La oralidad es una de las fuentes más ricas de la cultura popular. Allí se encuentra la memoria colectiva transmitida de generación en generación. Sus portadores ni siquiera tienen conciencia de la fortuna de la que son depositarios.
En las últimas décadas, sin embargo, se observa que la transmisión de padres a hijos sufre un abrupto corte. El que recibía en la familia -rural, sobre todo- como preciada herencia un universo de conocimientos como parte de su pasado ya no considera valioso esa cantera de sus mayores. Por lo tanto, o lo ignora o le resta importancia.
Esa ruptura en la cadena de la comunicación es grave: constituye una seria amenaza de muerte para la tradición oral. Lo que antes emergía nada más que como una remota posibilidad-la desaparición de los rastros visibles de un mundo que habita en la palabra no escrita-, hoy es un presagio de tormenta en el Poniente.
Por eso, acaso más que nunca, es necesaria la recopilación de ese arandu esencial de nuestra cultura mestiza. Y es también imperioso que sea volcado a la escritura no solo para que sobreviva sino para que su transmisión adopte otras formas de incorporarse al cauce del recuerdo colectivo.
Como manifestaciones de ese ancho corpus del folklore lingüístico, en este volumen se incluyen compuestos -como ya se hizo en algunos de los anteriores-, el ANGELITO PURAHÉI y el JEJUVYKUE JEJORA.
Los compuestos son relatos en versos -generalmente de ocho sílabas, siguiendo en parte el patrón del romance español- acerca de hechos sangrientos ocurridos en algún punto del país. No es su único tema, pero es el más recurrente porque sirve de crónica y de registro de episodios sucedidos. En ausencia de la radio, la televisión y los diarios cumplía la función social de informar e, incluso, de enseñar a la población ya que a veces las obras adoptan como epílogo una moraleja social, una lección para los vivos.
KA'I PUENTE-PE GUAYE y RIÑAHÁPE guaye ejemplifican esa peculiar manera de contar cantando. Lo principal no es el cuidado estético de la forma sino divulgar episodios que poseen como núcleo la muerte.
El ANGELITO PURAHÉI -llamado también YVOTYKUE JERA ANGELÍTOPE GUÂRÂ- es una costumbre que solo se conserva en algunas partes y camina rumbo a su extinción (Así como hay animales y plantas a punto de desaparecer de la tierra, también existen creaciones humanas agonizantes). El texto musicalizado de manera muy elemental es más una oración que una melodía. Lo que importa es cuanto se dice para acompañar una tristeza que se disfraza de alegría, no su envoltorio con limitaciones gramaticales o pobreza de vocabulario.
El JEJUVYKUE JEJORA -conocido igualmente como JUVYKUE JERA- mezcla lo festivo con lo mágico. Está la intención meramente mundana de divertirse a costa del dinero de otro, pero también sus consecuencias que ya escapan a la voluntad humana. A la persona elegida como destinataria del juego-compromiso se la obliga a organizar un baile en un lapso determinado. El papel de los músicos en ese momento es el de hacer presente a la comunidad el recuerdo del instante en que se produjo la "atadura" y oficializar el "desahorcamiento" de la persona que recupera su libertad.
La tarea que el investigador VÍCTOR BARRIOS realiza en la compilación de estas joyas de la oralidad de nuestro pueblo es encomiable. Gracias a su labor paciente y silenciosa estas piezas fueron grabadas y puestas en letras de molde. No hay que desconocer tampoco el rescate hecho por el músico y compositor carapegüeño JOSÉ CALAZÁN CENTURIÓN VEGA. Gracias a ellos están a salvo del olvido.
A los educadores les corresponde el gran desafío de lograr que los jóvenes tomen contacto con estas expresiones de nuestro ser más íntimo y profundo, que las intemalicen y las sigan manteniendo vivas como parte de una historia que se vuelca a la globalización, pero se fortalece en sus raíces. Ojalá haya una verdadera pasión por descubrir y mantener en pie estas inequívocas señas de identidad del Paraguay.
MARIO RUBÉN ÁLVAREZ -
Recién inaugurada primavera, 2006
ADIÓS OTILIA
UN ROMANCE CORTO PERO INTENSO
PORFIRIO FRUTOS, un músico guarambareño, quería abandonar su arte para dedicarse a otros menesteres que, pensaba, le iban a resultar económicamente más rentables. Quiso, sin embargo, que el nombre de su conjunto perdurara en el tiempo.
- Chamigo, ame’ê ndéve la che conjunto réra reguereko haguã nemba'erã -(Te regalo el nombre de mi conjunto)-, le anunció a su valleygua ANTONIO AGUILAR, quien había nacido el 13 de junio de 1936 según consta en los registros del juzgado de Guarambaré.
Desde entonces, la agrupación musical de Aguilar-caracterizada por tener siempre un acordeón y un bandoneón, además de las dos guitarras y el dúo de voces-, se llama CUARTETO VENUS.
Antonio, de niño, se enamoró de la música. E hizo que fuese el amor más perdurable de su vida. Su encantamiento inicial por la melodía bien pudo haberse iniciado en el arpa del inolvidable TACHO'I que llegaba -puntual para la hora del kuarti- al almacén del padre de quien sería más tarde un consumado acordeonista.
"A mí me gustaba el acordeón por su sonido. Cuando pude, muy joven, compré uno. Ha ajepulsea hese. Probé. Nadie me enseñó. Osênte chéve la polka atanteáva. Muy pronto ya formé parte del conjunto LOS TROVEROS DEL ALBA, de JOSÉ GIMÉNEZ", recuerda Antonio Aguilar en la casa de la doctora ALICIA FUNES en una pausa de su actuación.
Poco tiempo después, en 1958, Antonio Aguilar formó su propio conjunto contando con el concurso del dúo AGUILERA-BRÍTEZ.
Alrededor del '60 se produjo el encuentro en el que Frutos le regaló una identidad que mantiene hasta hoy, unida a su nombre: ANTONIO AGUILAR Y SU CUARTETO VENUS.
El intérprete del instrumento de fuelle es también compositor. Una de sus obras más populares es ENGAÑO, que tiene letra de VALOIS CAÑETE "Otra de mis obras de éxito es ADIÓS OTILIA", agrega el guarambareño. Y cuenta la historia de su creación.
En 1963 Antonio vivía en el barrio Tembetary, de Asunción. Otilia, un deslumbrante morena de 16 años, en la primera mirada, le robó el corazón. Pronto se inició un ardiente romance entre el músico y la joven.
Los problemas, sin embargo, no tardaron en aparecer ya que el acordeonista estaba de novio con quien más tarde sería su esposa: la profesora IRMA LUISA AQUINO.
"A Otilia -cuyo apellido ya no recuerdo-, le dediqué una obra de mi inspiración cuando ella se fue de mí. Hice en el acordeón la melodía. Allí le expresé lo que sentía por ella, como despedida", cuenta Antonio.
Sobre la base de la historia relatada por Aguilar, PEDRO GAUTO, poeta paraguayo residente en Laguna Blanca (Formosa, Argentina), le puso la letra.
ADIÓS OTILIA
En esta estrofa bella Otilia a ti te canto
por recordarme de tu cariño que yo perdí
me acongoja y hay días que lloro porque te quiero
y tú ya, lejos de este barrio, bella flor.
Llega la noche, desconsolado en tu ausencia,
hasta la luna porque te añora no alumbra más
por qué no vuelves en los jardines de nuestra infancia
quizás mi alma así reviva un poco más.
Si ya no quieres volver querida a nuestro pueblo
allá en el cielo que te bendiga Nuestro Señor,
será el destino que nos separa en este mundo
para quedarme siempre llorando por tu querer.
Desconsolado en tu ausencia iré vagando
quizá en la tumba de tu cariño podré olvidar.
Adiós Otilia, con esta nota ya me despido
y entristecido con mi guitarra te dejo en paz.
Letra: Pedro Gauto
Música: Antonio Aguilar
ANGELITO PURAHÉI
CANCIÓN PARA NO LLORAR
El canto popular, respondiendo a los reclamos de un momento concreto en la vida, viste a veces sus notas con letra y melodías de circunstancia. Es lo que sucede cuando muere un niño. Hasta ahora sobreviven músicos que tienen en su repertorio el ANGELITO PURAHÉI, llamado también YVOTYKUE JERA ANGELITO PE GUARÃ.
VÍCTOR BARRIOS, investigador de la cultura oral, en su libro Motivos populares tradicionales del Paraguay, Tomo I -al que acompaña un ilustrativo disco donde las palabras se convierten en canciones a través de la interpretación de LOS COMPUESTEROS DE CARAPEGUÁ- rescata una versión del ANGELITO PURAHÉI. Su informante fue JOSÉ CALAZÁN CENTURIÓN VEGA-nacido el 27 de agosto de 1959 en Franco Isla, en las cercanías del lago Ypoá, Carapeguá, director del conjunto que interpreta las composiciones incluidas en el disco mencionado-, quien es depositario de una rica tradición oral heredada, sobre todo, de su tío, el también músico y compositor MAURICIO MEDINA.
El ANGELITO PURAHÉI que los músicos cantan en el velorio y camino al cementerio, forma parte de un ritual que en algunas zonas rurales se mantiene vivo. El texto que ofrecemos aquí respeta la manera en que sus intérpretes lo recogieron y difundieron, sin que haya ninguna intervención para "corregir".
El angelito -a quien en algunas regiones de nuestro país se lo llama también TUPÃ MITÃMI-, es aquel niño que muere sin uso de razón. Se llama angeloro al que ya lo tiene. Se los considera sin pecado, por lo que van directamente al Paraíso. La única condición para que tenga tal destino es que hayan sido bautizados con Agua del Socorro que puede ser administrada por cualquier familiar o vecino utilizando una sencilla fórmula. En el velatorio no tienen que aparecer las lágrimas. La alegría debe reinar porque se está celebrando el triunfo de un alma que, con toda seguridad, ya goza de las maravillas del Reino del Padre Eterno y sus santos. ¿Para qué llorar, entonces?. Además, si es que se llora, se mojan las alas del Angelito, lo cual le podría causar retraso en su viaje hasta el cielo.
El cajoncito puede ser forrado con tela blanca, indistintamente para nena o varón. Se observa también que con un celeste -varón- o un rosado -nena-, se hace la diferenciación de sexo.
En el ambiente festivo se tocan las guitarras, se canta, se baila y se toma mate dulce, sin que falte la guanpola que circula de mano en mano, entre los hombres.
En la mano del pequeño difunto se coloca una vela -si es bendita, mejor-, y pindo karai con forma de cruz. La madre le coloca en las manos un ramito de flores para que lleve a sus nuevos amigos.
Algún familiar tiene que estar siempre cerca del Angelito porque corre el riesgo de que alguien le corte sus dedos para usar sus huesos como amuleto contra el demonio. Y las flores que estuvieron en sus manos -tras el entierro-, deben ser guardadas: sirve para desviar el curso de la tormenta.
Ya camino a su última morada, los músicos, cantando, lo acompañan con la certeza de que un ángel, desde el cielo, les mira sonriente e iluminado.
ANGELITO PURAHÉI
(Yvotykue jera Angelito pe guãrã)
Discurso pido al cielo, pido audiencia Salomé
aunque sentir perfecta para referir canción
en el vientre de mi madre Dios oforma imba'erãicha
entero ñamombe'use haguãicha el ángel oîva altar-pe
derecho ohóne yvágape ko'ápe opyta la fama.
Ipópe guare la palma ojeráta hína anga
cada instante isy he'íne paloma de mis entrañas
incomparable tristeza opyta nde rapykuerépe
ojehúva ne gentekuérape, sentimiento que sucede
pe toma katu coraje ñacumpli haguã conforme.
Así por esa viveza pe pyta katu gustoso
peêkuéra los dichoso ohóvo penerendágui
orrogávo pende rehe este glorioso angelito,
este bello angelito enteroite jaikuaa
mba'etapépa ogueraha es una regla muy fija.
Oho ogosávo al Paraíso con contento y alegría
ja'ohóma con armonía a gozar de Dios y Reino
es cierto ko'ãga tu pesare ko'ãgã ipyahumi hína
pehendúke mi encargue hermano, padre y madre
pereko katu consuelo, peviví con más anhelo.
Ko angaipa oikuaa mboyve al mundo subió al cielo
a pedir tu bendición katuete oúne ne rendápe
al golpe de la oración pe hovasa cada el día
ja'ohóma con armonía a gozar de Dios y Reino
ha eha'ãke nde isymi anítei reime ajeno.
Atenta madre querida de mi reliquia cristiana
ko'ãgã jandeveháma opyta che pópe guare
ha eñatendéke hese para apoderar los santos
con firmeza japaga en esa masa fatiga
pejora katu la cinta padrino, padre o madrina.
Reciba madre del ángel de mi labios este versito
y mi ignorante talento mi explicación es poquito
oho ne ra'ãrõvo upépe en el cielo infinito
adiós adiós angelito yvágape reguejýne
oho orrogávo pende rehe en el divino sacrificio.
Adiós hermanos y hermana, adiós querida mamá
adiós la honrada gente, adiós porque ya me voy
adiós padrino, madrina, adiós mesa donde estoy
no llores madre querida, adiós porque ya me voy.
Letra y música: autor o autores anónimos
Recopilador: José Calazán Centurión Vega
CHE PESEBREMI
NIÑO ÁRA EN EL FRENTE DE BATALLA
Quizá, para ningún pueblo, no haya sobre la tierra mayor desgracia que una guerra. Cuando suenan los tambores bélicos reclamando la sangre joven de los hijos de una patria es cuando la vida se detiene al filo de la muerte. Entonces, para los combatientes y para los suyos -padres, hermanos, novias, esposas, amigos- la esperanza tiene un solo norte: que regrese vivo a su vy'aha el soldado y acabe la pesadilla de las trincheras.
EMILIANO R. FERNÁNDEZ fue el que acompañó con su vigorosa poesía la Guerra del Chaco. En memorables páginas conmovió al país sensibilizado por el avance de las tropas bolivianas. ROJAS SILVA REKÁVO, de la preguerra y 13 TUJUTÎ son los hitos más rotundos de su obra de referencia bélica.
FÉLIX FERNÁNDEZ dejó también un estremecedor poema musicalizado por DIOSNEL CHASE: TUPÃSY CAACUPÉPE. Aquí la emoción de un autor se introduce en el alma de una madre que ruega a la Virgen que su hijo regrese sano y salvo del infierno de las batallas.
El poeta nicaragüense ERNESTO CARDENAL, luego del derrocamiento del sanguinario dictador ANASTACIO SOMOZA -ajusticiado en nuestro país el 17 de setiembre de 1980-, dijo que la poesía en el combate es un formidable compañero de lucha. Fortalece el ánimo. Entusiasma. Y es un canal para que el combatiente-poeta exprese sus sentimientos.
En este contexto hay que entender los versos escritos por el capitán guaireño GREGORIO NARVÁEZ ARCE -autor de la letra de VILLARRICA CHE CIUDAD- en las cercanías de la Navidad de 1932 en el fortín Saavedra.
Añorando el mbokaja poty,sin ka’avove’i ni piririta rupi’a para colgar en el pesebre, con lo que tiene a mano en la guerra, Narváez Arce armó, en las pausas del intercambio de tiros, su pesebre. Su ingenio y creatividad fueron moldeando, con lenta paciencia, un pequeño espacio para el Niño de Belén. Habrá sido un Niño triste porque ninguna criatura puede ser feliz en el escenario de una carnicería. Fue allí donde nació el poema CHE PESEBREMI.
Terminó la guerra y Gregorio -quien había nacido en Villarrica el 9 de mayo de 1914, falleciendo en Asunción el 23 de diciembre de 1975- se fue hasta Loyola (ubicada en la jurisdicción de San José de los Arroyos) a visitar a su madrina de guerra Francisca Cabral de Bogado, más conocida como doña Panchita. Esta señora había sido madrina de otros 15 soldados, sub-oficiales y oficiales combatientes, entre ellos quien luego sería el general PABLO ROJAS.
"Junto con el poema, que me entregó personalmente, me trajo, como trofeo de guerra, una navaja de afeitar que perteneció al teniente primero JUAN PONCE. Era un regalo de la madre de éste a su hijo que fue tomado prisionero por los paraguayos. Estaban a punto de matarlo cuando mi ahijado se plantó y les sacó de las manos a los verdugos al militar enemigo. Como prueba de gratitud por salvarle la vida, el oficial le regaló la cuchilla", cuenta doña Panchita.
Gracias a esta admirable mujer que vive en su chacra de Loyola, hoy es posible salvar del seguro olvido el poema que testimonia una vivencia navideña en la Guerra del Chaco.
CHE PESEBREMI
(Escrito en el kilómetro 7, Saavedra, diciembre de 1932)
Dedicado a mi madrina de guerra
Francisca C. Cabral (Doña Panchita)
Reínte avei aime mombyry che válle rorýgui
oguahêvo oúvo ko pesebre ára javy'ahaite
kóina che avei ambojeguapa "Saavedra" potýgui
ko che tapýîmi hyakuãvu rei pytumby jave.
Aikuaa põrã ku región hovy, amoite Oriental-pe,
oiméne osaingo sandia ryakuãvu pakuri meme
ha che avei narõtîriete che pesebre apo
napehendurni mba'épa avei osaingo hese.
à sonsérami ambyatyva’ekue tapégui ahasávo
desde "Boquerón" ha péicha "Saavedra"-pe ambosako’i
amopu’ãmi yvyra rãkã hogue jero'ávo
ametralladora remitỹngue po'íguí rei.
Ojeguapami che yvyra rãkã cañón pirekuégui
Máuser ha metralla ko’ápe ha pépe hatiãi rei
ha heta trofeo voli mba'ekue aguerúma tapégui
teniente Velilla kurusu ypýpe tambojeguami.
Hetaite mba'éko jahecha ko'ápe ko ka'aguypýre
tomombe'umínte Regimiento Siete-pegua kuimba'e
oimeha osaingo ovava rei jatagan apyre
ño voli nambi, heta coronel ha Ustares ãkãngue.
Ndikatui voi j a’epa haguã la ápe arekóva
Niñomi jerére...ajépa ovy'áne che Máuser mbyky,
único ofalta ijaty hese ku vy'a ojapóva
kuña morõtî áva sa'yju, resa'yî hovy.
Letra: Gregorio Narváez Arce
RIÑAHÁPE GUAYE
RESPONSO PARA NUEVE MUERTOS
La riña de gallos olía no a sudor de hombres sino a sangre aquel 20 de julio de julio de 1945. En Rojas Potrero, jurisdicción de Iturbe (Departamento del Guairá), el día de Santa Librada les había permitido olvidar sus herramientas de labranza y entregarse a la pasión que les incendiaba los feriados y fines de semana.
En algún secreto libro ya estaba escrito lo que aquella tarde iba a ocurrir. Como en un cuento de JORGE LUIS BORGES, los que se enardecían alrededor del póncho kora ya estaban predeterminados a ser protagonistas o espectadores de un episodio de armas de fuego y puñales. Cada uno cumplía tan solo el papel que le había sido asignado por el destino.
Las apuestas, eran a favor del gallo de PABLO SILVERO o el de QUIRINO SUÁREZ. Con poderosas espuelas y picos alertas, los dos parecían aptos para la victoria. Era imposible predecir el ganador. Solo en el ruedo el juez FORTUNATO LÓPEZ daría la sentencia.
En medio del griterío, los dos animales buscaban aniquilarse. El instinto les decía que para supervivir había que dar golpes mortales al rival. En un momento dado, el gallo de Suárez voló y salió de la cancha. El veredicto dio el triunfo a Pablo Silvero.
Allí se prendió la primera mecha de una trifulca descomunal. No pasó a mayores, sin embargo. Sólo cuando alguien llegó al sitio donde se había originado, el entrevero cobró de nuevo aliento. La pelea fue larga y demoledora. El saldo de nueve muertos lo certifica.
Gracias a la recopilación de VÍCTOR BARRIOS (1), quien asegura que el cantor popular JUAN CARLOS BENÍTEZ, de Franco Isla -Carapeguá- era el que conocía la composición, es posible salvar del olvido esta joya de la oralidad paraguaya.
El sangriento final de riña fue recogido por un anónimo compuestero de la zona donde ocurrió la carnicería. RIÑAHÁPE GUARE tituló su obra. Si bien el relato no es claro, su eficacia es suficiente para formarse una idea de lo que fue la riña después de la riña. La pelea de los gallos fue solo la puerta de entrada de lo que después iba a sobrevenir. La muerte ya estaba mirando desde las alas de aquellas aves de plumas brillantes.
(1). Barrios, Rojas, Víctor. Motivos populares tradicionales del Paraguay,
el Compuesto. Asunción. Servilibro, 2005. Con disco, 94 páginas.
RIÑAHÁPE GUARE
Señóre nobles oyente
atención disculpas quiero
voy a cantar la desgracia
sucedida en Rojas Potrero.
En la casa de don Isidoro
siempre ijatýva la gente
farreando de día y de noche
porque no falta el aguardiente.
En el día de Santa Librada
veínte de julio ofestehávo
concurrían ya la gente
con los gallos preparados.
Pablo Silvero, Quirino Suárez
dueños de los gallos son
última riña opávo
el dolor con su cuestión.
La riña osentencia
señor Fortunato López
Suárez gallo operde
al trote medio al galope.
Ha osê oveve oho
ovandea poncho kora
el juez ome'ê sentencia
Suárez gallo operdeha.
Joselino he'i Fortúpe
che gallo che ndoperdéi
entónsepa Joselino
la che sentencia ndovaléi.
Ha upéare oinupã Pablo
a Juan José ha Joselino
ndapejapoichéne frente
peichagua individuo.
Ha ausente ra'e oî
Emilio upe jave
ohendu el tiroteo
Rodolfo opoiva'ekue.
De pronto salió Emilio
ogalopea todo el camino
oguahê oporandu:
nanendivéipa Joselmo.
Oñepyrû jevy el pleito
Emilio oguãhê rire
Rodolfo ohekýi revólver
ta'asegura mandi chupe raê.
Emilio oikutu a Rodolfo
Omondo ombojevika
al mismo tiempo Joselino
Pablo Sílvero-pe ojuka.
Ángel dijo a Emilio
humildemente osuplika
che hermano oîma muerto
ha che tiópe rejuka.
Ha upéare ipochy Emilio
haimete ipy'a ropu
ojatropella Ángel Oviedo-pe
tuichaite voi oikutu.
En eso Manuel Larrosa
dos tiro opoi yvate
ejesuhetáke Emilio
o si no rojukáne che.
Emilio Suárez joven
veintidós años de edad
lindo mozo y agraciado
de coraje barbaridad.
Chakeiníke guyryry
upe marte oikova'ekue
al día siguiente ojejuhu
Enrique González retekue.
Cuando llegamos al cementerio
otra noticia llegó
un día jueves por la mañana
Ángel Oviedo ya murió.
Bemabé González ya salió
con dos balazos le tiró
Alejandro al mismo tiempo
cinco puñaladas recibió.
El mismo Bemabé González
su revólver martilló
por el pecho de Emilio
casualmente lo erró.
Velorio oikova'ekue
upe tres noches seguido
ja'iporãma para ejemplo
pejeseguíkena los amigos.
Lloraba pobre y rico
lloraba obispo y cura
por lo profundo que van
a la triste sepultura.
Pablo, Rodolfo yAlejandro Suárez
Enrique y Bemabé
Juan y Oviedo
Lo nueve ya muerto fue.
Aquí se acabó la historia
de esta corta cuestión
pido disculpa señóre
porque no soy de educación.
Letra y música: anónimas.
ESCUCHE EN VIVO/ LISTEN ONLINE:
RIÑAHÁPE GUARE
Polca
Intérprete: LOS ROQUEÑÍSIMOS
**/**
SUEÑA
SERENATA GUAIREÑA
Letra: STILVER CARDOZO
Música: SILVIO RUBÉN (PAPÍN) ZAPUTOVICH
Las serenatas -aunque cada vez más esporádicamente-, forman parte de las tradiciones de nuestro pueblo. Su rito inicial ineludible consta de dos movimientos: tres canciones interpretadas en la puerta o en la ventana de la amada (o candidata a serlo) y el rostro sonriente-aunque con huellas de sueño en los ojos-, de la destinataria del canto de los que rompen el silencio de la alta noche.
Con ese gesto se ratifica un amor ya encendido y corroborado en besos. O se expresa el afecto de quien encuentra en la música la delicada manera de expresar un sentimiento que espera sea correspondido. No pocas veces, la serenata es también una manera de cerrar heridas: el canto es un bálsamo que restaura los tejidos del cariño deteriorados por alguna desavenencia momentánea.
Desde antaño, en Villarrica las serenatas gozaban de un prestigio envidiable. Acorde a su fama de cuna de poetas, los versos no faltaban a orillas de las rejas de las madrugadas estrelladas en que la luna era testigo de la cabalgata acelerada de un corazón enamorado. La memoria colectiva popular guarda hasta hoy el registro de una serenata en la que MANUEL ORTIZ GUERRERO hizo escuchar por primera vez las estrofas de NE RENDÁPE AJU en la ventana de ILUMINADA ARIAS.
Pues bien: en esa tierra de artistas había anclado el adolescente STILVER CARDOZO, proveniente de Caaguazú-donde había nacido el 7 de febrero de 1935-, con deseos de conquistar la mitad del mundo. Y si fuere posible, la otra mitad también.
Quien luego haría de la palabra su oficio fundamental trabajando como locutor en radioemisoras de nuestro país y cuidando que la luz no se extinga de los ojos de sus semejantes a través de su ciencia de oftalmólogo, tenía entonces 14 años y cursaba el segundo año de la Secundaria en el Colegio Nacional de la capital del Guairá. Aunque siempre atento al cumplimiento de su deber de estudiante, estaba descubriendo que la música paraguaya era una de las pasiones cuya llama le iban a consumir el resto de sus años. Incentivando esa inclinación de su espíritu, no era ajeno a la emoción de las serenatas guaireñas post-revolución de 1947. RIGOBERTO ARÉVALO -que adquirió bien ganado renombre en la capital con el TRÍO LOS BEMOLES primero y con su TRÍO DE SIEMPRE después, hasta hoy-, con voz inconfundible y RUBÉN -más conocido por su apodo de PAPÍN-ZAPUTOVICH con su acordeón, eran los serenateros de los barrios villarriqueños.
Stilver y sus amigos se percataron de que el repertorio, si bien acompañaba lo que ellos querían decir cantando, no les pertenecía. "Jahekána ñane mba'e teéva japurahéi haguã (busquemos algo que nos pertenezca para cantar)", manifestaban.
"Fue así como alrededor de 1950 escribí unos sencillos versos destinados a cantar en las ventanas. No tuvo una destinataria concreta: estaba dirigida a todas. Mi amigo Papín le puso la música. Cuando estuvo terminada la melodía estrenamos nuestra obra ante la ventana de la novia de Papín y yo le llevé después a una amiga de entonces. Tuvo suerte, se grabó y hasta hoy se canta en las serenatas en Villarrica. La orquesta del maestro GRACIANO PEREIRA la tuvo en su repertorio durante muchos años.
Después Cardozo ganó, en 1950, un concurso para ser locutor de Radio Guairá. Trabajó con OSCAR TITO CASARTELLI. En Asunción, en 1954, ingresó a la Facultad de Medicina. Se hizo cirujano y ejerció su saber como médico rural en Caaguazú. Luego cambió la cirugía por la oftalmología que estudió tres años en Belho Horizonte, Brasil. Aprendió más en París y regresó al Paraguay donde hasta hoy alterna el consultorio con el estudio de radio. RODOLFO SCHAERER PERALTA, ELPIDIO ALCARAZ SEGOVIA y ÁNGEL ANTONIO GINI JARA conducía el Cardinal Folklórico y Domingos folklóricos-ambos en Radio Cardinal AM-para seguir siendo fiel al itinerario del verbo que escogió.
SUEÑA
Sueña nña de mi vida,
dueña de mi alma, de mi corazón;
sueña que en tu leve sueño
sientas las caricias de esta mi canción.
Sueña que esta madrugada
será de alborada de nuestro querer
sueña, sueña amada mía
sueña dulcemente, con suave ternura
en mi gran amor.
Letra: Stilver Cardozo
Música: Silvio Rubén (Papín) Zaputovich
Bibliotecas Virtuales donde se incluyó el Documento: