un concurso para ser locutor de Radio Guairá. Trabajó con OSCAR TITO CASARTELLI. En Asunción, en 1954, ingresó a la Facultad de Medicina. Se hizo cirujano y ejerció su saber como médico rural en Caaguazú. Luego cambió la cirugía por la oftalmología que estudió tres años en Belho Horizonte, Brasil. Aprendió más en París y regresó al Paraguay donde hasta hoy alterna el consultorio con el estudio de radio. RODOLFO SCHAERER PERALTA, ELPIDIO ALCARAZ SEGOVIA y ÁNGEL ANTONIO GINI JARA conducía el Cardinal Folklórico y Domingos folklóricos-ambos en Radio Cardinal AM-para seguir siendo fiel al itinerario del verbo que escogió.
SUEÑA
Sueña nña de mi vida,
dueña de mi alma, de mi corazón;
sueña que en tu leve sueño
sientas las caricias de esta mi canción.
Sueña que esta madrugada
será de alborada de nuestro querer
sueña, sueña amada mía
sueña dulcemente, con suave ternura
en mi gran amor.
Letra: Stilver Cardozo
Música: Silvio Rubén (Papín) Zaputovich
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